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Funcion Resarcitoria
Funcion Resarcitoria
página
Sección 3ª. Función resarcitoria............................................................................................................................... 417
Artículo 1716. Deber de reparar ............................................................................................................................................ 417
Artículo 1717. Antijuridicidad .................................................................................................................................................. 420
Artículo 1718. Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho ...................... 421
Artículo 1719. Asunción de riesgos ..................................................................................................................................... 423
Artículo 1720. Consentimiento del damnificado .......................................................................................................... 424
Artículo 1721. Factores de atribución ................................................................................................................................ 425
Artículo 1722. Factor objetivo ............................................................................................................................................... 427
Artículo 1723. Responsabilidad objetiva .......................................................................................................................... 428
Artículo 1724. Factores subjetivos ...................................................................................................................................... 429
Artículo 1725. Valoración de la conducta ........................................................................................................................ 430
Artículo 1726. Relación causal .............................................................................................................................................. 431
Artículo 1727. Tipos de consecuencias ............................................................................................................................. 431
Artículo 1728. Previsibilidad contractual .......................................................................................................................... 432
Artículo 1729. Hecho del damnificado .............................................................................................................................. 434
Artículo 1730. Caso fortuito. Fuerza mayor ................................................................................................................... 435
Artículo 1731. Hecho de un tercero ..................................................................................................................................... 436
Artículo 1732. Imposibilidad de cumplimiento .............................................................................................................. 437
Artículo 1733. Responsabilidad por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento ....................... 439
Artículo 1734. Prueba de los factores de atribución y de las eximentes ......................................................... 441
Artículo 1735. Facultades judiciales ................................................................................................................................... 441
Artículo 1736. Prueba de la relación de causalidad ................................................................................................... 443
1. Introducción
El contrato de fideicomiso se perfecciona con la manifestación de la voluntad del fidu-
ciante y del fiduciario; la aceptación de los beneficiarios y fideicomisarios no resulta ne-
cesaria para su perfeccionamiento, pues aun cuando no llegaran a aceptar, se pondría en
movimiento el proceso de sustitución previsto por los arts. 1671 y 1672 CCyC.
2. Interpretación
2.1. Forma de la aceptación
La norma prevé que la aceptación del beneficio podrá ser expresa, con la suscripción del
contrato, o tácita, en caso de que se realicen actos que la supongan inequívocamente,
en concordancia con la definición que emana del art. 979 CCyC. Agrega que también se
considerará aceptado el beneficio, con la titularidad de los certificados de participación,
en los fideicomisos financieros.
En relación al beneficiario, esta legitimación deriva del derecho actual que tiene de
percibir los frutos, sumado a la posibilidad de exigir la rendición de cuentas prevista en
el art. 1675 CCyC para un debido control del patrimonio fideicomitido.
Por parte del fideicomisario, si bien su derecho se encuentra sujeto a una condición, la
legitimación surge del interés en la conservación del valor del patrimonio que, en última
instancia le corresponderá recibir, sin perjuicio que los bienes que lo integren sean los
que originalmente se hayan transmitido.
1. Introducción
La norma retoma lo previsto en los arts. 11 y 12 de la ley 24.441, estableciendo la consti-
tución de una propiedad fiduciaria sobre los bienes objeto del fideicomiso, así como el
nacimiento de ese carácter en relación a su oponibilidad a terceros desde el momento
del cumplimiento, de las exigencias requeridas de acuerdo al tipo de bienes que se trans-
mitan. Asimismo, reemplaza el término “dominio” utilizado en la legislación anterior, por
el de “propiedad”.
2. Interpretación
2.1. Dominio fiduciario. Remisión
En cuanto a los caracteres y particularidades del dominio fiduciario, como derecho real,
cabe remitir a la lectura del Libro Tercero, Título IV, Capítulo 31 del CCyC.
1. Introducción
En consonancia con lo expuesto en los arts. 1669 y 1683 CCyC, la norma prevé que los
registros correspondientes deberán tomar razón de la propiedad fiduciaria transmitida.
De acuerdo a lo estipulado por el art. 1683 CCyC, la registración es el punto de partida
para que la propiedad fiduciaria produzca efectos con relación a terceros, en los casos
de bienes registrables.
2. Interpretación
2.1. Registración
Sin perjuicio que la registración pueda efectuarla el fiduciante, el fiduciario tiene la obli-
gación de colaborar en el trámite, a fin de poner a su nombre los bienes transmitidos.
En algunos casos, la toma de razón tendrá efectos declarativos, y en otros constituti-
vos. Estos registros cumplen una importante función al otorgar seguridad jurídica a los
terceros, al hacer públicos los límites del fideicomiso, no pudiendo alegar aquellos su
desconocimiento.
Más allá que lo que deba inscribirse sea la propiedad fiduciaria, para un mejor ejercicio
de los derechos de terceros, se entiende que la inscripción deberá comprender el plazo
o la condición previstos en el contrato así como las cláusulas que puedan llegar a afec-
tarlos —la cláusula de revocación, o los supuestos particulares de extinción que surjan
del contrato—. También deberán inscribirse las disposiciones que importen limitaciones a
disponer o gravar los bienes, si existieren.
2.2. Frutos
El fiduciario, como titular del dominio, aunque imperfecto, es el único y verdadero dueño
de las cosas, y en consecuencia tiene el derecho a la percepción de los frutos, sean na-
turales o civiles, así como también de los productos, toda vez que su derecho real tiene
únicamente las limitaciones temporales y las previstas en la manda contractual.
Por otra parte, resulta evidente que, ante la enajenación de bienes, o de los frutos de
aquellos que sean parte del patrimonio de afectación, y la utilización del dinero obtenido
para la adquisición de otros bienes, estos ingresan a aquel patrimonio fiduciario, y no
confundiéndose con el propio.
La excepción prevista por este artículo no debe entenderse en el sentido de dar derecho
al fiduciario a incorporar los frutos, productos o los bienes que se adquieran a su patrimo-
nio personal, ni al del beneficiario, sino que, en caso de que el fiduciario quiera destinar
los frutos o productos a la compra de otros bienes, debe estar legitimado para ello por el
contrato, a fin de incorporarlos por vía de subrogación real.
1. Introducción
La base del contrato de fideicomiso se encuentra delineada en este artículo, esto es, la
posibilidad de afectar una cantidad de bienes a una finalidad determinada, aislándola del
resto del patrimonio del fiduciante, del fiduciario, del beneficiario y del fideicomisario.
2. Interpretación
2.1. El patrimonio separado y de afectación
Los patrimonios de afectación son creados por las partes en normas de alcance particular
regulando su duración, los bienes que serán incorporados, las facultades de quien habrá de
administrarlo y sus limitaciones. Este patrimonio de afectación resulta una excepción a la
regla general por la cual cada persona no tiene más que un patrimonio.
Nos encontramos, como refiere el art. 1757 CCyC, frente a una responsabilidad objetiva,
por lo que no podrá eximirse demostrando la falta de culpa, debiendo acreditar una causa
ajena.
Esa normativa abría la puerta a situaciones injustas donde los terceros víctimas de un
hecho ilícito causado por el riesgo o vicio de la cosa fideicomitida, podrían tener que con-
formarse con el valor de la cosa, lo que en muchos casos constituía una indemnización
incompleta o insuficiente.
Por otro lado, puede darse la situación en la cual el fiduciario deba responder por su ac-
tuación personal con su patrimonio personal con base en una responsabilidad subjetiva,
y al mismo tiempo, con el patrimonio de afectación, como titular fiduciario de la cosa
cuyo vicio o riesgo causara el daño. En este caso, nos encontraríamos ante una obligación
concurrente, regida de acuerdo a lo previsto por el art. 850 CCyC.
1. Introducción
La norma ratifica la idea de separación e inmunidad del patrimonio fideicomitido, lo
que resulta la nota distintiva y esencial de esta figura contractual. Esta inmunidad
puede ser únicamente dejada de lado en base a las acciones de fraude y de ineficacia
concursal.
El artículo también otorga a los acreedores del beneficiario y del fideicomisario la facul-
tad de subrogarse en los derechos de sus deudores, para ejercer las acciones pertinentes
en miras a ejecutar sus acreencias y proteger el patrimonio de su deudor.
2. Interpretación
2.1. Separación e inmunidad de patrimonios
Como consecuencia de la separación de patrimonios, los bienes objeto del fideicomiso
quedan exentos de la acción de los acreedores del fiduciante.
De acuerdo a lo dispuesto por el art. 1683 CCyC, para que esta transferencia a un pa-
trimonio distinto al del fiduciante sea oponible a sus acreedores, previamente deberán
encontrarse cumplidos los requisitos exigidos de acuerdo con la naturaleza de los bienes
que lo integren.
1. Introducción
La norma reitera el régimen de separación de patrimonios delineado por el artículo an-
terior por el que los bienes de los intervinientes en el fideicomiso —fiduciante, fiduciario,
beneficiario y fideicomisario— no responden por las obligaciones que surgen de la ejecu-
ción del patrimonio fideicomitido. Por otra parte, se modifica el trámite de liquidación del
patrimonio de afectación, disponiendo que se realizará a través de un proceso judicial, a
diferencia del sistema extrajudicial previsto por el art. 16 de la ley 24.441.
2. Interpretación
1. Introducción
En su carácter de titular de dominio, aun cuando este sea imperfecto, el fiduciario posee,
en principio, las mismas facultades que el titular de un dominio perfecto. Esto incluye el ius
abutendi, propio del dominio pleno, que le permite disponer de los bienes fideicomitidos.
2. Interpretación
2.1. La disposición de los bienes del patrimonio separado
La norma regula dos aspectos fundamentales para el desenvolvimiento del contrato en rela-
ción a los restantes sujetos y a los terceros que contratarán con el fiduciario, como son la po-
sibilidad de disponer y de gravar los bienes que forman parte del patrimonio de afectación.
Como se dijo, esta facultad deriva de su carácter de titular de dominio, y salvo pacto en
contrario podrá ejercerla de acuerdo a su buen saber y entender en miras a cumplir con
la finalidad del contrato.
Si bien las cláusulas de inenajenabilidad, según lo previsto en el art. 1972 CCyC, resultan
nulas, excepto que se refieran a persona o personas determinadas, esta limitación no se
aplica al dominio fiduciario en virtud de lo dispuesto por el art. 1703 CCyC.
1. Introducción
La legitimación procesal del fiduciario para intervenir en juicios y defender el patrimonio
fideicomitido deriva directamente de su titularidad fiduciaria, así como también de las
obligaciones asumidas en el contrato. Esa defensa tendrá el doble carácter de derecho
como dueño y de obligación como administrador de un patrimonio con una finalidad que
le ha sido impuesta.
2. Interpretación
2.1. Acciones
Las acciones que podrá y deberá ejercer el fiduciario son de toda índole: personales,
reales y posesorias. Incluirán, desde ya, la acción personal para reclamar la entrega de las
cosas para el caso que el fiduciante no haga la tradición o no cumpla con las formalidades
en caso que la naturaleza de los bienes lo requiera; así como reclamar la entrega del lega-
do al heredero para el caso de haber sido constituido por testamento. Tendrá además la
facultad de ejercer todas las acciones personales para la ejecución de los contratos que
1. Introducción
El fideicomiso financiero es un supuesto especial de fideicomiso que se distingue por la
emisión de títulos que serán garantizados con el patrimonio de afectación, así como por la
calidad particular de sus sujetos —un fiduciario— que será una entidad financiera o una so-
ciedad autorizada para actuar como fiduciario financiero por el organismo de control de
los mercados de valores; siendo los beneficiarios los titulares de los títulos mencionados.
2. Interpretación
2.1. La titulización o securitización. Concepto
El fideicomiso financiero se encuentra vinculado intrínsicamente con el concepto de ti-
tulización o securitización. La titulización es un proceso que tendrá como finalidad la
posibilidad de transformar activos ilíquidos en títulos valores, es decir, en activos líquidos.
En este proceso, una cartera de créditos se agrupará y será el respaldo de los títulos
emitidos que serán colocados en el mercado para ser adquiridos por los inversores mi-
noristas o mayoristas.
2.2. Estructura
El fideicomiso financiero, como mecanismo para lograr liquidez en base a activos ilíqui-
dos, depende para su creación de la existencia de contratos previos que originen esos
activos o créditos, que deberán tener ciertos caracteres de homogeneidad. Si bien no
se encuentra previsto, resulta recomendable que exista una pluralidad de créditos para
asegurar que el volumen involucrado justifique los costos de la operatoria. Ese volumen
de créditos brindará, a su vez, mayor seguridad en virtud de la dispersión del riesgo de
incumplimiento ante la multiplicidad de deudores.
En esta especie particular de fideicomiso, el originante, quien ocuparía el rol de fiduciante
en la estructura tradicional, es el titular de los créditos originados en el o los contratos
primigenios.
Estos créditos serán transmitidos por cesión o venta a una entidad que estará facultada a
emitir títulos de deuda por la autoridad de control del mercado de valores, que se deno-
mina emisor o vehículo. Al desprenderse de los créditos y aislarlos en el emisor, se evita
transmitir a los títulos, que formarán parte de la emisión, el riesgo crediticio y empresarial
del originante.
Por su parte, el emisor, quien ocuparía la posición de fiduciario, será el nuevo titular jurí-
dico de los bienes que recibe del originante y será el emisor de los títulos valores respal-
dados por dichos bienes.
En esta estructura, los beneficiarios, como aclara la norma, serán los titulares de los títu-
los emitidos.
Resulta habitual que la colocación en el mercado de los títulos emitidos se haga a través
de una entidad financiera minorista, ya que será esta la que tenga un contacto más di-
recto con los inversores.
Para finalizar, las sumas percibidas por el cobro de los créditos que respaldan la emisión, se
destinarán al pago del capital y los dividendos de los títulos en poder de los beneficiarios.
2.3. Ventajas
En principio, se entiende que, para que se justifique poner en movimiento una estructura
compleja como la del fideicomiso financiero, las ventajas para los sujetos intervinientes
deben ser variadas.
Las principales ventajas para el originante están dadas por el menor costo de obtención
de fondos, ya que —como se dijo— al aislar los créditos, su cobrabilidad resulta lo único
relevante a fin de colocar el título en el mercado, más allá de la capacidad de pago del
originante. Así también, para el fiduciante, se eliminaría el riesgo de descalce producido
por la divergencia entre los plazos de toma de fondos, que por lo general es a corto plazo,
y una financiación a plazos más extensos.
Por otro lado, para el sistema financiero, la introducción de una fuente alternativa de fi-
nanciamiento a través de la toma de capitales del mercado debería llevar a un progresivo
descenso en los costos financieros.
1. Introducción
De acuerdo a lo dispuesto por este artículo, los certificados de participación y los títulos
representativos de deuda tienen el carácter de títulos valores y les serán aplicables en lo
pertinente lo previsto por el Libro Tercero, Título V, Capítulo 6 del CCyC.
2. Interpretación
Siendo títulos valores, son autónomos y, por lo tanto, susceptibles de una fácil circula-
ción, aumentando su apetecibilidad por parte de los inversores. Se trata de títulos que
otorgan un derecho de ejercicio continuado, que será igual para todos los tenedores de
títulos de la misma clase.
De acuerdo a lo establecido por los arts. 1815 y 1816 CCyC, estos títulos incorporan una
obligación incondicional e irrevocable de una prestación, otorgando a cada titular un
derecho autónomo. A quienes sean sus portadores de buena fe y los hayan adquirido
conforme su ley de circulación, les son inoponibles las defensas personales que puedan
existir contra anteriores portadores.
Por otra parte, la Comisión Nacional de Valores, en su carácter de autoridad de aplica-
ción, ha dispuesto que los certificados de participación deberán ser ofrecidos al público
en general, debiendo darse el cumplimiento acabado con el derecho de información de
los adquirentes, que deberá adaptarse al perfil subjetivo de todos los destinatarios de
la oferta.
1. Introducción
El fideicomiso financiero, como subtipo particular, no está exento del cumplimiento de la
normativa general, por lo que el contrato deberá incluir los mismos elementos previstos
en el art. 1667 CCyC.
El Código incorpora como requisito de contenido para estos contratos que deberán in-
cluirse las reglas para la adopción de decisiones, así como también la denominación o
identificación particular del fideicomiso, lo que resulta una novedad respecto de lo pre-
visto por el art. 20 de la ley 24.441.
2. Interpretación
Sin perjuicio de la remisión a los elementos previstos por el art. 1667 CCyC, la regla-
mentación emanada de la Comisión Nacional de Valores como autoridad de aplicación
dispone en sus normas, en el Título V, Capítulo IV, Sección XI “Contenido del Contrato de
Fideicomiso”, que el contrato de fideicomiso financiero deberá contener: la identificación
de los sujetos del fideicomiso —fiduciantes, fiduciario o fiduciarios, y fideicomisario—;
identificación del fideicomiso, que deberá utilizar la denominación “fideicomiso financie-
ro”; el procedimiento de liquidación; el procedimiento y la obligación de rendir cuentas a
los beneficiarios; la remuneración del fiduciario; y los términos y condiciones de emisión.
Por otra parte, en la misma normativa se exige que cuando el fiduciario delegue la ejecu-
ción de las funciones de administración se deberá establecer que el subcontratante deberá
rendir diariamente al fiduciario el/los informe/s de gestión y/o cobranzas y, en su caso, en
el plazo máximo de tres días hábiles de recibidos los fondos de las cobranzas depositar los
mismos en una cuenta del fideicomiso, operada exclusivamente por el fiduciario; y el deber
de todos aquellos sujetos que cumplan funciones vinculadas a la administración, cobro,
gestión de mora y/o custodia de los bienes fideicomitidos de informar en forma inmediata
al fiduciario todo hecho que pudiera afectar el normal cumplimiento de la función asignada.
1. Introducción
Los arts. 1693 y 1694 CCyC refrendan lo normado por los arts. 21 y 22 de la ley 24.441.
El primero, dejando a salvo el supuesto previsto por el art. 1820 CCyC, prevé dos clases
distintas de títulos: los representativos de deuda y los certificados de participación.
La emisión de estos títulos es la manifestación escritural del fideicomiso financiero y se-
rán estos los instrumentos a través de los cuales se llegará a los inversores particulares.
2. Interpretación
2.1. Títulos representativos de deuda
Los títulos representativos de deuda que se encontraran garantizados por los bienes
integrantes del patrimonio de afectación pueden ser emitidos por el fiduciario o por
terceros, y a fin de informar claramente a los tenedores de títulos de las circunstancias
de su emisión, deberán contener la denominación y firma del representante del emisor
o del fiduciario, la identificación del fideicomiso, el monto de la deuda emitida, la clase y
número de serie y el plazo de vigencia.
Sin perjuicio de ello, deberá aclararse que los bienes del fiduciario no responden por las
obligaciones del fideicomiso.
1. Introducción
La asamblea de tenedores de títulos se encontraba prevista en el art. 23 de la ley 24.441,
pero únicamente para el caso de insuficiencia del patrimonio fideicomitido, otorgándole
facultades para resolver sobre las formas de administración y liquidación del fideicomiso.
2. Interpretación
El art. 1695 CCyC dispone la adopción, por parte de la asamblea de los beneficiarios, de
las decisiones colectivas en los fideicomisos de oferta pública, remitiendo a las normas
previstas para las sociedades anónimas, cuya aplicación procederá, únicamente, cuando
no se haya pactado contractualmente en contrario, o existan disposiciones del organismo
de contralor de mercado de valores al respecto que regulen la cuestión.
La norma remite para las decisiones que no incluyan la reestructuración de pagos a los
beneficiarios y la insuficiencia del patrimonio fideicomitido, a las reglas de las sociedades
anónimas. Vale decir que deberán ser convocadas por el fiduciario, o cuando sean reque-
ridas por el 5% del valor nominal de conjunto de los títulos valores en circulación, debien-
do mencionarse el carácter de la asamblea, fecha, hora y lugar de reunión y orden del día.
La constitución de la asamblea, en estos casos, requiere de la presencia de tenedores de
títulos que representen la mayoría del valor nominal del conjunto de los títulos valores en
circulación. Las resoluciones serán tomadas por mayoría absoluta de los votos presentes.
Para el supuesto que la asamblea se convoque para los supuestos de insuficiencia del patri-
monio o la reestructuración de los pagos a los beneficiarios, la norma remite a las reglas de
las asambleas extraordinarias de las sociedades anónimas. En consecuencia, deberá cons-
tituirse con la presencia de tenedores de títulos que representen el sesenta por ciento del
valor nominal del conjunto de títulos en circulación, si el contrato no exige quórum mayor.
En estos casos, las resoluciones serán tomadas por mayoría absoluta de los votos pre-
sentes, salvo cuando el fideicomiso exija mayor número. Sin perjuicio de la normativa a
la cual se remite, el art. 1696 CCyC prevé que las decisiones vinculadas con estos temas,
para ser válidas, deberán tomarse con el voto favorable de tres cuartas partes de los
títulos representativos de deuda emitidos y en circulación, excluidos los títulos represen-
tativos de deuda subordinados.
1. Introducción
El Código enumera las causales de extinción del fideicomiso, que conlleva también la
extinción del dominio o propiedad fiduciaria respecto de los bienes que integran el
patrimonio de afectación y el nacimiento de la obligación del fiduciario de entregar los
bienes.
2. Interpretación
La norma prevé, siguiendo lo dispuesto por la ley 24.441, los mismos tres supuestos de
extinción, con el agregado de la ineficacia de revocación para el caso de los fideicomisos
financieros, una vez iniciada la oferta pública de los certificados de participación o los
títulos de deuda.
2.1.2. Revocación
Para que la revocación por parte del fiduciante tenga efectos, es necesario que este se
haya reservado expresamente esa facultad en el contrato. Esta revocación no tiene efecto
retroactivo.
La novedad de este artículo es que prevé la ineficacia de la revocación en los fideico-
misos financieros después de haberse iniciado la oferta pública de los certificados de
participación o de los títulos de deuda, con el fin de proteger a los terceros que pudie-
ran ser beneficiarios, en su carácter de titulares de los certificados de participación y
títulos de deuda.
Como todas estas causales, la revocación tiene por efecto la extinción del contrato y el
nacimiento de la obligación de entrega de los bienes, por lo que no cabría interpretar que
la revocación implica la restitución de los bienes al fiduciante, a menos que este haya sido
designado fideicomisario.
1. Introducción
El fideicomiso testamentario es aquel instrumento que permite designar un fiduciario
para que, al momento de la muerte del originante, administre una porción del haber
relicto, a favor de uno o varios terceros. Al regularlo, el Código remite a las normas esta-
blecidas para los fideicomisos de fuente contractual, con la aclaración que el plazo del
fideicomiso se computará a partir de la muerte del fiduciante.
2. Interpretación
2.1. Acto unilateral
La aceptación de los beneficiarios y del fiduciante no implica que se modifique la esencia
de acto unilateral del testamento como negocio constitutivo, pues este habrá sido crea-
do con la voluntad del testador, sin perjuicio de comenzar sus efectos al momento de su
fallecimiento.
2.4. Objeto
En virtud de la incorporación de la posibilidad que las universalidades sean objeto del
contrato de fideicomiso (art. 1670 CCyC), se ha abierto la puerta para que la totalidad de
la herencia o una parte alícuota de ella se transmita al patrimonio de afectación. Por su-
puesto, como dispone el artículo referido, podrán también ser objeto del contrato todos
los bienes que se encuentren en el comercio.
Resulta conveniente incorporar al contrato la finalidad que se pretende alcanzar con él,
para dar un marco de actuación al fiduciario en su ejercicio del patrimonio que le es en-
cargado y poder así evaluar su actividad, en términos de eficiencia y eficacia.
2.6. Revocación
En los casos de fideicomiso testamentario, la revocación, como supuesto de extinción,
prevista en el art. 1697, inc. b, CCyC podrá ser ejercida hasta el momento del fallecimien-
to del fiduciante, aún cuando no haya sido prevista en el testamento, circunstancia esta
última que resulta un requisito ineludible en el caso de los contratos. Ello en virtud de
lo previsto por el art. 2511 CCyC, que establece que la revocación del testamento podrá
ser efectuada por la sola voluntad del testador, y que aquel no otorga derechos a los
beneficiarios sino a partir de la muerte del causante. Esta facultad, agrega la norma, es
irrenunciable e irrestringible.
es requisito la incapacidad sino un grado menor, que implica padecer una alteración funcio-
nal permanente o prolongada, física o mental que, en relación a la edad y medio social, im-
plique desventajas considerables para su integración social, familiar, educacional o laboral.
1. Introducción
La sustitución fideicomisaria se encontraba prohibida en el Código Civil, de acuerdo a la
nota del art. 3724 CC. El Código Civil y Comercial mantiene esa prohibición en este artículo.
2. Interpretación
Definida como la institución por la cual se impone un segundo heredero al heredero insti-
tuido, quien tiene la carga de la conservación de los bienes, los que pasarán al sustituido
al momento de la muerte del primero, la sustitución fideicomisaria ha sido considerada
un obstáculo para el normal desenvolvimiento de los bienes.
Por otra parte, no podría admitirse que a través del fideicomiso, en los términos en que
se encuentra regulado en el ordenamiento, pueda configurarse una sustitución fideico-
misaria, ya que de acuerdo a lo previsto por el art. 1678 CCyC, la muerte del fiduciario no
extingue el fideicomiso, sino que será continuado por el fiduciario sustituto.
1. Introducción
El precepto destaca las características y causas de constitución del derecho de dominio
imperfecto, que define como fiduciario. Su ubicación en este Libro III resulta extraña por
cuanto la regulación del derecho de propiedad “dominio” ha sido desarrollada desde el
art. 1941 CCyC en adelante. Allí se aprecian los caracteres que en esta definición se su-
brayan. El reenvío de este Capítulo 31 es al art. 1964 CCyC que, bajo el título de dominio
imperfecto, admite, a la par del revocable, el fiduciario y el desmembrado. Demás está
decir que con la sanción de la ley 26.994 se derogaron los arts. 1° a 26 de la ley 24.441,
(*) Comentarios a los arts. 1701 a 1707 elaborados por Federico Causse.
2. Interpretación
El dominio, como los restantes derechos reales, se adquiere con título y modos sufi-
cientes. El art. 1892 CCyC describe los presupuestos del título y la tradición o inscrip-
ción registral como modos. Es claro que se trata de un derecho real sobre cosa propia
(art. 1888 CCyC), pudiendo como todos ellos recaer sobre cosas registrables o no re-
gistrables (art. 1890 CCyC).
Todo dominio se presume perfecto hasta que se pruebe lo contrario (art. 1941 CCyC).
Trátase de una presunción iuris tantum, y es claro que, constituido por contrato o por
testamento, el dominio fiduciario tiene la particularidad de durar hasta la extinción del
fideicomiso que lo causa, siendo ese el título suficiente que no probaría sino la afectación
del carácter perpetuo y su duración acotada. No debe desdeñarse la interpretación que
afirma que, incluso el del caso, constituye un dominio “perpetuo” si no está expuesto a
extinguirse por su no uso. Mas si se advierte la observación fundada en las vicisitudes del
ejercicio del derecho, en rigor, soslaya lo que es la esencia del derecho adquirido en estas
condiciones, que es la extinción.
Se denomina “imperfecto”, entonces, al dominio que está sometido a una condición o
plazo resolutorio pues, precisamente, tales modalidades afectan la continuidad del ejer-
cicio del derecho.
A la perpetuidad, definida en el art. 1942 CCyC, por el contrario, se la establece señalan-
do: “No tiene límite en el tiempo y subsiste con independencia de su ejercicio” y “No se
extingue aunque el dueño no ejerza sus facultades, o las ejerza otro, excepto que este ad-
quiera el dominio por prescripción adquisitiva”. Ello no hace más que reiterar conceptos
ya abordados por la legislación anterior.
El dominio —perfecto o imperfecto— supone la titularidad individual del derecho de pro-
piedad. Cuando pertenece en común a varias personas y corresponde a cada por una
parte indivisa, nos encontramos ante un “condominio” (art. 1983 CCyC).
Podría pensarse que el dominio fiduciario solo puede corresponderle a un sujeto. La
redacción de este artículo parece admitir esta única hipótesis. Sin embargo, resulta po-
sible que la transmisión con fuente en un fideicomiso haya sido a favor de más de uno,
solución que la regulación que comentamos no prohíbe. De ahí que también es posible
que exista condominio fiduciario. Ya lo anuncia el art. 1984 CCyC cuando señala que las
normas que regulan el dominio se aplican subsidiariamente a este título, que es el corres-
pondiente al condominio.
Precisados los contornos vinculados con la afectación del carácter perpetuo propio del
dominio perfecto, cuanto de la posibilidad que ello se verifique incluso en un condominio,
cabe avanzar sobre aspectos que se vinculan con la constitución a través del contrato de
fideicomiso. Es que la figura del dominio fiduciario que tratamos supone la facción del
contrato de fideicomiso que regula el Capítulo 30 (art. 1666 CCyC y ss.).
Allí se verifica que una parte, llamada fiduciante, transmite o se compromete a transmitir
a otra, denominada fiduciario, la propiedad de bienes. Como relación jurídica, queda cum-
plida con la formalización del contrato al que alude el artículo. Vale este de título suficien-
te, del cual se desprenderá, como una de las obligaciones, la entrega de la cosa, dando
origen al dominio fiduciario.
La definición del contrato la presta el art. 1666 CCyC: “Hay contrato de fideicomiso cuan-
do una parte, llamada fiduciante, transmite o se compromete a transmitir la propiedad de
Código Civil y Comercial de la Nación Comentado | 403
Libro Tercero. Derechos Personales - Título IV. Contratos en particular
1. Introducción
Una nota que particulariza esta clase de dominio imperfecto refiere a las cláusulas que
restringen las potestades del propietario. A ello se refiere esta norma que se glosa.
2. Interpretación
Una de las cuestiones que caracteriza a la nueva regulación del dominio fiduciario estriba
en la admisión por vía contractual de limitaciones a las facultades del propietario.
Ello no podría ser de otro modo pues, siguiendo el estatuto legal reconocido para los
derechos de propiedad en general, el contenido de cada derecho tiene su causa en la ley
únicamente. Modificarlo —lo anuncia el art. 1882 con reenvío al art. 1884 CCyC— importa-
ría una configuración nula.
Dicho entonces lo anterior, resulta claro que la limitación puede introducirse por vía con-
tractual, justo con anterioridad a que el dominio sea adquirido. Luego, no puede ser re-
cortado sino del mismo modo en que se admiten las limitaciones, que son a través de la
constitución de derechos reales, lo cual comporta un desmembramiento.
Las limitaciones al propietario, a su vez, solo pueden ser aquellas autorizadas en los ca-
pítulos 30 y 31. La más significativa tiene que ver con las limitaciones a las facultades de
disposición del fiduciario. No contabilizamos, entre las limitaciones, las relativas al plazo
de vigencia autorizado para este dominio imperfecto, puesto que esa es una caracte-
rística que hace a su esencia. En este sentido, es posible pactar el plazo pero no puede
superar el de 30 años (art. 1668 CCyC).
Y es en este punto en el que el art. 1688, párr. 2, CCyC autoriza prever como limitación
“incluso la de enajenar”, las que debieran en su caso estar inscriptas en los registros co-
rrespondientes a cosas registrables.
Es de suponer que la inscripción, en este caso, traduce una anotación a consignarse en
el registro de anotaciones personales, lo cual la convierte en una verdadera cláusula de
inenajenabilidad. Es claro que su oponibilidad dependerá de su publicidad.
Cuando el fideicomiso tiene por causa fuente a un testamento, entendemos que las mis-
mas limitaciones resultan factibles atento la remisión que fluye del art. 1699 CCyC.
Interpretación
Las facultades del fiduciario se vinculan en el aspecto normativo con la prescripción con-
tenida en el art. 1688, párr. 1, CCyC. Señala dicho precepto: “El fiduciario puede disponer o
gravar los bienes fideicomitidos cuando lo requieran los fines del fideicomiso, sin que sea
necesario el consentimiento del fiduciante, del beneficiario o del fideicomisario”.
Desde esta disposición puede extraerse una incontrastable realidad, que se conjuga con
lo que estamos anotando: las facultades del titular de dominio fiduciario son idénticas a
las que tiene el dueño perfecto desde que basta su voluntad para desarrollar los actos de
disposición o de administración que entienda menester.
Sin embargo, tal como arriba apuntamos y resulta del art. 1703 CCyC, las facultades pue-
den encontrarse limitadas contractualmente. Si así lo fuera, es claro que el fiduciario no
podrá realizar determinados actos, juzgándose inoponibles los que realizare en contra-
vención con lo pactado.
Ampliando más la cuestión vinculada con la oponibilidad, cabe hacer eje en lo normado
por el art. 1893 CCyC. Puntualmente, los aspectos referidos a la condición de terceros in-
teresados y de buena fe, cuanto la resultante del conocimiento extraregistral que de tales
cláusulas pudieren tener quienes contrataran con el fiduciario.
1. Introducción
Una vez cumplido el plazo o la condición, atento a la extinción del dominio para quien lo
tenía imperfecto, su anterior propietario lo readquiere sin materializar acto alguno para re-
cuperar la posesión entregada. En este punto, la ley fija un supuesto de modificación auto-
mática de la relación de poder ejercida por el propietario imperfecto, quien pasa, por impo-
sición legal, de poseedor a tenedor representante del titular de dominio, que lo readquiere.
2. Interpretación
Con un mecanismo análogo al que se impone para el dominio revocable, el precepto
admite con fuente exclusivamente en la ley, la mutación de la relación de poder ejercida.
Constituye un valioso avance en la materia pues la antigua legislación solo daba como
alternativas para el recupero material de la cosa su lisa y llana entrega. Ahora, al quedar
inmediatamente constituido en poseedor en nombre ajeno (tenedor), el texto acuerda
la mutación instantánea de la posesión, que no puede ser otra que la de ejercer sobre la
cosa una tenencia.
Cierra el precepto con el traslado de estas nociones a la órbita registral y, en particular, a
las cumplidas según la inscripción sea constitutiva o declarativa.
Interpretación
Hemos anticipado en los comentarios anteriores que la extinción podía ser no retroactiva.
Ello, que supone el principio en materia de dominio revocable, permite una consecuencia
lógica, cual es la oponibilidad. En cambio, si fuere pactado un efecto distinto, por imperio
de ello, el dueño perfecto readquiere el dominio sin cargas.
La regulación se integra con lo normado por los arts. 1703, y en particular, con los arts. 1704
y 1705 CCyC, a cuya glosa cabe remitirse.
1. Introducción
El CCyC establece expresamente, en el artículo objeto de este comentario, cuáles son
las funciones de la responsabilidad civil. En los últimos tiempos la doctrina y la juris-
prudencia nacionales se encuentran contestes en cuanto a que el objeto perseguido
por el derecho de daños no se limita al resarcimiento del perjuicio ocasionado, sino que
comprende otros fines, y en particular, la prevención del daño antes de que se produzca
(faz preventiva). En cambio, es más debatido si ese sector del derecho tiene también
una faz punitiva.
El art. 1708 CCyC culmina todo debate al respecto, pues por un lado amplía el ámbito del
derecho de daños también a la prevención de perjuicios futuros o en curso de produc-
ción, y por el otro descarta la supuesta función punitiva.
2. Interpretación
2.1. Las funciones del derecho de daños en el CC
El CC, inspirado en las ideas del liberalismo clásico imperantes en la época de su elabo-
ración, establece un sistema de responsabilidad civil de corte netamente resarcitorio, es
(*) Comentarios a los arts. 1708 a 1756 elaborados por Sebastián Picasso y Luis R. J. Sáenz.
decir, que persigue, cuando el daño ya se ha producido, que quien produjo el perjuicio
restablezca —mediante el pago de una indemnización— la situación anterior al momento
de producirse el hecho ilícito. Este sistema se mantuvo, incluso luego de la reforma ins-
taurada por el ley 17.711, aunque se evolucionó hacia la reparación tanto en especie como
por equivalente (art. 1083 CC).
Haciéndose eco de esas posturas, el art. 1708 CCyC añade a la función preventiva a la
tradicional finalidad resarcitoria del derecho de daños.
Por el contrario, la función preventiva busca actuar con anterioridad a que el perjuicio se
produzca, o que, si ya se ha producido, no se agrave. De esta forma, queda consagrada
en el ordenamiento jurídico la función preventiva genérica (más allá de lo que establecen
al respecto, algunos microsistemas jurídicos respecto de determinados supuestos espe-
cíficos, como sucede con la Ley General del Ambiente, 25.675), en paridad con la función
resarcitoria ya mencionada.
Así, mientras que el derecho privado tradicional presuponía que la tutela preventiva era
tarea del Estado y del derecho administrativo —y quedaba para el ámbito civil actuar
después de que ocurría la lesión—, en la actualidad surge un sinnúmero de herramientas
tendientes a obtener la prevención del daño antes de que este se produzca. En ese senti-
do, el CCyC no se limita a consagrar la nueva función preventiva, sino que, además, sienta
las bases y principios del deber genérico de prevenir el daño, y de la acción tendiente a
evitarlo (art. 1710 CCyC y ss., a cuyos comentarios remitimos).
(122) Es preciso aclarar que las tres mencionadas en el cuerpo del texto no agotan el abanico de
funciones que se le han asignado a esta rama del derecho, al menos desde la doctrina. Sin embargo,
las restantes no han tenido la trascendencia de las allí indicadas.