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ITAM

Derecho Adminisrativo II
Profesora Alma de la Cruz
Guadalupe Nava Abascal
Trabajo Final de Política Pública

Política Pública en materia criminal y violencia de género. El papel de los Ministerios


Públicos (a la luz del caso de Mariana Lima).

Descripción del problema público:

En México, la violencia contra las mujeres ha sido un problema constante, sin embargo,
durante los últimos 30 años esta realidad se ha recrudecido. Conviene partir del año de
1993, con el fenómeno de las “muertas de Juárez” en la ciudad fronteriza del mismo
nombre situada en Chihuahua en donde se dieron una serie de desapariciones, muertes y
actos violentos contra mujeres, lo cual, permitió entrever que en nuestro país la realidad era
y sigue siendo: vivir bajo un entorno social, político, económico y cultural sumamente
misógino, arbitrario e impune, que en palabras de Rita Segato, se traduce en una guerra por
cuestiones de género, de ahí, que proponga el concepto de femigenocidio para
responsabilizar al Estado por no garantizar una vida libre de violencia en pro de las
mujeres.

“[...] se me ocurre más eficaz la selección de algunos rasgos para tipificar el crimen de
feminicidio, que puedan caracterizarlo como un femi-geno-cidio a los ojos del sentido
común patriarcal de jueces, fiscales y público como un crimen genérico, sistemático,
impersonal y removido de la intimidad de los agresores” (2016).

La cita anterior, da pie a sostener que en nuestro país como en otras regiones de
Latinoamérica, en la mayoría de los casos, la justicia tiene un corte selectivo, en donde el
género ––visto como un factor de poder–– juega un rol determinante a la hora de hacer
efectivos los mecanismos legales y pone en entredicho el papel de las autoridades, así como
la manera en la que se busca desincentivar y minimizar las conductas iracundas en perjuicio
de la mujer.
La violencia de género es una problemática grave que afecta a un gran número de mujeres y
tiene repercusiones significativas en su bienestar físico, psicológico y social. A nivel social,
la violencia de género perpetúa la desigualdad de género, genera un clima de miedo e
inseguridad para las mujeres y afecta negativamente el desarrollo y la cohesión social.

La violencia de género, se manifiesta en diversas vertientes, como violencia doméstica,


violencia sexual, acoso callejero, trata de personas y finalmente, ––sin el afán de hacer un
jucio de valor sobre las conductas antes mencionadas y hacerlas ver menos importantes––,
el feminicidio como la última expresión radical en contra de las mujeres.

En ese sentido, el pretendido de este trabajo es proponer una política pública encaminada a
la erradicación y prevención de la violancia de género, a tráves del análisis del papel que
desarrollan los Ministerios Públicos y fortalecer sus tareas y deberes a la hora de investigar
los casos de violencia en contra de las mujeres, tomando como referencia el caso de
Mariana Lima Buendía y el pronunciamento de la SCJN en el Amparo en Revisión
554/2013 donde se reconoce que la violencia en contra de las mujeres, sobre todo en los
casos donde las mujeres pierden la vida, deben investigarse bajo perspectiva de género.
Además, se hace hincapié en la responsabilidad que se le debe adjudicar a las autoridades
por falta de pericia y eficacia en el desarrollo de sus investigaciones, ya que dichas
prácticas antiéricas frenan el acceso a la justicia y el escalrecimiento de la verdad.

Lo anterior, es el punto clave de este proyecto de política pública, a decir, la


implementación de una política criminal integral para combatir la violencia de género y
fortalecimiento del papel del Ministerio Público.

Recordemos que bajo el caso de Mariana Lima, víctima de feminicidio a manos de su


pareja quien desempeñaba el cargo de Agente Investigador de la Procuradoría del Edomex,
se dio paso a estudiar el papel de las autoridades y los entes públicos en la materia, pues de
conformidad con lo alegado tanto por las víctimas indirectas y la propia SCJN existieron
diversas irregularidades y omisiones tales como: la falta de debida diligencia en la
preservación de la escena, deficiencias en el manejo de la evidencia y la omisión de
investigar el caso desde la perspectiva de género. De igual forma, se cuestiona el actuar de
las autoridades desde el ámbito de la complicidad; por último, aduce que se debe seguir
investigando el caso “cumpliendo con el marco constitucional y legal” (Amparo en
Revisión 554/2013, hoja 107).

Con lo dicho hasta ahora, considero de la misma manera en la que lo hizo nuestro máximo
Tribunal que, para todo caso relacionado con violencia en contra de una mujer, se debe
aplicar un régimen específico que pondere el derecho a vivir una vida libre de violencia y
discriminación. No obstante, si partimos del supuesto de que el género ha guardado una
estrecha vinculación con el sistema patriarcal, entonces, se puede afirmar que existe una
constante tensión para proporcionar y garantizar un trato igualitario entre mujeres y
hombres, cuestión que reafirma una guerra de los sexos, y una condición social que se
traduce en un conjunto de estereotipos en donde la mujer es cosificada bajo los caracteres
de sumisión, obediencia, fragilidad y vulnerabilidad, elementos que, llevándolos a las
últimas consecuencias, desencadenan por un lado, actos de violencia y por otro,
mecanismos de poder que se institucionalizan y refrendan el pacto patriarcal, como bien
sustenta Bourdieu:

“El Estado ejerce de manera simultánea la violencia simbólica y la violencia objetiva, por
lo que crea discursos de poder que permiten administrar la Ley y la justicia” (2000).

Por esta razón, nos damos cuenta del carácter multifácetico que acuña la violencia, pues no
solo se configura en el ámbito privado, sino también, en el ámbito público, debido a que el
Estado contribuye a reproducir el discurso hegemónico. Aunado a ello, el clima de
impunidad en nuestras instituciones hace factible dos cosas. La primera, que los ciudadanos
desconfíen de las autoridades; segundo, que esa misma desconfianza les genere un
autopermiso para que sean ellos mismos lo que proliferen conductas que menoscaben la
integridad de las mujeres, pues vivimos inmersos bajo una cultura de la violencia, en este
supuesto, resulta obvio aducir que la violencia sufrida por las muejres es producto de
prejuicios negativos que se han trasmitido generacionalmente (esterotipos descriptivos), o
bien, desde el ámbito normativo y de políticas públicas (esterotipos normativos).
En esa tesitura propongo la creación de un Programa Nacional para la Prevención y
Atención de la Violencia de Género (PROPANAVIG) que en coordinación con los
programas implementandos por las entidades federativas se haga frente a esta problemática
actual.

La entidad de la Administración Pública responsable de esta política será en primera


instancia, la Secretaría de Gobernación, a través de la Comsión Nacional para Prevenir y
Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) y los propios Ministerios Públicos
quienes serán los encargados de coordinar y ejecutar el programa. Respecto a las Entidades
o actores involucrados, además de la CONAVIM y los Ministerios Públicos, el programa
requeriría la participación y colaboración de diversas instituciones y actores, como el Poder
Judicial, la Fiscalía General de la República en su faceta de Ministerio Público Fedral, las
Secretarías de Salud, Educación y Trabajo, las organizaciones de la sociedad civil, las
organizaciones feministas y la academia.

La relación que guardaría esta política con los objetivos del PND y programas específicos
sería el de garantizar el acceso a una vida libre de violencia y promover la igualdad de
género. También guarda relación con el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres
y Hombres, que busca prevenir, atender y sancionar la violencia contra las mujeres.

En lo tocante a la partida presupuestal, se asignaría una cantidad específica dentro del


presupuesto asignado a la Secretaría de Gobernación para la implementación y ejecución
del programa.

La propuesta de solución para abordar la problemática de la violencia de género desde una


perspectiva de política criminal incluye las siguientes líneas estratégicas y acciones:

1. Fortalecimiento institucional y capacitación: Se requerirá fortalecer las capacidades


del Ministerio Público en la atención a la violencia de género. Esto implica
proporcionar capacitación especializada en género, derechos humanos y atención a
víctimas de violencia, así como asegurar recursos suficientes para la contratación de
personal especializado.
Acciones

 Establecer programas de capacitación y actualización para el personal del


Ministerio Público y otras instancias relacionadas.
 Designar un número mayor de fiscales especializados en violencia de género
y crear más unidades especializadas dentro del Ministerio Público.
 Garantizar la asignación de presupuesto adecuado para la contratación de
personal y la implementación de programas de capacitación.

2. Atención y protección a las víctimas: Es fundamental garantizar una atención


integral a las víctimas de violencia de género, brindándoles apoyo psicológico,
asesoría legal, acceso a la justicia y medidas de protección efectivas.

Acciones:

 Establecer protocolos de atención a víctimas de violencia de género que sean


sensibles al género y respetuosos de los derechos humanos.
 Implementar servicios de atención especializados y multidisciplinarios que
aborden las necesidades de las víctimas.
 Fortalecer las medidas de protección para garantizar la seguridad de las
víctimas y prevenir la revictimización.

3. Investigación y persecución de los delitos: Es fundamental fortalecer los


mecanismos de investigación y persecución de los delitos de violencia de género,
asegurando que los responsables sean llevados ante la justicia y sancionados de
manera efectiva.

Acciones:

 Establecer equipos de investigación especializados en delitos de violencia de


género.
 Mejorar la recolección y preservación de evidencias en los casos de
violencia de género.
 Coordinar esfuerzos entre el Ministerio Público, la policía y el Poder
Judicial para agilizar los procesos legales y garantizar la justicia para las
víctimas.

4. Coordinación interinstitucional y cooperación: Es necesario establecer mecanismos


de coordinación efectivos entre las instituciones involucradas en la atención a la
violencia de género, así como promover la cooperación con organizaciones de la
sociedad civil y otros actores relevantes.

Acciones:

 Establecer mesas de trabajo y protocolos de coordinación entre el Ministerio


Público, la policía, el Poder Judicial, servicios de salud y organizaciones de
la sociedad civil.
 Fomentar la colaboración con organismos internacionales y otros países para
intercambiar buenas prácticas y fortalecer las capacidades institucionales.

5. Prevención de la violencia de género desde ámbito social: Es fundamental


implementar estrategias de prevención que aborden las causas estructurales de la
violencia de género y promuevan relaciones igualitarias entre hombres y mujeres
desde una edad temprana.

Acciones:

 Desarrollar programas educativos en escuelas para fomentar la igualdad de


género, el respeto mutuo y la prevención de la violencia.
 Realizar campañas de sensibilización y concienciación en medios de
comunicación y redes sociales.
 Promover espacios seguros y libres de violencia para mujeres y niñas, como
parques, transporte público y centros comunitarios.

Para el monitoreo y evaluación del programa, se proponen los siguientes indicadores:

1. Número de casos de violencia de género atendidos y resueltos.


2. Número de denuncias presentadas por violencia de género.
3. Porcentaje de casos con medidas de protección efectivas.
4. Número de capacitaciones realizadas para el personal del Ministerio Público y otras
instancias involucradas.
5. Nivel de satisfacción de las víctimas primarias o en su defecto, secundarias con los
servicios de atención recibidos.

Además, se debe garantizar que todas las acciones y medidas implementadas en el


programa estén en línea con el enfoque de derechos humanos y la perspectiva de género,
respetando los derechos de las víctimas y promoviendo la igualdad de género en todas las
etapas del proceso y los lineamientos establecidos en nuestra Carta Magna relativos al
debido proceso.

Justificación con datos y evidencia: Para respaldar la problemática de la violencia de


género en México, utilizaré datos y estadísticas del INEGI.

De los datos arrojados por el sistema de consultas de este órganismo público autónomo,
durante 2021, de un promedio de 50.5 millones de mujeres mayores de 15 años, más del
70.1% habrían experimentado al menos un tipo de violencia. Desde 2016 hasta 2021 se
comfiguró un aumento de por lo menos 4 puntos porcentuales en la violencia contra las
mujeres. Las entidades federativas que presentaron altos índices de violencia en su
territorio fueron el Edomex con un 78.7%, Ciudad de México con 76.2% y Queretaro con
un 75.2%. Mientras que las entidades que reflejaron índices menores de violencia fueron
Tamaulipas con un 34.2% y Chiapas con un 36.9%. Finalmente, en lo tocante al tipo de
violencia sufrida y el área sociodemográfica donde se configuran, los porcentajes más altos
se encuentran en en el rubro de violencia sexual con un 54.8% y violencia física con un
35.6%, el área urbana resulto ser la zona demográfica donde se ejecutan estas conductas
violentas en mayor cantidad.1 Estos datos nos brindan un panaroma actualizado sobre la
prevalencia de la violencia de género, los tipos de violencia más comunes y los efectos
negativos que tiene en la sociedad.

1
INEGI. Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH). Ediciones 2016 y 2021.
Como vimos a lo largo de este proyecto de política pública en conjunción con el caso de
“Marina Lima” es que resulta imprescindible el monitoreo y reforzamiento de los objetivos
y actuación que deben llevar a cabo las autoridades al momento de investigar sobre un caso
de violencia, aplicando en todo momento la perspectiva de género, pues es más que
evidente las falencias y obstrucciones en el proceso de investigación. Por otro lado, se abre
la puerta a que el Estado reconozca que se deben desarrollar y seguir al pie de la letra
mecaisos específicos de protección en beneficio de la mujer, aplicando en todo momento
estándares nacionales e internacionales a la luz de controles efectivos tanto de regularidad
constitucional como de convencionalidad.

No obstante, como se mencionó en las primeras líneas de este trabajo, el acceso a la justicia
en nuestro país aún tiene matices selectivos, los cuales refrendan la discriminación y los
sesgos sociales a los que se enfrenta la mujer, empero esta proyecto de política pública
tiene como objetivo erradicar y prevenir la violencia de género no solo desde las
dependencias públicas, sino también desde el ámbito privado y así desmitificar el papel de
la subordinación y sumisión con los que han sido calificadas las mujeres.

Bibliografía:

1. Bordieu,Pierre,2000.La dominación masculina.Anagrama, Madrid.


2. INEGI. Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares
(ENDIREH). Ediciones 2016 y 2021.
3. SCJN, Amparo en Revisión 554/2013.
4. Segato, Rita, 2016. La guerra contra las mujeres. Traficante de sueños, Madrid.

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