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¿CÓMO PUEDO JUSTIFICAR QUE ME PAGUEN PARA MATAR GENTE?

¿Qué opina? ¿Cuál es el propósito principal de las fuerzas militares? ¿Matar es esencial para esto?
¿Por qué al personal militar suele permitírsele hacer cosas que el resto de la gente no puede?

La base de la existencia del Centro de Ética Militar es la determinación de proporcionar acceso


abierto, libre y de calidad, a recursos de investigación en línea a los que pueda acceder cualquier
persona, desde cualquier lugar del mundo para fomentar la conciencia sobre la ética y promover
decisiones efectivas en los entornos militares desde el punto de vista de la ética.
Que significa Ética Militar?
Conceptos Clave en Ética Militar
1936 hombre negó el saludo nazi

1. INTRODUCCIÓN AL CURSO Y ÉTICA Y LA PROFESIÓN


MILITAR
2.
¿QUÉ QUEREMOS DECIR CON
‘ÉTICA MILITAR’?
Martin L. Cook & Henrik Syse (2010) What Should We Mean by
‘Military Ethics’?, Journal of Military Ethics, 9:2, 119-122
Entre nosotros, los editores de la Revista de Ética Militar, hemos
pasado varios años observando conferencias dedicadas a la ‘ética
militar’, observando eventos de entrenamiento militar que afirman su
dedicación a ese tema, leyendo artículos presentados a una revista con
ese titulo, y escuchando a ponencias presentadas en conferencias
académicas supuestamente relacionadas con las cuestiones de ética
militar.

Cualquiera que haya tenido experiencias similares, se quedará


sorprendido por la gran diversidad de actividades teóricamente
reunidas bajo esa rúbrica. Hemos observado cómo los cadetes son
exhortados a ser moralmente buenos por entrenadores de fútbol y
reinas de belleza. Hemos escuchado argumentos filosóficos
exquisitamente elaborados que clarifican los conceptos centrales tales
como ‘no combatiente’ y ‘doble efecto’. Hemos oído cómo abogados
militares repasan las leyes del conflicto armado (LOAC) frente a
formaciones obligatorias del personal militar a la hora de cumplir con
el requisito de su ‘formación anual’ de la Convención de Ginebra.
Hemos escuchado a funcionarios pensativos y soldados anticipando las
complejidades de sus futuras acciones en el combate y reviviendo y
sufriendo sus acciones pasadas que continúan perturbando la
conciencia. Hemos observado presentaciones religiosas de la
fundamentación del oficio militar en las básicas creencias religiosas
presentadas por capellanes y personal militar motivado
religiosamente.

Por supuesto, nadie tiene la autoridad exclusiva para dictar cuáles de


esas actividades podrían considerarse como ‘ética militar’. Y, por
supuesto, diferentes personas, grupos y disciplinas académicas
abordaran los problemas y las cuestiones a su manera. Sin embargo,
creemos que podría ser útil definir explícitamente nuestro
entendimiento básico de lo que es y debería ser la ética militar, como
inicio a nuevos debates, y también como una declaración editorial para
esta revista, una declaración sobre la cual invitamos al debate a
nuestros lectores.

En primer lugar, sobre todo, ética militar es una especie del género de
‘ética profesional’. Es decir, existe para servir a los profesionales que no
sean especialistas en ética, pero que deben realizar funciones que se
encomienden a la profesión de la manera más honrosa y adecuada
posible. Es análoga a la ética médica o a la ética jurídica en el sentido de
que su función principal sea la de ayudar a los miembros de esas
profesiones a considerar los desafíos morales y dilemas inherentes a su
actividad profesional y, ayudando a los miembros de la profesión a
comprender mejor las exigencias éticas que se les imponen, para
capacitarlos y motivarlos a actuar adecuadamente en el cumplimiento
de su deber profesional.

Las consecuencias prácticas de este entendimiento del ámbito de


estudio son que proporcionan un marco conceptual a través del cual se
pueda evaluar el valor de distintas actividades de ética militar descritas
anteriormente. Cuando se aplica ese marco de esa forma, algunas de
ellas resultan esenciales para la actividad mientras que otras son más
marginales, complementarios o quizá esencialmente irrelevantes.

A menudo nos encontramos en circunstancias en las cuales se escuchan


charlas filosóficas. A menudo éstas vienen desarrolladas lógicamente
de forma maravillosa, son conceptualmente claras, rigurosamente
argumentadas y, en definitiva, profesionalmente irrelevantes. En otras
palabras, los artículos en los cuales filósofos argumentan acerca de los
puntos de vista de otros filósofos, por muy interesante que sean para
los cánones de la disciplina, realmente no pertenecen a la ética militar,
en nuestra opinión. Aquí la prueba es muy sencilla: ¿Es eso lo que se
discuta en este artículo este tipo de cosas que podría ayudar a
proporcionar verdadera orientación para formuladores de políticas,
comandantes militares y líderes, o para la toma de decisiones
operativas? Podría existir un lugar dentro de la disciplina de filosofía
para dichos argumentos conceptuales e intra-filosóficos, pero salvo que
se puedan ejercer sobre la actividad profesional del personal militar de
manera significativa, son meros ejercicios académicos de interés
principal para otros académicos en el mismo ámbito de estudio. Huelga
decir que las comunidades académicas existen para hacer
precisamente eso: para formular las preguntas de interés para un
diálogo interno de la disciplina. Y, por supuesto, no queremos ser
malinterpretados: no sugerimos que dichas cosas sean malas (o
buenas, en este sentido). Son cuestiones que se deciden por las propias
disciplinas. Pero todas tienen en común que no proporcionan ayuda
útil a la profesión, a menos y hasta que se pueda demostrar que son
realmente relevantes. Así como la ‘ética médica’ o la ‘ética jurídica’ las
que en caso de que no produjeran ni guías prácticas y tangibles para
prácticas profesionales ni políticas en estos ámbitos, serían
irrelevantes, del mismo modo es irrelevante ese tipo de trabajo
filosófico relacionado con conceptos derivados de prácticas militares.

Con frecuencia, a nuestra revista se envían los artículos que contienen


argumentos conceptuales y lógicos del ámbito de la filosofía. En
algunos casos, los publicamos, por supuesto, siempre que cumplan las
exigencias académicas requeridas. Sin embargo, y de conformidad con
nuestro argumento mencionado anteriormente, se requiere de dichos
artículos y sus autores que presenten sus argumentos que son
pertinentes a los retos reales de la práctica militar. Sin duda, esa
práctica se construye sobre los requisitos filosóficos y culturales los
que no son siempre claros para la propia profesión, y, por ese motivo,
podrían necesitar una explicación en un lenguaje o entorno que no
sean del todo propios de la profesión. Pero si se aleja demasiado del
ámbito actual de la ética militar profesional, pertenece a otro lugar.

En segundo lugar, mantenemos que la evaluación crítica de las leyes


del conflicto armado es un componente básico de la ética militar que se
entiende como ética profesional (o del oficio). La mayoría de las
profesiones reales cuentan con un cuerpo de leyes únicos para ella,
proporcionando tanto permisos como restricciones a la profesión que
se distingan de los de ciudadanos comunes. Como mínimo, los
profesionales necesitan buenos conocimientos prácticos de ese cuerpo
de leyes. Además, dado que la tecnología y la práctica del uso del poder
militar se cambian continuamente y se desenvuelven, forzosamente la
ley va a la zaga y requiere reinterpretación para que se quede relevante
y útil para orientar esa actividad cambiante. Por lo tanto, las
exploraciones de límites de la orientación jurídica vigente, y las
propuestas para modificación de la ley para mantenerla relevante para
los caracteres cambiantes de la práctica militar, pueden contribuir de
manera eficaz al cuerpo de ética militar profesional.
En tercer lugar, las contribuciones históricas que presentan las
contribuciones al pensamiento crítico sobre la guerra y la profesión
militar, son una pieza esencial del entendimiento cabal de la ética
militar profesional. Sin embargo, al igual que ocurre con la
contribución de filósofos, las contribuciones históricas se rijan por una
serie de consideraciones análogas. El análisis histórico como ejercicio
exclusivamente histórico no es una contribución a la ética militar
profesional, por muy interesante que sea ese trabajo para los cánones
de la disciplina de historia. Sin embargo, en la medida en que las raíces
históricas de la profesión y su ética profesional ayuden a iluminar y
guiar el desarrollo continuo de la profesión, es un componente de gran
valor de la ética militar profesional. Además, algunos pensadores en la
historia de la ética han dejado una huella en la ética militar
contemporánea, y muchas veces profesores y profesionales hablan de
ellos, por lo que las nuevas lecturas de sus textos centrales pueden
considerarse que tengan relevancia como tal.

En cuarto lugar, tenemos la contribución de la religión a la ética


profesional. Éste es un ámbito complejo. Ciertamente, para mucha
gente la conexión entre sus convicciones religiosas y su actividad
profesional puede ser profunda e integral. Sin embargo, creencias
confesionalmente específicas no pueden servir de base de una ética
profesional general en una sociedad pluralista. Los debates voluntarios
de dichos asuntos entre personas afines en sentido religioso son de
valor y tienen su lugar. Pero incluso en ese contexto, es importante
evitar cualquier insinuación de que otros miembros de la profesión los
que basan su comprensión personal de su ética de manera diferente,
son en cierto modo deficientes. Se debe añadir que las clarificaciones
de lo que ciertas afirmaciones, tradiciones o textos dentro de una
influyente tradición religiosa tienen que decir sobre la ética militar,
puede, con certeza, ser relevante por las mismas razones que las
indicadas en la rúbrica de ‘contribuciones históricas’.

Por último, hay un papel para los exhortatorios en la ética militar


profesional. Pero quizá, sobre todo, en una profesión en la que se exige
valentía y espíritu (lo que los griegos llaman thumos), llamamientos no
racionales que motivan, desempeñan un papel en el fomento de esas
actitudes y conductas. Relatos y ejemplos de personas y acciones
ejemplares pueden proporcionarnos modelos a emular y motivación a
nivel más profundo que el análisis racional. Pero ellos también deben
utilizarse con precaución, ya que pueden fallar fácilmente y llevar al
cinismo. Y, por supuesto, la selección de ejemplos y héroes adecuados
presupone una comprensión excelente y precedente de la conducta
militar y de la virtud.

En resumen, la ética militar es fundamentalmente práctica y


profesional. Se destina a servir al oficio de armas. Está ahí para asistir a
los profesionales atentos a considerar detenidamente los problemas y
las cuestiones reales. Como en otro cualquier ámbito de ética aplicada
profesional, únicamente los que se han tomado un tiempo para
entender el campo de actividad profesional que pertenece a la
profesión, son verdaderamente capaces de ser de mucha ayuda. Eso
requiere que se aprenda el lenguaje de la profesión. Se necesita una
comprensión profunda de las limitaciones bajo las cuales la profesión
ejerce sus responsabilidades. E incluso requiere una comprensión de la
estructura interna y la dinámica de la profesión dentro de la profesión
militar, por ejemplo, la función de rango, promoción, división de
especialidades militares, etc. El objetivo primordial de la Revista de
Ética Militar es proporcionar un foro internacional en el que dicha
escolaridad puede encontrar una salida distinguida.

Si bien se destina a orientar a autores y lectores, e incluso a ofrecer


críticas sobre ciertas formas de discurso que a veces llevan el nombre
de ética militar, esta declaración no pretende ser demasiado restrictiva.
Admitimos que el ámbito de la ética militar, al igual que los demás
ámbitos de estudio y campos de especialización complejos, constituye
un gran rompecabezas en el que muchas piezas diferentes y formadas
desigualmente constituyen un todo. A veces, en nuestro camino puede
aparecer una pieza extraña la que no encaja fácilmente en el marco
sucintamente descrito más arriba. Sin embargo, podemos descubrir
que de alguna manera nos ayuda a ver la imagen más grande, y por lo
tanto, no obstante, lo publicamos. En efecto, una buena revista
académica siempre debería funcionar de esa manera: nuestros
artículos deberían abordar el tema principal de la revista y en realidad
contribuir al pensamiento y la práctica de su audiencia principal. Pero
también debería ser capaz de sorprender e incluso, en el sentido
socrático, irritar a sus lectores de vez en cuando. Esperamos que
nuestra revista continúe haciéndolo, en la mejor tradición de la
verdadera ética militar.

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