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ULTIMAS MODIFICACIONES A LA LEY 19550

Reseña sobre algunas modificaciones a la Ley General de Sociedades

Luego de los graves y fundados cuestionamientos de orden constitucional que sufriera el mega decreto presidencial
27/2018 conocido como de “Desburocratización y simplificación del Estado”, norma que invocando una necesidad y
urgencia que no se fundamentó en sus considerandos pretendió modificar veintinueve leyes, seis decretos y dos
decretos leyes —entre otras medidas—, el Poder Ejecutivo decidió enviar tres proyectos de ley cuyo contenido
contemplaba en gran medida los temas tratados por el mencionado decreto, pues a pesar de haber obtenido el
oficialismo un dictamen favorable por parte de la Comisión Bicameral (ley 26.122), no podía ignorar que si le mismo
se llevaba a votación en el recito de la Cámara, las cosas no le iban a salir bien a la hora de expedirse sobre su
validez.

Fue así como surgieron y se sancionaron las leyes 27.444, 27.445 y 27.446.

Entre estas normas me referiré a la ley 27.444, dado que contiene algunas modificaciones al texto de la Ley General
de Sociedades nº 19.550 (antes de la ley 26.994 que principalmente sancionó el actual Código Civil y Comercial,
conocida como “Ley de Sociedades Comerciales”).

La primera de ellas establece que “[l]a organización y funcionamiento del Registro Nacional de Sociedades por
Acciones estará a cargo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos o del organismo que éste indique al efecto,
para lo cual se utilizarán los sistemas informáticos desarrollados y provistos por el Ministerio de Modernización o, en
su caso, por quien el Poder Ejecutivo nacional determine”.

Este registro, actualmente se encuentra regulado por la Ley 26.047 de “Registros Nacionales”, cuyo artículo 1º
también fue modificado por la ley 27.444 que parcialmente aquí se comenta, para ajustar su texto al cambio que se
introdujo al artículo 8º de la ley 19.550.

3. Por otra parte, se sustituyó el texto de los artículos 34 y 35 de la Ley General de Sociedades, prohibiendo la
actuación del llamado socio aparente (presta nombre) y del denominado socio oculto, como así también, la
eliminación de la figura del socio del socio.

Se debe recordar que el socio aparente, es aquél que frente a terceros se muestra como tal, aunque en realidad no
lo es, ni es considerado así en la relación interna de la sociedad, ni entre los socios.

Por su parte el socio el oculto se presenta a la inversa, es decir, cuando un una persona niega frente a los terceros
su calidad de socio, pero en rigor de verdad lo es.

Como se puede apreciar, se presentan ambos como una cara de la misma moneda, pues mientras uno finge ser socio
—presta nombre—, el otro que sí ostenta esa calidad se mantiene “oculto” frente a los terceros. La prohibición de
recurrir a testaferros, contenida en la reforma de la Ley, implica que serán nulos los actos societarios realizados por
el socio aparente, por ejemplo, si votó en una asamblea.

En los considerandos, el decreto 27/2018 que da origen a la ley, indica que -para este tema- siguió las
recomendaciones de distintos organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE). Además, manifiesta la voluntad de “terminar con figuras legales que justifican conductas
claramente contrarias a las políticas de Estado trazadas, que no hacen más que perjudicar los esfuerzos encaminados
a potenciar el intercambio comercial con los demás países que integran aquella organización”.

Antes de la reforma, el que prestaba el nombre como socio estaba previsto que no sería reputado como tal respecto
de los verdaderos socios, tuviera o no parte en las ganancias de la sociedad y salvo su acción contra los socios (el
socio oculto) para ser indemnizado de lo que pagare; pero con relación a terceros era considerado con las
obligaciones y responsabilidades de un socio.
Respecto al régimen anterior, la responsabilidad de estos fue agravada porque ahora ambos ahora van a responder
personalmente —con su propio patrimonio— en forma subsidiaria (primero lo hace patrimonialmente la sociedad y
luego recién el socio), solidaria e ilimitada por las deudas de la sociedad, de la misma forma que el socio de la
sociedad colectiva (artículo 125, ley 19.550).

En el caso del socio oculto, la necesidad de evitar tal actuación y de conocer al verdadero titular del interés (que
aporta fondos, toma decisiones y percibe dividendos) se vincula a la prevención del lavado de dinero, de allí que se
mantenga la responsabilidad amplia a su respecto.

Pero con la modificación introducida por la ley 27.444, los dos, tanto el socio aparente y el socio oculto son
responsables en forma subsidiaria, solidaria e ilimitada. Ahora el “cómplice” o “partícipe” de la maniobra de
ocultamiento también tiene la misma sanción. Antes de la modificación, sólo el socio oculto era responsable
solidaria e ilimitadamente por las obligaciones asumidas por la sociedad mientras que el socio aparente respondía
ante los terceros como un socio más de acuerdo al tipo social —S.R.L., S.A., etc.—.

Sobre el socio del socio, esta figura que antes regulaba el artículo 35 de la ley 19.550, directamente fue eliminada,
sin que existiera una razón que lo justifique en realidad, pues se trataba de un acto totalmente lícito que se daba
cuando un socio le reconocía una participación a un tercero sobre sus propias cuotas sociales (SRL) o acciones
(SA), por ejemplo.

La versión original del mentado artículo 35, permitía al socio dar participación a terceros en lo que le correspondía
en ese carácter y aclaraba que los “partícipes” carecían de la calidad de socios y de todo derecho para actuar como
tales ante la sociedad.

Sin embargo, esta posibilidad no se encuentra ahora contenida en el texto de la Ley General de Sociedades,
aunque no se encuentra taxativamente prohibida en el marco de la LGS como sí sucede en los otros dos casos
(socio aparente y oculto). No obstante ello, la figura queda abarcada por las normas de los negocios en
participación del Código Civil y Comercial de la Nación.

4. Otra novedad que introduce esta ley 27.444, es la posibilidad de llevar los libros societarios y contables mediante
registros digitales, novedad esta que ya se había impuesto, aunque obligatoriamente, para las sociedades por
acciones simplificadas (SAS) reguladas por la ley 27.349 de “Apoyo al capital emprendedor”.

Esto representa un real cambio en esa materia que está dando sus frutos a partir de mecanismos idóneos y seguros
que, por ejemplo, ya ha implementado la Inspección General de Justicia (IGJ) para las sociedades bajo su
jurisdicción.

LEY DE SOLIDARIDAD SOCIAL Y REACTIVACIÓN PRODUCTIVA EN EL MARCO DE LA EMERGENCIA PÚBLICA -


SUSPENSIÓN

Por su parte, y más aquí en el tiempo, la Ley 27.541 (Ley de Solidaridad Social y reactivación productiva en el marco
de la emergencia pública), que en su Artículo 1º declaró la emergencia pública en materia económica, financiera,
fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, energética, sanitaria y social, hasta el 31 de diciembre de 2020; refiere en
su TÍTULO VII denominado “Sociedades. Capital social” lo siguiente:

Art. 55. – Suspéndese, hasta la finalización del plazo establecido en el artículo 1° de la presente Ley, la aplicación del
inciso 5 del artículo 94 y del artículo 206 de la Ley General de Sociedades, 19.550, t. o. 1984.

En consecuencia, en orden a las Sociedades de capital, se establece la suspensión hasta la fecha indicada, de la
disolución de la sociedad por pérdida del capital social y la reducción obligatoria cuando las pérdidas insumen las
reservas y el 50 % del capital.

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