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Mihalovici y el canto del 

océano

Marcel Mihalovici, un volcán submarino y el fondo oceánico.


Viejo océano, oh grande y sin ataduras, cuando viajas por la solitaria soledad de tus rei-
nos flemáticos…1
Interpretación de Chant Premier por Tommy Davis.
Estas son las palabras —versos del Conde de Lautréamont— que Marcel Mihalo-
vi (1898-1985) escribe al comienzo de su obra 
Chant Premier (Canto Primigenio, compuesta en 1973) y son toda una declaración de
intenciones. Si cerramos los ojos,
podemos viajar al fondo oceánico, a miles de metros de profundidad, y admirar el paisa-
je que se extiende ante nuestra imaginación.
Criaturas abisales, enormes monstruos prehistóricos que el tiempo no se ha atrevido a
borrar. Bestias marinas que nadan a nuestro
alrededor imponentes, con una sorprendente gracilidad, pese a su aterradora presencia.
Sentimos como crean potentes corrientes que, si realmente estuviéramos en este lecho
marino, nos arrastrarían.
Sentimos el fluir del agua a nuestro alrededor.
Y, de repente, un estruendo.

A poca distancia un volcán entra en una furibunda erupción, desatando el fuego del inte-
rior.

La lava se solidifica al instante, creando estructuras irregulares y enormes burbujas de


vapor, que intentan escapar hacia la superficie,

aumentando la actividad que nos rodea hasta un frenetismo que nos hace perder toda re-
ferencia de dónde nos encontramos.

Cuando parece que todo ha pasado, más erupciones se suceden, unas más cercanas,
otras más alejadas de nosotros.

Pero al final, la calma del océano regresa, todo vuelve a ser como a nuestra llegada, re-
cuperando la infinita quietud de los abismos insondables.
De Bucarest a París

Esta sonata para saxofón tenor y piano es solo una de las más de cien obras de Miha-
lovici, un compositor rumano que
con 21 años emigró a Francia, país en el que desarrollaría su carrera. En Bucarest había
complementado sus estudios
de armonía y contrapunto con los de violín, y a su llegada a París los amplió con canto
gregoriano en la Schola Cantorum.
Y es que, la música vocal es algo recurrente en su producción. Si bien su obra es princi-
palmente instrumental,
encontramos algunas referencias a la voz, como es el caso de este Chant Premier.
También su Rumanía natal estuvo presente en la música de Mihalovici, de manera di-
recta —como en sus Chansons et Jeux (1924),
basadas en romances rumanos— o indirecta, a través de los rasgos más característicos
de esta. Entre estos aires rumanos,
Clemensa Firca enumera: “vitalidad, dinamismo, un lenguaje armónico que combinaba
la música modal tradicional y
la cromatización propia de la época, ritmos vivaces fruto de las asimetrías, polirrit-
mias…”
Pese a tener siempre presentes sus orígenes, Marcel Mihalovici continuó aprendiendo y
explorando distintos estilos,

imbuyéndose del ambiente parisino de la época, todo un hervidero de creatividad. Aun


siendo un claro defensor del neoclasicismo,

nada le impidió tomar recursos modales, atonales e incluso seriales e incorporarlos a


sus obras con total naturalidad.

Su presencia en el panorama musical francés fue notable, convirtiéndose en profesor de


la Schola Cantorum y siendo uno
de los fundadores de Le Triton, una sociedad de compositores centrada en promover la
música de nueva creación,
un grupo al que también pertenecían Poulenc, Prokofiev o Milhaud. Pero también aquí
entra en juego la dualidad
del compositor entre Francia y Rumanía, siendo también fundador de la Sociedad de
Compositores Rumanos.

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