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No es suficiente con un nuevo modelo económico

Maricruz Bárcenas

Todo bien con el zapatismo como crítica al sistema económico capitalista. En la


práctica, sabemos que no es suficiente con un nuevo modelo económico en tanto la
relación de subordinación, apropiación y explotación de una clase sexual (hombres) se
mantenga sobre la otra (mujeres).

Podemos organizarnos cuánto quieran entre mujeres, pero si saliendo de la


reunión exclusiva de mujeres vuelven a su casita o a su comuna a esperar a su(s)
compañero(s) -bueno(s) y solidario(s) que entiende(n) que hay espacios a donde no
debe(n) entrar como buen(os) aliado(s)-, entonces a lo que estamos convocando con
esas reuniones es a «arreglarnos» intelectualmente para seguir desempeñando la
feminidad, ese ejercicio que hace girar al mundo heteropatriarcal.

Organizarnos para ser buenas compañeras -amantes, madres y cuidadoras- no es una


actividad extrasistémica, ni siquiera es antisistémica. Ya lo dijo Karina Vergara
Sánchez, la heterosexualidad es parte del capitalismo, pero bien puede ser cualquier otro
modelo económico. Y no es suficiente con reuniones de mujeres, las mujeres nos hemos
reunido en todas las épocas y en todos los lugares, pero no siempre con la finalidad de
desertar, a veces ha sido para adaptarnos al lenguaje de los hombres, otras veces para
darnos contención mutua y volver a su servicio.

Pelear únicamente contra un modelo económico que puede estar representado en


partidos políticos o en tratados de libre comercio, en urnas o en proyectos económicos,
es seguir hablando de problemas generados por hombres para perjuicio o beneficio de
otros hombres, es seguir luchando dentro de su lógica y para sus fines. Ir a las reuniones
de mujeres de vez en cuando para dialogar en lenguaje de hombres es reafirmar a las
compañeras que tenemos una única forma de trabajar: poniendo el corazón para ser el
sostén emocional de los hombres, poniendo el cerebro para darles nuevas ideas,
poniendo los brazos para contenerlos, poniendo las piernas para sostener su hogar,
poniendo los genitales para que ellos descarguen su ira y su dominio frustrado,
poniendo el útero para sus futuras generaciones masculinas.

Cuando hablamos de separatismo no estamos invitando a irnos a una isla desierta, sólo
en la mente patriarcal cabría imaginar que nuestro rechazo a esta civilización se trata de
escondernos, de exiliarnos. Nosotras no nos estamos escondiendo, estamos diciendo que
cada árbol, cada calle, cada edificio, cada río y cada casa debe ser ajena a todos los
hombres. La Tierra volverá a nosotras de tantas veces que obligada y cruelmente nos
han vuelto a ella.

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O en otras palabras, ¿quieren encuentros de mujeres? Encuéntrense con sus madres, con
sus abuelas, con sus amigas, consigo mismas. Para un verdadero encuentro de mujeres
hay que abandonar hombres.

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