Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La muerte en el pensamiento de
Séneca: una lección moral
no hay que tener miedo a lo que no existe. “Cada día morimos: cada día se nos
quita alguna parte de la vida, e incluso cuando crecemos nuestra vida decrece”
1 El estoicismo se originó en las provincias de la antigua Roma, con las aportaciones de Zenón de
Citio, Cleanto y Crisipo. Más tarde, la corriente hizo eco en Diógenes el Babilonio, Antípater de Tar-
so, Panecio de Rodas y Posidonio de Apanea. En su fase ulterior, sus representantes fueron Lucio
Anneo Séneca, Musonio Rufo, Epícteto y Marco Aurelio. Para los estoicos, el principio fundamental
que debía regir toda vida humana era el seguimiento de los designios de la naturaleza, lo cual
proveía de sabiduría al hombre (para mayor información sobre el tema, véase Jean Brun, 1997).
La muerte no entraña bien ni mal porque no char como si fuera el último que se vive: con tranquili-
es, solamente puede ser bueno o malo aquello que dad de que sea el final, sin olvidar que la muerte es su
es; mas lo que no es y en nada convierte todo no sustento.
nos reporta algo, mucho menos buena o mala for- Para Séneca, la razón ocupa el primer lugar en la esca-
tuna. “Pues hasta ahora no perdura en nosotros la de la naturaleza humana. Ella dirige los actos, carac-
la infancia, sino un defecto mayor, la mentalidad teriza y distingue a los humanos de los demás seres.
infantil” (Séneca, 2001: I, 11); conservarla implica Aprender a manejarla es tarea difícil. Después de muchas
nidad y serenidad no equivale exclusivamente a morir vivamos cuando aún estemos enteros, cuando
de vejez o enfermedad, también considera el suicidio la capacidad racional permanezca con nosotros.
como una forma de salir de la vida, la cual no exclu-
ye el ‘morir bien’. El autor aclara que el suicidio no es 2 “El bien supremo, el supremo fin […] consiste en vivir
válido en todas las circunstancias, opta por él en casos con la ciencia de lo que es conforme a la naturaleza y
en hacer propio este saber. La felicidad consiste en el
extremos, por ejemplo, cuando la vejez o la enferme- transcurso armonioso de la vida: por eso el sabio es
dad ya no permiten el aprovechamiento de la vida, pues siempre feliz” (Brun, 1997: 105).
“En efecto, está decidido que mueras algún entraña determinismo en que sólo hay que esperar tal o
día, aun contra tu voluntad, y que mueras cual evento, sino un camino por seguir mediante accio-
cuando te plazca está en tu mano; lo primero nes libres.
es inevitable, lo segundo se te permite” (Séne- La muerte voluntaria ocupa un lugar importante en
ca, 2001: II, 363), siempre y cuando no se deba la teoría senequista al considerar la libertad para deci-
a debilidad e indolencia. Permitir que la muer- dir cuándo salir de la vida. Lo que llena el vaso no es
te, por causas naturales, interrumpa definitiva- la última gota sino las que ya forman parte del conte-
mente la vida no es la única elección. Tenemos nido; dicho de otro modo, la muerte no la hace el últi-
también la de morir por propia mano, lo que mo momento, sino los que han pasado. Por ello, para el
Séneca llama ‘libertad’:3 “la verdadera liber- autor latino, el suicidio “era admitido, con reservas, […]
tad consiste en no ser esclavo de las pasiones” como un acto libre, cuando se decidiera y fuera conve-
(Veyne, 1996: 154), incluyendo el temor que niente” (García-Borrón, 1956: 236).
inspira la muerte. Un planteamiento como el anterior podría desatar
Hay hechos de la vida que, conforme al malos entendidos, mas lo que debe considerarse es la
estoicismo, están sujetos a un destino, como moralidad que subyace en las afirmaciones de Séneca
la misma muerte; pero otros dependen de la respecto al suicidio. Lo que le preocupa es la dignidad
voluntad del hombre, como las acciones: “no moral humana presente en ese acto, no sus conse-
soy libre de hacer que llueva o no llueva, pero cuencias jurídicas o sociales. El suicidio está permiti-
sí de comportarme de tal o cual modo ante ese do en tanto forma moral: “la muerte, en fin, nos da
acontecimiento exterior” (Brun, 1997: 99-100); una última lección moral: ella deja al hombre en lo que
de igual manera, no lo soy de decidir si muero o es e iguala radicalmente a los hombres todos” (García-
La Colmena 78 abril-junio de 2013
no, como consecuencia de vida, pero sí de apre- Borrón, 1956: 216). Tanto esclavo como amo tienen
surar el hecho de mi muerte cuando mi razón la muerte como destino. Ella es una gran aleccionado-
peligra. El destino que refieren los estoicos no ra que actúa sin dejarse perturbar, pues es justo que
muera alguien que ha vivido. Es viable aplicar nuestra
3 Séneca no aborda ampliamente el problema de la liber-
última voluntad o libertad a nosotros mismos. Así, el
tad, por esto sólo mencionaré que, para él, libre quería
decir “señor de sí mismo”, de sus actos, de su propia suicidio se convierte en un acto al que todos tenemos
vida independiente (no-obligado). acceso y libertad.
La raíz principal del proyecto senequista sobre la suicidio” (Veyne, 1996: 47). El suicidio no es
muerte voluntaria está en la dignidad. No se puede seguir una forma de evitar males, porque éstos sólo
vivo si no es digno seguir viviendo (para qué una tortu- se saben, como tales, en la vida. Retirarse de
ra innecesaria). Por otro lado, tampoco se debe optar por la vida por propia mano es digno por ser una
el suicidio cuando ya no se resiste más, es decir, no se decisión propia o una libertad con la que todos
debe huir de la vida sino salir de ella; no hay que optar nacemos.
por el suicidio debido al miedo, el dolor o la cobardía, La muerte es algo desconocido. Sólo se sabe
éstos sólo son válidos si involucran una cuestión racio- de ella cuando nos percatamos de que los suce-
nal. Apunta Séneca que “en la arena misma decide el gla- sos dejan de ser, sólo vivimos la ausencia del
diador lo que le conviene hacer” (1998: 82). Es claro que suceder. No es posible saber de nuestra muerte,
vida y muerte no implican el seguimiento de un compen- no la experimentamos. La muerte no se siente,
dio de reglas ni de una teoría del deber ser, sino de tomar sólo se nota en la ausencia. Los individuos se
decisiones en función del momento y de cada individuo. duelen por ellos, son los que extrañan; se due-
No se puede generalizar la decisión de anticiparse a len de algo sin sentido:
la muerte o aguardar su llegada en el caso de que una
violencia externa nos amenace. Existen diversas circuns- En primer lugar es inútil dolerse si de nada
tancias que nos pueden hacer elegir una u otra opción. te aprovecha el dolor; luego es injusto
Si se nos da la opción entre una muerte angustiante y dolerse de lo que acontece a uno, pero que
otra sencilla y apacible, ¿por qué no escoger esta últi- está reservado a todos; además es necio
ma?: “elegiré la nave en qué navegar y la casa en qué el disgusto que causa nuestra añoranza,
habitar, así también la muerte con qué salir de la vida” cuando es mínima la distancia temporal
La Colmena 78 abril-junio de 2013
estrechamente vinculados para formar la base Séneca, Lucio Anneo (1998), Tesoro de máximas, avisos y observacio-
La Colmena 78 abril-junio de 2013