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PENA DE MUERTE Y TEMPORALIDAD

Otto Dorr Zegers


Profesor de Psiquiatria Facuitad de Medicina
Universidad de Chile

Un arAisis del problema de la pena de sal que es el fen6meno de la vida, y la


muerte desde un punto de vista psicol& muerte como interrupción de un destino
gicc-antropol6gico nos remite necesaria- cada vez m&s individual e irrepetible, y
mente a una reflexión previa sobre la frente a cuyo fin hay tambi&n una con-
muerte. Intentaremos emplear el método ciencia creciente en la escala animal.
fenomenol&gico, vale decir, M ponerse Ahora bien, esta conciencia de k muerte
sin prejuicios frente al fenómeno a estu- esta esencialmente vinculada al senlimien-
diar dejándose hablar por AL to de la angustia, como lo ha desarro-
La muerte es el fin de la vida, pero llado Heidegger para el ser humano (5,
no al modo de un terminar cualquiera, pág. 248). Pero tamblAn se observa, aun-
como termúia un camino 0 una melo- que en menor grado, en los animales:
día, por cuanto, como dice Heidegger, la expresi6n de terror de los vacunos
‘la muerte es un fen6meno de la vida” cuando son llevados al matadero, la infi-
(5, pág. 246), pertenece a la vida. Este nita tristeza que percibimos en la mirada
concepto de la mnerte como parte osen- del perro enfermo que de algún modo
cial de la vida ya lo encontramos en el presiente la separación definitiva de su
principio “Stirb-Werde” de Goethe, que amo, el miedo cerval de las gacelas
podría traducirse como “ínorir para llegar cuando sienten la cerca& del animal
a ser” (3), y taamblAn en el concepto depredador.
diaktico de Hegel (4). Recordemos su von Gebsattel (2, pág. 396) distingue
famoso pasaje: “El botón desaparece coo entre “una muerte imnanente a la vida”
le surgimiento de la flor, y se podría y una muerte “trascendente a la vida”.
decir que aqukl es negado por Bsta; del La primera sería la muerte uiti, la
mi¶o mlxlo, el fruto trmsfonna a la muerte como parte del movimiento del
flor en una falsa existencia de la planta, llegar a ser, mientras la segunda seria
apareciendo en lugar de la flor como la la muerte .w&ida, aquella muerte que se
verdadera planta.. . , etc. (4, @g. 10) inserta en el tiempo transeúnte, en el
Ch otras palabras, la muerte del botón tiempo crondlógico y objetivo, muerte
significa la vida de la flor, la muerte de que puede ser interpretada ya sea como
ksta la vida del fruto y asi sucesivamen- un absurdo desaparecimiento o como uo
te. Vida y muerte se enh-elazan ineti- trbito hacia otra forma de vida (punto
cablemente. Hab& algo asi corno una de vista representado por la mayo& de
muerte inmanente * la vida y sería como las religiom) , 0 al menos como lm
su elemento transformador, lo que permi- misterio. Ahora bien, esta muerte Xa-
te, en un sentido dial&ico, el pasar a una bida” no es susceptible de ser vivida
nwv* síntesis. Pero si la muerte como por el hombre. Sabemos de ella s6lo a
tnmsformación es algo muy evidente eo trads de la constataci6n empfrica de la
el mundo vegetal, empieza a serlo un muerte de los demás. Minkowki dice
tanto menos a medida que se asciende (8, pág. 130) : “En presencia de la
en la evolución de la escala zoológica muerte del otro no compruebo mi pro-
hasta llegar al hombre. Porque en cuanto pia muerte, sino únicaroante mi morta-
aumenta el grado de individuaci6n em- lidad. Se produce aquí una especie de
pienza a surgir una dicototi entre cuta desdoblamiento en el tiempo; la muerte
muerte inmanente, este morir como mo- actual (del otro) se refleja como un
mento esencial de esta sinfonia univer- acontecimiento ineluctable en el futuro”
638 REVISIA CHILESA DE DERECHO [Vol. 16

Y así como la muerte ilmmnente, esa eshpx, suspendidos o invertidos sus rit-
muerte que pertenece a la vida, es irise- mos biológicos fundamentales, sintiendo
parable de la tempor&dad y como tal su cuerpo sometido B un proceso de
es vivida como crecimiento, dinamismo, podredumbre y acosado por una angus-
@xpa”&5” (lo naturd es qu8 el púber tia que no le deja un momento de alivio;
experimente el dejar de ser niño no CD- el tiempo vivido da paso al texrible tiem-
mo una p&Ma sino como un crwimien- po del reloj, y el paciente lo vive como
to), la muerte objetiva o trascendente a un acercarse inevitable a un abismo sin
la vida es tan insondable, tan impenetm. sentido; un minuto sigue a otro y éste
ble, que el sblo pensar en ello produce a un tercero y a un cuarto, y ese tiempo
la mL profunda desazón. Y por esta no es aspiración, ilusión, oportunidad o
raz6n es que el hombre t&mino medio urgencia, sino un mero transcurrir en el
vive escapándole B esta muerte, ya sea vacio hacia un fin que no es acabamiento
por la vía del olvido o de su posterga (de la obra), sino un terminar en la na-
ción hacia un tiempo indefinido que se da. La Lunada forma nihilista de la
pierde en el futuro, hasta el punto de depresibn o síndrome de Cotard repte-
transformarse esta huida, según Heideg- senta una de las situaciones de mayor
ger (ob. cit., pág. 252), en la peor fuen- tormento que puede experimentar un ser
te de inautenticidad del ser humano. humano, y si uno quisiera, dentro de la
Para Heidegger, la muerte, esta muerte diversidad de sus síntomas, precisar qué
trascendente a la vida, seria la más propia es lo mL central de este cuadro clinico,
e ineludible posibilidad de la existencia, tendrla que decir que consiste en la in-
porque ~610 desde ella pueden adquik vasión del tiempo inmanente por el tiem-
sentido nuestras decisiones y los pasos po transeúnte u objetivo. La vida deja de
que demos por el camfno de la vida. Y ser maduración y crecimiento, para
en efecto, ella, en cuanto lfmite absdu- transformarse en un pasar de un minuto
ta, pasa a constituirse en el fundamento a otro minuto y de una hora a otra hora
de la temporalidad y ya sabemos que en esa línea plana, continua y regular
Borges (1) ha descrito magiskalmente que es la cmllología.
cómo la inmortalidad significa& la tc- Con otras palabras, la vida vivida y
tal detención y pamlizaci6n de todo espontiea -no aquek que resulta de
movimiento y. por ende, la muerte m8s un deterrene a reflexionar- ~610 conoce
radical. Y, sin embargo, el alma humana el tiempo inmanente, donde el futuro es
está de tal modo hecha, que DO ~610 engrandecimiento posible, donde hay
no puede vivir su propia muerte, sino siempre un avanzar en busca de la ri-
que es incapaz de mantener durante mu- queza, de la felicidad propia o ajena, la
cho tiempo una conciencia racional de sabiduria o lo que sea, prescindiendo ab-
da, ya que&-Sta es sim5nimo de una solutamente de aquel oh0 tiempo que
angustia intolerable. Mucho ayuda a este nos estarfa indicando que cada logro es
“olvidó’ de la muerte objetiva el desee- un acercarse ti a la muerte. La vida
nocimiento de la fecha en que ella ocu- dominada por el tiempo objetivo es in-
rrirá. “Si conoci&anms con antelación, tolerable, como se observa en las formas
en plena vida, la fecha de nuesha muer- graves de la enfermedad depresiva, y
te, probablemente ya no podrlamos vii- en especial en el dndrome de Cotard.
W”, dice Minkowski (ob. cit.), y conti- Ahora bien, la pena de muerte consiste
núa: “Como obs&onadm pasaríamos en su esencia (y al margen de t&s las
nuestro tiemp inclinados sobre nues- ohas crueldades que la acompañan) en
tros relojes, calculando el tiempo que el determinar cw exactitud el momento
aún nos quedara de vida. .” Y termina de la muerte de otro ser, vale decir, en-
su an&is del tiempo vivido, afirmando trega& al imperio descamado e inhu-
“(siempre) la fecha de la muerte ha dP mano (o mis precisamente a-biol6gico)
ignorarse en la vida” (pág. 136). del tiempo obj&o, alE donde ef&va-
Hay una circunstancia psicopatológica menta cada minuto es un aproximarse .i
en que esto ocurre: en la forma nI& la nada de ura muerte sabida, pero
grave de enfermedad depresiva, alli don- ajena, ya que no es nj pmpkI muerte,
de el paciente estA reducido a un semi- eaa c&ninaci¿m de la vida, ese acaba-
1989 ) D¿d: MUERTE Y TEMPORALIDAD Gx

miento de la obra, ese abrazo entre in- 2. VON GEBSATI’EL, V., “Aspekte
manencia y trascendencia que tiene lugar des Toda”. In: Prolegomena einer
en la muerte natud La pena de muer- medizinischen Anthropologie, Ber-
te significa ni más ni menos que infligir lin - Güttingm - HekMberg, Sprin-
a m ser humano una muerte ajena, pri- ger ( 1954).
vándalo de la mas grande posibjlidad de
todo ser humano, cual es la de vivir su 3. GOETHE, W., Nahnwissen.&aft-
propia muerte, sentido último de la vida liche Schriften, Ziirich und Stuttgart,
de cada cual y puente hacia la tmscen- Artemis Verlag (1968).
dacia. Por esta razón, que tiene que
ver con la esencia misma de Ia naturaleza 4. HEGEL, G.F., Phänomenolcgie des
humana, a saber, con su temporalidad, Geistes, Hamburg, Fklix Meiner Ver-
es que bajo ninguna circunstancia debie- lag (1952).
ra aplicarse jamás la llamada pena de
muerte. 5. HEIDEGGER, M., Sein und Zeit,
Ttingen, Max Niemeyer Vedag
(1863).
REFERENQAS
6. MINKOWSKI, E., Die gelebte Zeit.
1. BORGES, J.L., “Los inmortales”. Bd. 1 u. II, SuZzburg, Mii% (1971).
En: El Aleph, Buenos Aires, Editc- Dtsch. Uebers. sus “Le tems vecu”
rial SudameIicana (1971). (1933).

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