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Divers.: Perspectiva. psicol. / ISSN: 1794-9998 / vol. 12 / N° 2 / 2016 / págs. 167-181

Ciudadanía movilizada: motivos, emociones y contexto

Ciudadanía movilizada: motivos, emociones y contextos*

Xiana Vilas** Resumen

Universidad de Santiago de Compostela,
España Recientemente, han surgido muchas movilizaciones en todo el
mundo y su impacto en el cambio social ha sido notable. En
Mónica Alzate
este artículo revisaremos la evolución de los últimos modelos
Fundación Universitaria Luis Amigó,
de acción colectiva para comprender mejor los desafíos actuales
Medellín, Colombia
en el campo de la protesta política. Los estudiosos han sugerido
jose manuel sabucedo
que la identidad, los agravios, la eficacia y la ira son los motivos
Universidad de Santiago de Compostela,
relevantes para impulsar la acción. No obstante, todavía hay
España
margen de mejora. Además de las variables anteriores, existe
Recibido: 2 de febrero de 2016 suficiente argumentación para incluir otras que han sido
Revisado: 13 de marzo de 2016
pasadas por alto por la hegemonía de la lógica instrumental;
Aceptado: 3 de mayo de 2016
estamos hablando de obligación moral y emociones positivas.
Hay una lógica deontológica en la protesta colectiva que puede
explicar por qué los individuos no participan simplemente para
obtener algún tipo de beneficio; también pueden sentirse
moralmente obligados a hacerlo.

Además, las emociones positivas, como la esperanza, el orgullo

o el optimismo, pueden reforzar la motivación. Otro aspecto
importante es el papel del contexto. Las características
específicas del contexto político y movilizador pueden activar
de manera diferente unos motivos u otros. Todas estas nuevas
aportaciones cuestionan la hegemonía de la lógica instrumental
y exigen una

*
Artículo de investigación. (doi: http://dx.doi.org/10.15332/s1794-9998.2016.0002.01)
**
Correspondencia: Xiana Vilas, Universidad de Santiago de Compostela, España. Dirección postal: Departamento de Psicología Social, Básica y
Metodológica. Facultad de Psicología, 15782 Campus Vida, Santiago de Compostela, España. Correo electrónico: xianavc@yahoo.es; Mónica.
alzatega@amigo.edu.co; josemanuel.sabucedo@usc.es.
Agradecimientos: Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación. Ministerio de Economía y Competitividad.
PSI2012-31667

167
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Xiana Vilas, Mónica Alzate, José Manuel Sabucedo

actualización de los enfoques teóricos. Los autores discuten las implicaciones para la teoría y la investigación futura
sobre la acción colectiva.

Palabras clave: Protesta colectiva, obligación moral, identidad, emociones positivas, eficacia, contexto.

Resumen
Recientemente han surgido muchas movilizaciones por todo el mundo y su impacto a la hora de producir el cambio
social es de destacar. En este artículo haremos una revisión de cómo han evolucionado los últimos modelos de acción
colectiva para poder entender mejor los retos con temporáneos en el campo de la protesta política. Los motivos más
relevantes señalados por la literatura científica para la promoción de la acción son: la identidad, la injusticia, la eficacia
y la ira. Sin embargo, todavía quedan aspectos por mejorar. Además de las variables mencionadas, hay argumentos
suficientes para incluir otros factores que han sido pasados por alto en la hegemonía de la lógica instrumental;
hablamos de la obligación moral y de las emociones positivas. Hay una lógica deontológica en la protesta colectiva
que puede explicar porqué los individuos no participan simplemente para obtener algún tipo de beneficio, sino que
también pueden sentirse moralmen te obligados a hacerlo. Más aún, las emociones positivas tales como la esperanza,
el orgullo y el optimismo pueden reforzar la motivación. Otro aspecto importante es el papel del contexto. Las
características específicas del contexto político y de movilización pueden activar diferencialmente algunos motivos u
otros. Todas estas nuevas contribuciones cuestionan la hegemonía de la lógica instrumental y demandan una
actualización de las aproximaciones teóricas. Los autores discuten las implicaciones para la teoría y la investigación
futura sobre la acción colectiva.

Palabras clave: protesta colectiva, obligación moral, identidad, emociones positivas, eficacia, contexto.

La movilización social va en aumento y se ha convertido en
un lugar común en todo el planeta. La Primavera Árabe, los
movimientos contra la austeridad, Occupy y el movimiento
“Refugees Welcome” son algunos ejemplos de los últimos
movimientos. La Encuesta Mundial de Valores (1981-
2008) muestra que el 15,8 % de los participantes, en algún
momento, asistió a manifestaciones pacíficas y el 35,3 %
estaría dispuesto a hacerlo en algún momento. Este aumento
de la participación ciudadana, particularmente en las
sociedades occidentales, se conoce como el proceso de
normalización de la protesta (Barnes & Kaase, 1979; Etzioni,
1970). Este proceso es un indicador de la democratización
de la protesta y muestra cómo se ha transformado en un
repertorio para exigir cambios o expresar indignación (Meyer
& Tarrow, 1998).
Junto a la normalización de la protesta existe otro fenómeno
asociado, la normalización del manifestante (van Aelst &
Walgrave, 2001), que va de la mano con el primero, y está
relacionado con la diversificación de los actores en
evolucionado Esto significa que la práctica de estos
fenómenos se ha extendido a sectores cada vez más amplios
de la población (Barnes & Kaase, 1979; Jiménez, 2011). Así,
la movilización ya no se circunscribe a un sector específico,
como ocurría antes: jóvenes, bien formados, de izquierdas y
mayoritariamente hombres. Las variables sociodemográficas
están perdiendo importancia. Mujeres, adultos mayores y
personas de tendencia derechista se suman cada vez más
a este tipo de participación política (Jiménez, 2011).
Claramente, todavía hay diferencias sociodemográficas,
pero ya no son tan relevantes y varían de un país a otro.
A medida que se devalúan estas variables, se atenúan las
diferencias existentes entre los participantes y la población
general, aumentando así la probabilidad de que un individuo,
de cualquier sector social, opte por este tipo de
comportamiento. Esto nos lleva a afirmar que existen otros
motivos, más allá de las meras variables sociodemográficas,
que están incidiendo

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Ciudadanía movilizada: motivos, emociones y contexto
sobre participación. Nos referimos a los motivos
psicosociales de la acción colectiva. En este artículo
incluyen las variables clásicas de protesta, la variable de
obligación moral y las emociones positivas, que han
mostrado su relevancia en los últimos estudios.
búsqueda. También intentamos superar las limitaciones
existentes de las propuestas psicosociales de acción
colectiva considerando que los nuevos modelos necesitan
ser ampliados. Nuestra principal contribución es mostrar
cómo funcionan las nuevas variables en la protesta política
y actualizar el papel de las clásicas.
Enfoque psicosocial
Los psicólogos sociales han centrado su atención en la
protesta colectiva, no sólo por su recurrente aparición en la
vida cotidiana de los ciudadanos, sino también por el nivel
de su influencia política y social. Algunos ejemplos son la
Primavera Árabe, con el derrocamiento de los gobiernos de
Egipto y Túnez; y el movimiento español Indignados que
promueve la fundación del nuevo partido Pode mos. Sin
embargo, también existen otras formas más sutiles de
generar cambios sociales. Los movimientos sociales ubican
ciertos temas dentro de la agenda política (Walgrave &
Vliegenthart, 2012), democratizan la participación, dinamizan
nuestras sociedades (Simon & Klandermans, 2001) y
facilitan el cambio social (Drury & Reicher, 2009).
A través de la movilización, los ciudadanos desafían a las
autoridades; expresan su disconformidad con las normas y
valores establecidos, y cuestionan las relaciones de poder
existentes (Sabucedo, Grossi & Fernández, 1998). Por lo
tanto, los manifestantes son actores sociales capaces de
alterar la realidad en la que están inmersos. Con mayor
frecuencia, la acción colectiva busca ejercer algún tipo de
influencia sobre los derechos sociales, económicos y
políticos; de ahí el creciente interés de los científicos
sociales. Sin embargo, no sólo el activismo político tiene
impacto a nivel social. Participar en movilizaciones sociales
también tiene un impacto en el individuo, ya que
habitualmente la participación en protestas aumenta el nivel
de bienestar (Klar & Kasser, 2009; Páez, Rimé, Basabe,
Wlodarczyk & Zumeta, 2015).
Como el ciudadano es un actor que percibe e interpreta la
realidad; la movilización social es el resultado
REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016
de una determinada manera de percibir y construir la
realidad de manera colectiva (Eyerman, 1998).
Las personas en situaciones similares pueden responder
de maneras muy diferentes en función de cómo se interprete
el contexto. En efecto, la realidad social no es fija ni objetiva:
se construye a partir de la interacción entre los diferentes
discursos
fluyendo a través de la sociedad (Sabucedo et al., 1998).
Por ejemplo, los enfrentamientos y negociaciones entre los
diferentes agentes sociales adquieren relevancia a la hora
de establecer un determinado statu quo. El papel de la
acción colectiva es fundamental en estos enfrentamientos,
discursos que antes eran marginales, como el feminismo o
los ambientalismos, ahora forman parte de las
preocupaciones de las sociedades actuales.
La forma de abordar estos fenómenos desde una perspectiva
psicosocial es relacionando dos aspectos de la realidad, los
aspectos subjetivos (psicológicos) y los aspectos sociales
o estructurales (van Zome ren, Postmes & Spears, 2008).
Por lo tanto, se examinan las percepciones, sentimientos y
comportamientos del grupo vinculándolos con el contexto
social (van Ste kelenburg & Klandermans, 2010).
El principal objetivo de este trabajo es explorar la evolución
de los principales modelos de acción colectiva a lo largo de
las distintas décadas hasta la actualidad y, a partir de ahí,
integrar los motivos psicosociales con las nuevas propuestas.
Buscamos juntar las distintas variables clásicas de carácter
cognitivo y emocional con otras más recientes, como la
obligación moral y las emociones positivas. Además, en
esta propuesta es fundamental tener en cuenta las
variaciones contextuales que inciden en la dinámica
motivacional.
De la irracionalidad a la teoría de la
movilización de recursos
Los enfoques iniciales de las teorías de multitudes
implicaban un enfoque irracional de los comportamientos
colectivos (Le Bon, 1983). Desde estas teorías sociológicas,
la protesta fue provocada por una multitud perturbada,
víctima de un contagio emocional, y sus actores carecían
de cualquier análisis racional. La teoría de la privación
relativa (Runciman, 1966) no ayudó a cambiar esta visión
irracionalista del actor, dado que
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Xiana Vilas, Mónica Alzate, José Manuel Sabucedo

que se centraba excesivamente en la insatisfacción y la
frustración. No hasta la llegada del recurso.
teoría de la movilización fue posible superar esta
concepción irracionalista. A partir de esta teoría se postula
que la movilización dependerá de los recursos de los
ciudadanos (humanos, materiales y estructurales) y de la
demanda (McCarthy & Zald, 1977). Las personas se
movilizarán dependiendo de si tienen los recursos
necesarios para hacerlo y si existe una demanda real de
movilización. Este enfoque alude a factores objetivos y
logra racionalizar los motivos de protesta.
El mérito de este enfoque es que supera el espíritu
irracionalista de las teorías de masas y lo incorpora en
aspectos corporativos de gran interés. Los recursos y la
organización son elementos claramente relevantes para
el éxito de una movilización, pero este análisis se vuelve
excesivamente reduccionista al ignorar las características
relacionadas con los agentes sociales involucrados
(Sabucedo et al., 1998). Klandermans (1984) propone una
versión más subjetiva, desde un punto de vista
sociopsicológico, sugiriendo que lo importante no es la
situación objetiva en la que se encuentra un grupo, sino
cómo se interpreta. No basta que un grupo se encuentre
en una situación de injusticia, sino que la situación sea
percibida como tal. El enfoque de Klandermans (1984) es
una extensión psicosocial de la teoría de la movilización
de recursos y está representado por los cálculos subjetivos
de costo-beneficio de los individuos. La motivación para
participar sería el resultado del valor que el individuo
asigna a una meta específica y de la expectativa de
alcanzarla a través de una determinada protesta colectiva.
En consecuencia, este enfoque defiende una vía
instrumental hacia la acción política, destacando la eficacia
como elemento central.
De la teoría de los marcos
de acción colectiva a la
renovación de las variables clásicas
La teoría de los marcos de acción colectiva (Gamson,
1992), que se basa en la noción de construcción simbólica
de la realidad, propone el concepto de marco planteado
por Goffman (1974). Los encuadres son esquemas
interpretativos que se superponen a la realidad.
De hecho, las minorías activas se esfuerzan por difundir
visiones alternativas de la realidad y cuestionar los
discursos sociales dominantes (Sabucedo et al., 1998).
Gamson plantea la existencia de tres marcos que motivan
la acción política colectiva: injusticia, identidad y eficacia.
El encuadre de injusticia se compone de un componente
cognitivo y otro emocional (agravios e ira, respectivamente).
Actualmente, podemos considerar estos cuatro
componentes: agravios, ira, identidad y eficacia, como las
variables clásicas de la protesta; y no solo por la atención
recibida en los últimos años, sino también por el apoyo
empírico que han ido recibiendo (Stürmer & Simon, 2004;
van Zo meren et al., 2008). De ahí que consideremos
fundamental mencionar el importante legado dejado por
Gamson. Explicaremos con más detalle estas variables,
mostrando su evolución en el tiempo y sus reformulaciones.
Quejas
Según Gamson, este es el elemento cognitivo del marco
de injusticia. Este enfoque de la acción colectiva tiene su
origen en la teoría de la privación relativa (Runciman,
1966). Los individuos se involucran en acciones colectivas
cuando sienten que son objeto de injusticia o agravios
grupales. Las quejas están en el centro de cada protesta
(van Stekelenburg & Klandermans, 2010); y suelen ser el
primer paso para desencadenar la acción. Entre estas
posibles injusticias, Klandermans (1997) menciona la
desigualdad ilegítima, los agravios impuestos
repentinamente y los principios violados. Sin embargo, los
agravios y las injusticias sociales no son suficientes para
desencadenar movilizaciones por sí solos. Se puede
argumentar que no faltan las quejas en todo el mundo,
pero son demasiado generales y persistentes para que
podamos predecir la protesta colectiva. Se requieren otros
elementos para explicar la participación protesta.
Enojo
Las emociones fueron dejadas de lado durante muchos
años, ya que eran vistas como una amenaza que podía
derribar la hegemonía racionalista de la época (Goodwin, Jas-

170 REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016

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Ciudadanía movilizada: motivos, emociones y contexto
por & Polleta, 2000). Gamson fue uno de los primeros,
después de las teorías irracionales, en proponer una
explicación basada en la emoción. Señaló que la ira
constituía un elemento clave para el encuadre de la
injusticia, ya que esta depende de “la ira justa que pone
fuego en el alma y hierro en el vientre” (1992, p. 32).
Esta es la principal emoción analizada para explicar la
protesta y se ha demostrado que tiene una relación
importante con la dinámica motivacional de los participantes
(van Zomeren et al., 2008; van Zomeren, Spears, Fischer &
Leach, 2004). Esta emoción está asociada al encuadre de
injusticia, y surge cuando se violan ciertos principios o
cuando se manifiesta una situación injusta. En su versión
más actualizada, van Zomeren et al. (2004) conceptualizó
la ira a nivel de grupo: ira basada en el grupo. En la teoría
de la emoción intergrupal (Tajfel, 1981; Tajfel &
Turner, 1986; Smith, 1993) la identificación grupal es un
elemento clave para el surgimiento de las emociones grupales.
Van Zomeren combina la teoría de la privación relativa
(Runcinman, 1966) y la teoría de la emoción intergrupal
(Smith, 1993). A partir de la privación relativa, asume que
las personas no solo perciben la injusticia, sino que también
derivan de ella la respuesta emocional de la ira. Además,
en la protesta colectiva, las emociones se interpretan a
partir del grupo; esta percepción de desigualdad o injusticia
es colectiva, y por tanto la respuesta emocional lo será.
Cuanto mayor es la identificación con el grupo, mayor es la
posibilidad de que aparezca ira cuando el grupo es
amenazado y, por tanto, mayor es la probabilidad de
implicación en la protesta.
Identidad
Cuando los investigadores centraron su atención en la
teoría de la identidad social (Tajfel & Turner, 1986; Turner
& Killian, 1987) era un paso lógico, porque si algo caracteriza
las actividades de protesta es que los individuos no actúan
por sí mismos; más bien lo hacen colectivamente. Se trata
de pasar de un “yo” a un “nosotros”, lo que implica asumir
que un grupo de personas comparten un problema común
y, para resolverlo, necesitan actuar de forma conjunta y no
individual. Tajfel (1981) identificó perfectamente esta
cuestión al diferenciar entre las estrategias de cambio social
y de movilidad social.
REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016
En estudios recientes sobre la protesta colectiva de todo
tipo de identidad, es la identidad politizada la que más
influye en la motivación. Según Klan dermans y Simon
(2001), la percepción de que hay un tercer grupo al que hay
que persuadir para ganar simpatizantes, junto con la
conciencia grupal de vivir una situación injusta, hace que la
identidad colectiva se politice.
El impacto de la identidad será mayor cuando la
identificación se produzca con grupos cuyo objetivo sea
actuar en defensa de los intereses y demandas de este
grupo (Sabucedo, Durán & Alzate, 2010; Simon &
Klandermans 2001). Es esta identidad la que influye en
cómo las personas perciben el mundo social y la que induce
a los individuos a actuar
en el mismo. Cuando se politiza la identidad, las personas
asumen que sus circunstancias dependen de las relaciones
de poder con otros grupos y que sólo a través de la acción
política pueden modificarse.
Pero es necesario diferenciar entre politización y
movilización (Sabucedo et al., 2010).
Lo segundo no es posible sin lo primero, pero lo primero no
conduce inexorablemente a lo segundo. Por eso proponemos
la identidad movilizada.
Cuando Klandermans y Simon hablan de identidad
politizada asumen que la conciencia política y la
movilización son parte de la misma realidad. Incluyen tanto
el proceso por el cual los sujetos son conscientes de que
una situación depende de un contexto político específico
como su intención de participar en ella. Proponemos que el
término identidad politizada se reserve para el proceso por
el cual las personas ubican su identidad colectiva en el
contexto político y en la lucha con otras identidades. Sin
embargo, como hemos mostrado anteriormente, es
necesario distinguir estos dos momentos.
De esta forma, postulamos que tras la identidad politizada
aparece la identidad movilizada. Consideramos que la
identidad movilizada está ligada a la necesidad de
emprender acciones políticas para buscar alternativas y
salidas para el grupo.
Eficacia
La eficacia se refiere a las expectativas de que una acción
colectiva pueda modificar una situación adversa para el
grupo (Gamson, 1992). De una teoría
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Xiana Vilas, Mónica Alzate, José Manuel Sabucedo
perspectiva tica, la variable instrumentalidad tiene dos
ventajas importantes: en primer lugar, y dado que estas
acciones se llevan a cabo en la creencia
que tendrán éxito, se refuerza la imagen racional del
comportamiento humano; en segundo lugar, y en lugar
de evaluar posibles factores antecedentes de estas
actividades (por ejemplo, las características de los
participantes), esta variable se centra directamente en
determinar cómo se percibe la eficacia de una
determinada acción para alcanzar un objetivo deseado.
Diferentes estudios han puesto de manifiesto la estrecha relación de esta variable.
relación con la participación en protestas (Klander mans,
1984; Stürmer & Simon, 2004; van Zomeren et al., 2004;
van Zomeren et al., 2008). Aunque ha sido predominante
en modelos recientes, empieza a dudarse tal y como se
percibe actualmente.
Hay estudios (van Stekelenburg, Klandermans & van
Dijk, 2009; Vilas, 2010; Vilas & Sabucedo, 2012) que
dejan la puerta abierta al debate sobre la relevancia de
la instrumentalidad en la protesta. En estos estudios se
demuestra que la eficacia no tiene impacto a la hora de
predecir la motivación para participar en manifestaciones
orientadas a valores. Como existen lagunas considerables
en su conceptualización; se requiere una ampliación más
amplia del plazo. Hornsey et al. (2006) argumentan que
la eficacia, en su concepto más clásico, entendida como
la expectativa de éxito de una determinada acción
política, tiene un papel limitado.
Por lo tanto, es necesario reformular este concepto. Por
ejemplo, Hornsey et al. (2006) incorporan a su
conceptualización: la expresión del desacuerdo, la
construcción de un movimiento de oposición y las
expectativas de cambio social a largo plazo.
Los últimos modelos de acción colectiva
Las versiones más recientes de estas variables y la
las relaciones entre ellos van adquiriendo cada vez más
matices y ampliando su capacidad para explicar el
comportamiento colectivo en los últimos modelos de
acción colectiva. Estos son los modelos propuestos por
Stürmer y Simon (2004), el modelo SIMCA (Social
Identity Model of Collective Action) de van Zomeren et
al. (2008), y el modelo de van Ste kelenburg, Klandermans
y van Dijk (2011).
172 REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016
Stürmer y Simon (2004), propusieron dos caminos
diferentes hacia la acción colectiva que actuaría
independientemente; enfatizan los componentes de
identidad y eficacia como elementos esenciales, y
cuestionan el poder motivador directo de un ger que
tendría un efecto indirecto (Stürmer &
Simón, 2009).
En el modelo SIMCA van Zomeren et al. (2008) vinculan
las funciones de estas variables con la teoría de la
identidad social, este modelo predice que sobre la base
de una identidad social relevante, la ira y la eficacia
basadas en el grupo promueven la acción colectiva (van
Zomeren, Postmes & Spears, 2012).
Por el contrario, van Stekelenburg, Klandermans y van
Dijk (2011) destacan la necesidad de incorporar la
variable ideología. Por ideología se refieren al conjunto
de valores y creencias que son importantes para que los
individuos se movilicen cuando
se perciben a sí mismos como amenazados. El camino
ideológico puede tener un propósito para mantener la
integridad moral al expresar la indignación de uno
cuando se trata de un camino de instrumentalidad para
resolver un problema social o político (van Stekelenburg
& Klandermans, 2010). Estos autores reconocen el
interés emergente por motivaciones expresivas contrarias
a las instrumentales.
Van Zomeren, Postems & Spears (2011), incorporan el
valor de las convicciones morales. Más específicamente,
afirman que “el absolutismo moral es un 'sello distintivo'
de la motivación moral ya que no tolera violaciones y por
lo tanto motiva un cambio de la situación actual” (p. 167).
Aunque sugieren preocupaciones morales, estos modelos
explicativos aluden a un agravio específico del grupo:
una violación moral. En el pasado, las violaciones
morales se consideraban una forma de agravio grupal
(Klandemans, 1997; Kriesi, 1993).
Sin duda, esto es interesante porque, por primera vez,
los modelos explicativos de la acción grupal aluden a un
agravio grupal específico. Sin embargo, desde nuestro
punto de vista, las convicciones morales en realidad no
difieren de un tipo específico de injusticia percibida.
En el presente estudio proponemos una forma diferente
de analizar la relación de los principios morales sobre la
acción política, más relacionada con un impulso interior
personal a actuar de acuerdo con lo que es moralmente
correcto. A esta variable la llamamos obligación moral
(Vilas & Sabucedo, 2012).
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Ciudadanía movilizada: motivos, emociones y contexto
Nuevos elementos a integrar
en los modelos de acción colectiva
Como hemos visto, en los últimos años se ha avanzado
significativamente en el conocimiento de las variables
psicopolíticas relacionadas con la participación. Estos modelos
gozan de cierto grado de apoyo empírico, pero aún echamos
en falta variables de interés en la protesta como la obligación
moral y las emociones positivas. Estas variables nos permitirán
ampliar el corpus teórico sobre motivos de protesta, y dar
explicaciones alternativas al predominio instrumental a lo largo
de los años.
También es relevante mencionar que las diferencias
en las relaciones entre estas variables puede deberse a las
variaciones en el contexto donde se desarrolla la acción; esto
alentará a los estudiosos a tener en cuenta el contexto social
y político.
Obligación moral
Como hemos dicho, existe otra forma de analizar la relación
de la moral sobre la protesta política.
Después de agravios o convicciones morales violadas, las
personas pueden sentirse obligadas a actuar de acuerdo con
sus propios valores morales. Nos referimos a un impulso
interior que motiva la participación, el componente de la
obligación moral. La obligación moral no es el resultado de la
presión del grupo, de la autoridad, del miedo al castigo oa la
obtención de una recompensa; por tanto, no es una obligación
externa, sino una obligación interna. Algunos aspectos de esta
nueva propuesta son deudores de una línea de investigación
iniciada por Skitka (Ski tka, 2010; Skitka, Bauman & Sargis,
2005), que reconoce el impacto que tienen las convicciones y
valores morales en el comportamiento.
Pero la obligación moral a la que nos referimos es una decisión
personal de participar en una determinada acción colectiva
basada en la creencia de que eso es lo que hay que hacer; es
el mecanismo psicológico que conecta las convicciones
morales con la acción. Hay que actuar porque eso es lo que
dicta la conciencia, lo que “debemos” hacer.
Si la obligación moral significa que los individuos son algo
impermeables a las presiones externas, también lo serán a los
resultados de sus comportamientos.
Se ha demostrado que actuar de acuerdo con
REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016
ce con las propias creencias contribuye a nuestro bienestar al
evitar la disonancia cognitiva, aumentar la autoestima, el
respeto por uno mismo y el reconocimiento (Opp, Voss &
Con mucho gusto, 1995; Rokeach, 1973).
En la misma línea, Bandura (1991) señala que “las personas
hacen cosas que les dan autosatisfacción y sentido de
autoestima” (p. 69). La obligación moral facilitará la participación
porque uno asume que 'es lo que hay que hacer' y uno se
siente satisfecho de hacerlo”. Existe evidencia empírica de la
influencia de esta variable sobre la motivación para
participar (Vilas, 2010; Vilas & Sabucedo, 2012), y ayudar a
aclarar por qué las personas a veces se involucran en
protestas a pesar de los costos más altos.
Emociones positivas
Como ya se ha dicho, la ira formaba parte de los principales
modelos explicativos de la acción colectiva, y su importancia
parece indiscutible. No obstante, no hay ninguna razón por la
que la gente deba participar únicamente porque está enfadada.
Hay emociones que están ligadas a la realización de una
acción ya la posibilidad de obtener un objetivo deseado. Así
como la injusticia no fue el único marco mencionado por
Gamson, tampoco la ira es la única emoción propicia para la
protesta.
Recientemente ha aumentado el interés por las emociones
positivas en la acción colectiva (Páez et al., 2013; Sabucedo
& Vilas, 2014), y una de las que más interés ha despertado es
la esperanza. Según Jarymowicz y Bar-Tal (2006), la esperanza
es una emoción compleja relacionada con la expectativa de
que ocurran fenómenos deseables. La anticipación de que los
objetivos establecidos serán alcanzables activa la esperanza.
Por lo tanto, un clima emocional de esperanza facilita la
actividad grupal dirigida y sostenida en el futuro (Bar-Tal,
Halperin & de Rivera, 2007).
Páez et al. (2013) afirman que “la efectividad está asociada a
la propensión a sentirse inspirado y a planificar un futuro
mejor” (p. 9). En este sentido, se nos podría perdonar que
pensemos que si la ira es el componente emocional del
encuadre de injusticia, para el encuadre de efectividad podría
ser la esperanza.
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Xiana Vilas, Mónica Alzate, José Manuel Sabucedo
Otra de las emociones positivas, muy ligada a la esperanza, es
el optimismo. Esta emoción estaría ligada a las expectativas de
resultados positivos (Culver, Carver & Séller, 2003), y por tanto
también estaría asociada al encuadre de eficacia. Kemper
(1991) vinculó estas dos emociones al grupo y al estado
percibido del mismo, percepción que es muy relevante para la
acción social (Duncan & Smith, 2012). Kemper aludió al
optimismo y la esperanza como emociones conectadas a la
anticipación de una mejora en el estatus o poder del grupo,
motivos que llevarían a la participación del grupo en la protesta.
El orgullo es otra emoción asociada con colec
protesta tiva (Goodwin, Jasper & Polleta, 2000).
Esto está fuertemente vinculado con la situación del grupo y las
relaciones del individuo con un grupo. La teoría de la identidad
social (Tajfel & Turner, 1986) nos muestra que los individuos
que son miembros de grupos agraviados y que se sienten
altamente identificados con ellos se movilizarán para cambiar
ese estado de cosas. Cuando se politiza la identidad, los
individuos asumen que la situación depende de las relaciones
de poder con otros grupos, y que sólo puede modificarse a
través de la acción política. El orgullo exige respeto por el
grupo. Por otra parte, el orgullo también parecería estar
asociado a la realización de acciones muy valoradas en
términos sociales (Tangney, Stuewig & Mashek, 2007). Esta
emoción podría entonces estar asociada con el marco de
identidad.
A la vista de lo anterior respecto a la esperanza, el optimismo
y el orgullo, parece claro que las emociones positivas también
pueden facilitar la protesta política (Sabucedo &
Vilas, 2014). Estos pueden canalizar constructivamente la ira
y dirigir a las personas hacia la acción. Esto supone que las
emociones positivas y negativas no tienen por qué ser
incompatibles, como se pensaba anteriormente (Wolpe, 1958).
Por el contrario, ambos tipos de emociones pueden actuar
conjuntamente para activar la participación.
174 REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016
ción Las emociones varían en función de las relaciones
intergrupales que surgen en un momento dado; en consecuencia,
como muchos procesos psicológicos, dependen del contexto
(Rimé, 2012). Las emociones van a depender así del significado
que los individuos le den a lo que sucede a su alrededor
(Lazarus, 1984). Hemos visto que existe una correspondencia
entre las emociones y los procesos cognitivos en la acción
colectiva cuando Gamson vinculó la ira con la injusticia
percibida; por lo tanto, las emociones positivas como la
esperanza y el orgullo podrían estar igualmente conectadas
con los procesos cognitivos de eficacia percibida o identidad
colectiva.
Hoy en día la comprensión de la acción colectiva exige una
nueva concepción de la persona. Proponemos un modelo
integrador de acción colectiva (tabla 1) donde las personas se
movilizan no solo por la lógica consecuencialista, sino también
por orientaciones deontológicas (Vilas & Sabucedo, 2012). Las
versiones extendidas de las variables clásicas y las nuevas
están incluidos en este modelo. consideramos que
este modelo abre una perspectiva del ser humano más social y
menos instrumental. Las emociones son
basado en el grupo, por ejemplo, la ira se deriva de una
injusticia basada en el grupo, y la eficacia colectiva también
implica la conexión con el grupo. Incorporamos las nuevas
variables como las emociones positivas y la obligación moral,
que han mostrado relevancia en la explicación de la protesta
(Vilas & Sabucedo, 2012; Sa bucedo & Vilas, 2014), y
demandamos una nueva comprensión de este comportamiento.
Este modelo enfatiza una concepción humana más social y
deontológica que la concepción homoeconómica (van Zomeren
& Spears, 2009).
Quienes asisten a las protestas no son solo personas enfadadas
que pretenden alcanzar unos objetivos, sino que son un grupo
colectivo con conciencia política, que se enorgullecen de actuar
según sus propios principios y en nombre del grupo.
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Ciudadanía movilizada: motivos, emociones y contexto

Tabla 1.

Modelo integrador de acción colectiva.

MODELO GAMSON (1992) VERSIONES ACTUALIZADAS DE VARIABLES MODELO INTEGRADOR

EFICACIA
Versión más amplia EFICACIA en su versión más amplia
EFICACIA
Expresando desacuerdo Componentes emocionales:
Consecución de objetivos
movimiento de oposición a la construcción ESPERANZA Y OPTIMISMO
Cambio social a largo plazo (Sabucedo & Vilas, 2014)
(Hornsey et al., 2006)

IDENTIDAD POLÍTICA
(Simón y Klandermans, 2001)
IDENTIDAD POLÍTICA
IDENTIDAD MOVILIZADA
IDENTIDAD (Simón y Klandermans, 2001)
(Sabucedo et al, 2010)
Cohesión IDENTIDAD MOVILIZADA
entre los miembros (Sabucedo et al., 2010)
Componente emocional:
ORGULLO

(Sabucedo & Vilas, 2014)

INJUSTICIA
injusticia percibida
IRA BASADA EN GRUPO
IRA BASADA EN GRUPO
Componente Emocional: (van Zomeren et al., 2004)
ENOJO

IDEOLOGÍA
Valores
(van Stekelenburg, et al., 2011)
OBLIGACIÓN MORAL
CONVICCIONES MORALES Impulso interno que conecta los valores fundamentales y
(van Zomeren et al., 2011) las convicciones morales con la acción colectiva
(Vilas & Sabucedo, 2012)

Fuente: Vilas, Alzate & Sabucedo.

Sin embargo, todas estas variables no tienen el mismo nuevas leyes, cambio de partido en el poder) y en temas que
significado en todas las protestas. Hay que tener en cuenta preocupan a los ciudadanos o que están en la agenda política

que no todas las protestas son iguales, las circunstancias que
las rodean determinan qué motivos
ves son más importantes. Por lo tanto, el contexto debe
incluirse en el análisis de la protesta.
actual (ie matrimonio entre personas del mismo sexo, aborto,
etc.). Estos escenarios pueden activar diferentes motivaciones
para que los ciudadanos salgan a la calle. Para facilitar el
estudio del contexto, van Ste kelenburg, Klandermans y van
Dijk (2009) han propuesto dos tipos diferentes de contextos:
contexto de movilización y contexto político.

Contexto
El contexto movilizador sería el contexto más inmediato en
Una de las principales funciones de la psicología social es
relación con la protesta, y podría describirse en términos de
relacionar al individuo con el contexto.
oferta y demanda (Klan dermans, 2003). La demanda se
Dado que el contexto social y político es particularmente
refiere al potencial de los manifestantes en una sociedad y la
cambiante, es importante tener esto en cuenta al determinar oferta se refiere a la existencia de grupos o movimientos que
los motivos de la protesta. puedan canalizar estas demandas, así como sus características.
Los cambios surgen en entornos supranacionales (es decir,
la crisis económica europea), en entornos nacionales (es decir, Aspectos que componen este contexto movilizador

REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016 175

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Xiana Vilas, Mónica Alzate, José Manuel Sabucedo
incluir el tema de la protesta y la organización
convocante. Según el contexto movilizador y la propuesta
de Turner y Killian (1987) podríamos hablar de al menos
dos tipos de movilización que han encontrado apoyo
empírico: las protestas valorativas, que serían aquellas
manifestaciones sobre valores donde predominaría la
variable ideología. Y el otro tipo de movilización serían
las protestas orientadas al poder; refiriéndose a aquellas
manifestaciones en las que el objetivo de la protesta está
más centrado en influir en las políticas, por lo que el
elemento central sería la eficacia (van Stekelenburg,
Klandermans & van Dijk, 2009).
El otro tipo de contexto es el contexto político, y se
refiere al contexto más amplio en el que se encuentra
inmersa la protesta colectiva. Las características de los
mismos incluyen el clima político actual, las fuerzas
políticas involucradas y la tensión y el conflicto políticos.
Estos aspectos podrían ayudarnos a desvelar si existen
objetivos a largo plazo, como desgastar al gobierno.
Estudios recientes (Peterson, Wahlström, Wennerhag,
Cristancho & Sabu cedo, 2012; Gómez-Román &
Sabucedo, 2014) han demostrado que el nivel nacional
es un factor importante para comprender las motivaciones
de los ciudadanos en la protesta.
El modelo sindical de un país, la estabilidad política de
los partidos, la ideología del gobierno, la situación
económica, la proximidad de las elecciones o el grado
de corporativismo son factores que pueden incidir en las
razones de participación. Dado que el comportamiento
no tiene lugar en un vacío social, los académicos deben
incorporar el análisis del contexto político y de movilización
en el análisis de la protesta.
Conclusiones
La protesta colectiva es una forma de participación
política cada vez más evidente en el repertorio actual
de los ciudadanos. En este trabajo hemos repasado los
principales modelos psicosociales y nos hemos referido
a los motivos de participación propuestos hasta el
momento. No cuestionamos estos motivos; más bien
sentimos que proporcionan una imagen incompleta de
las razones que subyacen a la acción colectiva. Para
intentar superar estas limitaciones, estos modelos
necesitan ser ampliados, asumiendo que, además de las
variables clásicas de eficacia, identi
176 REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016
ty y la ira, como propone Gamson, existen otro tipo de
variables.
Uno de los puntos más interesantes que emergen de
este trabajo está relacionado con el papel de la eficacia.
Hemos visto cómo la eficacia ha gozado de un lugar
destacado en los modelos de protesta, pero estudios
recientes exigen una nueva forma de entenderla.
Esta nueva versión de instrumentalidad incluiría otros
propósitos más allá de las recompensas inmediatas,
como expresar el desacuerdo, contribuir a construir un
movimiento de oposición o lograr un cambio social a
largo plazo. Los individuos pueden participar considerando
una instrumentalidad a largo plazo, o aumentando la
cohesión entre los participantes (Mannarini, Roccato,
Fedi & Rovere, 2009); o incluso puede tener intenciones
políticas ocultas. En el primer caso, se puede suponer
que esta acción específica será ineficaz, pero que la
meta deseada se alcanzará a través de una acción
sostenida.
En estos últimos casos, se debe tener en cuenta que la
movilización no es un hecho aislado; más bien, forma
parte de una dinámica de grupo y de una dinámica
política más general. De ahí que en futuros estudios,
además de indagar sobre la eficacia de la acción
específica, debamos preguntarnos sobre la
instrumentalidad que se le atribuye en el largo plazo, y
también sobre otras posibles ventajas que esa acción
pueda tener en relación con la dinámica política general. .
En este trabajo queremos subrayar que más allá de esta
lógica consecuencialista a través de la cual operamos
los seres humanos, existe una lógica ética o moral
(Tanner, Medin & Iliev, 2008). Esta lógica opera al
margen de la anterior y se ha mantenido al margen de
los motivos de protesta. Los individuos no actúan
únicamente para lograr algo; también actúan para
defender sus principios más fuertes. En tales casos,
sería el sentimiento de obligación moral lo que llevaría a
los ciudadanos a protestar. Debe tenerse en cuenta que
estos dos motivos, instrumentalidad y obligación moral,
no son opuestos, sino que pueden actuar en conjunto. Si
bien es cierto que en ausencia de eficacia los sentimientos
de obligación moral deben ser fuertes para motivar la
participación.
En principio, puede parecer extraño que los individuos
se involucren en conductas que son ineficaces.
tivo en la consecución de un objetivo. Esto dependerá de
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Ciudadanía movilizada: motivos, emociones y contexto
el contexto político general. Cuando este contexto es
desfavorable, y los individuos intentan defender
objetivos que son importantes para su identidad y
que tienen una alta carga emocional, es posible que
la lógica instrumental (al menos tal como se concibe
habitualmente) no tenga por qué ser un factor
necesario para la acción. La lógica deontológica es
relevante ya que nos permite incorporar la dimensión
moral (y también racional) del ser humano, a las
causas de participación. Todavía queda mucho
trabajo por hacer en relación con esta variable; es
especialmente relevante profundizar en el concepto
de obligación moral y desarrollar medidas precisas.
Así como la eficacia va perdiendo paulatinamente
su posición central dentro de los modelos de
protesta, el motivo de la identidad gana terreno como
uno de los más esenciales (Klandermans, 2014; van
Zomeren, Postmes, Spears, 2008). En sociedades
más individualistas, la promoción de esta identificación
es más rara. Duncan et al. (2012) explican que en
EE. UU. la protesta colectiva es algo más complicada,
ya que este sistema asume que la culpa de las
injusticias no es del sistema político sino del individuo.
En una sociedad en la que los intereses individuales
priman sobre los grupales, el acceso a las protestas
se ve dificultado por la falta de cohesión grupal como
fuerza cimentadora. Por lo tanto, las organizaciones
de movimientos deben enfatizar su capacidad para
actuar colectivamente y, al mismo tiempo; intento de
transformar la identidad colectiva en una identidad
colectiva politizada. De esta forma, los organizadores
lograrán superar los argumentos sistémicos que
culpabilizan al individuo (Duncan et al., 2012). No
obstante, el proceso a través del cual se politizan las
identidades sociales aún no está claro (van Zomeren,
et al., 2008) y existe la necesidad de seguir esbozando
cómo funcionan en futuras investigaciones. Conciencia
de grupo (Klandermans &
Simon, 2001) parecería ser fundamental en este
proceso; esta conciencia se fortalece cuando se
señala a un exogrupo como responsable de la
situación injusta y se enfatizan las capacidades
colectivas frente a las individuales.
Este proceso identitario también involucra emociones
dado que en el ámbito de la protesta estas emociones
son colectivas; son emociones grupales (Smith, 1993;
van Zomeren et al. 2004; Rimé, 2012). Enojo
REVISTA DIVERSITAS - PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 12, No. 2, 2016
ha sido la emoción predominante. Los modelos
actuales de acción colectiva defienden que los individuos
participarían en protestas porque se sienten enojados
con los agravios o las injusticias. Por el contrario, en
el estudio de Alberici et al. (2012), un activista
reconoce en una entrevista que: “... cuando digo 'ira',
me refiero a una ira positiva... Esa ira es positiva
porque me impulsa a hacer algo para deshacerme de
la mafia. Entonces, tal ira no es un sentimiento
destructivo”. En este ejemplo podemos ver cómo la
ira puede tener un carácter constructivo y puede estar
vinculada con emociones de naturaleza positiva. Las
emociones positivas pueden canalizar la ira hacia la
protesta (Sabucedo & Vilas, 2014), y a su vez, en
general, proporcionan bienestar a las personas (Klar &
Kaser, 2009).
Si la esperanza es una fuerza motivadora fundamental
para los seres humanos (Dinerstein & Deneulin,
2012), también debemos señalar el poder
desmovilizador que tendría la desesperanza. En este
caso, la gente asume que el estado de cosas está
dado y que no se puede hacer nada para cambiarlo
(Martín-Baró, 1998). Inyectar esperanza puede
aumentar las expectativas de éxito en una movilización,
por lo que se vincula con el componente de eficacia
(Bar-Tal, 2006; Paez et al., 2013), pero una eficacia
a largo plazo que permite acciones sostenidas en el
tiempo . El optimismo y el orgullo son emociones que
también se encuentran en el espectro emocional del
activista. Deben tenerse en cuenta emociones
grupales positivas fuertes, como el orgullo, que
pueden vincularse con sentimientos de superioridad
moral frente a la inmoralidad de los oponentes. En
este campo aún queda mucho por explorar, de ahí la
necesidad de incorporar estas emociones en futuras líneas de invest
Otro aspecto a tener en cuenta en las próximas
investigaciones es el papel del contexto y el
reconocimiento de diferentes momentos de protesta.
Ya hemos mencionado que el contexto nos
proporciona pistas para conocer el peso de los
motivos de participación. Teniendo en cuenta distintos
escenarios podemos identificar si las movilizaciones
tienen un objetivo más o menos cortoplacista; ya sea
que busquen cambiar propuestas políticas, expresar
valores o afirmar identidades. En cada caso los
motivos de participación y las relaciones entre ellos
serán diferentes. También debemos tener en cuenta que
177
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Xiana Vilas, Mónica Alzate, José Manuel Sabucedo
La realidad de los movimientos sociales se compone de diferentes
momentos. Todas las variables que hemos visto juegan un papel
importante en un momento del comportamiento de protesta
colectiva. Por ejemplo, la injusticia percibida y los sentimientos
de identidad deben anteponerse a la obligación moral; ya hemos
mencionado cómo las emociones positivas pueden canalizar la
ira para empujar a las personas a actuar, siendo así la ira primero
(Sabucedo & Vilas, 2014). Para averiguar cuáles son estas
relaciones y en qué momento de la protesta aparecen, se
necesita más trabajo.
En definitiva, en este estudio hemos avanzado en la construcción
de un modelo integrador de movilización social que introduce
cambios significativos respecto a los anteriores. Las
investigaciones futuras incluirán determinar qué elementos son
esenciales en la protesta en cada contexto y en cada momento,
brindando una visión del ser humano menos instrumental pero
no necesariamente menos racional; y haciéndola capaz de ser
movilizada también por motivos morales ya través de emociones
positivas.
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