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UP6

Lorena (38 años) es madre de cinco hijos. Trabaja en casa de familia dos veces por semana y es
recolectora de hortalizas en una huerta comunitaria de la zona. Le comenta al médico que
estuvo trabajando al sol durante 6 horas. Bebió algo de agua pero no comió nada. Hacía calor y
había transpirado bastante. Mientras estaba agachada, con la cabeza hacia abajo, escuchó que
dos de sus hijas que la acompañaban ese día (no tiene con quien dejarlas) estaban peleando a
los gritos. Se levantó bruscamente para reprenderlas. Al hacerlo, sintió como su corazón se
aceleraba y pensó que iba a caerse. Su compañera de trabajo, al verla pálida y sudorosa, la
acompañó hasta el centro de salud.

Al leer este problema llaman mi atención dos aspectos: uno de ellos el puramente clínico, aunque
claramente influenciado por el otro aspecto, que es la gran cantidad de responsabilidades que
recaen sobre Lorena, las cuales constituyen verdaderas cargas.

Sería conveniente primero analizar el contexto en el cual se desarrolla este episodio clínico para
poder identificar lo que lo determinó, de esta forma veremos el impacto sobre su proceso de salud
enfermedad.

Como primera carga podríamos identificar el trabajo insertado que incluso en el caso de esta
mujer es doble: el trabajo en casas de familia y en la huerta.

Como si esto fuera poco, debe cargar con la responsabilidad que impone nuestra sociedad sobre el
género femenino de la crianza de los niños y de las tareas domésticas (trabajo doméstico), hay
que tener en cuenta que tiene 5 hijos y no tiene donde dejarlos por lo que nunca se libera de esta
tarea ni siquiera en las horas que cumple fuera de su hogar. Todo esto determina en la vida de
Lorena lo que se conoce como “jornada interminable”. Cabe aclarar que esto no es igual en todas
las mujeres, sino que va a estar determinado por numerosos factores como los de clase social,
cultural, etc (analizando desde el nivel particular- castellanos) determinando una desigualdad no
solo entre género masculino y femenino sino también intragenérica.

Por último, existe una última carga que determinará el perfil de salud enfermedad de la mujer, y
es el desgaste propio de la procreación, ya que para muchas mujeres el ejercicio de la sexualidad
está enmarcado en el hecho de ser un objeto sexual del otro. A pesar de no identificar
específicamente esta carga al leer la situación problema hay que reconocer que influirá sobre las
posibilidades y decisiones de las mujeres.

Ahora si habiendo analizado a groso modo el aspecto más social, podemos centrarnos en la
manifestación física.

En primer lugar Lorena describe que estuvo trabajando varias horas bajo el sol, (lo que incluso si
analizamos desde una visión más holística como la anterior debemos identificar que no
corresponde), que hacía calor, no había comido, había bebido poco agua y perdido mucha por
transpiración.
El calor en el ambiente posiblemente haya superado su temperatura corporal, lo que la lleva a
ganar calor por radiación, convección y conducción desde el aire circundante, siendo la única
forma de entregar calor al medio a través de la evaporación de agua, es decir mediante la
transpiración dada por la propia respiración y a través de la piel. En este punto la piel de Lorena se
encontraría colorada por la dilatación de los vasos cutáneos y el aumento de flujo a este nivel para
una mayor disipación de calor.

Si al hecho de haber perdido agua como consecuencia de la termorregulación, sumamos el que


haya bebido poca, se producirá un desequilibrio entre la pérdida y la ganancia, superando la
primera a la última. La disminución en el líquido corporal lleva a una disminución de la volemia, lo
que trae aparejado una caída en la presión arterial.

Por otro lado, el no haber comido nada por 6 horas o más lleva a una caída de los niveles de
glucosa en sangre, es decir, disminución de la glicemia.

Como si todo eso fuese poco (caída de la PA, caída de la glicemia, aumento de la temperatura
corporal), Lorena, que se encuentra agachada con la cabeza hacia abajo se levanta bruscamente.
Así se produce un cambio en las presiones que determinan el flujo sanguíneo hacia las distintas
porciones del cuerpo:

 en un primer momento la cabeza estaba hacia abajo por lo que podemos considerarla a
nivel del corazón. En esta posición las únicas presiones que determinan el movimiento de
la sangre hacia el encéfalo son la hidrostática y la presión cinética (para obtener valores
de presión se divide energía – bernoulli, sobre volumen);
 al levantar bruscamente la cabeza, se sumará una presión que tiende a hacer caer la
sangre (es decir que se trata de una fuerza que se opone al flujo hacia arriba) y es la
presión gravitacional, determinada por la altura. De esta forma se debería realizar un
ajuste inmediato que permita aumentar la presión con la que expulsa la sangre el corazón
para así poder vencer esta resistencia y hacer llegar el flujo hacia el cerebro. Pese a que
existen mecanismos encargados de esto como los reflejos barorreceptores, la rapidez con
la que se efectúa el cambio de posición muchas veces no permite realizar el cambio y se
produce la isquemia momentánea del tejido nervioso.

Frente a la isquemia cerebral los mecanismos iniciados por el organismo estarán orientados a un
aumento del flujo a este nivel. De esta forma se activará el sistema simpático el cual permitirá un
aumento en la función de bomba cardíaca a partir de un incremento de la frecuencia cardíaca,
signo que es descripto por Lorena como uno de sus síntomas, y de la contractilidad (fuerza de
contracción); aumento de la resistencia periférica total a partir de la vasoconstricción en tejidos
periféricos como el cutáneo, lo que se traduce en su palidez, para el aumento de la presión arterial
y la redistribución del flujo priorizando la vascularización de los órganos vitales como el cerebro y
el corazón.

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