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GONGALO DE BERCEO
LIBRO I: vida del santo
El santo ya apuntaba desde pequeño ser un niño bueno, mesurado, sin vicio y tener bondad
innata (todo santo debe demostrar su santidad ya desde su infancia). Cuando fue algo mayor, su
padre le ordena cuidar de las ovejas lo que hace con gran devoción. Quiso luego estudiar para
obtener las órdenes, lo que consiguió en breve tiempo, por su natural condición y por la devoción
que mostraba. Estuvo de arcipreste en su tierra durante año y medio, pero al darse cuenta del vicio
que constituía el mundo quiso apartarse de él para servir a Dios y se hizo ermitaño, vida por la que
sufrió muchas penalidades.
Tras un tiempo sufriendo esta vida de "lazerios", descenció de los yermos a San Millán para
hacerse monje, donde demuestra desde el principio su bondad y devoción. El abad del monasterio,
para probar su voluntad, lo envió a Santa maría de Cañas, una iglesia anexa a San Millán que
estaba en ruinas. Él aceptó de buen grado y pidiendo limosna y trabajando la tierra con sus propias
manos y esfuerzo, recompuso medianamente la iglesia. Los monjes de San Millán reclamaron su
vuelta y el abad lo hizo prior.
En una ocasión, Don García, rey de Navarra se dirigió al convento para reclamar sus tesoros;
pero el abad y Santo Domingo le plantaron cara y no se dejaron intimidar por el rey. Pero el abad
fue sobornado y el rey, al haberse enfrentado a él hizo que echaran al santo y lo colocaran en "un
pobre logarejo". Él, acostumbrado a este tipo de vida, la soportaba sin apuros y, conociendo esto,
el rey le impuso un gran tributo que, naturalmete, no podía pagar. Tras ir a hablar con el rey y
acusarle este de robo y de tener grandes fortunas escondidas, se fue de aquella tierra a la de
Fernando I, hermano de Don García, que lo recibió de buena gana e incluso le otorga un
monasterio en la región de Silos que estaba en ruinas, muy empobrecido. Levantó el monasterio a
base de mucho trabajo. Una noche tuvo el sueño de las "tres coronas" junto con otras visiones; fue
nombrado abad.
Se cuenta que, en vida, el santo tuvo poderes proféticos y para demostrarlos, Berceo cuenta
cómo fueron trasladados los cuerpos de tres mártires desde Ávila a San Lorenzo de Arlanza y
cómo otros abades llevaron reliquias a sus respectivos monasterios menos él. Cuando sus monjes
le preguntan el motivo de esto, él les profetiza que no han de tener motivos para preocuparse pues
tendrán reliquias suficientes (naturalmente se refiere a las suyas propias una vez muerto).
Aldo Ruffinatto hace una división más dentro de este libro. La estrfa de transición que marca el
paso de una parte a otra es la 222.
a) vida del santo desde su nacimiento hasta su instalación en el monasterio de Silos (1-221)
b) quehacer profético y visionario (222-288)
En este segundo libro, Ruffinatto también ve una separación entre las dos partes de este libro
señaladas por una estrofa de transición, la 487:
a) milagros facilitado por el santo antes de su muerte (289-486)
b) descripción de su muerte (487-532).