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acontecimientos? Por ejemplo, antes de la guerra, el fascismo no pudo vencer en Francia, pese a que se
intentó implantarlo. Acaso era inevitable la <revolución cultural> maoísta en China? Se sabe que había en
ese país fuerzas capaces de impedir la caída de China en ese abismo de anarquía y arbitrariedad. Todo eso
quiere decir que, en cada caso concreto, la marcha de los acontecimientos podía tanto haber sido ésa como
otra. Todo dependía de los hombres, de sus concepciones, aspiraciones, diligencia y fuerza. De reconocer
natural y lógico el curso de estos acontecimientos, la actividad de los hombres y su iniciativa se reduciría a
cero o, todo lo más, a algo insignificante. èAcaso el reconocimiento de las leyes objetivas de la historia no
descarta la significación propia e independiente de la actividad? と Acaso es incompatible el principio de la
actividad con el reconocimiento de que la marcha de la historia obedece a la acción de leyes objetivas?
La historia de la ciencia social muestra que esta antinomia ha ocupado las mentes de muchos pensadores, y
éstos, por lo común, solían elegir una de sus partes. Unos reconocían que la marcha de la historia era
fatalmente inevitable y que los hombres tenían la falsa idea de que hacían lo que querían, mientras que, en
realidad, hacían lo que les imponía la implacable necesidad (o la suerte, o las fuerzas supremas). Otros, al
contrario, dando prioridad a la actividad hacían caso omiso de toda ley de la historia.
Dóndeestá, pues, la verdad? Se descartan, efectivamente, estas dos tesis la una
a la otra o se las puede unir? Resulta que no sólo se puede, sino que se debe unirlas. Ni la concepción
fatalista de la historia, que lo proclama todo inevitable y convierte al hombre en un títere, ni la concepción
voluntarista y subjetivista ofrecen las necesarias bases para conocer la realidad histórica. El fatalismo
conduce siempre al absurdo, ya que erige la casualidad en imperativo histórico. Y el voluntarismo,para el
que la marcha de la historia sólo es producto de la creación libre de los hombres, de su voluntad libre y de la
libre fijación de las metas, tropieza también con muchos problemas que no puede resolver. Por ejemplo, iqué
explicación tienen, partiendo del voluntarismo, el hecho capital de que los resultados de la actividad en la
historia sean a menudo diametralmente opuestos a los objetivos planteado por los hombres?El hombre
procura el bien, pero, a veces, hace el mal. Por algo se dice que de buenas intenciones está empedrado el
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camino del infierno. La disparidad entre los objetivos planteados, y los resultados de la actividad
atestigua que en la historia actúan fuerzas no controladas por los hombres, fuerzas que determinan, en
última instancia, los resultados concretos de la actividad. Las leyes objetivas existen tanto en el medio
exterior que rodea la sociedad como dentro de la misma. Ahora bien, para unir la actividad de los
hombres a las leyes del desarrollo social, sin privar de sentido creador la actividad, se requiere la
dialéctica, la cual permite superar el espíritu unilateral del modo metafísico de pensar.
Cada nueva generación que se incorpora a la vida de la
sociedad encuentra condiciones sociales ya plasmadas y actúa
sobre la base de ellas, reproduciéndolas o modificándolas. Dichas
condiciones crean determinadas posibilidades para una u otra
actividad y de ellas dependen los medios materiales y espirituales
de dicha actividad. El nivel de desarrollo antes alcanzado entraña
cierta suma de problemas sociales de los que los hombres
adquieren conciencia y cuya solución se convierte en tarea suya.
Asi se explica que no se pueda separar la actividad de las
condiciones objetivas en que se lleva a cabo. La presencia de
estas últimas no merma la importancia y la independencia de la
actividad del hombre, ni mucho menos. Muy al contrario,permite
comprender mejor esta actividad. La conexión de los tiempos
historicos prueba también la existencia de tendencias
predominantes en los cambios que se operan en la sociedad, es
decir, de las leyes que presiden la marcha de la historia y
expresan el aspecto esencial de la realidad histórica. El
planteamiento teórico general del problema de la conexión entre
las leyes sociales objetivas y la actividad de los hombres consiste
en lo siguiente. En primer lugar, la actividad de los hombres entra
en la cadena objetivamente necesaria de acontecimientos que
integran el proceso histórico.Los hombres producen lo
indispensable para vivir, perfeccionan los instrumentos de
trabajo, se esfuerzan por lograr los objetivos planteados, luchan
para mejorar las condiciones de su existencia, etc., con lo cual
crean su vida social, que corre ininterrumpidamente, cada hora y
cada minuto. Al margen de la actividad práctica de los hombres ni
siquiera cabe hablar de leyes del desarrollo social. Pero,la
dialéctica de la historia es tal que el hombre modifica las
circunstancias bajo el efecto de las propias circunstancias, que las leyes del desarrollo social
manifestándose sólo en la actividad
práctica de los hombres, determinan también el contenido y el
sentido de dicha actividad. La victoria del socialismo en todo el
mundo es inevitable. La determina la acción de las leyes del desarrollo social en la época contemporánea.
Sin embargo, esa victoria sólo se puede lograr a través de una lucha abnegada de las fuerzas sociales de
vanguardia, que superan la resistencia de la vieja sociedad, sólo a través de la actividad práctica de
cientos de millones de seres humanos.
En segundo lugar, las leyes no determinan más que la dirección general del proceso histórico, mientras
que la marcha concreta de la historia, el <dibujo> detallado de dicho proceso, así como las formas y el
ritmo de desarrollo, los determinan causas más concretas, comprendida la iniciativa creadora del
hombre.La sociedad se desarrolla con arreglo a leyes objetivas y la persona se ve limitada en sus acciones
por determinadas condiciones materiales. Pero dentro del marco de la necesidad objetiva -que es bastante
extenso-, el hombre puede adoptar distintos acuerdos, tener las más diversas iniciativas en consonancia
con sus intereses, con su idea de las condiciones objetivas, con las circunstancias concretas de la
actividad, etc. El que los actos humanos estén determinados por unas y otras condiciones no debe
interpretarse como determinismo mecanicista, ya que la persona no es una partícula mecánica, y sus actos
no son idénticos al movimiento de un cuerpo mecánico bajo el efecto de un impulso exterior. Cada pueblo
tiene su propia historia, aunque en todos los países de igual régimen socioeconómico actúen leyes
similares. Por eso no se puede contraponer el reconocimiento de las leyes objetivas del desarrollo social
carácter creador de la actividad humana en la sociedad. Esta actividad es la fuerza que mueve el
desarrollo de la sociedad y crea, en el sentido estricto de la palabra, la historia en toda su diversidad
concreta.
Por tanto, los hombres son los que hacen la historia, pero no la hacen a su antojo, sino con arreglo a las
condiciones objetivas y las leyes sociales. Estas últimas existen, indiscutiblemente, pero su acción no es
fatal, ya que se manifiestan, a través de la actividad, en el choque de las diversas fuerzas sociales, y no
prescriben, ni mucho menos, la marcha concreta de la historia.
Lenin subrayó con gran fuerza esta idea: <El marxismo se diferencia de todas las demás teorías
socialistas por la magnífica unión de una completa serenidad científica en el análisis de la situación
objetiva de las cosas y de la marcha objetiva de la evolución, con el reconocimiento más decidido de la
importancia de la energía revolucionaria, de la creación revolucionaria y de la
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iniciativa revolucionaria de las masas, así como, naturalmente, de los individuos, de los grupos,
organizaciones y partidos que saben hallar y establecer relaciones con tales o cuales clases>.3
El enfoque sensato y sereno de la realidad se opone al arbitrio aventurero de izquierda; el reconocimiento
del papel de la iniciativa creadora, de los propósitos nobles y de la energía revolucionaria de las masas, se
opone a la adaptación oportunista a las condiciones con que se cuenta.
El enfoque dialéctico materialista de la historia es la unión del realismo sensato con la visión revolucionaria
y clara del objetivo.
Este enfoque impone, por una parte, la necesidad de desarrollar constantemente la teoría y de ponerla a
tono con la cambiante situación histórica y, por otra, la necesidad de sostener una lucha intransigente
contra los distintos enemigos del materialismo histórico, que se valen de cada nuevo zigzag de la historia,
de cada dificultad del conocimiento, para atacar la teoría cientifica del desarrollo social. Precisamente este
enfoque de la historia es inherente al movimiento global progresista que pretende superar el actual
ordenamiento social capitalista, guiándose por el conocimiento que nos brinda la ciencia de la sociedad y,
además, haciendo todo lo posible por seguir desarrollándola, ocupándose intensamente de los problemas
teóricos y del desarrollo creador de la teoría.