Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En el marco de la expansión del capital trasnacional y las políticas neoliberales de los años
noventa del siglo pasado, Minera Alumbrera (Ltd.) se instaló en el oeste de la Provincia de
Catamarca, conformándose como el primer laboratorio para la experimentación de la
megaminería a cielo abierto en el país. Este proyecto inició su construcción en el año 1995 y su
explotación en 1997, a cargo de una unión transitoria de empresas (UTE) constituida por la
empresa estatal YMAD (Yacimientos Mineros Agua de Dionisio) con Minera Alumbrera
Limited controlada por Xstrata PLC hasta 2013, cuando Glencore (UK y Suiza) se convierte en
el titular del contrato confidencial UTE con la República Argentina.
Desde los primeros años, los diversos gobiernos nacionales y provinciales han sembrado el
relato del modelo minero como única vía de “modernización y desarrollo” para la provincia,
generado una profunda reconfiguración en las dinámicas de la vida: económicas, ecológicas,
políticas, psíquicas, sociales, culturales, espirituales, etc. (Machado Araoz 2009, 2015).
A su vez, varios estudios en otros países han dado cuenta de cómo el extractivismo minero ha
afectado las bases sociales y ecológico-productivas de las economías rurales (Bury 2007;
Damonte 2007); otras investigaciones se han centrado en entender cómo la conflictividad
minera afecta los tejidos comunitarios de las localidades donde se radican (Bebbington 2007;
De Echave et al. 2009; Hoetmer et al. 2013). Sin embargo, las perspectivas de análisis
nombradas han contemplado parcialmente la mirada que puede darse desde un estudio que
contemple el sistema de sexo-género colonial moderno (Lugones 2008) y la matriz de opresión
múltiple (Hill Collins 1990), como dimensiones claves para entender los efectos que produce la
megaminería en los cuerpos y los territorios sacrificables para el capital.
Este abordaje no lineal del tiempo y las transformaciones producidas por el impacto de minera
Alumbrera en las prácticas de cuidado, producción y reproducción de la vida, implica un
ejercicio genealógico feminista (Ciriza 2015) que contempla la construcción de una trama
transhistórica desde las memorias y narrativas de las mujeres y los diferentes archivos (De Oto
2018) o fuentes recolectadas, posibles de ser excavados y analizados respecto de los procesos de
larga data, coloniales y estatales en la región, como así también de los procesos de lucha y re-
existencias que se sucedieron en torno a las múltiples violencias ejercidas sobre los cuerpos de
mujeres desde la colonial modernidad.
1 Siguiendo a Ochy Curiel (2013) y los planteamientos teóricos del feminismo descolonial y el lesbofeminismo
autónomo latinoamericano, entenderé por “mujeres” una categoría social-cultural construida políticamente,
resultado de la ideología de la diferencia sexual que deriva de la división sexual del trabajo en diferentes
sociedades y de la concepción moderna-patriarcal sobre los cuerpos sexualizados desde la diferencia respecto
del universal Hombre. Reconociendo que la categoría “mujeres” puede invisibilizar las diversas expresiones
corporales que se autoperciben o son adscriptas a “lo femenino” (lesbianas, travestis, trans, queer y no
binaries), asumo que dicha categoría me permitirá realizar en este trabajo una articulación política de las
opresiones comunes en torno a la alterización sexo-genérica.
Las preguntas se reformulan en el mientras tanto de la investigación, pero todas giran en torno a
realizar una arqueología del extractivismo minero entendido como expresión moderna del
sistema Patriarcal colonial-capitalista-estatal. Las preguntas son muchas, y lejos estoy/estamos
de tener respuesta a todas ellas. Sin embargo, compartirlas como interrogantes para ponerlas en
tensión, en debate, expuestas de forma cruda, para repensarlas con otras, otros y otres, me
parece un ejercicio necesario en esta instancia de mi trabajo.
¿Qué sucede y qué sucedió con las mujeres y sus dinámicas de vidas -singulares y colectivas-,
en los departamentos de Belén, Santa María y Andalgalá desde el desembarco de Minera
Alumbrera en sus territorios hasta la actualidad? ¿Qué procesos de cambio económicos-
sociales-culturales son percibidos por las mujeres y sus familias en la dinámica social? ¿Qué
conflictos, tensiones y negociaciones se han sucedido en este tiempo?
¿Cuántas mujeres y sus familias han sido desplazadas, desterritorializadas y despojadas de sus
lugares de vida por el impacto de la megaminería a cielo abierto? ¿Cómo ha sido el proceso de
reasentamiento y reorganización de la vida de estas mujeres? ¿Ha habido impactos,
transformaciones y continuidades de las formas políticas previas de producción y reproducción
de los medios de existencia?
Es por ello que este posicionamiento se teje con una práctica territorial, que entrama nuestro
devenir feminista en el contexto extractivista, que hemos nombrado feminismo en territorio y
que también hemos intentado narrar en talleres vivenciales en espacios comunitarios, jornadas,
encuentros y algunas presentaciones con compañeras del Observatorio Feminista de
Catamarca2 (Gamboa et al. 2018, Gamboa 2019, Gamboa et al. 2019).
Uno de esos espacios de reflexión y construcción política, de compartir, poner en cuestión y re-
significar saberes y conocimientos, ha sido lo que nos dimos en llamar (ambiciosamente)
Encuentro Plurinacional de Feministas Antiextractivistas del Sur, realizado en la localidad de
Famatanca, Dpto. Santa María (Catamarca) este verano de 2019 –días previos al casamiento de
la compañera que nos recibió en su finca (sí, encuentro feminista y acollaramiento), entre cocina
y huertas-, con algunas compañeras feministas de asambleas socioambientales de la regional de
la UAC Cuyo-Noa3, de comunidades indígenas de la región y de la organización FemiCoyas de
Santa María.
Situar las experiencias, las memorias y las narrativas propias, de otras mujeres, de nuestros
linajes maternos, del territorio, son parte de la metodología que construimos para contar nuestra
historia, para analizar nosotras mismas el impacto del modelo extractivista sobre nuestras raíces,
nuestros devenires, nuestros amores, nuestro caminar y nuestras prácticas de cuidado,
producción y reproducción de lo común; y así también, sanar.
2 Espacio colectivo feminista que integro actualmente, como tallerista e investigadora independiente.
https://www.facebook.com/observatoriofeministacatamarca/
3 La UAC es la Unión de Asambleas de Comunidades (ex Unión de Asambleas Ciudadanas), que tiene sus
espacios de encuentro y discusión regionales. Catamarca junto con La Rioja, San Juan, Mendoza, Tucumán,
Salta y Jujuy, conforman la Regional Cuyo-Noa. https://asambleasciudadanas.org.ar/
Pretendo traer aquí una mirada feminista de las tensiones territoriales que se suceden tanto en el
oeste catamarqueño como en la capital catamarqueña donde vivo actualmente, desde los relatos
y memorias de diversas mujeres con quienes he trabajado en esta primer etapa de la
investigación, con la intención de poner en diálogo y sujetar a la crítica el abordaje que vengo
realizando en mi trabajo de investigación como activista feminista antiextractivista.
Como disparadores, quisiera compartir algunos interrogantes y reflexiones que han surgido en el
proceso dialógico en curso, en entrevistas singulares pero principalmente en las conversaciones
colectivas, en los encuentros y talleres realizados durante la última mitad del año 2018 y lo que
va del 2019, que han surgido muchas veces problematizando consignas feministas
internacionales, que el poder se las ha devorado, y que muchas veces repetimos casi sin
pensarlas en territorio.
¿NO es No? ¿Qué pasa cuando las mujeres decimos NO y expandimos el universo del “No”
vinculado a lo sexual y lo pensamos en el pluriverso de la emancipación cuerpo-tierra,
recomponiendo el metabolismo social entre el binomio moderno Naturaleza-cultura? ¿Qué pasa
cuando el NO es respecto a la supervivencia y la reproducción-cuidado de la vida toda, humana
y no humana?
La contradicción nos habita, y si bien reivindicamos muchas veces la consigna “Mi cuerpo es
mío”, en el masticar esta certeza, algo se nos mueve y nos pone en dudas: ¿no encierra acaso
4 Los poblados afectados directamente por la Planta de Operaciones, en particular por los desechos arrojados
al dique de colas que produjo filtraciones en la Cuenca del Río Vis Vis, son Amanaos y Vis Vis del Dpto.
Andalgalá. En el caso de Amanaos es significativo el impacto en la desterritorialización sufrida por sus
habitantes. Los datos censales registran que en el año 1991 -antes de la instalación de Minera Alumbrera-
vivían 98 personas, disminuyendo a 49 personas cuatro años después de la instalación, pasando a ser 29
habitantes según último censo 2010. El caso de la Familia de Rosalinda Flores Casas–antiguos habitantes de
Vis Vis denunciantes civiles de Alumbrera- ejemplifica esta situación: la pérdida de potabilidad del agua, de
sembradíos y ganado, es decir, de la capacidad re-productiva de la tierra y las personas, ha desplazado a la
familia de su territorio.
esta idea una lógica racional-occidental moderna de entender al cuerpo como propiedad
privada? como “objeto” desconectado del tejido de la tierra.
Despatriarcalizar el propio feminismo. ¿Qué pasa con el feminismo urbano que cree las
“mujeres del interior” están más oprimidas que aquellas “empoderadas y sororas/fraternas” de la
ciudad? ¿Qué pasa con las decisiones de las lesbianas, travestis y trans por fuera de la
institucionalidad estatal? ¿Queremos ser incluidas en la estructura heternormativa del Estado?
¿Esa es nuestra disputa? ¿la igualdad, la paridad, el poder? ¿A quiénes nos queremos igualar?
¿Al Hombre individuo/modelo que definió la modernidad como “sujeto de derechos”?
¿Qué legitimarán las mujeres en el poder ocupando el 50% de los cargos parlamentarios? ¿A
quiénes beneficia esta ley? ¿Es casual que sea una política internacional bajada a todos los
países del llamado “tercer mundo” y que argentina sea la primera en sancionarla? Si quien nos
manda a reprimir es una gobernadora y una presidenta ¿es menor la violencia? ¿Qué pasa con la
racionalidad masculina moderna del mundo encarnada en “cuerpos de mujeres” que ocupan
lugares del poder?
¿Qué nos dejó Minera Alumbrera a (algunas) mujeres que habitamos Catamarca desde
las Resistencias asambleadas?
La voz de quien intenta sintetizar con palabras las emociones que brotan ante semejante vacío,
nace desde las tripas y se expande por todo el cuerpo; es una voz vibracional que implica
muchos silencios, suspiros, dolores y movimientos corporales que manifiestan desde otros
lenguajes la herida del cuerpo-territorio y el territorio-tierra, la herida colonial de la que nos
habla Silvia Rivera Cusicanqui y tantxs otrxs luchadorxs de nuestra Abya Yala.
En el decir escuchando, en la escucha política del compartir, del diálogo como encuentro sin
jerarquías (cualquier forma de diferenciación bases de la sociedad racista occidental
heteronormada: clase, raza, género, edad, etnia, prestigio/trayectoria, etc.), se produce el
ejercicio de la memoria histórica, entramada, colectiva, que nos permite hilar fino, bien finito
como lana de vicuña, el proceso del cual somos parte, que nos remonta a pensarnos mirando el
pasado, como posición política para disputar el futuro generacional. Así, limpiamos los vellones
de ideas, sacamos (algunas) basuritas con las que nos han contaminado la percepción, y
conectamos las desigualdades de género previas al proceso de conquista de nuestramérica, con
la instauración de nuevas formas de violencia, sistematizadas en la producción de un sistema
mundo moderno/colonial que en nuestros territorios tiene sus propias particularidades, sus
concreciones geohistóricas, y comenzamos a trazar correlaciones entre la feminización de la
naturaleza, la deshumanización de las mujeres, las disidencias, lxs negrxs, lxs indixs, lxs
migrantes, lxs otrxs: las, los y les de abajo.
“Los impactos de minera Alumbrera se notan cuando se habla cómo era antes la subsistencia...
el trabajo en la casa, en la finca, era repartido. Vivian varios en la casa. La finca daba la
subsistencia de las familias. Si bien las mujeres tenían el cargo de las tareas domésticas, los
varones también participaban en algunas cosas, ya sea la carneada del animal, obviamente la
parte de agricultura era lo mismo, había una reciprocidad en lo familiar... con la llegada de la
megaminería se cambia el paradigma, como en muchos lados que el campo es abandonado, y
acá el trabajo de finca también se empieza a subestimar y a considerarlo trabajo de pobre. Y
bueno, la gente empieza a dejar la finca, se va cambiando, se va urbanizando en algún
aspecto... y con la esperanza de entrar a la mina... Acá más que nada el varón tiene esa
expectativa de entrar a la mina. Por ahí nunca lo logra, porque el porcentaje de personas que
trabaja con respecto a todo los que son trabajadores, es muy bajo... no es significativo. Pero
igual se vive de esa fantasía de que uno va a entrar a la mina. Lo que hace la minería, es que
se abandone las economías regionales, agricultura, artesanía, turismo... no se pone la energía
en esos trabajos... estamos siempre a la espera de entrar a la mina. Los que lo logran se vuelve
un asalariado, y al abandonarse la finca, las mujeres obviamente solas no pueden hacer ese
trabajo de la finca porque es duro, y hay como un retroceso porque tiene que depender del
hombre en el salario, pierde mucha autonomía al tener que depender de su esposo-compañero
que va a trabajar a la mina, y bueno depende de ese sueldo.
Otra cosa que genera todo esto, es la exacerbación de la masculinidad. Eso de tener el dinero,
de tener más ingreso que cualquier otro sueldo promedio que pueda tener un docente o
cualquier otro trabajo que se haga aquí. Eso ha vuelto a los varones... los ha vuelto más...
este... prepotentes. Se le da mucha importancia a la casa de dos pisos, a tener la hilux (...) es
como un símbolo de poder, de masculinidad, y eso ha embrutecido a los hombres en algún
aspecto y ha embrutecido el vínculo con las mujeres (...)
Claro que tuvo un impacto negativo, porque se ha perdido la mirada hacia lo comunitario. Con
la llegada del extractivismo lo comunitario ha pasado a ser una cosa de pobre o de indio, eso lo
he escuchado, “que la finca es cosa de indios”, y se fue hacia lo individual, ganar dinero y que
solo importe eso, no importa los efectos negativos y ambientales -que son obvios y todo el
mundo conoce- que tiene la megaminería en lo ambiental, sino lo que importa es el dinero. Y
bueno. Grandes dificultades con los vínculos hacia las personas y hacia la naturaleza, porque
no se respeta nada. El mismo vínculo que se plantea hacia lo femenino, hacia la mujer, también
es el mismo vínculo que se hace con la Pachamama, con lo femenino de la tierra. Esa cosa en
general, como con los rally, esa cosa de meterse e ir y romper... que son lugares que tienen que
estar protegidos, se va y se los rompe. No importa si matan plantas o animales, esa cosa de ir a
cazar está bien aquí, bien presente, exacerbadas en las prácticas masculinas típicas de
mineros...5
c) nuestros cuerpos son constituidos como objetos de consumo para la sexualidad masculina
heteronormada que transita y habita las zonas operativas de la mina, entre otras violencias y
modificaciones de nuestras subjetividades.
El dolor y la angustia, las crisis y la ruptura del imaginario colectivo sobre “nuestra identidad”,
“la patria”, “los derechos”, son costos y aperturas políticas que Alumbrera nos dejó.
Transitamos momentos de acuerpamientos fuertes, que nos han acercado a muchas personas,
pero también nos significaron rupturas al interior del entramado familiar, en pueblos como
Belén donde en la mayoría de las familias ya no se puede hablar de la minera, porque duele...
porque hay un hermano, padre, tío o hijo minero. Porque nos han desgarrado internamente, no
sólo en las familias, sino también en las asambleas... donde se ha infiltrado la duda, la
desconfianza y la mala política. Estos sentires reflejan un entramado de violencias que se
remontan a la estructura patriarcal estatal, con sus instituciones de normalización como lo son
las escuelas, y las familias nucleares con sus roles de género, que cuando generamos
corrimientos o rupturas, todo aquello que nos sostiene –la comunidad escolar, los vínculos
familiares, la nacionalidad, etc.- se desaparece y se abre un abismo y un camino de preguntarse
por una misma y el sentido de nuestro quehacer cotidiano. Y sucede que empezamos a enseñar
diferente, a cuidar diferente, a ocuparnos de otras tareas, a dialogar con lxs vecinxs y buscar
organizarnos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ciriza, A. 2015 “Construir genealogías feministas desde el Sur: encrucijadas y tensiones”. En:
MILLCAYAC - Revista Digital de Ciencias Sociales / Vol. II / N° 3 / 2015. Centro de
Publicaciones. FCPyS. UNCuyo. Mendoza ISSN: 2362-616x Pp. 83-104.
Espinosa Miñoso, Y. Gomez Correal, D. y K. Ochoa Muñoz. 2014. Tejiendo de otro modo:
Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala. Editorial Universidad del
Cauca.
Federicci, S. 2004. Caliban and the Witch. Women, The Body and Primitive Accumulation,
Autonomedia.
Herrero, Y. 2013. “Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible”. En:
Revista de Economía Crítica, nº16, segundo semestre 2013, ISNN 2013-5254. Pp. 278-307.
Hills Colins, P. 1990. “La política del pensamiento feminista negro” En: ¿Qué son los estudios
de Mujeres? Maryssa Navarro y Catharine R. Stimpson, Compiladoras, (1998) México: Fondo
de Cultura Económica. pp. 253-312.
Linsalata, L. y H. Salazar (2016). Común ¿cómo y para qué? Linzalata y Salazar (Coord.) Ed.
Traficante de Sueños, España.
Lugones, M. 2008. “Colonialidad y Género”. En: Tabula Rasa, Núm. 9. Julio-diciembre 2008.
Pp. 73-101. Universidad Colegio Mayor De Cundinamarca. Bogotá, Colombia.
Gamboa, M., Martínez, V., Márquez, D., Morales, M., Boscatto, S. Y A. Radusky. 2019
Feminismo En Territorio Y Producciones No-Hegemónicas De Conocimiento. Taller del
Observatorio Feminista en las IV Jornadas Latinoamericanas, X Jornadas disciplinares de
Trabajo Social. 25, 26 y 27 de Junio de 2019. San Fernando del Valle de Catamarca, Catamarca.
UNCa.
Gamboa Marianela, Martínez Vanessa y Flavia Gasetua (2018). “Feminismo en Territorio y
lógica de producción de lo Común: relato de experiencias situadas”. IV Jornadas
Latinoamericanas de Humanidades y Ciencias Sociales. III Jornadas de Ciencia y Tecnología de
la Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Catamarca en noviembre de 2018
Machado Aráoz, H. 2012. Naturaleza mineral: una ecología política del colonialismo
moderno. Tesis de Doctorado, Doctorado en Ciencias Humanas, Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional de Catamarca, Catamarca.
Machado Araoz, H. 2015. “Crítica de la razón progresista. Una mirada marxista sobre el
extractivismo/colonialismo del siglo XXI”. En: Actuel Marx/Intervenciones n°19. Segundo
Semestre 2015.
Ulloa, A. (2016) “Feminismos territoriales en América Latina: defensas de la vida frente a los
extractivismos”. En: Nómadas 45 | octubre de 2016. Universidad Central Colombia. Pp. 123-
139.
Wagner, L. y Giraud, M. 2011. Sin licencia Social no hay minería. Incertidumbre científica,
resistencia social y debate político generados por la megaminería en Mendoza.