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Columna

Pluralmente mediático
La regularización es el principal enemigo de la diversidad en los medios

17 de mayo de 2020
Por: Juan Sebastián Ramírez López

El siglo XXI ha traído consigo un gran progreso en términos tecnológicos que han ido de la
mano con el polifacético mundo de los medios de comunicación. El auge de nuevas
plataformas comunicativas permite que los públicos consolidados durante otras épocas se
adapten de manera progresiva a los nuevos métodos informativos y así mismo exista una
democratización de los contenidos ligada a la libertad de expresión y lo que se conoce
como convergencia.
Lo anterior significa un nuevo rumbo para la creación de inteligencia colectiva entre la
sociedad actual, pues como es bien sabido, al estar expuestos a tantas maneras de obtener
información y poder interactuar tanto con personas como con medios, el flujo de contenidos
noticiosos y de debate están cada vez más al alcance de nuestras manos. Sin embargo, esto
ha generado grandes disgustos entre las élites políticas y económicas que han buscado una
regularización mediática con una intencionalidad maliciosamente pretenciosa. Mediante la
eliminación del objetivismo y la libre expresión, dichas élites buscan moldear un
pensamiento uniforme para posteriormente ser transmitido a la colectividad por medio de
las herramientas comunicativas.
Sin duda resulta indignante que estos modelos de pensamiento se quieran expandir a la
gente usando algo tan valioso como lo son los medios de comunicación, pues en esta nueva
era donde hay una senda dirigida hacia la libre circulación de la información, la expansión
de modelos de pensamiento deben dirigirse desde términos culturales, epistemológicos y
ambiguamente ideológicos.
Es cierto que en gran parte del mundo, muchas organizaciones políticas han hecho un
“gran” intento por desregularizar los medios de comunicación con el objetivo de fomentar
la libre competencia y estimular nuevas inversiones en el sector comunicativo. Pero por
más que intenten promover este nuevo modelo de mercado comunicacional, tarde o
temprano sus verdaderas intenciones salen a flote, brindando así una imagen de hipocresía
frente al actuar colectivo que redunda en un accionar de desgano frente a las medidas que
ellos mismos proponen.
Este tema de regularización mediática va muy de la mano con la intervención estatal en los
medios de comunicación. La apropiación de espacios con objetivos gubernamentales dan
cuenta de lo que se podría denominar un “control mediático-oficialista” donde los
contenidos son propiciados desde la perspectiva de un Estado que quiere ejercer vigilancia
en todos sus ciudadanos de manera uniforme. En muchos países donde el lema de la
democracia suele estar muy presente, la gama de contenidos tanto televisivos como radiales
parecieran tener un carácter libre tanto en divulgación como en expresión, no obstante, es
un secreto a voces que cualquier referencia o ataque hacia el gobierno de turno puede
terminar en acciones de censura o retractación, conllevando así a un autoritarismo
mediático.
Y siguiendo con la idea anterior, es cierto que la globalización ha tenido un carácter muy
influyente en los medios de comunicación y por ende en su regulación, estos modelos de
control en los contenidos televisivos y radiales impuestos por unos cuantos países han ido
trascendiendo fronteras no solo internacionales sino también comunicativas. El internet se
ha consolidado en los últimos años como la fuente de interactividad y receptividad
informativa más importante y grande de nuestra época, su magnitud y poder la ha llevado
incluso a combatir los grandes emporios mediáticos que han mantenido una tradicionalidad
comunicativa en la sociedad. A pesar de esto, el intento de las grandes potencias por
censurar y tratar de controlar las fuentes informativas y redes sociales más importantes de
la web, ha puesto en cuestión el papel que dichas potencias juegan en la democratización de
la información en tanto a las ideologías que propagan con mucho esmero, que de la mano
de los medios televisivos y radiales que se han sentido abandonados por el auge del
internet, logran hacerle frente por medio de la desacreditación a los medios virtuales.
Por último, cabe resaltar el papel de las fuerzas de contrapeso a la regularización estatal y
mediática, que a través de la inclusión de una gama de contenidos más desarrollada y
pluralista logra crear una unión entre las audiencias para garantizar una mayor calidad en la
suministración de diversas perspectivas, permitiéndole al público elegir entre varias
opciones para no quedarse tan solo con una arista ideológica y cultural. Las grandes
empresas de medios de comunicación deben tener en cuenta siempre el pluralismo con el
que se deben manejar sus contenidos para no recaer en la regularización que tanto afecta la
calidad de la expansión informativa a nivel general.

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