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Por Fernando Márquez
Número 35
Durante la década de 1970 tuvo lugar una extensa discusión sobre la información
y las relaciones entre los países desarrollados y los tercermundistas. El desfase
entre el Primer y el Tercer Mundo, herencia colonial, originó el llamado a un
"Nuevo Orden Económico Mundial" que implicaba una distribución más equitativa
de los recursos económicos como reparación a la explotación durante el
colonialismo. Pero al colonialismo político no sólo había sucedido otro económico
sino también un colonialismo "informativo": la frase "Nuevo Orden Mundial de la
Información y la Comunicación" (NOMIC) vinculó a la información al debate sobre
la distribución mundial de recursos económicos, haciendo un llamado en lo
relacionado con los recursos de información y comunicación por las mismas
razones (disparidad cualitativa y cuantitativa). Las críticas se dieron desde tres
ángulos:
A principios del siglo XXI, casi treinta años después de que surgió el llamado hacia
un NOMIC, sigue existiendo una dependencia en el campo informativo que divide
a los países desarrollados de los subdesarrollados. Para esta nueva revisión,
sobre la situación de la comunicación y las relaciones entre los países y las
regiones, que tendrá lugar en la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la
Información (CMSI),3 siguen estando pendientes los temas relacionados con la
disparidad en los flujos de información4 y la diferencia en la producción de
contenidos entre las regiones.5
Antes los satélites y los medios de comunicación, ahora las redes y las
tecnologías de la información y la comunicación, aparecen como promesa
de hacer posible el acceso al desarrollo. Pero la superioridad de
infraestructuras, y por lo tanto en el acceso, implica necesariamente un
predominio, pues esta representa capacidades superiores de desarrollo y
explotación a través de la producción y distribución de contenidos. La
discusión sobre los flujos sigue siendo relevante en tanto que: "Suele
ocurrir que las conexiones entre dos ciudades europeas o asiáticas, por no
hablar de las africanas o latinoamericanas, se direccionan primero a través
de un nodo estadounidense."6 Las posibilidades de eliminar la marginación
comunicativa / digital en la sociedad de la información siguen y seguirán
viéndose limitadas en la medida en que pocos países cuentan con las
mismas capacidades para crear y distribuir la información.
La disparidad entre las naciones y dentro de estas de los que tienen y los
que no tienen acceso a Internet, los que tienen los conocimientos o no para
potenciar su uso y los que producen o no sus propios contenidos, la llamada
brecha digital, amplía aún más la desigualdad y la exclusión social. Se trata
de una cuestión no solo de capacidad tecnológica, sino de inclusión social.
El progreso integrador de la sociedad de la información requiere tanto de la fase
instrumental como de la conformación de realidades sociales. La búsqueda por
terminar con la brecha digital (al exterior y al interior de los países) no debe
aparecer solo en función de la cantidad y/o calidad del acceso, sino en el fomento
de vías de apropiación (la capacidad de vincularnos con las nuevas tecnologías y
desarrollar nuevas posibilidades). Mejorar el acceso no se puede limitar al
aspecto netamente instrumental. Si no existe una capacitación que haga
posible un uso inteligente y responsable de las TICs, no importa la velocidad
con la que los datos digitales pueden fluir entre las computadoras.
Notas:
Referencias: