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VÍSPERAS DEL 3 DE OCTUBRE

CELEBRACIÓN DEL TRÁNSITO DE NUESTRO PADRE


SAN FRANCISCO DE ASÍS

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FRANCISCO, EL HOMBRE HECHO BENDICIÓN

INTRODUCCION
Monitor:
La muerte suele ser tenida por una maldición, fruto emponzoñado del pecado de la
humanidad. Sin embargo, la experiencia espiritual de Francisco fue tan profunda e innovadora
que, lejos de verla como una maldición, supo descubrir en ella una fuente de bendición. Llama la
atención, en efecto, según sus biógrafos, Francisco prodigó bendiciones en los últimos días de su
vida: a los hermanos, a fray Elías, al mismo Señor Dios. Francisco no muere desesperado, sino
bendiciendo. ¿Qué otra cosa podía hacer quien estaba persuadido de que todo es un don
maravilloso de Dios?
En esta tarde en que conmemoramos la muerte de San Francisco, acompañemos al
pobrecillo enfermo en el viaje que hizo de siena a la porciúncula, donde habría de morir, y
seamos testigos y beneficiarios de las bendiciones que a lo largo de ese último viaje prodigó a
todos.
Entra el Padre Guardián, Padre Maestro, Padre Vice maestro, Padre Vicario y
Fray Porfirio y se colocan en el altar.

Canto
I.- FRANCISCO BENDICE A SUS HERMANOS
Monitor:
En su testamento escribe Francisco:
Entra Francisco muy enfermo, lo sostienen sus hermanos.

“y después de que el señor me dio hermanos, nadie me mostraba lo que debía hacer, sino
que el Altísimo me revelo que debía vivir según la forma del Santo Evangelio” (test 14). El ultimo
capitulo general de la orden, por su parte, comenta a propósito de este pasaje: “El don del
evangelio está en el origen de nuestra fraternidad. En el testamento de Francisco el don de los
hermanos y el don de la forma de vida evangélica van de la mano” (PdE) 6).
Para Francisco la vocación supone un doble don recibido del Señor: el evangelio como
proyecto de vida y la fraternidad como el lugar donde su proyecto es realizado. Por eso, estando
ya próximo el término de su existencia terrena, Francisco bendice a todos sus hermanos,

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presentes y futuros, pues para él la bendición es una de las maneras de restituir al señor Dios
los dones de él recibidos.
Lector:
De la primera vida de Tomas de Celano y de la leyenda de Perusa (1 Cel. 105. LP
19).
Seis meses antes del día de su muerte, hallándose en Siena para poner remedio a la
enfermedad de los ojos, comenzó agravarse en todo su cuerpo: su estómago, deshecho por la
larga enfermedad, más la hepatitis y los fuertes vómitos de sangre hacían pensar en la
proximidad de la muerte.
Sucedió una tarde que, debido a la enfermedad del estómago, le dio a Francisco por
vomitar con tanta fuerza que arrojo sangre, y así estuvo vomitando sangre toda la noche, hasta
el amanecer. Sus compañeros al ver que casi moría por la debilidad y el dolor de la enfermedad,
le dijeron con mucha pena y derramamiento de lágrimas:
Se acerca un hermano a Francisco

Hermano 1: -Padre, ¿Qué hacemos? Bendícenos a nosotros y a los demás hermanos tuyos.
Y deja además a tus hermanos algún recuerdo de tu voluntad.
Lector: A lo que Francisco respondió:
Francisco:-llamadle a fray Benito de Piratro.

Cuando este llego, le dijo el bienaventurado Francisco: (Se acerca otro


hermano )

Francisco: -escribe, hermano, como bendigo a todos mis hermanos que están en la orden y
a los que estarán en ella hasta el fin de los siglos :puesto que no estoy en condiciones de hablar,
debido a la debilidad y al dolor de mi enfermedad, manifiesto brevemente mi voluntad a mis
hermanos en estas tres palabras, a saber: que en señal del recuerdo de mi bendición y de mi
testamento se amen siempre entre sí, que amen siempre y observen nuestra señora la santa
pobreza y que sean siempre fieles y sumisos a los prelados y a todos los clérigos de la Santa
Madre Iglesia.
Al tener conocimiento de esto, fray Elías,
Entra otro hermano

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que se hallaba distante, se puso inmediatamente en camino. Con su venida, el Santo Padre mejoro
de tal forma que, dejando Siena, marcho con él a Celle de Cortona.
En alabanza de cristo y del pobrecillo Francisco.
Todos: Amén.
Monitor:
Francisco ha dejado como herencia una bendición para sus hermanos hermanas de todos
los tiempos. Recibamos nuestra parte en esa herencia. Para ello formaremos ante el presbiterio
dos filas, comenzando por los religiosos, y el hermano Guardián, así como los demás frailes
representando el signo visible de la presencia de San Francisco en esta fraternidad, impondrán
las manos a todos en señal de la bendición que el pobrecillo nos dejó como herencia.
Bendición:
A continuación todos pasan a recibir la bendición según queda dicho. El
Guardián junto con los demás frailes solamente impone las manos sin decir
nada. Mientras tanto entonamos el canto “Las huellas del caudillo
enamorado”.

II.- LA BENDICIÓN DE FRAY ELÍAS


Terminando con la bendición se continúa con la celebración.

Monitor:
Pocas figuras de la Orden Franciscana son tan contradictorias como fray Elías de Cortona,
uno de los compañeros de Francisco de la Primera Orden. Los testimonios biográficos del Santo
muestran que, por una parte, fray Elías rodeo de ciudadanos exquisitos a Francisco enfermo, y
ya antes fue su confidente y Vicario en el gobierno de la Orden; pero también hay biógrafos que
lo presentan contrariando el ideal Evangélico de Francisco, “Escribe tu regla para ti, no para
nosotros, que no queremos obligarnos a ella”, le dirá fray Elías junto con un grupo de Ministros
en cierta ocasión (LP 17). Francisco sentiría entonces que su Orden se le iba de las manos. Así,
extremadamente enfermo y débil exclamo: “¡quienes son esos que me han arrebatado de la
manos la religión mía y de los hermanos; pero vivan a su gusto, que al fin es menor daño la
pérdida de unos pocos que la de muchos!” (2cel 189). No obstante, en el clímax de la crisis,
Francisco optó por mantenerse hermano y renuncio como Ministro General. Francisco hubo de
vivir y terminar sus días marginados dentro del grupo, pero no sin antes asignar a Fray Elías
como Ministro General de la Orden.

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Lector:
De la primera vida de Tomás de Celano (1 Cel. 105, 108).
Estando el Bienaventurado Francisco en Celle de Cortona por algún tiempo, comenzó a
hincharse el vientre; la hinchazón se extendió luego a piernas y pies, y el estómago se le fue
debilitando tanto que apenas podía tomar alimento. Rogo más tarde al hermano Elías que lo
trasladase a Asís. El buen hijo hizo lo que el amoroso Padre le mando, y, dispuesto todo lo
necesario, lo llevo al lugar deseado. Se alegró la ciudad a la llegada del Bienaventurado Padre y
toda lengua Loaba a Dios; el pueblo todo esperaba que presto había de morir Santo de Dios, y
esta era la causa de tan desbordante alegría.
Al notar que era ya eminente el ultimo día – de esto estaba advertido por revelación divina
desde hace dos años -, llamo a los hermanos que él quiso y bendijo a cada uno según le venía
inspirado del Cielo, como, tiempos atrás, el patriarca Jacob a sus hijos; o mejor si se quiere:
como otro Moisés que, antes de subir al monte que le mostraba el Señor, colmó de bendiciones a
los hijos de Israel. Los hermanos lo rodeaban en su lecho, y como fray Elías estaba a su
izquierda, cruzo las manos y puso la mano sobre su cabeza; al estar privado de la luz de los ojos
corporales, pregunto:
- ¿sobre quién tengo mi mano?
- Sobre fray Elías – le respondieron.
- Eso es lo que quiero – dijo Francisco. Y continuó - : a ti, hijo mío, te bendigo en todo y
por todo. Y como bajo tu dirección el altísimo ha multiplicado mis hermanos e hijos, así
sobre ti y en ti los bendigo a todos. En el Cielo y en la tierra te bendiga Dios, Rey de
todo el universo. Te bendiga cuanto puedo y más de lo que yo puedo; y lo que yo no
puedo, hágalo en ti quien todo lo puede. Acuérdese Dios de tus obras y trabajos y en la
retribución de los justos sea conservada tu herencia. Que halles toda bendición que
deseas y que te sea concedido cuanto pidas dignamente. Adiós, hijos míos, vivid en el
temor de Dios y permaneced siempre en él, porque vendrá sobre vosotros una terrible
tentación y la tribulación está cerca. Dichosos los que perseveren en las obras que
comenzaron; mas algunos las abandonaran por los escándalos que van a suceder. Yo me
apresuro a ir al Señor, y confío en llegar a mi Dios, a quien con devoción he servido en
mi espíritu.
Estaba entonces hospedado en palacio del Obispo de Asís, y por eso rogo a los hermanos
que cuanto antes lo trasladaran a Santa María de la Porciúncula, pues deseaba entregar su alma
a Dios donde, como se ha dicho, conoció el camino de la verdad.
En alabanza a Cristo y del pobrecillo Francisco.
Todos: Amén.
Reflexión:

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A continuación, el Guardián de la fraternidad dirigirá a los presentes una
exhortación sobre el pasaje que acabamos de leer. Acto seguido continuamos
con el canto” Las huellas del caudillo enamorado”.

III.- LA BENDICIÓN DE ASÍS


Monitor:
Francisco amaba entrañablemente su ciudad natal. De joven se enrolo en el ejercito que
lucharía con la vecina ciudad de Perusa, no solamente animado por el deseo de gloria y fama, sino
también por defender a Asís.
Estando próximo al término de su vida, Francisco no podía dejar de despedirse y de
bendecir la patria que lo vio nacer y que fue también el escenario de su aventura Evangélica.
Lector:
De la leyenda de Perusa (LP 5-6)
El Bienaventurado Francisco permaneció todavía un poco más de tiempo en el palacio del
Obispo; pero, viendo que su mal empeoraba de día en día, hizo que lo llevasen en camilla junto a la
Iglesia de Santa María de la Porciúncula, pues no podía ir a caballo, ya se había agravado su
enfermedad.
Al pasar junto al hospital, pidió a los que lo llevaban que dejaran la camilla en el suelo; y
como, a consecuencia de la gravísima y larga enfermedad de los ojos, apenas podía ver, pidió que
le giraran la camilla de suerte que quedara con el rostro vuelto a la ciudad de Asís.
Enderezándose un poco, bendijo la ciudad, diciendo: “Señor, creo que esta ciudad fue en tiempos
antiguos morada y refugio de hombres malos e injustos, mal vistos en todas las provincias; pero
veo que, por tu misericordia sobreabundante, cuando tú has querido, le has manifestado las
riquezas de tu amor, para que ella sea estancia y habitación de quienes te conozcan, den gloria a
tu nombre y difundan en todo el pueblo Cristiano el perfume de una vida pura, de una Doctrina
Ortodoxa y de una buena reputación. Te pido por tanto, Señor Jesucristo, Padre de las
misericordias, que no tengas en cuenta nuestra ingratitud, sino que recuerdes siempre la
abundante misericordia que has mostrado en esta ciudad, para que ella sea siempre morada y
estancia de quienes te conozcan y glorifiquen tu nombre bendito y glorioso en los Siglos de los
Siglos. Amén”.
Acabada esta plegaria, le llevaron a Santa María de la Porciúncula.
En alabanza de Cristo y del pobrecillo Francisco.

Todos: Amén.

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Monitor:
Como Francisco, oremos también nosotros por nuestro país e imploremos sobre el la
misericordia y la Bendición del Señor, de las cuales esta tan necesitado en estos tiempos.
Guardián:
Oremos hermanos, por nuestra Patria, para que el saludo Franciscano de “Paz y Bien” sea
una realidad en nuestra sociedad.
1. Dale, Señor, fe y esperanza a nuestro país e ilumínalo con tu luz.
R. / Te rogamos Señor.
2. Sálvalo de toda injusticia y de la violencia y de la crueldad.
R. / Te rogamos Señor.
3. Dispón nuestros días en la paz y concédenos la prosperidad.
R. / Te rogamos Señor.

4. Bendice su suelo, sus mares, sus pequeños pueblos y sus grandes ciudades.
R. / Te rogamos Señor.
5. Bendice a su gente e ilumina a nuestros Gobernantes para que en todo busquen el bien
común y no sus intereses personales o de partido.
R. / Te rogamos Señor.
6. Haz de México un país incluyente, plural y tolerante donde no haya exclusiones ni
discriminaciones por ningún motivo.
R. / Te rogamos Señor.
7. Concédenos a todos un trabajo digno y justamente remunerado que nos permita
alegrarnos llevando el pan honrado a nuestra mesa.
R. / Te rogamos Señor.

Oremos. Señor nuestro Jesucristo, que eres llamado Príncipe de la paz, que eres tú
mismo nuestra paz y reconciliación, y que tan a menudo dijiste: “Mi paz les dejo, mi paz les doy”.
Haz que todos los hombres den testimonio de la verdad, de la justicia, y del amor Fraterno.
Destierra de nuestros corazones cualquier cosa que pueda poner en peligro la paz. Ilumina a
nuestros Gobernantes para que ellos puedan garantizar y defender el gran regalo de la paz. Que
todas las personas de la tierra se sientan hermanos y hermanas. Que el anhelo por la paz se haga
presente y perdure por encima de cualquier situación. Amén.

Continuamos con un canto

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IV.- FIEL AMIGO HASTA LA MUERTE
Monitor:
¿Cómo no acordarse de la hermana Clara la valiente, la dulce, decidida, la diáfana? No
podía partir sin enviarle un recado que le expresara su cariño. Dicto para ella una carta en la que
la exhortaba a que perseverara en sus propósitos y le pidió que no se demandara en ayunos y
penitencias que dañaran su salud.
Cuentan los biógrafos de Francisco que, estando ya en la última enfermedad, pidió perdón
al hermano cuerpo por los excesivos rigores de que uso para con él, exhausto como estaba por
tantas mortificaciones y enfermedades. Y confesó aun hermano que su cuerpo le había
obedecido siempre en todo. Cuando el hermano le reprocho su poca compasión y prudencia para
con quien siempre le había sido tal fiel amigo, Francisco se dirigió a su cuerpo, diciéndole:
alégrate y perdóname. Desde ahora tendré más en cuenta tus gustos y deseos. No mucho
después pidió a sus hermanos que llamaran a una Dama Romana, Jacoba de Settesoli, para que le
confeccionara unos dulces que eran de su particular agrado. De esta manera Francisco se
reconcilia con su corporeidad y mediante un gesto de delicadeza el, que era tan refractario a
darse gusto, se hace bendición para sí mismo.
Lector:
Del espejo de perfección (EP 112).
Estando el bienaventurado Francisco en Santa María de los Ángeles durante su última
enfermedad, es decir, de la que murió, llamo un día a sus compañeros y les dijo. “sabéis que la
señora Jacoba de Settesoli ha sido y es muy devota y fiel a mí y a nuestra Orden. Creo que
agradecería mucho y le sirviera de gran consuelo que le comunicarais mi estado de salud, y en
particular que le dierais el encargo de que me envíe paño religioso de color ceniza, y también de
aquel manjar que solía prepararme tantas veces en Roma”. Los romanos llaman a este manjar
mostaccioli, y se prepara con almendras, azúcar y otros ingredientes.

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Escribieron los hermanos la carta, como había dicho el Santo, y un hermano buscaba a
algún otro hermano que llevara a la dicha Señora cuando entonces mismo llamaron a la puerta.
Cuando el hermano abrió la puerta, vio que era la misma señora Jacoba, que a toda prisa había
venido a visitar al bienaventurado Francisco. En cuanto la reconoció, uno de los hermanos fue en
seguida a dar al Bienaventurado Francisco la alegre noticia de que había llegado de Roma la
señora Jacoba y muchas personas más a visitarlo.
Entro, pues, la señora hasta el lugar donde yacía el Bienaventurado Francisco y derramo
muchas lágrimas ante él. ¡Y cosa admirable! Había traído el paño mortuorio, de color ceniza, para
una túnica y todo lo demás que contenía la carta, como si la hubiera leído. Luego la señora
preparo aquel manjar del que gustaba comer el Santo Padre; pero apenas lo probo, pues le iban
faltando las fuerzas y se acercaba a la muerte. Mando hacer también muchas velas para que
lucieran después de la muerte ante su Santísimo Cuerpo; y del paño que había traído hicieron los
hermanos una túnica, con la que fue sepultado. Pero el mando a los hermanos que la cosieran por
fuera de saco en señal y ejemplo de Santísima humildad y como obsequio a dama pobreza. Esa
semana llega a su término y con ella las fuerzas de Francisco. Su vida se extinguía como el final
de un cirio.
En alabanza de Cristo y del pobrecillo Francisco.
Todos: Amén.

Monitor:
A continuación, en memoria del pobrecillo Francisco, se bendecirán los panes de almendra
que han sido depositados en el altar y los distribuirá entre los asistentes.
Se bendicen los panes y se reparten

V.- TRANSITO DE SAN FRANCISCO

Monitor
Nos ponemos de pie para escuchar el anuncio de la muerte del Padre San Francisco.
Fray Elías:
De carta encíclica de fray Elías, Ministro General de la Orden, anunciando la muerte del
padre San Francisco.
Al querido hermano en C
risto fray Gregorio, Ministro de los hermanos que están en Francia, y a todos los hermanos
suyos y nuestros, un saludo de Fray Elías, pecador.

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Os anuncio un gran gozo y un nuevo milagro. El mundo no ha conocido un signo tal, a no ser
en el hijo de Dios, que es Cristo el Señor.
No mucho antes de su muerte, el hermano y Padre nuestro apareció crucificado, llevando
en su cuerpo cinco llagas que son, ciertamente, los estigmas de Cristo. Sus manos y sus pies
estaban como atravesadas por clavos de una a otra parte, cubriendo las heridas y del color
negro de los clavos. Su costado parecía traspasado por una lanza y a menudo sangraba.
Mientras su alma vivía en el cuerpo no había belleza en él, sino un rostro despreciable, y
ninguno de sus miembros quedo sin sufrimientos. Sus miembros estaban rígidos por la
contracción de los nervios, como sucede con los difuntos, pero después de su muerte su aspecto
se volvió hermosísimo, resplandeciente de un candor admirable, agradable a la vista.
Y sus miembros, que antes estaban rígidos, se volvieron blandos como un niño tierno, pudiéndose
doblar a un lado u otro, según su posición.
Nuestro Padre y hermano Francisco marcho con Cristo el Domingo cuatro de Octubre de 1226,
en la primera hora de la noche anterior.
Vosotros, pues, queridos hermanos a los que lleguen estas letras, privados del consuelo de
tal padre, demos rienda suelta a las lágrimas, siguiendo los pasos del pueblo Israelita, cuando
lloraba por sus célebres guías Moisés y Aarón. Pues, si es acto de piedad alegrarse con
Francisco, también lo es llorar por él.
Es piadoso alegrarse con Francisco, pues él no ha muerto, sino que ha marchado a los
mercados del cielo, llevando consigo la bolsa del dinero, y regresara por la luna llena. Es piadoso
llorar por Francisco, porque quien entraba y salía como Aarón, trayéndonos de su tesoro de lo
viejo y de lo nuevo y consolándonos en toda tribulación nuestra, ha sido arrebatado de entre
nosotros y ahora somos huérfanos de Padre.
Y, puesto que no es superfluo rezar por los difuntos, orad al Señor por su alma. Cada
sacerdote diga tres misas, cada clérigo recite el salterio, los legos digan cinco padres nuestros y
los clérigos celebren la vigilia solemnemente, en común. Amen.
Acto seguido, el Sacerdote se dirige al Cirio Pascual y lo enciende. Luego
continúa con la siguiente oración.

Oremos. Padre San Francisco, que recibiste los estigmas en la Verna, el mundo tiene nostalgia
de ti como imagen de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón abierto a Dios y al
hombre, de tus pies descalzos y heridos y de tus manos traspasadas e implorantes. Tiene
nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el poder del Evangelio.
Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar su
purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las estructuras del pecado, que
oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en

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las naciones y entre los pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de
contrarrestar las insidias de las múltiples culturas de muerte.
A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría de saber
perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la guerra, ábreles de nuevo
las puertas de la esperanza.
Todos: Amén.

Continuamos con la procesión del Tránsito de San Francisco de Asís ( se


tocaran las campanas del Convento durante la procesión) y posteriormente
con la Santa Misa.

Monición
Francisco de Asís es conocido como el Santo que supo encontrar a Dios en sus creaturas,
prueba de ello es su “Cantico de las creaturas” que escribió inspirándose en el cantico de los
tres jóvenes que encontramos en el libro del profeta Daniel. Concluyamos nuestra celebración
como Francisco: alabando al Señor con sus creaturas.

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