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JESUCRISTO REY

ESTACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO…


(canto)
Se expone el Santísimo Sacramento, y se prosigue con lo siguiente:
 
-El que preside: Te adoramos…
-Todos: Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas tus iglesias que hay en todo el mundo,
y te bendecimos, pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
 
-El que preside: En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado…
-Todos: El corazón amoroso de Jesús Sacramentado.
 
-El que preside:
*Acto de FE: creo en Jesús Sacramentado…
(Padre nuestro, Ave María y Gloria)
 
*Acto de ESPERANZA: espero en Jesús Sacramentado…
(Padre nuestro, Ave María y Gloria)
 
*Acto de AMOR: amo a Jesús Sacramentado…
(Padre nuestro, Ave María y Gloria)
Oración…
-Todos: Soberano Señor Sacramentado, segura prenda de la eterna gloria, esta estación
recibe con agrado por ser de tu pasión tierna menoría, haz que destruido el reino del pecado
tu Iglesia santa cante la victoria, asistiéndola con tus dones en todas sus necesidades y
aflicciones así sea. Amen.
 
-El que preside: En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado…
-Todos: el corazón amoroso de Jesús Sacramentado.
 (canto)

 ORACIONES PREPARATORIAS

Lector. Señor Jesucristo, otro jueves más nos congregamos junto a ti en esta audiencia que
nos concedes bondadoso cada semana.
Todos. Somos tus amigos, Señor. Tú nos amas, y queremos corresponder a tu amor. Somos
los creyentes de esta comunidad cristiana. Tenemos hambre de ser santos, aunque somos
pecadores. Y sentimos tu llamada a ser apóstoles entre nuestros hermanos.

1
Lector. Creemos, Señor, que Tú eres el camino único que conduce al Padre. Pero son
muchos los hombres, hermanos nuestros, que andan perdidos sin saber que han sido
creados por Dios y para Dios. Ignoran que Tú los has rescatado con el precio de tu Sangre.
No atinan a dar sentido a su vida, y no aspiran a ocupar el lugar que Tú les tienes preparado
en tu gloria. Por nosotros, los creyentes, y por los que no te conocen, venimos a rogarte,
Señor.
Todos. Te agradecemos el regalo de la vida y el tesoro de la Fe; la alegría y la Esperanza
que arraigas en nuestros corazones; el don del Amor y la ilusión que nos das de ayudarte en
la salvación de nuestros hermanos.
Lector. Venimos a adorarte, Jesús, porque eres el Hijo de Dios, Uno con el Padre y el
Espíritu Santo. Vives desde siempre y para siempre. Posees la plenitud de la gracia y eres la
Sabiduría y la Verdad. Junto con el Padre creaste todas las cosas y te ha sido dado todo el
poder en el cielo y en la tierra. Eres digno de adoración, gloria y alabanza por siempre.
Todos. Por eso te agradecemos que te hayas hecho hombre; que estés formado de nuestro
mismo barro; que conozcas nuestras angustias, depresiones y miedos; que hayas saboreado
nuestras mismas alegrías, ilusiones y éxitos.
Lector. Maestro, háblanos al corazón, porque tu palabra nos alienta y nos perdona, ilumina
nuestra vida y nos hace sabios con la sabiduría de Dios.
Todos. Te queremos escuchar hoy con la atención de María de Betania; con la fe de los
doce Apóstoles, con el amor de María tu Madre, que atesoraba en su corazón tus gestos y
tus palabras, para meditarlos y hacerlos vida. Ayúdanos a mantenernos vigilantes y atentos
como Ella en esta hora de adoración. Amén.
(canto)
REFLEXIÓN BÍBLICA.

Del Evangelio según San Juan. 18,33-37;


19,19.

Le preguntó Pilato: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Respondió Jesús...: "Mi reino no
es de este mundo. Si fuese de este mundo, mis huestes habrían luchado por mí. Pero mi
reino no es de aquí". Le dice entonces Pilato: "Luego, ¿tú eres rey?". Le contesta Jesús: "Sí,
yo soy rey".... Y Pilato escribió y puso el título sobre la cruz: "Jesús Nazareno, Rey de los
judíos",

PALABRA DEL SEÑOR.

Se guarda un momento de silencio.


Lector:
"Sí, yo soy rey", afirma solemne Jesús ante Pilato, sabiendo que su confesión le va a
costar la vida.
Pero antes ha aceptado de las turbas el homenaje: "¡Bendito el Rey que viene en
nombre del Señor!" (Lucas 19,38)

2
Y describiendo su segunda venida, había dicho hacía pocos días nada más: "Se
sentará en su trono... Entonces dirá el Rey... Y el Rey les responderá"... (Mateo 20,28)
Jesús es llamado por San Pablo "el único soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los
señores" (1 Timoteo 6,15)
Si es el Creador, "porque en él fueron creadas todas las cosas, y todo fue creado por
él y para él", ¿hay algo que no sea suyo?
Si "él es también la cabeza del Cuerpo, de la Iglesia" (Colosenses 1,16-18),
"conquistada con su sangre" (Hechos 20,28), ya que "hemos sido comprados a gran precio" (1
Corintios 6,20), ¿no es el Rey y dueño de todos los redimidos?
Y si "él debe reinar hasta que se le sometan todos sus enemigos" (1 Corintios 15,25),
¿quién se escapa de su dominio universal?...
Al hablar así la Escritura, cualquiera pensaría que nos encontramos ante un Rey
despótico, dictatorial, que nos infunde miedo y hasta verdadero terror... Pero es todo lo
contrario, porque Jesús es un Rey de amor, que vuelca su Corazón divino sobre cada uno de
los que somos suyos.
La Liturgia describe en el prefacio de la fiesta las características de su reinado: "un
reino eterno y universal, el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el
reino de la justicia, el amor y la paz".
El reinado de Jesucristo, actuante ya en el mundo y que se consumará al final de los
tiempos, exige de todos la fidelidad al Rey, la generosidad para trabajar por Él, la entrega a
los más necesitados de entre sus súbditos, para que en todos se manifieste la bondad del que
es el dueño de todo.
El reinado de Cristo se centra de modo muy particular en la Eucaristía, como lo
proclamó el Papa Pío XI en su famoso radiomensaje al Congreso Eucarístico Internacional
de Buenos Aires: "Cristo, Rey eucarístico, vence; Cristo, Rey eucarístico, reina; Cristo, Rey
eucarístico, impera; Cristo, Rey eucarístico, triunfa".

HABLO AL SEÑOR.
Todos:
Mi Señor Jesucristo, Rey de todo y de todos,
Rey de mi corazón, único dueño de mi alma, de mi mente,
de todas mis fuerzas, de todo mi ser, ¡yo te amo!
Te amo, sobre todo, en el Sacramento de tu amor,
en el que centras tu reinado de amor
para los tuyos que militamos aún en la tierra.
Si me glorío de militar bajo tus banderas,
mi servicio lo manifestaré trabajando por el Reino,
en el apostolado, en la justicia, en la caridad y la paz,
siempre más y más, siempre con más ardor, ¡por ti, mi Señor!
(canto)
CONTEMPLACIÓN AFECTIVA.
Lector: A cada invocación responderemos: Cristo Jesús, ven y vive en mí.

Señor, Rey eterno y universal.


— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, Rey Creador de todas las cosas.

3
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, Rey que nos conquistaste con tu Sangre.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, iniciador y consumador del Reino de Dios.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, a quien todas las cosas están sometidas.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, que un día volverás como Rey triunfador.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, que cerrarás la Historia como dueño de todo.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, que eres Rey de justicia, de amor y de paz.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, que reinas entre nosotros desde tu Sagrario.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, Rey que nos pides fidelidad absoluta.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, a quien servir ya es reinar.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.
Señor, Rey que serás nuestro premio y gozo eternos.
— Cristo Jesús, ven y vive en mí.

Todos:
Señor Jesús, que me admites, como una honra, a trabajar por ti en la extensión y
consolidación de tu reinado, amándote a ti en tu divina Persona, amándote a ti en mis
hermanos y trabajando por ti en ellos. Dame generosidad. Dame ardor. Dame ilusión. Por
un Rey como Tú, ¡vale la pena vivir y morir!
Madre María, Reina que compartes con Jesucristo tu Hijo su reinado universal y
eterno. Alcánzame la gracia que necesito para distinguirme, con verdadera gloria, como
soldado fiel, en el servicio de Jesucristo, mi Rey y Señor, trabajando con ardor por El y por
mis hermanos.
(canto)
PRECES
Señor Jesucristo, nosotros te confesamos Rey del Universo, y te pedimos con ansia viva:
Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Muchos pueblos de los que Tú redimiste vagan dispersos por el mundo, sin fe y
alejados de Dios; congrégalos a todos bajo tu mando amoroso.

Señor Jesús, Tú eres nuestro guía y nuestro pastor; guarda con solicitud especial a
los hermanos más necesitados: a los pobres, a los enfermos, a los descarriados, a los
desanimados, a los que andan perdidos sin esperanza, y dales a todos tu paz.

Un día, Señor Jesús, vendrás a juzgar al mundo; haznos a todos unos fíeles
seguidores tuyos para que merezcamos contarnos entre las ovejas de tu derecha.

4
Tu Iglesia, Señor, es signo y dispensadora de tu paz; haz que sus pastores sean fíeles
administradores de los bienes eternos que les confiaste.

A nuestros hermanos difuntos, llévalos a la luz de tu Reino glorioso.

Intenciones libres.

Padre nuestro.

ULTIMA VISITA A JESÚS SACRAMENTADO.


 

Todos:
Quédate con nosotros, Señor, esta noche;
Quédate para adorar, alabar y dar gracias por nosotros mientras que
dormimos, para hacer que baje del Cielo tu misericordia sobre el mundo,
para socorrer desde los tabernáculos de la tierra, a las benditas almas del Purgatorio que
pasan su prolongada noche de sufrimientos y penas.
Quédate con nosotros, para apartar la ira de Dios de nuestras populosas ciudades con sus
densísimas nubes de vicios y crímenes que claman venganza al Cielo.
Quédate con nosotros para guardar a los inocentes,
para sostener a los tentados, para levantar a los caídos,
para subyugar el poder del demonio, para impedir el pecado.
Quédate con nosotros para confortar a los que yacen en el lecho del dolor,
para dar contrición a los que mueren,
para recibir en los brazos de tu misericordia a las miles de almas
que se presentarán ante Ti esta noche para ser juzgadas.
Oh buen pastor, quédate con tus ovejas,
defiéndelas de los peligros que las rodean y amenazan.
Pero sobre todo quédate con los que sufren y con los agonizantes.
Danos una noche tranquila y un fin perfecto.
Sé nuestro misericordioso Padre hasta lo último,
para que sin temor podamos presentarnos delante de Ti, como nuestro Juez.
Señor quédate en los corazones de todos los aquí presentes.
Así sea. Amen...
(canto)
 

ORACION FINAL:

Señor Sacramentado, que en el Sagrario tienes tu cuartel general para los que aquí
militamos bajo tus banderas gloriosas. Que en él encontremos el valor que necesitamos para
trabajar por ti, para guardarte fidelidad, para no desanimarnos nunca, sabiendo que estás
con nosotros ayudándonos en la lucha para ser después nuestro premio. Que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.

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