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En muchas ocasiones para comprender mejor a una persona que no está presente tenemos

que recurrir a lo que quien sí lo conoció nos dice de ella.

Dentro de unos días celebraremos una fiesta ,muy importante para nosotros los
franciscanos, pero que también fue un parteaguas en el modo de entender la espiritualidad
franciscana y del alto grado de seguimiento de Cristo.

Como parroquia franciscana a vece nuestro conocimiento del franciscanismo es muy pobre,
pues conocemos solo a San Francisco, Santa Clara y San Antonio tal vez y de ellos
conocemos muy poco o casi nada, es por eso que durante los próximos tres días
repasaremos algunas figuras importantes en la vida de San Francisco y su vivencia en
relación a la próxima festividad: La estigmatización de San Francisco.

La primera figura que veremos el día de hoy es la de un fraile del cual estoy seguro que
nunca han oído y que sin embargo sin él sería muy difícil que la orden hubiera seguido en
pie o que tuviera la estructura actual, su nombre es Fray Elías de Cortona.

Elías de Cortona [1] nació, se dice, en Bevilia cerca de Asís , ca. 1180; murió en Cortona , el
22 de abril de 1253. Fue uno de los primeros en unirse a San Francisco de Asís en su
recién fundada Orden de los Frailes Menores . En 1221, Francisco nombró a Elías Vicario
General.

Fue de él de quien tuvo la visión del estado de su alma y por su intercesión del Señor le
alcanzó un gran favor:

En cierta ocasión en que san Francisco y fray Elías vivían en familia en un mismo
lugar, Dios reveló a san Francisco que fray Elías estaba condenado y que había de
apostatar de la Orden y, finalmente, morir fuera de ella. Por lo que san Francisco
concibió tal desagrado hacia él que no le hablaba ni conversaba con él y, si sucedía
alguna vez que fray Elías le salía al encuentro, desviaba su camino y se dirigía a
otra parte para no encontrarse con él. Comenzó fray Elías a darse cuenta y
comprender que san Francisco estaba disgustado con él y, queriendo saber la
causa, se le acercó un día para hablarle; y, al esquivarle san Francisco, fray Elías,
cortésmente, le retuvo a la fuerza y comenzó a rogarle con discreción que tuviese a
bien decirle el motivo por el que esquivaba tanto su compañía como hablar con él.
San Francisco le respondió: «El motivo es que Dios me ha revelado que, por tus
pecados, apostatarás de la Orden y morirás fuera de ella, y también me ha revelado
Dios que estás condenado». Al oír esto, fray Elías le dijo: «Padre mío reverendo, te
ruego, por el amor de Cristo, que no me esquives ni me alejes de ti por esta causa;
sino, como buen pastor, y a ejemplo de Cristo, busca y acoge la oveja, que perece si
tú no la ayudas; y ruega a Dios por mí para que, si puede ser, revoque la sentencia
de mi condenación; pues está escrito que Dios cambia la sentencia si el pecador se
corrige de su pecado; y yo tengo tal fe en tus oraciones que, aunque estuviese en
medio del infierno, si tú pidieses a Dios por mí yo encontraría algún alivio. Por ello te
suplico que encomiendes este pecador a Dios, pues Él vino a salvar a los
pecadores, para que me reciba en su misericordia». Y decía esto fray Elías con
mucha devoción y lágrimas, por lo que Francisco, como padre piadoso, le prometió
que pediría a Dios por él, y así lo hizo. Y cuando rezaba devotísimamente por él a
Dios, le fue revelado que su oración había sido escuchada por Dios en cuanto a
revocar la sentencia de condenación de fray Elías, cuya alma, finalmente, no sería
condenada;

A pesar de no ser un fraile tan conocido fue uno de los frailes más allegado a san Francisco
y que le mostró más devoción al santo y al cual el santo le mostraba gran cariño, un ejemplo
de ello lo encontramos en el siguiente episodio:

Al momento de la bendición, estando Francisco a punto de morir, encontrándose el


hno. Elías a su izquierda, Francisco cruzó las manos y puso la mano derecha sobre
la cabeza del hno. Elías, pero como estaba ciego preguntó: “«¿Sobre quién tengo mi
mano derecha?» «Sobre el hermano Elías», le respondieron. «Sí, eso es lo que
quiero», dijo. Y continuó: «A ti, hijo mío, te bendigo en todo y por todo. Y como bajo
tu dirección el Altísimo ha multiplicado mis hermanos e hijos, así sobre ti y en ti los
bendigo a todos. En el cielo y en la tierra te bendiga Dios, Rey de todo el universo.
Te bendigo cuanto puedo y más de lo que yo puedo; y lo que yo no puedo, hágalo en
ti quien todo lo puede. Acuérdese Dios de tus obras y trabajos y en la retribución de
los justos sea conservada tu herencia. Que halles toda bendición que deseas y que
te sea concedido cuanto pides dignamente.

Pero ¿cuál era la imagen que Elías tenía de San Francisco? Sin duda alguna y debido al
gran respeto y amor con que cuidó a Francisco a lo largo de su vida, Elías veía en
Francisco el gran brillo de la Santidad de Dios.

Cuando San Francisco muere, Fray Elías era el Vicario de toda la orden y como nuevo
responsable es el encargado de avisar a las autoridades su muerte y nos da testimonio de
lo que pocas personas pudieron ver en su vida:

Y ahora os anuncio un gran gozo y un nuevo milagro. El mundo no ha conocido un


signo tal, a no ser en el Hijo de Dios, que es Cristo el Señor.No mucho antes de su
muerte, el hermano y padre nuestro apareció crucificado, llevando en su cuerpo
cinco llagas que son, ciertamente, los estigmas de Cristo. Sus manos y sus pies
estaban como atravesadas por clavos de una a otra parte, cubriendo las heridas y
del color negro de los clavos. Su costado aparecía traspasado por una lanza y a
menudo sangraba.

Sin duda alguna es uno de los testimonios escritos más importantes de la autenticidad de
los estigmas de san Francisco la carta enviada por fray Elías. Ello nos describe cómo se
encontraba traspasado en manos pies y costado, y como constantemente sangraban.(
aunque la carta no lo menciona lo hacían con más frecuencia los días viernes hasta el
domingo).

Estamos acostumbrados a pensar que los tiempos antiguos siempre fueron mejores que los
nuestros, pero en los tiempos de San Francisco se vivió una de las etapas más difíciles de
la historia de la Iglesia.

una grande decadencia moral y espiritual se había apoderado de ella, descuido de la vida
espiritual, de los sacramentos (era común encontrar copones con el Santísimo
abandonados en las sacristías o por el suelo sin ningún decoro, páginas de los libros
sagrado y misales arrancadas y abandonadas)

Regía uno de los Papas más poderosos que la Iglesia ha tenido a nivel civil y político, pero
la oscuridad de la Iglesia era cada vez más profunda.

Y en medio de esta oscuridad como pequeñas luces comenzaron a aparecer las grandes
figuras de nuestra familia Franciscana. Elías es consciente de la santidad de Francisco y la
respeta y la ama con gran devoción.

En la carta que anuncia su muerte nos describe lo que francisco era no solo para la Iglesia
sino para él mismo:

La presencia del hermano y padre nuestro Francisco era, en verdad, luz verdadera,
no sólo para los que estábamos cerca, sino también para los que estaban alejados
de nosotros por profesión y vida.

Para que podamos entender el sentimiento de fray Elías hacia Francisco pensemos en algo
que a todos nos ha pasado. Todos hemos tenido alguna vez una noche larga, ya sea por
miedo, por una angustia o por alguna enfermedad y hemos deseado con ansia que termine
para que empiece un nuevo día, que llegue la luz para que acabe ese miedo que no nos
deja descansar: eso era San Francisco para Fray Elías, la luz de la santidad de Cristo
brillando con intensidad en medio de la oscuridad de la Iglesia.

Es quien no solo ha intercedido por la salvación de todas las almas en general, como lo hizo
para la indulgencia de Santa María de los Ángeles, sino quien particularmente intercedió
para que su alma no se perdiera y al final de los tiempos pudiera integrarse a las filas de los
frailes que gozan ya de la presencia de Dios.

Ojalá que también para nosotros, San Francisco no solo sea el santo que está allá arriba en
el retablo, sino que sea brillo de la santidad de Cristo y junto con él nos unamos en oración
para la salvación de nuestras almas.

San Francisco de Asís, ruega por nosotros.

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