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¿QUÉ ES EL DERECHO?
Cuando digo con énfasis ¡no hay derecho! (frase del segundo ejemplo)
me refiero más que al conjunto de leyes, a un problema de justicia social.
2 “Das Denken ist zwar allen Menschen erlaubt, aber vielen bleibt es erspart”, Johann Wolfgang
von Goethe, poeta alemán (1749-1832)
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Cuando afirmo mi derecho a expresar mis ideas estoy refiriéndome a
una facultad que poseo como persona, a un derecho subjetivo.
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Por lo tanto, si bien podemos afirmar que el derecho constituye
un objeto único de estudio, posee características complejas: forma lo que
denominamos el “fenómeno jurídico”.
Evidentemente esta es una de las razones por las que se han dado y
se continúan dando distintas respuestas a lo que debe entenderse por derecho.
3 Nino, Carlos Santiago, “Introducción al análisis del Derecho”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1984.
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II. El principio de toda teoría: conocer para saber
El análisis del problema del conocimiento se presenta como un tema
previo a cualquier disciplina de la cual pretendamos abordar su objeto y
fundamentos.
Ahora bien, una vez alcanzado el objeto, el sujeto trata de captar sus
características esenciales. Así como el sujeto se lanza a la búsqueda del objeto,
en una segunda etapa, toma (“aprehende” 5) las características del mismo, para
luego volver sobre sí mismo terminando de completar así esta relación de ida y
vuelta.
Siguiendo las ideas del profesor Juan Carlos Smith 8, podemos decir
que para que exista ciencia no es suficiente un conjunto de proposiciones
que se nos manifiesten de manera evidente, sino que además se necesita una
fundamentación metódica y sistematizada. En toda ciencia se da entonces un
sistema de conexión de actos del pensamiento, pero lo que convierte a una
ciencia en tal es la conexión objetiva (que está dada por el método y por el
sistema, o por el episteme de los griegos), no la conexión psicológica (lo que “a
mí me parece” o la doxa de los griegos).
Por lo dicho hasta aquí, podríamos afirmar que todo objeto puede
ser conocido desde diversas perspectivas. Vayamos a un simple ejemplo: un
pizarrón. Cualquier persona sabe desde la perspectiva del conocimiento vulgar
de qué se trata. Hasta un niño sabe que presionando sobre él con pequeños
trozos de tiza es posible dibujar sobre su superficie. Aunque si damos un paso
más adelante y comenzamos a describir los distintos tipos de pizarrones que
existen y sus materiales (verdes, negros, de madera, de plástico, para colgar
en una pared, para poner en un trípode) y sistematizamos esas clasificaciones
estaríamos en condiciones de decir que estamos haciendo “ciencia” del
pizarrón o tal vez “pizarronología” (un neologismo que vamos a utilizar para
este pequeño ejemplo).
Además existen otras disciplinas que son importantes para lograr una
concepción general de lo que el derecho es, para lograr comprender el fenómeno
jurídico: la sociología jurídica, la historia del derecho y, finalmente, la filosofía
del derecho.
Y por otra parte hallamos al trialismo jurídico que afirma que el objeto
de la ciencia del derecho está integrado por una compleja interrelación de tres
elementos: los hechos, los valores y las normas. Algunos llaman al trialismo
jurídico “tridimensionalismo”, precisamente porque ven tres dimensiones en el
objeto del derecho: las normas, las conductas y los valores.
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IV. El derecho no es sólo una cuestión de normas
Hemos visto que todas las alternativas de respuesta a lo que es el
derecho se vinculan en mayor o menor grado con las normas jurídicas.
Es así que el profesor alemán Robert Alexy señala que hay normas
creadas conforme al ordenamiento y que son socialmente eficaces, pero
que pueden perder su carácter jurídico o su validez jurídica cuando son
extremadamente injustas. Ello es así porque para este autor, a diferencia de
Kelsen, el derecho posee no solamente la propiedad de la coerción (aplicación
de la sanción), sino también la propiedad o característica de la corrección (o
justicia). Ambas cualidades se hallan estrechamente relacionadas por cuanto
“una vez que la moralidad es concebida como incluida por el derecho, las
razones morales pueden y deben participar en la justificación de las decisiones
legales cuando caen las razones de autoridad” 15.
Pero hay algo que estos temas tienen en común: la norma, la sanción,
el derecho, la justicia, la sentencia, etc., todos se expresan a través de la
herramienta del lenguaje.
V. Derecho y lenguaje
Al salir de la Facultad escuchamos bocinas de autos que van en caravana
y ya imaginamos que hay alguien festejando una “recibida” o una despedida
de soltero; sentimos olor a quemado en nuestra cocina y recordamos que
habíamos dejado una pizza en el horno prendido; vemos la luz roja del semáforo
y sabemos (o al menos suponemos) que los autos se detendrán y podremos
15 Alexy, Robert, “Una defensa de la fórmula de Radbruch”, en “La injusticia extrema no es
derecho”, págs. 228, 229 y 235, ed. La Ley, Buenos Aires, 2004.
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cruzar la calle; estamos medio dormidos en casa y escuchamos el canto de los
pájaros, lo que nos permite concluir que la madrugada se acerca; escuchamos
una sirena y vemos una luz azul y sabemos que se trata de un patrullero; oímos
la voz de nuestro amigo por teléfono y nos damos cuenta que está mal. Cientos,
miles de cosas similares nos pasan a diario.
Pero hay veces que la relación que se da entre una cosa con otra no
es natural sino arbitraria, se usa a propósito y está preestablecida para que lo
relacionemos con determinado fenómeno: una sirena, una luz azul, un semáforo,
contienen una información que ha sido acordada entre los seres humanos para
que los vinculemos inmediatamente con el peligro, un patrullero o la detención
de un vehículo. Este tipo de relaciones se llaman “símbolos”.
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A pesar de sus raíces etimológicas griegas, la semiótica es relativamente
moderna. Se originó como una nueva denominación de la lingüística que surgió
en la segunda mitad del siglo XIX como una teoría general de la estructura de
la lengua. Recién a partir de la importante obra del lingüista suizo Ferdinand
Saussure (1857-1913) pasa a convertirse en una ciencia más amplia que toma el
nombre de semiótica o semiología. Las principales ideas de Saussure se hallan
expuestas en su obra póstuma “Curso de Lingüística General”, donde establece
claramente que la lengua es básicamente un instrumento para la comunicación,
el lenguaje se ordena a través de un sistema.
“metástasis” (reproducción del padecimiento más allá de un órgano del cuerpo, es decir, en otros
distintos), “metalenguaje” (más allá o después del lenguaje descriptivo de objetos).
18 Gibourg, Ghigliani y Guarinoni,: “Introducción al conocimiento científico”, pág.26, ed. Eudeba,
Buenos Aires, 1993.
19 Una paradoja es una expresión que encierra una contradicción en sí misma.
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VI. Las palabras en el mundo y el mundo de las palabras
Así como afirmamos que la célula es la mínima porción de materia viva,
también podemos decir que la mínima unidad significativa en el lenguaje es la
palabra (escrita u oral).
Como vemos, las simples palabras que utilizamos a diario para describir
el mundo, constituyen realmente un mundo de las palabras.
Las definiciones son utilizadas en todos los ámbitos del lenguaje, pero
son particularmente requeridas en aquellos lenguajes formalizados o también
en lenguajes naturales que requieren de ciertos aspectos de formalización,
como el derecho.
Las definiciones deben cumplir con ciertas reglas para poder ser
tales. La primera de ellas es la de esencialidad. Una definición debe contener
características esenciales, limitadas al objeto a definir, pues de lo contrario
puede equívocamente extenderse a otros objetos. Si yo defino a una gallina
como un “animal con alas”, si bien estoy dando una característica esencial pero
insuficiente, pues ésta es demasiado amplia pues permite incluir dentro del
concepto a los murciélagos y a las mariposas.
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El uso emotivo o expresivo se da cuando los términos son utilizados
para expresar sentimientos o emociones por parte de quien habla (o escribe) o
para provocarlos en su interlocutor, o ambas cosas a la vez. Estas expresiones
no se refieren a las cualidades empíricas del mundo, y por lo tanto no son
susceptibles de ser consideradas verdaderas o falsas. Expresar “estoy indignado
por la traición de mi amigo”, más allá de que pueda ser considerada como la
descripción de un estado de ánimo no nos proporciona elementos para analizar
como verdadero o falso el efecto emotivo de la indignación en sí. Este lenguaje
es el utilizado generalmente en el ámbito de la poesía, y también en todo lo que
se refiera al sostenimiento de convicciones o valoraciones.
Por eso hay veces en las cuales a una misma ley se le pueden dar
distintos significados interpretativos, y por eso algunas leyes pueden quedar
sin efecto o sufren modificaciones frente a un situaciones de una insostenible
injusticia que generan presiones sociales.
Tal vez entonces, más que una respuesta, lo más importante sean las
preguntas debemos hacernos, que camino tenemos que recorrer para saber qué
es el derecho y que hacer con él.
Que el derecho tiene que ver con las normas es cierto, pero también es
cierto que no es solamente una cuestión de normas; ahora creo que se entiende
mejor el sentido de la frase de Carrió que cité en los primeros párrafos de este
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trabajo: “la verdad es que para ser un buen abogado es necesario conocer el
derecho, y no es suficiente conocerlo”.
Por eso nos interesa el “derecho que fue”, para poder entender a lo
largo de la historia que es lo que ha permanecido y lo que ha cambiado; nos
interesa el “derecho que es”, para ver cómo y cuánto se cumplen hoy en día las
normas en la sociedad; y finalmente nos interesa el “derecho que debe ser”,
porque en ejercicio de nuestra libertad todos nosotros tenemos proyectos,
finalidades y valoraciones, y el derecho es lo que nos ayuda a concretarlas.
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