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Capítulo I.-
Por otra parte, es sabido que arribar a una definición acabada de una disciplina
científica no es tarea fácil, por cuanto establecer su alcance, funciones y
objetivos, en los momentos actuales de impetuoso desarrollo científico, precisa
de una diferenciación con disciplinas afines con las cuales puede tener los
mas disímiles puntos de contacto, al mismo tiempo que el propio desarrollo de la
disciplina en cuestión amplía tanto su espectro de acción que su alcance puede
ser rápidamente desbordado.
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tiempo, en un relativamente breve lapso de tiempo, la Psicología Clínica ha tenido
un sensible desarrollo, ampliando su campo de acción:
con lo cual,
en primera instancia, tomamos partido acerca de la vieja polémica de si la
Psicología Clínica es una rama aplicada o un método de la Psicología. Queremos
en primer lugar resaltar que el método clínico (en tanto estudio profundo,
prolongado y multilateral de sujetos individuales -tanto sanos como enfermos-
cuya individualidad es reconocida en su unicidad e irrepetibilidad, en la
dimensión de su historia personal y su situación actual) es un método legítimo del
quehacer profesional de la Psicología Clínica, pero no identificable con su
definición.
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Resultaría paradojal concebir un profesional de la Psicología Clínica que no
conociera y dominara -al menos en sus rudimentos básicos- el método clínico, y
ésto sólo se logra en la práctica, practicándolo una y mil veces tanto en el
estudio de sujetos concretos como en el estudio continuo e ininterrumpido de si
mismos, en el autoconocimiento que debe ser ejercicio sistemático del que
pretenda ejercer, con un mínimo de decoro, como profesional de la Psicología
Clínica. Se relaciona ésto, de manera muy estrecha, con el carácter aplicado de
nuestra profesión, sobre lo cual volveremos mas adelante.
Pero ni una ciencia ni una profesión pueden ser definidas por su método, en tanto
éste ni es privativo de la Psicología Clínica ni desborda o cubre los límites y
objetivos que se traza la Psicología Clínica.
En la formación del psicólogo clínico, sin embargo, ocurre un peligro real cuando
éste profundiza, de manera abstracta, en las reflexiones y especulaciones sobre
el funcionamiento psíquico del hombre apoyándose en el aparato categorial de
determinada corriente del pensamiento psicológico y presupone que su dominio
es el fin último de la ciencia psicológica. Al hacerlo, divorcia estas reflexiones del
hombre real concreto que es en quien, en última instancia, que se objetiviza y
materializa, dándole su sentido real, el mas acabado modelo teórico. Es por ello
que en la formación del psicólogo clínico insistimos en el carácter aplicado al
hombre concreto, real, que es en última instancia la razón de las acciones
profesionales del psicólogo clínico.
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cerebrovasculares y los procesos de afrontamiento a las llamadas enfermedades
crónicas no transmisibles (ECNT),... por sólo citar algunos de los retos que puede
enfrentar un psicólogo clínico en su práctica profesional.
Al afirmar esto, no hacemos otra cosa que traer a colación aquí la vieja polémica
de las relaciones entre ciencia y profesión. No es objetivo de este escrito revivir
las aristas controversiales de esta polémica, pero si tomar partido en cuanto a
que consideramos las relaciones entre ambas como no excluyentes, sino por el
contrario de complementación: una ciencia que se fundamenta en meras
elucubraciones, divorciada de la práctica real que es en última instancia la que
verifica la veracidad o no de sus enunciados es una abstracción que poco o
ningún valor tiene en la vida cotidiana,... pero una profesión que no posea un
sistema de leyes y categorías que le permitan orientarse en sus acciones se
convierte en pura empiria, pragmatismo que obliga a la continua improvisación a
partir de generalizaciones no sistematizadas y que una y otra vez conducen al
ensayo-error.
Es éste nuestro punto de partida, concebir a la Psicología Clínica como una rama
de la Psicología, que se apoya en presupuestos teóricos y metodológicos de su
ciencia madre: la Psicología. Pero al mismo tiempo su carácter distintivo es
precisamente su carácter aplicado (la práctica, la práctica,... y la práctica) y su
campo de acción son los seres humanos concretos, con sus aspiraciones y
frustraciones, sus vivencias y creencias personales, sus éxitos y fracasos, los
problemas que atraviesa derivados tanto de su historia personal como de su
situación actual.
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profundizar en el conocimiento de los individuos, de sus mecanismos y regulari-
dades psicológicas, sin excluir, sino necesariamente incluyendo al individuo que
mas está obligado a -al menos intentar- conocer y explicar: él mismo,... y esta
tarea es algo que siempre debe estar presente en toda su vida profesional
aunque tal vez nunca la complemente a cabalidad. Es por ésto que a pesar de las
opiniones, en ocasiones opuestas, hemos defendido el espacio del consultorio,
de la consulta clínico-psicológica como un valioso laboratorio que enriquece el
reservorio de conocimientos de nuestros profesionales, así como que favorece el
mejoramiento humano de aquellos que reclaman sus servicios. Pocos espacios
físicos y humanos permiten la toma de conciencia de problemas y las vías de
acción a seguir ante el mismo como el consultorio individual, a través de la cálida
e intensa relación humana, cara a cara, que se produce entre una persona “en
problemas” y un profesional competente en este especial contexto, así como la
escucha y comprensión de una manera auténtica, sin invadir su individualidad,...
cosa poco frecuente, casi inexistente, en la vida diaria, se logran importantes
cambios en la vida de una persona
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puede haber significado en la conformación de su personalidad y el sentido de
su existencia. Las normas, los valores, la ética de las relaciones
interpersonales en una determinada comunidad, pueden resultar
determinantes para comprender la problemática que está atravesando una
persona que busca los servicios del psicólogo clínico.
Por último, el uso de los grupos psicoterapéuticos, aunque no sean como
los anteriores, reales grupos de pertenencia, resultan un valioso auxiliar para
el psicólogo en su intencionalidad de ayudar a las personas a ser mejores.
Muchos fenómenos que se dan en la natural interacción del grupo, como la
universalización (en que el individuo conciencializa que su problema no es el
único, ni privativo de él) tienen un poderoso efecto positivo sobre el bienestar
mucho mayor que horas de interacción terapeuta-paiente en el consultorio.
Es importante que todas las funciones que realice un psicólogo clínico lo haga,
apoyándose para sus funciones en el amplio arsenal de recursos que para ello le
ofrece la Psicología. Significa ésto que el psicólogo clínico debe dominar la
técnica de la entrevista, la observación, las pruebas psicológicas, el experi-
mento, etc. por sólo citar algunos de los múltiples recursos metodológicos, de
evaluación e intervención de que dispone la Psicología y que permiten las mas
disímiles acciones útiles sobre el ser humano, sin tener que apelar para ello a la
"invasión" de otras ramas del conocimiento científico -como por ejemplo la
psicofarmacología- o improvisando en campos para los cuales no está calificado,
a la par que desprecia el amplio arsenal de recursos de que dispone la
Psicología.
Siempre que voy a explicar este aspecto, me viene al recuerdo una experiencia
anecdótica que aunque pudiera alejarnos momentáneamente del discurso
científico, quisiera compartir con el lector, pensando que con ello puedo ilustrar
con mas nitidez lo que acabo de afirmar:
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"He encontrado de un enorme valor cuando puedo permitirme a
mi mismo comprender a otras personas".
momento su recetario, le dedicó a mi paciente una hora y tantos minutos de trabajo
y en ese tiempo pude apreciar, con sorpresa, el "milagro" de ver como la señora se
iba animando y su rostro mostraba matices emocionales que yo no sospechaba que
aparecieran en un cuadro típico sino hasta después de la acción farmacológiica. Al
concluir, despedimos a la señora y Vega, con esa rara mezcla de acidez y enorme
calidad humana que siempre me ha maravillado me espetó:
-¡Si Ud. no quiere trabajar con un paciente, nada lo obliga a hacerlo, pero al menos
no lo atiborre de medicamentos por gusto!...
No obstante considero, si, que para que la Psicología nos ofrezca la posibilidad
de eficacia en el quehacer cotidiano, es imprescindible antes que todo un
profundo compromiso tanto personal como profesional con ella, que de no existir
haría frías y carentes de eficacia cualquier acción. Al mismo tiempo se presupone
que durante toda la vida profesional del psicólogo clínico, le acompañe un
ininterrumpido profundizar en el conocimiento científico unido a su constatación
en la práctica, acompañada de la reflexión personal y el debate con los colegas
que consolida una concepción del mundo, una cosmovisión tanto personal como
profesional tan importante en el ejercicio de la práctica clínico psicológica.
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que viene a demandar sus servicios. Cito nuevamente a Rogers, esta vez sin
comentarios:
No es ocioso resaltar este último aspecto, en tanto que con mucha frecuencia se
ha confundido a la práctica clínica con la psicometría y en el intento de
descalificar este supuesto se ha podido ir al extremo de descalificar el valor que
puede tener una prueba proyectiva (Rorschach, T.A.T.), una prueba de
inteligencia (Wechsler) o un Inventario de Personalidad (MMPI), por sólo citar
alguno de los tantos instrumentos tipo “test” o prueba psicológica existentes,
olvidando lo fundamental, que es que ninguno de estos instrumentos tiene valor
intrínseco por si solo, sino que este valor lo adquiere sólo en manos del
profesional competente y es éste -el psicólogo clínico- quien debe estar conciente
de los alcances y limitaciones que tal o mas cual instrumento posee.
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Así, la Psicología Clínica no agota las posibilidades de acción de la Psicología en
al campo de la salud humana: es muy valiosa la potencialidad de acción de la
Psicología Pedagógica en los programas de Educación de la Salud o la
potencialidad de la Psicología del Trabajo en la realización de estudios institucio-
nales de la eficacia del Sistema de Salud o las potencialidades de la Psicología
Social en el estudio de opiniones y creencias de la población acerca de los mas
disímiles problemas sanitarios,... y como podrá seguramente suponer el lector,
aún en estos casos es necesario el vínculo interdisciplinario. Al profesional de
la Psicología Clínica corresponden, como ya señalábamos, la realización de una
serie de acciones sobre individuos y grupos humanos concretos, a través de una
diversidad de funciones que lo ponen en contacto directo con los mismos, de aquí
que su relación con la salud humana pasa por el vínculo inmediato con personas
en cualquier punto del proceso salud-enfermedad; en cualquiera de ests puntos
está presente la dimensión psicológica, el factor humano.
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múltiples esfuerzos que pueda realizar un sistema preventivo de salud, el polo
enfermedad aún tiene cierto nivel de prevalencia y mas aún salud y enfermedad
no son exactamente "polos aislados" sino que entre ambos median múltiples
interacciones constituyendo una compleja unidad contradictoria.
En consecuencia con una visión integral del hombre, el psicólogo clínico realiza
también múltiples funciones encaminadas a la atención del factor enfermedad
tales como:
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mutilaciones o personas -tales como el paciente oncológico- que aún cuando
hayan rebasado el período crítico de su enfermedad, se muestran
aprehensivos ante la posibilidad de recidiva.
Se trata de que el individuo, en tanto ser humano, funcione tan plenamente como
sus potencialidades reales se lo permitan, en el medio real concreto en que
desenvuelve su existencia. Queremos hacer algunas precisiones al respecto: en
primer lugar, damos un peso importante al bienestar humano, a la realización
plena de los individuos y a la "defensa de su autoestima", pero insistimos por
todos los medios en no separar para su comprensión, a este individuo de su
contexto real concreto que tiene un código de convivencia también concreto, un
sistema de reglas y de demandas sobre el individuo, de las cuales éste no puede
abstraerse y aún en el caso de hacerlo, ello ocurre a costa de un precio
importante ya sea para el individuo o para su grupo humano particular. Es por ello
que al estudiar a un individuo y sus relaciones con su medio debemos hacerlo en
la complejidad -particular y única para ellos- de este sistema de relaciones, y no a
partir de ideas preconcebidas y de un "optimismo ingenuo", sino formulándonos
múltiples interrogantes y sus posibles respuestas ¿puede éste individuo enfrentar
una ruptura con su medio y construir plenamente su existencia?, ¿puede hacerlo
sin que aparezcan sentimientos de culpabilidad? o por el contrario, ¿puede este
individuo "crecer" humanamente y permanecer "leal" al medio en que convive?,
¿es posible acaso una posición intermedia en la cual éste individuo quede "en
paz consigo mismo"?,... éstas y muchas mas interrogantes conlleva la afirmación
de "optimizar la interacción del individuo con su medio", pues esta óptima
interacción debe ser vista desde el prisma de la vida real del individuo concreto
que nos ocupa y no desde supuestos absolutos preestablecidos.
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postura optimista, de una confianza y creencia en el mejoramiento humano, pero
al mismo tiempo evitando en caer en lo que llamo un "optimismo ingenuo " que
ignora las limitaciones o insuficiencias reales que tiene un individuo, las que no
siempre son superables y, lamentablemente, muchas veces el individuo tiene que
convivir con ellas durante toda la vida.
Como señalábamos al inicio, esto no es mas que una guía para el trabajo
profesional, que no tiene un carácter de dogma, sino el establecimiento de un
punto de partida para el debate científico y el establecimiento de direcciones de
trabajo. Muchos de los aspectos señalados tienen un carácter polémico y debe
profundizarse en su esclarecimiento. En esa dirección encaminamos los
siguientes capítulos.
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