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3.

Bienes jurídicos protegidos

Partiendo de la doble función del Estado, como regulador de su propia


actividad, al imponer formas a la actuación de los funcionarios que lo
representan, y como regulador de la conducta de los individuos, en cuanto
impone formas a los actos de estos para asignarles eficacia en las
relaciones jurídicas, se señala que en una y otra las formas instrumentadas
suscitan un estado de confianza que se asienta en la intervención de aquel
como persona, o como legislador que impuso obligatoriamente las formas
de los actos[3].

El profesor Prado Saldarriaga sostiene que, de modo predominante, se


espera que toda definición debe reflejar el rol funcional que socialmente
cumple el bien jurídico, y que, en razón de ello tiene el rol de «permitir el
tráfico social o, mejor dicho, facilitar la interacción de los individuos a partir
de un consenso o confianza en el significado y validez de determinados
actos y símbolos.»[4] Parafraseando a Juan Bustos Ramírez, Prado asevera
que, en su proceso evolutivo, el concepto de fe pública se ha ido
diferenciando de un simple derecho a la verdad para orientarse más bien
hacia una exigencia de verdad legal o jurídica, es decir, una verdad basada
en la existencia de presupuestos o formas. Los bienes jurídicos protegidos
en los delitos de falsedad documental han sido caracterizados por la
doctrina[5]. En general, se considera como tales la seguridad en el tráfico
jurídico y la fe pública.

Lea también: El tipo penal de falsedad ideológica en el Código Penal


peruano

3.1. La fe pública

Para Manuel Ossorio, citando a Cabanellas, la buena fe es, entre otras


cosas, la convicción de que el acto realizado es lícito, así como la confianza
en la certeza o verdad de un acto o hecho jurídico. La mala fe es la íntima
convicción de que no se actúa legítimamente, ya sea por existir una
prohibición legal o disposición en contrario, ya sea por saberse que se
lesiona un derecho ajeno o porque no se cumple un deber propio[6].

El bien jurídico tutelado es la fe pública, entendida como la confianza


generalizada en la autenticidad y el valor de ciertos objetos, signos o
documentos que suscita o impone la garantía que les dispensa el Estado,
sea directamente o a través de las instituciones o los funcionarios en
quienes se delega al efecto[7]. Se trata de una fe colectiva y pública, no solo
subjetivamente, por ser creencia de todos, sino también de manera objetiva,
porque acompaña al escrito como si se incorporara a ellos y ante la
colectividad se les confiere un valor universal[8].

La «fe pública» es una expresión que, como observa Carrara, no debe


interpretarse como fidelidad en el mantenimiento de una obligación
contraída, sino en el sentido de confianza. Algunos autores consideran
como fe pública solo la impuesta por la ley, pero tal opinión no del todo es
aceptable, pues la fe pública reconoce a determinados documentos
destinados a probar hechos originadores de consecuencias jurídicas. Un
documento es una manifestación de voluntad en forma escrita, capaz de
probar hechos de trascendencia jurídica. Pero no es preciso que esté
relacionado o confeccionado con la finalidad de servir de prueba; basta que
sea apto para ello[9]. Sobre el particular, Muñoz Conde se refiere a la fe
pública como

[…] un bien jurídico que se representa en una apariencia de conformidad con


la realidad y que fluye de documentos o símbolos; y, que además esta
apariencia de verdad que generan tales signos, genera una confianza, una fe,
en la sociedad, en el público en general la fe pública que se protege por el
Estado en cuanto es necesaria para el tráfico jurídico y puede servir como
medio de prueba o autenticación[10].

Para el profesor Eduardo Alberto Donna, la fe pública es «la confianza


general que despiertan las instituciones creadas por el Estado en esas dos
funciones». Más concretamente, afirma que «debe ceñirse el concepto de fe
pública al amparo o tutela, en su primera función, de los signos e
instrumentos convencionales que el Estado impone con carácter de
obligatoriedad y, en su segunda función, a los actos jurídicos que respetan
ciertas formas materiales y que son destinadas a los objetivos legalmente
previstos»[11].

Para Reiner Chocano, por último, la fe pública se entendería como la amplia


confianza que se tiene en el tráfico jurídico y social documentario[12].

Lea también: La colusión comprende en su integridad el injusto de los


delitos de falsedad [R.N. 2648-2016, El Santa]

3.2. Seguridad en el tráfico jurídico

Según la doctrina moderna, la fe pública es el presupuesto de la seguridad


en el tráfico jurídico. Debe diferenciarse en esta posición dos etapas: la
primera, que ve la seguridad jurídica como bien jurídico, y la segunda etapa
en la cual se busca concretarlo, debido a la indeterminación y a su
generalidad, tal como había pasado con la idea de fe pública. Desde esta
perspectiva, según Donna y tal como está legislado en los códigos penales,
no hay duda en afirmar que la seguridad jurídica aparece como una
prolongación de la fe pública, con la cual tiene varios criterios en común. Lo
positivo al tomar este bien jurídico es el abandono de las connotaciones
psicológicas que tenía la fe pública, así como su vaguedad conceptual. Se
pasa desde esta perspectiva a un concepto objetivo del bien jurídico, a la
vez que se mantiene la noción de que sigue siendo un ideal inmaterial[13].

4. El tipo penal de falsedad ideológica

Partiremos definiendo la falsedad ideológica:

Inserción en un instrumento público de declaraciones deliberadamente


inexactas, concernientes a un hecho que el documento deba probar de
modo que pueda resultar perjuicio. De ella dice pena que comprendería la
mentira escrita, en ciertas condiciones que se enumeran en varios
supuestos punibles […] en la falsedad ideología siempre la realización
externa es real y el documento está confeccionado por quien en la forma en
que es debido, de modo que resulta la contradicción punible como
consecuencia de que esa correcta exteriorización genera una desfiguración
de la verdad objetiva que se desprende del texto[14].

En el delito de falsedad ideológica el documento ha sido elaborado en


forma legal, es decir, es verdadero y contiene todos los elementos
necesarios para surtir efectos jurídicos. Sin embargo, el vicio se encuentra
en el contenido del documento público: las declaraciones han sido
insertadas en este (o se han hecho insertar) con conocimiento de su
falsedad, con fin de hacer pasar como cierto lo que no es.

El artículo 428 del Código Penal está redactado de la siguiente manera:

El que inserta o hace insertar, en instrumento público, declaraciones falsas


concernientes a hechos que deban probarse con el documento, con el
objeto de emplearlo como si la declaración fuera conforme a la verdad, será
reprimido, si de su uso puede resultar algún perjuicio, con pena privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de seis años y con ciento ochenta a
trescientos sesenticinco días-multa.

El que hace uso del documento como si el contenido fuera exacto, siempre
que de su uso pueda resultar algún perjuicio, será reprimido, en su caso, con
las mismas penas.

Es falso todo aquello que no es verdadero, que se aparta de la verdad. Por lo


tanto, falsedad es todo «mudamiento de la verdad». Tal idea vulgar de lo
falso no es relevante para el derecho penal, porque no se castigan todas las
mentiras o, en otras palabras, porque la mentira en sí misma es impune.
La falsedad se refiere a los sujetos y consiste en afirmar lo que no es
verdadero o realizar un acto que carece de autenticidad, es decir, poner lo
falso en lo que debiera ser verdadero[15].

Al respecto señala Carlos Creus:

La falsedad ideológica –que algunos también llaman histórica– recae


exclusivamente sobre el contenido de representación del documento, sin
que se modifiquen ni imiten para nada los signos de autenticidad. En ella
nos encontramos con un documento cuya forma es verdadera, como lo son
también sus otorgantes, pero que contiene declaraciones falsas sobre
hechos a cuya prueba está destinado: en él se hacen aparecer como
verdaderos –o reales–, hechos que no han ocurrido, o se hacen aparecer
hechos que han ocurrido de un modo determinado, como si hubiesen
ocurrido de otro diferente.

Es, pues, un primer presupuesto del documento ideológicamente falso, la


veracidad de su autenticidad o genuinidad; esto es, tiene que tratarse de un
documento auténtico con todos los signos que lo caracterizan como tal. Y
es esa autenticidad lo que se aprovecha para mentir, para hacer que
contenga declaraciones falsas, es decir, no verdaderas; el autor se sirve de
los signos de autenticidad formalmente verdaderos para hacer pasar, como
tales, hechos o actos relatados en el documento, pero que no lo son. En
resumen, en el documento ideológicamente falsificado hay una forma
auténtica y un contenido falso[16].

Lea también: Dar identidad falsa al momento de la intervención y en


diligencias posteriores constituye delito de falsedad genérica [R.N. 1593-
2014, Lima]

5. Verbos rectores del tipo penal de falsedad ideológica

5.1. Insertar
La Real Academia Española define el
verbo insertar como incluir,  introducir  algo  en  otra  cosa.Señala Donna sobre
este verbo rector:

Se insertan declaraciones falsas cuando lo que se consigna en el


documento tiene un sentido jurídico distinto del actor que realmente ha
pasado en presencia de quien tiene la obligación de colocar lo que
verdaderamente ocurrió. Tanto se logra este fin incluyendo un hecho que no
ocurrió o afirmando su existencia cuando es lo contrario y, de igual manera,
con declaraciones que se han vertido en su presencia o, al contrario, que no
se han hecho[17].

Al respecto, Jorge Sandro, en comentario a la legislación argentina, señala:

Cuando la acción realizada es insertar,  sólo puede ser sujeto activo el oficial
público predispuesto legalmente para la realización del acto, pues
solamente él está investido de competencia para incorporar a un
documento público atestacionés que obren con aptitud probatoria erga
omnes  respecto de la existencia de los hechos que declara haber cumplido
en persona, como de los que certifique haber pasado en su presencia (arts.
993, 994 Y 994, Cód. Civil)[18].

Lea también: Análisis histórico y jurídico-penal de los delitos de colusión


agravada, peculado, cohecho y falsedad genérica en una sentencia de
apelación

5.2. Hacer insertar

Hacer insertar declaraciones en un documento público: esta forma de


comisión del delito materia de estudio se concreta cuando un  particular
hace introducir una o varias declaraciones falsas con la finalidad de que el
funcionario las tome como verdaderas y surtan efectos jurídicos. El agente,
de manera dolosa, induce a error al funcionario y declara como cierto algo
que conoce que es falso. Por ejemplo, en un proceso de prescripción
adquisitiva de dominio, cuando el solicitando señala que la posesión es
pacífica y continua a pesar de haber litigado durante un tiempo determinado
por el bien que pretende prescribir. A este respecto, Buompadre aclara:

Si la acción típica consiste en hacer insertar, se incluye en la categoría de


sujeto activo a cualquier persona. Aquí, el funcionario otorgante del
documento es utilizado como un instrumento, pues el autor de la maniobra
le está haciendo insertar declaraciones falsas que no deberían quedar
asentadas en el documento. Esta acción sólo será posible con la presencia
de ambos sujetos, el otorgante, que es quien aporta la declaración falsa, y el
oficial público, que es quien extiende el documento, es decir el que inserta la
falsa declaración en el instrumento[19].

5.3. Instrumento público

Otro vocablo rector del tipo delictivo es «instrumento público». Pero, ¿qué
entendemos por instrumento público? ¿Es lo mismo un instrumento que
documento público? Ossorio formula las siguientes observaciones:

[…] los instrumentos se dividen, principalmente, en privados y públicos […] se


tendrán por públicos, las escrituras públicas hechas por escribanos públicos
en sus libros de protocolo, o por otros funcionarios con las mismas
atribuciones[20]. El mismo autor respeto al significado de documento
público señala lo siguiente: El otorgado o autorizado, con las solemnidades
requeridas por la Ley, por notario, escribano, secretario judicial u otro
funcionario público competente, para acreditar algún hecho, la
manifestación de una o varias voluntades y la fecha en que se producen[21].

5.4. Que de su uso pueda resultar algún perjuicio

La Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República ha establecido


criterio dogmático en la sentencia contra Alberto Fujimori Fujimori y otros
(Expediente Nº A.V. 23-2001) en su fundamento 51, cuarto y quinto
párrafo: el tipo legal circunscribe el objeto de la falsedad a un hecho que el
documento deba probar y que, asimismo, sea oponible a terceros (se ha de
tratar de manifestaciones destinadas a surtir efecto en el ámbito jurídico y
que recogen una manifestación de voluntad). Tales manifestaciones deben
importar una alteración de la verdad, por incluir bajo el amparo de la fe
pública un hecho no cierto[22]. De esta exigencia resulta la distinción
en falsedad esencial y falsedad no esencial en materia
de falsedad ideológica. No toda declaración falsa incluida en un documento
público es constitutiva de esta modalidad delictiva: «La trascendencia penal
de la inveracidad en la narración de los hechos ha de incidir sobre aspectos
esenciales del documento, que tengan relevancia jurídica, bien aisladamente
considerados, bien por su vinculación o interacción con el conjunto de lo
documentado»[23].

La norma penal exige que «de su uso» pueda resultar algún perjuicio, lo que


debe apreciarse como una situación de peligro abstracto. Esto último debe
entenderse como la posibilidad de que, mediante el empleo del documento
cuestionado, se vulnere algún otro bien, no necesariamente patrimonial, con
tal de que esa situación de peligro sea derivada de la falsedad misma y del
empleo del documento falso[24].

Lea también: ¿En qué momento se consuma el delito de falsedad


documental?

6. Sujetos

Como hemos visto, el tipo penal hace una diferenciación entre «hacer
insertar» e «insertar». En ese sentido, podemos señalar que en la acción de
«insertar», el sujeto activo o agente puede ser solo el funcionario que tiene
la misión de autenticar el documento en el que están insertas las
declaraciones falsas. En cambio, en la acción de «hacer insertar», son
autores o sujetos activos los otorgantes o solicitantes del acto que, con
conocimiento y voluntad (dolo), hacen insertar declaraciones falsas, con el
consentimiento del funcionario o sin él.
«Hacer insertar» es lograr que se incluyan en el documento público
manifestaciones que no revelan la verdad pasada, dando como ocurrido lo
que no sucedió o lo que ocurrió de un modo distinto. A diferencia del
verbo ‘insertar’, se advierte una concurrencia múltiple de personas.  La
acción de insertar solo puede realizarla el funcionario; en cambio, en este
supuesto necesariamente debe darse la conducta del que hace insertar y la
del que inserta en el documento lo que se le pide o sugiere.

Lea también: Corte Suprema precisa diferencias entre falsedad ideológica y


falsificación de documentos [R.N. 545-2012, Cusco]

7. Consumación

Para la doctrina dominante, se consuma la acción cuando el objeto en el


que se han hecho las inserciones falsas adquiere la calidad de documento
público. La consumación se da con el perfeccionamiento del instrumento
(escritura pública) o al adquirir este valor como tal.

El delito en estudio se consuma cuando el documento público queda


perfeccionado como tal, con todos los signos de autenticidad requeridos
por ley, aunque no se hayan realizado todavía los actos necesarios para
oponer ante terceros la prueba por él constituida, pues ya en ese momento
ha nacido la posibilidad de perjuicio.

8. Tipo subjetivo

El presente es un delito doloso, compatible solo con el dolo directo. Este


requiere la conciencia acerca del tipo de documento en que se introduce la
falsedad, de la falsedad misma y de la posibilidad de perjuicio, así como de
la voluntad de realizar la conducta típica. En este tipo de figuras no caben el
dolo eventual ni las formas imprudentes.

9. Relación con el delito de defraudación en su figura de estelionato


Para poder dilucidar este punto plasmaré brevemente un caso que vengo
patrocinando en la ciudad de Chiclayo. Un sujeto X adquiere un predio de
4.000 m2 (en adelante X1), colindante con el predio de mi patrocinado Y de
1.000 m2 (en adelante Y1). Ambos predios se encuentran inscritos en
Sunarp, con títulos de propiedad y partidas registrales independientes.  En el
año 2002, Y se da con la sorpresa de que el sujeto X habría creado un cerco
perimétrico en su lote X1, pero incluyendo dentro de dicho cerco el bien Y1
que le pertenecía a Y, además de un callejón que le pertenecía a la
Municipalidad. Y interpone demanda de reivindicación y sale airoso.

En el año 2006 se dicta sentencia en primera y segunda instancia; asimismo,


en casación el recurso es declarado improcedente, por lo que se obtiene la
calidad de cosa juzgada firme. Pero, como para las personas que ven una
forma de «trabajo» el tráfico de terrenos, el sujeto X interpuso un sinfín de
demandas, entre ellas los de nulidad de cosa juzgada fraudulenta, nulidad
de acto jurídico y mejor derecho a la posesión, todas ellas declaradas
infundadas por el órgano correspondiente. Luego de casi 10 años de
constante litigio, en octubre de 2012 se ordena la ministración de la
posesión a favor de Y con derrumbe de parte del cerco construido
indebidamente. La persona Y toma posesión pacífica de su predio y
actualmente viene ejerciendo la posesión pública.

Lea también: ¿Comete falsedad ideológica quien inscribe una sucesión


intestada dejando de lado a otros herederos forzosos?

No obstante, en el año 2014 se notifica a Y una demanda de reivindicación y


pago de daños y perjuicios. Ante esto, analizando los documentos anexos a
la demanda, se da con la sorpresa de que la persona X había realizado ante
un notario de Chiclayo un trámite de saneamiento de linderos del terreno X1,
solicitud presentada en mayo de 2012 aprovechando la existencia del cerco
indebidamente creado, y en septiembre del mismo año adquiere su
respectiva acta de determinación de linderos e inscribe en registros. A los
seis días vende, en primer lugar, a uno de sus abogados; el abogado vuelve a
vender a Z, y Z demanda reivindicación e indemnización. Es decir, tres
ventas en menos de seis meses. Ante estos hechos, se contesta la
demanda de reivindicación realizada por Z, se interpone demanda de
nulidad de acto jurídico y se denuncia por falsedad ideológica en concurso
real con defraudación en su figura de estelionato.

Hace no muchos días, me han notificado la acusación fiscal en la cual se


acusa por falsedad ideológica y se sobresee por estelionato. El argumento
para sobreseer es el siguiente: la formalización de la investigación
preparatoria tuvo como sustento que X vendió como propio el terreno del
agraviado Y, sito en Y1, de 1.000 m2, el cual fue falsamente incluido en el
lote X1 mediante trámite notarial que dio origen al acta de rectificación de
áreas, linderos y medidas perimétricas, venta que se realizó con fecha 31 de
octubre de 2012 (cuando el agraviado Y se encontraba ya en posesión del
lote Y1) a favor de J, y este a su vez lo ha transferido a S. Ambos títulos
fueron presentados a Sunarp y fueron debidamente inscritos.

Sin embargo, se debe tener en cuenta que los elementos constitutivos


del estelionato son los mismos que integran el delito de estafa genérica. Lo
característico en este tipo de delitos es la disposición fraudulenta de
bienes propios o ajenos, con plena conciencia y voluntad de su
comportamiento reprochable y en el que el momento consumativo ocurre en
el instante en que el agente recibe el precio de la venta como consecuencia
del negocio fraudulento, hecho materializado a través del engaño y
aprovechando la buena fe de los agraviados, móviles que determinan la
adquisición del inmueble. En tal sentido, de manera alguna se ha acreditado
el engaño por parte de X al agraviado Y, por cuanto no ha sido a este a quien
le vendió el terreno ajeno incorporado en otro, sino a J, y este, a su vez, lo
ha transferido a S, siendo ambos títulos inscritos ante la Sunarp, máxime si
en el delito de estelionato, el sujeto pasivo es la persona sobre quien recayó
el engaño y en tal virtud se aceptó la contratación.

Mis preguntas son las siguientes:


1) ¿En el delito de defraudación-estelionato el agraviado siempre es quien
compra o adquiere el bien inmueble, o también puede serlo el propio dueño
que ha sido agraviado por un acto fraudulento con la finalidad de despojarlo
de su propiedad?, y

2) Si se demuestra que entre comprador y vendedor existe un ánimo


defraudatorio en agravio de un tercero (real propietario), ¿este último debe
ser considerado como agraviado y los otros dos como autor y cómplice
primario del delito de estelionato respectivamente?

Personalmente considero que el delito de estelionato se adecua al


tipo defraudación si se logra demostrar que entre comprador y vendedor
existe un fin, cual es el de causar perjuicio al verdadero propietario y que
tales ventas son solo simuladas. Para ello, partamos de las premisas de
que quien falsifica un documento siempre tendrá un ánimus de defraudar y de
que nadie realiza dicha conducta de buena fe. Ahora bien, con respecto a las
pruebas hay que entender que en los delitos de estafa inmobiliaria o
defraudaciones los agentes actúan de forma subrepticia y es aquí donde
toma mayor fuera la prueba indiciaria. En el caso narrado podemos afirmar
que existe un poderoso indicio de oportunidad: la solicitud fue presentada
antes de la ministración de la posesión a favor de Y, aprovechando la
oportunidad del cerco perimétrico. También se observa un indicio de móvil,
que en el presente caso fue meramente lucrativo y defraudatorio, toda vez
que el agente había sido vencido en todos los procesos judiciales. Por lo
tanto, considero que en el tipo penal de estelionato no siempre el agraviado
es el comprador, si se demuestra que entre este y el vendedor existe un
ánimus de defraudar a un tercero, como en el caso en comento.
TRIBUNAL FISCAL 
OFICINA DE ATENCIÓN DE QUEJAS

EXPEDIENTE: 1835-2017
INTERESADO:
ASUNTO: Queja
PROCEDENCIA: Asia – Cañete
FECHA: Lima, 1 de marzo de 2017

VISTA la queja[1] presentada por xxxxx contra la Municipalidad Distrital de Asia, por no


aceptar el pago del Impuesto Predial de los años 2014 y 2015.

CONSIDERANDO:

Que la quejosa cuestiona que la Administración se haya negado a recibir el pago


correspondiente al Impuesto Predial de los años 2014 y 2015 aduciendo que mantiene
adeudos más antiguos que deberían cancelarse previamente, precisando que a fin de
acreditar su afirmación cuenta con la constatación policial efectuada por la Comisaría de
Asia, en la que se deja constancia de dicha negativa.

Lea también: ¿Es obligatorio pagar el impuesto predial para adquirir un bien por
prescripción adquisitiva de dominio?

Que mediante el Proveído N° 0209-Q-2017 (foja 25), notificado a la Administración el 14


de febrero de 2017 (fojas 28 y 29), se requirió a la Administración que remitiera un informe
sobre los hechos que motivan la queja, en especial sobre la negativa a recibir el pago
correspondiente al Impuesto Predial de los años 2014 y 2015 que la quejosa pretende
realizar, y la base legal que sustenta dicha negativa.

Que no obstante haber vencido el plazo otorgado, la Administración no ha remitido la


información y documentación solicitadas, por lo que corresponde emitir pronunciamiento
en virtud a la documentación que obra en el expediente, conforme con el criterio
establecido por este Tribunal mediante Acuerdo recogido en el Acta de Reunión de Sala
Plena N° 2005-15 de 10 de mayo de 2005, en el que se dispuso que “vencido el plazo
otorgado, el Tribunal Fiscal resuelve el expediente mediante una resolución, aun cuando
no exista respuesta o la misma sea incompleta”.

Que el artículo 155° del Texto Único Ordenado del Código Tributario aprobado por
Decreto Supremo N° 133-2013-EF, dispone que el recurso de queja se presenta cuando
existan actuaciones o procedimientos que afecten directamente o infrinjan lo establecido
en dicho código y en las demás normas que atribuyan competencia al Tribunal Fiscal.

Que conforme con el artículo 37° del citado código, la Administración se encuentra en la
obligación legal de aceptar el pago que realice un contribuyente respecto de un
determinado tributo y período, independientemente del hecho que el mismo cubra o no la
totalidad de la deuda tributaria.

Lea también: II Pleno Casatorio Civil: Prescripción adquisitiva de dominio

Que el artículo 31° señala que los pagos se imputarán en primer lugar, si lo hubiere, al
interés moratorio y luego al tributo o multa, de ser el caso; salvo lo dispuesto en los
artículos 117° y 184°, respecto a las costas y gastos, asimismo, indica que el deudor
tributario podrá indicar el tributo o multa y el período por el cual realiza el pago,
precisando que cuando el deudor tributario no realice dicha indicación, el pago parcial que
corresponda a varios tributos o multas del mismo período se imputará, en primer lugar, a
la deuda tributaria de menor monto y así sucesivamente a las deudas mayores. Si
existiesen deudas de diferente vencimiento, el pago se atribuirá en orden a la antigüedad
del vencimiento de la deuda tributaria.

Que en el presente caso, de acuerdo con el Acta de Constatación Policial de 31 de enero


de 2017 (foja 1), la quejosa solicitó una constatación policial por motivo que personal de
tesorería de la Municipalidad Distrital de Asia no acepta que haga los pagos del Impuesto
Predial de los años 2014 y 2015, dejándose constancia que la persona quien refirió ser el
encargado de la caja de dicha municipalidad señaló que “por orden del Jefe de Tesorería 
no puede efectuarle el cobro de años posteriores al recurrente por motivo que se tiene
cuenta que tiene deudas anteriores (…)”
Lea también: ¿Puede un copropietario adquirir por prescripción adquisitiva de
dominio las cuotas ideales de su copropietario?

OFICINA DE ATENCIÓN DE QUEJAS

Que al respecto, en aplicación del artículo 37° antes glosado, la Administración se


encuentra en la obligación legal de aceptar el pago que realice un contribuyente,
independientemente del hecho que el mismo cubra o no la totalidad de la deuda tributaria.

Que en tal sentido, encontrándose acreditada la negativa de la Administración a aceptar el


pago del referido impuesto y períodos que pretende efectuar la quejosa, corresponde
amparar la queja presentada, debiendo la Administración recibir tal pago de conformidad
con el artículo 37° del Código Tributario[1].

Con el Resolutor – Flores Pinto.

RESUELVE

Declarar FUNDADA la queja presentada, debiendo la Administración proceder conforme


con lo señalado en la presente resolución.

Regístrese, comuníquese y remítase a la Municipalidad Distrital de Asia – Cañete, para


sus efectos.

FLORES PINTO
Resolutor- secretario
Oficina de Atención de Quejas

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