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ARIAS DAVILA

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anp alsr' i3 L MARQUES DE LOZOYA .,~ . ,
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Han ' corrído ya muchos años desde el día en que mí buen a
fortuna me hizo pasar por delante del antiguo hospital de Sa n
Antonio de los Peregrinos, en la plaza de la Merced, a la sazó n
en trance de derribo . En la ya desmantelada capilla neoclásica ,
digna de mejor suerte, atrajeron mí atención algunas piedra s
labradas, mucho más antiguas que el resto de la fábrica : un
trozo de imposta gótica con las armas de los Arias Dávila y lo s
rotos e incompletos fragmentos de dos estatuas funerarias . ya-
centes, de varón la una y de mujer la otra . Como aquellos ves -
tigios estaban abocados a acabar en mampostería, se los pedí a l
encargado de las obras, que me los concedió sin dificultad y ha n
permanecido desde entonces arrinconados en el patio de mí cas a.
hasta que recientemente, al convertir en capilla conmemorativ a
el refugio que en el jardín hizo construir el General don Enriqu e
Varela en los meses del año de 1937 en que tuvo en este edífíci o
su puesto de mando, las hice restaurar y situar bajo arcosolios ,
sobre sendos plintos . Los huesos, que aún permanecían en l a
capilla del Hospital de Peregrinos, fueron trasladados en 1946
a la que los Arias Dávila fundaron en la parroquia de San Martín .
De que los yacentes representados en las piedras tumulare s
pertenecían al linaje de Arias Dávila no podía caber ningun a
duda . Lo declara la heráldica de la única piedra blasonada en -
contrada con los restos y su procedencia, ya que el Hospital d e
Peregrinos fué fundado por el contador de Enrique IV, Diego
.Arias Dávila, el 10 de noviembre de 1461 . La lectura del test a
_mento° de Pedrarias Dávila, gobernador de Castilla del Or o
(Sanlúcar deBarrameda, 20 de marzo de 1514), nos da la mu y
probable :identíficacíóín de:Ios:personajes representados . Orden a
el famoso conquistador que a su muerte su cuerpo sea enterra -
do en la capilla mayor del : Convento de la Merced, en una se -
piultura llana <e que sea entremedias de mí Señor abuelo Diego
Arias Dávila, que Santa Gloria haya, e del bulto de la Señor a
Doña Isabel Arias» (1) . El estilo de las piedras sepulcrales ín-
dica que fueron indudablemente labradas en el último terci o
del siglo xv, lo cual hace muy verosímil que los personajes re -
tratados sean Diego Arias Dávila, fundador del gran linaje, qu e
murió en los primeros días del año 1466 y su hija doña Isabe l
Arias Dávila, ya fallecida en 1497, mujer de Gómez Gonzále z
de la Hoz, señor de Hermoro, antecesores de los barones d e
Hermoro, título que iure uxoris ha venido a recaer en mí casa .
Diego Arias Dávila es cabeza de una estirpe que, sí n o
figura entre las de ascendencia más antigua y clara, es sin dud a
la más fecunda en personalidades importantes entre todas la s
e ovianas- Poderosísima y elevada al supremo honor de l a
grandeza de España, no solamente mezcla su sangre con la d e
todos los linajes históricos españoles, sino que se enlaza co n
¡-grandes casas europeas como los Cray, los Pío de Saboya, lo s
Centurión y los Stuart. El fundador, representado ya ancian o
en la escultura que estamos comentando, es uno de los per-
esonajes más apasionadamente discutidos del pintoresco y ba -
rroco reinado de Enrique IV. Fué probablemente de muy hu -
milde origen y por su esfuerzo o por su suerte se víó encumbra -
do a la cúspide de la fortuna . Es éste un pecado que no perdon a
la envidia hispánica y que era más imperdonable en los siglo s
penetrados de afán nobiliario y de intransigencia racista . De l a
lectura de las crónicas contemporáneas, tanto de las favorables
como de las adversas, se deduce que fué árbitro supremo de l a
_.. :: recaudación de tributos y de la administración del tesoro del
Rey . Oficios son éstos que siempre han concitado el odio de lo s
ciudadanos y más cuando fueron base de un engrandecimient o
desmesurado . Hechura de Enrique IV y su confidente, había d e
concentrarse en su memoria la campaña antienriqueña durant e
la guerra de sucesión . Diego Arias Dávila fué uno de los hom -
bres más odiados de su tiempo y todo parecía poco a sus detrac -
'lores para denigrar a su persona y a su linaje .
°"Pero, por otra parte, genealogistas y reyes de armas s e
aprestaban a proporcionar a los descendientes del Contador ,
grandes señores que se codeaban con Toledos, Mendozas y Gí-
rones, una genealogía mítica que les permitiese alternar sin son-

rojo con sus parientes, que tenían detrás de ellos toda la híst o
ría de España . Los Arías Dávila tuvieron su leyenda áurea ,
como tuvieron su leyenda negra . Quizá, como suele suceder ene
estos casos, entre la una y la otra esté la verdad .
"La leyenda áurea» del linaje pretendía buscar sus raíce s
en la más simpática y noble figura del romancero : Arias Gon-
zalo, el revíndicador sin ventura de la honra de su ciudad, Za-
mora y de la infanta-reina Doña Urraca contra los caballero s
del Rey Don Sancho que querían hacer recaer sobre ambas l a
traición de Bellido Dolfos . La figura de Arias Gonzalo alcanz a
la grandeza de Ios protagonistas de la tragedia griega cuando
ve morir a sus cuatro hijos mozos para que quede límpía l a
honra de su ciudad y de la Infanta, su señora :

Tristes van los zamoranos


metidos en gran quebranto.
Reptados son de traidores,
de alevosos son Ilamados.
Mas quieren ser todos muerto s
que no traidores nombrados.
Día era de San Míllán,
ese día señalado ;
ar,Úrteia : -a "f a todos duermen en Zamora ,
Zfl'. mas no duerme Arias Gonzalo . . .
- i-2
En la genealogía del apellido Alarcón, emparentado con e
de Arias Dávila (2), se lee que en la armería de los Condes de "
Puñonrostro, representantes del linaje segovíano, se guardabá =
la espada del defensor de Zamora y eI nombre de «Arias Gon
talo» se reitera en personajes de la familia . Garcí Ruiz de Ca
tro, el erudito coplero-genealogista del siglo xvi, se refiere a est á
ascendencia en los versos que siguen :
aol :a . .
Ví un blasón segovíano
-J7 de los Arias de mí tierra .
Descienden del zamorano
lrdq i5 ..aa'í ara srra Arias Gonzalo galan o
"t -t. que en Zamora travó guerra. ..

Un centón nobílíarío ordenado en el reinado de Felipe II I


por Manuel de Castro Figueroa y que, manuscrito, figura en m í
MARQUES DE LOZoi!A

archivo, nos da la siguiente genealogía de los Arias Dávila, qué


dice el autor haber encontrado en Lucio Marineo Sículo y en
otros autores : «El primero de que se trae la sucesión en Castill a
es Diego Arias de Argüello que síruíó al Rey Don luan 1° y en
su servicio murió en la vatalla de Aljubarrota y su naturalez a
afirman ser de León y su casa la Puebla de Gordon ; deste Dieg o
Arias se díze ayer pasado a Castilla por que mató vn caualler o
que llamaban de la Vanda Diego Arias dejó un hijo que s e
llamó Gonzalo Arias o, como (dicen) otros, Arias Gonzalo d e
Argüello . Gonzalo Arias fué padre de Diego Arias (el Contado r
de Enrique IV)» (3) . En un árbol muy completo de la familia ,
üripreso en el siglo xvni, que figura en el archivo de los Aria s
Dávila de la rama de Hermor•o en el Palacio de Hoyuelos, s e
acepta esta genealogía y se confirman sus enlaces . Diego Arias ,
el de Aljubarrota, estaba casado con Catalina de Argüello .
Su hijo Arias Gonzalo de Argüello, señor de Víllafranca y d e
Villalba, estuvo casado con Víolante González de Avila y ésto s
fueron los padres de Diego, el Contador .
Contra esta leyenda dorada surgió, aun en vida de Dieg o
Arias Dávila, la más terrible leyenda negra que haya infamad o
a Iinaje alguno. Su principal propagandista fué aquel gran mal-
diciente que se llamó Alonso de Palencia, para el cual cuanto s
fueron adictos al desgraciado Rey Enrique eran monstruos d e
vileza y de maldad . Para Palencia, Diego Arias Dávila era u n
hombre de oscuro linaje, medio juglar, medio vendedor de es-
pecias que recorría los pueblos de Segovia convocando a lo s
campesinos con sus cánticos moriscos para venderles luego s u
pimienta, su clavo y su canela . Hizo así algún dinero y esto l e
permitió obtener, por mediación del omnipotente don Juan Pa -
checo, el cargo de recaudador de rentas y alcabalas . Para pode r
ejercer su oficio compró por ínfimo precio un caballo flac o
y miserable, pero tan ligero que por él llamaban a su dueñ o
«Diego Volador» . Sigue narrando el implacable cronista qu e
el Príncipe Don Enrique, señor de Segovia en el reinado de s u
padre, no solamente le libró de la pena capital que merecía po r
un crimen horrendo, sino que le nombró su secretario y su Con -
tador mayor e hizo de él uno de los personajes más importante s
del Reino (4) .

LOS SEPULCROS DÉ LOS ARIAS DAVIL A

otro aspecto de la leyenda negra se refiere a la ascendenci a


rti Ea de Diego Arias, tacha capital e irreparable en aquella s
n-
callefid"as . A ella aluden las desvengonzadas «Coplas del Provin -
¿W en`dós estrofas que la decencia me impide copiar íntegras :
eaau:
3-i, Aguíla, castillo y cruz.
Dime: ¿De donde te viene . .
. . . .. . . .. .. . .. .. .. . . .. ....
El aguila es de San Juan ;
el castillo el de Emaus =15 1
y en cruz pusiste a jesus -
siendo yo allí capítan (5) .

Oí decir de niño en mi ambiente familiar que en el testa-


mento de un severo hidalgo segovíano de comienzos del xvi, e l
Licenciado Sebastián de Peralta se excluía a los Arias Dávil a
porque descendían del pícaro judío que tocaba la trompeta e n
tanto crucificaban al Señor . Todavía podríamos aducir otro s
testimonios de la chismografía Iocal de fines del siglo xv y co-
mienzos del xvi sobre las concomitancias judaicas de los Aria s
Dávila . Después estas cosas se van desvaneciendo, ante el es-
plendor del gran Iinaje (6) .
Es posible que ambas leyendas, la áurea y la negra, tengan
alguna parte de verdad, pues la experiencia me dice que los na-
rradores no suelen inventar una historia, sino que la adornan ,
deforman y amplifican . El que Diego Arias fuese descendient e
de Arias Gonzalo, el paladín zamorano del siglo xi, lo cre o
uno 'de tantos mitos que alimentaba la insaciable vanidad ge-
nealógica de nuestros abuelos . No me parece, en cambio, qu e
fuuese judío, a lo menos por su línea principal . En el año de 163 6
el Consejo de la Inquisición íncoaba un proceso rigurosísím o
para averiguar si corría alguna gota de sangre judaica por la s
venas del jesuíta P . Francisco de Contreras, biznieto de Pedra-
rías Dávila «el Justador» y rector del Colegio de Lima . Fu é
grande el número de testigos examinados, y entre ellos figurab a
uno de excepcional calidad : el cronista de Segovia, Diego d e
Colmenares, el cual declara que Pedrarías era (del linaje de lo s
Arias Dávila de esta ciudad, limpio y noble, y que está en ell a
más de doscientos años habiendo venido a ella el Contado r

-- 71
MARQUES DE LOZOYA

Diego Arias de las montañas de León, de la Puebla de Gordón ,


de donde son originarios los Arías . Y EIvíra González de Avíla ,
, su muger, vino de Avila, donde su famílía es muy noble . N o
quedaron contentos los ínquísídores y dos veces más hiciero n
comparecer al cronista, el cual se reiteró en sus anteriores de-
claraciones, afirmando que sabía lo dicho por haberlo visto e n
árboles genealógicos y papeles y haberlo oído decir constante -
mente a personas ancianas con las cuales , había comunicad o
«sín que jamás haya entendido ní oído cosa en contrarío» .
Adujo Colmenares para reforzar su autoridad que para la His-
toria de Segovía (cuya primera edición salió por entonces) habí a
consultado «más de diez mil escrituras antiguas de mucho s
linajes», entre ellas algunas procedentes del mismo archivo d e
ros Arias Dávila . La sentencia fué en todo favorable a esta fa-
mília, a la cual dejaba abierto el camino, no solamente para lo s
cargos del Santo Ofícío, sino para las más difíciles órdenes mi-
litares (7) .
Probablemente Diego Arias, el Contador, tuvo orígene s
muy modestos, lo cual no era incompatible en las montañas de l
norte, con vagas pretensiones a la hidalguía, El apellído Aria s
estaba muy esparcido por toda la España del noroeste y de su s
diversas ramas, unas llevaban por blasón una cruz de gule s
abierta y florenzada en campo de plata ; otras una águila d e
Sable, pasmada sobre el mismo metal y algunas un castillo d e
oro, sobre sínople, cargado en la puerta, con la «tao» de Sa n
Antón . Con estos tres elementos heráldicos organizó Dieg o
Arías su bello escudo «terciado en pal» que le dió por arma s
Enrique IV . «Armole cauallero—escribe Manuel de Castro— y
(Viole armas, que se cree ser las dichas con muchas libertades » ,
Es muy posible que hubiese conversos en su parentela y est o
explicaría las alusiones de las coplas contemporáneas . Estuvo
casado dos veces : la primera con Juana Rodríguez, que está se-
pultada en la capilla de los Arias Dávila en la parroquia d e
San Martín y de la cual no tuvo sucesión ; la segunda con Elvir a
González Dávila, que fué madre de Pedrarías Dávila «el Vallen -
te», de don Juan, Obispo de Segovia y de doña Isabel, mujer d e
Gómez González de la Hoz (8) .
Diego de Palencia el cronista arremete contra la vida del

72 --
Sebastián de Almonacíd ?

Sepulcro del contador Díego Arias Dávila_ (Detalle )

Sebastián de Almonañd ?

Sepulcro de doña Isabel Arias Dávil a


Señora de Hermor o
Casa de los Cáceres . Segovia
Sepulcro de Juana Rodríguez, primera mujer del contado r
Diego Arias Dávil a
Parroquia de San Martín_ Segovia

Sebastián de Almonacid ?

Sepulcro del contador Diego Arias Dávil a

Casa de los Cáceres Segovia


Cóntador-aúneniásrsañudámente que contra su linaje y acuniulâ) -
sobre su persónactodos-los crímenes, fechorías, «robos, violen . _
cías, exacciones y abusos» . Sabemos que el terrible difamador i
empeñado en demostrar que la Castilla del tiempo que antecede ;
al de los Reyes Católicos era una caverna de monstruos, mere ..
ce escaso crédito . Los cronistas . segovianos hablan de Diego)_ .:
Arias con encomio: Diego Enríquez del Castillo lo califica dei
«servidor leal> y Diego de Colmenares le denomina «nuestro )
ilustre ciudadano» (9) . En nuestros días don Juan $autista:
Sítges opina eque administró bien la hacienda y llenó abundan= $
Cemente las arcas del tesoro» (10) . Manuel de Castro refiere del_; -
él algunas curiosas anécdotas: «Fué tenido Diego Arias port. _ . ;
hombre muy donoso por cosas que dezía y azía . Seguíale un dia l
mucha gente, y no pudíendose ber libre della se entró en un ?
pantano que lIegaua el agua a la zíncha de vna mula en que yba :
y estubose quedo asta que se fueron todos . Tenia un loquíll o
y poniase a la uentana quando le veía llegar con la gente que le£_: -
seguía y deziales: todos los que aueis acompañado el cuerpo de-
Díego Arias ganaís zíen días de despacho y así como Dieg o
Arias os lo otorga así os lo otorgo yo en su nombre, y dezid :
así lo recíuo . Acaezíole yr vn día de mucha prisa en su macho ."
a donde quisiera llegar presto por que era ya de noche, y lle-
gando a la puerta de vna 12ermita, se le espantó el macho de un]
santo de palo, y lo derritió; él, muy colérico, sacó la espada s
creyendo que era hombre bíuo» .
Debió de ser no mejor ní peor que sus contemporáneos, en
tiempos de tan baja moral . Como todos los personajes de s u
siglo acumuló «mercedes enríqueñas» . Fué secretario y conta-
dor mayor del Rey y de su Consejo, regidor de Segovia, seño r
de los castillos de Puñonrostro y de Casasola y de los término s
de Alcobendas, Víllaflor, San Agustín, Pedrezuela, el Prado ,
Madrona y Villalba, con todo Io cual pudo fundar (Madrid, 9 d e
febrero de 1462) uno de los más ricos mayorazgos de España .
Murió, en la cumbre de la fortuna, en los primeros días del añ o
de 1466.
Lo que hace símpátíco a este linaje es su pasíón por la cul-
tura y por las magníficas construcciones . Diego, su fundador ,
inició la edificación de la más bella entre las torres señoriales

MARQUES DE LOZOYA :_

de Segovia, copiada de la de los Borgía en la plaza romana d e


San Pedro Ad vincula. Edificó la capilla mayor del Monasteri o
de la Merced de Segovia y el Hospital de Peregrinos de San An-
tonio. Su hijo Pedrarias fué buen trovador, sí son suyas, com o
cree Paz y Melía, las coplas dírígídas a Enríque IV (11), y su
otro hijo, don luan, el Obispo, fué incansable constructor ; e l
castillo de Turégano le debe su prestancia actual, pues le dot ó
de sus gallardísímas torres quia eral ideo—escribe en su testa-
rnento—faeile capita ut tyraniis ; edífícó el claustro de la catedral ,
las casas episcopales y otras suntuosas fábricas . A él se debe en
parte principal la espléndida líbrería catedralicía, una de la s
más ricas en incunables del mundo ; los descendientes de doñ a
Isabel, su hija, levantaron el palacio de Hoyuelos y la capilla d e
San Jerónimo en Santa María de Nieva (12) . Hubo entre ellos
también mecenas y escritores . El blasón de Qágulla, castill o
y cruz» se esparce por la ciudad labrado en piedra o tallado e n
madera, pintado en alfarjes o bordado en ternos suntuosos .
A Diego Arias Dávíla corresponde el honor de que le fuese n
dirigidas, a petición propia, las coplas de Gómez Manrique, l a
obra maestra del poeta y, a juicio de Menéndez Pelayo, una d e
las más bellas composiciones castellanas del siglo xv . El autó r
toma Díe en la asombrosa fortuna de nuestro personaje par a
precaverle de las veleidades y asechanzas del mundo y exhor-
tarle a que busque los bienes eternos . Es el mismo sentir, ta n
grato al alma hispánica, que había de inspirar otra obra capita l ,
las coplas de Jorge Manrique : ia
-- azares..
:J- Pues los ricos ofíciales {J - c
a s de las casas de los Reyes la -a _arb
y avn que grandes teneís greyes
v
non sin dubda deltas leyes
soys agenos, más parciales.
~ x r r
Prouar lo quiero contigo e
r `r1
que serás _`:a
sy la verdad me Jiras
buen testigo ,
Que fartos te vienen días
.~r 3 `f" de congoxas tan sobrada s
:a .1 -r que las tu ricas moradas a-
C-J15, 2 por las chocas e ramadas

74 --

de los pobres trocarias ; _


' 3 `que so los techos polídos
s`fv
=y dorado s
se dan los buelcos rnesclado s
con gemidos. r -afn.rí .1a
_

Los sepulcros de Diego Arias Dávila y de su hija doña.


_Isabel estaban, cuando yo los recogí de entre las ruinas del .
Hospital de Peregrinos, muy maltratados . Debieron de ser tra s
1 a,dos a raíz de la desamortización, cuando fué demolido e l
convento de la Merced, en cuyo solar se dispuso la plaza ajar-
dinada de este nombre, al frontero Hospital, que siguió siend o
propiedad de los Condes de Puñonrostro, herederos de Diego .
Arias, los cuales, caducada su finalidad benéfica, convirtieron .
el edificio en su morada . Todos recordamos la sencilla fachada ;
esgrafíada en la cual destacaban los blasones del linaje, el bello ,
artesonado del zaguán, la capilla neoclásica y los muros de :;
mampostería y de ladrillo que miraban al jardín . Con el trasla-
do y con casi un siglo de abandono, sufrieron las escultura s
menguas y mutilaciones . Del contador permanecía en bastante '
buen estado la cabeza, falta de un trozo del lado superior íz- ;
quierdo y, de parte de la mandíbula inferior y de casi toda la;
nariz . El torso cubierto de armadura, primorosamente esculp í
da se conservaba bien, mutilado solamente el hombro derecho .
Faltaba la mano izquierda y ambas piernas, salvo el muslo, ar-
mado,del lado izquierdo, Aún más íncompletd aparecía el «bu l
ton de doña Isabel Arias Dávila . El rostro parecía machacad o
intencionadamente en toda la parte superior y sólo boca y bar -
billa, bien modeladas, se conservaban intactas . Del cuerpo que -
daban dos fragmentos : el correspondiente al torso y a los brazo s
y el inferior . De las manos, en las cuales se enlazaban las grue-
sas cuentas de un rosario, faltaba totalmente la 'izquierda y que -
daba tan sólo el arranque de la derecha . Con estosvestígíosínten-
té una restauración al estilo de las realizadas por Federico Maré s
en las tumbas reales de Poblet, aun más destrozadas, supliend o
los trozos que faltan según los indicios que proporciona lo con-
servado y con el estudio de estatuas sepulcrales del mismo flem -
a po y del mismo estilo . El joven escultor don Angel García Ayu-
so ha realizado la tarea con acierto, a mí juicio, insuperable .
MARQUES DE LOzOY A

Aun tan maltratadas, las figuras yacentes de los Arias Ílá-


vila demuestran ser la obra de un hábil artista . La cabeza d e
Diego Arias, sin duda modelada teniendo a la vista una masca-
rilla funeraria, es de un gran realismo . Representa un ancian o
grueso, barbilampiño a la moda del tiempo, de facciones enér-
gicas, un poco duras, tocado con un bonetíllo que deja asoma r
el extremo de los cabellos, no muy largos . La única mano con-
servada, calzada con un guante muy fino, es admirable . Primo -
rosa es también la labra de la armadura, cubierta parcialment e
por un manto corto con un sencillo adorno de escamas, y de l a
cota de malla que asoma por la parte inferior del torso y qu e
cubre los antebrazos . Cada pieza está perfectamente estudiad a
del natural y detallada en sus más finos pormenores . La efigi e
de la dama, vestida con hábitos monjiles, no se presta a tanta s
delicadezas del cincel y su principal mérito estriba en la noble-
za con que los pliegues estaban dispuestos . La materia es un
alabastro ordinario, muy veteado, de tonos calientes .
Parece probable que Diego Arias Dávila dispusiese su en-
terramiento familiar en su capilla de la parroquia de San Mar-
tín, que es la del ábside del lado del Evangelio . En ella s e
conserva la tumba gótica de su primera esposa y otra, fronter a
que posiblemente, por los vestigios de ínscrípcíón que en ell a
perduran, le fué destinada . No sabemos por qué causa varió d e
parecer y se hizo enterrar en la capilla mayor, por él edificada ,
del convento de lá Merced, con su segunda esposa, cuyos resto s
fueron luego traslados a Roma (13) . Creo muy probable que e l
Obispo don Juan Arias Dávila, el gran constructor, tan entendi-
do en fábricas y tan afícionado al trato de arquitectos y escul-
tores, se ocupase en proporcionar a sus padres honrosa sepul-
tura en la capilla cuyo patronato, con derecho a enterramiento ,
había adquirido el Contador el 20 de junio de 1458 . En cuant o
al sepulcro de su hermana doña Isabel, no cabe duda de que e l
prelado tomó a su cargo el que se labrase con la posible sun-
tuosidad . En el testamento del Obispo fechado en Roma el 2 8
de octubre de 1497, del cual tengo una copia del siglo xvr en e l
archivo de los Arias Dávila de Hermoro en el palacio de Hoyue-
los, hay una cláusula que dice así, copiada literalmente, con s u
mediana ortografía :

76

LYtem ipse dominas teslator dixil quod cum alias bote me-
morae Domina Elisa bel eius soror carnalis in sua última vota n
tatas voluissel sepelire justa dispositionem et ordinalionem do-
mini Episcopi testaloris, ideo mandavil corpus eius sepeliri et
tumulari in capilla sancti michaelís in sepulchrum parenlu m
suorum ibidem sepullorunz cui mandavil fiera sepulchrum spe-
ciossum instar sepulclzrorurn diclorum parentum suorum circa
lamen sepulturas aliarum suprum sucesoris sui episcopi ac de
cani el capíluli segoviensis eclessie prefale voluntatem el dispo-
s_itione voluit observara (14) .
Hay en esta cláusula una frase que nos desconcierta u n
poco : la que se refiere a que el sepulcro de doña Isabel había d e
2construirse, junto a los de sus padres, en la capilla de San Mí-
guel . Los Arias Dávila no tenían relación alguna con la parro -
quia de este nombre y por el testamento de Pedrarias «el Justa-
dorD, sabemos que en 1514 la efigie funeraria de la dama per-
manecía, junto a la sepultura del Contador, en la capilla mayo r
del convento de la Merced . Probablemente esta capilla estab a
dedicada al Santo Arcángel y no me faltan razones en apoyo d e
. sta hipótesis (15) .
= Parece desprenderse del testamento de don Juan que e l
sepulchrum speciosum de la dama estaba ya en su lugar en 1497 .
En el mismo documento se ordena a Francisco Arias, parient e
del testador, que se entreviste con el arquitecto y con los lapí-
daríos (magislri aul arlifjces lapídum) que habían desempeña -
do sus numerosos encargos y que les pague sus estipendios .
Según los documentos contemporáneos y, especialmente, segú n
las cuentas del archivo de la Catedral publicadas por don Artu -
ro Hernández (16), era Juan Guas el que se ocupaba, con s u
cuadrilla de artífices de diversos oficios en las obras episcop á
:-fíes, de 1472 a 1492, por lo menos . En el equipo del maestre
famoso, que dejó su huella inconfundible en tantos monumento s
segovianos, figuran muchos «entalladores», pero un sólo «íma-
gínero», al cual los documentos designan con el nombre d e
Sebastián . Se trata, sín duda, de Sebastián de Almonacid, veci-
no de Torrijos, cuya intervención en el monasterio del Parral y
le en el claustro catedralícío está demostrada . Es, sín duda, el más
grande escultor castellano del siglo xv y en su Iabor, siempre

MARQUES DE LOZOYA

de alta calidad, destacan las efigies funerarias, documentada s


o que le son atribuidas, como las de don Alvaro de Luna y d e
su esposa en la Catedral de Toledo ; la de los Valderrábano e n
la de Avíla y la de la Condesa de Medellín en eI Parral de Se-
govia . Con la obra de este escultor, discípulo de los neerlande-
ses y de los alemanes que acuden a Castilla a mediados de l
siglo se relacionan, sin duda, los sepulcros de los Arias Dávil a
que estamos comentando . Son, a mi juicio, inconfundibles la s
labores en forma de escamas de la armadura del caballero, l a
bella mano enguantada del mismo personaje y los amplios plie-
gues del vestido de la dama . Sebastián de Almonacíd es un ar-
tista penetrado aún de «Edad medía», al cual, como a todos lo s
de su escuela, el renacimiento italiano llega indirectamente y
apenas se revela en el canon de las figuras y en el modelado d e
los rostros .
Nuestros antepasados, que ponían en todas sus cosas u n
anhelo de perduración, querían, con los mayorazgos, hacer eter-
no su nombre y aspiraban a que sus huesos reposasen en e l
lugar que cuidadosamente habían preparado, hasta el juici o
final . El liberalismo desamortízador del siglo x!x, enemigo d e
todo lo perdurable, hizo vanas estas quimeras . Hemos visto e n
nuestros días llevar a carretadas a la fosa común del cemente-
rio los huesos de !os hidalgos enterrados en las parroquias de-
rruidas y los de los caballeros y las damas que habían hech o
edificar capillas suntuosas en el convento de San Francisco . Lo s
avatares de nuestra época inquieta alcanzaron a la familia Aria s
Dávíla'.como a tantas otras y han llevado sus restos y sus efi-
gies lejos de las fundaciones que con tanto cuidado habían dis-
puesto y de las cuales apenas queda otra cosa que una menció n
en las crónicas de la ciudad . =

(1) Publica este documento Pablo Alvarez Rubiano, como apéndice a s u


excelente monografía : Pedrarías Dávila, editada por el Consejo Superior d e
Investigaciones Científicas . En la copia utilizada, que figura en el Archivo His-
tórico Nacional, hay un indudable error, debido al escribano que redactó e l
testamento o al copista . El testador se refiere «al bulto de la Señora Doña
Isabel Arias, mi hermana, que Santa Gloría Haya» . Pedrarías «el Justador »
tuvo dos hermanas, hijas del segundo matrimonio de su padre, «el Valiente »
con doña María Ortíz de Valdívíeso . Estas hermanas eran doña Catalina, qu e
casó con Pedro Gómez de Ciudad Real y doña Elvira . Doña Isabel Arias Dá-
vila que estaba sepultada en el convento de la Merced, cerca de la sepultura d e
Diego Arias, era tía y no hermana de «eI Justador» .
(2) Genealogía y origen del apellido Alarcón, anónima, impresa en Lid
en 1666. Tengo un ejemplar en mí archivo . '
(3) Manuel de Castro Figueroa : Nobiliario de España, sacado de los que
escribieron el Conde don Pedro de Portugal, el Cardenal don Francisco d e
Mendoza, Obispo de Burgos y de otras memorias y escrípturas fidedignas.
Escrito, según se desprende del texto, en el reinado de Felipe III. Manuscrito
que consta de 702 folios, repartidos en dos libros . Perteneció al Marqués de
Torreblanca y está actualmente en mí archivo .
(4) Crónica de Enrique IV, escrita en latín por Alonso de Palencia, fra-
ducción castellana de A. Paz y Mella, tomo I, Madrid, 1904.
(5) M . Menéndez y Pelayo : Antología de poetas castellanos, IV . Todaví a
es más cruda la versión publicada por R . Foulché-Delbosc : Notes sur las Co-
plas del Provincial. «Revue Hispanique», V.
(6) A. Paz y Mella en su libro: El cronista Alonso de Palencia: su vida y
seis obras, Madrid, 1914, supone que se refiere al linaje judaico del Contado r
otra copla anónima :
. ,h: .ats c .
1,'r ;. Trovador era Don Duel o
y u?. : : =rs'aS >` ' '. de la parte de su abuela w --' -
y Don Abraham su abuelo .
b =i ssroD _; ~ hizo coplas en cazuela. c b 5.5 aoLi- ¿al f$ .f)
MARQUES DE LOZOYA

Véanse también las coplas de Cota dedicadas a Diego Arias Dávila con
motivo de un acontecimiento familiar publicadas en eI Homenaje a Menénde z
Pida] y el artículo de L. F. Peñalosa: luan Bravo y la familia Coronel, ESTLI-
DIOS SEGOVIANOS, I, 1949 .
(7) Expediente para ser nombrado calificador del Santo Oficio el Padr e
Francisco de Contreras y Ulloa . Archivo Histórico Nacional. Inquisición. Pu-
blica un extracto P . Alvarez Rubiano como apéndice a su obra citada .

(8) El sepulcro de Juana Rodríguez está en la capilla de los Arías Dávi-


la, en la parroquia de San Martín, que ocupa el ábside del lado del Evangelio .
Esta capilla, cuando eI Contador y sus descendientes prefirieron para su ente-
rramiento la capilla mayor del convento de la Merced, pasó a su parient e
Francisco Arias, cuyo vínculo recayó en los Bravo de Mendoza. El referido
sepulcro, que es de pizarra, de labra gótica, está situado en un arcosolio en e l
muro del ábside correspondiente al lado de la Epístola . Lleva en el frontal y en
la cubierta las armas consabidas de «águila, castillo y cruz» y la siguiente
inscripción en letra gótica : «Sepultura de Juana Rodríguez, mugar de Dieg o
Arias de Avíla, Contador Malor del muy alto señor Príncipe fijo del muy alt o
Reí Don Joan de Castilla e del su Consejo e secretario del Señor Reí e Regido r
desta Ciudad» . En el muro frontero hay otra arca semejante, pero muy ma l
conservada, al parecer machacada intencionadamente, de manera que de l a
inscripción tan solo se pueden descifrar estas palabras : «Sepultura . . . e secreta -
río . . . Señor Príncipe. . . Regidor de Segovia .. .» Las alusiones en ambos letrero s
a Enrique IV como Príncipe revelan que estos sepulcros son anteriores a l a
muerte de Juan II (1454).
El Obispo de Segovia don Juan Arias Dávila fué, probablemente, el qu e
dispuso para sus padres Diego Arias y Elvira González Dávila, su segund a
esposa suntuosos enterramientos en la capilla mayor de la Merced . Parece qu e
los huesos de Elvira González Dávila no permanecieron mucho tiempo en est e
lugar. Hay confusas noticias de una persecución de los enemigos del Obisp o
que pretendían que la Inquisición desenterrase y quemase los huesos de s u
madre, tenida por judaízante. En el Tizón de la Nobleza de España, del Car-
denal don Francisco de Mendoza y Bobadilla, se lee : «Juan Arias, su hijo, pro -
cediendo la Inquisición contra su madre, sacó los huesos de su sepultura y co n
ellos se fué a Roma» . Juan de Vera en Piedras de Segovia (pág. 349, nota 90) ,
se refiere a un expediente de la Inquisición de Valladolid (Archivo Históric o
Nacional, Iegajo 1 .413. Expediente 7) que no hemos visto .
(9) Diego Enríquez del Castillo : Crónica del Rey Don Enrique el cuarto
de este nombre . Bib. 'de Autores Españoles, LXX ; Diego de Colmenares : Histo-
ria de Segovia. 12 . Madrid, 1640.
(10) J . B . Sitges . Enrique IV y la excelente señora . Madrid, 1912.
(11) Figuran en el Cancionero, de Alvarez Gato, edición de Cotarelo ,
páginas 101-102. Véase A . Paz y Melía: El cronista Alonso de Palencia; su vida
y sus obras. Edición citada.
02) Los hijos de doña Isabel Arias Dávila y de Gómez González de la
LOS SEPULCROS DE LOS ARIAS DAVIL A

Hoz tomaron el apellido Arias Dávila, sin duda en vista de la posible sucesió n
del mayorazgo fundado por Diego Arias Dávila, el Contador, que exigía el us o
de su apellido y armas . El hijo de doña Isabel, llamado como su primo eI fa-
moso conquistador, Pedrarías Dávila, fundó mayorazgo en 4 de junio de 150 4
sobre el término de Hermoro, con su castillejo y aldea, comprado por sus pa -
dres eI 19 de febrero de 1461, y con otros bienes . A la muerte de este Pedraría s
el mayor de sus hijos, Antonio heredó el señorío de Hermoro y otro, jerónimo ,
el mayorazgo de Hoyuelos, con sus casas y tierras . De ellos descienden la ma-
yoría de los de este apellido que suenan en Segovia en los siglos xvi y xvu .
Véase : Conde de Cedíllo: Desde la Casona, Madrid, 1931 .
(13) . Juan de Vera : Piedras de Segovia, página 48 y siguientes.
. (14) Se deduce de esta cláusula que doña Isabel Arias Dávila, herman a
del Obispo, en su testamento había dejado su sepultura al cuidado del prelado ,
el cual ordenó se la enterrase en la capilla de San Miguel, en la tumba-cripta
o bóveda familiar de sus padres y que se la elevase un sepulcro suntuoso, se-
mejante al de dichos sus padres, el cual sin duda tenía estatua, pues el testa-
mento de Pedrarías «el Justador» se refiere a un «bulto» . El Obispo, sin dud a
receloso de posibles desmanes contra los restos de sus parientes, ruega al
Obispo su sucesor y al Deán y Cabildo respeten sus disposiciones .
(15) En el magnífico tríptico de Ambrosio Benson que de la parroquia d e
San Miguel ha pasado a una capilla de la Catedral, figuran representados el
Arcángel y San Antonio . Esta bella obra de arte no figura en los inventarlo s
ní en las visitas de la parroquia, pero Ponz la consigna en ella en su «Viaje d e
España», a fines del siglo xvui. Siempre pensé que pudiera proceder del Hospi -
tal de Peregrinos, consagrado a San Antonio . El erudito segovíano don Maria-
no Grau me dice haber visto en algún documento que el tríptico procede de l
Convento de la Merced. La presencia de San Miguel en una de sus tablas con -
firma la presunción de que estuviese dedicada al Arcángel alguna capilla de l a
fundación de los Arias Dávila, devotos de ambos santos . (A San Miguel estab a
dedicada la iglesia del castillo de Turégano, y a San Antonio el Hospital de
Peregrinos ; el Obispo don Juan prodigó, en los adarves del castillo, la imagen
del Arcángel).
(16) Arturo Hernández: Juan Guas, maestro de Obras de la Catedral d e
Segovia (1472-1491), «Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueolo-
gía» . Valladolid, 1947.

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