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Gestion de Clientes y Ventas
Gestion de Clientes y Ventas
DOMINANTE AFECTUOSO
Para este individuo la venta está basada en un mutuo entendimiento. Debe beneficiar tanto el
vendedor como el cliente. Si es vendedor aconseja, coordina, dirige, conduce e inicia.
Si es cliente trata de hacer comprender al vendedor sus deseos y necesidades, también por
qué el producto se adapta a sus necesidades.
Por otra parte las personas pueden cambiar de actitud frente a repetidas
frustraciones.
DOMINANTE HOSTIL
El cliente de este tipo trata por todos los medios de evitar ser convencido, discute con el
vendedor si es preciso.
SUMISO AFECTUOSO
Este tipo de personas piensa que las relaciones comerciales se basan principalmente en el
afecto y en el trato agradable. Hay que esforzarse en ser amistoso, presentable y social.
Por otra parte las personas pueden cambiar de actitud frente a repetidas
frustraciones.
SUMISO HOSTIL
Para el vendedor de este tipo su misión es producir las ventas suficientes para sobrevivir y
permanecer en la empresa. Vender es para él un modo de ganarse la vida. Este vendedor
rehúye, concede, renuncia, retrocede y se retira.
El cliente de este tipo intenta evitar el diálogo con el vendedor. Procura no discutir nunca y dar
largas.
Por otra parte las personas pueden cambiar de actitud frente a repetidas
frustraciones.
Vendedor D-H
Vendedor S-H
Este vendedor tiene serios problemas con todos los tipos de clientes.
Vendedor S-A
Vendedor D-A
COMPORTAMIENTOS
Frente a este tipo de cliente no discuta. Cuando un cliente de este tipo encuentra una fuerte
oposición se torna más determinado a ganar la discusión. Hay que evitar que la venta se
transforme en una lucha donde este tipo de cliente. Sería un adversario muy duro.
Permita que el cliente desahogue sus emociones negativas. Hay que recordar que el
comportamiento hostil de este cliente es un modo de establecer su posición e independencia.
Las emociones contenidas alejarán al cliente de la venta. Las emociones que afloran se pueden
tratar y encauzar.
Logre interesar al cliente. No se muestre confundido ante la falta de respuesta del cliente.
Pruebe con paciencia y haga aflorar los sentimientos del cliente con habilidad. La presión
excesiva puede llevar a este cliente a una defensa excesiva.
Sondéele buscando objeciones ocultas. Este cliente evita plantear objeciones para huir de
conflictos. Ello no quiere decir que estos no existan. Es muy fácil que trate de evitar al
vendedor con excusas del tipo de hablar con el socio, carencia de liquidez, etc. Intente resolver
las objeciones verdaderas para lo que ha de conseguir que afloren.
Conozca los hechos. Este cliente necesita información real y conclusiones sostenidas por
pruebas. Espera de usted profesionalismo y experiencia. Basa su decisión en un análisis de los
hechos más que en la emoción. Convénzale con hechos y venderá.
Sea organizado. El cliente verá en esto una muestra de profesionalidad. Haga una presentación
breve pero no informal, animada pero no impertinente.
EL VENDEDOR
Esta idea de imagen se puede entender más fácilmente si pensamos, por ejemplo,
en una enfermera. Sólo con verla se piensa en ella como una persona que reúne
ciertas cualidades. ¿Se pondría alguien en manos de una enfermera con el
uniforme lleno de manchas y todo el pelo alborotado? Con esto queremos señalar
la importancia que tiene en todo tipo de relaciones sociales la imagen que de uno
mismo se da a los demás.
Objetivos: Un buen vendedor tendrá sus objetivos claros y unos hábitos de trabajo
que sean eficaces. Esto será para el cliente una señal de vendedor experto y
maduro, lo contrario le indicará inexperiencia. Un individuo inexperto empieza
muchos proyectos y acaba pocos, sus esfuerzos se pierden. Es algo así como
comparar a un adulto con un niño, generalmente la persona adulta tendrá
mejores hábitos de trabajo que el niño y realizará las cosas que quiere con menos
esfuerzo y menos tiempo.
Espíritu crítico: Otro punto importante en la figura del vendedor es que sea capaz
de aceptar las críticas. Un buen vendedor debe reaccionar ante ellas de una forma
correcta, estudiarlas detenidamente y tenerlas en cuenta en sus comportamientos
futuros.
Físicas: Las cualidades físicas básicas son: un aspecto cuidado y discreto y una voz
agradable. Se deberán complementar con un buen estado de salud, vitalidad y
viveza, que permitan desarrollar el trabajo eficazmente.
Intelectuales: Un buen vendedor necesita de una buena memoria, no sólo para las
fisonomías sino también para los nombres, lo cual facilitará, en gran medida, la
toma de contacto con el cliente.
Ser vendedor, ¿no es comprender los deseos, las motivaciones, las necesidades
que determinan los comportamientos de compra? En cierta manera, el vendedor
ante su cliente tiene que desempeñar la labor de psicólogo. Es decir, adaptarse al
espíritu del cliente, para prever sus comportamientos y conocer sus sentimientos.
Debe adoptar siempre una actitud positiva hacia la venta. Su personalidad debe
reflejar optimismo, ya que éste constituye una importante baza en muchas
ocasiones.
Sociales: Dado que la venta se basa en una relación humana, el buen vendedor
debe tener una buena actitud social y mostrar:
No dejar hablar al cliente: Los deseos de hablar, los nervios del momento, las
ganas de vender o la falta de experiencia y formación son las responsables de que
muchos vendedores den más importancia a hablar que a escuchar.
El hecho de que los clientes hablen, nos reporta dos beneficios fundamentales:
Ahora, el vendedor podrá pasar a argumentar las ofertas que tiene para esa líneas
y cómo van a beneficiar a su cliente potencial.
Lo mejor en este caso es salirse por la tangente y comentar algo así como…
“Si, ellos venden también productos similares. La ventaja del nuestro es que…”
Prometer mas de lo que podemos prometer: Los deseos de vender son tan
grandes que, en ocasiones, el comercial exagera los beneficios del producto. Ante
las preguntas del cliente, realiza promesas acerca del funcionamiento del producto
que el producto no va a poder cumplir. Exagera en rendimientos, en costes, y en
todo cuanto le puede facilitar el cierre de esa venta.
Es posible que, de esta manera, consiga una venta. Pero perder un cliente por
ganar una venta es como preferir perder una guerra para ganar esa batalla.
Cierto es que debemos cantar las excelencias de nuestro producto, que debemos
hablar de la seriedad de nuestra empresa y de los beneficios que a otros clientes
ya aportan nuestros servicios, pero no podemos ir por ahí prometiendo lo que no
vamos a poder cumplir.
Es preferible decirle al cliente “no lo se, eso debo consultarlo con la central” antes
que responder de forma inadecuada, imprecisa o aproximada.
Una respuesta siempre ha de ser contundente, debe ser abordada con absoluta
claridad y rotundidad si no queremos crear una sensación de inexperiencia, que
no nos va a ayudar en nada para esa y posteriores ventas.
La solución a este terrible error pasa por formar perfectamente a los comerciales
en producto y, en el caso de tratarse de productos o servicios de extrema
complejidad, permitir la posibilidad de que el comercial vuelva a una segunda
visita con un nuevo dossier o con la información ampliada y las preguntas
solventadas.
Cuando se dan las circunstancias para que se de el cierre debemos actual con
firmeza, tirando del pedido. Sin embargo, cuando dichas circunstancias no se den
(información incompleta, imposibilidad de decidir en ese momento, etc.) no tiene
el menor sentido que insistamos.
De acuerdo, muchos de los clientes no nos compran durante esa visita, pero
tienen amigos, conocen a otros empresarios o directivos y, con el tiempo, las cosas
cambian.
No podemos llegar a nadie, si no nos hacemos oír con claridad, ya que, para un
cliente, resulta muy cortante solicitar que se le repita lo que le han dicho y muchos
no se tomarán la molestia de hacerlo. En el extremo opuesto, hablar a gritos
resulta muy agresivo.
Escuchar y demostrar que se escucha: Pero tampoco basta solamente con una
escucha efectiva. Igual que pasa con la justicia, hay que escuchar y además
demostrar que se escucha. En una escucha activa se incluyen también la expresión
facial, los gestos de estímulo apropiados, algo de paciencia y la habilidad general
de no interrumpir. Con esto, no solamente se complace a los clientes, sino que, de
hecho, se mejora su comunicación hacia nosotros, puesto que al no sentirse
presionado se expresará mejor. En definitiva, así también se ahorra tiempo,
porque nos sirve para enterarnos exacta e inmediatamente de lo que desea.
Sin embargo, existen ciertas trampas que pueden ser peligrosas. Las más obvia es
la de alargarse demasiado en la charla haciendo esperar a los otros clientes.
También puede ser que hagamos una apreciación errónea sobre una persona y
nos pongamos a charlar alegremente con ella, cuando en realidad se encuentra en
una urgencia por coger el tren, o no proceden las bromas porque acaba de perder
a su esposa en un accidente de coche.
También puede ser que lleguemos demasiado lejos con alguien que no lo desee
así. Finalmente, podemos estar equivocados sobre nuestras propias dotes como
conversadores o humoristas, por lo que si queremos contar algún chiste o gastar
alguna broma a nuestros clientes, vale más que sea buena.
Motivaciones compra-venta
Existen artículos que además de cumplir su fin primordial permiten otros usos. En
estos casos el vendedor, además de las características básicas del producto,
deberá aprovechar la utilidad adicional que para el comprador tienen sus
productos. Un cliente determinado puede comprar un bote de aceitunas para
consumirla en una fiesta familiar, pero, además, comprará más fácilmente si el
bote es de cristal y precisa un recipiente en el que verter el aceite sobrante
después de freir las patatas.
Un precio bajo siempre resulta atractivo. Pero un coste bajo también podemos
entenderlo como un coste inicial caro, que permitirá costes menores en el futuro.
No hay que olvidar que un pequeño descuento puede ser el motivo para realizar
una gran compra.
- Necesidad
- Motivación prioritaria
- Acción de compra
- Satisfacción
Técnicas de venta
En esta unidad estudiaremos, además de la manera de averiguar lo que el cliente
necesita y la forma de elaborar y presentar los argumentos, la manera más
correcta de presentarse.
Una vez que nos hemos encontrado frente a nuestro cliente, comenzará la
entrevista de ventas.
Contacto y presentación:
Las primeras palabras que emplee el vendedor serán vitales para el éxito
de la entrevista. Los tres principales objetivos del contacto son:
Causar una primera impresión favorable.
Captar intensamente la atención del cliente.
Transformar esta atención en un interés definitivo.
En esta fase, el vendedor debe captar la atención total del cliente y
predisponerlo favorablemente para el resto de la entrevista.
Nada más ver a nuestro cliente debemos mirarle a los ojos. Este acto no es
baladí, significa sinceridad y transmite seguridad. Pero no consiste en
mirarle una sola vez, apartar la mirada y volver a mirarle cuando estemos
próximos, no hay que apartar la mirada en ningún momento. Si la venta
fuera ante varias personas, realizaremos un barrido ocular de uno a otro en
tiempos iguales, y lo haremos todo el tiempo que dure la reunión, de la
misma forma que el profesor debe mirar a todos los alumnos por igual. De
otro modo, seguro que uno de los asistentes se sentiría de menos y podría
sabotearnos la venta inconscientemente.
La mejor manera de hacer sentir bien a los demás es sonreír. Pero es,
además, la mejor forma de hacernos sentir bien a nosotros mismos. Sin
embargo, las sonrisas escasean en las tiendas de ropa, las grandes
superficies, las inmobiliarias, los hoteles, restaurantes, agencias de viajes y
en todos los lugares donde hay intercambio comercial.
Sondeo:
Siempre son mas recomendables las preguntas abiertas que hagan a nuestro
interlocutor entablar una conversación con nosotros y no solamente cerrar la
respuesta a un Si o un NO
La edad.
La forma de vestir.
Los objetos que rodean a nuestro cliente (mobiliario, cuadros,
su reloj...).
La conducta no verbal (gestos que denotan seguridad,
inseguridad; interés, desinterés; conocedor del establecimiento
o no...).
La observación de estos detalles proporciona una serie de informaciones
aproximadas sobre la personalidad del cliente. Sin embargo, no hay que
dar nada por sentado antes de hablar con el cliente y escuchar sus
preguntas y respuestas.
También hay que tener en cuenta que otra forma de determinar lo que un
cliente desea, busca o necesita es "escuchar", es decir, oírlo.
Por regla general, toda persona está deseando facilitar información para
poder comprar los productos que desea. Si el vendedor "no escucha",
podría perder información fundamental y facilitar al cliente lo contrario de
lo que busca, creando, por tanto, una reacción totalmente negativa. En
consecuencia, para escuchar hace falta:
Concentrarse
No interrumpir al cliente mientras habla.
Guardar silencio.
Observar el significado de las palabras.
Si el color que nos pide del producto coincide con algo que lleve
puesto.
Argumentación:
El vendedor puede utilizar argumentos racionales (objetivos) y argumentos
afectivos (subjetivos, intuitivos). Vamos a ver cada uno de ellos:
Argumentos racionales
Respecto al producto: presentación de la gama completa de
productos, relación calidad - precio, producción adaptada a las
necesidades de la clientela, etc.
Para que el vendedor pueda respetar estas tres cualidades deberá tener en
cuenta los principios siguientes:
La entrevista:
Aunque argumentar siempre se asocia con la palabra hablada, el vendedor deberá
tener en cuenta que una correcta argumentación irá acompañada, siempre que
sea posible, de una demostración. No en vano el dicho: ¡Una imagen vale más que
mil palabras!
Por otra parte, el vendedor también deberá saber enfrentarse a los muchos "pero"
que el cliente plantea ante sus productos y detectar cuándo es el momento
oportuno de cerrar la venta.
El cierre de la venta:
El cierre de la venta también llamado "remate", no debe ser tratado como un hecho aislado,
sino que debe considerarse como una continuación de las etapas del proceso de venta. Una
venta no acaba hasta que el cliente no dice "de acuerdo, me lo llevo", "póngamelo", "me
decido por éste", etc.
Demasiadas cosas se han dicho sobre el cierre y demasiados tópicos circulan en este sentido.
Sin embargo, debemos entender esta fase de la venta como tan sólo eso, una parte más del
proceso. Para tratar de acabar con esas falacias, vamos a dejar claras algunas cuestiones:
- El cierre no es una fase aislada de la venta, sino que tiene lugar de forma natural, como
consecuencia de una buena realización de los procesos previos.
- Para el cierre no existen fórmulas magistrales, sino la correcta aplicación de las normas del
cierre.
- No hay una manera de cerrar mejor que la otra. Cada tipo de venta requiere una fórmula
diferente.
Desde el punto de vista psicológico, también hemos de dejar claro que… TODOS TENEMOS
MIEDO CUANDO DEBEMOS PROPONER EL CIERRE.
Para ello, hay que conseguir que pronuncie alguna de las frases (o parecidas) antes citadas, y
para conseguir esto hay que solicitarle que nos compre. Aplicar una técnica de cierre es pedir
que nos compren.
Ahora bien, ¿cuándo hay que hacerlo? En cualquier momento no, sino cuando el cliente esté
preparado. Para saber cuándo el cliente puede estar preparado existen unos indicadores
llamados señales de compra, que no son otra cosa que señales que indican interés en poseer el
artículo.
Cierre sencillo: Una vez superadas las fases previas de la venta, el comercial realiza
la propuesta de cierre, de la manera más natural posible. Este tipo de cierre es
común a muchas formas de venta y no entraña mayor dificultad que decidir
cuándo debe tener lugar.
Cierre diferido: En algunos tipos de venta (venta ante comité, por ejemplo), el
cierre no tiene lugar en el mismo momento de la exposición, difiriéndose hasta
una reunión posterior.
Doble cierre: Muy propio de la venta inmobiliaria, se diferencian claramente los
dos momentos; el propio de la venta y el del cierre. En primera instancia, el
comercial muestra el producto sin más, y cuando se aproxima el momento de
cerrar, “tira” del cliente para la oficina y es allí, en otro lugar y otro momento,
donde se produce el cierre.
Ante cerrador: Una variante de la anterior, donde una persona diferente del
vendedor es la que realiza la propuesta de cierre. El comercial muestra el
producto, explica, realiza pruebas pero, en el momento de llegar al cierre, otra
persona ocupa su lugar. Se trata de un comercial veterano que irá directamente a
sacar el pedido. Muy propio de la venta de “Time Sharing” (multipropiedad).
Cierre falso: Se trata de hacer ver al cliente que ya ha comprado, aunque no haya
depositado dinero ni señal. Por ejemplo, poner un “reservado” sobre un
electrodoméstico, un coche o un mueble. El cliente se marcha con la sensación
psicológica de haber comprado pero no es un cierre “sensu strictu” puesto que no
hay dinero que selle el acuerdo. Normalmente el vendedor da un plazo de reserva:
“Lo vamos a reservar hasta el martes”, le comenta al cliente.
Nada mejor, para abordar el cierre en su justo momento, que conocer los indicios
de cierre que los clientes nos brindan. Son las señales que nos indicarán que ha
llegado el momento de “pasar a la acción”, olvidarnos de seguir vendiendo y tratar
de cerrar.
Queremos hacer una advertencia previa que nos parece relevante: “Un indicio de
cierre no suele significar nada. Varios pueden significar todo”.
Los indicios de cierre más habituales son de dos tipos; verbales y no verbales.
Infinidad de productos o servicios requieren financiación, por lo que el cliente es probable que
se interese por la manera de poder financiar su adquisición. Este es otro de los inicios más
relevantes, otra señal que nos indica que debemos proceder a la fase de cierre.
Si el cliente, finalmente, pide una demostración de producto (no en todos los casos
se da esta circunstancia, evidentemente) sabemos que, si la prueba resulta
satisfactoria, es muy probable que el cliente se quede con él.
Murmurar:
.
.
.
.
.
La combinación de varios indicios (dos o tres) es suficiente para que nos
decidamos a abordar el cierre. Lo contrario nos llevará a caer en la peor
lacra que afecta a casi todos los comerciales; la reventa. El comercial, a
pesar de estar ante toda clase de indicios, sigue vendiendo, explicando
producto, realizando demostraciones, hablando de las diferencias con la
competencia. “La reventa acaba con la venta”. Si ha llegado el momento de
cerrar la venta hay que tratar de cerrarla, ¡no siga vendiendo, ya ha
vendido!
Proponer
Solventar
Proponer
Solventar
Proponer
Retomar
Proponer
Rematar
Una de las preguntas más frecuente es, ¿Y qué sucede cuando has hecho
todo eso perfectamente y el cliente sigue “dando largas”?
El seguimiento
Muchas de las ventas no se cierran tras la entrevista. En unos casos por la propia
naturaleza del producto y en otros porque el cliente no quiere adquirirlo en ese
momento.
Lo primero que debemos establecer es cuánto tiempo debe transcurrir desde que
nos entrevistamos con el cliente hasta que le llamamos para tratar de concertar
una nueva cita o solicitar su contestación por teléfono.
El plazo de tiempo de volver a contactar no debe ser tan escaso como para
“agobiar” al cliente, ni tan amplio como para que se haya olvidado de nosotros.
Dos días como mínimo y cuatro como máximo sería lo ideal, a menos que el
producto sea de una naturaleza muy específica.
Nunca llamaremos a los clientes para saber qué opinan del producto o servicio,
otro motivo resultaría menos agresivo.
CAPTACIÓN DE VIVIENDAS
Hay una serie de aspectos psicológicos que son muy importantes considerar en
esta fase.
Al ser la casa el bien material más importante que posee cualquier persona, nunca
deben señalarse sus defectos ante el propietario y debemos escuchar con
atención todo lo que desee contarnos sobre ella.
Telefónica:
Se efectúa tras verse un cartel de venta o cotejar revistas con anuncios de compra-
venta. La vivienda suele estar a disposición de varias agencias inmobiliarias y es
prácticamente imposible conseguir su exclusividad. El proceso de captación debe
ser el siguiente:
Zonal:
Peritaje de viviendas:
Una vez fijada la cita con el vendedor del inmueble comienza la fase de
peritaje:
Presentación puntual a la hora acordada. Los propietarios de
una casa sólo dejarán su venta a personas cumplidoras y
formales. La primera ocasión que permite mostrar dichos
atributos es la puntualidad.
Para lograr fijar un precio adecuado a la vivienda hay que evitar dejarse
influenciar por la opinión subjetiva del propietario. Lo que le gusta a un
propietario no tiene por qué gustarle al resto, por lo que no puede
repercutirse en el precio. Hay que darle valor a los aspectos que no
incrementan el precio de la vivienda como las plantas, la decoración, las
fotografías o los diplomas.
- Garantizando que las personas que visiten la vivienda tienen capacidad para
adquirirla.
- Esta vivienda será presentada en todos los casos en los que los compradores
potenciales pregunten por inmuebles de características similares.
Cuando un cliente potencial visita la agencia inmobiliaria hay una serie de acciones
que deben desarrollarse:
Mirar siempre a los ojos: Con ello se transmite seguridad. Cuando el colectivo es
amplio hay que mirarlos a todos de manera paulatina sin fijar la atención en
ninguno.
Presentación: Una vez que nos han informado del motivo de su visita debemos
averiguar sus nombres y dirigirnos a ellos haciendo uso de los mismos.
Acomodarse: Hay que invitar a los clientes a que tomen asiento para que se
sientan cómodos mientras charlan con nosotros, intentando iniciar la
conversación con un tema intrascendente.
Haga que el cliente hable, en especial de aquellas cosas que le hacen sentirse
satisfecho (sus hijos, su profesión, sus aficiones,…).
Hay que tratar de averiguar la situación particular de cada familia: si existen hijos,
cuántos, si tienen animales domésticos, para qué quieren la vivienda, etc., ya que
permite orientar los argumentos de venta según cada caso.
El trayecto hacia la vivienda hay que utilizarlo para obtener información, no para
proporcionarla, ya que el cliente puede empezar a imaginar “cosas” que después
no coincidirán con la realidad.
La autorización debe ser firmada por todos sus propietarios o alguien con poder
bastante para ello, sobre todo en caso de régimen de gananciales.
VISITA DE VIVIENDAS:
Los asesores comerciales tienen que ver los pisos siempre con la actitud de
vendedores, no verlos como compradores. La vivienda no tiene por qué gustarles
a ellos y deben ofrecerla con el mismo entusiasmo y motivación
independientemente de lo que opinen.
Una vivienda barata es la que tiene un precio inferior al resto de las que se
encuentran en la misma zona y tienen las mismas características.
Hay un aspecto crítico en la visita de viviendas, la firma de la visita por parte de los
compradores y los vendedores.
Es muy importante detectar las pautas o pistas que proporcionan los clientes
sobre su intención de adquirir una vivienda y por tanto de poder realizar el cierre
de la operación. No hay que cometer el error de “revender”, continuar tratando de
exponer las bondades del inmueble cuando los clientes ya los conocen y están
convencidos de que les interesa, en vez de proceder a su cierre.
- Todavía no estoy seguro. Quiero ver más pisos por si encontramos uno que nos guste
más.
Incidir en los defectos de la vivienda del vendedor con el objetivo de que éste baje
el precio de compra-venta.
Informar al vendedor de que el precio que solicita está fuera de mercado sin
explicarle las causas.
No exponer las ventajas y garantía que supone trabajar con nuestra inmobiliaria.
No presentarse al descolgar.
Nunca debe indicarse que “no tenemos viviendas de esas características”, ya que
puede provocar que para necesidades futuras se dirija a otras inmobiliarias.
Además si la frase es cierta, implica que la labor de captación no se está haciendo
correctamente o que debe incrementarse.
Ceñirnos al inmueble por el que pregunta el cliente potencial sin ofrecer otras
opciones.
Pensar que las llamadas las realizan “gente aburrida” que no tiene intención de
comprar o que la llamada la hace la competencia para obtener información.
Visitar el inmueble sin saber cuáles son las preferencias (necesidades, gustos, etc.)
del posible comprador.
La vivienda debe ser mostrada por el agente inmobiliario, nunca por el propietario.
No informar al vendedor de cada una de las visitas que se han realizado con las
probabilidades de que se produzca la venta. Con este seguimiento se logra su
fidelidad y se aumentan las posibilidades de que se deje aconsejar en caso de que
se precise una posterior disminución del precio de compra-venta.
No documentar los anejos del inmueble (garaje, trastero,…) y los bienes que se
quedan en el mismo (electrodomésticos, mobiliario,…).
LAS OBJECIONES
Indicar que las objeciones siempre son momentos para poder sacar información
extra de nuestro cliente y para afianzar nuestras posiciones si no las teníamos ya
afianzadas. Hay unos 14 tipos de objeciones en un proceso de venta:
Precio: Recuerde al cliente que dice: “... sus precios son extraordinariamente caros...,
otra empresa me ofrece lo mismo y más barato”.
Fidelidad:
Cuando el cliente persiste en la objeción: “ya le digo que nos ha ido siempre bien
contratando los cursos en…”, el vendedor debe evitar que se convierta en un obstáculo
permanente. Convénzale. Las razones que utiliza son claras: “nuestros servicios están
garantizados”. La objeción está salvada.
Esta objeción es muy seria. Al cliente parece no gustarle alguna característica del
producto. ¿Cuál? eso es lo primero que hay que averiguar. No permita que su
cliente evite explicitar los defectos o características negativas de su producto.
Una vez conozca el problema, vénzalo. Debe conocer muy bien su producto.
Demuestre con hechos sus argumentos, y si se presenta la oportunidad procure
llegar a acuerdos parciales con el cliente.
Finanzas
Ante un problema financiero, explórelo, investigue con el cliente todas las formas
posibles de pago. Muéstrele sus ventajas financieras y hágale ver que están
diseñadas para él. Ajústese lo más posible a las necesidades financieras de su
cliente.
En el sector doméstico los medios de pago ofrecidos suelen ser al contado, tarjeta
de crédito, financiado con o sin intereses, etc. En el sector empresarial, el
vendedor puede ofrecer como alternativa, la compra a través de letras o mediante
un leasing, renting, etc.
Ignorancia:
Incapacidad
El silencio
Las explicaciones excesivas sin responder a dudas del cliente suelen ser una
buena fuente de silencios. Recuerde al vendedor y su perorata. Debería explicarse
de forma concreta y clara. Sólo si le preguntan sobre un tema concreto debe
extenderse.
La duda
La duda del cliente es una objeción que debe quedar despejada de inmediato,
pero, ¿de qué duda?, el vendedor debe concretar y dar forma a esa duda y
resolverla. Tiene que llevar al cliente a aceptaciones parciales y superar este
obstáculo. Anticípese si lo ve claro.
Recuerde que, en muchos casos, el propio cliente no sabe bien dónde está la
razón de sus dudas, pero la reflexión dirigida por el vendedor hace aflorar un dato
importante: “el curso responde a mis expectativas, sin que esto signifique que
tenga decidida su contratación”. El vendedor ya sabe que el producto convence al
cliente. Se ha logrado una aceptación parcial muy importante.
Reclamaciones
Falta de necesidad
Vanidad
Miedo
El miedo suele ser la última objeción antes de pasar al cierre del contrato. Intente
lograr acuerdos parciales. Hágaselo fácil. Consiga su firma aunque sea en un
preacuerdo. Trate de cerrar en cuanto tenga oportunidad. El comprador debe ver
que tiene la posibilidad de ir preparando el pedido. Es posible que al verlo
plasmado en el papel el cliente se decida.
Existen distintas técnicas a emplear para resolver la mayoría de las objeciones que
presentan habitualmente los clientes. Para poder salir con éxito, es necesario que
el vendedor las domine, así además de resolverlas, podrá muchas veces utilizarlas
como puntos favorables a sus ventas.
En general, se trata de ciertas normas válidas para las diferentes situaciones que
se nos puedan presentar.
Objeción – apoyo
Cuando usamos la objeción como una fuerza positiva para la venta, nos
referimos a la técnica de objeción-apoyo.
El vendedor debe aprovechar la objeción del cliente para demostrar las ventajas que su
empresa tiene: atención personalizada, agilidad y ausencia de burocracia que facilita la
atención al cliente.
A veces la verdadera objeción del cliente queda oculta por una variedad de falsas
excusas. El vendedor debe tratar de conocer la verdadera objeción. Para ello debe
hacer muchas preguntas y prestar toda su atención a las respuestas de su cliente,
y como ya hemos visto en el tema seis, tener en cuenta las tres reglas de oro para
descubrir si una objeción es un pretexto:
Una actitud distante y sin muestras de interés por parte del cliente nos hará
pensar en una objeción pretexto.
Conformidad y contraataque
Prever la objeción
Cuando esté seguro de que va a surgir una objeción, prevéala antes de que el
cliente la formule. La experiencia adquirida por el vendedor le permite ver cuáles
son los puntos vulnerables de su producto. El vendedor debe prever la explicación,
de forma que esos puntos se conviertan en favorables para el comprador.
Otra posibilidad es evitar la objeción si ésta está prevista. Ejemplo del dependiente
que sabe que el producto en cuestión es el más caro de todos los de su tipo. Antes
de que el cliente pregunte, el dependiente se adelanta informando de que la
calidad no debe sacrificarse por una pequeña diferencia económica de euros.
Retrase la respuesta
Negación de la objeción
Algunas veces el cliente formula una objeción que no es cierta. En estos casos el
vendedor puede negar directamente su existencia, añadiendo a continuación la
argumentación cierta sobre el tema.
El vendedor deberá tratar de modificar el punto de vista del futuro cliente, para
que de esta forma vea los hechos como son en realidad, dándole al mismo tiempo
toda la información que considere favorable. Esta técnica debe usarse de una
forma muy diplomática dejando al cliente en la creencia de que su modo de ver las
cosas era el adecuado, en base a una información determinada.
Admisión de la objeción
Se trata de una técnica contraria a la anterior. Cuando una objeción es a la vez real
y válida lo mejor que se puede hacer es aceptarla resaltando la sagacidad del
futuro comprador. Frecuentemente al sentirse halagado el cliente admitirá esos
puntos sobre los que había objetado.
Este método le resultará especialmente útil cuando las objeciones estén basadas
en puntos que no sean muy importantes. Si usted admite estas objeciones que no
son relevantes, el cliente posiblemente olvidará otras sobre las que también había
objetado
Los que nos estamos comprometiendo somos nosotros, ya que nos estamos
comprometiendo a vender su vivienda en las mejores condiciones posibles.
Firmé anteriormente con otra inmobiliaria una exclusiva y el resultado fue nefasto.
Me permite ojearla para comprobar que todas las cláusulas incluidas son legales.
¿Garantizáis la venta?
No hay ningún problema, nos informa de ello y estudiaremos su caso para que la
operación se realice de forma legal.
Sí, pero el precio que le podemos ofrecer está por debajo de mercado ya que el
precio debe ser suficientemente bajo para que nos permita poder venderlo
posteriormente.
Me parece que el plazo del que me hablen es muy superior al que yo esperaba.
Para obtener el mayor precio posible no debemos tener prisas, hay que esperar a
que se presente la oportunidad adecuada.
a) Objeciones tempranas:
Son las que se identifican con aspectos previos a la visita a la vivienda, ya que están
relacionadas con el edificio o el barrio.
No es el momento de responderla, ya que podría provocar que se anulase la visita, no hay que
prestarles atención en este momento y dejarlas para ser rebatidas posteriormente si el cliente
insiste sobre ellas.
Lo mejor es invitar a que los clientes visiten la zona a la hora en la que cree que esta situación
puede generarse para que ellos mismos confirmen su veracidad. Lo habitual es que no lo
hagan y que pregunten a los vecinos que ya están acostumbrados y que disminuyen la
trascendencia de este efecto.
Esta objeción se resuelve con un precio inferior, ya que dicho precio ayuda a compensar estas
carencias. También pueden ayudar otras prestaciones como las vistas, la ventilación, la salud,…
d) Objeciones de antigüedad:
- ¡Este piso se ve viejo!, ¿Cuántos años tiene la construcción? Hay que responder señalando el
buen estado de conservación del inmueble o lo sólidas que son los edificios de la fecha de esta
construcción.
e) Objeciones de oscuridad:
Todas las construcciones tienen zonas más oscuras que otras, aunque para minimizar este
efecto se utilicen los patios de luces.
Habitualmente esta objeción no tiene respuesta por lo que es mejor utilizar la técnica de la
compensación consistente en señalar los aspectos favorables del piso que han satisfecho a los
potenciales clientes.
f) Objeciones de distribución:
Los arquitectos diseñan las viviendas en función al espacio disponible para su construcción.
Según la distribución de las estancias éstas pueden clasificarse en viviendas con distribuidor,
viviendas con pasillo, viviendas con salón distribuidor, viviendas de distribución anormal,
viviendas de planta diáfana, etc.
g) Objeciones de tamaño:
Los pisos y sus habitaciones no son grandes, ni pequeñas sino que dependen para qué vayan a
ser utilizados.
Hay que identificar qué parte le parece pequeña y sobredimensionara el resto de habitaciones.
Además hay que advertir que las viviendas parecen más pequeñas cuando no tienen muebles
o éstos son inadecuados, están mal decorados o se ven de noche o con poca luz.
h) Objeciones de precio:
Una objeción de precio implica que la vivienda ha gustado, ya que en caso contrario no tendría
sentido que se planteara.
Las viviendas son bienes que se abonan en muchos años por lo que una técnica muy
aconsejable es la de dividir su precio por el número de años que va a ser utilizada, de esta
manera su valor se reduce de manera considerable, ya que el posible comprador sólo
apreciará su coste anual.
i) Objeciones de estética:
Hay que implicar al cliente, hay que preguntarle cómo le gustaría que fuese para que se lo
imagine y cambie su percepción. Si la reforma implica inversión económica, hay que volver a
utilizar la técnica descrita en la objeción del precio.
Una objeción suele ser un indicio de cierre, ya que cuando algo no gusta no se plantean
impedimentos para que la venta se produzca.