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PEDRO AGUIRRE CERDA

(EX-PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE)


<*

.'

El problema industrial

P R E N S A S D E L A UNIVERSIDAD D E C H I L E
1933
.Os conjuro a creerme, compatriotas:
contra los insidiosos ardides de la in-
fluencia extranjera debe vigilar constan-
temente la desconfianza de un pueblo
libre, ya que la historia y la experiencia
demuestran que la influencia extranjera
es uno de los más perniciosos enemigos
del Gobierno Republicano.. (JORGE
WASHINGTON).
.Ser fuertes: de esto se trata desde
que el mundo es mundo,. (CLEMEN-
CEAU).
S e observó a Franklin en Europa la
deficiente calidad de la tela de su traje,
y el gran patriota respondió:
.Todavía no se hacen mejores en mi
, país..
i t -

Introducción
s

Ejicienchz es la expresión más universal que traduce la aspira-


ción colectiva de los gobernados de todos los países y que tiene
especial significado en las naciones de cultura incipiente, porque,
si el sentimiento es unánime, su realización requiere la cooperación
nacional, que está en razón inversa de la cultura ciudadana. La
eficiencia nace de factores múltiples, de responsabilidad guberna-
tiva los unos, de deberes populares los otros. Y la dificultad del
problema se intensifica con los nuevos elementos que a diario apa-
recen como necesarios en la apreciación y realización de los progra-
mas de Gobierno.. E l progreso científico, imposible de infundir rápi-
damente en la masa ciudadana, y la compleja política iíiternacional
de las grandes potencias que acrecientan sus r.ecursos de acción
ofensiva y defensiva con relación a las colectividades nacionales
inferiores, dificultan las soluciones que el pueblo presiente, pero
a las cuales no aporta un contingente suficientemente útil. Estamos
en un círculo vicioso: dentro del espíritu democrático moderno y
de la cooperación que se requiere, los problemas son nacionales,
pero el concurso social es deficiente, lo que ha llevado a decir a
Romier: .
<Delo que las masas son incapaces es, por una parte, de salva-
guardiar las fuentes intelectuales y morales que alimentan la ener-
gía humana, y, a la vez, de prever a largo plazo las necesidades del
Estado. La tradición, la previsión, en otros términos, la alta política
escapará siempre a la competencia de las masas en cuanto tales.
NOquiere decir esto, sin duda, que un individuo en las masas no
pueda ser culto y previsor, sino que éstas, en sus aspiraciones colec-
tivas, se inclinan al provecho concreto e inmediato». (Lucien Ro-
mier.-Qui Sera le MaStre? París, 1927, pág. 55).
El esfuerzo de los más obligados a cooperar al bien común debe,
pues, dirigirse a contribuir a la organización de las fuerzas que exige
la labor de la empresa gubernativa. Sin .organización, puede obte-
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nerse éxito; con ella, el resultado será siempre seguro y se previenen


las crisis en sus más graves perjuicios. Como se ha dicho, así como 4
las ciencias físicas han decuplicado en el pasado las riquezas del
mundo, a las ciencias económicas corresponderá mañana la reali-
zación de análogos prodigios.
L o s esfuerzos empíricos de aptaño deben renovarse con arreglo
a las enseñanzas de la ciencia, que precisa las funciones de los 6r-
ganos y los hace eficientes por sí mismos y en su cooperación recí-
proca.
Hay que poner la ciencia al servicio máximo de la colectividad,
y extender sus enseñanzas al mayor número de ciudadanos, para
ca,pacitarlos por lo menos a no ser un obstáculo para la aplicación
de sus principios, a tener fe en ella, y su difusión debe llegar no sólo
al niño, sino al adulto, y muy principalmente a éste, que es el que
está en la acción diaria; y como principio espiritual nuestro deber
es despertar la solidaridad nacional en todas sus manifestaciones.
Ambas bases son las fundamentales que permiten en la cruenta
lucha en que en el hecho vivimos en la colectividad internacional,
poner la honda en manos del enano para defenderse del Goliath
invasor y absorbente de las grandes colectividades que, unidas en
s u homogeneidad racial y de tradición, ponen toda la fuerza de la
ciencia y de la organización en provecho propio.
&aso aparecerá abusivo el uso de citas a que hemos debido
recurrir en esta publicación; pero nuestra falta de autoridad personal *
nos lleva a evitar la duda y aún la controversia con la transcripción
de las propias expresiones que confirman los hechos que deseamos
divulgar.
Con el esfuerzo nacional científicamente organizado puede .
nacer en el medio social la resultante de la vocación colectiva, que,
como la individual, rinde el sumo provecho y contribuye con verda-
dera eficiencia a la solidaridad internacional misma.
,Organizase, pues, o perecer; y no olvidemos que la organiza-
ción tiende a la nacionalización, de acuerdo con las cap2cidades de
la colectividad, y , como lo ha dicho con amplitud la Confederación
Geneí-al del Trabajo en Francia, por insinuación de Gide: «Una
empresa se nacionaliza cuando no se explota sino en vista de las
necesidades de la comunidad, y no tiene otro fin que procurar a
los consumidores el máximum de utilidad y economía».
El aprovechamiento integral de la ciencia por una colectividad
unida en sentimientos y finalidades se complementa con la concep-
ción moderna del trabajo.
«Es de gran interés hacer penetrar en la conciencia de la gente
que el trabajo es necesario para ser feliz. ES una crueldad elimínar
de la actividad productjva a los que por enfermedad o accidente
tienen una disminución de capacidad. E s indispensable crear ins-
titutos que puedan valorizar a los individuos de rendimiento infe-
EL PROBLEMA INDUSTRIAL 9

rior, lo que ahorrará muchos gastos a la asistencia pública y devol-


verá la felicidad a muchos seres que la han perdido o que no la co-
nocen,. (Declaración del Dr. L. Heyermans, de los Servicios de
Orientación Profesional de Amsterdam, al tratar de la colocación
de la mano de obra inferior).
Oigamos al mismo Stalin, que, por lo avanzado de s u credo
político podría estimársele partidario de la máxima reducción del
trabajo :
<Lo más notable en este-movimiento de emulación socialista
reside en el hecho de que ha determinado una transformación de la
mentalidad popular y cambiado las ideas sobre el trabajo, que,
considerado hasta hoy como una necesidad penosa e ingrata, ha
llegado a ser una obra de honor, de gloria, de bravura y de herdsmo.
Nada parecido existe ni puede existir en los países capitalistas.
aEh éstos, el ideal generalmente aceptado es disponer de una
renta, vivir de las rentas de su capital y no trabajar, porque se consi-
dera el trabajo como cosa despreciable.
« E n la U. R. S. S. ocurre lo contrario. El ideal a que aspiramos
y que reune la mayoría de los sufragios es la posibilidad que cada
uno tiene de ser un héroe del trabajo, un-héroe de las brigadas de
choque y de gozar de la consideración de millones de trabajadores,.
(Stalin: E l Plan Quinquenal, pág. 109).
E l sociblogo no puede desentenderse de este problema psico-
lógico y económico, que contribuye a la felicidad humana y evita
que sólo una parte de la colectividad sobrelleve el peso total de la
economía nacional.
La labor productora, en relación con las capacidades indivi-
duales, debe ser una preocupación saliente de la educación nacional.

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