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Algunas autoras ya han descubierto los foros que traducen sus libros ya
que algunos lectores los suben al Wattpad, y piden en sus páginas de
Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs de descarga, grupos
y foros.
Yo, Ethan Antonio Giovanni Callahan, primer hijo del antiguo jefe de la
mafia irlandesa, Liam Alec Callahan, y del antigua jefa de la mafia italiana,
ex-gobernadora, Melody Nicci Giovanni Callahan, juro solemnemente
proteger sin piedad el nombre de nuestra familia, nuestro negocio y nuestra
forma de vida, sin importar el coste para mí o para cualquier otra persona.
No tendré piedad, no ofreceré perdón, no habrá paz para los que se enfrenten
a mí.
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Epílogo
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
PRÓLOGO
~ Jim Butcher ~
ETHAN
Mirando hacia atrás, hay tantos momentos que podrían haber sido la
primera vez, el origen.
¿Cuándo ocurrió?
—Sí —respondí de todos modos, pero sólo porque mamá me dijo que
fuera respetuoso en la iglesia.
—Junto a tu asiento hay una tarjeta. Te dirá lo que tienes que decir.
Realmente no me gusta.
—¿Ahora de verdad? —dice, con la voz en alto—. ¿No has hecho nada
malo?
—No.
—A veces podemos pensar que las cosas no están mal o que son tan
pequeñas que no son pecados, pero Dios se preocupa por todos
ellos —responde.
—¿Así que nunca has dicho nada para herir a alguien? Tal vez
empujaste a tu hermana pequeña...
—¿Por qué iba a empujar a mi hermana?
—¿Callahan?
¡Hazle daño!
—¿Y? ¿Y?
—Es para el bienestar general del país y sólo es aprobado por la iglesia
si es absolutamente necesario.
¿Todos los adultos son así de tontos?
—Así que ser un asesino está bien. Sólo necesitas permiso. Y sólo
puedes obtener permiso si es necesario. Mis padres sólo hacen cosas
si es necesario…
—¿Adónde vas?
—¡Al baño! —Levanté mi teléfono para que lo viera. Sabía que estaba
siguiéndome, pero no me importaba. No estaba haciendo nada malo.
Además, toda la gente se le estaba haciendo difícil ponerse al día.
¿Qué?
Hizo clic.
Él era nuevo.
—Mira, el trato era… no, ¡escúchame! El trato era que yo hacía esto y
nadie se enteraba de lo de Ohio. No lo haré… ¡ahh!
¡Zas!
—Esto. —Lo apuñalo una y otra vez, en cualquier lugar que pude, su
enorme cuerpo cayó de espaldas, tratando de agarrarse al escritorio
pero cayendo al suelo.
—Mon… mon…
—Ve a…
—¿Ethan?
—Sí, así es. Una docena de lirios del… segundo. Hágaselo saber al
Jefe.
—Hágaselo saber a todos —susurré principalmente para mí mismo,
mirando los dos cuchillos en mis manos.
~ Horace ~
ETHAN
—Conseguiré otra.
—Siguiente —esperé.
—El Sr. Downey… está aquí. —Miré desde mi teléfono. Asintió y
añadió—. Está empezando tal y como dijiste que lo haría.
Cargando una sola bala dentro, como lo hacía cada mañana, la puse
a un lado mientras buscaba un traje. No importaba cuál; lo estaría
quemando al final del día.
Ringgg.
—¿Ethan?
—Soy consciente.
¿Lo era? —un año más que mi padre cuando se casó con mi madre.
Se rio. —¿Es por eso que has estado agitado… bueno, más agitado…
de lo normal últimamente? Si tu abuelo no lo hubiera forzado, habría
esperado hasta que tuviera…
—Treinta —no importa qué, para que sea respetado como Jefe, el
Ceann na Conairte, las reglas, sí, reglas establecidas por mi senil,
también bisabuelo muerto, y transmitidas de padre a hijo, exigían que
nos casáramos.
—¿No se supone que las abuelas deberían estar preocupada por morir
antes de ver a sus bisnietos?
2
Ceann na Conairte —Jefe del Tratado en Irlandés original.
Rechinó los dientes con rabia. —¿Estás diciendo que moriré antes de
que te cases? ¿Yo, que he vivido para ver a tu bisabuelo, a tu abuelo,
a tu tío abuelo y a tu padre asesinados? ¿De alguna manera tendré
una vida más corta que tú?
—Sabes que es por esto que tus primos te tienen miedo, ¿verdad? —
Hizo una mueca—. Creen que me matarías incluso a mí para ganar…
y por supuestos a ellos también.
—Ricker Hill.
—¿EN LA PRISIÓN?
—Esto no ha terminado.
~ Garth Nix ~
ETHAN
—Es un gran honor y privilegio estar aquí ante todos ustedes. Ayer, la
revista TIME me nombró el magnate más influyente de la década, y
como soy un Callahan no puedo aceptar nada humildemente —digo,
provocando que algunos se rieran.
Maldito sea este discurso. Y sabía sin duda alguna a quién tenía que
agradecer por eso.
Sonrió mientras ambos nos dirigíamos a las cámaras. —La chica tiene
un don. Casi lloro.
Sonreí con eso. Mi abuela no había llorado desde que mi padre murió
y nada cambiaba eso… comía uñas en el desayuno sólo para mantener
su lengua afilada.
—¿Qué sacaste de este… Sr. Downey? —Dije una vez que subimos al
ascensor.
—Todavía se niega a hablar con nadie más que con usted, —respondió
Toby, pulsando el botón.
IVY
—Aww, ¿No eres bonita? ¿Quieres que seamos amigas? —Dallas, una
de las más grandes y nuevas reclusas, rio como una hiena salvaje,
agarrando la barbilla de otra chica nueva. Habían sido procesadas
juntas, así que supongo que por eso se fijó en ella tan rápidamente—.
Vamos… será divertido. Dame un pequeño beso.
Miré a las otras dos mujeres… y usé esa palabra con moderación…
mientras se acercaban por detrás de ella. Se rumoreaba que el novio
de Dallas era un pandillero muy malo en las calles. Buen momento
para recordar eso, Ivy.
—Sí, ahora no tienes nada que decir, ¿verdad, princesa? Eres bastante
linda. ¿Te gustaría ser mi amiga?
—No tengo familia, Dallas. Estoy aquí desde hace mucho tiempo. Así
que a menos que tu novio se corte la polla, no me va a tocar. Y ambas
sabemos que no tiene las pelotas para eso. —Cuando me incliné, ella
trató de inclinarse—. ¿Debo escribirle instrucciones?
—Sí, te dijo que… unas cuantas veces en solitario te hará eso. —Guiñé
un ojo mientras me ataban las manos y los pies como siempre.
—¡CÁLLATE, O’DAVOREN!
—¡No! —Grité, luchando en sus brazos—. ¡No puedes hacer eso! ¡No!
¡No! ¡Suéltame!
Me pincharon a algo, me arremangaron las mangas y traté de luchar.
Aún sabiendo que no haría nada, traté de luchar hasta que sentí su
calor al entrar en mi piel. Pasó un segundo hasta que todo se aflojó y
ya no pude ni siquiera sostener mi cuerpo.
Concentrarse.
Respirar.
Cálmate.
Concéntrate.
Respirar.
Cálmate.
Sonreí. Aunque era la sonrisa más patética del mundo. Así es como
sobreviví aquí. No estaba loca… bueno aparentemente eso era
discutible porque no muchas de las otras chicas actuaban como yo.
Pero esto era lo único que sabía hacer.
No se suponía que esta fuera mi vida.
ETHAN
—¡No! ¡Por favor! ¡No! ¡Te lo diré! ¡Te lo diré!, —Downey encontró la voz
para suplicar.
—Y…
—¿Y?
Silencio.
—Sr. Downey.
—Ponla al teléfono.
Me limpio la cara y las manos antes de dejar caer la toalla sobre él,
me deshice de los gemelos y la corbata negra antes de quitarme la
camisa, lanzando cada uno a Grey, quien a cambio me entregó un
nuevo par de réplicas.
—Dona.
Silencio.
—Donatella.
—Hasta que seas mayor que yo. —Sonreí, escuchándola rechinar sus
dientes, tratando de hacer lo mejor para no gritarme. En cambio, eligió
molestarme.
Pensé por un momento en por qué estaba luchando tanto contra mí.
No era como ella… y entonces me di cuenta.
No respondió.
—No importa lo que Wyatt haya hecho, sigue siendo nuestro hermano.
—¡Soy una Callahan! Voy donde me da la gana. —Me dijo en voz alta
y por un segundo sonó como nuestra madre.
—Te veré en casa, —le dije antes de colgar mientras salía a la calle con
la brisa tan dolorosamente fría hoy, que se sentía como si me cortara
la piel.
Ojos: Azules.
Pelo: Rubio.
Altura: 1,80 m.
Tatuajes: Ninguno.
Dicen que todo gran plan sólo necesita el cincuenta por ciento de
pensamiento, el resto es una combinación de habilidad, voluntad y
suerte.
IVY
—Levántate y brilla…
¿32-14?
—¡Cuerpo abajo ahora! —me gritó, hice lo que dijo. Poniendo mis
manos en la cabeza, escuché las llaves sonar antes de que la pesada
losa se abriera. Me palmeó, agarrándome el pecho con fuerza y
bajando por mi espalda. Me mordí el labio para tratar de evitar
golpearlo cuando me apretó el trasero… después de todo, nosotras las
chicas en aislamiento no teníamos derecho a pedir guardias
femeninas.
—¿Señora ahora? —Me reí—. No, en serio, ¿Quién eres? ¿Es esta una
nueva forma enfermiza de castigar a las presas? Tráelos aquí y diles,
sorpresa, tienes un nuevo abogado, aquí tienes tu tarjeta de salida de
la cárcel.
—Sra. O’Davoren…
—No estoy segura de lo que esa gente tiene sobre ti, pero piensa en tu
salud antes de venir aquí a venderme aceite de serpiente. ¡Guardias!
—Grité de nuevo, y entraron. Esta vez con mucho más ganas, les abrí
los brazos.
~ Kenneth Eade ~
EVELYN
Una vez conocí a todos los mayordomos y criadas de esta casa por su
nombre. Sin embargo, la muerte me había enseñado muchas lecciones
a lo largo de mi vida. La primera fue recordar sólo a aquellos que
realmente importaban. Si no, aprendería que el corazón puede
romperse infinitamente. Y la segunda lección vino casi
inmediatamente después... el corazón se rompe en diferentes niveles
y todos causaron diferentes cicatrices, algunas tan grandes que nunca
se curaron. Sólo aprendes a manejar el dolor.
—¡Nana!
—Llegan tarde las dos —dijo, su voz casi tan poco emotiva como sus
ojos verdes, un rasgo que tanto él como Donatella habían heredado de
su padre.
—Es curioso, él dijo lo mismo —Sólo tenía que ir a avivar las llamas.
—¿Quieres, que vaya a la cárcel para hablar con ella? —dije despacio,
para asegurarme de que no estaba matando a un niño que había
perdido la cabeza.
—Es importante.
—Tengo un hermano mellizo que odia tanto ser parte de esta familia
que se fue a Boston para ser médico. Tú y tu infinita sabiduría me
dijeron que no me preocupara porque volvería. Cinco años después y
todavía no ha vuelto, Ethan. Así que cada vez que me siento un poco
deprimida, tengo que volar a Boston, sólo para que me diga que está
ocupado y sólo nos veamos para tomar un café. Compartí el útero con
él durante ocho meses y el dormitorio durante casi doce años, y ahora
tengo veinte minutos con una taza de café de mierda. ¿Sabes por qué
es una mierda? ¡Porque no bebo café! —Gritó, arrebatando la botella
de vino que el camarero dejó en la mesa y llenando su copa—. Sin
embargo, sí bebo vino. Gracias a Dios, porque si no, querría matarte,
hermano mayor. ¿Te vas a casar? ¿Tú? ¿La misma persona que no
permite que nadie te toque la piel? ¿De verdad? ¿Cómo va a funcionar
eso…?
—No lo estoy.
—No lo estás.
—Enseguida, Señor.
Cuando volvió a tomar el tenedor y el cuchillo me senté en silencio.
No me sorprendió. Con toda honestidad, estaba cansada. Cansada de
todos estos. Pero tenía una promesa que cumplir… y esta era la forma
más rápida de hacerlo.
—¿Por qué?
Es un masoquista.
—¿Lo hicimos?
Sonrió y cuando lo hizo se podía ver lo guapo que era realmente. Alto,
tonificado, de piel marfil, con los ojos verdes más profundos, como su
padre, y cabello castaño oscuro que era casi demasiado perfecto y sin
embargo le quedaba bien. Las mujeres caían a sus pies y la mayoría
de las veces pasaba por encima como si no se hubiera dado cuenta.
Cuanto más frío era, más le querían… pero cuando sonreía, parecía
tan… inocente y dulce.
—Más vale que esta mujer valga la pena. —Por su plan… y por su
corazón. Arreglado, un peón, lo que sea, tenía un infierno de vida por
delante—. Y todavía no me has dicho cómo planeas hacer que no nos
odie.
~ Jessica Shirvington ~
IVY
Sin decir una palabra más, presionó el botón para seguir de nuevo y
escuché su voz por primera vez en... en lo que se sintió como una vida
entera.
—Si estás viendo esto, probablemente me haya ido. El Jefe me dijo que
te hiciera un montón de estos videos por si acaso... por si acaso pasaba
algo... se hace el duro, pero es un buen hombre, o al menos sabe lo que
es tener una hija... espera, ugh... lo siento. Esto probablemente no tiene
sentido y... lo siento.
La pantalla se cortó.
—Así que voy a hacer este video. Sabes que no soy tan bueno con las
palabras, pajarito. —Me guiñó un ojo. Siempre lo hacía cuando estaba
nervioso—. Primero. Quiero disculparme. Disculparme por hacerte
crecer alrededor de todo esto. Por dejarte sufrir. Nunca quise esto para
ti. Quería algo mejor, mucho mejor. Pero no podía... sabiendo lo que ese
bastardo le hizo a tu madre. —Se mordió el labio inferior y sentí mis
lágrimas quemándome los ojos—. Si no fuera por los Callahan,
probablemente habría muerto antes. Tal vez tú también.
—No los hacen más duros que los del Burren —dije al mismo tiempo
que él, limpiándome la cara en la esquina de mi camisa. Cuando
levanté la vista, la anciana me estaba mirando fijamente y le sostuve
la mirada, insegura, sin querer creer nada de esto.
—Supongo que no. Bien, ¿Alguna vez te dejó estar con tu tío o tus
primos?
Otra vez quise decir que sí, pero mi voz no me lo permitió. Como si me
estuviera muriendo, toda mi vida pasó por delante de mis ojos. Como
siempre interrumpía cuando el tío Keegan me hablaba. O me decía
que fuera a estudiar cuando venían mis primos. O como siempre me
descartaba diciéndome que eran “cosas de hombres”, lo que me
molestaba mucho. Pensé que trataba de protegerme para que no
supiera que los Callahan no…
—¿Qué?
Paralizada, las lágrimas que retuve durante siete años, durante siete
largos y dolorosos años, se derramaron de mis ojos hasta el punto de
arder. Con cada momento que pasaba, me dolía más y más hasta el
punto que quería… quería morir. Creo que me estaba muriendo…
—Mi llamada —susurré, quitándome las lágrimas del rostro con las
manos esposadas—. No he tomado una en meses. Necesito hacer una
llamada.
Miré a Jimmy.
—¡Chicos, es Ivy!
Silencio.
—Ivy, no ha pasado nada antes. Los dos estábamos tan tristes por ti…
—Rory, hazme un favor y cierra tu puta boca y deja de insultarme,
pequeña zorra. —Siseé.
—Ivy, sé…
—¿Y qué se puede hacer desde una celda de una prisión a ochocientas
kilómetros de distancia? —Cillian preguntó. Ni siquiera estaban
asustados… no valía nada para ellos. Eso es lo que quería decir.
—Buenos días. —Se sentó frente a mí, con un vestido de manga larga,
sobre la rodilla bajo su abrigo gris y sus perlas.
—Lo estoy. Estoy segura. ¿Qué tengo que hacer? —dije por tercera
vez.
—Renuncia a tu apellido.
Fue entonces cuando estaba segura de que el diablo era una anciana
con un gusto espectacular por la moda.
–Conozco esa mirada. —Sonrió—. Pero no, cariño, no soy la peor. Sólo
soy la anciana a la que se le ha encomendado la tarea de prepararte
para lo peor. Así que asústate ahora, sácalo de tu sistema, vomita si
lo necesitas, y cuando termines, empezaremos.
—¿Comida?
—Por favor, deja de repetir todo lo que digo. —Frunció el ceño y luego
sacudió la cabeza—. Bien. No te preocupes por nada. Dejaré que tu
cerebro se ponga al día antes de hacer más preguntas. Sólo asegúrate
de comer y dormir… esto se acabó.
Se puso de pie y cuando llegó a las puertas, Jimmy corrió hacia ella
como un zorro con el rabo entre las piernas.
Así como así, salió, con sus tacones haciendo ruido al salir.
—Martes.
—Puerta —dijo Jimmy otra vez una vez que llegamos al final del
pasillo.
No me di cuenta de que estábamos en otra sección de la prisión hasta
que la puerta se abrió y vi la sala de control.
—¿A quién tuviste que darle una mamada para salir del
confinamiento?
—¿Dos? Cuenta de nuevo —le dijo la primera mujer, que aún tenía su
muñeca inmóvil.
No. Eso era una mentira. Lo había experimentado cada vez que me
habían arrojado a esa celda oscura, cada vez que me habían cacheado,
o cuando había perdido una pelea, o cuando el juez me había arrojado
aquí, o cuando el abogado de mierda que me habían dado me había
arrojado a los lobos, y cuando mi padre había perdido la vida.
Ahora sí la tenía.
Así que me consolé con su miedo. Porque significaba una cosa… los
Callahan eran realmente tan poderosos como todo el mundo solía
decir. Podía mantener mi promesa.
~ Nathaniel Hawthorne ~
IVY
—Sra. O’Davoren.
—¿Sra. O’Davoren?
—¿Señora?
Esto no es un sueño.
—Cuando esté lista…
—Sra. O’Davoren.
Me sentí como una rata que había entrado en una cocina de cinco
estrellas. La gente, no cualquiera, la gente que llevaba diamantes del
tamaño de los pomos de las puertas alrededor de sus figuras, me
miraba confundida mientras caminábamos hacia los ascensores. El
Sr. Barrow no dijo nada. Ni siquiera parecía aturdido mientras
esperábamos el ascensor.
—Todo esto grita mierda sagrada. —Me quedé sin aliento al entrar a
la habitación, no, palacio, que tenía la vista más impresionante de la
ciudad. Todo era de color dorado. Las sillas, el escritorio, incluso los
candelabros.
—Mierda. —Me giré hacia una mujer asiática con una falda burdeos
ajustada, un cinturón con tachuelas de diamantes y una blusa con
estampado azul que entró desde el balcón. Su cabello negro estaba
acomodado en un peinado recogido. No tenía ni una sola mancha en
la piel, como si la hubieran editado en la vida real.
—No hay problema, Sra. Callahan. —Le hizo una inclinación con la
cabeza y luego a mí—. Sra. O’Davoren, fue un placer.
—¿Está todo bien, Señora? —Una criada, vestida con esos ridículos
trajes franceses, salió del dormitorio.
3
Bloomingdale—Es una cadena de lujo de tiendas por departamentos
La mujer me miró, esperando, y termine haciendo lo que me dijo, me
senté en el sofá.
Cielos, están parados justo ahí. Y sin embargo, cuando los miré, ni
siquiera parecían estar aturdidos, sólo esperaban.
—Sus dientes…
—No es una excusa para esto. Estoy segura de que al menos tienen
un peine. —Sacudió la cabeza y miró al pequeño hombre—.
Obviamente, tendremos que cuidar los nudos y la longitud. Si es
necesario, cortarlo y añadir extensiones, pero preferiría no hacerlo.
Necesitará cualquier milagro que puedas hacer pero mantenlo largo.
Asintió y se hizo a un lado para que los cuatro finalistas, dos hombres
y dos mujeres, se pararan frente a ella.
Nadie habló.
NARI
—¿Y bien?
—Nari.
—Así que nada más que valga la pena señalar. Buenas noches. —
Colgó.
—¿Señora?
—Todo lo que pude hacer por esta noche. Exigió dormir. Está
sufriendo —dijo.
—Bien. Váyase.
—No está mal —dije, ya que sus piernas estaban ahora lisas, junto
con los dedos de los pies y las uñas. La máscara en su cara me hizo
difícil ver cómo estaba su piel, pero estaba segura de que sería mejor.
Su cabello estaba recogido en rulos.
—Me depilaron en lugares que no sabía que necesitaban
depilarse —susurró, mirando al techo.
Amaba a mi marido.
Al salir del ático, los dos guardias me saludaron con la cabeza. Entré
en el ascensor, sacando mi teléfono. Sólo tenía que sonar una vez
antes de que respondiera.
—¡No puedes estar enfadado por eso ahora! Fue hace mucho tiempo.
~ Nicolas Maquiavelo ~
IVY
—¿Los demás?
—¿Era la prueba?
—Primera parte. —Asintió y luego miró al vestíbulo—. Esta es la
segunda parte.
—Su camarero estará enseguida con ustedes —nos dijo la mujer antes
de irse mientras nos sentábamos.
Oh no. —Por favor, no me digas que vas a tener que enseñarme sobre
los tenedores de ensalada o algo así.
—Es tan...
—La gente debe amarlos. —Sonreí al ver una foto de ellos corriendo
por la ciudad. Ambos eran guapos con sus camisetas número nueve.
—Exactamente —dijo.
Levanté la vista.
—No dudo que ambos hagan deporte porque les importa la imagen de
la familia.
—¿Él...?
—¿Todos están haciendo las carreras que les dijo que hicieran?
—Por fin —dijo, y se volteó hacia una foto de una hermosa pareja, el
hombre de ojos verdes y cabello castaño, la mujer de cabello largo y
negro con grandes ojos marrones—. Los padres de Ethan, Liam y
Melody Callahan, el anterior rey y la reina... ambos muertos.
Me congele. Con sólo mirarlos, sus fotos, de lo que parecía ser una
revista difundida, no estaba segura de sí era falso o no, pero se
miraban cada uno como si fueran las únicas dos personas en el
planeta.
Quería decir que la belleza era cosa de familia, pero al ver cómo me
había transformado, no podía creer que fuera genética. De cualquier
manera, Wyatt era guapo. Alto, con ojos marrones profundos, cabello
castaño, lucia como recién despertado, y una sombra de barba. Era
robusto en cierto modo y relajado. Hasta ahora, era la única persona
que había visto que no usaba trajes. Si no llevara uniforme, usaba
jeans y suéter.
Ugh... era más o menos su madre pero con ojos verdes. En otras
palabras, aún más impresionante.
No me jodas.
Ugh, no así… bueno… no, sólo quise decir. Mierda. Lo volví a mirar.
—Sí, por eso lo dejé para el final. —Guiñó un ojo, apagó la tablet y se
la devolvió al guardia, que una vez más olvidé que estaba allí—. Diles
que pueden traer la comida ahora.
—No importa —susurré—. No voy a pasar por todo esto por él… por
ninguno de ustedes. Estoy aquí por una sola razón… mi padre… por
venganza.
—¿Puedes manejarlo?
—¿Qué?
—Ivy. —Se inclinó—. Unir las manos con Ethan no significa que vaya
a entrar con un bate y herir a quien te haya herido… es un estudiante
de Maquiavelo4. Los derribará lentamente y luego los borrará de la faz
de la tierra.
4
Nicolás Maquiavelo—fue un diplomático, funcionario, filósofo político y escritor italiano, considerado
padre de la Ciencia Política moderna. Obra notable: El Príncipe.
Maquiavelo dijo una vez “Amo a mi ciudad más que a mi alma”. Y como
tal, ningún sacrificio es demasiado pequeño. Tu abuela me pidió que
renunciara a mi nombre. Le dije que estaba bien. Tú me dijiste que
me cortara los dientes y me arrancara el vello del cuerpo. Dije que
estaba bien. El matrimonio para los irlandeses es para siempre. Lo
que significa que un hombre que no conozco será dueño de cada parte
de mí, indefinidamente, y aún así dije que estaba bien. No me importa
cómo lo haga… mientras lo haga.
NARI
ETHAN
—Toc toc.
—Dona.
—¿Qué? —Gritó.
—¿Perdón?
—Te das cuenta que es por el hecho que has estado a mi lado durante
casi veinte años que no te estoy quitando la cabeza ahora mismo
¿Correcto?
—¿Has terminado?
—No, pero supongo que es todo lo que podré conseguir esta noche.
—Entra.
Se acercó a mí, no paró hasta que apenas hubo unos centímetros entre
nuestros cuerpos. —Está haciendo que nuestro primer encuentro sea
muy anticlimático, Sr. Callahan.
—¿Cómo es eso?
—Eso… eso fue mi culpa. Supongo que sí. —Hizo una mueca y luego
sacudió la cabeza como si de repente recordara algo—. ¡No,
definitivamente no estoy tratando de seducirte! Sólo estoy nerviosa y
no quiero hacer el ridículo… más de lo que ya lo he hecho.
La miré fijamente.
—Entonces no lo hagas.
—Oh, gracias, no había pensado en eso. —Me golpeó y esta vez fue mi
ceja la que se levantó—. Lo siento. Mirarme así, sólo me pone más
nerviosa… eres sólo…
—¿Guapo?
—¿Eres un robot?
—¿Te queda alguna pregunta que valga la pena responder? —Si no,
entonces preferiría terminar esta noche rápidamente.
—No soy romántico. Estoy seguro de que haré o diré muchas cosas
que resultarán anticlimáticas, robóticas y bizarras como has dicho.
Sin embargo —deslicé el anillo en su dedo— nunca te mentiré, ni te
abandonaré. Siempre seré leal y fiel. Todo lo que tengo será siempre
tuyo. A cambio pido lo mismo.
—¡Qué anillo! —Se quedó boquiabierta con el anillo hasta que una
sonrisa se extendió por sus labios—. Si este eres tú siendo no
romántico, tengo curiosidad por ver cómo es tu lado romántico. Puedo
ser leal… Feliz cumpleaños, por cierto. —Sus labios rosados se
inclinaron ligeramente.
—¿Vienes?
Sus labios formaban una fina línea. —¿Te estás burlando de mí?
—¿Qué intentas decir? —Dijo con calma, aunque sus ojos azules me
miraban con rabia—. ¿Soy un espía? ¿Estás jodidamente loco?
—He aceptado casarme con una mujer que no tiene casi nada que
ofrecer. —Me incliné, nuestras caras apenas a una pulgada de
distancia—. Mi cordura debe ser cuestionada. Así como debe ser tu
lealtad.
ZAS.
ZAS. —¡Cállate!
—Y mi padre tenía el corazón roto como el tuyo. Murió con ella y solo
dejó caminando a un caparazón de persona hasta que finalmente
murió también... por lo menos sabes que tu padre se fue en sus
propios términos.
IVY
Las cámaras casi cegaban mientras subíamos la gran escalera,
obligándome a agarrarlo más fuerte hasta que llegamos al último
escalón donde ambos posamos para el fotógrafo. Obligándome a
sonreír, recordé lo que Nari había dicho sobre las reinas sonriendo
incluso cuando querían gritar. ¿Quién iba a pensar que tendría que
hacerlo tan pronto? Podía sentir a todo el mundo mirando,
susurrando...
—Y yo que pensaba que habías aprendido de mí. —La diosa que era
Donatella se acercó a continuación, vestida de negro—. Me esforcé
tanto en ser la estrella del espectáculo. Ivy, me has robado el
protagonismo.
—Gracias, Donatella, estoy segura de que una vez que todos hayan
superado la novedad, tomarás el lugar que te corresponde como centro
de atención —respondí y nuestros ojos se encontraron.
Nos reunimos con sus primos, Nari de pie entre ellos con un vestido
rojo estampado de flores.
—Yo también.
No pude evitar sonreír de oreja a oreja a pesar de que era tan cursi.
Darcy puso los ojos en blanco y otra vez me reí. —Muy bien, me siento
muy halagada, chicos.
—¿Alguno de los dos tiene otra frase que le gustaría usar con mi
prometida o está satisfecho? —Ethan los interrogó, levantando las
cejas.
—¿Para qué?
—¿No lo he hecho?
—Tal vez para algunos. Para mí fue amor a primera vista. —Me incliné
más hacia él, y su mandíbula se apretó.
Y otro.
Nos rodearon como los tiburones lo harían en una playa llena de focas,
hablando y riendo a la vez, felicitándome a diestro y siniestro hasta el
punto de que se volvió repetitivo.
Me volví hacia él, soltando nuestros brazos para que pudiera abrirlo.
—No pude evitarlo. Me encantan los regalos, y miré muchos de los que
llegaron temprano. Todos son tan gentiles, mi regalo palidece en
comparación —mentí a través de mis dientes y se lo comieron… con
su real dolor en el culo Klarissa, que estaba haciendo su mejor
esfuerzo para molestarme.
—No digan que no les advertí a todos. Volveré enseguida. —Me alejé
de ellos, tratando de pensar rápidamente, hasta que vi la pequeña
orquesta en la esquina, porque ya conoces a gente rica, me acerqué al
director, susurrándole la canción. Me miró y sonrió, lo que a su vez
me hizo sonreír.
ETHAN
La forma en que sus ojos azules brillaban bajo las luces del candelabro
cuando me miraba sólo a mí, la forma en que su cuerpo se balanceaba,
porque ni siquiera ella podía evitar que la canción que cantaba la
llevara, y cada vez que se movía mis ojos seguían cada curva de su
cuerpo, desde sus caderas hasta sus pechos. Incluso los labios
tentaron, con cada palabra que dijo.
Cada vez que decía unas palabras me llegaban al corazón, era como si
me lo guardara para mí, y yo, que nunca había mostrado ninguna
forma de afecto público, me acerqué a ella cuando la balada terminó,
subí las escaleras a su lado, le rodeé la cintura con mis brazos, la
arrastré hacia mí y la besé… con toda la pasión que me acababa de
dar. Disfrutando de la forma en que su cuerpo se fundió con el mío y
el sabor de su lengua en mi boca, quise más… mucho más. El vestido
que llevaba me frustró aún más.
—Y ahora todos ustedes ven por qué la boda es tan pronto. —Mi
abuela se rio, salvándonos a los dos—. Felicitaciones a ambos por
haber encontrado la otra mitad de su corazón —añadió, aplaudiendo,
lo que provocó que el resto también aplaudiera.
Sentí que intentaba dar un paso atrás… sin embargo, no la dejé ir.
Mía. Era infantil y simple, pero a veces una palabra era suficiente.
Ivy O’Davoren era mía, y ahora todo el mundo lo sabría.
—Lo siento…
—No, señor…
—No, yo…
Ninguno habló.
—Sí… Señor.
—Te dije que tenías que tener cuidado. —Frank sacudió la cabeza,
sosteniéndola contra el cráneo del chico.
—Dile a mamá que lo siento. —Sammy cerró los ojos con fuerza y…
Frank apretó el gatillo. Sammy se estremeció. Sin embargo, al darse
cuenta de que no estaba muerto, su cabeza se volvió a levantar para
mirar a su tío, que estaba mirando el arma.
—Lo sé. Eso era el objetivo del arma. ¿Quieres que enviemos su cuerpo
o sus cenizas? —Le pregunté a Sammy, que no pudo apartar la vista
del cuerpo de Frank—. No era un hombre tan malo después de todo.
—Eres libre de irte. —Lo que significaba que Toby era libre de dejarlo
en cualquier esquina donde quisiera. Esperé a que se fuera antes de
volverme hacia Mahoney y Savino—. No parezco prejuicioso, ¿Verdad?
IVY
¡Concéntrate, Ivy!
—Tú también.
—No sabía que necesitaras protección... dudo mucho que alguien esta
noche sea peor que cualquier que hayas conocido en prisión.
—¿Mi excusa?
Asentí, mirando la cama gigante que está a pocos metros de nosotros.
—Entrando en mi habitación sin llamar, abriendo la cremallera de mi
vestido sin que te lo pida.
—Estoy aquí —le dije—. Toda bonita y suave... pero aún no me has
ganado.
—¿Sólo herirlos?
—¡No tengo nada contra sus familias! Sólo a ellos —dije rápidamente.
Mío.
OCHO
DONATELLA
—Uno menos, falta otro, Nana —susurré, llevando el vaso a mis labios.
—¿Cómo supiste que era yo? —Se acercó a la silla, aún usando su
vestido como yo.
—El Poivre de Caron —le respondí. Era la única que llevaba ese
perfume. Lo había usado desde que tengo memoria—. Ethan e Ivy se
llevarán bien. Lo que deja a Wyatt como el único que te queda para
preocuparte.
Levanté mi copa por la mujer del cuadro, sin saber si estaría orgullosa
o tan preocupada como mi abuela, y sin importarle nada. Ethan y
Wyatt seguían tan heridos por sus muertes… pero yo había enterrado
eso hace mucho tiempo.
—No lo harías.
—No estés seguro. Ni siquiera yo sé lo que haré a veces —Guiñé un
ojo, dirigiéndome hacia la puerta cuando me agarró del brazo, tirando
de mí hacia atrás.
—Sí —dije, sin ninguna duda—. Los átomos serán infinitos. El sol
saldrá por el este y se pondrá por el oeste. El tiempo continuará
perpetuamente. Y Tobías Nikolai Valentino siempre me amará. Si
estará conmigo o no depende completamente de ti.
—Última advertencia.
IVY
Al salir del baño, esperaba ver a la criada que venía a ayudarme, pero
se había ido. En su lugar, Ethan estaba parado frente a mi cama,
vestido sólo con la parte inferior de un pijama negro de seda,
permitiéndome ver su pecho desnudo, la definición perfecta de...
bueno, jodidamente hermoso. Cada centímetro de él estaba tonificado
y liso como si estuviera tallado en mármol sólo para que yo lo mirara
embobada.
Caminando hacia él, suspiré. —Pensé que habíamos dicho todo lo que
había que decir...
—Por favor... —Me acurruqué en sus brazos, el dolor entre mis muslos
era lo único que me impulsaba a pensar en ese momento.
—¿Señora?
—¿Señora?
Con los ojos abiertos, miré fijamente la cara de una mujer mayor,
quizás de treinta y tantos o cuarenta y tantos años, con ojos marrones
que me miraban fijamente.
—¿Señora?
¡No es tu culpa, Ivy! Intenté consolarme. No era culpa mía. No era una
de esas chicas tontas. No era Klarissa Moretti, que estaba dispuesta a
hacer una maldita voltereta hacia atrás para llamar la atención de
Ethan. Era solo biología. No había estado con nadie en tanto tiempo
que mi cuerpo sólo reaccionaba a la atención... sólo biología. No tenía
nada que ver con Ethan.
—Danielle, Señora…
Sus ojos se abrieron de par en par. —Lo siento. Nadie me dijo que
prefería Sra. Callahan.
¿Qué?
Sra. Callahan.
—¿Y qué se puede hacer desde una celda de una prisión a ochocientas
kilómetros de distancia? —La voz de Cillian serpenteó en mi mente.
—No. El Sr. Callahan está usando estos colores hoy —dijo como si
nada, poniendo mi cabello sobre mi hombro.
Toc. Toc.
¿Lo estoy? Cuando la puerta se abrió de par en par, pensé que lo vería.
Pero no estaba allí, sólo uno de los grandes guardias.
—Buenos días —respondió. Ninguno de los dos dijo nada, bajando las
escaleras y saliendo por la puerta donde estaba estacionado un
Bentley blanco. Le quitó las llaves a uno de los hombres y me abrió la
puerta del pasajero. Ya acomodada en el asiento de color rojo, miré
mientras él caminaba para sentarse a mi lado.
En serio.
—Yo.
—¿Importa eso?
—Nunca preguntaste…
—Yo…
Pensé en esa conversación y quise poner los ojos en blanco. —Era una
pregunta implícita.
—Sí. —Me miró por el rabillo del ojo—. Pero un gángster con
sofisticación y moralidad.
Pensó que era tan hábil, así que le recordé. —Has oído el dicho, “Ojo
por ojo y diente por diente”. Pero te digo, no te resistas a una persona
malvada. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, dale
también la otra. Y si alguien quiere demandarte y quitarte la camisa,
entrégale también el abrigo.
—Y sin embargo aquí te sientes, una hipócrita. —Se rio—. ¿Dónde está
tu perdón?
—No les hagas caso —susurró Evelyn mientras todos los demás
cantaban—. Cada una de ellas vendería su alma para sentarse donde
tú te sientas. Todos lo saben ahora.
IVY
—Parecías abrumada.
—Dona.
¡BOOM!
—No.
ETHAN
¡BOOM!
—¡AYUDA!
—¡FUEGO!
—¿Ethan? Uugh.
El puro horror en sus ojos sólo se comparaba con los míos cuando me
volví a la iglesia… todos habían salido… excepto ella. Siempre se
quedaba atrás para hablar con el diácono. ¡Mierda! Todos los hombres
estaban dentro. Toby ya estaba saliendo a toda velocidad. No quedaba
nadie más en quien pudiera confiar para llevarla. ¡JODER!
La metieron en la ambulancia.
—¡Está respirando! —Fue lo último que escuché antes de que las
puertas rojas y blancas se cerraran.
—Sí, Señor.
—Ya estoy en eso, Señor. —Lex, que solía llevar a mi abuela, se sentó
en el asiento del pasajero.
Ivy se volvió hacia mí, con la cara cubierta de polvo y sangre seca. Me
miró fijamente con los ojos abiertos, en estado de shock. —Esto era
sobre ti.
Me congele, cerré los ojos, inhalando por la nariz. —¿Quién los ayudó?
—¿Señor?
—Tenían ayuda. Llama a Helen para que intercepte todas las malditas
cámaras del país si es necesario y vuelva sobre sus malditos pasos
desde anoche hasta esta maldita mañana.
—Sí...
—¡CÁLLATE Y LLAMA!
Va a...
Moví mi mirada hacia abajo a mi puño, para ver una pequeña mano
acariciando la mía. Mirándola, no dijo nada, sólo apoyó la cabeza en
la ventana.
Todavía no lo entendía.
—Estoy bien.
—No me gustan. No confío en ellos. ¡No las quiero! —Estalle hacia él.
—¡NO!
Los dos nos miramos fijamente.
—No estás tan malherida. Tienes mucha suerte. Sin receta médica
estará bien —dijo el médico, interviniendo rápidamente, pero ni Ethan
ni yo miramos hacia otro lado hasta que la puerta se abrió.
—¿Señor?
—¿Dónde está?
—¿Y tú eres? —Ethan respondió.
—Por favor —lo interrumpió y debe haber necesitado todo lo que hay
en él para decirlo. Apretó el puño y la mandíbula, diciendo de
nuevo—. Por favor, déjame verla. Si no es por mí, hazlo por ella.
—Puedes esperar aquí hasta que ella pregunte por ti —dijo Ethan,
girando para entrar en la habitación.
—¿Qué?
—Esos tontos. —Señaló tanto a Greyson como a... Toby, creo. Ambos
ni siquiera se molestaron en mirarlo—. Los idiotas que morirían por la
gente de esta familia sólo porque...
—¿Boston, Massachusetts?
—También quiero ser normal —le dije, así que supo que no estaba
tratando de atacarlo—. Siempre he querido ser normal. Quería que mi
madre me peinara para el baile de graduación. Que mi padre me
acompañara al altar. Graduarme en la Universidad de Boston con un
título en Bioquímica y Ciencias Farmacéuticas, hacerme famosa por
crear medicina que salven vidas. Tener una casa con una terraza para
poder ver la lluvia o la nieve, con una mascota, probablemente un
perro porque mi papá era alérgico a los gatos. ¿Quizás un Russell
terrier?
—¿Qué?
—¿Te vas?
—Siguiéndote.
—¿Por qué?
—Ivy, no es un juego...
—¡Oops! —Cerré las puertas, gritando— ¡Lo siento, vas a tener que
tomar el siguiente!
Girando hacia las puertas, salimos al aire frío. Sólo era el final de la
tarde, así que una parte de mí esperaba que estuviera oscuro afuera.
Había prensa y ambulancias por todas partes. El Range Rover se
detuvo justo al lado del hospital para no bloquear a nadie. Toby
mantuvo la puerta abierta, permitiéndome entrar primero. Se sentó a
mi lado.
Empezaba a entender por qué todo el mundo era tan devoto de ellos.
—Un gángster con sofisticación y moralidad.
—Exactamente.
ONCE
WYATT
—Es un placer tenerlo aquí, Dr. Callahan —dijo la Jefa Shen mientras
se lavaba las manos arrugadas a mi lado. Ya sabía lo que iba a pedir.
—Es sólo por un rato, pero me alegro de haber podido ayudar. —Sonreí
educadamente.
—Soy feliz en Boston por ahora, gracias. —Me fui antes de que ella y
todos los demás médicos del hospital trataran de reclutarme para
trabajar con ellos, seguí las líneas amarillas hacia la parte vieja del
hospital hasta que llegué a las escaleras. Sabía que sólo me querían
porque esperaban que entrara más dinero en el hospital. Era el médico
con un cajero automático, no importaba lo bueno que fuera. La gente
todavía me miraba, esperando que les diera cientos de miles para sus
investigaciones o que construyera una nueva ala del hospital para
ellos.
Cada vez que venía a esta ciudad olvidada por Dios, sentía como si
mis pulmones se colapsaran. Nunca terminaba. Nos vengábamos,
alguien más buscaba venganza contra nuestra venganza, una y otra
vez hasta que las madres enterraban a sus hijos y viceversa. El círculo
vicioso vivió de generación en generación. Sólo quería que terminara.
Y por eso me saqué a mí mismo de él. Tenía que hacerlo.
—¿Escuchaste que los Callahan se consiguieron una suite de lujo
aquí? —Algún idiota se rio justo debajo de la escalera—. Sí, están
todos aquí. La mitad de los malditos irlandeses de la ciudad están
aquí.
Hice una pausa, mirando al cielo. ¿En serio, Dios? ¿Por qué? Por lo que
sea. No era probable que pasaran la seguridad de todos modos.
—Al diablo con la seguridad. Bueno, joder, no tienes que miar mi idea
así. Joder. —Escupió a un lado y se rio— ¡Ahora estás hablando! Estoy
seguro de que podríamos golpear algunas de las casas... Estoy
revisando la mierda de algunos de los muertos. Ya me he comprado
unos bonitos relojes.
ETHAN
—¿Saben que mi familia tenía una regla contra los asesinatos en los
días domingos? —les pregunté mientras el viento soplaba a través de
nosotros, deslizando los nudillos de latón dorado en mis manos—. Soy
muy particular en cuanto a cumplir las reglas. Así que nunca las había
roto... no hasta hoy.
Me miró fijamente.
Uno por uno mis hombres los pusieron de pie, todos menos Sammy,
y les bajaron los pantalones. En el momento en que lo hicieron, los
tres entraron en pánico.
IVY
No le contesté.
No habló.
Así que nos miramos hasta que volvió a hablar.
—¿Hacer qué?
—Sólo nos conocemos desde hace dos días —dije mucho más
suavemente... de lo que quería, moviéndome en su cama.
—Ivy.
—Sí.
—Ven aquí —me exigió, y no pude. No lo haría... pero él sólo tenía que
mirarme en ese momento y decir—. Por favor...
—¿Por qué?
—¿Y yo?
—Me siento un poco insultada, sólo hasta ahora te has dado cuenta.
—Sonreí ante la lujuria de sus ojos, alcanzando la toalla la tiré en la
misma dirección en la que había tirado mi brassier.
—Ah... joder. —Apreté los dientes cuando tres de sus dedos entraron
en mí. Cerrando los ojos, respirando por la nariz, envolví mis dedos
alrededor de su polla, deslizándolos hacia abajo y hacia arriba, mi
pulgar deslizándose sobre la punta.
—Ivy... —Apretó los dientes, sus ojos cayeron hasta mi cintura. Podía
sentir que me estaba estirando. Era... era el mejor dolor del mundo.
Colocando mis manos en sus hombros, tratando de respirar, me quedé
quieta mientras entraba en mí completamente. Sus brazos me
envolvieron con fuerza, sus manos alcanzando mi cabello, acercando
mi cara a la suya mientras nos besábamos. Cada parte de mí estaba
zumbando. Mientras nuestras bocas se juntaban, deliberadamente
empecé a moverme encima de él. Empezamos despacio, torturándonos
el uno al otro y a nosotros mismos.
—Más fuerte —grité, con las uñas clavadas en las sábanas, sonriendo
mientras toda la cama se movía con nosotros.
ETHAN
—Si vienes aquí, no podrás salir —le dije cuando oí sus pasos.
—Ethan... —Lo que sea que estaba tratando de decir fue superado por
sus gemidos. Temblaba debajo de mí, gritando mientras se corría.
—Ya lo sé. Hiciste una especie de gran cosa al respecto. —Se rio,
levantando el anillo que ni siquiera recordaba haber visto en ella.
Sin embargo, ese no era mi punto. —Quiero decir, nos vamos a casar
esta noche.
—Tan trágico como ha sido hoy, nos permite renunciar a una boda
masiva sobre la base de que nuestra iglesia familiar ya no es... —Me
mordí el interior de la mejilla—. Toda mi familia está en la ciudad. Lo
haremos en la habitación de mi abuela y terminaremos con esto.
Puso los ojos en blanco. —¡Está bien! Y aunque acabas de follarme por
toda tu habitación, sigo vistiendo de blanco.
ETHAN - 6 años
—Déjame ver...
—En serio, ¿Por qué debemos entrenar siempre? Quiero dormir. —Él
tomó la almohada y se la arrojó de nuevo. Pero siendo la gran mujer que
era, la agarro con una mano. Sin embargo, la almohada explotó,
enviando plumas de ganso por todas partes.
Ambos se congelaron.
—César debe caer, madre, —dijo su hija, cargando hacia ella. Pero
antes de hacerlo, una almohada le golpeó en la cara.
—Y así se han trazado las líneas de batalla —dijo Wyatt, con una
amplia sonrisa en la cara, levantando a su hermana antes de rebotar
sobre las puntas de sus pies.
—¿Qué es esto?
Liam miró a sus otros dos hijos y sacudió la cabeza. —No te rindas.
—¡ARG!
—¿EN SERIO?
—SÓLO VÁYANSE.
—Entonces yo no...
Eso sonó como una mierda, pero no quise pensar más, abriendo la
puerta del lado del conductor.
—Sí. —Corrió al otro lado del auto, saltando al frente y tirando las
rosas a la parte de atrás.
—Toby.
—¿Sí?
—Está bien.
Lo miré con desprecio, listo para echarlo del auto mientras seguía
conduciendo. —Al menos finge estar en conflicto por eso, idiota.
—¿Qué tal si te enamoras primero? Me preocuparé de eso entonces,
—murmuró, cerrando los ojos y sonriendo—. Nunca antes un
Callahan me había llevado en auto.
IVY
Yo, como muchas chicas, siempre soñé con el día de mi boda. Estando
comprometida una vez antes, ya había empezado a planear.
Mis colores iban a ser rojo intenso, naranja del atardecer y crema.
Quería rosas. No cualquier rosa, sino rojo intenso, rosa apenas
florecida y rosas blancas.
—Sí, acepto. —No dudó, sus ojos nunca se apartaron de los míos.
¡Niños!
—Sí. —Asentí.
—Anillos —pidió.
Y Wyatt, incluso para su sorpresa, fue quien se lo dio. Ethan le miró
de forma extraña, pero Wyatt lo ignoró, retrocediendo, y Ethan se
concentró en mí nuevamente.
—Con este anillo, ato mi vida a la tuya, en las buenas y en las malas,
en la enfermedad y en la salud. Es un símbolo de mi amor eterno, mi
amistad eterna y la promesa de todas mis mañanas. Un recordatorio
exterior de nuestra unidad interior. Abandono a todas las demás, te
elijo a ti, hasta que la muerte nos separe —dijo Ethan, deslizando el
anillo de oro en mi dedo hasta que se encontró con el anillo de
compromiso.
—Lo que Dios une, que nadie lo separe. Que ambos sean bendecidos.
Sr. Callahan, puede besar a su esposa.
—Quémala— dijo.
—¿Qué?
Asintió. —Es sólo para ti.
Lo consideré. Volví a mirar la carta, a la mujer que era, como dijo que
la reemplazaba, y me levanté, poniendo la Biblia y las flores de nuevo
en la mesita de noche. Inclinándome hacia ella, besé un lado de su
cabeza.
—¿Hacer qué?
Los dos, casi como si hubiéramos olvidado que todos estaban a
nuestro alrededor, miramos a Donatella, cuyos ojos estaban pegados
a mi bolso.
—Di cualquier cosa que pueda tomarlo como que me estas llamando
gorda. —Lo desafié a que comentara.
Así que mientras todos caminaban hacia adelante, dije —dijiste que
ayudarías a las víctimas, ¿Verdad?
—Se necesita uno para conocer a otro. —Me giré sobre las puntas de
los pies.
ETHAN
—Podrías haber...
—La próxima vez que una iglesia me caiga encima, puedes hacerme
saber lo que debería haber hecho. Pero honestamente no la dejé
porque hubiera sido pesada, sino que obviamente me retrasaría en
salvar mi propia vida, gracias por preguntar, por cierto. —Le hizo una
mueca, y me moría de ganas de reírme por dentro, pero mantuve la
compostura mientras ella seguía—. No me gusta ella. Estoy un poco
decepcionada. Realmente desearía que el grandote hubiera manejado
eso por mí.
Con quien elegí casarme no era sólo asunto mío, era asunto familiar.
Y aunque parecían hombres casados felices y afortunados... eran
Callahan. Aceptaron mi elección, porque tenían que hacerlo. La
aprobación fue la razón por la que mi tía Cora organizó esta cena, la
última vez que estaríamos juntos por mucho tiempo, ya que se irían
de Chicago otra vez. Una vez que mi padre murió y tomé el mando, no
querían que se confundiera quién era la cabeza de la familia... y
estaban cansados. Quemados. El tío Declan y la tía Cora vivían en un
barco. Sí, un maldito barco. Habían pasado el último par de años
navegando juntos. Casi siempre estaban inalcanzables, sólo hacían
excepciones para emergencias. Mientras que el tío Neal y la tía Mina
vivían en las afueras de algún lugar de Corea del Sur, como gente
normal.
—Sólo por esta vez voy a fingir que voy al baño de damas para que
todos ustedes puedan tener un momento para hablar de mí —dijo Ivy,
reconociendo el hecho que sí se dio cuenta de sus miradas, y luego se
levantó para hacer precisamente eso.
Los ojos marrones de Nari se dirigieron hacia mí y asentí para que
siguiera a Ivy fuera de la habitación.
—Eso es lo que la hace tan... —Mi tía Mina se quedó cayada cuando
me miró. —Perfecta para ti.
—¿Sí?
—Neal, ¿Pensaste en todo eso por tu cuenta? —El tío Declan jadeó en
un simulacro de shock, aplaudiéndole.
—¿Qué lío es ella, Dona? —pregunté—. No veo nada malo en ella. ¿Yo
también soy un desastre?
—¡SIÉNTATE! —Le rugí. Sólo le había gritado una vez en toda mi vida,
así que saltó un poco—. ¡SIÉNTATE! O harás que todo el mundo se
pregunte si realmente soy tu hermano.
IVY
Sentada en el mostrador del baño, miré mis manos... una fina banda
de oro que estaba junto al diamante... me casé. Buscando la carta en
mi bolso, la de su madre, sonreí. Tenía una letra horrible... igual que
yo.
—Melody escribió sólo Dios sabe cuántas cartas a sus hijos antes de
morir —dijo Nari en voz baja cuando entró en el baño. —Recibí una el
día que di a luz. Fue la única carta que recibí. —Pensó, apoyándose
en el mostrador a mi lado—. Realmente sabía cómo destripar a la gente
y darle poder al mismo tiempo.
—Realmente la admiras.
—Sí —dijo como si fuera obvio. —Ella lo cambió todo. Antes, las
mujeres Callahan eran sólo bonitos accesorios en los brazos de sus
maridos. A las hijas les gustaba ser los premios para las familias
cercanas. Eso parece... todo medieval, pero esa era la tradición.
—Voy a decirte algo e iba a esperar hasta que no fuera en tu día, pero
también podría agrupar toda la mierda...
—¿Qué es?
—Puedo...
—Señora...
—Ahora.
—Grayson, el noventa por ciento de las cosas que hago ahora no son
para sentirme mejor.
Miró hacia abajo rozando sus dedos sobre el broche; —¿Esta cosa
vieja? La compré por un dólar en el mercadillo de mi barrio.
—¿Puedo comprártelo? Pagaré cien mil por él —dije con una sonrisa
en mi cara.
—Porque valora la familia más que cualquier otra cosa. Una vez que
lo supiera, tendría que venir —dijo orgullosa, poniendo su mano sobre
su estómago. —¿No soy afortunada? Nuestro hijo es un luchador como
su padre.
—Hmmm...
—¿Qué? —Me miró fijamente. —No hay nada que puedas hacer.
Aparte de acostumbrarte a mí.
Sin decir una palabra, me volví hacia la máquina que estaba a su lado,
busque en mi bolso y saqué la tarjeta que había robado a la enfermera
mientras me daba su broche, pasándola por la máquina.
—¿Qué estás haciendo? ¡Para! —Trató de alcanzarme para apartar mi
brazo pero no pudo hacerlo, hice lo que tenía que hacer.
—Lo escuché una vez —respondí dando un paso al frente hasta que
me puse al su mismo nivel. Lo mire para enfrentarlo. —Era una niña,
estábamos en una comida al aire libre, mis padres acababan de
celebrar su aniversario y mi abuela dijo “Di lo que quieras de los chicos
Callahan, pero ninguno de ellos se aparta de sus esposas”. Su voz fue
lo primero que pasó por mi mente cuando Nari me habló de Klarissa.
—¿Es...?
—¿Qué?
Asintió.
—Qué triste —dije, subiendo las escaleras, dejando a Ethan solo. Pero
no sin antes añadir —no te sorprendas si no te hablo por un tiempo.
—Un Claddagh. —Le dije, aunque sabía que era consciente de lo que
era y lo que significaba —Manos en lealtad.
ETHAN
Sabía que la usaba. Lo sabía todo. Esto era libre de culpa, algo que ni
siquiera pensé en lograr.
No quería a Klarissa.
—Equivocado otra vez —respondí. —Es una Callahan y como todos los
Callahan... es despiadada.
QUINCE
ETHAN
—La lista que querías —dije, entregándole la tablet mientras leía los
mensajes que llegaban a mi teléfono. En el caos del día anterior casi
había olvidado que le había dado mi palabra, y que era un hombre que
cumplía con ella. Sin sentir que se quitaba el peso de la mano, me
detuve, mirándola, pensando que se había dormido. Sin embargo, se
limitó a mirar por la ventana mientras nos dirigíamos a casa.
—Ivy —llamé.
—Toby, consigue lo que quiera. Una cosa menos de la que tengo que
preocuparme —murmuré, volviendo a poner el teléfono en mi
chaqueta e inclinándome en el asiento también.
Mujer loca.
—¿Ethan?
—Asegúrate de que nadie le diga a mi esposa que mi madre le disparó
a mi padre. Prefiero que esa tradición muera con mi madre.
—Lo siento, cariño, pero lo que se habla entre las mujeres Callahan
son secretos incluso para sus maridos...
—Ethan.
—Tío.
—El día de tu boda. Bueno, llego un poco tarde por el hecho de que
has organizado esa boda sin mucha advertencia, pero por suerte un
buen consejo nunca caduca.
—¿Repítelo?
—Sé que debe ser difícil para alguien como tú, que ha hecho todo para
ganar siempre. Sin embargo, las esposas son diferentes. Tienen la
habilidad de hacerte saber que están enojadas incluso cuando no
están hablando.
—No, ¿Por qué? —Parecía honesto, lo que me hizo dudar más de él. —
De todos modos, lo que intento decir es que no tendrás paz con una
esposa enojada. Pelear es bueno, es saludable, hace que el sexo sea
bueno también...
—Adiós...
¿Porque eres una perra azotada? Eso pensé. Pero esperé a que siguiera
adelante.
Los dos se rieron y colgué. Deberían agradecer a Dios que son familia.
—¿TÚ ERES...?
—Tú...
Esperaba que se volviera loca otra vez, pero en vez de eso se quedó ahí
acostada.
—La esposa del tío Neal traicionó a la familia. Casi consigue que maten
a toda la familia por lo que me dijeron. Eligió la sangre por encima de
ella. Se equivocó al hacerle tomar esa decisión — interrumpí antes de
que me cabreara.
—Bien, pero...
—Sin peros. Me casé contigo. Te elegí... sabía que eso significaba hasta
el día de mi muerte. Le dije a Klarissa el primer día que apareció frente
a mí que nunca me iba a casar con ella. Que nunca la amaría. Se
atrevió a tener la esperanza que de alguna manera vería la luz y caería.
Sin embargo, soy un hombre de palabra. Siempre lo he sido.
—Si supiera que ibas a seguir repitiendo eso, habría tratado de hacerlo
más atractivo. —Bostecé.
—Cuando puse ese anillo en tu dedo creo que mis palabras exactas
fueron, Ato mi vida a la tuya, en las buenas y en las malas, en la
enfermedad y en la salud. Es un símbolo de mi amor eterno, mi
amistad eterna y la promesa de todas mis mañanas. Un recordatorio
exterior de nuestra unidad interior. Abandono a todas las demás, te
elegí a ti, hasta que la muerte nos separé.
Levantó la mano para que los dos pudiéramos verla. —No cuenta si
hay una mentira entre ella.
—¿Qué mentira?
De todas las mujeres del mundo... suspirando, cerré los ojos. —Ivy...
nadie está tomando tu lugar a mi lado. No te estoy abandonando, así
que por el amor de Dios, cállate y déjame dormir.
IVY
Pero le creí.
ETHAN
—Haz que pare— susurró, pero como estaba encima de mí, su labio
rozó mi piel con cada palabra. Eso y la sensación de su cuerpo
desnudo presionando el mío no ayudaron a mi polla, que se hizo más
dura cada vez que se movía.
BIP.
BIP. BIP.
—¿Qué pasa?
—Yo...
—E…
Lamiéndose los labios, sus ojos se encontraron con los míos mientras
decía —No te pongas arrogante. El primero es siempre el más fácil.
—Romperte.
IVY
Sentí que mi corazón se aceleraba y el tiempo se ralentizaba mientras
él caminaba delante de mí. La corbata que tenía en sus manos ya decía
mucho sobre lo que estaba por venir y... quería decirle que no iba en
serio al 100% con lo de romperme.
Cerré los ojos, preparándome para lo que fuera que iba a hacer. Sin
embargo, cuando los abrí para ver lo que pasaba, no estaba preparada
para verle tomar la corbata y envolverse los ojos.
—Sí, esposa.
—Sabía...
Me costaba respirar, así que tuve que apartar la vista de él, y deseaba
no haberlo hecho porque fue entonces cuando vi su pistola en el
armario central.
Levantando la mano, puse mi mano en su cabello, que se sentía
mucho más suave ahora que no estaba jalándolo.
—¿S... sí?
—¿Quién dijo que podías hablar? —Me ahogué—. Creí que era la que
tenía el control aquí.
ETHAN
—Huh... sí... quiero decir, sí, estoy bien. Sólo hambrienta. —Mintió,
comiendo de nuevo y mirando hacia atrás a través del teléfono que
apareció junto con la comida.
—¿Por qué confías tanto en mí? Te odiaba sólo hasta hace poco
tiempo... —Dejó su taza y su cuchara—. Y no me digas que son los
votos otra vez. A pesar de ser una idiota cuando nos conocimos, sigues
siendo considerado y amable conmigo.
—¿Sabes cómo?
Fruncí el ceño ante eso. —Lo siento, ese era el fuerte de mi padre.
—¿Tu padre?
Asentí. —El hombre que amaba tanto a su esposa que casi se suicida.
La historia de amor de mis padres era conocida y cegadora para
nosotros mientras crecíamos.
—No. —Me reí, bebí, y luego recordé con quién estaba hablando. Por
supuesto que no estaba contenta—. Suena genial ser amado de esa
manera. Estoy seguro de que fue genial. Hasta que mi madre murió.
Y, como dije, mi padre se convirtió en la cáscara del hombre que era.
Pero eso no fue lo peor. Si simplemente se hubiera autodestruido,
podría haberlo comprendido. En cambio, era... horrible. Descargó su
ira contra nosotros, sus hijos, como nos culpó por mantenerlo vivo y
no morir. Nos destrozó con su venganza. Envió a Dona a un internado.
Y felizmente nos enfrentó a Wyatt y a mí cuando estábamos juntos. Y
cuando estaba con él, me culpaba por derrotar a Wyatt. Me
preguntaba cómo dejaba que mi hermano fallara, mientras que me
pedía que lo hiciera fallar. No había paz. El día que murió todos
respiramos profundamente de nuevo. Eso es lo que hizo su amor... y
no quiero tener nada que ver con eso.
Gimió, puso los ojos en blanco y se levantó. —Voy a tomar una ducha.
Siéntete libre de casarte con tu propio reflejo o algo así.
—¿Qué?
—Sé dónde están tus ojos. No los estaba mirando —dije, dando un
mordisco a la fruta que tenía en la mano.
—¿Señor?
—Por supuesto.
—Bien.
TOBIAS
Hay gente en este mundo que se niega a seguir el camino fácil. Lo ven
delante de ellos. Muchas veces incluso se les coloca sobre él, se les
dan instrucciones y simplemente se les dice que caminen. Sin
embargo, se niegan. Prefieren pelear. Prefieren luchar. Prefieren gritar
de frustración y casi morir, siguiendo un camino mucho más doloroso.
Los forasteros los llaman masoquistas. Sin embargo, esa gente no se
dieron cuenta de lo que la gente como yo se dio cuenta... no hay nada
al final del camino fácil. ¿Por qué? Porque los que crearon ese camino
lo despojaron de todo lo que valía en su camino. De donde vino la
gloria, la riqueza y el poder, eso sólo vino del camino sin retorno.
—Dijiste que la casa de la piscina era el lugar donde las cosas van a
morir —dije, mirando mientras bebía su vino tinto, su mirada nunca
se apartó de la piscina delante de ella. Pequeñas ondulaciones se
extendieron por la superficie del agua mientras pateaba suavemente
su pie de un lado a otro.
—Pensé que estarías feliz de que te dejara las llaves del reino.
—Soy de la familia.
—Ella también.
Se puso de pie, y aunque era más baja, por la forma en que me miraba
no te dabas cuenta. —Crees que estoy siendo una mocosa.
No respondí.
—Te vas a casar conmigo. Vas a estar conmigo. Soy lo que necesitas
—le respondí, secando su cabello y su cara—. Ethan se ha casado...
por fin. Eso significa que sólo me tienes a mí.
—Dona...
—No les de vueltas, Dona. Si quieres que me vaya, entonces dilo. Dime
que vaya a buscar otra mujer... alguien, como tú dices, que esté a mi
altura.
Pude ver que iba a llamarme mentiroso y la besé, como me moría de
ganas desde que volvió, envolviéndola en mis brazos y estrechando su
cuerpo contra el mío. Y sólo cuando me devolvió el beso me alejé de
nuevo.
Once años.
Ese fue el tiempo que estuve andando por el camino hacia ella.
IVY
—No sabía que era posible que una persona no pudiera viajar en un
jet privado —Ethan habló en voz alta mientras leía el papeleo delante
de él.
Wyatt se rio.
—Ups. —No creí que esa persona estuviera en el avión. Lo peor fue lo
aterrado que estaba, ahora mirando la espalda de Ethan. Hizo tronar
su mandíbula a un lado, agarrándose fuertemente al vaso en su mano.
—Yo...
Alargando la mano, le quité los papeles. —En primer lugar, ¿Por qué
carajo Mattapan es uno de los lugares a los que quieres ir? No hay
irlandeses en el Pan. De hecho, era...
—Era el lugar donde la gente bromeaba y decía que harían que sus
familiares se quedaran porque sólo querían ver sus culos de lejos —
dije.
—No. Lo último que supe es que siguen juntos, viviendo en Back Bay
—le dije, deslizando el papel hacia él.
—Jefe...
—En primer lugar, nadie me jode —dijo en serio y el hombre que ahora
jadeaba por aire detrás de él realmente golpeó ese punto—. En
segundo lugar, quería ver cuánto sabías sobre las partes más oscuras
de tu ciudad.
Sacudió la cabeza. —No tenía ni idea de que ibas a hablar, pero seguí
la corriente. La verdad es que mataste mi dramática escena de muerte
traidora.
—Supongo que sí. —Dejé esta ciudad como un patito feo y ahora volvía
como un cisne.
ETHAN
—¡Por el amor de Dios! ¡No estamos en el siglo XVI, Ethan! —Se agarró
más fuerte a su bolsa. Su mirada, que antes estaba en blanco,
comenzó a estrecharse en mí, una mirada con la que me había
familiarizado—. No somos príncipes o dioses o lobos o leones o bestias
o lo que sea con lo que mamá y papá nos hayan llenado la cabeza.
¿Alguna vez escuchas la mitad de la mierda que sale de tu boca? ¿O a
alguien más para el caso? Nos hemos engañado a nosotros mismos
creyendo que somos poderosos, pero, hermano, ¡no lo somos! ¿No lo
demostró la muerte de Mamá? ¿No lo demostró la de papá? ¿La del
abuelo? Por el amor de Dios, Ethan, ¡Una iglesia cayó sobre nuestra
abuela! ¿Eso parece poder? Sé que realmente crees en la grandeza de
nuestra familia, pero fuera de tu burbuja, los Callahan son como los
chicos hahdo de Milie.
¡BANG!
¡BANG!
¡BANG!
¡BANG!
—Ethan, estoy bien, de verdad. —Se rio, aunque pude ver que no
estaba bien. Estaba agitada.
—Huh. —Se rio—. Supongo que no lo hizo. Y aquí pensé, ¿Qué son
unas pocas chispas entre amigos? No nos detengamos en eso. De
hecho, tenemos una fiesta en la calle esta tarde. Tú y mi prima
deberían venir. Debería recordar el camino.
—¿Adónde?
No respondí.
DIECINUEVE
"Mi madre me dijo que tenía un alma de camaleón, sin brújula moral
apuntando al norte, sin personalidad fija; sólo una
indecisión interior tan amplia y vacilante como el océano."
~ Lana Del Rey ~
IVY
Oh.
—Mira quién es tan dulce otra vez. Podrías haberme pedido la mano
—dije, tratando de ignorar el calor que irradiaba su mano a la mía y
al resto de mi cuerpo.
Iba a decir algo, pero Ethan, soltándome la mano, pasó junto a ella
como... bueno, como si no estuviera allí, moviéndose hacia los
percheros de ropa y mirándolos.
—Qu...
—Ethan...
—Soy débil por ti. ¿Qué puedo decir? —Guiñó el ojo, tirando la toallita
en el pequeño bote de basura de la esquina.
También soy débil por él. Mucho más débil de lo que pensaba. Esta
vez, cuando se alejó, pude concentrarme lo suficiente para
desnudarme y vestirme de nuevo. Al ponerme la chaqueta, sonreí,
amando la forma en que me quedaba, especialmente los jeans.
—Nuestra ropa...
—Bien, confía en la chica que fue encerrada por conducir bajo los
efectos del alcohol y tiene su licencia suspendida, para conducir ella
misma a una fiesta. Esperemos que no llueva.
—No pienses que es tu casa —susurró Ethan, todavía con los ojos
cerrados.
—¡Ethan! —Elroy gritó, poniéndose la mano sobre los ojos para ver
mejor—. Ethan Callahan, ¿Eres tú? Bueno, miren todos, ¡Tenemos un
Callahan en el vecindario!
La gente se rio.
Lo que sólo hizo que la gente se riera ahora. Sin embargo, Ethan los
ignoró, a todos, incluyendo a Elroy, caminando a su alrededor hacia
el congelador. Tomó una de las cervezas, la abrió y me la dio antes de
tomar una segunda. Se la bebió de un trago y la tiró a un lado, dejando
que se rompiera en el suelo antes de tomar otra y sentarse en la misma
mesa de picnic en la que Elroy acababa de saltar.
Elroy tiró la cerveza al suelo, listo para saltar. Cillian lo empujó hacia
atrás. —¡Ve a refrescarte!
—Lo siento. —Ethan siguió presionando sus botones—. ¿No era ese
su nombre?
—Cálmate. —Cillian se mofó otra vez.
—Creí que habías dicho que no tenías más familia. —Ethan preguntó
de nuevo.
Me reí de eso.
—Ivy, sé que estás molesta —dijo Rory con esa voz rara e infantil—.
Sobre que Pierce y yo nos amamos de verdad...
—Perdónale, porque no sabe lo que hace —dije en voz alta para que
todos lo oyeran y en voz baja para poder hablarle al oído.
—Oh, finge ahora, pero hace siete años tú eras la que rogaba y lloraba
por no saber cómo ibas a vivir sin mí. Cómo nadie te entendía excepto
yo...
—Y sólo pienso en tener sexo contigo —dije en voz alta, y añadí— Dios
mío, cuando estoy contigo veo estrellas... sí, todas esas eran líneas de
la novela de Katharine Duong, y qué, lo fingí. —Hablé con el resto de
los observadores, que se pasarían la próxima década inventando cosas
para añadir a esta historia—. Es una gran novela, señoras,
especialmente cuando se trata de una cosa tan pequeña.
—Tú pequeña...
—La mujer con la que has estado por cuánto, ¿Tres días? —Se rio—.
Discúlpame si no me tomo tu vergüenza en serio. Jugaste con ella.
Bien, pero no estás...
¡BANG!
¡BANG!
¡BANG!
¡BANG!
Salté, sobresaltada, volví a centrarme en él, sólo para ver las líneas
eléctricas a nuestro alrededor empezar a explotar, las chispas volando
de cada una de ellas, lloviendo sobre nosotros como luciérnagas
moribundas.
ETHAN
IVY
EDAD DIEZ AÑOS
—¡Así es!
Subiendo por la valla, miré hacia atrás, pero ninguno de ellas venía.
—¡Vengan!
Sonriendo, puse mis manos en mis caderas. —Bien, pero tienes que
decirle a todo el mundo que te equivocaste.
Mis manos subieron para cubrir mis oídos. —¡No! ¡Mi madre me acaba
de dar esto!
—Ves, sabe que está mintiendo. —Se rio con sus amigas.
—¡No lo estoy! —grité otra vez, pisando fuerte—. ¡Bien! Apuesto mis
pendientes, pero cuando pierdas tienes que pedir perdón delante de
todos.
—Porque está mintiendo —dijo Rory otra vez, y quise gritar, pero tiré
más fuerte. Aún así no se movió.
—Dijo que un chico vive aquí. —Rory apuntó hacia la ventana—. Nos
dijo que viniéramos a ver.
IVY
Asintió. —Estuvimos aquí abajo día tras día durante una semana.
—Vamos, respira, ¿De acuerdo? Por favor. —Me besó los labios
rápidamente—. Respira, nena.
Estuvimos así por sólo Dios sabe cuánto tiempo antes de que
finalmente pudiera hablar de nuevo.
—Oh, eres...
—Se necesita uno para conocer a otro. —Oh... Dios mío, estaba
haciendo pucheros. Vertió el vino en la taza del gato, dándomelo—.
No puedo creer que todavía no te acuerdes. Cuando te conocí en el
sótano en ese entonces, pensé que te darías cuenta, pero nunca lo
hiciste.
—Y me llamaste enano.
—Absolutamente.
Le importaba. Se acordó. Volvió por mí. Me amaba. No lo estaba
dejando ir. Esta vez lo seguiría, sin importar a dónde fuera.
—Ahora que lo sé todo, ¿Me dirás lo que estás planeando? ¿Por qué
estamos aquí?
ETHAN
Ringgg. Ringgg.
—Te he visto esta mañana, así que ahórrame las tonterías. He tenido
cinco sobredosis esta noche. Dos de ellas tenían GHB en sus sistemas,
la tercera tenía PCP, y las dos últimas tenían ketamina mezclada con
heroína.
Asintió.
—Drogas.
—Sólo estoy empezando, Ivy —le dije, el plan que tenía en la cabeza se
está concretando—. Todo el mundo necesita recordar sus papeles.
Esta ciudad. Aquellos que te hicieron daño. Los hermanos Finnegan.
Wyatt...
—Lo sé.
Sabía quién era. ¿Cómo no iba a saberlo si había llamado casi tres
docenas de veces en los últimos dos días?
Aparentemente no lo entendió.
—Las esposas normalmente dice dos, pero que puedo opinar yo solo
soy un hombre —dijo su voz profunda.
—Al diablo con eso. Viviré un poco y conseguiré las dos —respondí,
tirándolas también a la cesta.
—S...i...
—Siempre lo tengo.
—Quiero decir que es muy caro. ¿No podría una de ellas tener la
decencia de preocuparse sólo por el maquillaje y los chicos como todos
los demás? —refunfuñó, dándome el cambio, y lo devolví al bolso,
deslizándolo hacia él.
IVY
—Oh Dios mío, ¿Qué es esto? —Dije, tomando un mordisco del bagel
delante de mí, extendiendo la mano para conseguir más de la gelatina.
—Ethan, tú... sabes tan bien. —Le lamí la punta de la polla antes de
llevarlo a mi boca. Mi cuerpo se inclinó mientras metía en la boca todo
lo que podía.
—No me di cuenta de que tenías tanta hambre como yo... nena — dijo,
tumbado en la cama, mi culo y mi coño completamente expuestos. Me
agarró el muslo con una mano y usó dos de sus dedos para extender
los labios de mi coño para que pudiera comer...
—Sí. —Era todo lo que podía decir antes de llevarlo a mi boca, mis
manos acariciando sus bolas, ambos gimiendo uno contra el otro.
¡Sí!
¡Dios, sí!
¡Más!
Lo quería todo.
—Ethan... ah... por favor... oh... —gritó, con las palmas tan sudadas
que empezó a deslizarse por el suelo de la cocina...
Por supuesto. Vinimos a buscar más comida, pero tuvo que tentarme
con esa linda bata suya. Que no le cubría el culo cuando se agachaba
para sacar algo de la nevera. Lo que llevó a esto. Ella a cuatro patas y
tratando de mantenerse así mientras me metía en su trasero. El sudor
rodaba por mi cara, por mi barbilla y por su espalda con cada empujón
hacia adelante.
—Dilo.
—Soy... tuya...
—Siempre —murmuró.
—¡Más fuerte!
—Ethan.
Estaba llorando.
No sollozaba.
—Dilo —susurró.
—¿Qué?
Cada día intentaba curiosear más y cada día cambiaba de tema. Hoy
estaba decidida a hacer que hablara de eso. Sin embargo, por
supuesto que ahora íbamos a alguna parte... los dos.
Mirándolo mientras conducía bajo la lluvia, su mano era como un
calefactor en mi muslo, acariciando hacia adelante y hacia atrás
suavemente.
Los ojos marrones del viejo finalmente se dirigieron hacia mí. —¡Una
vera bellezza! —dijo antes de abrazarme y besar los lados de mis
mejillas tan rápido que no tuve tiempo de procesarlo hasta que se
apartó.
—Oh, sí, qué pena que te hayas perdido el vino y la comida gratis. —
Ethan se rio y luego asintió hacia su estómago—. Aunque, veo que te
estás preparando para dos...
—¡Auhmmm!
Los dos nos giramos, y sólo entonces me di cuenta de lo llena que
estaba la barbería. Unos cuantos hombres e incluso jóvenes se
sentaron a esperar en los bancos junto a la pared de madera. Todos
estaban mirando a Ethan mientras se instalaba. Sin embargo, el que
había fingido toser fuerte era un hombre de mi altura con cabello
castaño desvanecido a los lados pero más grueso y liso en la parte
superior. Nos miró desde una patilla que estaba perfilando.
—¡Tío Ethan!
Marco frunció el ceño. —Sólo a ti, parece. No hay lealtad, así es.
—¿Es por eso que tu lista de Navidad se hace tan larga cada año? —
le preguntó.
—Eso me han dicho. —Le puso la mano encima y la giró hasta que
estuvo frente a mí—. Por suerte mi esposa es mucho más agradable.
Envíenle tu lista de ahora en adelante y se encargará de eso.
—De nada...
—¡Adelante!
—Así que todos ustedes son familia —le dije cuando se fue. Eso tenía
más sentido. Dudaba que Ethan se sintiera tan cómodo con la gente
si no eran familia.
—Parientes muy lejanos de mi madre —dijo Ethan, sin mirarme
mientras se concentraba.
—No puede ser —dijo Gabby con suficiencia—. Si así fuera, tú también
tendrías un apodo, ¿Verdad, papá?
Ethan hizo una pausa en el corte de cabello del chico para reírse, en
realidad en voz alta, en público.
—No puedo hacerle regalos a la gente que odia la ciencia —le dije,
cruzándome de brazos.
—Lo que la esposa dice se hace —dijo, cortando la parte trasera del
cabello del chico con dos tijeras diferentes.
Lo pensó un poco. —Es un poco largo pero genial, supongo. ¡Papá, voy
a subir a llamar a mamá!
Giovanni era el único que hablaba ahora y no era tan alegre como
antes. —Se rumorea que cuando era joven fue por primera vez a
confesarse acompañado de su familia. El sacerdote le dijo que
confesara sus pecados al Señor, y Ethan dijo que estaba libre de
pecado y que sólo se confesaría cuando dejara de estarlo. Tuvieron
una larga discusión hasta que el sacerdote no pudo permanecer más
tiempo con él y se fue. Ethan, sintiendo que algo andaba mal con el
iracundo sacerdote, lo siguió a sus aposentos, donde encontró que el
sacerdote estaba rompiendo sus votos de silencio. Intentaba usar a
Ethan para obtener información sobre su padre y su madre para
salvarse de la persecución. Era un pederasta. Al descubrir esto, Ethan
apuñaló al sacerdote con dos cuchillos, una era un regalo de su padre,
y la otra la tenía para su hermano. Cuando lo encontraron, se paró
sobre el sacerdote, sosteniendo ambas cuchillos, cubierto de sangre,
y confesó a Dios sus pecados entonces.
—Por lo que veo, cualquier hombre que toque a los niños merece
morir, y no es un pecado —murmuró Marco en voz baja, dando forma
a los bordes de la frente de un hombre.
Fue la única vez que Ethan se detuvo, erguido, con sus ojos verdes
clavados en los míos, tan intensamente que tuve que apartar la vista
y dirigirla a Giovanni.
ETHAN
—Es la hija de mi madre. —Sabía que lo haría, por eso la dejé con ello.
Asintió sorbiendo, pero se encogió ante el sabor, su cara se arrugo aún
más. —Acabo de recordar que odio el té.
—Pero odias más el dolor —le recordé, barriendo bajo sus pies.
—Sólo tienes que decirlo. —Me hizo una seña con la mano,
demostrando lo bien que me conocía en ese momento—. Supongo que
esto tiene algo que ver con el caos que está ocurriendo en la ciudad.
—Tu vida.
—Confío en tu lealtad.
—No confías en nadie. —Se rio y asintió con la cabeza hacia donde Ivy
estaba sentada pero sin mirarla—. ¿Sabe tu plan?
—Continúa.
—La carga sobre tus hombros, ¿Cómo la llevas tan bien? En todos los
años que te conozco, te he visto sacrificar lo que sea necesario para el
panorama general. Cada vez con una determinación inquebrantable e
indeclinable. ¿Qué es lo que te hace tan guerrero?
—Sí, tu guaooooo eres mejor que mis maestros. —La abrazó, la soltó
y se acercó a mí—. ¡Adiós, tío! Ven más seguido.
—Tío, soy una niña. No puedo ir sola —dijo como si fuera estúpido.
El fuerte vivirá.
Clic.
—El Cóctel, la droga altamente mortal que barre la ciudad, cobró la vida
de un inocente pizzero que llegó a la casa de dos clientes, sólo para ser
golpeado hasta la muerte...
Clic.
Clic.
—¿Qué está haciendo el gobierno? ¿Dónde está la policía? ¡La gente
está muriendo aquí! El conductor del autobús que se estrelló contra un
McDonald local fue la gota que colmó el vaso. Mis hijos y yo nos
quedamos en casa. No sabes quién está en esa basura...
Clic.
Ethan presionó el botón del control remoto una vez más, mientras yo
estaba encima de él, escuchando los latidos de su corazón. Ni siquiera
estaba mirando la pantalla. Sus ojos estaban cerrados, su mano con
el control remoto colgando del sofá perezosamente.
Clic.
—La policía dice que tiene una pista sobre los traficantes de drogas
detrás del Cóctel, aunque no se puede compartir ningún otro detalle en
el...
Clic.
—¿Yo?
—Quédate aquí —me dijo mientras salía a la sala de estar. Pero como
era una persona entrometida, asomé la cabeza para ver. En la puerta
principal deslizó el panel a un lado, abriendo la cámara, y luego se
relajó. Abrió la puerta y se hizo a un lado, permitiendo que Wyatt, que
aún estaba vestido con su uniforme de color borgoña, entrara en la
casa. Wyatt pasó, con el cabello revuelto, con círculos alrededor de los
ojos.
—Lo dudo.
Otra vez me puse delante de él. —Si no vas con tu hermano, te juro
que no habrá sexo, ni alcohol, ni palomitas.
—¿Es un código para algo? —se burló de mí, así que le di un puñetazo
en el brazo.
—Ve... —me detuve cuando Wyatt salió con una botella de whisky, el
whisky de Ethan, bebiendo directo de ella con la botella en una mano
y sosteniendo la bolsa de palomitas en la otra. Ignorándonos, entró en
la sala, se deslizó de su bata y se sentó cómodamente en el sofá.
Alcanzando el mando a distancia, cambió a una película al azar y
simplemente miró, comiendo y bebiendo en silencio.
Espera, ¿Qué?
—Me acosté con ella unas cuantas veces, salimos cuando estaba
aburrido, pero no la amaba ni la conocía. Todos los demás la llamaban
mi novia, así que parecería un poco cruel negarlo ahora que se ha ido
—respondió, y me quedé mirándolo mientras bebía y comía—. Vine
aquí porque nadie me encontraría y nadie se está muriendo aquí, así
que puedo descansar en paz, mientras tengo la oportunidad.
—Si es tu ciudad, ¿Por qué mierda me pides que la salve? ¿Por qué no
los matas tú mismo? —Ethan dijo en voz baja.
—Yo...
Wyatt no respondió.
—¡DEJA DE GRITARME!
—¿QUÉ?
Puso los ojos en blanco y luego dio un paso atrás, dando vueltas.
—¿Cómo me veo?
Girando los ojos, abrí la puerta, salí primero, y al igual que la primera
noche que llegamos, la calle estaba llena de gente.
Sólo un par de casas tenían luz... las facturas de electricidad habían
subido casi todos los años, pero como mi familia sabía cuánto le
gustaba a la gente estar aquí, cubrimos el costo y les dejamos pagar
lo que pensaban que era un precio justo.
—Todos nos notan ahora —susurró Ivy mientras pasábamos por las
puertas de la calle. Cuando lo hicimos, la gente se movió, la mayoría
por miedo, otros no querían estar muy cerca de nosotros. Por
supuesto, fue un paseo corto, pero dijo mucho sobre cómo se sentía
todo el mundo esta noche. Al llegar una vez más al patio trasero de los
hermanos Finnegan, donde la mayor parte del vecindario estaba una
vez más, esta vez no borracho, ni tan alegre como lo estaban hace casi
un mes, sonreí cuando Cillian miró por encima de su hombro, cuando
los hombres a su alrededor miraron a otro lado.
Aún sin mirarlo, dijo —Lo bueno de que sea asunto mío es que es
asunto mío y como tal puedes irte a la mierda.
Lo ignoró y se volvió hacia mí. —¿Por qué dijiste que tenía un bonito
traje? Parece que lo robó de la morgue. —Luego se giró hacia él y le
preguntó— ¿Lo robaste de la morgue?
—¿Te gustaría ir a la morgue y averiguarlo, perra? —preguntó Elroy,
sacando una navaja. Tenía una máscara de hockey que sostenía a
través de las cuencas de los ojos con sus guantes de nudillos.
En ese momento aparté la mirada de los arboles hacia él. —No soy
más amable que esto.
—Qué triste para ti entonces. —Se rio—. Puedes quedarte atrás o irte.
Elroy se rio. —¿Tú? ¿En serio, y mientras los dos estaban acurrucados
en tu pequeña casa segura, como cobardes, quién se las arregló para
hacerte daño?
—¡Lo sabía! —Rory gritó, vestida con jeans ajustados y una camiseta
azul de los Red Sox—. ¡Sabía que todavía estarías enfadada por lo de
Pierce! ¡Ni siquiera estabas aquí!
—Cariño.
Sin embargo, Ivy la ignoró. —Tres costillas rotas, cuatro dedos rotos,
mandíbula y cuenca de los ojos rotos, estrangulada y manoseada, lo
que en ese momento me alivió que no llegaran más lejos... ese fue mi
primer año en Ricker Hill.
—La matarás...
—¡Cillian! ¡No tiene pruebas de que estuvo tan malherida! —Elroy gritó
desde atrás—. Escuché que te dan tres comidas completas y que te
dan televisores y todo eso. Estoy seguro de que no es tan malo...
Cillian apartó los ojos de las imágenes para mirarla. —Sí, y el hombre
que te amaba desde la infancia nunca vino a salvarte.
—Ivy...
—¡No digas mi nombre! —Apuntó con el bastón a Pierce y luego se
enfrentó de nuevo a sus primos—. Cillian, ¿Dónde estaban todos
cuando me tocó a mí? ¿DÓNDE ESTABAS? No era una Callahan
entonces. ¡Era un O'Davoren! Era parte del vecindario. ¡Estaba a tu
lado entonces! ¡Era tu prima! Tú sangre y no me protegiste. Así que
me protegí a mí misma. ¿Ahora pido justicia y te interpones en mi
camino otra vez? ¿Han cambiado las reglas? Cuando Jimmy robó los
anillos de boda de la Sra. Renshaw tenía las dos manos rotas. La
justicia no es igualdad, es un castigo. Hemos votado por eso, ¿No? ¿O
era que sólo estabas alardeando? ¿Vas a dejar que tu venganza
personal contra mi marido ignore el voto? Si es así, dígamelo ahora y
conseguiré justicia de otra manera. Y no será sólo ella, sino sobre
todos.
Sin embargo, Ivy se acercó a la mujer con el chelín a su lado, que era
tan alta como Ivy.
—Bueno, soy una adulta estúpida. ¿Quieres ver lo estúpida que soy?
—Ivy sonrió, haciendo que los ojos de la mujer se abrieran más al dar
un paso atrás.
Ivy giró las puntas de sus pies sobre la hierba hacia Cillian, que ahora
tenía que soportar el peso de la corona que había intentado poner en
su pequeña cabeza.
Miró a Rory, que se estaba escondiendo detrás de Pierce, con los ojos
muy abiertos y temblando, agarrándose a su sudadera con capucha.
—Votamos.
—No. No puedes...
Cillian asintió hacia Elroy y a los hombres detrás de él, que separaron
a Pierce de Rory. —¡NO! ¡DETENTE!
Rory estaba en shock, mirando, buscando, desesperada por ayuda, y
uno por uno o bien miraban a un lado o simplemente se quedaban de
pie, sin preocuparse.
¡WHAM!
Ivy la golpeó tan fuerte en la cara con el bastón que todo lo que vi fue
el cabello de Rory girando en el aire antes de caer al suelo.
Ivy no se detuvo. Una y otra vez la golpeó contra el suelo, sus manos,
sus piernas, su cara, la sangre salpicando su vestido blanco como un
cuadro de Jackson Pollock cobrara vida.
—¡Ivy, por favor! ¡IVY! —Pierce gritó, suplicando mientras era retenido
por los chicos de Cillian a no más de un pie de mí—. ¡Cillian, detén
esto!
Fue sólo por puro agotamiento que Ivy tuvo que parar, y cuando
levantó la vista de la mujer que ahora estaba acurrucada en posición
fetal, temblando, su cara estaba cubierta de sangre. Le dolía la mano
por agarrar tan fuerte el bastón. Se le resbaló de los dedos, aunque no
creí que se diera cuenta. En cambio, se limpió la sangre de la cara con
el brazo, que sólo la manchó más. Metiendo la mano bajo la falda de
su vestido, sacó el revólver.
—No lo entiendes. —Su voz se volvió más suave, y todos los que la
miraban en silencio podían oírla claramente—. Siempre se trata de mí.
Sarah Foster me maldijo en esa sala. Gritó y lloró, lo tomé todo porque
pensé que realmente era yo quien le había hecho eso. Me dije a mí
misma que iría a disculparme cuando saliera. Pero entonces Sarah
Foster se suicidó. Y el peso de eso junto con todo lo demás... parte de
mí murió ese día. Rory hizo eso. Así que... estoy consiguiendo justicia
para mí... todavía. Debería vivir con algo que la persiga también,
¿Verdad? El abuso mental sigue siendo abuso. Es esto o viene a verme
todos los días hasta que esa misma parte de ella muera también.
—IVY, si tú...
—¡IVY!
Disparó.
—Mi madre quiso decir que lo que yo seré, será. Que en todo momento
la elección es mía. Si vives, es nuestra voluntad —dije, tomando su
bolso y sus tacones, antes de levantarme—. Si mueres... es nuestra
voluntad.
Ivy disparó una vez más, esta vez la bala le dio en la columna. De
rodillas, puse los tacones delante de ella. Tomó su bolso y les dijo a
todos. —Ahora sí que he terminado. No nos llevará más tiempo.
Se paró a mi lado, y miré hacia él.
—¿Cuánto tiempo más crees que te dejaré estar en este lugar, Cillian?
¿Cuánto tiempo más te dejaré creer que todos aquí consideran que
deben irse de Boston? ¿Cuándo te mostraré cuánta gente se ha vuelto
contra ti? ¿Cuánto tiempo más dejaré que esta ciudad se destruya a
sí misma? —Pregunté antes de mirar mi reloj—. ¿Qué tal hasta el
amanecer?
—¡Tu perra loca! ¿Qué has hecho? ¿QUÉ HAS HECHO? Yo... —
Empezó a toser, colapsando—. Te mataré por esto.
—Si no mueres primero por el agua. Espero que no los hayan llenado
con el agua de sus casas... —Ivy dijo, y ella se congeló. Todos miraban
a las jarras de agua que estaban a la vista de la gente. El hombre que
se estaba sirviendo una bebida la dejó caer y dio un paso atrás.
Todos los que tenían vasos en sus manos las dejaron caer.
—Para estos enemigos míos, que no querían que reinara sobre ellos,
tráiganlos aquí y mátenlos antes que yo —dije, recogiendo el paquete
de bagels que Shay había dejado caer de la bolsa del
supermercado—. Puede que no sea Dios, pero eso no significa que no
pueda tomar lecciones de su libro de jugadas, ¿verdad?
Después de todo, si alguien sabía cómo buscar una retribución era el
Señor. —Amanecer, Cillian. Ese es el tiempo que esperaré por tus
disculpas. Para que recuerdes que no eras más que un rey títere que
olvidó que estaba atado con cuerdas.
VEINTICINCO
Furia.
Ira.
Rabia.
Muerte.
Asentí.
Volví a asentir.
—Maldita sea, eres muy hábil, Callahan. —Elroy se rio detrás de mí,
agarrándose a mi brazo—. Me descubriste... un poco tarde. No es una
perra.
ETHAN
—¡MÍRAME! —gritó, y lo hice entonces, sin poder evitar que mis manos
temblaran—. Así es. Yo estoy a cargo. Si me vuelves a faltar al respeto,
dispararé a otras partes de su cuerpo. ¿Cuánto puedes aguantar, Ivy?
—preguntó, apretando su mandíbula. Se apartó, girando la cabeza
para escupir la sangre de su boca—. Una pequeña guerrera, ¿No?
Siempre ha sido así. Metiéndose en peleas, sin dejar que la gente la
vea llorar o débil. Sólo corría. Pero tengo que decir que si no fueras mi
prima, estoy seguro de que podríamos haber hecho un buen
espectáculo para tu marido aquí. —Le acarició el cuello y acercó su
nariz para oler su cabello—. Qué pena... pero...
—¡Habla! —Se rio, poniendo los ojos en blanco—. Pero eso me sonó un
poco irrespetuoso, ¿No es así, Ivy?
—¡No!
¡BANG!
—¡AH! —la soltó, llevando sus manos a la cara, causando que Ivy se
desplomara en el suelo. En el momento en que ella estuvo liberada,
me lancé desde la ventana sobre el sofá, lo derribé en el suelo, mi puño
chocando con su cara.
—TU PEQUEÑO...
¡BANG!
—¡ETHAN!
¡BANG!
—Prima...
—¡CÁLLATE!
—Ethan...
—¿Por qué?
—¡Ethan!
IVY
—Cálmate ——dije.
—No tengo ni idea, pero gracias a Dios hay más de ustedes aquí. —
Levantó la cinta para dejarme pasar—. ¡Oye, Charlie, tenemos un
médico!
Ignoré las otras llamadas hasta que lo vi, vestido con bata, tratando
de meterle un tubo en la garganta a un hombre.
—¡Wyatt!
Su cabeza se levantó y me miró, confundido. —Ivy ¿Qué demonios
estás haciendo aquí? ¡Vuelve a cruzar la cinta!
—La famiglia viene prima di tutto— dije la línea que había visto escrita
en una de las fotos de la tienda de Giovanni.
—Puedo. Lo tengo. El paciente está muerto. Hay una docena más que
necesito ver, así que a menos que hayas ido a la escuela de medicina
en los últimos cinco minutos muévete. —Le gritó, saltando de la
ambulancia y caminando conmigo mientras hacía lo posible por no
volver corriendo a cruzar la calle—. ¿Qué ha pasado?
—Ivy.
—Disparada, sangrando, con dolor y teniendo un aborto espontáneo,
te encontré. Así que sálvalo, por favor... por favor, Wyatt, por favor.
Sálvalo, por favor —grité, poniendo mi cabeza en el pecho de Ethan.
Todo me dolía y no quería decirlo en voz alta. No quería pensar en eso.
¿Cómo podía decírselo a Ethan en ese estado cuando ni siquiera le
había dicho que estaba embarazada para empezar?
—¿Qué necesitas?
Se las entregué. Pero no se las puso, sino que buscó otra cosa. —Vierte
el antiséptico, el que está en la botella marrón, sobre su herida
primero y luego el resto sobre su estómago. Necesitará sangre, y como
eso es lo único que no tiene esta bolsa, no tengo otra opción.
—Sí, doctor.
—¿Qué pasa?
—¿Bien?
—Estoy bien.
—No me falló.
—Puedo...
WYATT
—¿Dónde está...?
Se quedó en silencio.
—Está el Jefe...
—No es asunto tuyo... mira, me ha hecho repetirlo. Aunque no lo
respetes viniendo de mí, solo debes saber lo que mi hermano quiere y
lo quiere ahora. No hagas preguntas. No especules. No actúes como si
fuera una petición extraña. Un miembro de los Callahan ha pedido un
cuerpo... tráeme el maldito cuerpo. —Colgué, dejando caer el teléfono
a mi izquierda y apoyándome contra la pared a su lado.
Afortunadamente, el color estaba volviendo a su piel y casi no había
sangre en sus vendas. Ya las había cambiado dos veces.
—¿Cómo está...?
—¿Te dispararon? —me levanté del suelo, pero tuve que apoyarme
contra la pared.
—¿Wyatt?
—Se me ocurren una docena de razones por las que cualquier médico
se enfadaría por estar aquí al amanecer. —Me reí, buscando el frasco
de morfina.
—Primero, eso fue ilegal. Segundo, tienes una familia que te protege
ahora y siempre —respondí.
Otro año. Sigue siendo un Callahan. Así que vístete como uno y tal vez
empieces a actuar como tal. Ethan.
Ahora entiendo... por qué nuestro padre le gritó, por qué se aseguró
de que todos estuviéramos allí para presenciarlo, Ethan, el perfecto,
recibiendo un reproche por algo que habíamos hecho. Fue para que
nos diéramos cuenta de que era él quien sufriría si fracasábamos, no
nosotros, y para que estuviéramos agradecidos porque si no fuera por
él, seríamos nosotros, y ¿Podríamos tomarlo como él?
WYATT
—¡VAMOS, CALLAHAN!
El vidrio se rompió a nuestro alrededor, cayendo sobre mí como la
lluvia.
—Bastardo...
Me sonrió, con una marca roja oscura sobre su cara. —¿Cómo está tu
hermano?
Le disparé de nuevo a su entrepierna. —¿Cómo está el tuyo?
—JÓDETE...
—Crees que vas a morir, por eso eres tan valiente en este momento.
Por eso puedes incluso sonreír. Crees que esto es lo peor que puede
pasar... pero, Elroy. —Agachándome a su lado, presioné el arma en
una de sus heridas de bala—. Soy un muy buen doctor y un mejor
tirador. Lo que significa que he fallado en todos tus órganos vitales y
sé cómo mantenerte vivo lo suficiente para ver lo que mi hermano
hará.
Obligando a sus ojos a abrirse, tembló, pero no importó. Sólo hizo que
le doliera más cuando se lo inyecté en el ojo.
—¡ABUELO!
Girando hacia la tienda destrozada, mirando a través de la puerta de
cristal rota, vi como Gabby, tal como Ivy había hecho con Ethan, se
agachaba junto a su abuelo llorando, aferrándose a su cuerpo.
Regresando a él, me sonrió.
—B... uena... cosa... que bebí... el vino... ¿eh?— Se rio y tosió sangre.
No.
No planeó esto.
No con Gabby.
Pero luego pensé en cómo tenía todo lo que necesitaba para salvar su
vida.
Cómo todo estaba tan perfectamente limpio. Cómo había conseguido
todo lo que quería.
Ringgg.
—¿Todo? Ivy...
IVY
—¿Sigues durmiendo?
—No —susurré, sintiendo el cambio en la cama.
—Está tranquilo. Creo que está en shock, pero está aquí —murmuró,
inhalando profundamente, con el pecho en alto mientras exhalaba.
—¿Qué le dijiste?
No. No lo harían.
Nadie adivinaría que él, un hombre tan orgulloso que caminaba como
un rey, estaría dispuesto a recibir una bala sin más motivo que dejar
que su esposa obtuviera su cierre, enseñarle una lección a su
hermanito y dejar que su hermanita probara el poco poder que creía
que necesitaba para seguir adelante. ¿Qué quiso decir con eso? No
estaba seguro. Pero decir que todo fue bien sería una mentira. No fue
fácil. Verlo tan herido me asustó.
Sin embargo, la otra parte de mí... quería que supiera que lo puse a él
primero. Que era suya y que no me echaría atrás ante nada. Éramos
nosotros dos, el mundo de Ethan e Ivy. La gente necesitaba
acostumbrarse a eso. Nunca le sería inútil. Mientras ambos
viviéramos, también le protegería.
ETHAN
Nunca pensé que extrañaría tanto el viento como cuando salí del
avión.
—La palabra correcta para eso sería una traición —le dije.
Fue en ese momento que recordé la historia que ella había escrito
todos esos años.
RUTHLESS PEOPLE
THE UNTOUCHABLES
AMERICAN SAVAGES
DECLAN + CORALINE
A BLOODY KINGDOM
Historias Independiente
BLACK RAINBOW