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Todo discurso supone discursos anteriores y anticipa discursos futuros, entre los
que necesariamente se instalan relaciones de poder, dominio e influencia.
Estas relaciones pueden darse en un doble sentido, en algunos casos pueden
ser de naturaleza contractual o cooperativa, en otros de naturaleza polémica
o agonística.
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Esta ponencia se inscribe en las reflexiones que se adelantan en torno a la tesis doctoral: ETHOS: DISCURSO
Y CONTRADISCURSO. La disputa por la opinión pública durante la campaña presidencial de 2014 en
Colombia, a propósito de las negociaciones de paz entre las FARC-EP y el gobierno de J.M. Santos.
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Este tipo de contrato, como lo expone la semiótica, responde a la dinámica propia
a que están sujetos la mayoría de intercambios de la vida cotidiana, la cual
se caracteriza por la divergencia, más o menos conciliable, entre diferentes puntos
de vista o posturas frente a un asunto particular. Podemos situar en este tipo de
contrato todo discurso que por su carácter dialógico siempre concita a una posible
respuesta por parte del lector o interlocutor. Todo enunciado es dialógico en su
esencia, dice Voloshinov. (1992: 159).
[De esta manera] la significación y los efectos [de estas relaciones] resultan de un
juego complejo de circulación y de entrecruzamientos de saberes y creencias que
son construidos por los unos y reconstruidos por los otros. Esta construcción-
reconstrucción opera según el espacio que [los actores] ocupan en el contrato, y al
mismo tiempo según el posicionamiento de los individuos que ocupan los espacios.
(Charaudeau. 2005: 40)
La confrontación discurso-contradiscurso, instaura la relación entre dos actores
que regulan la instancia enunciativa: una instancia a la que podemos denominar el
proponente o sujeto del discurso y una segunda que ocupa el lugar del
contradiscurso y en la que se inscribe el oponente o antisujeto, ambas tienen
como propósito dirigir sus discursos hacia un mismo blanco, el de la opinión
pública, con el objeto de ganar el mayor número de adhesiones a sus respectivas
propuestas.
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La política en tanto dominio de una práctica social donde se juegan
relaciones de fuerza simbólica para la conquista y gestión del poder no puede
ejercerse más que a condición de ser fundada sobre una legitimidad
adquirida o atribuida, […] pero esta no es suficiente, pues el sujeto político
debe también mostrarse creíble y persuadir al más grande número de
individuos con el que debe compartir ciertos valores. (Charaudeau. 2005:
60)
La referencia a la credibilidad fundada sobre la base de una legitimidad adquirida o
atribuida se corresponde con la imagen o ethos discursivo del sujeto político
insinuada no solo a través de los comportamientos y la manera de hablar
sino también a través del contenido de sus propósitos.
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recurrentes que construyen los políticos al respecto son el ethos de potencia
o poder, de humanidad, de carácter, de inteligencia y el ethos de jefe, vale anotar
que estás imágenes dependen tanto de la época y de los imaginarios sociales, como
de ciertas coyunturas y del tipo de gobierno en el que se construyen.
Ahora bien, la estructura del discurso polémico, que se caracteriza por agenciar un
intercambio fuertemente agonístico, es a menudo vista como un debate violento e
irreflexivo, contrario a esta postura Amossy, concibe la polémica como una forma
particular de argumentar que puede, incluso, llevar a favorecer la deliberación
democrática. De tal suerte, que ella se distancia, en parte, de algunos analistas y
en muchos casos de la doxa común que circunscriben la polémica exclusivamente
al campo de la batalla verbal, de la pasión y la violencia, desprovista de
toda función argumentativa
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En Colombia se perdió el rumbo y el país está sin capitán ni timonel...el
presidente Santos nos traicionó, traicionó la seguridad democrática” (Zuluaga,
2013, Octubre 25)
Durante el Gran Debate el 23 de mayo de 2014, se le preguntó a Santos si había
traicionado a Uribe, Santos respondió:
"No. Yo traicioné la corrupción, el amiguismo con el paramilitarismo y las
chuzadas” (Semana.com 2014, Mayo 25)
En este ejemplo Santos sabe poner a su favor una acusación que le hace
su oponente impidiendo que le construya un ethos de traidor, hábilmente, éste
retoma la acusación que le hace Zuluaga y la convierte en una ʹauto-atribución′
positiva, que en primer lugar, apunta a anular la crítica del oponente al situar la
traición en términos de renuncia a los antivalores que el uribismo representa, en
segundo lugar, ataca la imagen de Zuluaga al vincularla con la corrupción, el
paramilitarismo y las chuzadas.
“El presidente Santos nos quiere llevar al Castro-Chavismo, aún sin proponérselo”
(María, Delgado 2013, Noviembre 16)
Posteriormente, En entrevista a Santos con la BBC se le pregunta: el uribismo lo ha
calificado a usted de extrema izquierda y que le está entregando el país a las Farc,
¿qué opinión le merecen tales señalamientos?:
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Los foristas de medios electrónicos recurrieron también a la fabricación de dichas
imágenes mostrando la adhesión a su candidato y reforzando el ethos negativo del
adversario.
Estos dos últimos ejemplos ilustran la manera como la ciudadanía fue adoptando
los mismos lexemas que los candidatos usaron para calificarse mutuamente
dando lugar a la construcción de imágenes contrapuestas, mientras uno es
construido como títere de las Farc-terroristas, el otro es construido como títere de
Uribe, quien a su vez es configurado como el artífice de un terrorismo de Estado.
Este tipo de lucha o desafío que lleva el debate a límites extremos permite
también interrogarnos sobre la capacidad que tienen las democracias de
reconocer la diversidad y el respeto por la libre expresión y la seriedad e
idoneidad de los políticos para alcanzar sus objetivos.
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El 4 de mayo salió publicada una columna en la que se decía que el asesor
de la campaña Santos, J.J. Rendón, habría recibido 12 millones de dólares de los
principales narcotraficantes del país para negociar su rendición. Luego las
autoridades arrestan a un hacker que trabajaba para la campaña de Zuluaga y que
al parecer había infiltrado las negociaciones en La Habana y el correo del
presidente Santos. Posteriormente Uribe sin presentar pruebas acusó a Rendón
de entregar dos millones de dólares de los presuntos pagos de los narcos a
la campaña de Santos de 2010.
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consecuencia del manejo tendencioso de la información, provocar una especie de
«encarrilamiento mental» (Breton. 2000).
En este mismo sentido, se puede decir, que un escándalo de tal magnitud tenía
como propósito eclipsar, de alguna manera, el escándalo producido por la detención
del hacker. Uribe se presenta pues, ante sus seguidores, con un ethos de poder
muy fuerte, capaz no solo de hacerle oposición a Santos ultrajando, incluso, su
dignidad presidencial sino contraviniendo, si es necesario, las instituciones y la
justicia.
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Dice Amossy:
La dicotomización:
Santos utilizó como bandera de campaña los diálogos de paz , puesto que este era
el rasgo realmente diferenciador con O.I. Zuluaga, detractor de los diálogos y
defensor de la salida militar para someter a la guerrilla.
«Yo no pienso –en absoluto– que los que no acompañaron mi candidatura estén en
contra de la paz. La paz que buscamos es, en esencia, LA MISMA.» (La Silla Vacía. 2014,
Marzo 7)
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Con esta frase, el Presidente quiso acabar la dicotomía que él mismo le planteó a
los colombianos en campaña, entre “el fin de la guerra” (que él ofrecía) y “la guerra
sin fin”, (que según él, proponían los uribistas). En campaña, la dicotomización
resultaba una estrategia eficaz puesto que se simplificaba la contienda a dos
isotopías contrarias: guerra / paz, y se eliminaba, de paso, los matices de las
divergencias: querer la paz, pero no la manera como se estaba negociando,
querer la paz, pero derrotando militarmente a las Farc, querer la paz, pero sin
beneficios para los alzados en armas. Etc. Hoy, sostener la dicotomía no es
conveniente, puesto que el éxito de la refrendación de las negociaciones
depende de la aceptación de un porcentaje considerable de la ciudadanía,
Hoy, para Santos, quienes acompañaron la propuesta de la salida militar con
Zuluaga ya no son los guerreristas, ellos también quieren, “en esencia, la misma
paz”.
La polarización:
La polarización puede ser definida como: «un proceso, a través del cual un público
extremadamente diversificado se congrega en dos grupos, fuertemente
contrastados y mutuamente exclusivos. Estos grupos exhiben puntos de vista que
comparten una gran solidaridad para con los valores que el argumentador
considera como fundamentales» (King & Anderson, citados por Amossy. 2014: 59).
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recurre con frecuencia a la consigna “divide et impera”, el propósito de esta
estrategia política consiste en impedir la unión o respaldo entre los ciudadanos
al poder central llamando a la disidencia en favor de intereses grupales
particulares.
“Divide y vencerás” es, igualmente, una forma de control que impide no solo
develar el verdadero poder despótico sino los intereses generales en favor
de unos cuantos.
Estoy recibiendo apoyo de todas partes. Recibí un apoyo que me pareció muy
importante y significativo porque fue mi adversario en las últimas elecciones:
Antanas Mockus. Recibí el apoyo de la ASI, de la Asociación Social ahora
Independiente, antes Indígena. Estoy recibiendo apoyos de muchos verdes e
independientes. Entonces aquí se está armando una gran coalición todo en torno a
la paz (Semana.com. 2014, Mayo 16).
En el mismo sentido, diversos columnistas de opinión, previo a las elecciones del
15 de junio, dieron a conocer su voto esgrimiendo los motivos que los llevaron a
tomar partido por uno u otro bando de la confrontación:
Como en la época de los noventa nos va a tocar salir a defender unos valores
democráticos, así para muchos colombianos esos valores no les hayan servido
para comer. Me refiero a valores como la tolerancia, la oposición, la democracia
participativa, la libertad de pensamiento y de cultos, los derechos de la mujer y la
posibilidad de soñar con un país en paz, voto por Santos (Duzán, 2014, Junio 13).
El uribismo confirmó del todo su reputación de inescrupuloso, tramposo y
marrullero y eso apuntala su autoritarismo, desprecio de la Constitución y de la ley,
caudillismo y cultura del miedo (Vásquez, 2014, Junio 13).
Zuluaga sí le pondría a las Farc los puntos sobre las íes en temas como la
elegibilidad política, las minas antipersona o el reclutamiento de menores y,
a cambio de esto, aceptaría rebajas de penas para las Farc y el ELN y su
transformación en movimientos políticos legales. Tales serían las bases de su
acuerdo de paz (Apuleyo, 2014, Junio 13).
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A Santos, su clase social lo llenó de privilegios; a Zuluaga se le abren caminos por
su formación académica y mientras Santos se mueve en círculos aristocráticos,
Zuluaga sabe untarse de pueblo (Alzate, 2014, Junio 13).
Dos construcciones etóticas tuvieron lugar en estas citas, dos imágenes que
movilizaron axiologías diferentes: la imagen de un Santos que representa los
valores de la democracia, de la tolerancia, de la libre expresión, del respeto a las
instituciones, aunque su modelo económico deje mucho que desear, y la imagen de
un Zuluaga que representa todos los valores que se oponen al santismo; la
trampa, el todo vale, la persecución, la intolerancia, y la falta de respeto por las
instituciones. Es importante señalar a este punto, que la configuración etótica es
siempre colectiva, puesto que la imagen que proyecta cada uno de los actores
discursivos está siempre sometida a la reacción del otro y de los otros, relación
triangular, en la que se asume el rol actancial de judicador.
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de manera implícita o explícita, este juego de representaciones apunta a un mismo
objetivo, seducir o captar la adhesión del destinatario.
Resumiendo, estos tres rasgos que presenta Amossy como característicos del
discurso polémico: la dicotomización, la polarización y la descalificación del
adversario, fueron las marcas que se impusieron en la campaña presidencial. Estas
posturas antagónicas que se expresaron en el terreno con la toma de posición de
diferentes actores, terminaron configurando en el nivel de la enunciación dos
conjuntos diametralmente opuestos: en favor o en contra de los diálogos de paz,
dos voces discursivas que pusieron en evidencia, los roles actanciales del
agonista y el antagonista o en términos semióticos del sujeto y el anti sujeto. Esta
polarización y la contundencia en el manejo de las imágenes etóticas por
cada uno de los actantes, permitió, finalmente, que una ciudadanía diversa y
heterogénea se fusionara con la imagen que logró imponerse, quedando en
evidencia una ciudadanía polarizada en torno a las conversaciones de paz.
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Referencias Bibliográficas
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http://www.elespectador.com/noticias/politica/el-presidente-santos-nos-traiciono-
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Recuperado de http://www.caracol.com.co/noticias/internacionales/santos-califica-
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http://www.elespectador.com/noticias/politica/uribe-dice-jj-rendon-entrego-us2-
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Santos, Juan Manuel. 2014, Mayo 31. El Espectador. Santos dice que acusaciones
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http://www.elespectador.com/noticias/politica/santos-dice-acusaciones-de-uribe-
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Santos, Juan Manuel. 2014, Mayo 19. El Tiempo. Esta es ya una campaña
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La Silla Vacía, 2014, Junio 13. El segundo voto de los columnistas. Recuperado de
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