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ANATOMÍA

La alimentación de una vaca lechera y su relación con sus ciclos estrales


En las hembras de razas lecheras, la cantidad de alimento ingerido y la fuente de energía afectan las
variables del ciclo estral, como duración, patrones de ondas foliculares, tamaño de las estructuras ováricas
y concentraciones circulantes de hormonas esteroideas, pudiendo comprometer la eficiencia reproductiva.
La duración e intensidad del celo también pueden sufrir alteraciones, dependiendo del régimen alimenticio
empleado.
Por ejemplo, en la raza Holstein (Holando argentino), se han reportado producciones de hasta más de
15,000 kg de leche por lactancia o 50 kg de leche/vaca/día en promedio, con producciones al pico de
lactancia de 80 L/día. Sin embargo, la capacidad de consumo de alimento de esta vaca es limitada como
para cubrir este nivel de producción y el animal debe recurrir a sus reservas corporales. Al mismo tiempo,
el animal debe priorizar aquellos procesos fisiológicos vitales. En este caso, los procesos reproductivos son
secundarios para el animal cuando se trata de producir leche. Los efectos de una nutrición inadecuada
pueden afectar la condición corporal (CC), aumentar la incidencia de anestro y disminuir las TC. El reparto
de los nutrientes para las distintas funciones fisiológicas tiene distintas prioridades. Las funciones de
mantenimiento o lactación tienen prioridad sobre las funciones reproductivas. Por lo tanto, pequeños
desajustes nutricionales mostrarán antes sus consecuencias sobre la reproducción que sobre la producción
de leche.

El manejo nutricional se debe enfocar hacia una óptima producción de leche, sin descuidar la sanidad y la
fertilidad del animal. Cuando se alimenta solo para optimizar la producción de leche, la fertilidad se puede
ver deteriorada.

La reproducción en los animales sufre la influencia de varios factores, como la especie, raza, condición
corporal (CC) y nutrición. Los parámetros nutricionales que más influencia ejercen sobre la reproducción
son la energía, la proteína, las grasas, los minerales y las vitaminas. La nutrición tiene un papel
reconocidamente importante por afectar directamente aspectos de la fisiología y la eficiencia reproductiva
en la hembra bovina.

Otros factores nutricionales, tales como grasa ruminal protegida como suplementos con elevados niveles
de proteína en la dieta, también pueden influenciar positiva o negativamente la fertilidad de las vacas.
BALANCE ENERGÉTICO Y CONDICIÓN CORPORAL POS PARTO
ENERGÍA
En cuanto a la energía, las vacas lecheras, durante las últimas semanas de gestación e inicio de la lactancia,
presentan un período de BEN, el cual es más severo en el período postparto
Balance energético negativo (BEN): ocurre, entre otras cosas, porque el pico de producción de leche se
establece 4 a 6 semanas antes del pico de ingesta de materia seca (IMS) y la energía utilizada para el
mantenimiento y la producción de leche, es mayor que la energía incorporada con el alimento.

El balance energético postparto es uno de los factores más significativos que influyen en el estado
reproductivo de los hatos lecheros. La energía es un concepto abstracto, pero que se puede entender
analizando las reservas corporales a través del depósito de tejido graso en zonas anatómicas estratégicas.
La pérdida en CC durante el postparto es un fenómeno normal, debido a que los requerimientos son
mayores a los aportes ofrecidos por la dieta y al nivel de consumo de alimento del animal. Así, la vaca debe
recurrir a sus reservas corporales para suplir la deficiencia dietaria y de consumo de alimentos.
En general las vacas durante el postparto temprano pierden entre un 30 a 40 % de su CC, pero en casos
extremos pueden llegar a perder hasta un 80 % de las reservas corporales bajo situaciones de un mal
manejo nutricional. En general, las vacas manejadas bajo pastoreo son más delgadas, ya que pierden más
CC durante el postparto que vacas manejadas bajo confinamiento y alimentadas con raciones completas.

Esta disminución en la CC, muchas veces independiente de la CC en que se encontraba la vaca al parto,
está directamente asociada con el retraso en la primera ovulación y el aumento en los días a la
concepción. Las vacas con mayor pérdida de CC en las primeras semanas de lactancia presentarán una
peor eficiencia reproductiva.

Otro mecanismo por el que el balance energético negativo puede empeorar la eficiencia reproductiva es la
baja concentración de insulina en sangre. La insulina es una hormona, que además de mantener la
glucemia, participa en:
1. La estimulación de la secreción de FSH
2. La secreción pulsátil de LH
3. Y la secreción de progesterona por parte del cuerpo lúteo
Por lo tanto, niveles bajos de insulina en sangre pueden resultar en bajas concentraciones de
progesterona. La concentración baja de progesterona durante el principio de lactación es una de las causas
más comunes del fallo reproductivo en el vacuno lechero.

Las restricciones alimenticias afectan los patrones del ciclo estral y de ciclicidad por reducir las
concentraciones sanguíneas de IGF-1, glucosa e insulina, entre otros. Esta alteración en los niveles
sanguíneos de hormonas está generalmente asociada con un compromiso de la función ovárica y de la
fertilidad.
En estas condiciones, los mecanismos de regulación homeorrética (acción de distribuir la energía
disponible hacia las distintas funciones metabólicas) establecen la prioridad de utilización de nutrientes
hacia la producción por encima de la función reproductiva. Por lo tanto, es de esperar que las vacas de
mayor producción tengan un menor porcentaje de la energía disponible para funciones reproductivas en
situaciones de balance energético negativo o próximo a la neutralidad, pues una mayor proporción de
energía se dirigirá a la producción de leche. Eso implica que, con vacas muy productores, un mínimo
desajuste energético tendrá considerables repercusiones sobre la reproducción, pues una reducida
proporción de la escasa energía disponible podrá ser usada para mantener las funciones reproductivas.

Una disponibilidad reducida de glucosa e insulina está relacionada con una menor frecuencia de pulsos de
LH, fenómeno asociado con el retraso en la ovulación posparto. El restablecimiento de la normal
pulsatilidad de LH es un factor determinante para el inicio del crecimiento folicular y la ciclicidad en las
vacas postparto. En casos extremos, las cantidades insuficientes de alimento influyen en el desarrollo
folicular, llegando al punto de causar una condición anovulatoria cuando las hembras son sometidas a
períodos prolongados de subnutrición.
Otra variable reproductiva afectada por el nivel de producción lechera y/o la alimentación es la duración e
intensidad del celo. En un estudio que evaluó la asociación entre el nivel de producción de leche y el
comportamiento de celo, observaron una menor duración (6 vs 11 hs) e intensidad (6 vs 9 aceptaciones a
la monta) en vacas con mayor producción (>39,5 Kg/día) comparadas con las de menor producción (<39,5
Kg/día) de leche.
Fue demostrado que una disponibilidad reducida de glucosa e insulina está relacionada con una menor
frecuencia de pulsos de LH y con una baja producción de IGF-1 por parte del hígado, lo que reduce la
capacidad de respuesta de los ovarios a las gonadotropinas.
No obstante si la CC al parto es extremadamente baja el animal no podrá expresar su máximo potencial
productivo, y si es excesivamente alta (obesidad) el animal tendrá problemas de distocia, menor consumo
de alimento y mayor incidencia de enfermedades metabólicas tales como hígado graso y cetosis.
CONCLUSIÓN DE LA ENERGÍA
Un atraso en la ovulación postparto está directamente relacionado con el estatus energético de la vaca, o
sea que cuanto mayor es el BEN, mayor es el tiempo que transcurre hasta la primera ovulación. El retraso
en la primera ovulación postparto está asociado a efectos adversos en la eficiencia reproductiva
subsiguiente.
Algunos investigadores sugieren que un retorno más temprano a la ciclicidad es benéfico para la
performance reproductiva, debido a que un aumento en el número de ciclos estrales previo a la
inseminación artificial (IA) está asociado con una mayor tasa de concepción.
Después del pico de producción, la leche empieza a disminuir en forma paulatina, y el animal es capaz de
consumir mayores cantidades de alimento. Así, la vaca comienza a recuperar la CC que se perdió durante el
postparto. Si la vaca se ha preñado se debe secar a los siete meses de gestación, para dar un descanso y
preparación de dos meses a la glándula mamaria para la siguiente lactancia.

PONER LOS DOS EXTREMOS: . La alta ingestión alimenticia, por su parte, está relacionada con un
metabolismo elevado de las hormonas esteroideas. La administración de altas cantidades de alimento lleva
a una reducción en el desarrollo embrionario en hembras rumiantes superovuladas

Para reducir el anestro postparto se emplean diferentes estrategias de manejo que consisten en minimizar
los efectos negativos descriptos o el empleo de tratamientos hormonales para inducir celo y/u ovulación.
Asi mismo se demostraron que, difiriendo en el nivel nutricional, los animales sometidos a restricción
alimenticia presentaron celos más prolongados (17 vs 11 hs) y un comportamiento más intenso,
caracterizado por tres veces más aceptaciones a la monta cuando fueron comparadas con vaquillonas
sobrealimentadas. Este efecto de la alimentación sobre la reproducción también parece afectar la
eficiencia reproductiva de las hembras. La administración de altas cantidades de alimento lleva a una
reducción en el desarrollo embrionario en hembras rumiantes superovuladas. La fuente de energía en la
dieta, como los ácidos grasos, puede influenciar positivamente a la reproducción modificando el folículo
ovárico y la función del CL, por mejorar el estado energético o por el aumento de precursores de la síntesis
de hormonas reproductivas como los esteroides y prostaglandina.
Se determinó que cuando la pérdida de condición corporal en el periodo postparto era severa (pérdida de
más de 1 punto de condición corporal), aumentaban los días a la primera ovulación, los días al primer
estro, el número de servicios por concepción y por lo tanto los días abiertos. Sin embargo, pérdidas
moderadas (inferiores a 1 punto de condición corporal) no parecen afectar significativamente a los
parámetros reproductivos. No es la condición corporal del momento, sino la magnitud de su pérdida lo que
afecta a la función reproductiva. En consecuencia, se recomienda que el animal no pierda más de 1 punto
de condición corporal en el período postparto.

INFLUENCIA DE LAS DIETAS RICAS EN ENERGÍA


Las hembras que reciben una elevada ingesta alimentaria pueden sufrir alteraciones en diversos aspectos
de la fisiología reproductiva. Dentro de los factores involucrados en estos procesos reproductivos se
destaca la acción de la glucosa, IGF-1 e insulina, cuyas concentraciones sanguíneas varían de acuerdo con
el nivel nutricional y con el estado fisiológico del animal.
Experimentos que comparan distintas categorías de hembras con diferentes niveles de ingesta, también
describen alteraciones en la función ovárica y en la fisiología reproductiva, destacándose menores
concentraciones circulantes de hormonas esteroideas, progesterona y estradiol, en hembras con mayor
nivel de ingesta, a pesar de tener folículos y CL más grandes. La razón de las menores concentraciones de
hormonas circulantes en vacas con mayor nivel de alimentación, probablemente esté relacionada con una
menor producción por parte de los ovarios o un mayor metabolismo de estas hormonas. Aparentemente,
no hay estudios que confirmen la hipótesis que los ovarios de vacas con mayor nivel de alimentación sean
menos esteroidogénicos que los de hembras con menor nivel de ingesta.
Por otro lado, Sangsritavong y col. demostraron que las vacas en lactancia (con mayor nivel de ingesta)
tienen un metabolismo de las hormonas esteroideas mucho mayor que el de las vacas secas (con menor
ingesta) .
GRASAS
Diversas fuentes de grasa son empleadas en la alimentación de vacas, dentro de ellas los aceites vegetales,
ricos en ácidos grasos poliinsaturados, tales como los ácidos oleico y linoleico, y grasa animal, rica en
ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga. El efecto positivo de la grasa sobre la función reproductiva
se debe principalmente a los ácidos grasos poliinsaturados.
- Efectos positivos de la suplementación con grasa en vacas lecheras pueden deberse al estímulo del
crecimiento folicular asociado a un aumento en el balance energético.
Algunos estudios demostraron un aumento en la población folicular y/o en el tamaño del folículo
ovulatorio en vacas suplementadas con sales de calcio y con ácidos grasos de cadena larga. Además, vacas
suplementadas con sales de calcio y ácidos grasos de cadena larga demostró un aumento en las
concentraciones séricas de colesterol, HDL y progesterona.
PROTEÍNAS
Debido a la existencia de una correlación positiva entre los niveles de proteína bruta (PB) en la dieta y la
producción de leche, comúnmente son empleadas dietas con alto tenor en PB (17 a 19 %) en vacas
postparto de alta producción. Se recomienda que el 35 % de la PB sea en forma no degradable en el rumen
(PNDR) y que el 65 % sea degradable (PDR).
La alta concentración de PB en la dieta también ha sido asociada con una reducción en la performance
reproductiva.
Según algunos autores, una dieta rica en proteína no tiene impacto sobre el retorno a la ciclicidad en el
postparto, sin embargo, la concentración de progesterona es baja por el mayor metabolismo hormonal
causado por la mayor producción lechera. La concepción y el establecimiento de la preñez son eventos
interrelacionados como el desarrollo folicular que resulta en la ovulación, fecundación del ovocito,
transporte y desarrollo del embrión, reconocimiento materno de la gestación e implantación.
Hipotéticamente, el amonio, urea o algún otro producto tóxico del metabolismo de la proteína puede
interceder en uno o más de estos pasos para perjudicar la eficiencia reproductiva.
Altos niveles de PB pueden aumentar los niveles de urea y de amonio plasmáticos, elevando las
concentraciones de amonio en el fluido folicular, y sus efectos en el folículo podrían llevar a una
subsecuente reducción en la supervivencia embrionaria.
La baja supervivencia embrionaria puede ser también debida a una baja concentración de progesterona.
Las dietas con elevada PB reducen las concentraciones de progesterona en vacas en lactancia, pero no en
vacas secas 5 y vaquillonas. Los efectos negativos de la elevada proteína pueden ser mediados por un
descenso en el pH uterino que, en combinación con la baja en la progesterona, crea un ambiente uterino
hostil para el embrión.
En cuanto a la tasa de concepción al primer servicio, los resultados fueron 82 % para las vaquillonas que
recibieron una dieta con niveles normales de proteína y 61% para las que recibieron la dieta con altas
concentraciones de proteína.
Si bien diversos estudios demostraron una relación entre la alimentación con altos tenores de PB y un
descenso en la fertilidad en vacas de alta producción, poco se sabe realmente sobre los mecanismos
involucrados en este proceso.
CONCLUSION FINAL
Para lograr animales con ciclicidad y fertilidad óptimas, es necesario realizar un manejo nutricional
adecuado, respetando las exigencias nutricionales de cada categoría zootécnica. No obstante,
principalmente en vacas lecheras, ocurre una paradoja. Para que las vacas produzcan más leche es
necesario aumentar la ingesta de materia seca. Ésta, a su vez, está relacionada con alteraciones en los
patrones de ciclicidad y de comportamiento, y descenso en la fertilidad. Para contrarrestar, o al menor
aliviar este problema, se propusieron algunas estrategias tales como prevenir o reducir la pérdida de CC
postparto, adicionar grasa de forma estratégica a las dietas y el uso de programas hormonales para la
sincronización de celo y/u ovulación.
Por lo tanto, es muy importante
que se apliquen programas nutricionales que aseguren que los niveles de grasa corporal
durante el preparto no sean elevados (pues deprimirán la ingestión) ni demasiado bajos.
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GLUCOSA Y HORMONAS
La secreción de progesterona finaliza por la acción de la prostaglandina F2a (PGF2a), en el caso de que no
haya gestación, a los 18 días del ciclo.
Nutricionalmente se puede facilitar la obtención de niveles óptimos de progesterona asegurando que las
concentraciones de insulina en sangre sean lo suficientemente elevadas para
estimular la actividad del cuerpo lúteo. La estrategia consiste en:

Consiste en suministrar fuentes de carbohidratos que o bien fermenten a propionato en el rumen


(carbohidratos no fibrosos), o bien se degraden poco a nivel ruminal y aporten glucosa directamente a
nivel duodenal. Ejemplos de estos últimos son; almidones tratados térmicamente (con temperaturas y
presiones muy elevadas, si las condiciones son moderadas se obtiene el efecto inverso) en combinación
con proteína o fibra, o bien almidones de lenta degradación como el almidón presente en el sorgo, maíz y
avena.

La glucosa es la principal fuente de energía para los ovarios, y por lo tanto estas estrategias para aumentar
la glucosa en sangre, además de aumentar la concentración de insulina, mejoraran el crecimiento de los
folículos. Un adecuado aporte de glucosa mejora el reclutamiento de folículos, por lo que en caso de que
no se produzca gestación el siguiente ciclo estral debería aportar folículos mejor
desarrollados.

Elevados consumos de materia seca y de energía


La elevada producción de leche y los límites impuestos en la formulación de raciones
(máximos de grasa o almidones y mínimos de fibra) hacen que la densidad energética
(ENL/kg) sea insuficiente para cubrir las necesidades del animal. En estas condiciones
(animales de alta producción y raciones de alta densidad energética), la única alternativa para
reducir el balance energético negativo durante el pico de producción es incrementar la
capacidad de ingestión de alimentos para aumentar así el aporte energético diario.

Las prácticas de manejo como la distribución de alimentos varias veces al día, la colocación
de sombras en los comederos, el acceso ad libitum a la comida durante todo el día, la
disponibilidad de espacios adecuados para comer, beber, descansar y rumiar, el
mantenimiento de un ambiente limpio y seco, y la utilización de ingredientes de calidad,
pueden ayudar a estimular la ingestión de alimentos, y en último término, reducir el déficit
energético. Sin embargo, conseguir ingestiones elevadas puede también afectar de manera
negativa la reproducción, a pesar de mejorar notoriamente el balance energético y la
producción de leche. En el vacuno de alta producción, hay periodos claros de balance
energético negativo que coexisten con consumos de materia seca y energía muy elevados.

Por lo tanto, cuando aumenta la ingestión y aunque con ella mejore la producción de leche y el
balance energético del animal, la eficiencia reproductiva puede disminuir por causas
puramente fisiológicas consecuencia del metabolismo hepático exacerbado de las hormonas
esteroideas. El hígado es el principal órgano responsable del metabolismo de las hormonas esteroideas.
Por lo tanto, es de esperar que cuando el flujo sanguíneo hepático aumente con consumos de materia seca
y energía elevados el metabolismo (y su consecuente desaparición) de las hormonas esteroideas como la
progesterona y los estrógenos tambien aumente.

PROTEÍNA

Una buena producción de leche requiere un aporte adecuado de proteína, no tanto


cuantitativa, sino cualitativamente (perfil de aminoácidos), puesto que las vacas no necesitan
proteína sino aminoácidos.

El exceso de proteína se ha asociado con una disminución de la eficacia reproductiva. Un correcto


desarrollo folicular precisa de niveles adecuados de proteína. Ejemplo: observaron una disminución del
29% en la manifestación de estros así como un retraso en la aparición de los estros de 11 días cuando
compararon una ración con un 7,7% de proteína con una del 22,5%. Además, los mismos autores
describieron una reducción del índice de concepción al primer servicio (25 vs 71%).

Raciones con niveles insuficientes de proteína también se han asociado con la muerte embrionaria
temprana. Los excesos de proteínas también son nocivos para la reproducción. Por ejemplo; el suministro
de raciones con un 21% de proteína en comparación con raciones de un 17% de proteína reducida el índice
de concepción y aumentaba el intervalo entre el parto y la primera ovulación en las vacas de mayor
numero de lactación.
Los posibles efectos negativos de los excesivos niveles de proteína en las raciones sobre la reproducción
han sido asociados a cambios en el ambiente uterino, pues niveles altos proteicos no afectan los días hasta
la primera ovulación, ni consecuentemente, los niveles de la hormona luteinizante (LH).

La proteína es un nutriente que debe ser considerado tanto en cantidad como en calidad. Una vaca
requiere proteína tanto degradable como no degradable en el rumen. La proteína es esencial para la
producción de leche, ya que el animal requiere de aminoácidos esenciales para la síntesis de caseína y
otras proteínas menores de la leche. Tanto la deficiencia como un exceso de proteína tienen un impacto
negativo en la fertilidad del ganado bovino lechero. Una deficiencia va a afectar dramáticamente la
producción de leche, pero también la fertilidad del animal. Un exceso de proteína también ha demostrado
ser detrimental para la fertilidad de las vacas en producción. Todo exceso de proteína es finalmente
eliminado vía excremento o convertido en urea en el hígado del animal. La urea puede ser reciclada hacia
el rumen del animal y reutilizada para la síntesis de proteína microbiana. No obstante, el exceso de urea
podría ser tóxico para el ambiente uterino y oviducto,
afectando tanto los gametos como el embrión, con la consiguiente reducción en fertilidad.

Por lo tanto, independientemente de la asociación entre urea y reproducción, la nutrición


proteica debe ser balanceada en calidad y cantidad, incluyendo el balance aminoacídico, y debe ir
acompañada de un aporte energético suficiente para optimizar la síntesis proteica microbiana a nivel
ruminal.

Para poder evaluar los efectos de la proteína sobre la ración, se necesita primero
disponer de un indicador del estado nutricional proteico del animal. Un buen indicador del
estado proteico del animal es la urea en sangre. Cualquier exceso proteico generará amoníaco,
ya sea por excesiva producción de amoníaco en el rumen o por excesiva deaminación a nivel hepático.
Independientemente del origen del amoníaco, el hígado lo convertirá a urea, pues el
amoníaco es un agente tóxico (sobretodo para el sistema nervioso).

GRASAS
Suplementar las raciones del vacuno lechero con fuentes lipídicas (grasas o aceites) es una práctica
común para aumentar la concentración energética de la ración con el fin de minimizar el periodo de
balance energético negativo. En el vacuno lechero, la suplementación
de las raciones con lípidos suele afectar positivamente el desarrollo folicular, la longevidad del cuerpo
lúteo y la duración del intervalo anaovulatorio del postparto (Beam y Butler, 1997).
Existen tres posibilidades más por las cuales los lípidos pueden mejorar la reproducción:
1. Representan un sustrato directo para la producción de colesterol (precursor de
la progesterona)
2. Modulan el metabolismo del ácido araquidónico (precursor de las
prostaglandinas)
3. La suplementación lipídica aumenta los niveles en sangre de IGF-I y ello
repercute en la producción de progesterona. La hipótesis con más fuerza es la que sostiene que las grasas
pueden modular la síntesis de progesterona

Estas reservas grasas se conocen como CC, y su estimación se ha utilizado como una herramienta simple
que permite evaluar la nutrición energética del animal. La más utilizada es la escala de 1 a 5 con
incrementos de ¼ de punto, siendo el valor 1 un animal emaciado y el valor 5 un animal extremadamente
obeso. Durante el ciclo productivo la vaca lechera debe parir con una CC de 3.25 a 3.5 y no bajar a menos
de 2.5 a los 60 a 90 días en leche. Si el animal pierde más de una unidad entre el parto y los 100 días en
leche, verá comprometida su fertilidad. El animal debería ser secado con una CC 3.0 a 3.25 y recuperar en 2
meses ¼ de CC necesaria para llegar con una condición al parto de 3.25 a 3.5. El animal nunca debe perder
CC durante el periodo seco. Además, durante los últimos 21 días de gestación se debe empezar la
adaptación del animal a las condiciones de producción y dietas altamente energéticas que recibirá después
del parto.

Los microminerales con cierto rol directo en los procesos reproductivos son el Zn, Se, Cu, Co y Mn. En caso
de deficiencias o excesos se han reportado casos de abortos, mortalidad embrionaria, anestro, y quistes
ováricos. Al igual que los minerales, las vitaminas son nutrientes esenciales que se requieren en
cantidades pequeñas.
- Las vitaminas A, D y E deben ser aportadas en la dieta porque el animal no las sintetiza; en cambio
las vitaminas del complejo B y la vitamina C pueden ser producidas por los microorganismos del
rumen, y por lo tanto, solo requieren ser aportadas en situaciones extremas de producción de
leche.
Las vitaminas A y E son muy importantes para los procesos reproductivos (retención de membranas
fetales, mortalidad embrionaria, repetición de calores, etc.), sobre todo relacionado al estrés oxidativo que
ocurre durante el periparto.

Es bien sabido que el balance energético negativo en el postparto de la vaca lechera se asocia a una
reducción en los pulsos de GnRH y LH, afectando el crecimiento, maduración y ovulación del folículo. Por
otro lado, las vacas de alta producción tienen un mayor flujo sanguíneo y un metabolismo hepático más
acelerado, que determina una desaparición más rápida de las hormonas reproductivas, afectando la
calidad del ovocito y desarrollo del embrión. Además, la reducción en los niveles de estradiol deprimen la
expresión del celo y los de progesterona (P4) se asocian a mayor mortalidad embrionaria.

MECANISMOS QUE LIGAN EL METABOLISMO CON LOS PROCESOS REPRODUCTIVOS

Son dos los procesos fundamentales que se deben reestablecer adecuadamente durante el
postparto, para lograr una fertilidad satisfactoria y que se asocian íntimamente a los mecanismos
metabólicos de la vaca: el restablecimiento de la ciclicidad posparto y la involución del útero. Existe una
asociación directa entre los niveles de insulina y del IGF-I con el momento del inicio de la ciclicidad
posparto. En el ovario, tanto la insulina como el IGF-I promueven la proliferación, diferenciación y
sobrevida de las células foliculares, y a su vez estas hormonas se asocian directamente con los niveles
sanguíneos de glucosa. Además, estos metabolitos se relacionan con un adecuado nivel de gonadotrofinas
a nivel hipofisario y GnRH a nivel hipotalámico, las cuales ejercen su efecto positivo sobre las estructuras
del ovario

CONCLUSIÓN

Aquellas vacas que logran adaptarse en forma exitosa desde su estado preparto al proceso de lactancia y
que pueden evitar desbalances metabólicos y fisiológicos, van a ser capaces de sostener una alta
producción de leche y lograr una fertilidad y salud adecuada. Por lo tanto aquellas vacas de alta producción
y que presentan problemas de fertilidad, se puede atribuir a un balance energético negativo más severo,
debido a un inadecuado manejo del periodo de transición o a un incremento en la incidencia de
enfermedades del periparto.

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