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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS

ESTUDIANTE:

DAYANA BOBADILLA SAONA

MATERIA:

DERECHO ADMINISTRATIVO II

CURSO:

5-5

TEMA:

TRABAJO INDIVIDUAL "DIFERENCIA Y RELACIÓN ENTRE EL


PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO CON EL PROCESO JUDICIAL”

DOCENTE:

AB. WALTER SUÁREZ FARÍAS.

CICLO:

2021-2022 CII
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INDICE:

INTRODUCCION:......................................................................................................2

El Principio de Descentralización...........................................................................3

Descentralización territorial:................................................................................5

Descentralización funcional................................................................................5

El Principio de Autonomía......................................................................................6

- Autonomía política............................................................................................7

- Autonomía Financiera.......................................................................................7

Aplicación de la Administración Pública en el Ecuador.........................................8

- La subsidiaridad................................................................................................9

- La solidaridad:...................................................................................................9

Diferencia entre la autonomía y la descentralización..........................................10

Conclusiones........................................................................................................11

Recomendaciones................................................................................................12
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INTRODUCCION:

El gran objetivo que planteó la Asamblea de Montecristi de impulsar un

avanzado proceso de autonomía y descentralización dentro de un marco de

equidad social, económico y territorial, debe generar en los gobiernos autónomos

descentralizados una visión de oportunidad y desarrollo, entendiendo

principalmente que ambos conceptos buscan ampliar la democracia y viabilizar a

un país productivo, igualitario y territorialmente justo. Ideales que se alejan de

cualquier improvisación y clientelismo, y que, por el contrario, requieren de

políticas públicas serias, de un marco jurídico claro y unificado, y de

readecuaciones e innovaciones institucionales.

En la actualidad, hablar de descentralización en el Ecuador es, sin duda alguna,

hablar de cambios importantes en la concepción de los gobiernos seccionales y

sus sistemas de gestión, lo cual, a su vez, les conlleva a enfrentar grandes

desafíos y cambios en su estructura política, administrativa y económica (Gómez,

2013).

La actual Constitución plantea un proceso nuevo y efectivo de

descentralización, basado en el ejercicio de competencias exclusivas por niveles

de gobiernos y de la transferencia complementaria de otras competencias por

parte del Estado central hacia los distintos gobiernos autónomos descentralizados,

conocidos como Gobiernos Regionales, Gobiernos Provincias, Distritos

Metropolitanos, Municipios y Juntas Parroquiales, también denominados GAD o

simplemente gobiernos autónomos.


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El Principio de Descentralización

La descentralización territorial es tanto una forma de organización político-

administrativa, como un grado o nivel de distribución del poder político, fiscal y

administrativo entre el centro y las unidades territoriales, es aquella que transfiere

poderes a órganos con personalidad jurídica de Derecho público distintos a los

simples agentes del poder central y, por lo tanto, sin relación de jerarquía con el

Presidente de la República. (Gómez, 2013)

Para que haya descentralización se necesitan ciertas condiciones básicas:

como la existencia de una entidad con personería jurídica y cierta autonomía

administrativa, formalmente independiente del centro; La asignación de

competencias a dichas entidades; La asignación de recursos, etc. Sin personería

jurídica, autonomía administrativa y recursos propios no es posible hablar de

descentralización territorial, tal como se plantea en el derecho administrativo y

como lo ha reconocido la literatura pertinente.

Según el Autor Jorge Zavala Egas, “la descentralización opera en la

organización

administrativa como principio de actuación de las Administraciones Públicas y

consiste en la técnica de trasladar desde el centro de la función Ejecutiva, hacia

entidades descentralizadas con personalidad jurídica propia, competencias para el

ejercicio de funciones pertenecientes antes a ese centro administrativo”.

Por consiguiente, se puede decir que la traslación de competencias y funciones


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es efecto de una norma jurídica singular y, por tanto, es una determinación

permanente siempre a favor de un ente con personalidad jurídica, característica

esta última que establece una de las diferencias entre descentralizado y

desconcentración.

Según el Autor Efraín Pérez “la descentralización consiste en atribuir a

personas jurídicas territoriales o funcionales, competencias de la Administración

Pública central, lo que no obsta para que los órganos descentralizados tengan que

actuar en cumplimiento estricto de las normas legales de su régimen, en virtud del

llamado “principio de especialidad.” Se considera como un principio constitucional,

contemplado en nuestra norma suprema en su Art. 3 num.3, del cual se puede

interpretar que la descentralización en los distintos sectores del país siendo esta

división importante para el desarrollo. (Perero, 2021)

En el Estatuto del Régimen Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva –

ERJAFE- en su Art 51 establece que, mediante la descentralización administrativa

se transfieren de manera definitiva funciones que desempeñan órganos de la

Administración central a favor de entidades de derecho público de la

Administración Pública Institucional (descentralización territorial) o del régimen

seccional Autónomo (descentralización territorial). Existen dos clases de

descentralización, la descentralización territorial y la descentralización funcional.

Descentralización territorial: Tiene lugar cuando se hace la traslación de

competencias y funcione a personas jurídicas territoriales como: provincias o

municipios que gozan, además, de autonomía. Se sustenta en una base

geográfica y culmina en la creación de personas jurídicas cuya competencia en

relación a un determinado territorio, por ejemplo: la Comuna.


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Descentralización funcional: Históricamente aparece con posterioridad a la

descentralización territorial y, se la realiza a favor de personas jurídicas no

territoriales y lo que se transfiere en forma permanente son funciones o servicios

públicos a prestar. Se trata de una técnica, de trascendencia menor, por la que se

procede a la creación de entes instrumentales de una Administración Pública

dotados de personalidad jurídica como organismos autónomos, sociedades

públicas, etc.

El Principio de Autonomía

Se llama “autonomía” administrativa a una mayor amplitud del campo de

decisión de la entidad. Este calificativo de “entidad autónoma” ha sido asignado

tradicionalmente incluso en el texto constitucional a ciertas instituciones, como, por

ejemplo, al instituto Ecuatoriano de Seguridad Social.

La figura de autonomía administrativa está suficientemente desarrollada en el

Derecho Público Ecuatoriano y consiste en la característica de una entidad pública

a la cual se han descentralizado competencias determinadas expresamente en

una ley, sometida a la tutela del Gobierno Central, con objetivos que pueden ser

de formulación y de implementación de políticas públicas, ejecución de obras y

prestación de servicios, que realizan su propio manejo de personal, presupuestario

y contractual.

Su presupuesto es diferente del presupuesto general del Estado, pero ubicado

dentro de la Cuenta Única del Tesoro Nacional. El ejecutivo no ejerce un poder de

jerarquía sino de “tutela” sobre estas entidades públicas, principalmente a través

de su directorio institucional, en la supervisión de sus actividades. (Perero, 2021)

En las entidades autónomas se aplican todas las leyes del derecho público
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ecuatoriano (salvo excepciones legales expresas), que sus directorios –en los

casos de entidades autónomas de las Administración Pública- están integrados en

su mayoría por representantes del ejecutivo y que dichos directorios aprueban los

presupuestos, nombran a los altos directivos, autorizan los gastos por encima de

ciertos grupos y dictan sus reglamentos internos. Adicionalmente, la autonomía no

exime a la entidad pública autónoma de la sujeción a las normas constitucionales

y jurídicas nacionales y a los controles de legalidad ejercido por organismos

especializados de control del Estado. Asimismo, sus personeros son designados

por el Ejecutivo o por el Legislativo, o por ambos conjuntamente en los casos de

ciertas instituciones.

Finalmente, las expresiones de sus actividades se manifiestan a través de

“actos administrativos”, sometidos al control judicial de su legalidad. El texto

constitucional vigente determina que “los actos administrativos de otras funciones

e instituciones del Estado, podrán ser impugnadas ante los correspondientes

órganos de la Función Judicial, en la forma que determina la ley” El Artículo 5 del

COTAD describe las clases de autonomía que existen y son:

- Autonomía política: esta facultad permite al gobierno descentralizado el de

crear proceso y formas desarrollo para el sector determinado, a través de políticas

públicas territoriales que su competencia le permita crear, las cuales solo son

válidos dentro de cada una de su jurisdicción.

- Autonomía Administrativa: consiste en la facultad que posee cada entidad

para que esta pueda gestionar y organizar los recursos tanto humanos como

materiales que les sirven para todos los proyectos y procesos, por lo tanto, se

necesita dicha competencia.


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- Autonomía Financiera: se expresa en el derecho de los gobiernos

autónomos descentralizados de recibir de manera directa predecible, oportuna,

automática y sin condiciones los recursos que les corresponden de su

participación en el Presupuesto General de Estado, así como en la capacidad de

generar y administrar sus propios recursos, de acuerdo a lo dispuesto en la

Constitución y la ley

Aplicación de la Administración Pública en el Ecuador

Una vez que se ha identificado cuál es la nueva concepción de la

descentralización y autonomía a nivel constitucional, resulta importante hacer

mención a su finalidad dentro del Estado. Para ello vale la pena enunciar los

principales objetivos que busca alcanzar dicha figura dentro de los distintos niveles

de gobiernos autónomos, previstos en el art. 106 del COOTAD, que señala

expresamente:

“A través de la descentralización se impulsará el desarrollo equitativo, solidario

y equilibrado en todo el territorio nacional, a fin de garantizar la realización del

buen vivir y la equidad interterritorial, y niveles de calidad de vida similares en

todos los sectores de la población, mediante el fortalecimiento de los gobiernos

autónomos descentralizados y el ejercicio de los derechos de participación,

acercando la administración a la ciudadanía”. (COOTAD, 2010)

Bajo el análisis de la norma citada, cabría enfatizar que el fin último de la

descentralización es precisamente acercar el Estado al ciudadano a través de los

distintos gobiernos locales, tal como acontecía en los orígenes de las sociedades
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y los pueblos.

Romper con aquel esquema tradicional en donde los estados se gobernaban de

manera central y bajo una lejana distribución equitativa de riquezas. Nótese

entonces que la descentralización, entendida como la transferencia de

competencias del Estado central a los distintos gobiernos seccionales o

autónomos, representa, más que un mecanismo o herramienta, una vía a través

del cual se impulsa un Estado equitativo, equilibrado y solidario, en donde se

garantice una correcta redistribución de la riqueza, un fortalecimiento de gobierno,

tanto local como nacional, así como un próspero desarrollo territorial junto con el

bienestar general del ciudadano.

Ahora bien, es precisamente este enunciado legal sobre los fines de la

descentralización, lo que permite meditar sobre su aplicabilidad efectiva y exitosa

en los gobiernos autónomos, y, sobre todo, si estos gobiernos, en sus distintos

niveles, están realmente preparados para asumir las competencias asignadas por

la Constitución y la ley, con el carácter de obligatorio y definitivo.

Los procesos de descentralización y asignación de competencias por parte de

los gobiernos autónomos deben ir de la mano con la observancia de varios

principios enunciados por el COOTAD, los cuales ameritan ser analizados dada su

transcendencia a la hora de medir los desafíos que deben enfrentar los distintos

gobiernos, en función a sus competencias. En lo principal, están los principios de

subsidiaridad, solidaridad, participación ciudadana y coordinación y

corresponsabilidad.

- La subsidiaridad: hace relación al respeto que debe primar dentro de los

gobiernos a las distintas competencias y niveles de autonomía que existen entre


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ellos, dando una prioridad a la gestión de servicios, competencias y políticas

públicas por parte de los niveles de gobierno más próximos a la población.

- La solidaridad: denota el propósito de que todos los GAD en sus distintos

niveles políticos, competencias y capacidades trabajen en conjunto para alcanzar

los fines de la descentralización bajo los parámetros de la equidad y justicia.

Asimismo, la solidaridad debe aplicarse en una redistribución equitativa de los

recursos públicos en función a nuevos conceptos como el de necesidades básicas

insatisfechas dentro de los gobiernos autónomos y sus circunscripciones

territoriales.

- La participación ciudadana: figura que sin duda ha alcanzado una vital

importancia en los últimos tiempos, más que ser un principio, es en realidad un

derecho, el cual conlleva a que sea la ciudadanía quien exija a sus mandatarios la

mayor transparencia en sus gestiones y una rendición de cuentas periódica sobre

los logros y aspectos positivos alcanzados en bienestar del respectivo gobierno

autónomo. - La coordinación y la corresponsabilidad plantean la necesidad de un

trabajo en conjunto entre los gobiernos autónomos, a través de mecanismos de

cooperación, intercambios de información y tecnología, o cualquier otro recurso

vital para el normal desarrollo de los gobiernos y de su ciudadanía.

Diferencia entre la autonomía y la descentralización

Una diferencia sustancial entre los dos regímenes es que, optando por la

descentralización se mantendría la división administrativa interna del estado en

consejos provinciales, municipios y juntas parroquiales rurales, regidos por las


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Leyes de Régimen Provincial, de Régimen Municipal y Orgánica de Juntas

Parroquiales, en tanto que en el régimen de autonomías los gobiernos autónomos

se regirían por la Ley Orgánica de Autonomías y por los estatutos que establezca

cada uno de estos gobiernos. (Quito, 2005)

En el régimen de autonomías cada provincia autónoma tendrá un gobierno

autónomo integrado por el ejecutivo y legislativo provincial, y contará con sus

órganos de control. Estará representada por el gobernador elegido por votación

popular y podrá asumir competencia en materia de educación, salud vialidad,

riego, turismo, servicios públicos, seguridad social, entre otros. El legislador

provincial podrá expedir leyes inclusive de carácter tributario en el ámbito de su

jurisdicción.

En cambio, en la descentralización los gobiernos seccionales se rigen por las

leyes nacionales que regulan las actividades que les podrá transferir el gobierno

central teniendo una limitada facultad normativa a través de ordenanzas, estando

autorizados únicamente para crear tasas y contribuciones especiales de mejoras,

según lo previsto en la Ley de Régimen Municipal.

En el régimen autonómico los gobiernos autónomos podrán crear tasas,

sobretasas y contribuciones en general, es decir, éstos últimos tienen mayor

facultad para crear tributos.

CONCLUSIONES

Hablar de descentralización es, para muchos, hablar de eficiencia, de equidad,

de Transparencia, de un mejor vivir para todos e incluso de una recuperación de la

identidad nacional. Sin embargo, todos estos ideales pueden no efectivizarse si


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utilizamos mal esta forma de gobierno tan puesta en moda estas últimas décadas,

permitiendo que prevalezcan intereses políticos de unos cuantos sobre el interés

general de todo un país.

Sin duda que la descentralización parte de un manejo político y de una correcta

administración de los gobiernos autónomos; sin embargo, debemos tener en claro

que la descentralización no es tarea de pocos sino de todos, es una participación

política pero principalmente es una participación social; de lo contrario, aquellos

ideales mencionados anteriormente estarán lejos de convertirse en una realidad.

Está en los GAD ver a los procesos de descentralización y autonomía con

ambición y responsabilidad, entendiendo principalmente que ambas figuras

buscan ampliar la democracia y viabilizar a un país productivo, igualitario y

territorialmente justo. Estos ideales se alejan de cualquier improvisación y

clientelismo y, por lo contrario, requieren de políticas públicas serias, de un marco

jurídico claro y unificado, así como de readecuaciones e innovaciones

institucionales. En esto se traducen los grandes desafíos a los que se enfrentan

los gobiernos autónomos.

RECOMENDACIONES

Para que un proceso de descentralización funcione dentro de un país como el

Ecuador, altamente fraccionado y con múltiples falencias administrativas, políticas

y económicas, sin duda se requieren de varios elementos que permitan el acople

paulatino de la descentralización a las capacidades de cada gobierno autónomo,

toda vez que un proceso como estos no funciona únicamente bajo las voluntades

y buenos deseos de las autoridades, sino también bajo un esquema democrático


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de planificación, coordinación y participación.

El proceso de descentralización está amparado bajo ciertos principios

fundamentales, entre ellos, el principio de coordinación, el mismo que, según lo

señala el art. 3 del COOTAD, busca incentivar a que “todos los niveles de

gobierno trabajen de manera articulada y complementaria para la generación y

aplicación de normativas concurrentes, gestión de competencias y ejercicio de

atribuciones”, y así “acordar mecanismos de cooperación voluntaria para la

gestión de sus competencias y el uso eficiente de los recursos”.

Ahora bien, lo transcendental y necesario que se vuelve este principio dentro

del proceso de descentralización nos hace reflexionar sobre cuán alejado está el

país de los ideales previstos en él; pues bien, está ahí un desafío más de los GAD

en aprender a trabajar en conjunto, bajo los mismos ideales y objetivos, dejando a

un lado individualismos y rivalidades; coordinar un solo norte entre todos de tal

forma que el traspaso de competencias y los procesos de descentralización

beneficien ampliamente al país, a sus gobiernos, instituciones y a la sociedad en

general.

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