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¿Qué puedo hacer para

leer mejor?
La lectura y la escritura en soportes diferentes al papel se han constituido en
una de las prácticas más comunes de toda la sociedad y especialmente de los
jóvenes. El empleo de los mensajes en celulares y las conversaciones
sostenidas en distintas redes sociales produce hábitos de lectura y de escritura
nuevos que generan también disposiciones de comprensión particulares.
Este es un factor que determina la idea que los nuevos alumnos tienen acerca
de qué es leer y escribir en la Universidad.
Muchos son los motivos que nos llevan a leer en la vida cotidiana:
• para conocer los efectos de un medicamento
• para enterarnos cómo le va a un amigo
• para arreglar un encuentro
• para estudiar
• preparar una receta
• para orientarnos en una ruta
• para disfrutar

Cada situación de lectura es diferente y requiere estrategias diferentes.

Es cierto que podemos obtener placer tanto de la lectura de un texto literario


como de un texto científico, si el tema nos interesa, pero el grado de atención y
el nivel de concentración son diferentes. Cuando nos enfrentamos a un texto
para estudiar tomamos una cantidad insospechada de decisiones estratégicas:
a) Ponemos en juego los conocimientos que ya tenemos sobre el tema
(conocimientos previos).
b) Lo asociamos con otros temas que creemos relacionados.
c) Seleccionamos y descartamos información antes y durante la lectura para
construir una representación clara, propia (personal) y adecuada de nuestro
objeto de estudio.
d) Controlamos continuamente el ajuste de nuestros conocimientos previos con
los nuevos y cuando hay un desajuste o contradicción, revisamos y efectuamos
correcciones para evitar incongruencias.
De esta manera el conocimiento se reorganiza y se actualiza
permanentemente en una red que se amplía con conceptos nuevos, dando
lugar a enlaces con otros conceptos y generando nuevos aprendizajes que
transforman los anteriores.

A su vez, el texto cumple una función comunicativa que se refleja en la


superficie textual. De manera que el abordaje del texto supone entender que
alguien lo construyó con un fin, en un lugar y un tiempo determinado, lugar y
tiempo en los que se realiza el acto comunicativo. El texto es una unidad
semántica, pues su organización interna lo dota de significado. Pero también
es producto de una situación comunicativa en la que interactúan distintos
sujetos. Es decir que siempre se da en un contexto y en ese contexto es posible
interpretarlo; asignarle un sentido.

Una actividad tan compleja como leer para aprender resultaría sumamente
aburrida si no aplicáramos una serie de estrategias tendientes a facilitar la
toma de decisiones y orientar las acciones del proceso de lectura.

¿Qué es una estrategia? Es una secuencia de


acciones encausadas a un fin.
El aprendizaje de estrategias lectoras y su ejercitación facilita la lectura y la
vuelve más rápida, accesible e, incluso, placentera.
De manera similar a cuando aprendemos a manejar un auto, al principio
gastamos una enorme cantidad de energía en poner atención a cada una de las
variables que tenemos que controlar (maniobrar el volante, la palanca de
cambios, los pedales, el panel de control, el tránsito, las señales, etc.). Una vez
que incorporamos esta actividad como una práctica corriente, podemos
realizarla más tranquilamente e inclusive, hacer otras cosas a la vez (conversar,
disfrutar el paisaje, escuchar música).

Con las estrategias de lectura sucede lo mismo.


Te presentamos algunas de las más comunes. Es importante aprender a
identificar dónde están y para qué sirven:

Todas éstas, llamadas estrategias inferenciales, permiten relacionar lo


desconocido con lo conocido, vincular los datos presentes en el texto entre sí o
con conocimientos que ya teníamos en nuestra memoria de lector.

Si querés profundizar un poco más sobre este tema, te recomendamos la lectura


de “10 claves para aprender a interpretar” del autor español Daniel Cassany

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