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18 CEPAL Enfoques, definiciones y estimaciones de pobreza y desigualdad en América Latina y el Caribe

supuestos normativos, teórico-analíticos y epistemológicos más profundos sobre el orden social y


los vínculos entre economía, Estado y sociedad. Se presentan aquí aspectos conceptuales críticos,
que no suponen una revisión exhaustiva de todas las controversias sobre el tema. Se busca ilustrar
sintéticamente la diversidad de enfoques vinculados en el abordaje del fenómeno de la pobreza.

1. Enfoques clásicos y neoclásicos: papel de las preferencias


y de los contextos
El análisis económico de pobreza y desigualdad se ha basado primordialmente en modelos de
preferencias racionales. En el análisis empírico, el consumo individual se suele tomar como el
indicador del bienestar individual. Los enfoques clásicos y neoclásicos, partiendo del supuesto de
un agente racional en sus procesos de toma de decisiones, utilizan unidades de medición de la
pobreza cuantificables (mayoritariamente monetarias). A partir de esto, asumen prescripciones de
política precisas, concisas y medibles. Sin embargo, el tratamiento de la pobreza por parte de estas
escuelas hace un excesivo énfasis en el aspecto individualista de la pobreza y una perspectiva
centrada en diseñar instrumentos puramente materiales para erradicarla (Davis y Sánchez, 2015).
La nueva corriente de la economía del comportamiento, que se sitúa en la frontera entre la
economía y la sicología, ha cuestionado fuertemente el supuesto de la racionalidad de las
decisiones individuales (Thaler, 1991; Rabin, 1998; Camerer, Loewenstein y Rabin, 2003) 2.
El segundo supuesto del análisis económico clásico y neoclásico es que las preferencias no
son afectadas por circunstancias personales. La economía institucionalista desde Myrdal, por el
contrario, da un énfasis central al papel de los contextos y entornos culturales e institucionales
en su análisis de la pobreza, asumiendo que se trata de un fenómeno de carácter
interdependiente. La teorización de Myrdal del círculo vicioso de la pobreza y causación circular
acumulativa de 1957 plantea que hay un efecto de acumulación cíclico de las causas del
subdesarrollo en los países pobres. Es decir, un país con un nivel alto de pobreza puede gastar
menos en educación, lo que llevaría a una baja formación de recursos humanos en ciencia y
tecnología, un pobre desarrollo productivo, un bajo valor agregado, una baja atracción de
inversión y, por ende, un crecimiento económico lento que resultaría en un alto nivel de pobreza
(Andrade y Jiménez, 2018). De este modo, la causalidad circular y acumulativa explica las mayores
desigualdades nacionales (dentro de los países y entre ellos) en un proceso en el que las fuerzas
del mercado asumen un papel dinamizador 3.

2
Este enfoque ha puesto de relieve la importancia de agregar la temática de las preferencias adaptativas a los análisis de
corte positivista y normativo (McGillivray, Weeden y Grusky, 2012; Wilson, 2006). Las preferencias adaptativas aluden a la
existencia de un sentido en el que todas las preferencias son adaptables en cuanto están informadas por: i) factores
ambientales como las opciones que podemos esperar razonablemente disponibles para nosotros, y ii) factores internos
como una evaluación razonable de nuestras propias capacidades. El término distingue así las adaptaciones que minan la
confiabilidad de nuestras preferencias de aquellas que no lo hacen. De este modo, para las teorías de la justicia distributiva,
las preferencias desempeñan un papel en la determinación de los bienes u oportunidades a las que tiene derecho un
individuo (Begon, 2015).
3
Para Myrdal (1959) el predominio de los desarrollos sociales de la causación circular y sus efectos acumulativos justifica la
planificación central del desarrollo económico en un país en vía de desarrollo y la intervención estatal a gran escala. De
este modo, su visión de desarrollo y modernización combina racionalidad, planificación para el futuro, aumento de la
productividad, aumento de los niveles de vida, igualación social y económica, mejora de las instituciones y actitudes,
independencia nacional, democracia política y disciplina social (Streeten, 1990 y 1995; Myrdal, 1968).

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