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El documento resume la evolución histórica del derecho comercial desde su nacimiento en la Baja Edad Media hasta la actualidad. Se identifican tres etapas: 1) El surgimiento de la lex mercatoria como derecho autónomo de los comerciantes; 2) La regulación estatal del comercio con los códigos napoleónicos; 3) El reconocimiento de la empresa como sujeto de derecho y la regulación estatal de los mercados en el siglo XX. Actualmente se presentan nuevos desafíos debido al crecimiento del comercio internacional y
El documento resume la evolución histórica del derecho comercial desde su nacimiento en la Baja Edad Media hasta la actualidad. Se identifican tres etapas: 1) El surgimiento de la lex mercatoria como derecho autónomo de los comerciantes; 2) La regulación estatal del comercio con los códigos napoleónicos; 3) El reconocimiento de la empresa como sujeto de derecho y la regulación estatal de los mercados en el siglo XX. Actualmente se presentan nuevos desafíos debido al crecimiento del comercio internacional y
El documento resume la evolución histórica del derecho comercial desde su nacimiento en la Baja Edad Media hasta la actualidad. Se identifican tres etapas: 1) El surgimiento de la lex mercatoria como derecho autónomo de los comerciantes; 2) La regulación estatal del comercio con los códigos napoleónicos; 3) El reconocimiento de la empresa como sujeto de derecho y la regulación estatal de los mercados en el siglo XX. Actualmente se presentan nuevos desafíos debido al crecimiento del comercio internacional y
La noción de “crisis” - en tanto refiere a “cambio” - es propia de la naturaleza del Derecho
Comercial. Si el Derecho evoluciona con los cambios sociales, la rama del Derecho que regula la actividad económica lo hace una velocidad mayor, al ritmo que impone la actividad creadora de los agentes económicos (comerciante, empresario) y del Estado en su afán por regularla. En un recorrido por la historia del Derecho Comercial podemos observar cómo, desde la perspectiva de la tensión entre el comerciante-empresario - que detenta el poder económico -, y del Estado - en su rol de depositario del poder político -, se identifica una fisonomía que define distintas etapas que caracterizan su evolución. La literatura sobre la Historia del Derecho Mercantil coincide en situar el nacimiento de esta rama del Derecho en el comienzo de la Baja Edad Media (siglos XI a XIV) en los bordes norte y sur del Sacro Imperio Romano Germánico, es decir las actuales ciudades del norte de los Países Bajos, Alemania y Polonia que componían la Liga Hanseática y, en el otro extremo, las ciudades del norte de Italia – Génova, Venecia, Florencia, Milán -, y lo determina el ascenso de una clase mercantil que se desarrolla en la transición entre la decadencia de un poder político feudal hasta lo que, hacia el siglo XVII, será la consolidación de los Estados Nacionales. El ascenso y consolidación de los gremios de comerciantes en tiempos de una descentralización del poder político en ciudades independientes, es el terreno fértil que dio nacimiento a lo que se conoce como lex mercatoria, un Derecho autónomo surgido de Tribunales integrados por comerciantes para juzgar asuntos de esa misma clase social con fundamento en sus propios usos y costumbres. Pero esta etapa histórica -localizada territorial y temporalmente- del Derecho Mercantil, se opaca al compás de un poder político que se fortalece en la Europa posterior a la Guerra de los Treinta Años (Paz de Westfalia, 1648). Con el avenimiento de un poder político centralizado que concreta su autoridad sobre un territorio definido aparece el Estado como regulador de la actividad económica, desplazando a la clase mercantil como única fuente creadora del Derecho Comercial. Las Ordenanzas de Colbert, sancionadas durante la monarquía absolutista de Luis XIV en Francia (1681), constituyen un hito y un ejemplo que es seguido por la monarquía de los borbones en España con la imposición para todo el reino (incluidas las posesiones en América) de las Ordenanzas de Bilbao (1737). Ya en el siglo XIX, tras la Revolución Francesa (1789) durante el gobierno de Napoleón Bonaparte,e inspirado en el principio de igualdad contrario al reconocimiento de cualquier derecho “de clase social”, se dictan los Códigos Civil (1804) y Comercial (1807), con la novedad de que el eje para diferenciar la aplicación de uno u otro ordenamiento y la jurisdicción para dirimir los conflictos, va a ser la consideración del acto como comercial y no la persona del comerciante: se pasa de la noción subjetiva (persona o clase social mercantil) a otra objetiva (acto de comercio). Esta misma tendencia se verifica en los demás países continentales de Europa (del Derecho Continental o civil law por oposición al Derecho Inglés del common law) y llega a nuestro país: las Ordenanzas de Bilbao como fuente de Derecho aplicadas por el Consulado de Buenos Aires (1794) sobreviven hasta la sanción del Código de Comercio en el Estado de Buenos Aires y su vigencia en toda la República a partir de la unificación (1862). También en nuestro país se verifica un proceso ordenador de las relaciones económicas no bien se consolida el poder político que, con el correr de las décadas, se despliega no solo como legislador y juez sino como regulador y supervisor. Así, a partir de la década del 30 del pasado siglo se empieza a gestar un protagonismo del Estado en el control de la actividad económica que impacta y redefine al Derecho Comercial (ej. Banco Central 1935, Superintendencia de Seguros 1938, Comisión Nacional de Valores 1968), en consonancia con el desarrollo del Derecho regulador de la economía que se inicia en los EEUU con las leyes antimonopólicas (Sherman Antitrust Act de 1890, Clayton Antitrust Act de 1914) y se consolida con las normas dictadas durante el período denominado Nuevo Acuerdo (New Deal) luego de la crisis del año ’29, tendencia que se extiende por Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. Las incumbencias del Derecho Comercial se expanden más allá la relación entre los agentes económicos para involucrar al Estado como supervisor de la actividad de los mercados de bienes y servicios. Con ello cobra protagonismo la noción de “la empresa” como nuevo factor que aglutina la temática propia del Derecho Comercial, en tanto es la que mejor implica las de “organización” y “actividad económica” como una redefinición de los aspectos subjetivos y objetivos que sirven de antecedente, abarcando una rama del Derecho atinente a la relación de los agentes económicos entre sí y a la regulación de los mercados. Con la Empresa como nuevo eje durante el siglo XX s e r e c o n o c e una tercera fase en la historia del Derecho Comercial, pero no ya para el desarrollo de un régimen jurídico de la clase comercial sino para identificar el rol de este ente –la empresa- como materia de regulación por parte del Estado. Si durante la primera etapa el régimen autónomo de los comerciantes implicaba un privilegio de clase ahora la regulación que aplica el Estado sobre el empresario y su actividad abarca las relaciones entre los agentes económicos y el ejercicio del poder de policía (ej. Leyes de Defensa de la Compentencia, Lealtad Comercial, Abastecimiento), que a su vez va gestando otras ramas del Derecho que vienen a proteger otros intereses involucrados en las relaciones económicas de la comunidad, tales como el Derecho del Trabajo o el Derecho del Consumidor. Pero, así como el Estado (poder político) avanzó en la regulación de la actividad económica, un nuevo comerciante-empresario (poder económico) también creció en forma exponencial al amparo de crecimiento del intercambio internacional de bienes, servicios y capitales (globalización), con el empuje de las nuevas tecnologías en informática y comunicaciones, en especial en las últimas cuatro décadas. El Estado quedó con su poder delimitado en las fronteras nacionales con la fuerza para imponer su Derecho asociada a su peso dentro del concierto mundial, mientras que este nuevo mercader transnacional emerge con capacidad para elegir la localización de sus negocios donde le resulta más beneficioso, consolidando en Derecho de base contractual y arbitral (el arbitraje privado desplaza al Juez estatal) y hasta evitando la mediación del Estado aún como proveedor de moneda de intercambio (tecnología blockchain, bitcoin) o de imperio para la ejecución de los contratos (contrato inteligentes o Smart contrats). El viejo mercader de la Edad Media vuelve con nuevas ropas con pretensión de imponer una Nueva Lex Mercatoria. Bajo estas condiciones nuevos desafíos se presentan al desarrollo de la rama del Derecho atinente a la actividad económica en pos de equilibrar el interés por el progreso económico asociado a la dinámica de los negocios y la regulación estatal contra el fraude y la distorsión de los mercados empresariales y de consumidores.