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EL SÉPTIMO SELLO

Y LA TRANSFORMACION
DE LOS NIÑOS
Dr. William Soto Santiago
Sábado, 9 de mayo de 1998
Villahermosa, Tabasco, México

Muy buenos días, niños y


maestras de niños, maestras y
maestros de niños, de “los
cachorritos” aquí en
Villahermosa y demás lugares
cercanos. Que las bendiciones
de Cristo nuestro Salvador, el
Ángel del Pacto, sean sobre
ustedes, les bendiga
grandemente a los niños y a sus
maestras y maestros, y les use
grandemente en Su Obra en este
Día Postrero. En el Nombre
Eterno del Señor Jesucristo.
Amén y amén.
Quiero leer en la Palabra de
Dios lo que nos dice Cristo
acerca de los niños, lo cual es
aplicado tanto en el campo
espiritual como también en el
campo físico: San Mateo,
capítulo 19, verso 13 al 15, dice:
“Entonces le fueron presentados
unos niños (a Jesús), para que
pusiese las manos sobre ellos, y
orase; y los discípulos les
reprendieron.
Pero Jesús dijo: Dejad a los
niños venir a mí, y no se lo
impidáis; porque de los tales es
el reino de los cielos.
Y habiendo puesto sobre ellos
las manos, se fue de allí (o sea,
colocó Sus manos sobre los
niños y los bendijo, y luego se
fue)”.
Que Dios bendiga en nuestras
almas, y nuestras almas las
bendiga con Su Palabra y nos
permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL
SÉPTIMO SELLO Y LA
TRANSFORMACIÓN DE
LOS NIÑOS”.
Cristo enseña que de los niños
es el Reino de los Cielos, y nos
enseña que si no somos como
los niños no entraremos al Reino
de los Cielos.
Cuando Cristo murió en la Cruz
del Calvario, Él llevó nuestros
pecados y Él quitó el pecado del
mundo; el pecado que fue
cometido por la raza humana Él
lo quitó. Y todo niño que nace,
nace sin pecado; por lo tanto, si
muere, va al Cielo.
Por eso es que usted - la persona
no se tiene que arrepentir de los
pecados que cometió Adán o sus
padres, sino de sus propios
pecados, para obtener la
limpieza de sus pecados por
medio de la Sangre de
Jesucristo.
Y ahora, Cristo nos enseña que
tenemos que ser como un niño;
o sea, cuando la persona recibe a
Cristo como Su Salvador al
escuchar la predicación del
Evangelio, y lava sus pecados en
la Sangre de Cristo y recibe Su
Espíritu Santo, la persona ha
nacido en el Reino de Dios
como un niño cuando nace.
Un niño cuando nace, nace sin
pecado; él no ha pecado, no
tiene pecado; por lo tanto,
cuando una persona nace de
nuevo, ha nacido como un niño
y está sin pecado; y comienza su
vida cristiana en el Reino de
Dios, en la Casa de Dios, en una
nueva familia, que es una
familia celestial, una familia
espiritual.
Y aunque todavía está la persona
ligada a la familia terrenal, a sus
padres terrenales y a sus
hermanos terrenales, la persona
comprende que ha entrado a una
nueva familia, a una familia
celestial, que es la familia más
importante del universo
completo; y comprende que
tiene el privilegio de ser de la
Familia de Dios, un
descendiente de Dios, el cual ha
nacido en el Reino de Dios, ha
nacido en la Iglesia de
Jesucristo.
Y esto es así porque esa persona
en su alma es una semilla, una
simiente de Dios, él en su alma
es un descendiente de Dios; y ha
sido plantado aquí en la Tierra,
esa alma ha sido colocada aquí
en la Tierra, en este cuerpo
mortal, corruptible y temporal,
pero con la promesa de que
nacerá de nuevo, tendrá un
nuevo nacimiento; y ese es el
nuevo nacimiento que tiene por
medio de creer en Cristo como
su Salvador y lavar sus pecados
en la Sangre de Cristo y recibir
Su Espíritu Santo.
Y por consiguiente, la persona,
por medio de nacer de nuevo
viene a pertenecer a una nueva
familia, que es la Familia
celestial; es la Casa celestial, la
Casa de Dios, la Iglesia de
Jesucristo.
Por eso dice en el capítulo 2 de
Efesios, verso 19 en adelante:
“Así que ya no sois extranjeros
ni advenedizos, sino
conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien
coordinado, va creciendo para
ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois
juntamente edificados para
morada de Dios en el Espíritu”.
Ahora podemos ver que
pertenecemos a esa Familia
celestial, a esa Familia de Dios
como descendientes de Dios, y
somos conciudadanos con los
santos y somos edificados una
casa espiritual: la Iglesia de
Jesucristo; somos miembros de
esa Casa, de esa Familia.
Y por eso es que también,
cuando tenemos niños los
dedicamos a Dios y los
colocamos (¿dónde?) en esa
familia, en esa familia celestial.
Por eso traían los niños a Jesús,
y Jesús colocaba Sus manos
sobre los niños y los bendecía, y
estaban siendo colocados en la
Familia de Dios.
Por eso también ustedes
encuentran que el pueblo hebreo
presentaba a Dios sus niños
luego de haber nacido, y les
colocaban un nombre siempre
sabiendo, conociendo el
significado de ese nombre,
porque iba a influir en la vida de
ese niño o de esa niña.
Y ahora, vean ustedes cómo los
nombres influyen en la vida de
nuestros niños; en ellos luego se
refleja el significado de ese
nombre.
Y ahora, niños, ustedes son
bienaventurados porque no
solamente son niños, sino
porque han sido presentados al
Señor Jesucristo en nuestra edad
y en nuestra dispensación, y han
sido colocados en el Reino de
Dios, han sido colocados con la
bendición de Dios para servir a
Cristo con todo vuestro corazón.
Y en esos niños que creen en
Jesucristo, que están en la Casa
de Dios, en la Iglesia de
Jesucristo, están representados
los escogidos de Dios; no en
cualquier niño, sino en los niños
que son presentados a Cristo y
son bendecidos por Cristo, son
colocados en el Reino de Dios.
Ahora podemos ver cómo el
simbolismo del nuevo
nacimiento es representado en el
nacimiento de los niños.
Y ahora podemos ver que hay
niños bienaventurados en cada
edad y en cada dispensación, los
cuales entran al Programa de
Dios para su edad y para su
dispensación. Son niños que
representan a la Iglesia de
Jesucristo, y por eso dice1:
“Cualquiera que reciba en mi
Nombre a un niño de estos, a mí
me recibe”; y con esos niños
está representando a los niños
del Reino de Dios, que son los
hijos e hijas de Dios, los
miembros del Cuerpo Místico de
Jesucristo.
Por eso es que en el juicio de las
naciones y en el Juicio Final
será hallado todo lo que las
personas han hecho aquí en la
Tierra y su actitud frente a esos
niños del Reino de Dios, los
niños que han nacido en el
Reino de Dios. Las personas que
han nacido de nuevo han nacido
como niños espirituales y han
estado siendo alimentados con la
leche de la Palabra espiritual
para crecer y llegar a la estatura
de un varón perfecto, la estatura
de Cristo, llegar a ser perfectos
como Cristo. Y ahora, a esos
niños es que se refiere Cristo
cuando dice2: “Por cuanto lo
hicisteis a uno de estos mis
pequeñitos, a mí lo hicisteis”.
Ahora, podemos ver que tanto
los niños espirituales del Reino
de Dios (o sea, los hijos e hijas
de Dios, que nacen en el Reino
de Dios por medio del nuevo
nacimiento) como los niños
literales necesitan ser
alimentados con el alimento que
les corresponde.
El alimento físico, pues lo
necesitamos para que los niños
vayan creciendo a medida que
van comiendo todos los días en
los diferentes horarios que hay
para comer. Y así en lo
espiritual, los niños espirituales
que nacen en el Reino de Dios
necesitan alimento espiritual
para ir creciendo; porque la meta
es llegar a ser adultos
espirituales, o sea, ser iguales a
nuestro amado Señor Jesucristo
y obtener así el cuerpo eterno
que Él ha prometido para todos
nosotros.
¿Y qué será de los niños del
Reino de Dios, los niños que
están en esa etapa físicamente?,
¿qué será en el Día Postrero con
ellos? Pues estarán escuchando
la Gran Voz de Trompeta o
Trompeta Final, que es el
Mensaje del Evangelio del
Reino, el cual los despierta
espiritualmente allá en sus
almas; y ellos también
comprenderán el Mensaje, lo
recibirán en su alma.
Todos esos niños que son
simiente de Dios tienen sus
nombres escritos en el Libro de
la Vida del Cordero; por lo
tanto, ellos aun en su edad
obtienen la revelación de parte
de Cristo y obtienen todo ese
conocimiento de Su Programa
para la Edad que les toca vivir,
los que vivieron en edades
pasadas como también los que
viven en nuestro tiempo; y si la
resurrección de los muertos en
Cristo ocurre y los que estamos
vivos somos transformados, esos
niños también serán
transformados y tendrán el
cuerpo eterno.
Los ancianos creyentes recibirán
un cuerpo nuevo, los adultos
creyentes recibirán un cuerpo
nuevo, los jóvenes creyentes
recibirán un cuerpo nuevo y
eterno y los niños creyentes
también recibirán un cuerpo
nuevo y eterno; y luego todos
seremos jovencitos,
representando de 18 a 21 años
de edad.
Ahora, ¿qué estarán haciendo
los jóvenes, los niños, los
adultos y los ancianos para ser
transformados en el Día Postrero
y obtener ese cuerpo eterno?
Pues estarán escuchando esa
Gran Voz de Trompeta o
Trompeta Final del Evangelio
del Reino revelando el misterio
de la Segunda Venida de Cristo,
revelando el misterio de la
Venida del Ángel que era
diferente a los demás; y
mostrando ese misterio, que es
el misterio de la Venida de este
Ángel que era diferente a los
demás, que se encuentra aquí en
Su cuerpo teofánico, viniendo a
la Tierra en el Día Postrero en
carne humana y manifestando
los ministerios de Moisés, de
Elías y de Jesús a través de
carne humana, a través de Su
Ángel Mensajero.
Todas estas cosas son reveladas
bajo el Séptimo Sello, que es la
Segunda Venida de Cristo con
Sus Ángeles, viniendo Cristo, el
Ángel del Pacto, el Ángel de
Jehová, en carne humana en el
Día Postrero en Su Ángel
Mensajero, que será el velo de
carne que estará usando Cristo
para Su manifestación del Día
Postrero.
Y esta revelación del Séptimo
Sello (o sea, de la Venida de
Cristo) es dada, es predicada por
medio del Mensaje del
Evangelio del Reino; y hasta los
niños la escucharán —esa
predicación— y entenderán ese
misterio de la Venida del Ángel
Fuerte, del Ángel de Jehová, del
Ángel Fuerte que desciende del
Cielo, de este Ángel que era
diferente a los demás, viniendo
manifestado en carne humana en
el Ángel Mensajero del Señor
Jesucristo.
Y el Ángel Mensajero del Señor
Jesucristo no es Jesucristo,
tampoco es Moisés y tampoco es
Elías, pero en él estarán siendo
manifestados los ministerios de
Moisés, de Jesús y de Elías.
¿Quién los manifestará? Los
manifestará el Ángel que era
diferente a los demás; este
Ángel es el que viene
manifestado en carne humana en
el Ángel de Jesucristo operando
esos ministerios.
Ahora podemos ver que hasta
los niños entenderán este
misterio en el Día Postrero,
todos esos niños que son
predestinados, escogidos de
Dios, que sus almas son eternas,
que sus almas son simiente de
Dios; y por consiguiente ellos
escucharán el Mensaje y lo
recibirán, lo entenderán, lo
creerán, y ellos estarán
esperando también el nuevo
cuerpo, el cuerpo eterno que
Cristo ha prometido para los
niños también, como también
para los jóvenes, los adultos y
los ancianos.
Y ahora, ¿dónde están los niños
que serán transformados en este
Día Postrero y recibirán el
cuerpo nuevo? Pues aquí en
Villahermosa hay un grupo y en
diferentes lugares de la
República Mexicana hay
diferentes grupos; y también en
diferentes países, en todos los
países latinoamericanos y
caribeños, hay grupos de niños
que serán transformados y
tendrán el nuevo cuerpo eterno
que Cristo ha prometido para
todos Sus hijos; y todos Sus
hijos incluye niños, jóvenes,
adultos y ancianos creyentes en
Cristo y Su Programa
correspondiente a Su Primera
Venida y a Su Segunda Venida.
Y así es como para el Día
Postrero los que recibirán el
cuerpo eterno estarán
escuchando la Voz de Cristo,
esa Gran Voz de Trompeta, en la
Edad de la Piedra Angular, que
es la Gran Voz de Trompeta del
Evangelio del Reino siendo
traído por el Ángel del Pacto, el
Ángel que era diferente a los
demás, que es Jesucristo a través
de Su Ángel Mensajero.
Ahora, los niños son enseñados
de acuerdo al nivel, de acuerdo a
la edad que ellos tienen; y las
maestras de los niños tienen esa
bendición de ayudar a los niños
para que —de acuerdo a la edad
que ellos tienen— ellos
obtengan el Mensaje, a medida
que va viniendo el Mensaje de
parte de Dios para todos los
hijos e hijas de Dios; y así, al
escuchar los niños la
predicación del Mensaje, ya
saben de qué se trata el Mensaje
de Dios para todos los hijos e
hijas de Dios.
Que las bendiciones de
Jesucristo, el Ángel del Pacto,
sean sobre todos ustedes, niños
del Reino de Dios, y también
ustedes, jóvenes y adultos y
maestros y maestras de los
niños, que se encuentran aquí en
esta ocasión.
Que las bendiciones de
Jesucristo, el Ángel del Pacto,
sean sobre todos ustedes y sobre
mí también, y pronto todos
seamos transformados y
tengamos el nuevo cuerpo. En el
Nombre Eterno del Señor
Jesucristo. Amén y amén.
“EL SÉPTIMO SELLO Y LA
TRANSFORMACIÓN DE
LOS NIÑOS”.
[Revisión enero 2019]
1 San Mateo 18:5, San Marcos
9:37, San Lucas 9:48
2 San Mateo 25:40

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