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ROMANOS 1:16
INTRODUCCION AL EVANGELIO:
La palabra “evangelio” significa “buenas noticias,” y está mejor definida como ‘el mensaje
del perdón de pecados, a través de la obra expiatoria de Jesucristo.’ Es en esencia el plan de
rescate de Dios, para aquellos que confíen en Su divino Hijo, a fin de ser reconciliados con un Dios
santo y justo. El contenido esencial de este mensaje de salvación se nos expone claramente en la
Biblia.
En la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios, él presenta el contenido del mensaje
del Evangelio. “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también
recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he
predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que
asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.” (1 Corintios 15:1-4).
En este pasaje, vemos tres elementos esenciales del mensaje del Evangelio. Primero, la
frase “murió por nuestros pecados” es muy importante. Como nos dice Romanos 3:23, “por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” La realidad del pecado necesita ser
reconocida por todos los que se aproximen al trono de Dios para salvación. Un pecador debe
reconocer la desesperanza de su culpabilidad ante Dios, a fin de ser perdonado, y debe entender
que “la paga del pecado es muerte.” (Romanos 6:23). Sin esta verdad fundamental, ninguna
presentación del Evangelio está completa.
Segundo, la Persona y obra de Cristo son componentes indispensables del Evangelio. Jesús
es tanto Dios (Colosenses 2:9) como hombre (Juan 1:14). Jesús vivió una vida sin pecado que
nosotros nunca podríamos vivir, (1 Pedro 2:22) y Él es el único que podía morir una muerte
sustitutiva en lugar del pecador. El pecado contra un Dios infinito, requiere un sacrificio infinito.
Por tanto, el hombre que es finito, debe pagar el castigo por un tiempo infinito en el infierno, o el
infinito Jesucristo debe pagar por él una vez. Jesús fue a la cruz para pagar la deuda que tenemos
con Dios por nuestro pecado, y aquellos que son cubiertos por Su sacrificio, heredarán el reino de
Dios como hijos del Rey (Juan 1:12).
Tercero, la resurrección de Cristo es un elemento esencial del Evangelio. La resurrección
es la prueba del poder de Dios. Solo Él, quien creó la vida, puede resucitar después de la muerte.
Solo Él puede revertir el horror que es la muerte misma. Y solo Él puede quitar el aguijón de la
muerte y obtener la victoria sobre la tumba (1 Corintios 15:54-55). Más aún, a diferencia de otras
religiones, el Cristianismo tiene un Fundador que trasciende la muerte y quien promete que Sus
seguidores harán lo mismo. Todas las otras religiones fueron fundadas por hombres y profetas
cuyo final fue la tumba.
Finalmente, Cristo ofrece Su salvación como un regalo (Romanos 5:15; 6:23) que solo
puede ser recibido por fe, independientemente de cualquier obra o mérito de nuestra parte
(Efesios 2:8-9). Como nos dice el apóstol Pablo, el Evangelio “es poder de Dios para salvación a
todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:16). El mismo
inspirado autor nos dice, “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” (Romanos 10:9).
Estos, entonces, son los elementos esenciales del Evangelio: el pecado de todos los
hombres, la muerte de Cristo en la cruz para pagar por esos pecados, la resurrección de Cristo
para proveer vida eterna a aquellos que lo sigan, y el ofrecimiento del regalo de la salvación para
todos.
EL EVANGELIO ES PODER
En la carta a los Romanos existe un pasaje en el cual Pablo explica la importancia del evangelio
para la salvación y para la vida:
«Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel
que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se
revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.» (Romanos 1:16-17).
Pablo dice que el evangelio es poderoso. “Poder” es una traducción de dúnamis, palabra griega de
la cual se deriva el término dinamita en el castellano moderno. ¡Es raíz de la palabra
«dinamita»! Puesto que el evangelio es la fuerza de Dios, no se necesita de otra energía adicional.
Según la Nueva Concordancia de Strong, dúnamis, significa “potencia, movimiento, poder
generador o capacidad para producir cambios”.
Pero, ¿es oportuno presentarlo en la época actual aunque parezca anticuado? Si es verdad,
ofrecemos la ecuación:
“dúnamis = dinamita”.
¿La “dinamita” puede ser utilizada como una ilustración del poder del evangelio? La dinamita
destruye, en cambio la dúnamis de Dios salva. Sin embargo, se puede responder positivamente a
esta inquietud: “En este caso la “dinamita” destruye las fuerzas del “viejo hombre” y desata la más
grande liberación en nuestras vidas. Es el medio divino para la salvación de todo aquel que tiene
fe. La fe a la cual Dios se refiere está definida en Hebreos 11:1.
El evangelio es el dúnamis, “poder eficaz” o “poder eficiente”, de Dios que actúa en el mundo para
librar al hombre de la ira de Dios y devolverle la gloria que el hombre perdió cuando cayó en
pecado.
Es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: Ahora, mucha gente piensa que
el evangelio es algo que se le predica a un no creyente. Le predicamos a las personas para que
sean salvas ¿No es así? Pero miremos lo que dice Pablo en el versículo 15; El dice que tenía
muchas ganas de predicar el evangelio a los romanos. Éstos ya eran cristianos. Es más, Pablo les
había dicho en los versículos 6 y 7 que le escribía esta carta “a quienes Jesucristo ha llamado” y
también a “los amados de Dios que están en Roma” ¿Por qué quería Pablo predicarles el evangelio
a los creyentes romanos?¿No habían sido salvos ya? Y la clave está en el entendimiento de la
salvación. Nosotros somos justificados desde el momento en que nacemos de nuevo, nos
arrepentimos de nuestros pecados y creemos en Jesús como nuestro salvador. Pero aunque
somos salvos en ese momento, lo que nos mantiene en el camino de Dios es el evangelio. Y el día
de nuestra muerte, lo que nos va a salvar de sufrir la infinita ira de Dios, no son los cursos,
hobbies, deportes que hayamos practicado, los viajes que hayamos hecho, la carrera que hayamos
estudiado, las cosas buenas que hayamos hecho. Lo que nos va a salvar es la demostración de que
hemos conocido, creído y vivido el evangelio. El evangelio no es sólo la forma en que empezamos
a formar parte de la Iglesia. Es el medio que Dios nos da para vivir la vida cristiana y sobre todo, es
la forma en la que vamos a ser salvos del castigo de Dios por nuestro pecado. Dios es tan bueno,
que no sólo nos da la puerta de entrada a la salvación, también nos da los medios para
mantenerla. Los medios son tener una vida centrada en el evangelio de Jesús, esto es ser su
discípulo. Por eso es importante que conozcamos bien el evangelio, que lo atesoremos, que
podamos vivir de acuerdo a lo que creemos. Fue por oír el evangelio que pudimos nacer de nuevo,
arrepentirnos y creer en el Hijo de Dios(Romanos 10:17). Crecer en el conocimiento del evangelio
es lo que nos va haciendo madurar espiritualmente. Si queremos Iglesias robustas, con gran fuerza
para la adoración y la extensión del reino de Dios, debemos empezar por predicar el evangelio
desde los púlpitos y asegurarnos de que las personas que asisten a nuestra Iglesia sean verdaderos
cristianos
La creencia común y la variedad de la presentación son las notas claves de su logro. Sobre
todo es crucial reconocer que el contenido y la dinámica de su predicación era el Resucitado, a
quien muchos de los predicadores habían conocido y seguido durante años.
A los judíos Jesús era mostrado como Cristo, el libertador mesiánico, el clímax de la
revelación del Antiguo Testamento. Los primeros misioneros también tenían que empezar desde
el principio en su enseñanza. En Hechos de los Apóstoles se nos dan dos ejemplos: uno de
predicación a gente común (14:1517) y otro a gente culta (17:22-31). En ambos casos los cristianos
tratan el hecho de que hay un solo Dios, desacreditar la idolatría y, por la luz del Dios creador y
sustentador, preparar el camino para la revelación especial de Dios contenida en Cristo.
Este modo de proceder había sido usado por los judíos en el siglo anterior, cuando
trataban de propagar el monoteísmo ético de Israel en un mundo inmoral e idólatra, pero
anhelante. Constituyó una útil introducción a la proclamación específicamente cristiana, y fue el
sistema usado a través de varios siglos.
Eran estas cualidades las que recomendaban el nuevo mensaje, y el poder del Espíritu
Santo en sus vidas sociales y personales respaldaba sus afirmaciones. Además hubo una
característica intelectual que contribuyó grandemente a su éxito. Descubrieron cómo interpretar a
Jesús en diversas formas a fin de hacer frente a las diferentes necesidades; no estaban
rigurosamente limitados.
Tampoco eran sincretistas: no decían que las demás religiones tenían ideas que eran
igualmente ciertas y que se podían mezclar con la nueva fe. El cristianismo, como el judaísmo, no
tenía nada que ver con el sincretismo del mundo pagano, Pero los cristianos tuvieron éxito, y los
judíos no, en dar gran flexibilidad a la expresión de su fe, reteniendo al mismo tiempo el principal
patrón común y el contenido que hemos visto.
Por ejemplo, la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios podría tener mucho significado
para la mentalidad judía, pero también podría ser políticamente revolucionaria en otro lugar. Por
ello los predicadores primitivos preferían usar otras expresiones de Jesús, tales como ‘vida eterna’
o ‘salvación’.
También ‘Hijo del hombre’ era una forma peculiar de referencia que tenía connotaciones
altamente apocalípticas, las cuales eran comprendidas en algunos círculos del judaísmo, pero que
no tenían sentido en otros lugares. Por eso estos flexibles predicadores primitivos usaban palabras
que llamaban la atención de los paganos, tales como ‘Hijo de Dios’ o ‘Señor’.
Cuando tenían que interpretar la persona del Maestro, usaban el lenguaje y las formas de
pensamiento familiar a los que trataban de alcanzar. El propósito era dejar tan claro como el
cristal la singular obra salvadora del divino Jesús Crucificado y Resucitado, que era el Señor a quien
servían, así como el mensaje que proclamaban.
Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los Judíos: porque
ya los Judíos habían resuelto que si alguno confesase ser él el
Mesías, fuese fuera de la sinagoga.
Juan 9.22
Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Hechos 4:12
Y será que todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo.
Hechos 2:21
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Romanos 10:13
Así que, por eso es mediador del nuevo testamento, para que
interviniendo muerte para la remisión de las rebeliones que había
bajo del primer testamento, los que son llamados reciban la
promesa de la herencia eterna.
Hebreos 9:15