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EL PODER DEL EVANGELIO


1 CORINTIOS 15:1-4 “Ahora os hago saber, hermanos, el evangelio que os prediqué, el cual también
recibisteis, en el cual también estáis firmes, por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os
prediqué, a no ser que hayáis creído en vano. Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí:
que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al
tercer día, conforme a las Escrituras”.

El ser humano pecó contra Dios, y al pecar pasó a estar bajo condenación. Dios en Su misericordia decidió
no condenar a toda la humanidad y envió a Su Hijo para cumplir a cabalidad toda la ley, y habiendo
cumplido la ley, Jesús se ofreció a sí mismo en la cruz como sacrificio penal y sustitutivo por el pecado del
hombre, y al tercer día resucitó de entre los muertos y ascendió posteriormente a los cielos desde donde
hoy reina con autoridad.

En el texto de 1 CORINTIOS 15:1-4 hay dos eventos centrales al evangelio:

1. LA CRUZ DE CRISTO: “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras”
2. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO: “[Cristo] resucitó al tercer día conforme a las Escrituras”

Esos dos grandes eventos actúan como dos portalibros que encierran todo el mensaje del evangelio,

 Pablo comienza diciendo en 1 Corintios 15:1 que él quiere hacerles saber a los hermanos de esta
iglesia, cuál era el evangelio que les había predicado, y les asegura que por medio de ese mensaje
ellos han alcanzado salvación.

 Luego pasa a informarles que él les estaba entregando el mismo mensaje que había recibido; y lo
dice de esta manera: “Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí” (v. 3). Con esto,
Pablo certifica que el evangelio que él ha estado pasando a otros, en nada difiere del evangelio que
él recibió. Y esto es de particular importancia si recordamos cómo Pablo recibió ese evangelio y de
quién lo recibió.

En GÁLATAS 1:11-12, Pablo escribe lo siguiente: “Pues quiero que sepáis, hermanos, que el evangelio que
fue anunciado por mí no es según el hombre. Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que
lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo”.

Esto es un buen recordatorio para todos nosotros porque de la misma manera que Pablo fue fiel en pasar
a sus seguidores la verdad recibida por el Señor, de esa misma manera nosotros debemos ser fieles en
pasar a las demás generaciones el mensaje que nos ha sido dejado.

ES UN MENSAJE AL CUAL NO PODEMOS QUITARLE, NI AGREGARLE. Mira lo específico que Pablo es en este
pasaje al decir: “Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí”. Notemos el énfasis en la
frase: “LO MISMO QUE RECIBÍ”.

Ese es nuestro compromiso con el Señor y con la próxima generación:


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 ¿Somos conscientes, al predicar, que estamos entregando el mismo mensaje que nos fue
entregado a nosotros en Su Palabra?
 ¿Tenemos nosotros la conciencia limpia de que no hemos diluido el mensaje?
 ¿Estamos seguros de que no hemos maquillado el evangelio para hacerlo más placentero?
 ¿Pueden otros testificar que no hemos rebajado la oferta para que sea más conforme a la mente
de ese hombre moderno, de ese hombre light que no se quiere sentir culpable y mucho menos
acusado?

No hay mayor mensaje que el evangelio. Pero a pesar de su importancia, muy a menudo es distorsionado
masivamente o simplificado de más. La gente piensa que está predicando el evangelio cuando te dice:
“Puedes tener un propósito en la vida”, o “puedes encontrar significado en tu vida”, o “puedes tener una
relación personal con Jesús”. Todo eso es verdad y es importante, pero no llega al corazón de lo que es el
evangelio.

Al evangelio se le llama “buenas nuevas” ya que habla sobre el problema más serio que tú y yo tenemos
como seres humanos, y ese problema es simplemente esto: Dios es santo y Él es justo, y yo no lo soy. Y al
final de mi vida estaré delante de un Dios justo y santo, y seré juzgado. Y seré juzgado ya sea en base a mi
propia justicia, la falta de ella, o en base a la justicia de otro. Las buenas nuevas del evangelio son que Jesús
vivió una vida de perfecta rectitud y perfecta obediencia a Dios, no a su propio favor, sino por su pueblo. Él
ha hecho por mí lo que yo no podía hacer por mí mismo. Pero no solo vivió esa vida de perfecta obediencia,
sino que se ofreció a sí mismo como un sacrificio perfecto para satisfacer la justicia de Dios.

El gran error en nuestros días es el siguiente: creer que Dios no se preocupa de proteger su propia
integridad. Que es una deidad debilucha, que solo pasa su varita mágica de un lado a otro perdonando a
todos. No. El que Dios te perdone es algo muy costoso. Le costó el sacrificio de su propio Hijo. Fue tan
valioso el sacrificio que Dios lo pronunció valioso al levantarlo de los muertos. Así que Cristo murió por
nosotros, y fue levantado para nuestra justificación. Por lo que el evangelio es algo objetivo. Es el mensaje
de quién es y qué hizo Jesús. Y también tiene una dimensión subjetiva. ¿Cómo nos apropiamos
subjetivamente de los beneficios de Jesús? ¿Cómo los consigo? La Biblia deja en claro que no somos
justificados por nuestras obras, ni por nuestros esfuerzos, ni por nuestras acciones, sino por la fe —y solo
mediante la fe. La única manera en que puedes recibir el beneficio de la vida y la muerte de Cristo es
poniendo tu fe en Él y solo en Él. Si haces esto, eres declarado justo por Dios, adoptado en su familia,
perdonado de todos tus pecados, y habrás comenzado tu peregrinación hacia la eternidad.

ENTENDAMOS EL EVANGELIO: El término ‘evangelio’ se encuentra o aparece unas 76 veces en el Nuevo


Testamento escrito en griego. En el lenguaje original, la palabra es euangelion, que en su significado básico
quería decir simplemente “BUENAS NUEVAS”.

El verbo es euangelizo, aparece unas 54 veces en el lenguaje original y significa “TRAER O ANUNCIAR
BUENAS NUEVAS”. De manera que el evangelio tiene que ver con buenas noticias.

PERO PARA QUE LAS NOTICIAS PUEDAN SER BUENAS, PRIMERO EL PECADOR TIENE QUE OÍR LAS MALAS
NOTICIAS DE SU CONDENACIÓN.
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Esta misma palabra euangelion en el original y el verbo mismo derivan su origen de la palabra ANGELOS
que significa mensajero.

En el griego clásico un euangelos era una persona que traía un mensaje de victoria o podía significar
también alguna noticia política o personal que pudiera ser motivo de regocijo. Por tanto euangelion pasó a
ser un término técnico para significar un mensaje de victoria o un mensaje político o privado que era
motivo de gozo.

Quiero mencionar esto de antemano porque aunque esa información no define el evangelio, sí nos deja ver
algo del carácter del evangelio:

1. El evangelio tiene que ver con buenas noticias;


2. El mensaje del evangelio tiene que ver con una proclamación de victoria;
3. El evangelio es una buena noticia, que cuando es apropiadamente aceptada, recibida,
entendida, causa gozo en la persona que así lo recibe.

¿Cuáles son las razones de la cruz, y los beneficios de la resurrección? En este corto pasaje de 1
CORINTIOS 15, el apóstol Pablo establece los dos eventos centrales del evangelio:

 La muerte de Cristo, y la resurrección de Cristo, que Pablo señala en los versículos 3 y 4.

En ambos casos el apóstol hace referencia a que las Escrituras validan ambos eventos. Las Escrituras en el
Antiguo Testamento anunciaron no solo la muerte de Cristo (ISAÍAS 53:8-10), sino también la
resurrección de Cristo, al decir que Su cuerpo no vería corrupción (SALMOS 16:10).

 ISAÍAS 53:8-10 (8 Por opresión y juicio fue quitado; y en cuanto a su generación, ¿quién tuvo en
cuenta que El fuera cortado de la tierra de los vivientes por la transgresión de mi pueblo, a quien
correspondía la herida? 9 Se dispuso con los impíos su sepultura, pero con el rico fue en su muerte,
aunque no había hecho violencia, ni había engaño en su boca. 10 Pero quiso el SEÑOR quebrantarle,
sometiéndole a padecimiento. Cuando Él se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, verá
a su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del SEÑOR en su mano prosperará)

 SALMOS 16:10 (pues tú no abandonarás mi alma en el Seol, ni permitirás a tu Santo ver


corrupción)

Inmediatamente después, a partir del versículo 5 de 1 Corintios 15, Pablo pasa a describir cómo la
resurrección de Cristo fue atestiguada también por aquellos testigos oculares de los eventos mencionados:

 En el versículo 5 menciona a Cefas;


 En el versículo 6 menciona más de 500 hermanos que fueron testigos oculares;
 En el versículo 7 menciona a Jacobo y al resto de los apóstoles;
 En el versículo 8 Pablo se menciona a sí mismo como el último testigo ocular.
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Con todo esto, el apóstol Pablo nos ayuda a entender que el evangelio tiene que ver con un mensaje acerca
de la Persona de Jesús y su obra de redención, la cual está íntimamente relacionada a dos eventos
históricos firmemente atestiguados y establecidos.

Charles Spurgeon dijo lo siguiente hablando del corazón del evangelio:

El corazón del evangelio es la redención, y la esencia de la redención es el sacrificio


expiatorio de Cristo. Los que predican esta verdad predican el evangelio
independientemente de cualquier otra cosa en la que puedan confundirse; pero el que no
predica la expiación, independientemente de cualquier otra cosa que declaren, han perdido
el alma y la esencia del mensaje divino.

ROMANOS 1:16-17 “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación
de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. Porque en el evangelio la justicia de
Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ”.

 ¿Dónde radica el poder del evangelio?


 ¿Qué es capaz de hacer el evangelio?

Martín Lutero fue grandemente impactado por el mensaje detrás de este pasaje de la epístola a los
Romanos y conocemos la influencia de este hombre en la cristiandad.

Pablo comenzó este versículo con la frase: “NO ME AVERGÜENZO DEL EVANGELIO”, e inmediatamente
después nos indica por qué no se avergüenza: “PUES ES EL PODER DE DIOS PARA SALVACIÓN”.

 Esa es la razón primaria. Después de años de predicar el evangelio y ver sus efectos, no había
posibilidad de que Pablo se pudiera avergonzar de algo tan poderoso como es el mensaje de
salvación.

o Por otro lado, es posible que quizás también quisiera dejar claro a los romanos que a pesar
de haber sido perseguido a causa del evangelio y de haber estado en prisiones a causa del
evangelio, él no se avergonzaba de ese mensaje.

 Al planificar su viaje a Roma, quizás estaba tratando de comunicar que él no estaba avergonzado
de sus prisiones o de sus cadenas por causa del evangelio. Menciono esto porque cuando Pablo
escribe a Timoteo le dice que Onesíforo, muchas veces le dio refrigerio y no se avergonzó de sus
cadenas (2 Timoteo 1:16).

 En ese versículo, Pablo parece unir sus cadenas con la experiencia de vergüenza, la cual este
compañero fiel no tuvo al visitar a Pablo en prisión. Cuando Pablo escribió a los Romanos, habían
transcurrido unos 25 años después de su conversión y él había estado en múltiples persecuciones y
prisiones. Ahora que se disponía a ir a Roma, quizás quería comunicar antes de su llegada a la
capital del imperio, que no se sentía avergonzado de su pasado en defensa del evangelio.

o No olvidemos que ya se habían burlado de Pablo en Atenas (Hechos 17:32);


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o Había escapado escondido de Berea (Hechos 17:13-14);


o En Corinto cuestionaron su apostolado (1 Corintios 9);
o En Filipos había estado en prisión (Hechos 16:22-24).
o En Listra lo apedrearon y lo dieron por muerto (Hechos 14:19);
o En Tesalónica tuvo que escapar de noche (Hechos 17:9-10).

Pablo había tenido todas esas experiencias por causa del evangelio y ahora él está escribiendo a la iglesia
en Roma y quizás Pablo les quería comunicar que ninguna de sus experiencias ‘bochornosas’ era una
vergüenza para él.

Si “el evangelio es el poder de Dios para salvación de todo aquel que cree” (Romanos 1:16), entonces la
iglesia no puede confiar en ningún otro mensaje o en ninguna estrategia humana para hacer el trabajo de
Dios.

El apóstol Pablo recomendaba a su discípulo Timoteo: “lo que has oído de mí en la presencia de muchos
testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2)
porque entendía la importancia de dos elementos:

1. Transmitir el mismo mensaje que Pablo había escuchado de parte de Jesús (“lo que has oído de
mí”).
2. Que la transmisión ocurriera por medio de hombres fieles que pudieran salvaguardar la
integridad del evangelio.

LA FIDELIDAD DE LOS HOMBRES NO ES SUFICIENTE SI LA INTEGRIDAD DEL MENSAJE ES COMPROMETIDA.


UN EVANGELIO DILUIDO NO ES EL EVANGELIO.

LA IGLESIA PRIMITIVA ALCANZÓ GRANDES LOGROS, PRECISAMENTE PORQUE SUPO CONFIAR EN EL


PODER DE DIOS DETRÁS DE LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO.

Creo que la iglesia lamentablemente ha ido separándose de la centralidad del evangelio y por tanto la
próxima generación simplemente lo ha estado olvidando. El ser humano es muy olvidadizo.

No es por accidente que en el Antiguo Testamento Dios dio instrucciones para que se erigieran
monumentos como las doce piedras colocadas al cruzar el Jordán o que se celebraran fiestas como la
Pascua judía como memoriales de las cosas que Dios había hecho en el pasado.

LA VERGÜENZA DEL EVANGELIO EN EL DÍA DE HOY

Creo que nosotros, los pastores y líderes que proclamamos este evangelio, necesitamos cobrar ánimo al
recordar la vida de este gran evangelista que nunca se sintió humillado por las experiencias de la
predicación.

Menciono esto porque muchas veces el evangelio ha sido diluido, maquillado, relativizado o debilitado
en su expresión o aplicación y cada vez que eso ha ocurrido, nos hemos avergonzado del evangelio.
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Pablo había reflexionado sobre lo que el evangelio es, lo que costó poder crear el mensaje de buenas
nuevas que hoy se nos ofrece, la magnitud de la benevolencia de Dios y luego dice: “yo no me avergüenzo
del evangelio, no lo puedo hacer porque el evangelio es la historia de Jesús, escrita con Su sangre; es
buenas nuevas de salvación; es el único camino de la salvación para el hombre; es la oferta de Dios para
un hombre perdido; es el poder de Dios en acción; es la benevolencia de Dios para pecadores; y es la
justicia (carácter moral de Dios) revelada por fe y para fe. Por tanto, ‘no me avergüenzo del evangelio”.

 Cada vez que nosotros TEMEMOS OFENDER A PERSONAS porque estamos proclamando la verdad
del evangelio, esa es una manera de expresar nuestra vergüenza del evangelio.
 Cada vez que un CREYENTE NO SE ATREVE EN PÚBLICO A DECIR QUE HA CREÍDO el mensaje del
evangelio, se está avergonzando del evangelio.
 Cada vez que un predicador, de manera intencional, DEJA AFUERA LA CRUZ EN LA PREDICACIÓN
de sus mensajes, tratando de que su mensaje sea mejor recibido por las multitudes, esa es otra
manera de cómo él se avergüenza del evangelio.
 Cada vez que alguien NO SE ATREVE A HABLAR DE SU FE EN EL LUGAR DE TRABAJO, en el colegio,
en la universidad o en cualquier otro lugar, se está avergonzando del evangelio.

Es curioso ver cómo la gente se va de vacaciones y al regresar, habla libremente de su experiencia y lleva
fotos que luego muestra, PERO CUANDO VA A LA IGLESIA Y TIENE HERMOSAS EXPERIENCIAS CON EL
CUERPO DE CRISTO, NO SE ATREVE A DECIR NADA A LAS MISMAS PERSONAS A QUIENES LES HABLÓ DE
SUS VACACIONES. SI EL EVANGELIO NOS DA VERGÜENZA, JAMÁS DAREMOS LA VIDA POR CRISTO.

 Nosotros, los obreros y siervos de Cristo, NO NOS PODEMOS DAR EL LUJO DE AVERGONZARNOS
DE ESTE MENSAJE CUANDO NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO NO SE SINTIÓ AVERGONZADO AL
MORIR EN UNA CRUZ desnudo, traspasado, ensangrentado por haber cargado sobre Sus espaldas
con el peso del castigo que nos correspondía a nosotros por nuestros pecados.

 ÉL TAMPOCO SE AVERGÜENZA DE LLAMARNOS HERMANOS (Hebreos 2:11). Hoy nosotros leemos


el evangelio en una Biblia escrita con tinta, pero dos mil años atrás, el mensaje fue impreso con
sangre. Más aún, con la sangre del Unigénito del Padre.

Esta idea de no avergonzarse del evangelio es algo que Pablo le menciona no solamente a los creyentes de
la iglesia de Roma, sino que cuando él escribe su segunda carta a Timoteo, Pablo anima a su discípulo más
joven, Timoteo, a que no tenga vergüenza del mensaje del evangelio ni del portador de ese mensaje
(Pablo). Así lo expresa:

 2 TIMOTEO 1:12 Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí,
prisionero suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios
 2 TIMOTEO 1:8 Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en
quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día

Pablo quería ver en su discípulo el mismo fuego y la misma pasión que existía en su corazón por la
defensa del evangelio y por el contenido del mensaje.

EL PODER DEL EVANGELIO


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El versículo de Romanos 1:16 citado más arriba indica que “el evangelio es el poder de Dios para salvación
para todo aquel que cree”.

EN LA INSPIRACIÓN DEL MENSAJE DE LA CRUZ, DIOS HA DEPOSITADO UN PODER ESPECIAL RESPALDADO


POR SU ESPÍRITU para que cuando esa palabra llegue al oído del que escucha pueda producir un efecto
que va más allá de simples palabras.

El Espíritu de Dios no va a respaldar palabras de hombres. El evangelio es poder que viene de lo alto, pero
trae salvación a los hombres aquí abajo.

“‘LA SALVACIÓN’ (sōtēria) es un concepto amplio.


 Incluye el perdón de pecados, pero es mucho más que eso porque en su significado básico tiene
que ver con estar ‘completo’ o estar ‘intacto’.
 Promete la restauración de todo lo que el pecado ha dañado o destruido.
 Es el término general que une en sí mismo los aspectos particulares de la verdad sugeridos por
[los términos] ‘justificación,’ ‘reconciliación,’ ‘santificación’ y ‘redención.’”

Cuando Pablo entendió el mensaje del evangelio se dio media vuelta y comenzó a correr en sentido
opuesto.

EL MENSAJE DE LAS BUENAS NUEVAS ES UN MENSAJE RADICAL Y DEBE PRODUCIR UN CAMBIO RADICAL;
Y SI EL CAMBIO QUE TÚ VES EN TI NO ES RADICAL, HERMANO, EN NOMBRE DE CRISTO, YO QUIERO
PREGUNTARTE:

 ¿Cuál fue el evangelio que creíste?; ¿cuál fue el evangelio que abrazaste? El evangelio bien
entendido tiene el poder de tomar la vida de una persona y darle una vuelta de 180 grados hasta
el punto que ese hombre ahora mira para atrás y considera como perdido todo el tiempo anterior
que corrió fuera del evangelio.

Observemos las palabras del apóstol Pablo en:

 FILIPENSES 3:7-8 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de
Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de
conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de
ganar a Cristo.

¿Qué fue aquello que Pablo consideró como ganancia en un pasado y que ahora es basura? Él nos dice en
Filipenses 3:5-6 que fue “circuncidado el octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo
de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia
de la ley, hallado irreprensible”.

Pablo parecía estar diciendo: EL RITUALISMO DE LA CIRCUNCISIÓN PASÓ A SER BASURA. EL ABOLENGO,
BASURA. EL RENOMBRE, BASURA. LA RELIGIOSIDAD, BASURA. EL COMPLACER A DIOS POR MEDIO DE LAS
OBRAS DE LA LEY, BASURA. EL SER IRREPRENSIBLE ANTE EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY, BASURA.
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Cuando Pablo entendió el verdadero evangelio, él cambió todo eso por el gozo de:

 FILIPENSES 3:9-11 Ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que
es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerle a Él, el
poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su
muerte, a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos.

ESE ES EL MENSAJE DEL EVANGELIO: QUE UN HOMBRE MURIÓ EN NUESTRO LUGAR Y RESUCITÓ DE
ENTRE LOS MUERTOS ASEGURANDO ASÍ NUESTRA RESURRECCIÓN FUTURA.

 Ese mensaje cambió a Pablo y unos 1500 años después cambió a Lutero. Lutero había vivido la
mayor parte de su vida atormentado por la imposibilidad de poder satisfacer la justicia perfecta y
absoluta de un Dios santo, como dijimos antes. La historia cuenta que Lutero supo pasar hasta tres
horas en un confesionario confesando sus pecados a su superior que estaba sobre él, y saber
pararse de ese confesionario y volverse a los pocos segundos y decir algo así: ‘Padre, pero se me
quedó todavía un pecado sin confesar’.

Lutero vivió bajo la tortura continua de sentirse acusado por el dedo de Dios en contra de su conciencia
que él consideraba altamente pecaminosa.

En una ocasión alguien le preguntó: ¿Lutero tú amas a Dios? Y su respuesta fue: “¿Amar a Dios? A veces
yo lo odio”. Y la única razón era que Lutero no podía encontrar paz para su alma cuando pensaba en el
pecado del hombre y la justicia perfecta de Dios que demanda un estándar de perfección absoluta, para
poder entrar a la presencia de Dios.

Cuando Lutero llegó a entender el valor del evangelio, él experimentó un gozo profundo que fue recogido
en una expresión ya citada en este libro, pero vale la pena repetir porque nos deja ver con claridad el
poder del evangelio:

 Finalmente, meditando día y noche por la misericordia de Dios yo comencé a entender que la
justicia de Dios es aquella a través de la cual el justo vive como un regalo de Dios por fe… con esto
yo me sentí como si hubiese nacido de nuevo por completo y que hubiese entrado al paraíso
mismo a través de las puertas que habían sido abiertas ampliamente.

En un solo día, a través del entendimiento de un solo pasaje, la vida de Lutero cambió profundamente.
Lutero fue cambiado y el mundo fue cambiado por Lutero, y este mensaje del evangelio fue lo que cambió
al mundo. PABLO Y LUTERO TRASTORNARON Y CAMBIARON EL MUNDO POR MEDIO DEL EVANGELIO
QUE ES PODER DE DIOS PARA SALVACIÓN.

 PABLO CAMBIÓ DE PERSEGUIDOR A PERSEGUIDO POR MEDIO DEL EVANGELIO, Y ESE FUE EL
MISMO EVANGELIO QUE CAMBIÓ LAS CONDICIONES DE LOS PRIMEROS SIGLOS.
 LUTERO CAMBIÓ DE ACUSADO A LIBERTADO POR MEDIO DEL PODER DEL EVANGELIO, Y ESE FUE
EL MISMO EVANGELIO QUE CAMBIÓ LA CARA DE EUROPA POSTERIOR A LA REFORMA.
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 Y ESE ES EL MISMO EVANGELIO QUE PUEDE CAMBIAR TU VIDA, LA DE TU FAMILIA, NUESTRA


NACIÓN Y TODO UN CONTINENTE.

¿DÓNDE RADICA EL PODER DEL EVANGELIO? Déjame compartir estos versículos y quizás podamos ver de
dónde viene su poder.

En Marcos 1:14 (Después que Juan había sido encarcelado, Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio
de Dios) el MENSAJE es llamado EL EVANGELIO DE DIOS, de manera que el contenido de este mensaje
tiene detrás la sabiduría de Dios y el poder de Dios.
Imagínate el poder de un mensaje elaborado conforme a la profundidad de la sabiduría inescrutable de
Dios y respaldado por el poder que le dio origen a todo el universo. El evangelio de Dios es ambas cosas:

 1 CORINTIOS 1:2 “Porque la necedad de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios
es más fuerte que los hombres”

En MARCOS 1:1 (Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios) encontramos la frase: EL EVANGELIO
DE JESUCRISTO, de manera que este mensaje tiene que ver, no solamente con el Padre que nos ha dado a
Su Hijo, sino también tiene que ver con el Hijo, cuyo cuerpo, la tumba no pudo retener.

En MATEO 4:23 Y 9:35 (Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y proclamando el
evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo / Y Jesús recorría todas las
ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando
toda enfermedad y toda dolencia)

El mensaje es llamado EL EVANGELIO DEL REINO, lo cual nos ayuda a entender que este mensaje es el
camino a través del cual el hombre puede tener acceso al reino de Dios; un reino inconmovible que no
tendrá fin.

En HECHOS 20:24 (Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder
terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del
evangelio de la gracia de Dios)

El mensaje es llamado EL EVANGELIO DE LA GRACIA DE DIOS, y aquí el texto o la frase nos ayuda a
entender que este mensaje con sus bendiciones, no es algo que el hombre puede ganarse o puede
alcanzar por su propio esfuerzo, sino que le es dado por Dios, a través de o por medio de la gracia que Dios
ha impartido en la Persona de Su Hijo.

La gracia de Dios se ha definido con frecuencia como un favor que se recibe pero que no se merece. No es
el resultado de algún trabajo realizado, sino que es un favor realizado por el que entrega el obsequio.
Piensa, por ejemplo, en un regalo que recibes pero por el cual no trabajaste o que no buscaste. Hace poco,
unos amigos nos regalaron una tostadora. Cuando les agradecimos el gesto y preguntamos por qué lo
hicieron, la respuesta de ellos fue concisa: «Porque quisimos». No fue porque lo pedimos o porque seamos
buenas personas. Su regalo fue movido por gracia y eso nos llenó de gratitud hacia ellos.
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La gracia de Dios es infinitamente mayor, pues merecemos todo lo opuesto a lo que Él nos entrega.
¡Ciertamente no una tostadora! Merecemos condenación pero recibimos salvación. Ese es el mensaje de
Sola Gratia y la respuesta a este favor en el cristiano es un sometimiento incondicional a la Palabra de Dios.
Ya no vive para revolcarse esclavizado en el pecado, sino solo para la gloria de Dios en gratitud.

Hubo una época en la que esta verdad había quedado en el olvido, hasta que la Reforma protestante
irrumpió para recuperarla y proclamarla. La batalla de los reformadores en el siglo XVI fue contra la élite de
la Iglesia católica y la corrupción que emanaba de su sistema que distorsionaba el evangelio. Al día de hoy,
todavía promueven que los méritos de los creyentes contribuyen en su salvación.

Los protestantes rechazaron esa enseñanza porque es contraria a las Escrituras y afirmaron que la Biblia
enseña que la salvación es por gracia sola, sin que ella tenga que estar acompañada de méritos que fueran
suficientes para alcanzarla por nosotros mismos. Como dijo Juan Calvino: «Los más santos entre nosotros
saben que se mantienen firmes por la gracia de Dios y no por sus propias virtudes». A medida que hombres
y mujeres se apegaban a la Escritura, Dios los guió en la Reforma hacia un entendimiento más bíblico del
evangelio y la necesidad de volver a colocar a Dios en el centro de todo y al ser humano en el lugar
secundario y digno que le corresponde.

Desafortunadamente, en nuestros días escuchamos de falsos evangelios que demandan esfuerzo y buenas
obras para ganar acceso al cielo. El evangelio de la prosperidad es uno de ellos, porque afirma que las
personas son llamadas a dar dinero a cambio de recibir milagros y experimentar el favor de Dios. Pero no
debemos dejarnos engañar por falsedades como estas. ¡Vayamos a la Escritura!

LA NECESIDAD DE LA GRACIA

En el primer capítulo de su carta a los creyentes en la ciudad de Éfeso, Pablo enseña sobre los beneficios
espirituales que poseen todos los cristianos y que constituyen parte de su identidad (Ef 1:3-14). Él agrega
que el Padre nos da esas bendiciones y ha hecho a Jesucristo cabeza de la Iglesia, quien tiene la
preeminencia y autoridad sobre su pueblo unido a Él producto de su obra salvífica (vv. 15-23).

El apóstol quiere que los cristianos conozcan la razón para el recibimiento de los beneficios que les ha
detallado. Entonces avanza en su argumento y proclama: ¡Somos salvos por gracia! «Porque por gracia
ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe» (Ef 2:8-9). Muchos creyentes conocemos bien ese pasaje, pero para llegar a
esta declaración, Pablo habla antes de la evidencia de la necesidad de la gracia. Les recuerda a sus lectores
que ellos estaban «muertos en sus delitos y pecados», espiritualmente sin vida (Ef 2:1).

Una persona muerta no tiene ningún tipo de reacción, como bien sabemos. Debido a que ya partió de este
mundo, su espíritu le ha dejado y lo que queda se convertirá en polvo que permanecerá en la tierra hasta el
momento de la resurrección (Jn 5:25-29). De igual forma, la mortandad espiritual de los cristianos efesios,
antes de que fuesen creyentes, se evidenciaba porque ellos no podían reaccionar ante Dios; al menos no de
manera correcta. Ellos tenían una conducta según la corriente de este mundo, conforme a Satanás. Vivían
en las pasiones de su carne. Estaban destinados al infierno porque habían merecido la ira de Dios sobre
ellos (Ef. 2:2-3).
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Lamentablemente, el estado espiritual previo de los lectores originales de esta carta no es una
característica exclusiva de ellos. Todo el que está sin Cristo está muerto espiritualmente. El origen de esta
realidad oscura la hallamos en el Edén, con el pecado de Adan y Eva (Ro 5:12). Desde entonces, ningún
hombre o mujer, vivo o muerto, tiene ni puede tener por sí mismo cualquier tipo de relación o respuesta
buena hacia Dios. Las emociones y deseos del alma no pueden tornarse hacia el Señor solamente por la
voluntad de un individuo porque ¡estamos muertos! No es que simplemente sea difícil buscar o aceptar a
Dios, sino que es imposible debido a nuestra muerte espiritual.

Sin Cristo, el corazón está atado por el lazo del diablo (2 Ti 2:26). El ser humano no es en esencia bueno a
nivel moral, como el humanismo sostiene. Al contrario, es inherentemente pecaminoso por naturaleza a
causa de la caída y todo lo que es y hace está manchado por el pecado (Ro 3:10-18). «Como está escrito: No
hay justo, ni aun uno» (v. 10). Además, la raza humana decidió esconder y obstruir la verdad de Dios y la
moral resultante. El resultado es catastrófico: un mundo que llama malo a lo bueno y bueno a lo malo
(1:18-32). Por lo tanto, todos necesitamos la gracia de Dios.

Sin embargo, como ya leímos, Pablo añade: «Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la
fe, y esto no procede de ustedes» (Ef 2:8). ¡El favor de Dios es lo que marca la diferencia! Por eso nos
preguntamos: «¿En la salvación todo lo hace Dios? ¿Qué hay de mi voluntad? ¿No soy yo quien decide
seguir a Cristo o no?».

Algunos consideran que el factor determinante en la salvación es la voluntad humana y no la gracia divina.
Sin embargo, el árbitro final en el tema de la salvación debe ser la propia Escritura y ella enseña lo opuesto.
Aunque el ser humano es responsable de creer el evangelio, el milagro del nuevo nacimiento es realizado
soberanamente por el Espíritu, en el tiempo de Dios y conforme a Su voluntad, cuando alguien ha sido
expuesto en el evangelio (Jn 3:3-8). Dios obra en el corazón del pecador, regenerándolo, lo cual lo habilita
para expresar con su boca que Jesús es el Señor (Ro 10:9). Es debido a esa obra que el pecador, ahora
arrepentido, puede tomar una decisión consciente y se entrega a Cristo al verlo tan glorioso, lleno de amor
y digno de adoración (Jn 6:65; 2 Co 4:3-6; cp. 1 Co 1:22-24).

Somos salvos por gracia, no producto del «libre albedrío» humano. Algunos pueden sentirse rígidos o
fruncir el ceño con esta última afirmación. Puedo entender la resistencia porque pasé por esa misma
experiencia. Uno siempre busca algún mérito en uno mismo, pero al entender los pasajes de la Palabra que
hablan de la gracia soberana de Dios en la salvación, no nos queda más remedio que rendirnos en gratitud
ante la revelación divina. Ella nos dice que no merecíamos nada, que nada podríamos alcanzar por nuestros
medios, que ni siquiera teníamos la disposición y menos la capacidad de buscar a Dios. Todo ha sido por su
gracia sola. Esta verdad nos debe conducir a una adoración humilde a Dios.

Cuando un ciego ve por primera vez gracias a un milagro hecho por Dios, es imposible que retenga sus
emociones y no declare lo maravilloso de su nueva experiencia mientras adora y exalta al Señor. Lo mismo
sucede con el pecador que es alcanzado por Dios para salvación. La gracia embarga el alma del creyente con
un sentido de reverencia e indignidad santa que resulta en una actitud de rendición y sumisión a su Palabra.
Somos la evidencia concreta del favor de Dios. Adoración y gratitud son el resultado de haber
experimentado su gracia poderosa. Sin embargo, no debemos ignorar esto: la gracia de Dios tiene un costo.

EL COSTO DE LA GRACIA
12

Algunos cristianos limitan la gracia a una simple emoción divina. Eso no debe sorprendernos, pues vivimos
en una generación caracterizada por el emocionalismo. Se tiene la idea de que la gracia es un sentimiento
de bondad que Dios posee y por el cual se ve obligado a compartir con sus criaturas. Pero esa forma de
pensar conduce al abuso de la gracia porque nos lleva a menospreciar el costo de nuestra redención, un
costo que nos mueve a vivir en santidad y entrega a Dios (Lc 7:36-48; 1 P 1:13-21).

Es importante destacar que la gracia no es un regalo adquirido a bajo precio en algún establecimiento
comercial celestial en época de liquidación o viernes negro. La palabra «gracia» siempre debe llevarnos a
pensar que implica algo que recibimos sin merecerlo, pero por el cual hubo un precio previamente pagado.
Por definición, la gracia de Dios hacia los pecadores presupone una tragedia de trascendencia cósmica
producto de que el Hijo de Dios asumió el costo de la reconciliación.

Piensa en lo que dice Pablo cuando afirma que el Padre «nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
ustedes han sido salvados)» (Ef 2:5). No es posible despegar o divorciar la gracia de la persona misma de
Cristo, debido a que es precisamente por medio de su sacrificio que obtenemos la salvación. El profeta
Isaías testificó del sufrimiento de Cristo, diciendo:

Fue despreciado y desechado de los hombres,


Varón de dolores y experimentado en aflicción;
Y como uno de quien los hombres esconden el rostro,
Fue despreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades,
Y cargó con nuestros dolores.
Con todo, nosotros lo tuvimos por azotado,
Por herido de Dios y afligido (Isaías 53:3-4).

El pecado provocó un problema cósmico que rompió nuestra relación con Dios. Sin embargo, en vez de
ignorarlo o simplemente destruir la raza humana, Dios lo enfrentó para solucionarlo. Isaías describe
magistralmente lo que Cristo padeció por su pueblo. Por lo tanto, no se trató solo de una reacción
emocional visible de la divinidad. La gracia no tiene costo para nosotros, pero tuvo un precio altísimo para
Dios.

Esta verdad nos llena de asombro y nos empuja a vivir para Dios. Si Cristo sufrió hasta derramar su sangre
en la cruz, ¿no deberíamos caminar en santidad en gratitud a su amor? ¿No deberíamos también estar
dispuestos a darlo todo por causa de su reino? No importa el área en que te desenvuelvas, como cristiano
se espera que puedas esforzarte por llevar gloria a su nombre mediante la realización de un trabajo digno y
con excelencia. Estas son solo algunas de las muchas implicaciones de la verdad del costo de la gracia.

Pablo le dice a la Iglesia de Corinto: 2 CORINTIOS 4:4 (en los cuales el dios de este mundo ha cegado el
entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que
es la imagen de Dios)

El mensaje es llamado EL EVANGELIO DE LA GLORIA DE CRISTO, y esto nos ayuda a entender que de alguna
manera lo que este mensaje encierra es la gloria misma del Hijo de Dios, de la segunda persona de la
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Trinidad. Y la manera como este mensaje proclama esa gloria es porque nos deja ver la gracia, la
misericordia y el amor de Dios expresado a través de la obra redentora de nuestro Señor.

En EFESIOS 6:15 (y calzados LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ)

El mensaje es llamado EL EVANGELIO DE LA PAZ, y ahora entendemos que este mensaje es lo que ha
permitido romper la enemistad entre Dios y el hombre, y ha establecido precisamente la paz de la cual el
ser humano no podía disfrutar sin la intervención de la Persona de Jesús.

En APOCALIPSIS 14:6 (Y vi volar en medio del cielo a otro ángel que tenía un evangelio eterno para
anunciarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo)

El mensaje es llamado EL EVANGELIO ETERNO, y esto nos da a nosotros un entendimiento de que la idea
del evangelio que proclama la muerte y la crucifixión de nuestro Señor Jesucristo a favor de los pecadores
para la redención de ese hombre caído, no fue algo que surgió en la mente de Dios de manera secundaria,
después que Adán había pecado, sino que antes de la fundación del mundo, el mensaje del evangelio había
sido diseñado, predestinado y orquestado por Dios para entrar en ejecución una vez que el hombre
transgrediera la ley de Dios. Desde ese momento, entonces, en la eternidad pasada, el calendario se ha
movido en dirección a la cruz.

LOS EFECTOS DE LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO

 Es por medio del evangelio que Dios termina su enemistad con el hombre.
 Es por medio del evangelio que Dios elimina la condenación del hombre.
 Es por medio del evangelio que Dios establece Su reino inconmovible.
 Si el evangelio nadie puede ser salvo.

Por otro lado, si revisamos nuevamente hasta donde la caída afectó al hombre, entonces podremos
entender mejor el poder del evangelio en la salvación.

CUANDO ADÁN CAYÓ, ADÁN SUMERGIÓ A LA RAZA HUMANA EN UNA OSCURIDAD DEL PENSAMIENTO .
Pero ahora, el evangelio es capaz de devolverle al hombre la luz de la cual él carecía, permitiéndole ver el
mundo de otra manera y entender las verdades espirituales que anteriormente no podía discernir.
 LA MENTE ENTENEBRECIDA DEL HOMBRE COMIENZA AHORA A TENER LUZ. El evangelio dispersa la
oscuridad de la mente humana. ESE ES EL PODER DEL EVANGELIO.

LA CAÍDA DEL HOMBRE NO SOLO AFECTÓ AL HOMBRE EN SU PENSAMIENTO, SINO QUE PRODUJO EN EL
HOMBRE UN CORAZÓN DE PIEDRA, Y ES ESE CORAZÓN EL QUE RESULTÓ SER ENGAÑOSO, es ese corazón
que tiene malos deseos, malas intenciones y poca sensibilidad o ninguna hacia las cosas de Dios.

 PERO EL EVANGELIO TIENE LA CAPACIDAD DE TOMAR ESE CORAZÓN Y CONVERTIRLO EN UN


CORAZÓN DE CARNE, SENSIBLE A LA VOZ DE DIOS Y A LOS PROPÓSITOS DE DIOS. El corazón
rebelde es hecho sumiso por medio del evangelio. El corazón incrédulo es retornado a la credulidad.
Y el corazón pecaminoso es limpiado por medio el poder del evangelio. ESE ES EL PODER DEL
EVANGELIO.
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LA VOLUNTAD DEL HOMBRE CAÍDO QUEDÓ ESCLAVIZADA COMO YA HABÍAMOS ANALIZADO Y ATADA AL
PECADO. Pero por medio del evangelio, ese hombre recobra su libertad de manera tal que ya no tiene que
seguir obedeciendo los dictámenes de Satanás.

 Ese hombre libre puede ahora seguir a Dios, ser formado a Su imagen y disfrutar de los beneficios
de una relación con Dios. EL EVANGELIO GARANTIZA MI LIBERTAD PARA SIEMPRE, DE MANERA
QUE EL EVANGELIO NO SOLO ME PROMETE LIBERTAD, SINO QUE ME LA GARANTIZA, Y POR
TANTO, EL EVANGELIO ES CAPAZ DE DARME ESPERANZA. ESE ES EL PODER DEL EVANGELIO.

EL PODER DEL EVANGELIO SE EXTIENDE A TRAVÉS DEL TIEMPO: PASADO, PRESENTE Y FUTURO. En el
pasado, cuando el evangelio nos encontró, nos libró de la pena del pecado que pesaba sobre nosotros. Pero
debido al poder perdonador del evangelio, hoy somos libres.

 Nosotros necesitamos del evangelio en el pasado para ser librados de la pena del pecado y en el
presente nosotros seguimos necesitando del evangelio.
 En el presente, el mensaje del evangelio nos sigue liberando del poder del pecado. Dicho de otra
manera, el evangelio bien entendido es el mensaje que me libera hoy de la influencia que el
pecado ejerce sobre mi mente, mi corazón y mi voluntad. Esto destaca el poder santificador del
evangelio.

ENTENDER EL EVANGELIO ME AYUDA A OBEDECER POR AMOR A DIOS Y POR AGRADECIMIENTO A ÉL. El
mensaje del evangelio continúa en el día de hoy santificando nuestras vidas. No podemos pensar que el
evangelio es simplemente para aquellos que aún no han creído. Creo que todos los teólogos ortodoxos
coinciden en que todos los que hemos creído en Cristo como Señor y Salvador y que tenemos salvación,
permanecemos diariamente en necesidad del evangelio y es ese mensaje que puede continuar santificando
nuestras vidas.

 Finalmente, relacionado al tiempo futuro, el evangelio es necesario para continuar brindándome


esperanza y certidumbre de que no he creído en vano y que en un tiempo futuro, Dios reivindicará
Su Nombre y glorificará mi cuerpo para entrar en gloria, y esto es un efecto también directo del
evangelio.

Entonces habré sido librado de la presencia de pecado.

 EL EVANGELIO ME LIBERA DE LA PENA DE PECADO EN EL PASADO, DEL PODER DEL PECADO EN EL


PRESENTE Y DE LA PRESENCIA DE PECADO EN EL FUTURO. ESE ES EL PODER DEL EVANGELIO.

El apóstol Pablo entendió mejor que cualquier otra persona la necesidad de mantener la pureza del
evangelio para que este ejerciera su efecto en todo su poder. Por eso cuando él le escribió a la iglesia de
Corinto les recuerda que a la iglesia le estaba entregando lo mismo que él recibió.

 1 CORINTIOS. 2:1-5 Cuando fui a vosotros, hermanos, proclamándoos el testimonio de Dios, no fui
con superioridad de palabra o de sabiduría, pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto
a Jesucristo, y éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y con temor y mucho
15

temblor. Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los
hombres, sino en el poder de Dios.

A DIOS LE PLACIÓ QUE LA SALVACIÓN DEL HOMBRE VENGA A TRAVÉS DEL MENSAJE DE LA CRUZ . La cruz
de Cristo no puede quedar escondida en nuestra predicación. Cuando la cruz de Cristo queda escondida en
el mensaje, Dios entiende una de dos cosas:
 que yo me avergüenzo de la cruz porque no suena tan sofisticada como el mensaje filosófico de
los eruditos
 que yo le tengo miedo a la respuesta que el otro pueda tener a la demanda radical de la cruz.

NINGUNA DE ESAS DOS COSAS SON ACEPTABLES PARA DIOS. El mensaje de la cruz demanda algo radical
del hombre y ese hombre tiene que saberlo desde el principio. Pero hoy muchos han dejado a un lado el
mensaje radical para predicar un mensaje de prosperidad, de motivación, de confesión positiva afirmando
que podemos crear realidades con nuestras palabras.

Hermano, es posible predicar y dejar afuera a Cristo y Su cruz. Permíteme ilustrarlo. Algunas iglesias se
anuncian con letreros que dicen cosas como estas:

 En esta iglesia usted puede ‘conocer nuevos amigos’, ‘escuchar mensajes positivos y prácticos’.

Muchas veces los títulos de los mensajes de predicación suenan como los siguientes:

 Cómo tener una buena imagen de ti mismo


 Mente positiva (Visualízalo, decrétalo, recíbelo)
 Cómo vencer la depresión
 Cómo tener una vida exitosa
 Cómo manejar tus finanzas
 Los secretos de una vida familiar
 Eres un Campeón
 Cómo vencer el estrés

En todo eso yo puedo predicar que todo lo puedo en Cristo quien me fortalece y dejar fuera el mensaje
de la cruz. Podemos predicar cómo Cristo puede salvar tu matrimonio y dejar fuera la cruz.

Podemos incluso predicar cómo Cristo te puede sacar de la drogadicción y dejar fuera la cruz, y así
sucesivamente. La predicación del evangelio ha sido cambiado por un mensaje moralista y terapéutico.

 Por eso Pablo dice a los Corintios que cuando fue a ellos se propuso predicar a Cristo y a este
crucificado. Cuando la cruz se queda afuera, se queda el evangelio afuera. La figura del predicador
nunca puede ser tan grande como para esconder la cruz de Cristo.

 La cruz de Cristo y el mensaje de la cruz son necesarios porque no hay ninguna otra cosa que en dos
mil años de historia haya cambiado a la humanidad.
16

La psicología no ha podido, la sociología tampoco ha podido mejorar la condición de la sociedad. La


sociología diagnostica el problema social pero deja a la sociedad enferma. Hoy tenemos más sociólogos que
en toda la historia de la humanidad, y hoy tenemos mayor índice de divorcio, suicidio y drogadicción que en
cualquier otro tiempo.

La educación no ha cambiado la condición del mundo. Los países más educados como los de Europa y
Norteamérica tienen los peores índices de depresión y problemas sociales. Esos países tuvieron su época de
oro, y ¿cuándo fue eso? Cuando en esos países se predicó la cruz de Cristo de una forma abierta y directa, y
se predicó como una solución a los problemas de la sociedad.

Cuando en esos lugares dejó de predicarse el mensaje de la cruz porque era ofensivo al hombre moderno,
la sociedad comenzó a deteriorase. Lo único que ha cambiado al mundo es el mensaje de la cruz de Cristo,
tanto así que en la medida en que las iglesias han ido ocultando el mensaje de la cruz, en esa misma
medida nosotros hemos visto el deterioro de las iglesias.

Pablo es tan consciente de eso que él no quiso hacer uso de una gran oratoria cuando fue a la ciudad de
Corinto porque él no quería que la audiencia se impresionara con el don de la prédica, sino con Aquel que
da el don. Pablo no quería ser visto, él quería que los demás vieran a Jesús.

 El evangelio me muestra que Dios estaba airado contra el pecador, pero me recuerda que Cristo
removió esa ira.
 El evangelio me enseña que el culpable nunca quedará impune, pero me recuerda que Cristo me
declaró inocente.
 El evangelio de la cruz me enseña que el pecado siempre será juzgado, pero me recuerda que
Cristo fue a juicio por mí.
 El evangelio me demuestra que el pecador es digno de muerte, pero me recuerda que Cristo murió
por mí.
 El evangelio me muestra que la muerte es un enemigo poderoso, pero me recuerda que la tumba
no pudo retener a Cristo, quien murió en mi lugar. Ese es el evangelio… ese es el poder del
evangelio.

MARCOS 15:15-16 (15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado).

Jesús dejo un mandamiento a sus discípulos de ir a predicar el evangelio, y obedecer este mandamiento
para ellos representaba la salvación o la perdición de muchos seres humanos

Ellos iban a dar por gracias, lo que por gracia recibieron de Dios, y a través de esa acción muchos iban a
encontrar el regalo de la salvación; pero no ir implicaría la perdición y condenación eterna para muchos; el
corazón del Padre estaba dolido a causa del pecado que abundaba en todos nosotros y que nos separaba de
él, por lo que envió a su hijo.

Jesús obedeció y su misión era traer las buenas nuevas de salvación y morir en la cruz del calvario por
nuestros pecados para darnos salvación; los pastores en las colinas de belén, escucharon las buenas nuevas
expresadas por los ángeles, donde había llegado el salvador del mundo.
17

 JUAN 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Cristo camino en medio nuestro y nos mostró al Padre, mostro su amor, su bondad, su misericordia y su
misión para darnos redención, enseño que era el único camino para ir al cielo.

 JUAN 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Jesús escogió a 12 hombres imperfectos para que fueran sus discípulos y los amo así, les enseño su verdad y
su doctrina, aunque uno de ellos lo traicionó, pero los once restantes llenaron su ciudad del evangelio de
Cristo y algunos de ellos traspasaron las fronteras llevando el evangelio, cumpliendo el mandato de Jesús.

 Que Jesús es el salvador, que en él hay perdón y reconciliación

Jesús cumplió su misión y fue crucificado, sepultado y según las escrituras, resucito al tercer día, pero antes
de irse para estar a la diestra del Padre, dijo:

 HECHOS 1:8 (pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.)

TESTIGOS (gr. martus o martur: de donde proviene la voz castellana mártir, uno que da testimonio
mediante su muerte)

Un mártir es aquel que muere por una causa, por eso Cristo le estaba diciendo que para ser capacitados
iban a recibir al Espíritu Santo y de forma implícita les señalo a sus discípulos que corrían el riesgo de ser
perseguidos, y muertos a causa de cumplir con el mandamiento de Jesús de predicar el evangelio.

Los discípulos asumieron ese compromiso, a pesar de los que implicaba para sus vidas, y fueron decididos y
apasionados por la verdad de Jesús, firmes en sus convicciones de llevar el evangelio que transforma las
vidas del hombre.

La gran mayoría de ellos murió a causa de predicar el evangelio de la gracia (decapitados, quemados,
traspasados por espadas, apedreados, crucificados, comidos por las fieras, etc.) a excepción de Juan que
murió lleno de días, los demás fueron mártires y no les importo porque estaban convencidos que los que
escucharan el evangelio podrían salvarse, por esa causa era imperante que predicaran.

A pesar de la ola de asesinatos y persecuciones que se instauro para borrar del mapa al evangelio, ellos no
dejaban de cumplir el mandato de Jesús, porque ese mandato estaba siempre presente en sus corazones
como una ordenanza. ¿Cómo actuamos hoy?

LA VERDAD ES QUE ESTE MANDATO NO HA PERDIDO VIGENCIA, TENEMOS QUE IR A PREDICAR EL


EVANGELIO, HAY VARIAS FORMAS DE IR, UNOS PREDICANDO Y OTROS APOYANDO A LOS QUE VAN;
PERO EN TODAS PARTES DONDE ESTEMOS DEBEMOS SER TESTIGOS DE JESÚS Y PROCLAMADORES DEL
EVANGELIO.
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Hasta que la iglesia de hoy no recobre su confianza en el poder del evangelio, no tendremos esperanza de
ver cambios significativos en los creyentes de hoy y aún menos en los incrédulos. Si relegamos a Dios y su
revelación a un segundo plano, entonces al predicar, la centralidad del mensaje la tendrá el hombre como
ocurre tantas veces hoy.

No podemos olvidar que la educación no ha podido cambiar al hombre ni la tecnología tampoco. El siglo XX
que acaba de pasar fue el siglo más educado y más tecnológico de todos y fue el siglo con mayor número de
conflictos bélicos y con más índice de violencia y descomposición social. Deseamos organizar el mundo
exterior del hombre sin redimir el mundo interior de ese hombre. Es como poner a andar un automóvil sin
que el motor esté funcionando adecuadamente. Las sociedades de Occidente fueron cambiadas por el
impacto del evangelio.

Ahora que esas mismas sociedades se han querido apartar de ese evangelio, vemos el grado de
descomposición. Solo la Palabra tiene el poder de cambiar el corazón engañoso del hombre y su mente
oscura. Que Dios nos conceda una generación apasionada por Su verdad y la predicación de esta verdad;
que crea en el evangelio como el poder de Dios para salvación.

EL FUTURO EN LA GRACIA

Por último, sabemos que la salvación tiene un alcance eterno. La Biblia muestra que la gracia tiene alcance
en el pasado, presente y futuro. Entonces, ¿cómo se ve el futuro en la gracia? ¿Qué es lo que nos aguarda?

De acuerdo con lo que Pablo le escribió a Tito, la transformación de vida que experimenta el cristiano va de
la mano con su expectativa en el inminente retorno de Cristo. Pablo dice que la gracia de Dios se ha
manifestado y nos enseña a vivir de forma piadosa, pero a la vez hace que el cristiano esté «aguardando la
esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús» (Tit
2:13). Esperar con ansias el regreso de Cristo es la forma en que la gracia entrena a los cristianos para
rechazar la vida pecaminosa y vivir en piedad.

La gracia nos anima a clamar que Cristo regrese. Nos exhorta a vivir en función de la eternidad porque
nuestra mirada está orientada hacia el trono de Cristo y su gobierno en su segunda venida. Esa es la
esperanza de todo cristiano, porque en ese día el sufrimiento se acabará y seremos completamente libres
de la presencia de pecado en nuestras vidas. La gracia de Dios terminará lo que empezó en nosotros y por
fin seremos tan puros y santos como Jesús (1 Jn 3:2; Ro 8:29-30).

¡Qué grandioso es saber que esa gracia nos permitirá disfrutar del gozo de conocer a Cristo al verlo en
persona! (Ap 22:3-4). Cuando llegue ese día, no habrá más llanto ni clamor ni dolor. Cristo será nuestra luz y
estaremos con Él por siempre (21:4, 23-24).

Por lo tanto, ante las tragedias y desaciertos que vivimos hoy, podemos descansar en la promesa de Su
regreso y nuestra glorificación, y encontrar aliento y esperanza en medio del caos. El Dios que mostró Su
gracia al rescatarnos es el Dios que promete seguir mostrándola por la eternidad.
19

CRISTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO


La revelación de Dios a lo largo del Antiguo Testamento prefigura, anticipa y anuncia de antemano la redención que Él
realizaría en la persona y obra de Su Hijo encarnado, Jesucristo.

Cuando los apóstoles leyeron el Antiguo Testamento, vieron referencias a Cristo y Su reino, por así decirlo,
en cada página. Jesús es el segundo Adán, el guardián perfecto de la ley, el descendiente de David que se
sentaría en el trono de David para siempre, el máximo cantor de los salmos, la sabiduría de Dios, el Siervo
Sufriente, el Sumo sacerdote perfecto, por nombrar solo algunos. El fundamento teológico de esta
convicción es que Dios es soberano sobre la historia y es el autor (final) de las Escrituras. Como tal, Dios
anunció de antemano —en tipo y sombra, promesa y profecía— la redención que realizaría por medio de Su
Hijo encarnado. Hizo esto para que Su pueblo creyera en el Mesías prometido antes de Su venida y para
que aquellos que conocen al Cristo que ha venido puedan tener una mayor comprensión de la obra que
realizó por medio de Su sufrimiento y gloria.

 «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era
necesario que el Cristo padeciera estas cosas y entrara en su gloria?» Y comenzando desde Moisés
y todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él (Lc 24:25-27).

El hecho de que Jesús reprenda a Sus ya abatidos discípulos («¡Oh insensatos») sugiere de manera clara que
estos discípulos habían fallado de manera significativa. En este caso, no habían creído lo que sus Sagradas
Escrituras enseñaban claramente, que el camino del Mesías hacia la gloria debe pasar necesariamente por
la cruz del sufrimiento y la muerte. Sin embargo, Jesús toma el fracaso de Sus discípulos como una
oportunidad para demostrar que toda la Escritura (que en este momento de la historia se refería a lo que
conocemos como el Antiguo Testamento) trata de alguna forma sobre Él y encuentra su cumplimiento en Él
(cp. Lc 24:44ss.).

Para muchos en nuestros días, la afirmación de Jesús suena absurda. Si los eruditos críticos reconocen una
unidad con las Escrituras (y muchos no lo hacen), esta unidad se atribuye principalmente, si no de manera
exclusiva, a la autorización de una comunidad que identificó y aceptó estos libros como sus escrituras
sagradas. En otras palabras, los críticos de las Escrituras no ven nada inherente en los textos mismos que
unifique estos libros en torno a un tema o una historia común, y mucho menos a una persona individual.

Sin embargo, la creencia de que Cristo es el centro de las Escrituras y la clave hermenéutica para su correcta
interpretación, ha sido la convicción de la iglesia cristiana desde sus inicios (Ef 1:1-6; Ro 16:25-27). Por esta
razón, Pablo declararía ante el rey Agripa:

Así que habiendo recibido ayuda de Dios, continúo hasta este día testificando tanto a pequeños como a
grandes, no declarando más que lo que los profetas y Moisés dijeron que sucedería: que el Cristo había de
padecer, y que por motivo de Su resurrección de entre los muertos, Él debía ser el primero en proclamar luz
tanto al pueblo judío como a los gentiles (Hch 26:22-23).

Entonces, ¿cómo una colección de libros escritos durante un período de mil años por más de tres docenas
de autores en varios géneros literarios (ley, historia, descripción arquitectónica, poesía, apocalíptica,
profecía, etc.) puede encontrar su centro y cumplimiento en un solo individuo? La respuesta se encuentra
20

en el origen divino y el carácter divino de las Escrituras. El Dios que es soberano sobre la historia ordenó los
eventos e intervino en la historia para revelarse a Sí mismo y Sus propósitos redentores a Su pueblo (p. ej.,
Éx 7:3-5). Este mismo Dios, dice la Biblia, supervisó el registro y la interpretación de esos eventos al inspirar
a las personas a redactar los libros que los cristianos conocen como la Biblia (2 Ti 3:16). El propósito de Dios
en esta revelación especial era anunciar de antemano la obra que el Hijo realizaría para que Su pueblo que
vivía antes de Su venida pudiera creer en Él y tener vida eterna.

La revelación del Antiguo Testamento anticipa la obra de Cristo en una variedad de formas. Aunque el
espacio no permite un tratamiento exhaustivo del tema, lo siguiente representa algunas de las principales
trayectorias que conducen desde el Antiguo Testamento hasta Cristo.

1. Primero, y quizás sea obvio, Cristo está presente en el Antiguo Testamento por medio de la
promesa. En numerosos lugares, Dios promete la venida de un Salvador y redentor para deshacer la
maldición del pecado y el quebrantamiento que acompaña a esta presente era mala. Por ejemplo,
Dios le dice a la serpiente: «Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente;
Él te herirá en la cabeza, tú lo herirás en el talón» (Gn 3:15). Aquí tenemos una clara promesa del
Mesías y un anuncio de la obra que él realizaría como la simiente mesiánica de la mujer que
triunfará sobre la simiente de la serpiente. Esta promesa del evangelio se reitera a lo largo del
Antiguo Testamento de manera que Pablo puede escribir a la iglesia de Corinto: «Pues tantas como
sean las promesas de Dios, en [Cristo] todas son sí. Por eso también por medio de Él, es nuestro
Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros» (2 Co 1:20).
2. Una segunda forma en que Cristo está presente en el Antiguo Testamento es por medio de la
profecía que anuncia una y otra vez la venida del Mesías, el Salvador de Israel y el reino que
inaugurará. Piensa, por ejemplo, en la profecía de Emmanuel en Isaías, donde el profeta anuncia:
«Por tanto, el Señor mismo les dará esta señal: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá
por nombre Emmanuel» (Is 7:14). Emmanuel, que significa «Dios con nosotros», es una profecía que
anuncia la presencia de Dios con Su pueblo, y que finalmente se cumple con la llegada del Hijo de
Dios encarnado en el vientre de la virgen María (Mt 1:22-23). Al escribir el relato de su evangelio,
Mateo a menudo destaca cómo la vida de Jesús cumple la profecía del Antiguo Testamento con
expresiones como, «esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del
profeta…» (p. ej., Mt 1:22-23; 2:5, 17; 3:2).
3. Además de las promesas y profecías que predicen claramente la persona y la obra del Mesías
venidero, Cristo está presente en el Antiguo Testamento en forma de tipos y sombras. La palabra
«tipo» proviene de la palabra griega tupos, que puede significar literalmente una impresión. Un
tupos es lo que dejaron los clavos en las manos de Jesús (Jn 20:25). Los agujeros en las manos de
Jesús eran la huella o impresión de los clavos. Esto es, en cierto sentido, lo que tenemos en el
Antiguo Testamento, impresiones o huellas de Cristo. Así como los agujeros en las manos de Jesús
no son los clavos en sí mismos, tampoco los tipos del Antiguo Testamento son Cristo mismo, sino
que dan testimonio de Él. Los tipos del Antiguo Testamento eran señales que dirigían a los creyentes
la realidad (lo que los teólogos llaman el antitipo) que es Cristo mismo. Toda la noción de tipología
se basa en la existencia de un autor divino de las Escrituras que ha ordenado soberanamente la
historia para proporcionar a Su pueblo estos cuadros de antemano de la persona y la obra de Cristo
(p. ej., Ro 5:14). Tradicionalmente, los tipos en el Antiguo Testamento se restringen a personas,
lugares, cosas o eventos que prefiguran la obra de Cristo o un aspecto de Su reino. Por ejemplo, Noé
es una persona que sirve como un tipo de Cristo. Noé fue un hombre justo, íntegro en su generación
(Gn 6:9). Fue por su justicia (aunque relativa, ya que Noé también era un pecador) que Dios lo usaría
21

para prefigurar la obra de Su Hijo. El justo Noé se salva a sí mismo y a su familia de las aguas del
juicio y comienza un nuevo orden de creación al otro lado del diluvio. Noé sirvió al pueblo de Dios en
su día, y nos sirve hoy, como un tipo de Cristo, quien —sobre la base de Su justicia perfecta—
salvará a todos los que se refugian en Él.
4. Además de personas que sirven como tipos, también encontramos lugares que muestran la huella
de Cristo. Uno de esos lugares es Betel, donde Jacob durmió en su huida de la tierra prometida (Gn
28:10-22). Allí Jacob tiene la visión de una escalera (probablemente un zigurat o templo de la
antigua mesopotamia con forma de pirámide) que conecta el cielo con la tierra. En esta visión, Jacob
ve ángeles que suben y bajan la escalera, y en la parte superior ve una teofanía del mismo Señor que
renueva sus promesas del pacto con él. Jacob se despierta con temor y asombro y dice:
«Ciertamente el SEÑOR está en este lugar y yo no lo sabía» (Gn 28:16). Jacob había tropezado con la
escalera al cielo. Este episodio está detrás de las palabras de Jesús a Natanael cuando le dijo: «En
verdad les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo
del Hombre» (Jn 1:51). Lo que Jesús le está diciendo a Nathaniel es, en efecto: «Yo soy la escalera
que conecta la tierra y el cielo. Soy el que cumplirá las promesas del pacto de Dios con Jacob para
traer la salvación hasta los confines de la tierra».
5. Junto con las personas y los lugares, una cosa puede ser un tipo de Cristo. La serpiente de bronce
levantada en el desierto que traía sanidad y vida a todos los que la miraban (Nm 21:4) era una
imagen del Hijo de Dios levantado en una cruz, trayendo sanidad y vida a todos los que lo miran por
fe. Por lo tanto, Jesús pudo decirle a Nicodemo: «Como Moisés levantó la serpiente en el desierto,
así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo el que crea en él tenga vida
eterna» (Jn 3:14).

Es importante notar que identificar tipos no es la aplicación de algún método o código secreto por el cual
exegetas astutos hacen aparecer a Cristo mágicamente en cualquier texto de la Escritura. Más bien, la
identificación adecuada de los tipos comienza con la conciencia de los patrones profundos, las imágenes y
las estructuras de las Escrituras y el reconocimiento de su interconexión. Afortunadamente, los mismos
apóstoles establecieron un modelo para que lo sigamos. Deberíamos aprender a leer el Antiguo Testamento
con el apóstol Pablo quien, por ejemplo, vio en el paso de Israel por el Mar Rojo una imagen del bautismo:
«Porque no quiero que ignoren, hermanos, que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube y todos
pasaron por el mar. En Moisés todos fueron bautizados en la nube y en el mar» (1 Co 10:1). ¿Cómo
prefigura el cruce del Mar Rojo el bautismo?

Pablo entendió que lo que sucedió ese día junto al Mar Rojo fue un acto de juicio y misericordia de Dios.
Por medio del ministerio de Moisés, el mediador del antiguo pacto, Israel pudo atravesar las aguas del juicio
de Dios y Egipto, por el contrario, fue sumergido en las aguas del juicio de Dios. Así como en los días de
Noé, aquellos apegados a Noé, que se refugiaron en el arca, fueron salvados de las aguas del juicio, así
también en los días de Moisés, él condujo a Israel a través de las aguas del juicio que ahogaron a los
egipcios.

Jesús demuestra una conciencia de este tipo del Antiguo Testamento cuando habla de su crucifixión como
su bautismo. En respuesta a la petición insensata de Santiago y Juan de sentarse a Su derecha y a Su
izquierda cuando lleguen a Jerusalén, Jesús dice: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa
que Yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado?» (Mr 10:38). Fue en la cruz que
Jesús, como los egipcios, se ahogó en las aguas del juicio de Dios, para que el Israel de Dios en el nuevo
pacto, como el Israel de Dios en el antiguo pacto, pudiera llegar a esa orilla celestial. Pablo vio este patrón.
22

Comprendió la tipología de los juicios por agua a lo largo del Antiguo Testamento, y vio cómo se cumplieron
en Cristo como mediador de un mejor pacto. Comprendió también cómo el bautismo ofrece una imagen
sacramental de los cristianos que atraviesan con seguridad las aguas del juicio de Dios por medio de la fe en
Su Hijo.

Las promesas, las profecías y los tipos apenas agotan los numerosos lugares en los que Cristo está presente
en el Antiguo Testamento. Para mencionar algunos más: Cristo cumple el Antiguo Testamento como el
guardián de la ley, el cantor de los salmos, la sabiduría de Dios, el Siervo Sufriente, el rey justo y, quizás de
manera controvertida, el esposo ideal retratado de la manera más maravillosa en el Cantar de los Cantares.
¡Sí, Cristo cumple incluso el Cantar de los cantares!

Es importante entender, por lo tanto, que cuando los apóstoles vieron a Cristo en el Antiguo Testamento,
no estaban imponiendo un significado a un texto que nunca fue pensado por el autor (divino) de la
Escritura. Los mismos profetas sabían que no entendían completamente todo lo que escribieron (1 P 1:10-
12). Una lectura cristocéntrica del AT no es una práctica de libre asociación en la que los intérpretes se
preguntan ¿qué me recuerda a Jesús en este texto? Tampoco es la adopción de un fantástico método judío
antiguo de interpretación que impone un significado a los textos del Antiguo Testamento de una manera en
que nunca debieron ser leídos. En Juan 5:46, Jesús reprende a los fariseos diciendo: «Porque si creyeran a
Moisés, me creerían a Mí, porque de Mí escribió él». Si los fariseos realmente entendieran a Moisés, dice
Jesús, lo habrían recibido como lo predijo Moisés. Los apóstoles nos dan un modelo de cómo nosotros
también debemos leer e interpretar las Escrituras hoy. Esto es especialmente importante para los
predicadores a quienes se les da la tarea de predicar «todo el consejo de Dios» (Hch 20:26-27) y también
predicar a Jesucristo y a este crucificado (1 Co 2:2; cp. Col 1:28). ¿Cómo deben los predicadores hacer
ambas cosas? Predicando a Cristo como se promete en el Antiguo Testamento y se cumple en el Nuevo.

¿POR QUÉ PREDICAR A CRISTO DESDE EL ANTIGUO TESTAMENTO?


El propósito de la predicación es dar una clara exposición de la Palabra de Dios a los oyentes. Pablo exhortó
a Timoteo: “Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo” (2 Ti. 4:2). Como pastores, nuestra labor
es alimentar a la grey de Dios (1 P. 5:2) mediante una dieta rica en teología práctica y correcta.

Sin embargo, muchas iglesias establecen una brecha entre el Antiguo Testamento (AT) y el Nuevo
Testamento (NT) al momento de enseñar. Esta clase de predicación tiende a enfocarse exclusivamente en el
NT, y cuando se predica algún texto del Antiguo suele ser para exponer meros principios morales. Esto nace
de una falta de entendimiento del propósito del AT y su relación directa con Cristo.

Otro de los errores más comunes al predicar el AT es que hemos hecho de sus “héroes” imágenes de
imitación moral. Olvidamos y omitimos que estos hombres tuvieron serios episodios de pecado que
marcaron sus vidas.

Por eso importa ver el protagonismo de Cristo y su papel en la creación (Col. 1:16), en el animal que murió
en lugar de Adán y Eva (Gn. 3:21), en el Arca de Noé (Gn. 7), en el Cordero Pascual (Éx. 12), en el pacto con
David (2 S. 7), en los Salmos, en las profecías, etc. ¡Vemos a Cristo en el Antiguo Testamento! Y, por lo
tanto, necesitamos predicarlo.
23

La predicación clara del AT es vital para una teología ortodoxa. El camino hacia ella inicia al conectar la
teología de ambos testamentos. En su libro Predicando y enseñando desde el Antiguo Testamento, Walter
Kaiser explica:

 “Si uno concluye, como algunos lo han hecho, que la fe de Abraham en Dios en Génesis 15:6
significa que meramente se convirtió en teísta, en el sentido de que creyó que hay un Dios, los
resultados de dicha interpretación comenzarán a reflejarse en la cristología. Esta falsa conclusión ha
llevado a muchos a pensar que no es necesario creer en Cristo para ser salvos”.

Si nuestra predicación del AT no apunta claramente hacia Cristo, entonces enseña una doctrina de la
salvación diferente a la que Pablo presentó en sus cartas. También sería una doctrina distinta a la que Cristo
predicó en su ministerio en la tierra.

A continuación, comparto dos ejemplos de cómo nuestra predicación del AT debe exaltar a la Trinidad,
revelar el plan eterno de redención, y apuntar a Cristo.

PREDICA AL MESÍAS COMO EL MESÍAS LO HIZO

Una de las frases más frecuentes de Jesús era: “¿No han leído en las Escrituras?” (Mt. 19:4; 21:16, 42;
22:31; Mr. 12:10; Lc. 6:3). Él exaltó el AT como Escritura divina que apunta hacia Él mismo. Por tanto,
prediquemos el AT como Jesús lo hizo: presentando la necesidad y la promesa de redención, y la evidencia
de que Él es el Mesías prometido.

Por ejemplo, los fariseos pensaban que la salvación se obtendría a través de obras, pero Cristo les recordó
en Juan 5:39: “Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna, y ellas son las
que dan testimonio de mí”. Luego, después de su resurrección, Jesús se manifestó a dos discípulos que iban
camino a Emaús y les reveló su identidad desde los escritos del AT (Lc. 24:27). En ambas ocasiones, Cristo
enseñó que las Escrituras revelan el plan de redención que Él vino a cumplir.

Al leer el NT encontramos que los escritores bíblicos también vieron que el AT señala al Mesías. Los
Evangelios de Mateo y Marcos comienzan con profecías de la Escritura que ratifican a Jesús como el Cristo.
Lucas inicia con la proclamación de Zacarías, padre de Juan el Bautista, sobre el salvador prometido por
medio de los profetas (Lc. 1:69, 70). Juan comienza su Evangelio por medio de una conexión obvia con
Génesis, al usar la frase “En el principio” (Jn 1:1).

Por tanto, cuando predicamos desde el AT debemos enfatizar que Cristo no fue un “plan B” después de la
caída del hombre. El AT no es obsoleto para la iglesia hoy. Tenemos que enseñar las figuras de Cristo en las
narrativas bíblicas.

Asimismo, necesitamos exaltar el plan de redención a través de los recuentos del AT. Deseamos exaltar a
Dios y su gracia, y no a los personajes humanos. El héroe de la historia no es ninguno de ellos, sino que el
plan de redención siempre es desplegado de manera que el héroe de cada historia es Dios, no el hombre.
24

PREDICA COMO LOS PADRES DE LA IGLESIA LO HICIERON

La forma en que Cristo predicó no es un patrón que quedó relegado a la etapa de su vida en la tierra. En
cambio, la predicación centrada en Él fue una práctica de la iglesia del primer siglo. Por ejemplo, Lucas
registró que el Espíritu Santo envió a Felipe a conversar con un alto oficial del gobierno etíope (Hch. 8:26-
27). Cuando Felipe llegó a él, encontró al hombre leyendo al profeta Isaías. Entonces, “comenzando con
este pasaje de la Escritura, le anunció el evangelio de Jesús” (Hch. 8:35). En otras palabras, las profecías de
Isaías y otros textos del AT fueron el medio por el cual el evangelio de Jesús fue presentado.

Pablo le recordó a Timoteo: “desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la
sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús” (2 Ti. 3:15). Aquí el apóstol habla del
Antiguo Testamento y afirma que la Escritura tiene el poder divino de dar la revelación de salvación
mediante la obra del Espíritu Santo.

Años más tarde, el apologista Justino Mártir (100-165 d. C.) también usó el AT para defender la fe de
herejías peligrosas. Sidney Greidanus explica que “Justino Mártir es generalmente destinado como el padre
de la iglesia que continuó el ‘método tipológico-cristológico de los apóstoles’. La principal meta de Justino
en interpretar el Antiguo Testamento era mostrar que en efecto da testimonio de Cristo Jesús”.

Greidanus también afirma que Ireneo (130-200 d. C.) dio este mismo uso al AT: “Un breve estudio de la vida
de Ireneo demuestra su valioso entendimiento: que el Antiguo y el Nuevo Testamento son una sola unidad;
Cristo es el corazón de la Escritura; la Escritura es consistente consigo misma”.

La iglesia temprana entendió que Dios revela en el Antiguo Testamento su plan salvador y señala al Cordero
que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). Así que, cuando prediques del AT, hazlo como los Padres de la
Iglesia. No moralices la Escritura. Muestra a Cristo en toda la Biblia. Muestra la unidad de la Palabra.
Mantén en tu mente la narrativa bíblica.

En tu predicación tendrás que explicar una y otra vez el porqué de todo: la causa del mal, y la promesa de
redención. En medio de eso, tu predicación debe cuidarse de no hacer alegorías de Cristo en cada historia.
Cristo no está en cada imagen de la narrativa bíblica, pero en cada narrativa hay una conexión que nos lleva
al plan de redención de Dios. Pablo, Felipe, los padres de la iglesia, y el mismo Jesús simplemente
expusieron la unidad entre ambos testamentos. Haz lo mismo. Muestra la belleza de Cristo en la Biblia.

La apologética, los títulos teológicos, y los avances profesionales no se comparan con el poder de la
presentación clara de Cristo por medio de las Escrituras. Predica el Antiguo Testamento desde una
perspectiva centrada en Jesús, y verás que el poder de la Palabra de Dios hará en tu congregación lo que tú
jamás podrías haber hecho.

10 RAZONES POR LAS QUE EL ANTIGUO TESTAMENTO ES IMPORTANTE


PARA LOS CRISTIANOS
Para comprender plenamente el Antiguo Testamento, debemos leerlo como creyentes en Jesús, habiendo
Dios despertado nuestros sentidos espirituales para ver y oír correctamente. Es decir, leemos a través de
25

Cristo. Entonces, como cristianos, la interpretación bíblica alcanza su meta solo después de haber
encontrado a Jesús y experimentado cómo nos transforma a Su imagen. Leemos, pues, para Cristo.

Algunos cristianos pueden preguntarse: si somos parte del nuevo pacto, ¿por qué debemos tratar de
entender y aplicar el Antiguo Testamento? Aunque esta respuesta requiere más desarrollo del que proveo
solo en este escrito, aquí expongo diez razones por las que «Antiguo» en Antiguo Testamento no debe
entenderse como «sin importancia o insignificante».

1. EL ANTIGUO TESTAMENTO FUE LA ÚNICA BIBLIA DE JESÚS Y CONSTITUYE EL 75 % DE LAS ESCRITURAS


CRISTIANAS.

Si el espacio dice algo, el Antiguo Testamento es importante para Dios, quien nos dio Su Palabra en un
Libro. De hecho, fue Su primera revelación especial, y ella sentó las bases para el cumplimiento que
encontramos en Jesús en el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento fue la única Biblia de Jesús y de la
Iglesia primitiva (p. ej., Lc 24:44; Hch 24:14), y es una parte considerable de nuestras Escrituras.

2. EL ANTIGUO TESTAMENTO INFLUYE EN NUESTRA COMPRENSIÓN DE LAS PRINCIPALES ENSEÑANZAS


BÍBLICAS.

Sin el Antiguo Testamento, no entenderíamos el problema para el que Jesús y el Nuevo Testamento aportan
la solución (Ro 5:18). Nos perderíamos muchos aspectos de la historia de la salvación de Dios (9:4-5).
Tampoco comprenderíamos los diversos tipos y sombras que apuntan a Jesús (Jn 1:29; 2:19, 21). Además,
algunas doctrinas, como la de la creación, se entienden mejor solo a partir del Antiguo Testamento (Gn 1:1
– 2:3). Por último, la cosmovisión y las enseñanzas del Nuevo Testamento se basan en el marco
proporcionado por el Antiguo Testamento.

3. CONOCEMOS AL MISMO DIOS EN AMBOS TESTAMENTOS.

Nota cómo comienza el libro de Hebreos: «Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas
ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su
Hijo» (He 1:1-2). ¡El mismo Dios que habló por medio de los profetas del Antiguo Testamento habla por
medio de Jesús!

Pero ¿no es el Dios del Antiguo Testamento el de la ira, mientras que el Dios del Nuevo Testamento es el de
la gracia? No exactamente. En resumen, Dios muestra Su ira tanto en el Nuevo Testamento como en el
Antiguo (p. ej., Mt 10:28), y el Antiguo está lleno de manifestaciones de la gracia salvadora de Dios (p. ej., Éx
34:6). Ciertamente, hay numerosas expresiones de la justa ira de Yahvé en el Antiguo Testamento, del
mismo modo que hay manifestaciones masivas de la misericordia comprada con sangre en el Nuevo. Sin
embargo, lo importante es reconocer que nos encontramos con el mismo Dios en el Antiguo Testamento y
en el Nuevo.

4. EL ANTIGUO TESTAMENTO ANUNCIA LAS MISMAS “BUENAS NUEVAS” QUE NOSOTROS DISFRUTAMOS.

Pablo resalta que el Señor «ya había prometido por medio de Sus profetas en las Sagradas Escrituras» el
poderosísimo «evangelio de Dios» (Ro 1:1-2; cp. Gá 3:8). El más destacado de estos profetas fue Isaías,
26

quien anticipó el día en que el Siervo real de Yahvé (el Mesías) anunciaría la reconfortante «buena nueva» a
los pobres y quebrantados (Is 61:1; cp. 40:9-11; 52:7-10; Lc 4:16-21). La lectura del Antiguo Testamento, por
tanto, es uno de los medios que Dios nos ha dado para comprender mejor el evangelio y deleitarnos en Él
(ver también Hebreos 4:2).

5. AMBOS TESTAMENTOS NOS LLAMAN AL AMOR Y ACLARAN CÓMO SE VE EL AMOR.

Al igual que con Israel, el Señor llama a los cristianos a una vida caracterizada por el amor (Dt 6:5; 10:19; Mt
22:37-40; cp. 7:12; Ro 13:8, 10; Gá 5:14). Sin embargo, ahora da a todos los miembros del nuevo pacto la
capacidad de hacer lo que ordena. Como afirmó el mismo Moisés, la ley del antiguo pacto exigía un amor
que abarcaba toda la vida (Dt 30:6), y los cristianos de hoy pueden obtener claridad a partir del Antiguo
Testamento sobre el amplio impacto del amor en toda la vida.

6. JESÚS NO VINO A DEJAR DE LADO EL ANTIGUO TESTAMENTO, SINO A CUMPLIRLO.

Lejos de dejar de lado el Antiguo Testamento, Jesús insistió en que había venido a cumplirlo, y resaltó que
las enseñanzas del Antiguo Testamento seguían siendo relevantes para Sus seguidores (Mt 5:17-19). Hay
mucho para decir sobre este texto, pero lo que es importante señalar aquí es que, aunque la era del antiguo
pacto ha llegado a su fin (Ro 6:14-15; 1 Co 9:20-21; Gá 5:18; cp. Lc 16:16), el Antiguo Testamento sigue
siendo relevante para nosotros por la forma en que (a) muestra el carácter de Dios (p. ej., Ro 7:12), (b)
señala las excelencias de Cristo y (c) nos retrata el alcance del amor en todas sus facetas (Mt 22:37-40).

7. JESÚS DIJO QUE TODO EL ANTIGUO TESTAMENTO APUNTA A ÉL.

Jesús mismo dijo: «Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son
ellas las que dan testimonio de Mí!» (Jn 5,39; cp. 1:45; 5:46-47). Luego, tras Su resurrección, abrió la mente
de Sus discípulos «para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: “Así está escrito, que el Cristo padecerá
y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el
perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”» (Lc 24:45-47; cp. 24:27; Hch
26:22-23; 1 Co 2:2). Una «comprensión» adecuada del Antiguo Testamento llevará a escuchar en él el
mensaje de un Mesías sufriente y resucitado, además de la misión que Su vida generaría.

8. LOS AUTORES DEL NUEVO TESTAMENTO ESPERAN QUE LEAMOS EL ANTIGUO TESTAMENTO.

El Nuevo Testamento a menudo cita el Antiguo Testamento en formas que nos llaman a mirar el contexto
original. Por ejemplo, Mateo 27 – 28 retrata la tribulación y el triunfo de Cristo en la cruz evocando el Salmo
22 muchas veces. Jesús cita el Salmo 22:1 cuando declara: «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has
abandonado?» (Mt 27:46). Al afirmar: «Y habiendo crucificado a Jesús, se repartieron Sus vestidos echando
suertes» (Mt 27:35), Mateo alude al Salmo 22:16 y 18, que dice: «Me horadaron las manos y los pies… se
reparten entre sí mis vestidos, / Y sobre mi ropa echan suertes». Para comprender plenamente Sus
palabras, los autores del Nuevo Testamento nos remiten al Antiguo Testamento mediante sus citas y
alusiones.
27

9. LOS AUTORES DEL NUEVO TESTAMENTO RECONOCIERON QUE DIOS DIO EL ANTIGUO TESTAMENTO
PARA LOS CRISTIANOS.

En cuanto a los profetas del Antiguo Testamento, Pedro identifica: «A ellos les fue revelado que no se
servían a sí mismos, sino a ustedes» (1 P 1:12). Del mismo modo, Pablo estaba convencido de que los
autores del Antiguo Testamento escribieron para los creyentes del nuevo pacto, los que seguían a Jesús a
este lado de Su muerte y resurrección. «Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra
enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos
esperanza» (Ro 15:4; cp. 4:23-24; 1 Co 10:11).

10. PABLO EXIGE QUE LOS LÍDERES DE LA IGLESIA PREDIQUEN EL ANTIGUO TESTAMENTO.

Es significativo que Pablo se refiriera al Antiguo Testamento cuando habló de las «Sagradas Escrituras» que
pueden dar a una persona «la sabiduría que lleva a la salvación» y de la «Escritura» que es «inspirada por
Dios y útil» (2 Ti 3:15-16). Conocer este hecho nos ayuda a entender su encargo de 2 Timoteo 4:2-4. En
resumen, Pablo creía que los cristianos como Timoteo necesitaban predicar el Antiguo Testamento para
proteger a la iglesia de la apostasía. Aunque ahora tenemos el Nuevo Testamento, todavía debemos
estudiar, practicar y enseñar el Antiguo Testamento como lo hicieron Jesús y Sus apóstoles para el bien de
la iglesia de Dios.

LA ÚNICA BIBLIA DE JESÚS: 7 CONSEJOS PARA PREDICAR EL ANTIGUO


TESTAMENTO
Pastores y maestros, con Pablo les exhorto: “En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los
vivos y a los muertos, por Su manifestación y por Su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra” (2
Ti. 4:1-2). Y cuando lo hagas, no olvides el Antiguo Testamento: las “sagradas Escrituras” y las “Escrituras”
que Pablo tenía en mente cuando escribió 2 Timoteo 3:15-17 y la “palabra” que ordenó a Timoteo que
predicara.

Si estamos convencidos de que la única Biblia de Jesús sigue siendo importante para los cristianos, ¿cómo
debemos pensar sobre la intimidante tarea de predicar desde el Antiguo Testamento? Aquí hay siete
consejos para los aspirantes a predicar de esta parte de la Biblia.

1. CONSIDERA EL ANTIGUO TESTAMENTO COMO ESCRITURA CRISTIANA QUE DIOS ESCRIBIÓ PARA
INSTRUIRNOS.

Lo que llamamos “el Antiguo Testamento” era la única Escritura que tenía Jesús, y los apóstoles enfatizaron
que los antiguos profetas escribieron la Palabra de Dios para instruir a los cristianos.

¿Por qué Moisés registró eventos tales como Dios guiando y protegiendo a Israel a través del desierto y el
Mar Rojo? Pablo dice: “Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para
nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos” (1 Co. 10:11).
28

Respecto a los salmos de David y todos los otros escritos proféticos de su Biblia, Pablo también enfatizó:
“Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por
medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Rom. 15:4; cf. v.3). De manera
similar, Pedro enfatizó que “a ellos [los profetas del Antiguo Testamento] les fue revelado que no se servían
a sí mismos, sino a ustedes”, la iglesia cristiana (1 P. 1:12).

 Cuando Moisés escribió Deuteronomio, estaba escribiendo para cristianos (Dt. 30:8).
 Cuando Isaías y Jeremías escribieron sus profecías, estaban escribiendo para los cristianos (Is. 29:18,
30:8; Jer. 30:1-2,25, 31:1,33).
 Cuando Daniel finalizó su libro, sabía que solo aquellos a quienes ahora llamamos cristianos
comprenderían completamente la importancia de todo lo que estaba escribiendo (Dn. 12: 5-10).

El Antiguo Testamento es Escritura cristiana que Dios escribió para instruirnos. Estas “sagradas Escrituras…
te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús”, y es esta “Escritura” la
que “es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti.
3: 15-17).

La palabra “antiguo” en Antiguo Testamento no significa sin importancia, así que debemos considerar el
texto como corresponde.

2. INTERPRETA EL ANTIGUO TESTAMENTO CON EL MISMO CUIDADO QUE TENDRÍAS AL HACERLO CON EL
NUEVO TESTAMENTO.

Debemos hacerlo porque esta era la única Biblia de Jesús, porque en ella nos encontramos con el mismo
Dios (Heb. 1: 1), y porque Jesús dijo que se trataba de Él y la misión que ahora está llevando a cabo a través
de su iglesia (Lc. 24:45-47; véase Lc. 24:26–27, 44; Jn. 5:39, 46; Hch. 3:18,25; 26:22-23).

Teológicamente, dar el mismo cuidado al Antiguo Testamento que al Nuevo significa que tratamos las
primeras tres cuartas partes de la Escritura cristiana como la Palabra de Dios para nosotros (Mr. 7:13;
12:36), lo cual Jesús consideró autoritativo (Mt. 4:3-4,7,10; 23:1-3), creyó que no podía ser quebrantado
(Jn. 10:35), y llamó a las personas a conocer y confiar para evitar el error doctrinal y el infierno (Mr. 12:24;
Lc. 16: 28-31; 24:25; Jn. 5:46-47).

Metodológicamente, tener cuidado con el Antiguo Testamento como lo tenemos con el Nuevo, significa
que con cada pasaje debemos considerar: el género, los límites literarios, la gramática, la traducción, la
estructura, el flujo de argumentos, las palabras y conceptos clave, el contexto histórico y literario, y la
teología bíblica, sistemática, y práctica. Dios eligió revelarse a sí mismo y su voluntad a través de palabras
en la literatura, razón por la que debemos, en dependencia de Dios, lidiar con cada pasaje dentro de su
libro y el lugar que tiene en la historia redentora, y también en relación a Cristo.

Muchos predicadores cristianos dedican años a la epístola a los Romanos y solo 12 semanas en los profetas
menores. Tienen mucho cuidado al evaluar el mensaje y la perdurable relevancia del Evangelio de Marcos,
pero solo incursionan en Génesis, Salmos, o Isaías, y rara vez tocan los otros libros. Cuando otros tomen en
cuenta tu ministerio, que tal realidad no se diga de ti.
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Debemos tratar de proclamar fielmente “todo el consejo de Dios” (Hch. 20:27) como es revelado desde
Génesis hasta Apocalipsis y hacerlo de una manera que Dios apruebe, porque manejas con precisión “la
palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).

3. TRATA ADECUADAMENTE LA NATURALEZA TESTAMENTARIA DEL ANTIGUO TESTAMENTO.

Los padres de la iglesia primitiva designaron las dos partes de la Biblia cristiana, el Antiguo y el Nuevo
Testamento, porque vieron que cada una de ellas se refería principalmente al antiguo y al nuevo pacto,
respectivamente. Llamamos a la Biblia de Jesús un testamento debido a su calidad de pacto, la cual se
vincula a una era específica en la historia redentora: una era antes de Cristo. El Antiguo Testamento es,
sustancialmente, sobre la manera en que Dios establece y hace cumplir su pacto mosaico. Y, a diferencia
del Nuevo Testamento que fue escrito en el idioma común del griego e inicialmente dirigido a una iglesia
multinacional, el Antiguo Testamento fue escrito para Hebreos en hebreo, y contiene pueblos, lugares, y
poderes de un período diferente en la historia redentora.

El Antiguo Testamento tiene una particularidad histórica que requiere que los predicadores cristianos
observen cuidadosamente, comprendan correctamente, y evalúen de manera justa lo que hay antes de
construir un puente hacia una aplicación cristiana y la iglesia. Para que los predicadores cristianos se
involucren con el Antiguo Testamento como el testamento que es, se requiere que identifiquen en el texto
los elementos distintivos del pacto y luego consideren cómo la venida de Cristo influye en la naturaleza
instructiva de cada pasaje.

4. RECUERDA QUE EL ANTIGUO TESTAMENTO ES ANTIGUO.

El Antiguo Testamento hace referencia a una era antes de Cristo, detallando un pacto del cual los cristianos
no son parte y que ha sido reemplazado por uno nuevo. Este hecho requiere que los cristianos consideren
cuidadosamente cómo Cristo cumple cada historia, promesa, y ley del Antiguo Testamento antes de
establecer su relevancia.

El Antiguo Testamento termina exigiendo una continuación, demandando resolución. La Biblia de Jesús crea
problemas que solo Él resuelve. El Antiguo Testamento proporciona la base para todo lo que Él y el Nuevo
Testamento construyen. Ya no vivimos directamente bajo el antiguo pacto (Lc. 16:16; Gá. 3:24-26), porque
“Cuando Dios dijo: ‘Un nuevo pacto’, hizo anticuado al primero” (Heb. 8:13; cf. v 6). Si bien las instrucciones
de Moisés todavía tienen un valor perdurable para los cristianos, solo lo tienen a la luz de la forma en que
Jesús cumple la ley y a través de su mediación (Dt. 30: 8; Mt. 5:17-19; 1 Co. 9:20-21). Del mismo modo, si
bien cada promesa es “sí” para los cristianos, lo es solo en Cristo (2 Co.1:20).

No deberíamos predicar el Antiguo Testamento a los cristianos sin filtrarlo a través del lente de Jesús, cuya
gracia comprada con sangre permitió a Dios dar justamente su Palabra a los pecadores. La persona y obra
de Jesús alcanzan lo que el Antiguo Testamento anticipa (Mt. 5: 17-18; Lc. 24:44; Hch. 3:18), y Cristo es la
sustancia de todas las sombras del Antiguo Testamento (Col 2:16-17). Toda promesa es sí en Cristo (2 Co.
1:20), y Él encarna todo ideal ético que tanto la ley y la sabiduría exigen (Ro. 5:18-19).

Debemos leer el Antiguo Testamento reconociendo que uno de sus propósitos fundamentales es ayudarnos
a celebrar a Cristo y todo lo que Dios logrará a través del nuevo pacto.
30

5. LEE EL ANTIGUO TESTAMENTO A TRAVÉS DE LA LUZ Y EL LENTE DE CRISTO.

Por luz quiero decir que una lectura adecuada del Antiguo Testamento solo es posible para los regenerados,
aquellos que han visto “el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo” (2 Co. 4:4). Por lente estoy
haciendo hincapié en cómo la vida, la muerte, y la resurrección de Jesús revelaron verdades en el Antiguo
Testamento que siempre estuvieron ahí, pero aún no estaban claras. Debemos reconocer continuidades
significativas entre los testamentos, de modo que muchos profetas, reyes, y personas justas vieron a Cristo
desde la distancia y lo anhelaron (por ejemplo, Mt. 13:17; Lc. 10:24; Jn. 8:56; cf. Heb. 11:13). Por lo tanto,
Pedro nos dice que:

“los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a ustedes, diligentemente inquirieron y averiguaron,
procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los
sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían”, 1 Pedro 1:10-12.

Por otro lado, hubo discontinuidades significativas, ya que a la población rebelde no se le dieron ojos para
ver y oídos para escuchar el mensaje del Antiguo Testamento (Dt. 29:3-4; Is. 6: 9-10; 44:18; 29:10-11), y
Dios no reveló completamente todo su significado al remanente hasta que Cristo vino y reveló el misterio
del reino (Jer. 30:24; Dn. 12: 8-10; cf. Mr. 4:11-12).

Los autores del Nuevo Testamento describen cómo, al ver al Cristo resucitado, nunca más leen sus Biblias
de la misma manera (cf. Jn. 2:20-22; 12:13-16). También destacan cómo la venida de Cristo revela el
“misterio” del Antiguo Testamento (Ro. 16: 25-26) y elimina el “velo” que nos permite leer el significado
completo de lo que realmente está allí (2 Co. 3:14).

El Nuevo Testamento proporciona la “hoja de respuestas” y también el algoritmo para leer el Antiguo
Testamento en su totalidad. En muchos sentidos, el Antiguo Testamento establece un patrón de 2. . . 4,
pero es el Nuevo que aclara si el siguiente dígito es 6 u 8 y, por lo tanto, identifica si debemos ver la relación
de 2 y 4 como suma o multiplicación. Debemos leer el Antiguo Testamento a través de la luz y el lente de
Cristo.

6. CONSIDERA CÓMO VER Y CELEBRAR FIELMENTE A CRISTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.

Aquí debemos emplear la disciplina de la teología bíblica, que busca analizar y sintetizar cómo toda la Biblia
progresa, se integra, y culmina en Cristo. Podemos ver y celebrar a Cristo de numerosas maneras,
dependiendo del texto del Antiguo Testamento. Aquí hay siete.

 Podemos identificar cómo Cristo cumple las predicciones mesiánicas directas. YHWH promete:
“Entonces pondré sobre ellas un solo pastor que las apacentará: Mi siervo David. Él las apacentará y
será su pastor” (Ez. 34:23), que Jesús directamente dice cumplir (Jn 10:11,16).
 Podemos considerar cómo Cristo se erige como la meta y el clímax de la historia redentora y de
todas las trayectorias históricas de salvación. Cinco pactos principales (adámico-noéico,
abrahámico, mosaico, davídico y nuevo) guían la trama de la Escritura y encuentran su término en
Cristo.
 Podemos reconocer cómo la venida de Cristo crea numerosas similitudes y contrastes entre las
eras, creaciones, y convenios antiguos y nuevos. Por ejemplo, ambos pactos muestran un patrón de
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redención lleno de gracia que da lugar a la gracia de la ley. En cuanto a los contrastes, mientras que
el acceso a la presencia de YHWH en el templo estaba restringido al sumo sacerdote en el día de la
expiación, la obra sacerdotal de Cristo abre el camino para que en Él todos disfruten la presencia de
Dios (Heb. 9:24-26; 10:19-22).
 Podemos determinar cómo los personajes (por ejemplo, Adán, Melquisedec, Moisés, David),
eventos (por ejemplo, el diluvio, el éxodo, el regreso a la tierra), e instituciones u objetos (por
ejemplo, el cordero de la Pascua, el templo, el sacerdocio) del Antiguo Testamento aclaran y
anticipan la persona y el trabajo de Cristo.
 Podemos reflexionar sobre cómo quién Yahweh es y lo que hace revela la identidad y la actividad
del Hijo divino. Cuando escuchamos a Yahweh hablando y actuando en el Antiguo Testamento,
estamos viendo a Aquel que se personificará en la persona de Jesús.
 Podemos contemplar cómo Cristo encarna cada ideal ético de la ley o la sabiduría y cómo su
justicia es imputada a todos en Él por la fe.
 Podemos usar el Antiguo Testamento para instruir o guiar a otros a través de la mediación de
Cristo, a través del perdón que Él provee, que asegura tanto las promesas como el poder, y el patrón
de instrucción y piedad que establece.

7. AL PREDICAR DESDE EL NUEVO TESTAMENTO, TÓMATE EL TIEMPO PARA CONSIDERAR CÓMO LOS
AUTORES ESTÁN USANDO SUS BIBLIAS, YA SEA MEDIANTE ALUSIÓN O CITA DEL ANTIGUO TESTAMENTO.

La iglesia primitiva se dedicó a la enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42), y toda la iglesia está construida
sobre la base de los apóstoles y profetas, con Jesús como piedra angular (Ef. 2:20). Los apóstoles mismos
predicaban con sus Biblias abiertas, nuestro Antiguo Testamento, y exaltaban a Cristo. “Desde la mañana
hasta la tarde [Pablo] les explicaba [a los de Roma] testificando fielmente sobre el reino de Dios,
procurando persuadirlos acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas” (Hch. 28:23). El
Nuevo Testamento está cargado de citas, alusiones, y ecos del Antiguo Testamento, y necesitamos ayudar a
nuestro pueblo a verlos y entender su significado.

El Nuevo Testamento proporciona la “hoja de respuestas” y también el algoritmo para leer el Antiguo
Testamento en su totalidad

Cuando Pablo afirmó a los corintios: “Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y
éste crucificado” (1 Co. 2:2), lo hizo como un predicador del Antiguo Testamento. Y cuando afirmó que toda
la Escritura…“es útil” (2 Ti. 3:16) y le ordenó a Timoteo “predica la palabra” (4:2), la “Escritura” y la
“palabra” que tenía en mente principalmente era el Antiguo Testamento. Te ayudarás a ti mismo y a tu
pueblo a apreciar todo el consejo de Dios (Hch. 20:27) y a leer toda la Biblia como Escritura cristiana cuando
te tomes el tiempo para entender cómo el Nuevo Testamento usa el Antiguo Testamento.

Entonces, ¿cómo pueden los predicadores cristianos acercarse fielmente al Antiguo Testamento? A través
de la luz y el lente de Cristo, los predicadores pueden proclamar al mismo Dios y las mismas buenas nuevas
en ambos testamentos, regocijándose tanto en las continuidades como en las discontinuidades del plan
perfecto de Dios que progresa a través de la historia de las Escrituras.

El Antiguo Testamento fue escrito para nosotros, ¡así que alimentemos a las personas como si en realidad
creemos eso!
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NO BAJO LA LEY, SINO BAJO LA GRACIA


Uno de los textos favoritos de los antinomianos, aquellos que niegan la vigencia de la ley moral en la vida
del cristiano, es Rom. 6:14: “No estamos bajo la ley, sino bajo la gracia”.

Para ellos está claro que los creyentes en Cristo no tienen obligación alguna con el Decálogo; que esa ley
quedó en desuso con la obra redentora de Cristo; y más aún, que cualquier intento de establecer
obediencia a la ley moral de Dios es un atentado contra la gracia del evangelio.

“El estar bajo la gracia, significa que no estamos bajo la ley; por tanto, aquellos que se ponen bajo la ley,
están negando la gracia, están negando la esencia misma del evangelio de Cristo”. Pero ¿es esto realmente
lo que enseña este pasaje de las Escrituras, que los cristianos no tienen ya ninguna obligación con la ley
moral de Dios?

Si esto fuese así, ¿cómo podríamos congeniar este texto con todas las otras enseñanzas de las Escrituras
que en una forma clara y contundente nos muestran que mientras Dios sea Dios y el hombre sea hombre
estamos bajo la obligación de obedecer Sus estándares morales?

¿Significa esto acaso que ya no tiene importancia si violamos los Diez Mandamientos? ¿Que ya no es
pecado adulterar, ni robar, ni cometer homicidio? Si los Diez Mandamientos no están en vigor, y ya no atan
al cristiano, ¿deberíamos concluir, entonces, que el hacer estas cosas ya no son pecaminosas?

Esta interpretación de las palabras de Pablo tiene repercusiones muy serias como podemos ver. Si Pablo
estaba enseñando aquí que la gracia de Dios anula la ley, debemos suponer que un cambio enorme se ha
producido en el mundo con la venida de Cristo, que no solo afecta el gobierno de Dios, sino también Su
carácter.

Los Diez Mandamientos no son más que un reflejo del carácter santo de Dios. Si estos han caducado, y ya
no demandan ser obedecidos, ¿dónde queda en todo esto el carácter de Dios? ¿Será acaso que Su carácter
ha cambiado, que Dios es ahora menos santo y menos justo? Yo estoy seguro que ningún antinomiano
estaría dispuesto a afirmar una cosa como esta.

¿Cómo explicamos el cambio, entonces? Alguien dirá: “Eso es muy simple: Dios sigue siendo santo, pero
ante nuestra imposibilidad de cumplir la ley, Cristo la cumplió en nuestro lugar, para que nosotros no
tuviéramos que preocuparnos por esto”.

Suena ingenioso, pero choca una vez más con el carácter de Dios. Dios es amor, dice la Escritura, y en Su
amor Él desea nuestro bien, y es precisamente porque quiere nuestro bien que no sólo nos dio Su ley, sino
que también nos transforma para que podamos andar en esa senda bienaventurada (comp. Deut. 5:28-29;
6:24; 10:12-13; Sal. 1; 19:8; 119:1).

No es solo para preservar Su gloria y Su santidad que Dios exige que Su pueblo sea santo, sino también por
el mismo bien del pueblo. Es que Dios sabe que el pecado es un engaño, que promete mucho y no da nada,
excepto frustración y dolor. Si Dios echara a un lado las demandas de Su ley, ¿dónde queda ahora el amor y
la bondad que El manifestó en el hecho de darnos la ley?
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¿Podríamos decir que un padre ama a sus hijos, cuando ese padre no les da ninguna instrucción, ninguna
dirección, cuando ese padre no procura que sus hijos vayan por un camino que él sabe que es el mejor para
ellos? La Biblia dice que un padre que no corrige ni instruye a sus hijos, está mostrando con ello que no los
ama, sino que los aborrece.

¿Es nuestro Dios un Padre descuidado e irresponsable? ¿O es más bien un Padre que desea lo mejor para
Sus hijos, y que no solo les dio Su ley, sino que también los disciplina para que vivan conforme a esa ley?
¿Cuál de estas imágenes representan mejor a nuestro Padre celestial? Comp. He. 12:5-11.

Nuestro Dios no es un Padre irresponsable. El disciplina a Sus hijos para que anden en santidad; y andar en
santidad no es otra cosa que vivir a la luz del carácter moral resumido en los Diez Mandamientos.

El creyente necesita conocer el carácter de Dios como está revelado por Él mismo en su Palabra. Esto
requerirá una dosis de predicación tanto de la ley como de la gracia. La ley de Dios representa Su carácter
santo, y no hay manera de que la predicación del carácter santo de Dios pueda pasar desapercibida sin que
la vida del creyente sufra significativamente. Por otro lado, la gracia es otra expresión de Su carácter, que
alcanzó su mayor expresión en la cruz. Pero lo que demandó la cruz fue la santidad del carácter de Dios. Sin
esa santidad, la cruz no hubiese sido necesaria. Leamos cómo lo expresó Pablo en esta porción de la carta a
los Romanos:

 Romanos 3:23-26 “Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados
gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió
públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia,
porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar
en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús”.

Dios Padre llevó al Hijo a la cruz para no dejar su justicia incumplida y su santidad sin vindicar. La cruz no es
solo una expresión de su gracia: es también una expresión de su justicia. Cuando Cristo fue clavado en
aquel madero, su gracia puso en despliegue su amor incondicional por los pecadores, y su justicia proclamó
el compromiso de Dios consigo mismo de mantener en alto su santidad.

Aun con la presencia del Espíritu Santo en nosotros, después de Génesis 3 y de este lado de la eternidad,
necesitamos un recordatorio continuo de aquello que complace o no a nuestro Dios y esto lo hace la ley de
Dios (ver los tres usos de la ley de Dios más abajo).

Por otro lado, la gracia me ayuda a no sentirme aplastado por el peso de la santidad de Dios cuando peco,
sobre todo después de haber creído y después de tener la iluminación de su Espíritu. De manera que yo
necesito una dosis importante de gracia para caminar saludablemente; pero necesito una dosis igualmente
importante de la ley para caminar santamente.

¿QUÉ ENSEÑÓ JESÚS?

Al preguntar sobre la validez de la ley bíblica —la ley establecida en el Antiguo Testamento— podemos
recurrir a las palabras de Jesús en el sermón en el Monte.
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“No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para
cumplir. Porque de cierto les digo que, mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde
de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que, cualquiera que quebrante uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los demás, será considerado muy pequeño en el reino de los
cielos; pero cualquiera que los practique y los enseñe, será considerado grande en el reino de los cielos. Yo
les digo que, si la justicia de ustedes no es mayor que la de los escribas y los fariseos, ustedes no entrarán
en el reino de los cielos”, Mateo 5:17-20.

El que Jesús haya dicho esto implica que la audiencia judía percibió su enseñanza como un nuevo conjunto
de normas que potencialmente reemplazaría la ley del Antiguo Testamento. Como explica el comentarista
John Nolland: “En términos judíos, cualquier intento de anular (Gk. kαταλύειν) la Ley podría haber sido visto
solo con horror”.

Jesús está explicando el propósito de su encarnación milagrosa. Él entró en el mundo creado no para abolir
“la ley o los profetas”, como los judíos pudieron haber creído, sino para cumplirlos. Pero, ¿qué significa el
griego πληρῶσαι para “cumplir”? El teólogo R.J. Rushdoony escribe que “cumplir” (plērōsai) significa
“ponerlos [la ley y los profetas] a la fuerza”, argumentando que cualquier otra interpretación hace
“violencia al claro significado” del texto.

La fe cristiana era, en ese tiempo, “percibida como una religión nueva que buscaba derribar la ley ancestral
de los judíos”, y debido a esto era la principal preocupación de Mateo “poner la ley y los profetas en la
conexión más cercana posible”, y que tanto la Ley como los Profetas estuvieran cercanos a Jesús, ya que él
entendió que lo profético permitió que la Ley fuera correctamente aprehendida, y que ambos son
cumplidos plenamente en Cristo.

En Mateo 5:18 se demuestra la autoridad de Jesús como Legislador y Rey: “mientras existan el cielo y la
tierra”, ni una jota, ni una tilde, pasará de la ley hasta que “todo se haya cumplido”. Es decir, aunque la
totalidad de la creación podría dejar de existir, lo que Dios ha dicho en las Escrituras es mucho más
permanente que eso.

En cuanto al “jota” (Gk. ἰῶτα) o al “tilde” (Gr. κεραία) que Jesús menciona, el erudito del Nuevo Testamento
Leon Morris explica que:

“La jota fue la letra más pequeña del alfabeto griego, pero aquí… normalmente se entiende que se refiere a
la yodh, la letra más pequeña del alfabeto hebreo… Jesús dice 'Ni la letra más pequeña, ni la parte más
pequeña de una letra’”.

Es, en otras palabras, una afirmación enfática de la validez de la Escritura, y como la ley bíblica es
divinamente inspirada, por lo tanto, durará (1 Tim. 3:15). Como Rushdoony escribe, “hasta el fin de los
tiempos, la ley de Dios, en su mismo detalle, permanecerá. Su significado y su intención siguen siendo
válidos para siempre”.

Desde una apología, a una afirmación enfática, el siguiente versículo sigue con una severa advertencia, una
exhortación de Jesús, de que todo aquel que olvide uno de los mandamientos más pequeños será llamado
“muy pequeño en el reino de los cielos”. El contraste no es un extremo entre el rechazo o la aceptación de
toda la ley, que se aplicaría a los no creyentes y los creyentes, sino más bien, según Lenski, que el “dejar a
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un lado” (como dice en el griego) del menor de los mandamientos, ya sea por ignorancia o egoísmo,
significaría interpretar o manipular erróneamente el significado de un texto vinculante y enseñar a otros a
hacer lo mismo. Mientras que el que cumple la ley y lo enseña todo será llamado “grande en el reino de los
cielos”, porque está viviendo la revelación divina de Dios, cómo la ley bíblica siempre debe ser vista.

En el versículo veinte la autoridad de Jesús se afirma nuevamente, en que él dice: “Yo les digo,” como dice
un rey a un subordinado, o como un juez le dice a un acusado, que si la justicia no “excede la de los escribas
y fariseos”, no entrarán al reino de Dios. Durante el ministerio terrenal de Jesús, los escribas y los fariseos
eran considerados los más piadosos de todos los partidos político-religiosos debido a su riguroso estudio y
enseñanza de la ley (Lc 18:9-14). Eran considerados las personas más importantes de la sociedad judaica, y
por lo tanto Jesús estaba diciendo que uno debe ser mucho más justo que los escribas y fariseos piadosos,
que moral y culturalmente significaba “perfección”, pero porque esa estatura es una imposibilidad para el
hombre lograr, no puede entrar en el reino de Dios por sus propios medios. Las palabras de Jesús ilustran
la necesidad del hombre de un salvador.

La motivación de la afirmación apologética de Jesús y su fuerte exhortación fue en responder a las “diversas
tendencias antinómicas”, que no sólo incluían a los que podían tomar una posición en oposición directa a la
ley, sino también a aquellos que “bajo el disfraz de la obediencia, el espíritu de la ley fue contravenido”. En
otras palabras, la observancia externa de la ley sin la observancia interna contraviene la ley, como en los
casos ilustrados del odio (Mt. 5:21-22) y adulterio (Mt. 5:27-38). Pero a pesar de esto, las perspectivas
antinómicas han surgido y persisten como la antítesis en la historia y comunidad de la Iglesia.

LA MISMA LEY SE APLICA: Es el aislamiento de este texto bíblico (Mt. 5:17-20) de su esquema general de la
literatura de Mateo, incluyendo del resto del canon bíblico, lo que produciría una interpretación errónea
tanto de la ley como del evangelio. Por ejemplo, en Mateo 7:12, Jesús enseñó lo que se ha llamado la Regla
de Oro, “Así que, todo lo que quieran que la gente haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos,
porque en esto se resumen la ley y los profetas”. ¿Está Jesús dando una nueva ley que abrogaría a los
antiguos? Lejos de ello, como dice Nolland, “La Regla de Oro no solo resume la enseñanza de Jesús sino que
también resume la Ley (y los Profetas)”.

Consideremos también Juan 13:34, que también debe ser reconciliado no solo con el evangelio de Juan,
sino con la literatura colectiva de Juan (i.e., 1 Jn 5:2-3) y la totalidad de la Escritura, donde “Un
mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros” no es en realidad un mandamiento “nuevo” (Deut.
6:5; Lv. 19:18) que abroga lo antiguo, sino más bien como escribe McQuilkin: “Juan usó kainos [no neos], un
nuevo aspecto de un comando antiguo”, el kainos en griego significa un “nuevo aspecto, nueva
profundidad, nueva plenitud, o nuevo alcance”.

La ley, por lo tanto, fue rechazada solo “como mediador y como fuente de justificación” como lo expresa
Rushdoony, ¿cómo se puede entender la gracia sin la ley? ¿Y cómo se puede interpretar la misericordia y la
justicia si la ley fuera abrogada? La notable obra Instituciones de la Ley Bíblica, escrito por Rushdoony,
“afirma la soberanía de Dios sobre todas las cosas (Salmo 24:1)” y porque creó todas las cosas y es dueño
de todas las cosas, “la verdadera libertad solo puede estar bajo Dios y su ley”. Como el teólogo R.C. Sproul
explica, “no podemos vivir de acuerdo con nuestra propia ley”, la verdadera libertad solo puede ser
realizada bajo la soberanía de Dios (Jn. 8:32).
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Jesús reconoció plenamente la ley, la afirmó públicamente, y la obedeció. Él vino, “no como destructor o
innovador, sino para cumplir”.14 El texto de Mateo 5:17-20 es claro en su significado cuando se reconcilia
con su contexto histórico, cultural, y homilético. Jesús declara explícitamente que no había venido a
abrogar la ley, a cancelarla, a anularla, sino a cumplirla, a ponerla en fuerza, a permitir que su pueblo
hiciera de la ley una realidad interior. Formando parte de una homilía mayor, el Rey y el Legislador anunció
el restablecimiento de la voluntad de Dios y la inauguración de su reino, restableciendo las mismas
exigencias éticas del Antiguo Testamento y confirmando su enseñanza y autoridad con señales y milagros
en los futuros capítulos.

El reino de Dios no es sin ley en su naturaleza; se caracteriza por su ética divina y justa establecida por Dios
y habilitada por el Espíritu Santo. La ley puede hacer que los hombres sean declarados culpables por sus
pecados, puede contener el mal en el mundo, y puede guiar al creyente en su progresiva santificación.

Que la enseñanza de la ley sea restaurada en la vida de la Iglesia, y su bondad y belleza se destaque en la
vida del cristiano en todas las eras (Sal.1:1-2).

PREDICANDO LA LEY

El pueblo de Dios tiende a mover el péndulo hacia un lado o hacia el otro, y raramente lo deja en el medio.
Si bien en años pasados el legalismo fue ampliamente confundido con santidad de vida (“no hagas”, “no
digas”, “no toques”, “no veas”), hoy en día lo que vemos es una despreocupación por la ley de Dios y un
sobre énfasis en la predicación de la gracia, a expensas de la ley.

 Si no entiendo la ley, no apreciaré la gracia.


 Si desprecio su ley, abarataré su gracia.
 El ignorar su ley convierte la ley de la libertad (Stg. 1:25) en libertinaje.

Esta tendencia es evidente en las iglesias en Latinoamérica. De hecho, está en el ADN del “evangelio de la
prosperidad” el predicar las promesas y bendiciones de Dios, sin predicar las demandas de la ley de Dios.

POR QUÉ NO PREDICAR LA LEY

He podido observar que hay tres tipos de personas que se sienten inclinados a predicar solo la gracia sin el
debido lugar de la ley:

a) Personas con un trasfondo de rebeldía, pero criadas en un hogar cristiano donde hubo mucha ley y poca
gracia. Al encontrarse con la gracia de Dios, malentienden que la causa de su rebelión fue la ley y no la
ausencia de balance.

b) Personas altamente emocionales, que desean “revolcarse” en la gracia de Dios para sentirse livianos cada
vez que sus emociones los llevan a pecar. De esa manera minimizan la gravedad de sus transgresiones y
viven sin ningún cargo de conciencia a pesar de su vida de desobediencia.

c) Personas que no han entendido el rol de la ley de Dios en la vida del creyente. Los reformadores y aun los
puritanos entendieron cuán saludable es la presencia de la ley en nuestras vidas como una manera de
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proveer un cauce para nuestras emociones caídas y el pecado remanente. Las aguas de un río causan
mucho daño cuando se salen de su cauce, y lo mismo ocurre con nuestras emociones.

EL TERCER USO DE LA LEY

Los reformadores estuvieron de acuerdo en que la ley tenía diversos propósitos. La ley en primer lugar tiene
un “uso civil” para restringir el pecado en la sociedad. Dios reveló su ley natural a través de la revelación
general que dio al hombre e inscribió esa ley en nuestros corazones como revela Rom.2).

Un segundo uso sería, el pedagógico. Esto quiere decir que la ley sirve para poner de manifiesto el pecado
y así acusa a los pecadores, mostrándole cuánto se han apartado de la ley moral, y así hallar el camino para
el evangelio.

El tercer uso de la ley tiene su efecto en aquellos que están en Cristo. Aquí la ley nos muestra lo que
complace a nuestro Dios y lo que no lo complace. Este último uso es para aquellos que ya han nacido de
Nuevo. A los creyentes se nos ha dado una nueva habilidad para guardar la ley que no existía antes de la
venida de nuestro Señor y la morada del Espíritu en nosotros. Juan nos enseña de esto en 1 Juan 3:24: “El
que guarda sus mandamientos permanece en El y Dios en él. Y en esto sabemos que El permanece en
nosotros: por el Espíritu que nos ha dado”.

En un sentido, esto no es tan diferente a lo que había sucedido en el Antiguo Testamento. Dios redimió a su
pueblo de la mano de Egipto (Éx. 19), y luego le da la ley (Éx. 20). Primero gracia y luego ley. Dios no le dio
la ley para que si ellos la guardaban serían liberados de Faraón. ¡No! Ellos no podían cumplir la ley
perfectamente. Pero si necesitaban alguna motivación para guardar la ley, no sería el que serían salvados
de Egipto, sino el agradecimiento por haber sido sacados del cautiverio.

Entonces, no tratamos de obedecer su ley para salvación. Esto nunca ha sido una posibilidad, porque por
medio de la ley ningún hombre es justificado (Ro. 3:20). La obediencia a la ley de Dios debe ser una
respuesta natural del creyente que ama a su Dios… “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”, (Jn.
14:15). El salmista entendió esto perfectamente bien cuando exclamó, “¡Cuánto amo tu ley!” (Sal. 119:97).
Y Pablo afirmó el mismo principio al decir, “Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios”,
(Ro. 7:22). Ni el salmista en el Antiguo Testamento, ni Pablo en el Nuevo, minimizaron el rol de la ley; antes
bien, la amaron. Esta es una manera de honrar la santidad del Dios que dio a su Hijo en una cruz para el
perdón de mis pecados y la salvación de mi alma.

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