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La asimilación del discurso anticapitalista es perniciosa para el panorama político de un


país

Sharon Ángela Chuquiruna Miranda


Renzo Evángelo Daskaleas Martínez

Ingeniería Económica y de Negocios

Mg. Estephany Abigaíl Rojas Torres

Ate, febrero de 2022


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Introducción

¿Por qué Latinoamérica es tan proclive a abrazar discursos anticapitalistas? ¿Han sido los

resultados de las políticas liberales aplicadas en la región los responsables de su propia

impopularidad? ¿Acaso su contraparte, la izquierda política, con su discurso ha conseguido

opacar lo logrado por los gobiernos liberales? Las últimas elecciones presidenciales en el Perú

designaron como el nuevo líder del ejecutivo al candidato de un partido político de izquierda

señalado de corrupción: Pedro Castillo; quien, para sorpresa de sus votantes, ha confesado

públicamente no estar preparado para gobernar, lo que demuestra que el ex docente de Chota no

es la persona idónea para dirigir el Perú, pero, aun así, su campaña política tuvo gran aceptación

en la población. Dicha situación amplió nuestra visión y pudimos rescatar un reciente patrón en

Latinoamérica. De tal manera, evidenciamos que la elección presidencial ha consolidado la

hegemonía de la izquierda sobre las políticas liberales en la región, pues a quienes los votantes

prefieren son a los candidatos que se postulan bajo la mencionada postura política. Sin embargo,

para desdicha de la población, muchos de estos gobiernos regidos por la izquierda política no

consiguieron los resultados esperados por el colectivo, como Lula Da Silva en Brasil, López

Obrador en México o, más cercano, Castillo Terrones en Perú. Pese a ello, los votantes confiaron

en ellos a comparación de sus adversarios de políticas liberales, y la razón que pudimos extraer

para la ocurrencia de este fenómeno fue la práctica del discurso anticapitalista, de manera que

cada uno de los presidentes de izquierda política basó su campaña en contra del capitalismo que,

hasta hace poco, había sido la ideología predominante en la región. Frente a este panorama, nos

planteamos: ¿qué impacto puede generar la recepción del discurso anticapitalista en

Latinoamérica? Desde nuestra perspectiva, nosotros sostenemos que la asimilación del discurso

anticapitalista es perniciosa para el panorama político de un país. En las siguientes líneas


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expondremos las principales razones que nos orientaron a este veredicto, entre las que se refleja

un discurso vago y populista.

En primer lugar, el discurso anticapitalista es tan perjudicial porque impone políticas

estatistas históricamente ineficaces, pues pretende desplazar toda política liberal sin importar su

probada efectividad. Por ende, durante la fase electoral, a través de este tipo de discursos

antagónicos la izquierda se plantea el objetivo de desvirtuar rotundamente cualquier idea

contraria a su agenda política, las cuales, en concreto, son las políticas liberales o “neoliberales”

(un término que suelen emplear de forma despectiva); es de este modo que consigue destacar

durante la campaña electoral de cualquier país latinoamericano frente a sus adversarios. Acerca

de lo que desea el anticapitalismo, es alarmante que aún un grupo influyente persista en gobernar

sobre principios que, al aplicarse, según la trayectoria registrada, han destruido la economía de

muchos países nacientes y generado el descontento de la población en consecuencia de la

eliminación de la libertad económica, la inflación y la dependencia del Estado. De igual

importancia, vemos cómo al anticapitalista no le interesa el respaldo técnico de la propuesta

contraria, cuyo cimiento debe perdurar para el bien de la prosperidad económica de un país.

Sobre ello, datos de Our World in Data (s. f.) respaldan la validez de las probadas políticas

capitalistas y el por qué no deben ser desplazadas. Para empezar, con respecto al cambio del

ingreso o PIB per cápita (indicador de productividad y desarrollo económico) anual a nivel

mundial, tal como se puede apreciar en la Figura 1, ha aumentado a lo largo de los años

conforme el capitalismo se ha ido estableciendo y en 2019 cerró con un crecimiento del 75%.

Figura 1

Cambio mundial en el ingreso per cápita


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Ahora, centrándonos en Latinoamérica, en el año 2018 los países que más gozaban de

libertad económica eran Chile, Uruguay y Perú, y los que no, Venezuela, Cuba y Bolivia. A

continuación, se revisó el ingreso per cápita de estos países y resultó que, efectivamente,

aquellos con mayor libertad económica mostraban márgenes de crecimiento más positivos,

visible en la Figura 2.

Figura 2

Ingreso per cápita de algunos países de Latinoamérica en 2018


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Por lo tanto, es notorio que la izquierda política es indiferente al bien de la ciudadanía y

capaz de denostar las políticas de probado éxito para imponer sus propias “recetas” que, si bien

son muy exitosas y prometedoras en campañas electorales, en su aplicación son desastrosas y

han afectado profundamente a cuanto país latinoamericano las ha aplicado; por lo cual es de

necesidad inmediata evadirlas y mantener las políticas liberales que nos mantienen en constante

crecimiento económico.

En segundo lugar, el compromiso de progreso que incluyen en su discurso los

anticapitalistas obstruye el filtro de confiabilidad, ya que este se asienta en promesas electorales

sin sustento que, como puede esperarse, no se cumplen. Sin embargo, muchos electores

minimizan esta problemática pues, para ellos que han experimentado incesantes campañas, no

existe novedad no diferencia, pues la aplicación de las falsas promesas también la aplican los

candidatos sumados a partidos capitalistas. Si bien es verdad que las promesas fraudulentas de

campaña no son exclusivas de los anticapitalistas, el señalar que “son igual de nocivas” no es

correcto. Efectivamente, los dirigentes políticos, actuales o a lo largo de la historia, han sabido

reconocer y analizar el comportamiento y las necesidades del sector de la población al que

destinar su mensaje para que este genere mayor impacto. Es de tal forma que dirigen

principalmente hacia la clase popular (proletariado) un sinfín de promesas electorales que

comprenden entre obras públicas, programas sociales y otras estrategias de desarrollo; las cuales

no son más que parte de una táctica política engañosa que asegura la satisfacción inmediata de

aquellos desniveles de la sociedad a cambio de la suma a sus movimientos. En ese sentido, como

se mencionaba, si bien este modelo de campaña de operación no es exclusivo de lo opuesto a lo

liberal, pues el capitalismo también ha incurrido en él, la peligrosidad del que sea aplicado por la

antítesis recae en que, dada su posición, puede aparentar ante la gente la existencia de
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fundamento. Dado que las ideologías opuestas al capitalismo no eran fuertemente representadas

en los gobiernos hasta hace pocos años, que un candidato anticapitalista se postule con

insustentables promesas políticas le brinda ventaja por sobre un candidato de ideología

capitalista porque, a diferencia de este último conocido, a los anticapitalistas se les cede un

margen de credibilidad porque su modelo de operación es en su mayoría desconocido por

ignorancia y porque no es el que ha habituado regir. Entonces, en otras palabras, el

planteamiento estratégico que da soltura a los anticapitalistas a propagar promesas electorales es

que, según ellos, el motivo por el cual las desigualdades han primado en el territorio

latinoamericano es por el “inicuo sistema capitalista” y que, si optan por ellos, todas estas

desigualdades serán saldadas de inmediato porque sus políticas son contrarias a lo ya constituido.

Por supuesto que, si este discurso logra convencer a la masa, esta será grandemente afectada,

pues habrá apostado por una ideología cuya gobernabilidad es insostenible. En suma, aunque

divulgar engañosas promesas electorales es injustificable, en cualquier caso, el que esta táctica

sea aplicada por políticos anticapitalistas es peligroso porque esto genera la oportunidad perfecta

para que estas personas puedan hacerse en el poder ante un público embaucado.

Por último, la prédica anticapitalista requiere necesariamente de la polarización de la

población para que prospere su plan político porque, de esta manera, se asegura de inducir

fuertes sentimientos negativos, como el odio y el recelo, los cuales son difíciles de dispersar. En

ese sentido, su discurso se vuelca siempre hacia un supuesto enemigo que conspira para

mantener al resto de la sociedad sumida en la pobreza y el subdesarrollo; este enemigo en común

puede adoptar diferentes categorías: ricos, extranjeros, empresarios, etc., pero siempre atentará

en contra de los vulnerables. En pocas palabras, para ellos siempre existen víctimas y victimarios

y, por tanto, es indispensable que aparezca un «salvador» que ponga fin a la conspiración
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conjunta de las oligarquías nacionales y los “perversos” intereses capitalistas internacionales.

Respecto a la división de la población, se señala que:

Políticamente, el populismo suele encarnarse en un líder carismático, un redentor que

viene a rescatar a los sufrientes y asegurarles un espacio de dignidad en el nuevo paraíso

que este creará. Esto es particularmente notorio en el caso del «socialismo del siglo xxi».

El populista lleva a cabo su programa utilizando las categorías de “pueblo” y

“antipueblo”. Él dice encarnar al “pueblo” y, por tanto, quien esté en contra de sus

pretensiones estará siempre, por definición, en contra del «pueblo» y del lado del

“antipueblo”, lo que significa que debe ser marginado o eliminado. (Kaiser y Álvarez,

2016, p. 27)

En síntesis, para que el anticapitalismo se propague en la sociedad latinoamericana es requisito

indispensable enfrentar a la población. Asimismo, los discursos de odio que dan lugar a la

polarización desvían la atención a las verdaderas soluciones, lo que crea un antivoto

injustificado.

Conclusión

En conclusión, el recibimiento de la población al discurso anticapitalista es muy

peligroso para el panorama político de un país, más aún si este tiene intenciones presidenciales;

esto se debe a que esta clase de prédica está acompañada de intenciones de imponer políticas

estáticas y desplazar las liberales, de promesas electorales no confiables por no tener sustento

alguno y de polarizar al pueblo latinoamericano sembrando sentimientos destructivos como el

odio y recelo que suelen permanecer por mucho tiempo. Sin duda, los defensores del

anticapitalismo saben cómo perpetuarse para hacerse con el poder mediante tácticas repudiables;
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sin embargo, mientras el interés de estos políticos persista, está en el pueblo reflexionar sobre los

mensajes que recibimos de cualquier medio e informarnos para no ser encandilados por

propuestas que parecen magníficas, mas en la práctica no resultan como se espera.


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Referencias

Our World in Data. (s. f.).

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