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No te dejaremos solo

- Han dejado un bebe en el salón de comunicación. Que malas son esas


profesoras, así dicen ser buenas…
- Es el segundo día y siguen los llantos. Fácil pueden llevarlo al aula, no creo
que le hagan mucho problema.
- Vamos a presentar quejas al CONEI.

Tras estos comentarios al que le dicen loco se fue a descansar en el salón en


mención, no escuchó nada, mas se decía para sí:

- Por lo visto han hablado con el director, pero quién ha sido. La gorda no creo,
con lo figureti, ya lo hubiera gritado a todo los vientos; la flaca, de quién, si la
pobre ni su sombra le hace caso; la tía, difícil, ya cerró la fábrica; la tierna, ya
está para la otra; y la beata, lo dudo.
- Um, umm, si es una estudiante, ya tengo para entretenerme. A esperar hasta la
tarde…

El tiempo; según la edad, es la ansiedad; pero más fuerte es la curiosidad y el afán de


querer descubrir. Todo ello es la mezcla perfecta para la locura. Esta que alimenta el
espíritu de este pobre hombre que solo tiene de sobra el tiempo, o sea, oro puro…

- A quien están encubriendo.


- Qué hablas. Estéricamente contestó.
- Van a negar lo innegable.
- Aum, aum, ma…
- Ahora van a decir la verdad.
- ¿qué día es hoy? Dijo con voz de autoridad.
- Miércoles
- Al viernes cuantos días han pasado.
- Cinco días
- Es el tiempo que la gata no viene a ver a su hijo.
- Con una voz tierna se escuchó: hace más de dos semana una gata ha parido
dentro del almacén, siempre venía a ver a sus 5 hijos, ya hemos regalado 4
lamentablemente el viernes han limpiado el aula y para que no entre polvo
cerraron las ventanas, por lo tanto, la gata no ha podido ingresar; ayer recién
nos hemos percatado, porque nos dijeron que alguien lloraba en nuestro
ambiente, no respondimos nada; mas ahora nadie quiere gato, el pobre va
morir porque no come ni bebe por sí solo, tampoco se deja agarrar, en la
mañana le dije a mi estudiante que lo saque, pero no pudo porque el espacio
es pequeño y el minino se escabulló entre los libros.
- La voz angelical, la popular ni un minuto más agregó: solo queda esperar la
voluntad de dios, pero ya es tarde, terminó la reunión.
- Finalizando la conversación con una voz autoritaria: nadie lo quiere, está de
hambre, ya morirá porque la mama no ha vuelto y tampoco volverá.

Veía que cada colega cogía sus cosas y suelta en hueso salían del aula, cada una con
su particularidad. Nadie me dijo que les ayude. Mejor aún para mí, no tengo
mascota…

Raudamente me metí al almacén; este estaba lleno de tela de araña, empolvado; con
tantas cosas, gigantografías, afiches, banderolas, cajas; entre otros. Comprendí
porque no pudieron atraparlo; sin embargo no me detuve y llamé: minchi, minchi. Dos
ojos negros se acercaban lentamente, ojos llorosos, lentamente daba sus pasos al son
de su llanto, su silueta aún conservaba su forma; el pobre llegó a mis manos y no
opuso resistencia para cargarlo y sacarlo de su casa o su infierno…

Ya en la mesa lo puse de pie con el fin de despulgarlo, no tenía muchas pulgas, pero
al terminar fui por agua para darle de beber, para suerte habían dejado biberón de
mascota; el minchi a duras penas tomo una onza. Cuando volví a cargarlo me percaté
que sus partas eran blancas, desde su diafragma hasta la altura de sus ojos era
blanca y la espalda y demás parte eran negra.

- No se diga más, tú te llamaras elegante. No sé qué sexo eres.


- Sube a mi hombro… está bien te pondré en mi hombro, pero agárrate bien, son
cinco cuadras para llegar a casa.
- Miau, miau, miau
- Ya elegante, en casa te daré leche.
- Ya no llores, la gente me mira, escucha lo que dice: que malo, hace frio; tiene
hambre, dele de comer.
- que chistoso el gato, parece un loro; curioso, como se para en su hombro.
- Miau, miau, miau
- Por favor elegante ya no llores, en casa vas a comer.

Felizmente eran solo cinco cuadras las que te tuve que caminar; puesto que llegue a
casa. Grande fue mi sorpresa al escuchar lo siguiente
- Tu gata esta triste, ha malparido.
- No es mi gata ella viene a mi sin que yo le llama.
- Pero igual, para con usted.
- Desde ayer no para de llorar.

Cuchufleta no dudó en traerla a la bella a mi cuarto, que si no fuese por su tamaño, no


me acercaría a ella. La primera vez que la vi creí que era una cría de un leopardo,
pero creo que no hay gata más tierna que ella.

Me despertaba lamiéndome la cabeza, antes de salir de casa me lamia la mano,


luego, al volver me seguía a todos, hasta la tienda. Aquella que está a una cuadra, ya
para dormir me lamia la cara, a pesar que la botaba, la echaba hasta con agua; pero
siempre volvía, sin rencor; solo con amor, será que me veía como su hijo a quien debe
darle amor, porque le hace falta compañía en sus noches de dolor, angustia,
sufrimiento.

Esta vez los papeles se revertieron y ella estaba como yo, después de casi dos años.
Ahí en la cama estaba tirada, sin ganas de moverse, solo gemía de tristeza. Al ver esa
escena cogí a elegante y le acerqué a la bella, quien al percatarse de que un minino
pequeño se le acercaba, no dudó en levantar la pierna para dejarle amamantarse,
después de ello le lamio todo el cuerpo, finalmente la tomo del lomo y se la llevó hasta
sabe dios donde. La estuve esperando toda la noche, antes de ir a dormir la busqué
por los techos de los vecinos. Gritaba, mincha, elegante, una y otra vez, mas no tuve
éxito. Fue la primera vez que no vino a dormir conmigo, casi dos semanas duró el
vaivén. Ya envidiaba a elegante, todos en la casa se enamoraban de él, si, resultó ser
macho. En ese tiempo me hice al dolor, pero en fondo prefería eso a ver a dos
indefensos sufriendo. Indefensos que solo le falta hablar para que sean nuestros hijos
escogidos y sobretodo incondicionales e amorosos.

A los quince días cumplido me despertaron lamiéndome la cabeza y los pies, elegante
al ver que desperté se acercó a mi pecho, por inercia lo abrace, la bella nos mirabas y
a ambos nos lamia. Esa magia duraba 3 minutos, después del trabajo tenía dos
preciosuras siguiéndome a todos lados a mi derecha y a la izquierda. La vida
continuaba como siempre con sus altos y bajos, pero valía la pena; puesto que al
regresar a casa tenía algo puro y sincero, no necesita llamarlos, sabían a que hora
llegaría. Se hizo una rutina deseada, esperada, inefable. Mas como todo tiene su
punto de partida, elegante era demasiado atractivo. Con los meses creció y se volvió
un padrillo, pero a pesar de que ya no tenía la ternura de cuando era un cachorro, a
pesar de ello los vecinos me envidiaban.

6 mese pasaron y solo venía a dormir conmigo la bella, por el día todo seguía igual,
salvo que ahora elegante venia maltratado, golpeado, arañado, mordido, era de
esperarse.

Al día siguiente la bella estaba triste, su hijo no había llegado; no lo vi por ni un lado, la
pobre empezó a maullar. Subí al techo a buscarlo, pero no estaba, bajé hacia mi
mascota; la cargue, abracé fuertemente y empecé a lamer hasta que se tranquilizó. No
estábamos solos, nos teníamos unos al otro. Estuve así por 15 días, tenía que decirle
a mi leoparda en miniatura: elegante ya no volverá, quizás se fue siguiendo a una gata
y no sabe como volver, pero tú lo abras buscado; otro es que algún vecino se lo haya
quedado, es mas que seguro; o también pueda que haya comido bocado, últimamente
muchos gatos han muerto envenenados, pero no está el cuerpo de elegante. Tenemos
que resignarnos. Nos miramos fijamente, pero fue la primera vez que no me lamio y
durmió frente a mí.

Al día siguiente al volver a casa; después de cenar, me eché en la cama, boca abajo,
bella no dudó en echarse e mi espalda a dormir, otras veces en el pecho, lugares que
solía a incomodarme, pero al sentir su calor se iba la incomodidad, temprano al
despertar la buscaba con mi mirada para luego cargaba como un bebe, la llenaba de
besos, la limpiaba como si fuese su madre, lamiendo su cabeza, su lomo, sus patas.
Al terminar, la dejaba en la cama, boca arriba, cubría su cuerpo con la frazada, hasta
el cuello. Mi minina ya no era mi mascota, era mi niña…

Tuvieron que pasar dos semana para percatarme que, al irme y dejarla en la cama a la
bella, esta se quedaba triste, se le caía una lagrima. Al detenerme para verla; me
quedé callado; ahora ya eran el doble de lágrimas, las penas eran menos; nos
miramos por unos segundos. Ella se paró y corrió hacia el techo. Ese día no la vi en
todo el día, pero si escuchaba su llanto, su queja, luego de tres días volvió la rutina de
siempre, pero sin lágrimas confidentes, mas por el contrario. Ahora las lágrimas eran
confidentes, hasta que decidí hablarle.

Porque estas así de contenta… sabes que estoy mejor al no verte sufrir…

Mi hija solo atinaba a empujar su cabeza hacia mi pecho, si, la tenía cargando.
Creo que has estado de conquista.

Como respuesta tuve un ronroneo

Ahora dejaremos que pase una semana, si comienza a crecer tu panza tendré que
comprar tu comida especial. Tus hijos deben de estar bien alimentados. Que no se
vaya a enterar la uraña…

Yo te hable de ella hace tiempo. Es una especial, engreída, pero tiene sus
ocurrencias, se tira al suelo y se pone boca abajo y lentamente se mueve de un lado
para otro o simplemente da un giro de 360 grados. No se deja cargar, solo para en
lugares alto, pero cuando me ve se escapa. Con la única que se deja cargar es con mi
persona especial.

Volviendo a lo nuestro, ten cuidado con los 7 gatos de adelantes.

Efectivamente le compre su comida en costal, como para dos meses. Eso creí ya que
al servirle su comida siempre aparecía el gato perro de mi padre, este que le tenía
miedo al agua, sin embargo se dejaba bañar por mi progenitor, aunque había días que
desaparecía cuando le decían que lo iban a bañar, pero siempre llegaba a las 4 de la
mañana. Se paraba en el techo y maullando, esperando a que salga su dueño. Él al
salir le hacía entrar a la cocina. Ya adentro el gato le maullaba a lo que recibía como
respuesta:

Te has escapado, uno de estos días te voy a bañar, estás cochino. La respuesta no se
hacía esperar y un ronroneo se le acercaba para luego rodearle los pies al compás de
sus pasos hasta que llegaba a su plato donde le vaciaban leche. El minino se ponía a
lamer mientras escuchaba:

- Ayer te dejé tu pollo cocido y te has dejado quitar por el gato de adelante, eres
tonto, siempre te dejas quitar, grande y fuerte por gusto. El michi solo le
respondía con un miau, mientras que mi papá se arrecostaba en el mueble. Al
terminar de beber su leche iba donde su dueño y esperaba la palmada que
indicaba su lugar; unas veces era en sus muslos, si estaba sentado; otras
veces, sobre sus piernas, si estaba haciendo otra cosa; también había
momentos que se ponía en su pecho, si estaba echado. El lugar no era fijo, lo
único fijo era el ronroneo por unos minutos que se convertia en una eternidad
donde ambos se veian fijamente sin hacer ruido alguno. Después de ello solo
quedaba levantarse e ir a sus actividades, uno hacia el pasadizo, alumbrado
con una linterna y el otro por el techo, ambos despidiéndose a la salida de la
casa. Con esa mirada que se resumía en vuelve pronto y cuídate.

Los 70 dias pasaron y al llegar de noche vi triste a mi mascota, mi hija. Su mirada me


decía todo, solo confirmaba lo que sospechaba: ha vuelto a malparir. La respuesta era
obvia.

Esperábamos al amanecer para llorar juntos, no se quien sufría más, lo único que sí
sabíamos, era que nos teníamos uno al otro.

El duelo nos duraba un mes.

La historia se repitió por tres veces.

Lo recuerdo, el dolor era intenso para mí. Mi amada se distanciaba de mí y yo era


evidente, por ello mi pequeña no dudaba en consolarme con la rutina mágica. Hubo un
cambio una mañana… despertè y no vi por ni un lado a mi pequeña panzona.

Se me pasò el tiempo buscándola que lleguè tarde al colegio, para suerte mia ese dia
solo tenia dos hora de trabajo. Volvi lo mas rápido que pude, dejè mis cosas en el
mueble, preguntè a todos por la gata. Nadie me daba razón, para suerte mia decidì
cambiarme. Fui a mi cuarto y ahí estaba mi hija con sus 4 crias; el tigre, igual al perro
gato; la vaca, con sus manchas negras por todo el cuerpo; la negra, con su pecho
blanco; y el silvestre, similar a elegante.

Ahora ya dormía con 5 gatos que al abrir los ojos corrían hacia mí y me lamian.

Cuando fueron creciendo la madre de los cachorros se iba alejando cada vez más, no
me di cuenta de su ausencia hasta después de tres días al ver que sus crías lloraba.

De madrugada les dije a mis 4 hijos:

- Creo que su mamá no volverá.

El tigre se acercó a mis manos, para cargarlo, para luego pueda dormir. Seguido de
ello silvestre saltó a mi hombro, no le importaba si su garra me dejaba huellas. Lo
bueno que vaca solo atinaba a lamer mi mano y la negra me miraba y se arregostaba
a la altura de mis pies.

Según iban creciendo la preocupación era cada vez mayor hasta que llegó la
pandemia.
De los cuatros pedidos de adopción solo se llevaron a tigre. Me tuve que quedar con
los tres.

A la hora de alimentar apareció una gata de cuatro colores, por consiguiente era
hembra, tiene un parecido a araña: blanco, negro, anaranjado y medio dorado oscuro.

La pobre de donde vendría, solo aparecía para comer y cuidar a los 3 indefensos.

Según iba creciendo se volvieron independientes por su propia naturaleza, solo venían
para comer y dormir. Todas las noche un sorpresivo salto hacia mi hombro, con una
mirada acusadora que venia de mis pies, por ultimo mi inspectora que me rodeaba y
solo se acercaba para dormir. Silveste a la altura de mi cabeza, solo lamia mi cabello,
la negra en mi pecho para ronronear, la vaca donde quería y la ajena en un rincón del
cuarto, solo nos veía…

Tres meses pasaron y cada vez era más peligroso salir, por consiguiente no pude
busca a vaca, cuando desapareció, a los tres meses siguientes; Silvestre, tuvo un
infarto; el pobre de pequeño tuvo una infección e inflamación a la altura de su
mandíbula, tal vez no se curó bien. De ello, dicen que fueron testigo ajena y la negra.
Cuando Silvestre dejo de respirar la negra se le acercó y le lamió por casi una hora.
Bueno eso dijo cuchufleta; puesto que ella estaba estudiando en la sala y no le tomaba
importancia porque siempre solían lamerse los unos a los otros; como de costumbre
en lugar alejado, la Ajena estaba mirando fijamente. Hasta que llegó el pequeñín, se
acercó a la negra y trató de cargarla, lamentablemente ella la rugió y le arañó la mano.
Producto de ello la criatura se puso a llorar; por tal motivo cuchufleta se acercó a
consolar a su sangre, sin embargo el enanin intentaba cargarla a la minina, en vano
fue su intento porque su respuesta seguía siendo la misma arañones y rugidos, por
consiguiente la cuchufleta al llegar cargò a su sobrino y con un: ush, ush, sal de acà
quiso alejar a la negra. La negra no quería alejarse del cuerpo inerte de silvestre, a
pesar que en un momento con el pie fue separado. Quizás no fue buena idea ya que la
ajena desde su lugar le rugiò mientras que la negra aullaba y el cuerpo de silvestre
estaba inmóvil, de esto se pudo dar cuenta el pequeño, puesto que con un dedo
señalò el pobre cadáver y entre sus primeras palabras dijo: ete, ete, luego de ello se
puso a llorar mientras la negra se acercaba nuevamente al cuerpo de su hermano y la
ajena hizo lo mismo. Ahora eran ambas las que lamian el cuerpo del guturro. Fue ahí
donde cuchufleta experimentó el dolor emocional; aunque no lo haya dicho, se unió al
velorio, llorando en masa, según ella, llamo de inmediato a su hermano para que
entierre a silvestre.

Cuando se lo llevaron, la negra se fue a lado del pequeñín. Este niños lo cargó como
un bebe, lo besaba, mientras le lamia la cara como agradecimiento. Ambos eran
felices, teniendo como espectadora a la ajena, a la mirada fija, a la que se mantiene a
unos metros de distancia.

Desde ese día solo tenía como compañera a una observadora nocturna que por la
mañana se convertia en un despertador mordiscon. Con el tiempo me dejó de morder
y solo me manoteaba al amanecer y luego se iba a una esquina o a pelear con el perro
gato, este que como jugando ya tenia mas de 10 años con la misma rutina, ganándose
el corazón de su viejo dueño, de sus resondrones por pelear y llegar hasta el punto de
traer media oreja colgando. Ese es el precio de ser el padrillo.

Una madrugada pasò y no apareció el ingrato, después el sugundo dia fue lo mismo
ya al tercer dia todos preocupados preguntamos por àl teniendo como respuesta: un
año desapareció como 15 dias. Y pasaron 20 dias y no había noticia:

- Por hay dicen que el gato que amo mucho a su dueño y sabe que va morir se
va sin retorno alguno.

El dolor fue asimilado.

Lo bueno de todo ello es que durante el ultimo mes un firulay llegó a casa. Desde ese
momento era doble la felicidad y creo que tanta bondad es preparada para no sufrir
demasiado. Ahora firulay remplazaba a perro gato. La diferencia es que este cuida la
casa como si fuese un león, aunque era casi un ratòn, quien reemplazò a su amigo por
la ajena, esta que con el tiempo aprendiò a acercarse a otros animales y a dormir en la
cama debido a que me miraba solo esperando a que alguien me acompañe. La negra
ya era casi un muñeco para el chiquitin hasta que un dia escuchè decir.

- Negra no hay. Dejando caer una lagrima.

Preguntè que pasò y me dijeron que había muero envenenado. Buscò al pequeñin
pero al escuchar que este lloraba se quedó en la cocina. La madre de cuchufleta fue
testigo de sus últimos ronroneo y mirada hacia donde estaba el tilín. Ella se percatò de
la espuma que botaba la pobre. Corrió con aceite para darle, pero fue tarde su cuerpo
ya estaba tieso, por consiguiente tuvo que esconder el cuerpo para que su nieto no lo
vea.

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