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ASPECTOS JURÍDICOS DE LA VIOLENCIA SEXUAL

Luz Rioseco Ortega1


Solange Díaz2
(Capítulo del libro "Carencias que Duelen. Servicios para Mujeres y Niñas Afectadas
por Violencia Sexual en Chile", coordinado por Carolyn Bain y María Angélica Yañez,
Editado por Fundación Ford, Santiago, 2002).

El presente capítulo contiene un análisis del marco jurídico internacional y


nacional relativo a la violencia sexual. En la primera parte se tratan los
mecanismos y convenciones del Sistema de Naciones Unidas y del Sistema
Interamericano, pertinentes a la materia de este estudio, destacando la
Convención de Belem do Pará por su importancia y relación con el tema.
En el marco jurídico nacional se analiza la reforma a los delitos sexuales, tanto
en sus aspectos de fondo como procesales.
Finalmente, se plantean los resultados de un pequeño estudio que se realizó con
el objetivo de analizar la aplicación de las normas relativas a la violencia sexual
y su uso por parte de las mujeres.
I. Marco jurídico internacional
En materia de Derecho Internacional de derechos humanos, Chile forma parte
de dos sistemas importantes: el de Naciones Unidas y el interamericano. En
cada uno de ellos existen organismos, mecanismos y convenciones relacionados
con los derechos humanos de las mujeres y, por tanto, con la violencia sexual.
Sin duda, lo más destacable en ambos sistemas son las convenciones. Para este
estudio, destacamos la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, aprobada por Naciones Unidas en 1979, y la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer, aprobada por la OEA en 1994.
También hay otros mecanismos que han contribuido, y contribuyen, al creciente
respeto del derecho a una vida sin violencia. A continuación se destacan los
mecanismos más relevantes de cada sistema.

1
Abogada de la Universidad de Chile, Magister en Estudios Legales Internacionales con mención en
Derechos Humanos – American University. Profesora del curso “Género y Derecho” en la Escuela de Derecho
de la Universidad de Chile; Co-cordinadora del Proyecto “Mujeres Latinoamericanas por la Corte Penal
Internacional y la Justicia de Género” en la Corporación DOMOS.
2
Estudiante de 5º año de derecho en la Univerisdad Diego Portales.

108
A. Sistema de Naciones Unidas

1. Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación


contra la Mujer
Fue ratificada por Chile en 1989 (por su extenso nombre, muchas veces se la
designa por la sigla en inglés CEDAW 3, nosotras la denominaremos Convención
de las Mujeres). Desarrolla una serie de derechos, algunos de los cuales ya
formaban parte de otros instrumentos internacionales, pero que era necesario
especificar en su dimensión femenina, es decir, tomar en cuenta las
necesidades de las mujeres, su situación y su condición en la sociedad.
Considerada la Carta Magna de los derechos de las mujeres, es producto de la
lucha coordinada de organizaciones de mujeres de todo el mundo, de la
sociedad civil, de autoridades políticas y de organismos internacionales.
Sin embargo, esta Convención no se refiere de manera particular a la violencia
contra las mujeres, razón por la cual no la analizaremos in extenso, ni tampoco
tiene un mecanismo para presentar peticiones individuales ante violaciones de
los derechos que establece. Para paliar estas carencias surgen los siguientes
instrumentos:
a. Declaración de Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra
la Mujer. Aprobada en 1993,4 representa un compromiso moral, por parte de
la comunidad internacional, para abordar la violencia basada en el género
como un asunto de derechos humanos. Su antecedente es la Recomendación
General N° 19 sobre Violencia contra las Mujeres, 5 realizada por el Comité
de la ONU para Erradicar la Discriminación contra la Mujer, la que señala
que la violencia contra la mujer es una forma de discriminación que refleja y
perpetúa su subordinación, y solicita que los Estados eliminen la violencia de
todas las esferas. Exige que todos los Estados que han ratificado la
Convención de las Mujeres, preparen informes para el Comité de la ONU
(CEDAW), cada cuatro años, los que deben incluir información acerca de las
leyes y de la incidencia de la violencia de género, así como sobre las medidas
adoptadas para detenerla y eliminarla.

3
Sin embargo, no es correcto por cuanto es el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer
(Committee on Elimination of all form of Discrimination against Women) el que oficialmente se designa por la
sigla CEDAW.
4
Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas N° 48/104 del 20 de diciembre de 1993.
5
Resolución del 11° período de sesiones de Naciones Unidas de 1992.

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b. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer. Aprobada por la OEA, en 1994. Borré frase. La
analizaremos en el acápite de los mecanismos del sistema interamericano.
c. Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer. Aprobado por la ONU en 1999.
Borré frase. El Protocolo, que entró en vigencia el 2000, provee un
mecanismo y una instancia de reclamación, que se analizarán más adelante.

Este estudio no se detiene a examinar la Declaración sobre la Eliminación de la


Violencia contra la Mujer, porque ella fue, en gran parte, recogida por la
Convención de Belem do Pará, la que se verá en detalle. De la Convención de las
Mujeres, sólo se destacan el concepto de discriminación formulado en su
artículo 1° y las facultades del Comité para la Eliminación de la Discriminación
contra la Mujer (CEDAW), creado por ella. El concepto de discriminación ha
sido adoptado por cada uno de los países que han ratificado la Convención,
tanto en su legislación interna como en la interpretación jurídica. Dicho
concepto se expresa en los siguientes términos:
“A los efectos de la presente Convención, la expresión ‘discriminación
contra la mujer’ denotará toda distinción, exclusión o restricción basada
en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su
estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los
derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.
Se trata de un concepto amplio y claro, que deja establecido el hecho de que la
discriminación puede ser el resultado no deseado de una ley, de un acto
administrativo o de una política; cuestión ésta de la mayor importancia, ya que
ha generado una tendencia mundial a eliminar o modificar los textos legales
abiertamente discriminatorios. Este concepto también contempla numerosas
situaciones en las que, si bien la letra de la norma no discrimina, lo hace su
aplicador/a por la vía de la interpretación.
El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer está
integrado por 23 expertas/os de prestigio y competencia en la esfera de la
Convención. Estas/os expertas/os, propuestos por los Estados, son elegidos en
votación secreta por todos los Estados Parte; ejercen sus funciones a título
personal, por cuatro años. Antes de la vigencia del Protocolo Facultativo, las
facultades del Comité se reducían a la recepción y examen de los informes de

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los Estados Parte, y a solicitar dichos informes en plazos distintos a los
establecidos.
2. Informes de los Estados Parte
Los Estados Parte deben presentar al Comité un informe sobre las medidas
legislativas, judiciales, administrativas o de otra índole que hayan adoptado
para hacer efectivas las disposiciones de la Convención, y sobre los progresos
realizados en ese sentido (artículo 18). Los Informes se presentan cada cuatro
años, como mínimo, y cuando el Comité lo solicita. En el caso de Chile, el
próximo debe ser presentado en el 2003.
Cualquier persona, grupo u organización puede hacer llegar al Comité
información sobre los problemas y avances ocurridos en su país respecto del
cumplimiento de la Convención. Estos son los denominados Informes Paralelos
(a los de los Estados) o Informes Sombra.
3. Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer
Un Protocolo Facultativo es un instrumento en el cual se adicionan aspectos que
una Convención o Pacto Internacional no contiene. Estos aspectos, no obstante,
deben tener relación con los derechos por ellos establecidos, no pudiendo
crear nuevos.
Como ya fue señalado, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer tenía dos deficiencias importantes para su
efectividad, a saber, la carencia de mecanismos de protección de los derechos
por ella establecidos y su falta de referencia directa a los diversos tipos de
violencia contra las mujeres. Este Protocolo viene a subsanar la primera
carencia, a instancias del movimiento internacional del mujeres.
El Protocolo señala que los Estados que lo ratifiquen reconocen competencia al
Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW) para recibir y considerar comunicaciones presentadas por
personas o grupos de personas. En ambos casos, los denunciantes deben estar
bajo la jurisdicción de un Estado Parte y alegar ser víctimas de una violación,
por ese Estado, de cualquiera de los derechos enunciados por la Convención.
Estas personas o grupos pueden actuar directamente o ser representadas, por
personas o grupos; cuando se trate de representación, se requiere el
consentimiento de la o las víctimas, o una justificación de la actuación sin dicho
consentimiento.
Las presentaciones se deben hacer por escrito, no pueden ser anónimas y no
requieren una formalidad especial.
Los requisitos para que el Comité declare admisible una comunicación son:

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– que se hayan agotado los recursos jurisdiccionales internos, a menos que su
tramitación se prolongue injustificadamente o no sea probable que brinde
por resultado un remedio efectivo;
– que se refiera a un asunto que no haya sido examinado por el Comité, o que
no haya sido o esté siendo examinada en otro procedimiento internacional;
– que sea compatible con las disposiciones de la Convención;
– que sea suficientemente fundada;
– que no constituya un abuso del derecho a presentar una comunicación;
– que los hechos objeto de la comunicación hayan sucedido después de la
fecha de entrada en vigor del Protocolo para el Estado Parte interesado.
El procedimiento es similar al de otros Comités, y en él se vela rigurosamente
el derecho de ambas partes a ser escuchado y, por tanto, el Estado denunciado
cuenta con instancias para presentar su defensa. De no haber un arreglo
durante el procedimiento, el Comité emite su pronunciamiento a través de
observaciones y de recomendaciones.
Otro procedimiento que puede seguir el Comité frente a la recepción de
información fidedigna que revele graves o sistemáticas violaciones de derechos
por parte de un Estado Parte, es invitar al Estado a colaborar en el examen de
la información y a presentar observaciones sobre la misma. Con estos
antecedentes, el Comité puede encargar, a uno o más de sus miembros, una
investigación confidencial y la presentación, con carácter de urgente, de un
informe. Luego del examen de las conclusiones, el Comité las transmite al
Estado en cuestión, junto con sus observaciones y recomendaciones; luego, el
Estado tiene seis meses para presentar sus propias observaciones.
Los Estados que ratifiquen este Protocolo pueden no reconocer competencia al
Comité para realizar investigaciones.
Chile no ha ratificado aún el Protocolo, a pesar de haber sido uno de los
Estados que lo impulsó en Naciones Unidas. Ya fue ratificado por la Cámara de
Diputados y se encuentra en primer trámite en el Senado.
4. Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer
Un órgano importante de Naciones Unidas para la protección de los derechos
de las mujeres es la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer,
creada por el Consejo Económico y Social, mediante resolución N° 11 de 21 de
junio de 1946.
Las funciones de esta Comisión son: presentar recomendaciones e informes al
Consejo Económico y Social sobre la promoción de los derechos de la mujer en
los campos político, económico, social y docente; formular recomendaciones a
este Consejo sobre problemas que presenten un carácter urgente; realizar

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acciones para promover los objetivos de igualdad, desarrollo y paz; supervisar
las medidas para el adelanto de la mujer, y evaluar los progresos realizados en
el ámbito nacional e internacional. 6
Esta Comisión está integrada por 45 miembros, representantes de los Estados
Miembros de Naciones Unidas, elegidos por el Consejo Económico Social sobre
la base de una distribución geográfica y, en la actualidad, también equitativa en
relación a los sexos.
5. Relatora Especial sobre Violencia contra la Mujer
Otro mecanismo específico de protección, derivado de la Carta de Naciones
Unidas, está constituido por las relatorías especiales sobre problemas o
lugares determinados.
En 1994, la Comisión de Derechos Humanos creó la Relatoría Especial sobre
Violencia contra la Mujer. Su mandato es “investigar y formular
recomendaciones con relación a situaciones que afectan la eficacia de los
derechos de la mujer en el mundo. Al igual que los grupos de trabajo, la
Relatora Especial puede realizar visitas al territorio del Estado involucrado,
entrevistarse con las víctimas y otros testigos, y enviar acciones urgentes de
carácter humanitario” (Comisión Andina de Juristas, 2000). En la actualidad,
esta relatoría está a cargo de Radhika Coomaraswamy.

B. Sistema Interamericano

1. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la


Violencia contra la Mujer (Belem do Pará)
Esta Convención fue adoptada el 9 de junio de 1994, en el vigésimo cuarto
período ordinario de la Asamblea General de la OEA. Por la ciudad en que se
aprobó, es más conocida como Convención de Belem do Pará. Es el resultado de
las acciones del movimiento internacional de mujeres del continente americano
y de la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA (CIM). Chile la ratificó
sin reservas en 1996, y entró en vigencia en 1998. 7
La Convención consta de cinco capítulos:
1) Definición y ámbito de aplicación.

6
Esta función fue agregada por Resolución del Consejo Económico y Social N° 1987/92 de 26 de mayo de
1986.
7
Este período, entre la ratificación y la vigencia (publicación en el Diario Oficial), se debió a errores
administrativos, los cuales hicieron que la ratificación apareciera en 1996, a pesar de que se hizo en 1998. De
aquí la confusión de fechas en numerosos textos.

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2) Derechos protegidos.
3) Deberes de los Estados.
4) Mecanismos interamericanos de protección.
5) Disposiciones generales.
El primer capítulo define la violencia contra la mujer, señala las modalidades
que ésta puede revestir (física, psicológica y sexual) y acota los ámbitos en los
que puede ocurrir (privado: unidad doméstica, familia, relaciones
interpersonales; o público: comunidad o Estado) de la siguiente manera:
Artículo 1°:

Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la
mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte,
daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito
público como en el privado.

Articulo 2° :

Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y


psicológica:

a. que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra


relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el
mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato
y abuso sexual;

b. que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y


que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de
personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de
trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o
cualquier otro lugar, y

c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, dondequiera que
ocurra.
El capítulo segundo consagra los siguientes derechos protegidos:
1) Derecho a una vida libre de violencia, en el ámbito público y privado, el que
incluye, entre otros:
 El derecho de toda mujer a una vida libre de toda forma de
discriminación.

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 El derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones
estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales
basadas en conceptos de inferioridad o subordinación (Art. 5).
Este derecho se consagra en estos términos por primera vez.
2) Derecho de toda mujer al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de
todos los derechos humanos y libertades consagrados por los instrumentos
regionales e internacionales sobre derechos humanos. Se mencionan algunos,
con el fin de reafirmar su consagración para las mujeres y de reforzar los
principios de indivisibilidad e integralidad de los derechos humanos. Se señalan,
por ejemplo, los siguientes derechos: a la vida; a que se respete su integridad
física, psíquica y moral; a la libertad; a la seguridad personal; a no ser sometida
a torturas; a que se respete la dignidad inherente a su persona; a la igualdad
ante la ley y de la ley; a un recurso sencillo y rápido ante los tribunales
competentes; a la libertad de asociación; a la libertad de religión y credo; a la
igualdad de acceso a las funciones públicas y a participar en los asuntos
públicos.
3) Libre y pleno ejercicio de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales, y protección de los mismos, consagrados en los
instrumentos regionales e internacionales sobre derechos humanos.
El capítulo tercero estipula los deberes de los Estados. Estos son de dos
categorías:
 Deberes inmediatos: aquellos que contrae el Estado una vez ratificada la
Convención.
 Deberes progresivos: aquellos que los Estados deben cumplir
paulatinamente, no sujetos a un plazo determinado, sino a las condiciones
particulares de cada uno, tales como el desarrollo económico y cultural.
Algunos de los deberes inmediatos son:
a. Abstenerse de cualquier acción o práctica de violencia contra la mujer y
velar por que las autoridades, sus funcionarios, personal y agentes e
instituciones se comporten de conformidad con esta obligación.
b. Actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la
violencia contra la mujer.
c. Incluir en su legislación interna normas penales, civiles y administrativas,
así como las de otra naturaleza, que sean necesarias para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y adoptar las medidas
administrativas apropiadas que sean del caso.

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d. Adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de
hostigar, intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la vida de la mujer
de cualquier forma que atente contra su integridad o perjudique su
propiedad (Art. 7).
Algunos de los deberes progresivos son:
a. Fomentar el conocimiento y la observancia del derecho de la mujer a una
vida libre de violencia, y el derecho de la mujer a que se respeten y
protejan sus derechos humanos.
b. Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y
mujeres, incluyendo el diseño de programas de educación formales y no
formales apropiados a todo nivel del proceso educativo, para contrarrestar
prejuicios y costumbres y todo otro tipo de prácticas que se basen en la
premisa de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los géneros o en
los papeles estereotipados para el hombre y la mujer que legitimizan o
exacerban la violencia contra la mujer.
c. Fomentar la educación y capacitación del personal en la administración de
justicia, policial y demás funcionarios encargados de la aplicación de la ley,
así como del personal a cuyo cargo esté la aplicación de las políticas de
prevención, sanción y eliminación de la violencia contra la mujer (Art. 8).
El listado total de deberes para los Estados, transcrito aquí sólo parcialmente,
es amplio, claro y exhaustivo, lo cual, sin duda, facilita la exigencia de su
cumplimiento. Esta Convención es la que mejor precisa esta materia, a
diferencia de otras que no señalan los deberes de los Estados sino sólo los
derechos, o lo hacen de manera imprecisa, lo cual genera dificultades al
momento de demandar su cumplimiento, tanto en el ámbito nacional como
internacional.
Además, este listado deja en claro lo que la jurisprudencia internacional ya
había señalado,8 a saber, que los Estados no sólo pueden violar los derechos
humanos a través de acciones atentatorias, sino también por omisiones, es
decir, por no hacer lo necesario para evitar dichas violaciones (por ejemplo, no
adoptar algunas de las medidas tendientes a hacer efectivo el derecho a una
vida sin violencia de las mujeres).
Además, este capítulo agrega un artículo (9) que indica que los Estados deben
tener especialmente en cuenta las situaciones de vulnerabilidad a la violencia
de ciertas mujeres, para los efectos de adoptar las medidas de los artículos 7
y 8. Como ejemplo, señala las siguientes situaciones: raza o condición étnica;
8
Corte I.D.H., caso Velásquez Rodríguez. Serie D, N° 1, Memorias, argumentos orales y documentos, 1994.

116
migrantes, refugiadas o desplazadas; embarazadas; discapacitadas; menores de
edad; ancianas; en situación socioeconómica desfavorable; en situación de
conflicto armado; privadas de libertad.
El capítulo cuarto de la Convención consagra los mecanismos interamericanos
de protección, que proporcionan herramientas para actuar ante las violaciones
a los derechos por ella establecidos. Estipula tres mecanismos:
1) Informes nacionales a la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la
OEA (artículo 10): los Estados miembros de la OEA deben emitir
periódicamente informes a esta Comisión sobre la situación de las mujeres en
su respectivo país. Deben incluir información sobre las medidas adoptadas para
prevenir y erradicar la violencia contra la mujer y para asistir a la mujer
afectada por la violencia; las dificultades que observan en la aplicación de las
medidas anteriores y los factores que contribuyen a la violencia contra las
mujeres.
2) Opiniones consultivas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
que pueden ser solicitadas por los Estados Parte de esta Convención y por la
CIM, para los efectos de interpretar la misma.
3) Peticiones a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre
denuncias o quejas de violación al artículo 7 de la Convención (deberes
inmediatos de los Estados), que pueden ser presentadas por cualquier persona,
un grupo de personas o una entidad no gubernamental legalmente reconocida en
el Estado respectivo.
La Comisión debe considerar estas peticiones de acuerdo con las normas y los
requisitos de procedimiento para la presentación y consideración de peticiones
estipuladas en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, 9 y en el
Estatuto y en el Reglamento de la propia Comisión. Estos requisitos dicen
relación, fundamentalmente, con la exigencia de agotar los recursos internos
antes de presentar una petición ante esta Comisión, la necesidad de contar con
una víctima identificable y ciertos plazos.
El capítulo quinto, y último, de la Convención establece ciertas disposiciones
generales, relativas a procedimientos de ratificación, reservas, enmiendas,
vigencia, entre otros. En este capítulo, destacan los artículos 13 y 14, los
cuales prescriben que nada de lo dispuesto por esta Convención puede ser
interpretado como restricción o limitación a la legislación interna de los
Estados, y a la Convención Americana sobre Derechos Humanos o a otras
convenciones internacionales, que prevean iguales o mayores protecciones y

9
OEA, San José de Costa Rica, 1969, vigencia 1978, ratificada por Chile en 1990. Esta Convención, por el
lugar en que se aprobó, es más conocida como Pacto de San José.

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garantías de los derechos de las mujeres y salvaguardias adecuadas para
prevenir y erradicar la violencia contra las mismas. Por tanto, es claro que el
sentido de la Convención de Belem do Pará es avanzar en la protección de los
derechos de las mujeres. Si ésta, en cualquier sentido, fuese más restrictiva
que otras convenciones, prevalecerán las otras.
En síntesis, cuatro son los aspectos que hacen de esta Convención, que ninguna
otra región del mundo tiene aún, un valioso aporte en el proceso de avance
hacia una cultura más respetuosa de los derechos humanos. A saber, su
concepto de violencia contra las mujeres, la consagración del derecho a una
vida sin violencia, la estipulación clara de los deberes de los Estados y la
consagración de mecanismos de protección.
2. Relatoría sobre la situación de la mujer
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que tiene como función
principal la promoción de la observancia y de la defensa de los derechos
humanos en los países miembros de la OEA, ha creado un conjunto de
mecanismos no convencionales de protección de estos derechos, que se
denominan relatorías.
La Relatoría sobre la Situación de la Mujer “se encarga de analizar e informar
sobre casos de discriminación, de facto y de jure, que puedan afectar la
capacidad de la mujer para ejercer sus derechos y libertades reconocidos en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y en la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre” (Comisión Andina de Juristas, 2000).
En la relatoría de 1998, llevada a cabo por el Comisionado Claudio Grossman, se
realizó un trabajo muy importante, que culminó con el Informe sobre la
Situación de la Mujer en las Américas (OEA, 1998).

118
II. Marco jurídico nacional

A. Concepto y tipos de violencia sexual


Este estudio utiliza la definición de violencia contra la mujer de la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer (OEA, 1994), puesto que ella refleja un consenso en el ámbito
internacional, y que Chile ratificó este instrumento.
Recordemos que su artículo 1º señala:
“Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra
la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause
muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en
el ámbito público como en el privado”.
Así, la violencia contra las mujeres puede revestir diferentes formas o
manifestarse en ámbitos diversos: social, político, familiar, entre otros. Se
trata de un concepto amplio, que abarca los distintos tipos de violencia que
pueden sufrir las mujeres por razones de género, teniendo por resultado un
daño de cualquier naturaleza (físico, psicológico o sexual) y que pueden darse
tanto en los espacios públicos como privados.
Por su parte, el artículo 2º precisa aún más los ámbitos (físicos o relacionales)
en que estas violencias pueden producirse, y quienes pueden perpetrarla:
Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual
y psicológica:
a. que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier
otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya
compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros,
violación, maltrato y abuso sexual;
b. que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y
que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de
personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de
trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o
cualquier otro lugar, y
c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, donde quiera
que ocurra.
Según esta norma, los tipos de violencia pueden clasificarse de acuerdo a los
siguientes criterios:

119
a) Espacio físico o territorio en que se producen:
 Ambito privado: unidad doméstica.
 Ambito público: cualquier espacio fuera de la unidad doméstica.
b) Relación con el agresor:
 Familiar
 Cualquier relación interpersonal
 Desconocido
 Agente del Estado
c) Cuando existe responsabilidad del Estado o de sus agentes, la violencia
puede ser ejercida por:
 Acción: agentes del Estado.
 Omisión: el Estado tolera la violencia ejercida por particulares.
Las manifestaciones de violencia sexual que señala el artículo 2° por la vía
ejemplar, son la violación, el abuso sexual, la trata de personas, la prostitución
forzada, la tortura (aquella que utiliza la sexualidad como forma de
amedrentamiento), el acoso sexual.
Así, la “violencia sexual es un término no sólo referido al uso de la fuerza
física, sino que involucra diversas y variadas formas de coacción, agresiones y
abusos en torno a la sexualidad. Su práctica implica una relación de
sometimiento entre agresor y víctima y en la cual esta última ha rechazado
explícitamente el acto sexual o se encuentra incapacitada para consentir por
falta de discernimiento. He aquí la especificidad de esta violencia” (Tobar,
1999).
Para que la conducta violenta sea posible, tiene que darse una condición: la
existencia de un cierto desequilibrio de poder. La violencia se utiliza contra las
mujeres, a través de sus múltiples formas, tanto en la calle como en el hogar, y
la podemos definir como cada uno de los actos restrictivos y coactivos que se
utilizan para controlar a las mujeres. “La violencia contra las mujeres es una
violencia que no destruye, somete. Sólo desea la destrucción cuando ha perdido
la capacidad de sometimiento” (Alvarez, 2001).
La violencia sexual constituye una manifestación, de las más brutales, del
sometimiento de la mujer al poder masculino, que hoy es condenado tanto por la
legislación internacional como por normas internas . Si bien cualquier persona –
mujer, hombre, niño, niña, adulto mayor, adulta mayor, blanca, negra, religiosa–
puede ser objeto de violencia sexual, son las mujeres las principales víctimas.
La explicación de ello es el carácter patriarcal de nuestras sociedades.

120
La violencia contra las mujeres se desarrolla dentro de una estructura, de un
sistema familiar, social, ideológico y político denominado patriarcado. “El
patriarcado es un sistema familiar, social, ideológico y político con que los
varones, a través de la fuerza, la presión directa, los rituales, la ley, las
costumbres, la etiqueta, la educación y la división del trabajo, determinan cual
es o no el papel que las mujeres deben interpretar” (Rich, 1976).
El maltrato a la mujer constituye una herramienta de sometimiento universal y,
por lo mismo, transversal a la clase, la religión, la raza, y a los diferentes
modelos culturales conocidos. “La violencia contra las mujeres es una violencia
no fortuita, cuyo factor de riesgo es ser mujer, y que se presenta como pautas
de conducta para mantener el control patriarcal en los diferentes ámbitos de
las relaciones entre los géneros” (Alvarez, 2001).
Así, la violencia sexual no es un hecho individual explicable por patologías,
desvíos o marginalidad, que puedan presentar ciertos individuos en particular,
sino que está profundamente enraizada en las relaciones entre hombres y
mujeres, al vivir las mujeres inmersas en una cultura patriarcal. La violencia
sexual, abordada desde el punto de vista del crimen o de la patología
(perspectiva jurídica o médico-psiquiátrica), implica su atomización y disolución
en diferentes perspectivas.
La violencia contra las mujeres es una cuestión de poder que sólo se puede
entender, sin fragmentarla, en el contexto de la ancestral desigualdad entre
sexos denominado patriarcado.

B. Ley chilena

1. Aspectos sustantivos de la reglamentación actual de los actos de


violencia sexual
El 12 de julio de 1999 se publicó en Chile la Ley N° 19.617 sobre Delitos
Sexuales, que modificó el Código Penal, el Código de Procedimiento Penal, la Ley
sobre Medidas Alternativas a las Penas Privativas (N° 18.216) y el Decreto Ley
sobre Libertad Condicional (N° 321).
Historia de la ley
El origen de esta nueva ley es el Proyecto de Ley de Modificación del Código
Penal y del Código de Procedimiento Penal y otros cuerpos legales, relativos al
Delito de Violación, que fue presentado por el Ejecutivo –encabezado por el
presidente de la República de ese entonces, Patricio Aylwin– el 3 de agosto de

121
1993. Fue patrocinado por los Ministerios de Justicia, Interior y Servicio
Nacional de la Mujer.
El 17 de agosto de 1994, este Proyecto de Ley fue aprobado en general. El 6 de
diciembre del mismo año, el Poder Ejecutivo amplió las modificaciones a otras
figuras penales que también atentaban contra la libertad sexual (abusos
sexuales, estupro, entre otros), con el objetivo de lograr una reforma más
integral y coherente en la materia.
Las principales discusiones en el Parlamento, en torno a este Proyecto, tuvieron
relación con el bien jurídico protegido en los delitos sexuales (la libertad
sexual o la integridad física y psíquica), las sanciones y las dificultades para
probarlos.
El Proyecto de Ley se aprobó por ambas Cámaras del Congreso Nacional y se
publicó en julio de 1999.
Objetivos de la reforma
Los objetivos de esta reforma de los delitos sexuales son:
a. Dar “un tratamiento moderno, integral y coherente de todos los tipos
penales que tienen por objeto la protección de la libertad sexual de las
personas. Para cuyo efecto la ley crea nuevos delitos y modifica otros”
(Tobar, 1999).
b. “Mejorar la eficacia de la prevención, prueba y sanción, de este tipo de
delitos, agilizando la pesquisa judicial, facilitando el acceso de las víctimas a
la justicia; dotando al tribunal de medios más eficaces, tanto para la
comprobación de la identidad del delincuente y su sanción, como para dotar
de protección adecuada y digna al ofendido con posterioridad al hecho. Este
objetivo se enmarca en la Reforma Procesal Penal que se desarrolla en
nuestro país y que tiene como objetivo central mejorar drásticamente los
niveles de eficacia y eficiencia en la persecución criminal. Tendiente a este
objetivo la nueva ley incorpora diversas reformas al procedimiento penal”
(ibíd).
c. “Reducir sustancialmente los índices de ‘cifra negra’, respecto de los
atentados sexuales” (ibíd), es decir, el número real de atentados que se
perpetran, pero que no son denunciados y, por tanto, no se registran. 10
d. “Optimizar el efecto preventivo general de la sanción penal,
especialmente cuando la víctima sea menor de 12 años” (Tobar, 1999).

10
El Servicio Médico Legal, Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones de Chile estiman que se
producen aproximadamente 30.000 atentados sexuales al año, de los cuales sólo un 25 por ciento se
denuncia, quedando un 75 por ciento en la “cifra negra”.

122
e. Eliminar del Código Penal conceptos patriarcales y discriminatorios
contra las mujeres, como el pudor, la buena fama, la doncellez, entre otros.
Este objetivo era perseguido principalmente por los grupos de mujeres y el
Servicio Nacional de la Mujer.
Las modificaciones
La Ley Nº 19.617 introdujo importantes modificaciones en la regulación de los
delitos sexuales; de ellas, las más relevantes son:
a. El cambio del bien jurídico protegido, que pasó del “orden de las familias
y la moralidad pública” a la “libertad sexual”.
b. La supresión de algunas figuras delictivas.
c. La reestructuración de varios tipos penales, como la violación, el estupro
y los abusos deshonestos, delito que hoy se denomina simplemente abuso
sexual.
Así, se materializó una reforma amplia del sistema en Chile; sin lugar a dudas,
la más importante relacionada con los delitos sexuales desde que rige el Código
Penal (1874).
Diferencias de las normas
A continuación, se exponen las principales diferencias entre las normas
vigentes antes y después de la aprobación de la Ley 19.617, respecto de los
delitos sexuales.
a) Delito de violación
El artículo 361 del Código Penal señala actualmente que “comete violación el que
accede carnalmente por vía vaginal, anal o bucal, a una persona mayor de 12
años en alguno de los casos siguientes: cuando se usa la fuerza o intimidación;
cuando la víctima se halla privada de sentido, o cuando se aprovecha de su
incapacidad para oponer resistencia; y cuando se abusa de la enajenación o
trastorno mental de la víctima”.
El bien jurídico protegido es la libertad sexual o libertad de autodeterminación
sexual y, en el caso de los menores de 12 años, incluye la indemnidad sexual de
los mismos. Esta es una modificación importante, puesto que implica un cambio
valórico e ideológico central para el avance en el respeto de los derechos de las
mujeres y en la incorporación de la perspectiva de género en el Derecho Penal.
La base del tipo de la violación está determinada por el verbo rector “acceder
carnalmente”, ampliándose el espectro de modalidades de ejecución, ya sea por
vía anal, vaginal o bucal. Antes de la reforma sólo se consideraba la vía vaginal.
Por “acceso carnal”, se debe entender la penetración del órgano genital
masculino en la vagina, ano o boca de la víctima.

123
En cuanto al sujeto activo (quien perpetra el delito), si la conducta incriminada
es el acceso carnal, sólo el hombre podrá serlo. En el debate de esta reforma
en el Parlamento, se discutió sobre si la mujer podía ser sujeto activo de este
delito, en la medida en que pudiese penetrar forzadamente a su víctima con
aparatos mecánicos o artificiales; finalmente, se excluyó la posibilidad de que
la mujer pudiera realizar una conducta típica de “acceso carnal”.
En cuanto al sujeto pasivo (contra quien se comete el delito), la antigua ley lo
circunscribía sólo a la mujer. Con la nueva ley, puesto que el bien jurídico
protegido es la libertad sexual de las personas, se incorpora al hombre como
sujeto pasivo.
Las sanciones se elevaron, tanto si la víctima es una persona adulta o si es
menor de edad. La pena es de 3 años y un día a 15 años, para los casos de
mayores de 12 años, y de 5 años y un día a 20 años, en los casos de menores de
12 años.
– Violación marital
En la actual ley, la violación marital se señala expresamente como delito y tiene
las mismas penas de la violación (artículo 369, inciso 3). La antigua ley no
abordaba este punto, y si bien no se excluía, la jurisprudencia interpretaba que
no era delito. Los argumentos que desestimaban la violación eran que en el
matrimonio existe la obligación de tener relaciones sexuales y, en el caso de
jueces más progresistas, las dificultades para probarla en esas circunstancias.
La reforma también incorpora a los convivientes como sujetos pasivos o activos
de la violación, lo cual constituye un importante avance, porque en Chile aún no
se regula jurídicamente la convivencia.
La abogada costarricense Alda Facio comenta que la violación del marido a la
mujer “era vista ante los ojos de la sociedad como normal. Cuando la
especificidad o la particularidad de lo femenino es llevada al campo de los
derechos humanos (en este caso a los derechos sexuales de las mujeres), nos
encontramos con el hecho de que las violaciones que sufrimos las mujeres, por
ser mujeres, como no las sufren los hombres, son violaciones demasiado
'específicas' para ser sentidas como violaciones de los derechos humanos, y
esto es grave” (Facio, 1992).
– Perdón de la ofendida
Antes de la reforma, el proceso por violación (también por estupro) podía
suspenderse, o la pena podía remitirse, si la víctima (ofendida) se casaba con el
ofensor. La nueva ley eliminó esta norma, con el fin de no favorecer presiones
hacia la víctima, y respetando las convenciones internacionales de sancionar la
violación hacia las mujeres como un delito sin normas o excepciones especiales.

124
Sin embargo, cuando el agresor es el marido o conviviente, existe la posibilidad
de que la víctima pida el término del proceso. Ante esta solicitud, el juez o la
jueza podría no aceptarla, basándose en motivos fundados, como, por ejemplo,
el peligro o riesgo de nuevas agresiones sexuales.
b) Delito de abuso sexual
Se establece en los actuales artículos 366, 366 bis, y 366 ter. Se refiere al
antiguo delito de abusos deshonestos, consagrado en el artículo 366 del Código
Penal (anterior a la reforma de 1999), que sancionaba a quien “abusare
deshonestamente de persona de uno u otro sexo mayor de doce años y menor
de dieciocho”. Según el abogado y profesor de Derecho Penal, Juan Pablo
Hermosilla, la descripción del tipo era tan abierta que “no alcanzaba a ser un
tipo penal”.11
En la regulación actual se sustituye este delito por dos figuras que cabe
denominar simplemente “abuso sexual”. Este cambio implica una toma de
posición del legislador en relación a eliminar connotaciones morales y dejar sólo
las de carácter estrictamente jurídico. “La esencia de este delito radica en la
realización abusiva de una acción sexual diferente del acceso carnal. El abuso
sexual consiste en una amplia gama de conductas con significación sexual que
tienen en común, precisamente, ser diferentes al acceso carnal” (Tobar, 1999).
Algunos ejemplos son los “manoseos”, las caricias, las frotaciones, entre otros.
Pero no basta cualquier acto sexual, ya que se requiere que sea abusivo .
El bien jurídico protegido, al igual que en el resto de los delitos sexuales, es la
libertad sexual de las personas y, en el caso de las o los menores de edad, la
indemnidad sexual.
Los sujetos activos y pasivos pueden ser cualquier persona.
Las sanciones están establecidas en el artículo 336 quater y van desde los 61
días a los 5 años.
c) Estupro
Consiste en el acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, a una persona mayor
de 12 años y menor de 18 años, realizada mediante abuso, prevaliéndose de una
posición de superioridad, dada la particular condición de la víctima. La
superioridad del hechor, que permite el abuso, se puede dar por alguna de las
siguientes circunstancias:
a. Anomalía o perturbación mental, permanente o transitoria de la víctima,
sin que llegue a ser enajenación o trastorno (si fuera así, se estaría en
presencia de violación).

11
Entrevista realizada para este trabajo.

125
b. Abuso de una relación de dependencia de la víctima, por ejemplo, cuando
el agresor es el encargado de su cuidado o cuando hay una relación laboral
de por medio.
c. Abuso del grave desamparo en que se encuentra la víctima.
d. Engaño a la víctima, abusando de su inexperiencia o ignorancia sexual.
El estupro se distingue de la violación porque en esta última se utiliza la fuerza
o la intimidación, o la víctima debe hallarse privada de sentido, o debe haber un
aprovechamiento de su incapacidad para oponer resistencia, o un abuso de la
enajenación o trastorno mental de ésta. En cambio, el estupro se caracteriza
por la obtención del acceso carnal mediante engaño, desde una posición de
superioridad del agresor.
El bien jurídico protegido es la libertad sexual de las personas.
El sujeto activo sólo puede serlo un hombre, ya que se requiere acceso carnal.
El sujeto pasivo puede ser cualquier persona mayor de 12 y menor de 18 años.
La nueva ley elimina el anacrónico y discriminatorio requerimiento de
“doncellez” (virginidad) de la víctima, lo cual es coherente con la modificación
en cuanto a que la víctima también puede ser un varón.
La sanción del estupro va de 541 días a 5 años.

2. Aspectos procesales de la reglamentación actual de los actos de


violencia sexual
Las principales reformas que introduce la Ley 19.617 en materia de
procedimiento penal son las siguientes:
En relación a la denuncia
a. La denunciante tiene derecho a mantener en reserva su identidad.
b. El tribunal está obligado a adoptar las medidas que garantizan la reserva
y la privacidad de todas las actuaciones del proceso.
c. Si la víctima es incapaz (por edad o estado mental), y los padres, abuelos
o guardadores están ausentes o no quieren involucrarse, la denuncia o
querella pueden iniciarla educadores, médicos u otras personas que, en
razón de su actividad, tomen conocimiento del hecho. También un juez o una
jueza podría iniciar de oficio ( motu proprio o de propia iniciativa) la acción,
cuando tome conocimiento del hecho.

126
En relación a las pruebas
a. Permite al juez o jueza valorar las pruebas de acuerdo a la sana crítica,
esto es, las reglas mínimas de racionalidad y lógica. Con esto se flexibiliza la
apreciación de las pruebas, que antes de la modificación debía regirse por
todos los requisitos legales, lo que es muy significativo en materia de
delitos sexuales, los que se caracterizan por las dificultades para
acreditarlos.
b. Además del Instituto Médico Legal, todo hospital, clínica o
establecimiento semejante, sea público o privado, está obligado a practicar
los reconocimientos, exámenes médicos y pruebas biológicas conducentes a
acreditar el hecho punible y la identidad de los partícipes. Esta
modificación apunta a mejorar el recabamiento oportuno de las pruebas en
este tipo de delitos, como también le evita a la víctima una repetición tardía
e ineficaz de exámenes que ya no demuestran nada, puesto que las muestras
de semen o de un acceso carnal con violencia desaparecen con rapidez.
c. Eliminación de las inhabilidades para ser testigo por razones de edad,
parentesco, convivencia o dependencia. Así, pueden testificar las personas
que son los reales testigos, teniendo presente que los delitos sexuales se
comenten mayoritariamente en el hogar por personas cercanas.
Protección de las víctimas
Si bien las anteriores modificaciones también son formas de proteger a las
víctimas, hay algunas reformas más específicas en materia de protección:
a. Eliminación del careo entre la víctima y el o los inculpados o procesados,
salvo expreso consentimiento de la primera.
b. Asistencia médico-psiquiátrica o psicológica.
c. Medidas de resguardo posteriores al hecho: vigilancia del agresor/es;
prohibición al agresor para ingresar al domicilio o lugar de trabajo o
establecimiento educacional de la víctima; prohibición de acercamiento del
agresor a la víctima o a su familia; obligación de abandono del hogar común
por parte del agresor, cuando comparta el hogar con la víctima.
d. Otras medidas que el juez o jueza estime necesarias para garantizar
efectivamente la normalidad psíquica posterior de la víctima.
Estas reformas en el procedimiento son de vital importancia para las víctimas,
puesto que se trata de evitar la victimización secundaria de las mismas y de
hacer más eficaz algunos aspectos del proceso.

127
3. Síntesis de las principales reformas en materia de delitos sexuales
Una síntesis de las principales reformas en materia de delitos sexuales,
incluyendo algunas no explicitadas en el presente trabajo (por no ser
atingentes al tema), puede ser puntualizada de la siguiente manera:
1) Se amplía el delito de violación, de sólo vaginal, a tres modalidades: vaginal,
anal y bucal.
2) Se tipifica expresamente la violación conyugal.
3) Se despenaliza la sodomía entre adultos, sancionándose sólo respecto de
menores.
4) Se suprime el concepto de rapto (secuestro con intención sexual).
5) Se define lo que se entiende por “engaño” en el estupro (sexo mediante
engaño): abuso de perturbación mental; abuso de relación de dependencia;
abuso del desamparo; abuso de inexperiencia o ignorancia sexual.
6) Los abusos deshonestos pasan a llamarse “acciones sexuales abusivas”.
7) El juez o jueza puede apreciar las pruebas de acuerdo a la sana crítica
(mínimas reglas de racionalidad y lógica).
8) Se valida el testimonio de ciertos parientes cercanos.
9) Se pueden solicitar medidas de protección para las víctimas.
10) Se suprime el careo entre la víctima y el agresor.
11) Se faculta a otros establecimientos de salud para certificar el daño físico
y/o psicológico de la víctima.
12) Se protege la reserva de la identidad de la víctima.

4. Violencia sexual y otras reformas legales


En el marco de la modernización del Estado, se están realizando reformas
importantes, muchas de las cuales tienen incidencia en materia de derechos
humanos de las mujeres, aun cuando esto no siempre se ha hecho con ese
objetivo.
En los últimos años se ha avanzado, por ejemplo, en la reforma del proceso
penal; la creación de nuevos tribunales; la creación de la Academia Judicial; la
especialización de las Salas de la Corte Suprema; el mejoramiento de
remuneraciones de acuerdo al desempeño (calificaciones); un nuevo sistema de
nombramientos de ministros de la Corte Suprema; el inicio de la
implementación de la reforma procesal penal; la presentación del Proyecto de
Ley para la creación de los Tribunales de Familia (aún en tramitación).
En materia de Asistencia Jurídica se destacan los siguientes avances: la
creación del Programa de Asistencia Jurídica (PAJ) con atención en móviles,

128
más integral (abogado/a y asistente social) en comunas pobres y con la
implementación de los Centros de Atención de Víctimas de Delitos Violentos;
más profesionales en las Corporaciones de Asistencia Judicial y más
permanencia de éstos; la reforma a la Ley de Corporaciones de Asistencia
Judicial, con el fin de descentralizar sus funciones y su accionar; ampliación de
la atención del Instituto Médico Legal (en forma permanente para los delitos
sexuales) y creación de más sedes en regiones.
En anexos se presenta un cuadro con información sobre algunas de las
instituciones que realizan asesoría jurídica en materia de violencia sexual en
Santiago. Las instituciones registradas son: CAVAS; Previf; Corporación de
Desarrollo de la Mujer La Morada, y Corporación de Desarrollo de la Mujer
Domos.

129
III. Aplicación de la ley
Considerando que el texto o la letra de las leyes es sólo un componente del
fenómeno legal (componente formal normativo), es importante analizar lo que
sucede en la aplicación de la misma (componente estructural) y el uso que las
personas o usuarios/as del sistema legal/judicial le dan (componente político-
cultural) (Facio, 1999).
Para indagar respecto de los dos últimos componentes, se realizó una pequeña
investigación de campo, que no pretende ser representativa, sino sólo mostrar
algunos aspectos cualitativos interesantes para este trabajo
La metodología utilizada fue:
1) El análisis de casos a través del estudio de 10 expedientes judiciales: cuatro
casos de violencia sexual anteriores a la reforma; tres casos de violencia
sexual en que se aplicó o está aplicando la nueva ley; tres casos de violencia
intrafamiliar con violencia sexual (que no obstante haber agresión sexual no
fueron derivados a la justicia criminal). Los expedientes revisados
corresponden a Juzgados del Crimen de Santiago, Melipilla y Valparaíso y a
Juzgados Civiles de Santiago (los de violencia intrafamiliar con violencia
sexual), seleccionados por las facilidades que presentaban para acceder a la
información. Los expedientes analizados se seleccionaron al azar, dentro de
dos períodos: 1998-1999 (iniciados antes de la reforma) y 2000-2001.
2) Análisis de los Libros de Ingreso de causas de 3 juzgados del crimen.
3) Entrevistas a dos jueces: uno del Crimen de Santiago (Fernando Carreño) y
un ex juez de la misma jurisdicción (Mario Verdugo).
4) Entrevistas a dos profesores de derecho: un penalista (Juan Pablo
Hermosilla) y un constitucionalista (Mario Verdugo), quien, además, fue
abogado integrante de la Sala Penal de la Corte de Apelaciones de Santiago y
es el actual Presidente del Tribunal Constitucional.
5) Entrevistas a cinco abogadas/os de instituciones vinculadas con el trabajo
en prevención y atención de víctimas de violencia sexual: CAVAS, Previf,
Opción, Domos, La Morada.
6) Entrevistas a tres mujeres víctimas de violencia sexual.
Por razones presupuestarias, no se analizaron expedientes ni se realizaron
entrevistas en regiones.
La información obtenida de los expedientes y de las entrevistas se expone a
continuación. En Anexos, se presenta una tabla con la información
proporcionada por los/as abogados/as de las instituciones vinculadas con el
trabajo en prevención y atención de víctimas de violencia sexual, en relación al
tipo de institución, el trabajo que realizan en materia legal, la integración de

130
sus equipos, el número de casos que atienden, el seguimiento que realizan y
algunos otros aspectos de interés para el presente estudio.
A) Aplicación de la ley y procedimientos legales

Denuncias
De acuerdo al análisis de los libros de ingreso de los tribunales del crimen
estudiados, no se registra un aumento de las denuncias con posterioridad a la
reforma, y a dos años de ésta. Este aumento podría haber sido esperable, en
razón de que la nueva normativa es más favorable para las víctimas.
Las mujeres víctimas indican no conocer esta reforma ni cómo las beneficia.
Esto coincide, por una parte, con lo señalado por los/as abogados/as de
instituciones, en el sentido de que no tienen una política educativa al respecto
y, por otra, con la escasa difusión de esta materia en los medios de
comunicación o a través de materiales educativos de fácil circulación.
Funcionario/a responsable
Tomando como punto de partida el ingreso de una causa por violencia sexual a
un juzgado, se constató que la mayoría de los casos no son ingresados (en el
Libro de Ingresos) ni caratulados (nominados en la tapa del expediente) de
acuerdo a la nueva nomenclatura. Así, por ejemplo, se sigue denominando
“abusos deshonestos” a los “abusos sexuales”.
En los juzgados del crimen, los casos de violencia sexual son asignados para su
tramitación a uno o dos funcionarios/as, situación que no ha cambiado con la
nueva ley. Así, son ellos/as quienes se relacionan con las víctimas, las cuales, en
general, no tienen ningún contacto con los jueces o juezas.
En casi todos los juzgados se pudo apreciar que estos mismos actuarios/as
cumplen la función de redactar un borrador de las sentencias.
En cuanto a los casos de violencia intrafamiliar, en la mayoría de los juzgados
civiles o de jurisdicción común, se ha encargado a un/a funcionario/a de la
materia, siendo ellos/as quienes llevan todas las causas; excepcionalmente, se
ha encargado a dos, o se llevan a cabo sistemas de rotación o turnos. Estos
mismos funcionarios/as redactan los borradores de las resoluciones,
avenimientos y sentencias. No obstante, en algunos juzgados, se aprecia una
supervisión más directa de los/as jueces/zas, particularmente frente a la
tramitación de medidas de protección. La mayoría de estos funcionarios/as se
ha capacitado en materia de violencia intrafamiliar, a través de seminarios del
Sernam o de cursos de la Academia Judicial.
Sin embargo, estos funcionarios/as no se han formado doctrinaria ni
conceptualmente en la temática de la violencia sexual. En su descargo, es

131
preciso señalar que se trata de una materia fuera de su competencia. A pesar
de ello, se hacen cargo de casos de violencia de pareja en que, además, hay
agresiones sexuales, no siendo éstos derivados a la Justicia del Crimen.
Patrocinio de causas
En los juicios por delitos sexuales, se requiere que las partes sean
representadas por abogados/as. Todos los expedientes estudiados
corresponden a víctimas de estrato socioeconómico bajo y medio-bajo, es
decir, de personas que no cuentan con recursos económicos para costear un/a
abogado/a particular.
Por lo anterior, la mayoría de las causas son llevadas por la Corporación de
Asistencia Judicial, entidad encargada de la asesoría jurídica gratuita en el
país, la cual funciona con postulantes (egresados de derecho que hacen su
práctica profesional) supervisados por abogados/as jefes/as. Por ende, los
casos son tramitados por estudiantes de Derecho que no tienen la experiencia
necesaria para llevar causas de esta complejidad. Además, se trata de juicios
de una duración larga, a lo menos un año, y las prácticas de los/as postulantes
duran sólo seis meses, con lo cual las víctimas, y también los agresores, deben
ser representados por distintos egresados, lo que hace más lenta la
tramitación.
Medios probatorios
En los expedientes de los Juzgados del Crimen revisados, el medio probatorio
siempre presente es el informe de peritos/as del Servicio Médico Legal (SML).
Le siguen en orden de importancia, los testimonios y prueba documental.
Los/as peritos/as del SML realizan un examen extra genital y otro genito-anal.
Los problemas que se presentan con estos peritajes son básicamente dos: el
tiempo transcurrido entre la agresión y el examen; la falta de evidencia de
violencia (moretones, rasguños, entre otros).
No obstante el aumento de las campañas informativas respecto de los pasos a
seguir ante una agresión sexual, las víctimas, en general, no concurren a un
centro asistencial de inmediato, ni tampoco al SML. Muchas veces, antes de
hacerlo, se lavan la zona genital, lavan la ropa o se deshacen de ella,
dificultando con ello la toma del examen, que pretende detectar, entre otros
aspectos, muestras de semen en el cuerpo o en las ropas de la víctima.
En el examen extra genital se observa principalmente si la víctima tiene
lesiones visibles. Muchos casos no presentan estas lesiones, ya sea por el paso
del tiempo o porque simplemente no se produjeron. El problema reside en los
prejuicios de los/as jueces/zas que, al no tener evidencias de violencia,
presumen que no se trató de una violación sino de una relación sexual

132
consentida, desconociendo con ello los numerosos casos en que la mujer
“consiente” para, justamente, evitar la violencia (cortes con armas blancas en
su mayoría) o la muerte.
Un juez entrevistado señaló: “yo debo presumir que si a una mujer la tratan de
violar, ella debe intentar defenderse y es en esos momentos en donde deben
quedar las huellas de las lesiones, que el Instituto Médico Legal debe
percatarse y decírmelo en el informe; si no es así, queda la idea o, al menos, la
duda de que la mujer consintió en el acto sexual; por ende, no puedo condenar a
su supuesto agresor, ya que según el informe yo debo presumir que la relación
sexual fue consentida, por ende, no hubo violación”.
Por su parte, una de las víctimas entrevistadas indicó: “el hombre tenía un
cuchillo y, por temor a que me golpeara o me matara, accedí a que me violara,
pues era preferible ser violada que perder la vida”.
En los casos de abuso sexual, es aún más difícil detectar lesiones corporales.
Los abogados entrevistados señalaron que, en general, el abuso sexual no se
realiza con violencia, ya que entre el agresor y la víctima se produce el
fenómeno denominado “seducción”, es decir, el agresor seduce a su víctima
durante un tiempo razonable, en especial si es menor de edad, y luego abusa de
ella. La seducción es una especie de hechizo que los especialistas llaman
“vampirismo”, ya que hay una atracción tal para la niña, que es imposible
resistir, más aún si se considera la existencia de amenazas, afecto, lealtades y
sentimientos de culpa. Este fenómeno es visto, muchas veces, por los
jueces/zas como consentimiento del abuso sexual.
Los abogados opinan que los jueces se equivocan demasiado en este tipo de
casos, y presumen consentimiento donde nunca lo ha habido. Lo anterior,
señalan, demuestra el desconocimiento del problema por parte de los/as
jueces/zas, el cual se traduce en que los fallos condenatorios por abuso sexual
sean casi inexistentes. Los entrevistados perciben que los/as jueces/zas más
jóvenes tienen mayor conocimiento o son capaces de entender mejor el
problema y sus complejidades.
Sentencia y sanción a los agresores
La totalidad de los casos estudiados terminó por sentencia absolutoria de los
imputados, ya que el tribunal no llegó a la convicción de su culpabilidad, por los
problemas señalados con el informe pericial.
Algunos magistrados y abogados plantean la necesidad de contar con medios de
solución alternativos a la sanción de agresores sexuales, opinando que la
reforma procesal penal, al ofrecer sanciones alternativas, podría ayudar a
descongestionar el sistema.

133
Nuevo proceso penal
Los abogados entrevistados sostienen que el nuevo procedimiento penal (en
aplicación gradual en el país) será mucho más justo por las siguientes razones:
a. El inculpado tendrá sus derechos plenos. En el procedimiento actual, en la
práctica, no existe el principio de presunción de inocencia. El inculpado con
prisión preventiva, desde que es procesado, es casi inmediatamente
condenado.
b. La víctima tendrá protección y garantías que hoy no tiene.
c. Opción de alternativas y posibilidades de solución del conflicto antes de
llegar a un juicio oral, lo que ayudará a descongestionar el sistema.
d. Los procedimientos serán abreviados.
e. Las sentencias menores tendrán obligatoriedad de tratamiento
psicológico.
Una de las grandes críticas al sistema actual, es su incapacidad para
rehabilitar a los agresores. Por rehabilitación se entiende no sólo el
tratamiento psicológico, sino el proceso de apoyo por parte de equipos
multidisciplinarios, la preparación de los gendarmes, guardadores, de la policía
y de la familia, punto central de la rehabilitación.
Conocimiento de la Convención de Belem do Pará
Los/as abogados/as de los centros de atención de víctimas nunca han utilizado
la Convención de Belem do Pará para los casos de defensa de mujeres
violentadas sexualmente. La mayoría de ellos la desconocía.
Los jueces señalaron que los abogados/as defensores nunca invocaron esta
Convención en alguna causa y que ellos la conocían muy someramente.

B) Conocimiento y ejercicio de derechos por parte de las víctimas


Las mujeres entrevistadas, víctimas de agresión sexual, señalaron no conocer
sus derechos en la materia y no haber sido informadas respecto de ellos
durante la tramitación de su caso (desde la denuncia). La asesoría legal que
recibieron de parte de sus abogados patrocinantes fue tradicional, es decir,
ellas informaron del caso y el abogado elaboró la estrategia de defensa y tomó
las decisiones sin mayor reflexión con su representada.
Las entrevistadas indicaron desconocer sus derechos, no sólo en materia de
violencia sexual, sino en general y que, por lo tanto, no pueden ejercerlos.
Tampoco saben cómo ejercerlos. Sostuvieron que, de haber tenido claridad en

134
sus derechos, probablemente no hubiesen sido víctimas de agresión sexual, o
que, de haberlo sido, habrían actuado de otra manera; por ejemplo, denunciar
de inmediato, acudir a un centro médico con prontitud o separarse de su
pareja.
Al respecto, una entrevistada expresó: “hizo que el miedo fuera mucho más
grande; si yo hubiese sabido que el juez podía darme protección a mí y a mis
hijos, yo habría denunciado sin esperar tanto tiempo y, hoy día, él estaría
preso y no riéndose como está”. Otra mujer indicó: “si yo hubiera sabido que mi
marido no podía obligarme a tener relaciones sexuales con él y que eso era
violación, mi vida y la de mis hijas habrían sido distintas; hoy no estaría tan mal
como estoy y mi hija no estaría embarazada para puro irse de la casa”.
Las entrevistadas no conocen la reforma legal en materia de delitos sexuales ni
tampoco la regulación anterior, con excepción de que pueden hacer la denuncia
por agresión sexual ante Carabineros –siempre que no provenga por parte de su
pareja– y que hay que practicarse exámenes médicos. Respecto de estos
últimos, no tenían ni tienen claridad sobre el lugar apropiado para ello.
Salvo una mujer, las víctimas señalaron que en las instituciones a las que
acudieron no se les explicó sobre esta reforma ni cómo ella mejoraba sus
posibilidades de éxito en el proceso. La entrevistada que indicó haber recibido
información dijo que ello ocurrió en la entrevista, a través de una cartilla que
se le entregó.
Por su parte, los/as abogados/as de dichas instituciones mencionaron que, en
general, no tenían una política educativa en materia de reformas legales; a las
consultantes sólo se les informa sobre los aspectos legales que estos
profesionales consideran estrictamente necesarios, para no sobrecargar a la
persona con información que, según ellos, difícilmente retendrá.
En cuanto a la relación de las mujeres con el aparato judicial, ninguna señaló
que hubiera sido positiva. Primó el sentimiento de que el proceso había sido
“una pérdida de tiempo” y “un sufrimiento innecesario” . Ninguna mostró
comprensión respecto de las causas legales que llevaron al juez a absolver a su
agresor, a pesar de que todas ellas tuvieron un abogado patrocinante;
señalaron no entender por qué el juez no lo había hecho, “si era evidente que él
era culpable”.
Respecto de la atención que recibieron en tribunales, la describieron como
“fría e impersonal”; “sentí muchas veces que era a mí a quien estaban
juzgando”; “nunca vi al juez”; “la tramitación fue muy lenta”. Sólo una de las
mujeres señaló que había sido bien atendida.

135
En cuanto a aspectos procesales, una mujer, cuya causa se rigió por la nueva
ley, señaló: “considero muy positivo no haber tenido que carearme con mi
agresor, porque, de haber tenido que hacerlo, yo habría abandonado el juicio, el
riesgo era demasiado grande”. Ninguna de las entrevistadas tuvo una medida de
protección.
Respecto de la Convención de Belem do Pará, ninguna de las entrevistadas dijo
conocerla o siquiera haber escuchado sobre ella.

136
IV. Conclusiones
Las modificaciones legales introducidas por la nueva Ley de Delitos Sexuales
constituyen un importante avance. Se destacan, por una parte, la ampliación del
tipo de violación, incluyendo ahora la anal y la bucal, y, por otra, la expresa
tipificación de la violación marital que, si bien no estaba excluida, no se
aplicaba.

Respecto de las modificaciones de procedimiento, se destaca el hecho de que


cualquier centro médico puede emitir una certificación válida, y la existencia
de mayores resguardos para la integridad física y psíquica de las víctimas
(medidas de protección y eliminación de los careos).

El estudio abarca una muestra muy pequeña de causas como para establecer
conclusiones determinantes; sin embargo si combinamos estos resultados con
las entrevistas y nuestra experiencia en la materia, podemos concluir con
certeza lo siguiente.

Los juicios por violencia sexual, en su gran mayoría, terminan por sentencia
absolutoria, no porque no se haya acreditado el delito sino porque no se ha
probado la participación del inculpado. Esto deja a las víctimas con una fuerte
sensación de injusticia, piensan que su esfuerzo por denunciar y llevar adelante
un proceso difícil no sirvió de nada, y tienen la certeza de que no volverían a
denunciar si les volviera a ocurrir.

No obstante la reforma legal, la tramitación judicial de las causas por violencia


sexual en los juzgados del crimen es percibida por las víctimas como muy lenta,
sin protección para ellas y poco eficaz, en la medida en que, en la mayoría de
los casos, no se condena a los agresores.

La reforma procesal penal, en general, favorecerá una mejor resolución de los


casos de violencia sexual, puesto que las víctimas tendrán mayores protección y
garantías y que los procedimientos serán más breves. Sin embargo, es
preocupante la falta de formación de quienes son y serán los encargados de
llevarla a cabo (jueces/zas, fiscales, defensores/as) en materia de derechos
humanos, en particular de derechos humanos de las mujeres, y de
entrenamiento en análisis con perspectiva de género.

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La capacitación de los/as funcionarios judiciales en materia de violencia sexual,
en general, y de la reforma, en particular, es aún muy escasa y deficiente.
La difusión de estas reformas legales ha sido muy débil. Las usuarias
desconocen su existencia y cómo las beneficia. Esto podría tener relación con
la falta de aumento de las denuncias por agresiones sexuales. Pero también
puede atribuirse a la desconfianza de la ciudadanía, en general, respecto de la
eficacia del aparato judicial, y de las mujeres, en particular, respecto de la
sanción de los delitos sexuales, ya que siguen sintiendo que no se hace justicia.
La Convención de Belem do Pará, no obstante ser un instrumento jurídico
importante y útil, no es conocida por las mujeres, ni por los abogados/as ni por
los jueces/zas y, por tanto, no es utilizada. La difusión de la misma ha sido casi
nula, tanto de parte del Estado como de las instituciones privadas que trabajan
en la temática.

Las instituciones que brindan asesoría jurídica a mujeres víctimas de delitos


sexuales son muy escasas, y todas ellas cuentan con presupuestos muy exiguos
y no permanentes, lo cual redunda en una alta rotación del personal y en un
gran desgaste para el mismo. La mayor parte sólo brinda orientación y no
patrocina causas, lo cual implica que la mayoría de las víctimas debe ser
asesorada jurídicamente por la Corporación de Asistencia Judicial. Esta, si
bien ha mejorado su servicio en los últimos años, brinda una atención precaria
y no tiene perspectiva de género.

La persistencia de mitos y prejuicios en materia de violencia sexual (por


ejemplo, pensar que las víctimas provocan por su actuar, su vestimenta, su
pasado, o que las agresiones sexuales ocurren en sitios eriazos y son
perpetradas por desconocidos), contribuyen fuertemente a dejar en la
impunidad a muchos agresores. Si bien la herramienta legal mejoró
notablemente, los criterios para su aplicación e interpretación siguen siendo
deficientes. Estos criterios siempre dejan espacio a la subjetividad, donde
operan las creencias, las ideologías y los valores de cada juzgador/a. Son
justamente estas creencias, ideologías y valores las que todavía no son
permeadas por los derechos humanos, como parámetro primero e inexcusable.
La reforma legal sobre delitos sexuales, y cualquier modificación en otra
materia, sólo será eficaz para la protección de los derechos humanos de las
víctimas en la medida en que sea conocida y, por tanto, utilizada por éstas. De
manera que queda una gran tarea de educación, no sólo de difusión, tanto para
el Estado, que está obligado a ello por la Convención de Belem do Pará, como

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para las instituciones privadas que se dedican a este problema. También los
colegios, públicos y privados, podrían hacer una gran labor al respecto y
colaborar, así, a la prevención.

Este desafío educativo también se extiende a las convenciones internacionales.


Es imprescindible que quienes aplican las leyes y tienen por función administrar
justicia conozcan la Convención de Belem do Pará y todos los instrumentos del
derecho internacional de los derechos humanos, que recogen los avances de la
humanidad en materia de dignidad de las personas. Pero también es urgente
acercar a las ciudadanas a estas normas, incorporarlas en el acervo de su
cotidianeidad.

Los derechos no son etéreos ni lejanos, por el contrario, son, o debieran ser,
asibles y cercanos, patrimonio de cada ser humano y parte inexpugnable de su
autoestima.

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