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CAPITULO 1 LIBRO PROFESORA NERINA DA RIN

Género e igualdad de derechos.


En la construcción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el valor de igualdad se transversaliza a todo
el cuerpo normativo. Necesariamente conduce la mirada a una cuestión que está en la base misma del paradigma
central de igualdad: la igualdad entre hombres y mujeres, y en consecuencia la prohibición de discriminación y de
violencia fundadas en la diferencia de sexo y en las construcciones de género basadas en esa diferencia.

El abordaje de la cuestión de la igualdad entre los sexos, femenino y masculino, y la prohibición de toda
discriminación basada en el sexo y/o el género, revela la existencia de relaciones de poder, preestablecidas
culturalmente, entre personas de distinto sexo, fundadas en diferencias de género construidas (artificialmente).

En este orden de pensamiento es el colectivo de las mujeres, el que se enfoca como grupo vulnerable, dado su
situación de desventaja, desde el derecho internacional de los derechos humanos, con la finalidad de prevenir,
sancionar y erradicar la discriminación y violencia contra la mujer.

El Derecho Internacional de los Derechos Humanos viene a revisar la situación planteada, reconoce la igualdad entre
las personas de distinto sexo, establece la eliminación de los estereotipos de género, y genera medios de protección
y promoción de los derechos de las mujeres. Para ello se instala un cuerpo normativo específico e instituciones que
cumplen los objetivos de promoción y protección de los derechos de las mujeres.

2. Panorama universal. La igualdad de derechos. Los derechos de las mujeres en el desarrollo progresivo del
derecho internacional de los derechos humanos.

En el mundo jurídico la igualdad entre mujeres y hombres es reconocida por primera vez internacionalmente como
un principio del orden normativo en la Carta de las Naciones Unidas.

Por otra parte, la igualdad entre mujeres y hombres es la derivación inmediata del paradigma jurídico que reconoce
que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, que se convierte en norma positiva en el
artículo 1° de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH).

Esta norma fue desarrollada en los textos posteriores de los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y de los Derechos
Económicos Sociales y Culturales3. Luego, su desarrollo se intensifica en la Convención sobre la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer y en su Protocolo Facultativo.

Merece mención, junto a estas Convenciones Internacionales, el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la
trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la
Delincuencia Organizada Transnacional, del 12 de diciembre de 2000, ratificado por la República Argentina el 12 de
noviembre de 2002. El delito de trata es una de las formas de violencia en los términos de la Convención de Belem
do Pará.

A este panorama universal, se suman a la protección de los derechos de las mujeres los desarrollos específicos de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de los contextos regional americano (OEA) y europeo (UE). Todos ellos
forman parte del corpus iuris del derecho internacional de los derechos humanos, que traza una clara línea en el
curso del desarrollo progresivo del derecho a la igualdad y no discriminación de las mujeres.

La primera normativa específica que se proyecta sobre el ejercicio de los derechos de las mujeres, se ocupa de sus
derechos políticos, es la “Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer”, adoptada en Nueva York, el 31 de
marzo de 1953.

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En este aspecto se reconocen tres derechos:

• Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres sin
discriminación alguna

• Las mujeres serán elegibles para todos los organismos públicos electivos establecidos por la legislación nacional, en
condiciones de igualdad con los hombres, sin discriminación alguna.

• Las mujeres tendrán derecho a ocupar cargos públicos y a ejercer todas las funciones públicas establecidas por la
legislación nacional, en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna.

En 1967 la Asamblea General aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer,
A/RES/2263(XXII), que reconoce en su artículo 1° que la discriminación contra la mujer por cuanto niega o limita la
igualdad de derechos con el hombre, es fundamentalmente injusta y constituye una ofensa contra la dignidad
humana”.

Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)

Los compromisos de la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer se convierten en


normas positivas en 1979, con la aprobación de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW) por la Asamblea General en su Resolución 34/180. Es destacable nivel de
votación afirmativa que obtuvo, de 130 votos, ninguno en contra y 10 abstenciones. En su texto, la Asamblea
General expresó el deseo que la Convención entrara en vigencia prontamente. El 3 de septiembre de 1981, la
Convención finalmente entró en vigencia con el depósito del 20° instrumento de ratificación. En el presente cuenta
con 189 Estados Parte. La República Argentina ratificó el 15 de julio de 1985, e hizo reserva del artículo 29. 1.
Posteriormente, a partir de la reforma constitucional de 1994, esta Convención, obtuvo jerarquía constitucional en
las condiciones de su ratificación.

Los Estados Parte, asumen la obligación de adoptar en sus respectivas jurisdicciones una posición política
encaminada a eliminar la discriminación contra la mujer. Para cumplir este objetivo, deben tomar medidas de
política pública que incluyan las acciones establecidas en el artículo 2°. Por lo tanto, su incumplimiento, hace nacer la
responsabilidad internacional del Estado Parte frente a las acciones u omisiones de particulares que discriminen a
mujeres.

Medios de protección en la CEDAW

La Convención incorpora un sistema de control y observación del cumplimiento y los progresos de los Estados Parte
en los compromisos asumidos. Crea un Comité para la Eliminación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer,
con una composición de 23 expertos, cuya competencia le permite recibir y analizar los informes de los Estados
Parte, y transmitir a la Asamblea General, por medio del ECOSOC, sus informes, observaciones y recomendaciones
sobre la situación de la mujer en los Estados Parte. Además, se agrega el Protocolo Facultativo de la Convención, en
1999, que introdujo el derecho de presentar una demanda individual o en grupo, por las mujeres víctimas de
discriminación ante el Comité, siempre que se encuentren bajo la jurisdicción de un Estado Parte, y aleguen ser
víctimas de discriminación. El Comité puede recibir denuncias contra Estados Parte de la CEDAW siempre que estos
hayan ratificado el Protocolo Facultativo.

2.2. Conferencias Mundiales: Viena 1993 y Beijing 1995

Entre los desarrollos mundiales jurídico-políticos más destacados en torno a los principios y a la promoción de los
derechos de las mujeres, se encuentran la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, que tuvo lugar en Viena en
1993, y la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijín 1995.

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La Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos (Viena 1993), marcó un hito al reafirmar categóricamente que “los
derechos humanos de la mujer y la niña son parte inalienable e indivisible de los derechos humanos”, e impulsó
desde allí el desarrollo normativo en el terreno de la igualdad, en especial sobre la igualdad de género.

A su vez, en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, convocada en Beijing del 4 al 15 de septiembre de 1995, se
adoptó la Declaración y Plataforma de Beijing7, en la que los Estados reafirmaron el compromiso de garantizar la
plena aplicación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas como parte inalienable, integral e indivisible de
todos los derechos humanos y libertades fundamentales.

Al respecto se establecen tres objetivos estratégicos, sobre los que se establecerán acciones, ellos son:

1) Promover y proteger los derechos humanos de la mujer, mediante la plena aplicación de todos los instrumentos
de derechos humanos, especialmente la Convención sobre la eliminación a de todas las formas de discriminación.

2) Garantizar la igualdad ante la ley y la no discriminación ante ley y en la práctica.

3) Fomentar la adquisición de conocimientos jurídicos elementales.

Organización Internacional del Trabajo y los derechos de la mujer


En el ámbito de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), también se realizaron esfuerzos en pos de
la igualdad de los derechos de la mujer que promovieron la adopción de cuatro convenios:

1. El Convenio 100 de la OIT, sobre Igualdad de Remuneración, adoptado el 29 de junio de 1951,


ratificado por la República Argentina el 24 de septiembre de 1956, por el que los Estados se
comprometen a garantizar la aplicación a todos/as los/las trabajadores/as del principio de igualdad
de remuneración entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de
igual valor.
2. El Convenio 111 de la OIT, sobre la Discriminación en el Empleo y la Ocupación, adoptado el 4 de
julio de 1958, entro en vigor el 15 de junio de 1960 y fue ratificado por la República Argentina el 18
de julio de 1968.
3. El Convenio 156 de la OIT, sobre los Trabajadores con Responsabilidades Familiares, adoptado el 3
de junio de 1981. No ha sido Ratificado por la República Argentina hasta el presente.
4. El Convenio 183 de la OIT, sobre la protección de la maternidad adoptada el 30 de mayo de 2000.
Su Preámbulo 9 recoge los desarrollos del corpus iuris internacional, y motiva a la ratificación de los
principios y a la revisión de las normas para alcanzar estándares normativos que obliguen a los
estados parte a garantizar una protección mayor y acorde a las necesidades de las mujeres en el
siglo XXI en materia de maternidad.

Sistema Interamericano de protección de derechos humanos

Aspectos normativos:

El Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos, tiene raíces en el sistema universal, pero a
su vez reconoce sus propios orígenes regionales que se vinculan con la Carta de la Organización de los
Estados Americanos (OEA), y con la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre. Todo el articulado
de la Declaración reconoce como titular de ellos a “toda persona”. Posteriormente, en 1969 se adopta la
Convención Americana de Derechos Humanos “Pacto de San José de Costa Rica” (CADH), donde se
establecen una serie de normas que sustentan la perspectiva de igualdad del hombre y la mujer, y que
comienza con el compromiso.

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La violencia contra las mujeres y la protección del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos: Convención Interamericana para la prevención sanción y erradicación de la
violencia contra la mujer
El Sistema Interamericano provee normativa específica para garantizar los derechos vulnerados por la
violencia ejercida contra la mujer en la Convención Interamericana para la Prevención Sanción y
Erradicación de la Violencia Contra la Mujer, adoptada en Belem do Pará el 9 de junio de 1994, ratificada
por 33 estados americanos. Entre ellos, por la República Argentina el 9 de abril de 1996.

Definiciones:

La Convención entiende por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género,
que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público
como en el privado. A su vez, establece que la violencia contra la mujer comprende tres situaciones
básicas: las que se dan en un contexto doméstico cercano a la mujer (familia, unidad doméstica, o relación
interpersonal), y que es perpetrada por alguien que conoce a la mujer que victimiza; luego, se refiere a las
situaciones que se dan en la comunidad que pueden comprender ámbitos amplios como los educativos, de
salud, o cualquier otro lugar es perpetrada por cualquier persona, y que comprende, entre otros, violación,
abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de
trabajo, y por último la violencia contra la mujer que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus
agentes, donde quiera que ocurra.

Deberes de los Estados Parte:

Los Estados Parte tienen el deber general de garantía de la vigencia de los derechos, y son los responsables
de generar las condiciones para ello. Existen obligaciones comunes en la CADH y en la Convención de
Belem do Pará, que establecen el compromiso a adoptar “...por todos los medios apropiados y sin
dilaciones”, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar esa violencia y la discriminación basada
en el género.

Los medios de protección básicamente son tres:

1) Informes nacionales a la Comisión Interamericana de Mujeres: deberán incluir información sobre las
medidas adoptadas para prevenir y erradicar la violencia contra la mujer, para asistir a la mujer afectada
por la violencia, así como sobre las dificultades que observen en la aplicación de estas y los factores que
contribuyan a la violencia contra la mujer.

2 ) Opinión Consultiva del Corte IDH, a pedido de los Estados Parte o de la CIDH.

3) Peticiones, efectuadas individualmente o por grupos de personas u organizaciones no gubernamentales


legalmente reconocida en uno o más Estados Parte que contengan denuncias o quejas de violación del
artículo 7º de la Convención por un Estado Parte ante la CIDH. Se aplican las normas y el procedimiento de
la CADH.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) Precedentes de la Corte IDH sobre
discriminación, violencia contra las mujeres y femicidio. Incumplimiento de la obligación general de
garantía de la CADH y de las obligaciones especiales por la Convención de Belem do Pará. Convención
Internacional sobre Derechos del Niño.

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La interpretación de la Corte IDH evidencian el estrecho vínculo entre ambos tratados y la interpretación
reforzada de la CADH a la luz de Belem do Pará. En los dos precedentes que se analizan, se efectúa la
interpretación de las normas relativas a discriminación, violencia contra las mujeres y femicidio. Las
situaciones planteadas en ambos casos se encuadran en el incumplimiento estatal de la obligación general
de garantía de la CADH y de las obligaciones especiales por la Convención de Belem do Pará y la
Convención Internacional sobre Derechos del Niño.

Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú, Sentencia de 25 de noviembre de 2006

Este es el primer caso en que la Corte IDH, en ejercicio de su competencia contenciosa, interpretó y aplicó
la Convención de Belem Do Pará, junto a la Convención Americana de Derechos Humanos y a la
Convención Interamericana para Sancionar y Erradicar la Tortura.

Estos hechos fueron denunciados ante la CIDH, y recibidos el 18 de mayo de 1992 y el 5 de junio de 1997,
constituyendo los casos No. 11.015 y 11.769, contra el Estado del Perú.

La CIDH denunció a su vez los hechos ante la Corte IDH, considerando que implican una violación a los
derechos consagrados en la CADH.

En esta sentencia, la Corte Interamericana analiza las violaciones de los derechos humanos con perspectiva
de género a la luz de las normas señaladas y en esa interpretación establece la responsabilidad
internacional del Perú por la masacre ocurrida en el Penal, y por las consecuencias del traslado de los
heridos y sobrevivientes, en especial por su condición de mujeres y por el daño producido a los familiares.

En su valoración de los hechos denunciados la Corte pone el acento en la perspectiva de género y distingue
especialmente entre los graves delitos cometidos por el Estado Peruano contra las mujeres detenidas en
los pabellones 1A y 4B en el Penal Miguel Castro Castro. La Corte no sólo interpretó a la CADH, sino
fundamentalmente a la Convención de Belem Do Pará para Prevenir Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer. Asimismo, aplicó la Convención de Belem do Pará, ratificada por el Estado Peruano en
1996, artículo 7.b, que le obliga a actuar con la debida diligencia para investigar y sancionar dicha
violencia.

Caso González y Otras (“Campo Algodonero”) Vs. México. Sentencia de 16 de noviembre de 2009.

Los hechos datan de 2001, y se trata los homicidios perpetrados contra tres mujeres jóvenes, dos de ellas
menores de edad (15 17 y 20 años), cuyos cuerpos aparecen en un campo algodonero en las inmediaciones
de Ciudad Juárez, (México) el 6 de noviembre de 2001. En esta oportunidad la Corte IDH señala por
primera vez la figura del femicidio, como el delito de homicidio perpetrado contra una mujer por su
género.

En la sentencia se realizó una interpretación sistémica y contextual cultural, y se consideró que estos
crímenes se producen dentro de un escenario de violencia y discriminación generalizada y sistemática,
contra las mujeres por su condición de mujeres, ubicándolas en una situación de subordinación e
inferioridad respecto del hombre, en ese contexto se produce la impunidad de los crímenes denunciados.

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