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QUINTO – CLASE 15

La Construcción de una cultura de paz

Cultura y Sistemas de Paz

Si bien los valores, ideas, creencias o comportamientos de las personas tienen un


peso considerable en la manera en que se organiza la sociedad, cambios en dicha
organización influyen también en los valores, ideas, creencias y comportamientos.
La paz, desde luego, necesita de cambios tanto en éstos como en las maneras de
organizar la sociedad. Como dice Galtung, se requieren no sólo transformar la
cultura, sino también crear instituciones y formas de organizar la sociedad que
sustenten la paz.

Ambos procesos se producen muy interrelacionados. Un ejemplo es el caso de la


“esclavitud”. Ciertamente antes que se eliminara, no necesariamente la mayoría
de las personas que no eran víctimas de éste aborrecible sistema, pensaban que
era negativo. Su eliminación legal y la propia experiencia social han hecho que
hoy en día, las ideas y valores comunes sean contrarios a la esclavitud.

Cultura y Balance entre Paz y Violencia

Es fácil advertir que no existe una única cultura humana, sino que más bien
existen muchas culturas. Diversos estudios identifican más de 10,000 grupos
culturales en el mundo. En todos ellos, en mayor o menor grado, encontramos
valores, ideas, actitudes y comportamientos favorables a la paz, como también
otros favorables al uso de la fuerza y la violencia.

Como señala Boulding, en su libro “Culturas de Paz”:

“En general, las sociedades tienden a ser una mezcla de temas de una cultura
pacífica y de una de guerra, el balance entre esos temas varia de sociedad a
sociedad y de momento histórico a momento histórico. En nuestro tiempo, las
tensiones ente los dos temas ha devenido en una pesada carga social por un
sistema mundial militar vinculado a modos de industrialización y urbanización
destructivos del planeta que afectan la capacidad humana para el cambio creativo
y pacífico” (Boulding, 2000).

Así, en los diferentes “modos de vivir juntos” de todos los pueblos del mundo
existe esa mezcla de aspectos pacíficos y de violencia. Reconocer esto es
importante porque nos recuerda, en primer lugar, que la capacidad para hacer la
paz se encuentra en todas las culturas y, en segundo lugar, porque hace evidente
que hay diversas formas de construir la Paz y esa diversidad también es
importante para enriquecernos mutuamente.

Por ello, algunos autores, reconociendo la importancia normativa del concepto


“Cultura de Paz” de las Naciones Unidas, prefieren hablar de construir “Culturas
de Paz” para referirse al trabajo concreto para desarrollar los aspectos pacíficos
de nuestras diversas culturas.

No se trata entonces de reemplazar nuestras múltiples culturas por una única


Cultura de Paz, sino de desarrollar nuestras formas de hacer la paz teniendo como
referencia enriquecedora lo que nos ofrece el concepto normativo formulado por
las Naciones Unidas, concepto que es fundamental pues resume el consenso
mundial más avanzado de lo que debemos entender por paz y por una Cultura
para la Paz.

Como vimos en el recorrido histórico de la idea de la paz, hasta hace pocas


décadas la igualdad de varones y mujeres no aparecía como un componente
indispensable para hablar de paz. De hecho, todavía muchas culturas no
consideran importante ese aspecto, aunque mantengan sus propias formas de
respeto a las mujeres. Pero, desde que los Estados del mundo promulgaron la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, la plena igualdad entre hombres
y mujeres se ha convertido en uno de los pilares indispensables para hablar de
paz y de una Cultura de Paz.

Ejes de Acción para Construir Culturas de Paz

Construir una Cultura de Paz consiste, entonces, en afirmar en nuestras culturas


todos aquellos valores, actitudes y comportamientos que favorecen la convivencia
y que permite resolver a favor de la paz las tensiones que enfrenta esta
convivencia y que se señalan en las siguientes columnas.

COMPETENCIA - COOPERACIÓN

DIFERENCIA - IGUALDAD

INTERÉS INDIVIDUAL - COLECTIVO

INEQUIDAD - EQUIDAD

DOMINACIÓN - AUTONOMÍA
El predominio de los factores de la izquierda con frecuencia lleva a la violencia,
esto es a romper la convivencia, y los de la derecha a la paz. Per o como dice
Boulding, las sociedades son, más bien, una mezcla intermedia de ambos.

Todas las sociedades se encuentran preparadas para regular las tensiones


señaladas, pero en ciertos momentos ellas llevan la convivencia social a una
situación crítica, como la que vivimos hoy en día en el mundo en que se
multiplican las violencias hasta amenazar la propia sobrevivencia de la
humanidad.

Los factores de competencia, egoísmo y dominación han tenido un desarrollo


constante, mientras que los de cooperación, solidaridad y autonomía parecen
haberse atrofiado, favoreciendo el riesgo de ruptura de la convivencia y violencia.
Es fácil ver este enorme desbalance, por ejemplo, en la propia crisis económica
que sacude hoy al mundo, en los problemas del cambio climático y el incesante
“progreso” de los medios de guerra, en contraste con los más bien modestos
avances de la responsabilidad empresarial, las políticas de combate a la pobreza,
el cuidado del ambiente o las técnicas de negociación cooperativa. Mientras los
medios para comunicar a las personas se han incrementado con el uso de la
Internet o los teléfonos móviles, la comunicación interpersonal, por ejemplo, entre
padres e hijos, sigue siendo limitada y apenas asoman descubrimientos como el
uso de la inteligencia emocional.

En este contexto, la propuesta de trabajar por una Cultura de Paz constituye una
poderosa herramienta para corregir esos desbalances y contribuir así a una
convivencia fuertemente orientada a la construcción de la paz.

Para ello, necesitamos identificar lo más precisamente posible cuales son las
cosas que tenemos que hacer para fortalecer en nuestras culturas los aspectos
más favorables para la paz. La Declaración y Programa de Cultura de Paz de las
Naciones Unidas, nos orienta en ese sentido.

Ejes de Acción para su Construcción

Tomando como base la definición de la “Declaración y Programa de las Naciones


Unidas”, podemos decir que:

“La Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que


reflejan el respeto a la vida, a la dignidad del ser humano y a la naturaleza, y que
ponen en primer plano los derechos humanos, la igualdad entre hombres y
mujeres, el rechazo a la violencia en todas sus formas y la adhesión a la
democracia y a los principios de libertad, justicia, respeto, solidaridad y tolerancia”.
Esta formulación parafrasea la definición de la Declaración y Programa, añadiendo
dos elementos: el respeto a la naturaleza y la mención explícita a la democracia.
Ambos son hoy en día indispensables para una definición completa de la Paz.

La Declaración y Programa de las Naciones Unidas y otros documentos de las


Naciones nos permiten elaborar una lista ampliada de los temas relacionados a la
Cultura de Paz:

- La convivencia humana y la formación ética.


- La práctica de la democracia y de una ciudadanía democrática.
- El respeto pleno de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
- La igualdad de derechos y oportunidades entre varones y mujeres.
- El fortalecimiento del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.
- El manejo cooperativo y pacífico de los conflictos y la construcción de
consensos.
- El respeto y la promoción del derecho al desarrollo.
- El respeto a la naturaleza y el compromiso con un desarrollo sustentable.
- El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e
independencia política de los Estados.
- El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de
expresión, opinión e información.
- La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia,
solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y
entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones.
- La construcción de un entorno nacional e internacional que favorezca a la
Paz.

Tomando en cuenta este conjunto de asuntos y desde un enfoque de desarrollo


social, podemos establecer los siguientes como principales ejes de acción, las
“cosas que tenemos que hacer”, para construir Cultura de Paz y fortalecer una
convivencia más pacífica:

1. El desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía


democrática, eje que aborda lo central de la Cultura de Paz como una cultura de
convivencia orientada a la construcción de la paz.

2. La promoción y vivencia de los derechos y deberes humanos, eje que abarca


los derechos humanos como el marco regulador mínimo e indispensable de la
convivencia humana.
3. La promoción y práctica de la igualdad entre varones y mujeres, que aborda
nada menos que la convivencia de las dos mitades de la humanidad y sustenta la
noción más básica de la igualdad de los seres humanos.

4. La promoción de actitudes y capacidades para el diálogo y el manejo de


conflictos a nivel personal, familiares, comunal y social, eje de acción dedicado al
aprendizaje de nuevas y mejores formas de tratar los conflictos renunciando a la
violencia.

5. La promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no


discriminación, pilares de la convivencia humana y que constituyen la sustancia de
una Cultura de Paz que busca terminar con todas las formas de violencia.

6. La promoción de un desarrollo humano sustentable e inclusivo, eje que aborda


el quehacer humano hacia un mayor crecimiento económico compatible con la
sustentación de la naturaleza y que represente a la vez una acción colectiva para
mejorar las condiciones de existencia de todas las personas y superar la violencia
estructural.

Estos ejes de acción han sido establecidos en los “Lineamientos de política


sectorial para la promoción de una Cultura de Paz” del MIMDES (Resolución
Ministerial 376-2007 MIMDES). Son una guía para desarrollar una Cultura de Paz
desde nuestras diferentes culturas y en todos los espacios de la vida social, no
son los únicos, pero constituyen el núcleo fundamental para dicho proceso. Los
ejes de acción no pueden realizarse de manera aislada, pues se relacionan y
complementan mutuamente, de modo que no podemos pensar en practicar unos y
desatender otros. De poco valdría, por ejemplo, desarrollar nuestras capacidades,
sino las ponemos en práctica a través de, por ejemplo, promover y vivir los
derechos humanos o el desarrollo sustentable e inclusivo.

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