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Guache

Rocio Castañeda

En medio del espejo de agua del humedal Gualí, se encuentra el guardián...


Que pereza, ¿vinimos a clase de historia, o a recorrer el humedal?, estaba tan distraído con sus
pensamientos, que Sara, su mejor amiga, le dio un codazo para que prestara atención. Su mamá
siempre le decía: sé cómo Sara que es muy aplicada. Esas palabras le daban flojera, él era
como era y ya.
"La tingua azul llega a nuestro humedal en los meses de octubre y abril, en diciembre y enero
es cuando más Tinguas nos visitan, es un ave migratoria", escucha.
Ahora sí le cae bien el guía. Ese tema si le emociona. En los dos años que duró la pandemia,
su abuelo le contaba historias sobre la diosa protectora del humedal, la verdadera protectora,
no esa estatua de cemento. Su mamá decía que eso era mentira, seguro era porque siendo mujer
no podía reclamar el derecho, era solo para hombres. Pobre mamá, le dará envidia cuando le
pruebe que es verdad.
Con la idea fija en la cabeza de probarle a mamá que su abuelo no era un viejo loco, tomó del
brazo a Sara y, con sigilo, se separaron del grupo.
-Sígueme, no preguntes bobadas, cuando estemos en lugar te lo probaré. Date prisa, Sara.
-Estás loco, ¿Qué tal que nos perdamos?
-Eso no va a pasar, recuerda mi misión, ya es hora de cumplirla, el humedal está contaminado.
-Está bien, te acompaño porque eres muy tonto y te pierdes, no porque me crea ese cuento.
Esperaron escondidos detrás de un chicala amarillo a que el grupo se fuera. Ese árbol le trajo
recuerdos; el año pasado el colegio los llevó a sembrar árboles, pero por su flojera, dijo que
tenía dolor de estómago, la profesora de biología, que ya le conocía sus mañas, no lo iba a dejar
en paz tan fácil, así que lo puso a realizar un trabajo sobre la flora y fauna del humedal, por eso
conocía todos los árboles. Realizando esa investigación, se encontró la pluma, cuando la
recogió parecía una pluma normal, pero al mostrarla a su abuelo, cambió, se puso de un azul
brillante. Fue un momento extraño, ahí supo que las historias de su abuelo eran verdad.
-Ya es hora de que te trasmita nuestro conocimiento, nuestra herencia y deber.
-Estoy dispuesto a recibir y cumplir mi herencia y mis deberes.
Sara esperaba que después de caminar un rato, solo se aburriera para así regresar con el grupo,
como siempre. Nadie esperaba que pudiera terminar algo, solo su abuelo confiaba en él.
-Aquí no hay nada, vámonos, ya tengo hambre, la alcaldía por fin se fajó con el refrigerio, es
hamburguesa, vi cuando lo bajaron de la camioneta que maneja el gordo.
-¿No la escuchas cantar, Sara? ¿estás sorda o qué?
-Lo único que escucho es tu melodiosa voz. Eso fue un gallo, ja ja ja.
-Tonta
-Muchacho puberto ja ja ja
De repente, se fue todo el ruido, y sintió un olor a cañería, había llegado, ese era el lugar donde
el humedal estaba enfermo.
- “Gue chichi guaricha aquiba zebiasua guache ahycaz bziscua”, (hija de la divinidad, princesa
sagrada, el guerrero te llama), esas palabras salieron de su boca con tanta naturalidad… no
pensó que las pudiera recordar tan fácilmente, le había costado pronunciarlas cuando su abuelo
se las enseñó. Él le dijo "si eres digno de ella, las palabras solo llegarán a tu boca".
De la pluma emergió una mujer de cabello negro largo y lacio, de pequeños ojos, nariz ancha
y grandes dientes. Le recordaba un poco a su mamá. Ella solo lo miró fijamente con la altivez
de una diosa, volvió a trinar como la Tingua, y su largo cabello se puso azul, poco a poco se
fue convirtiendo en Tingua, alzo el vuelo y se perdió en el humedal. En el lugar donde se
apareció empezó a crecer la hierba, la protectora había despertado nuevamente para darle vida
al humedal.
Una sacudida lo trajo de vuelta a la realidad
- ¡Despierta!
- ¿La viste? Es hermosa
-Lo único que ví es como pusiste cara de idiota y dijiste pendejadas, ¡vámonos! Ya me está
llamando tu mamá, seguro la profe le debe haber dicho que nos escapamos.
-contéstale y dile que tenía que ir a cagar, ja ja ja
-Usted como siempre, ¡guache!
Y guache si soy, pero no el guache que todo el mundo piensa, si Sara supiera lo que significa,
no me lo volvería a decir, seguro buscaría un insulto de verdad, dijo en voz baja. Cuando vio
que Sara colgaba la llamada y se dirigía hacia él, supo que algo había pasado.
-lo siento
- ¿Qué pasó? ¿Está bien mi mamá? Sara, dime algo.
-Es tu abuelo, se fue, ya no está, fue mientras dormía, lo siento.
Él solo caminó en silencio, sabía que el ritual había terminado con la muerte de su abuelo. Él
era el nuevo guardián guerrero de la diosa, su abuelo debía partir de este mundo, es el precio
de llevar en su sangre el legado de la familia.
Pensó, “si Sara estando aquí no la vio y no me cree, mucho menos mi mamá, creo que también
seré un viejo al que sus hijos creerán loco.”
-estudiaré Ingeniería Ambiental.
-Si es lo que quieres, está bien.

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