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Había una vez una zarigueya llamada Zara y un perro llamado Max.

Zara y Max eran


vecinos y, aunque al principio no se llevaban muy bien, un día descubrieron que tenían
muchas cosas en común.

Un día, Zara estaba buscando comida en el jardín cuando Max se acercó a saludarla. Al
principio, Zara se sintió intimidada e intentó huir, pero Max le aseguró que no le haría daño.
Max estaba interesado en Zara porque había oído que las zarigüeyas eran excelentes
escaladoras, algo que Max estaba deseando aprender.

Zara accedió a enseñarle a Max sus habilidades de escalada, y juntos exploraron el jardín
de Max. Max se sintió emocionado al aprender de Zara, y Zara estaba feliz de tener un
amigo tan leal.

Pero un día, Max fue capturado por un cazador. Zara, quien había estado observando
desde un lugar seguro, se dio cuenta de que era su momento de actuar. Ésta usó su
habilidad para escabullirse y trepar por los árboles para rescatarlo.

Zara y Max escaparon juntos, y Max le agradeció a Zara por haberlo salvado. Desde aquel
día, los dos se volvieron inseparables. Max aprendió a escalar a través de la ayuda de Zara,
y Zara ganó un amigo fiel en Max.

A partir de ese momento, las dos criaturas pasaron su tiempo en el jardín explorando juntos
y disfrutando de la compañía del otro. Zara había encontrado un amigo que la apreciaba por
lo que era, y Max había aprendido una lección importante sobre la verdadera amistad.

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