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Había un matrimonio que siempre parecía estar discutiendo.

No importaba el tema, siempre


terminaban peleando y yéndose a la cama enojados. Por fuera, se veían como la pareja
perfecta, pero por dentro, era completamente diferente.

El esposo trabajaba largas horas y siempre llegaba tarde a casa, lo que frustraba mucho a
la esposa. Ella esperaba que al menos pudieran tener una cena juntos, pero nunca sucedía.
Además, ella se sentía muy sola en casa y no tenía amigos cercanos con los que pudiera
compartir su tiempo.

Mientras tanto, el esposo buscaba en el trabajo la felicidad que no encontraba en casa. Se


sentía asfixiado por su esposa, quien siempre parecía estar enojada y nunca estaba
satisfecha con nada. A veces, se preguntaba cómo habían llegado a este punto y si alguna
vez podrían arreglar las cosas.

Pero las cosas nunca parecían mejorar. La comunicación era pésima y cuando trataban de
arreglar las cosas, terminaban más divididos que antes. Para cuando se dieron cuenta,
habían estado casados ​durante diez años y ambos se sentían infelices en su matrimonio.

Finalmente, llegó el momento en que la esposa decidió que ya no podía seguir así y
presentó la solicitud de divorcio. Al principio, fue un shock para el esposo, pero al final, se
dio cuenta de que ambos habían estado infelices por mucho tiempo.

Después de la separación, ambos comenzaron a buscar su propia felicidad y encontraron


nuevas oportunidades en la vida. Aunque el matrimonio fue un fracaso, decidieron que la
felicidad debería ser su prioridad de ahora en adelante.

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