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CRISTIANO
VIII
Agosto
COORDINADORKS
Lamberto de Echeverría (j)
Bernardino Llorca (f)
José Luis Repetto Betes
Diseño: BAC
COLABORADORES ix
PRESENTACIÓN xi
NOTA INTRODUCTORIA xv
Santoral de agosto (martirologio, biografías extensas y bio-
grafías breves) 3
APÉNDICE 1179
DEL SANTORAL DE LAS DIÓCESIS ESPAÑOLAS 1209
CALENDARIO ESPAÑOL: MEMORIAS QUE CELEBRAN LAS DIÓCESIS
ESPAÑOLAS 1211
ÍNDICE ONOMÁSTICO 1213
C&tMMóRADORES
A) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
M A R T Í N E Z DK VADILLO, Marcos
MKSKGUKR FKRNÁNDHZ, Juan, OFM
MOLINA P I Ñ K D O , Ramón, OSB (Leyre)
M O N T A Ñ A PKLÁKZ, Servando
N Ú Ñ K Z URIBK, Félix
PKRAIRK FKRRKR, Jacinto
PKRKZ ARRUGA, Luis, O P
PKRKZ ORMAZÁBAL, Juan José
PKRKZ SUÁRKZ, Luis M., OSB (Leyre)
PLACKR, Gumersindo, o. de M.
RKPKTTO BKTKS, José Luis
RIBKR, Lorenzo
R O D R Í G U E Z VILLAR, Ildefonso
RODRÍGUKZ, José Vicente, OCD
SÁNCHEZ ALISEDA, Casimiro
SANTIDRIÁN, Pedro R., CSSR
SKNDÍN BLÁZQUKZ, José
SERRANO, Vicente
V Á Z Q U E Z SACO, Francisco
V K L A D O G R A N A , Bernardo
Vlú, Antonio de, Si
YZURDIAGA LORCA, Fermín
B) BIOGRAFÍAS BRKVKS
JOAQUÍN L. ORTEGA
Director de la BAC
NOTA INTRODUCTORIA
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
O t r o día:
«Hermano, ¿hemos rezado el rosario? i
Sí, padre.
No me engañe, que del rosario pende mi salvación». l
Bibliografía
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RAINIÍR, A., Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento. II. Desde el
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18 Año cristiano. 1 de agosto '•
de junio de aquel año 1537 reciben todos los que no eran sacer-
dotes las sagradas órdenes. Todo estaba preparado para la parti-
da cuando un hecho inesperado se la impidió. Ante el peligro
inminente de una guerra entre Venecia y el Turco no salió nin-
guna nave para Tierra Santa, hecho éste que no había ocurrido
desde hacía años y tardó mucho tiempo en volver a repetirse.
Los primitivos historiadores hacen constar esta circunstancia,
haciendo ver en ella la mano de la Providencia, que tenía otros
designios sobre aquel puñado de hombres dispuestos a las más
grandes empresas.
Mientras los demás se repartieron por diversas ciudades en
espera de nuevos acontecimientos, Ignacio, Fabro y Laínez en
el otoño se encaminan a Roma. En el camino, poco antes de en-
trar en la Ciudad Eterna, Ignacio recibió la célebre visión, que,
por el lugar donde ocurrió, suele ser llamada de La Storta. En
ella Dios le prometió para él y los suyos una especial protección
en Roma. Bien pronto el papa Paulo III se sirvió de aquellos
hombres que se habían puesto a su servicio directo. A Fabro le
confió la enseñanza de la Sagrada Escritura en la Universidad
de La Sapienza (noviembre de 1537 a mayo de 1539). A partir
de esta fecha comienza para Fabro la serie ininterrumpida de
sus misiones apostólicas, que le obligaron a recorrer en un sen-
tido u otro casi toda Europa, de Roma a Colonia, de Ratisbona
a Lisboa.
En la trama complicada de sus viajes continuos hay dos hi-
los orientadores que señalan una doble dirección. Ignacio que-
ría que Fabro diese impulso a la Compañía, sobre todo en Por-
tugal y España. El Papa y el mismo San Ignacio querían valerse
de su poder de atracción para salvar a las ovejas perdidas en las
regiones protestantes. Un breve recorrido sobre los hechos ex-
ternos de su vida nos presenta el siguiente cuadro de activida-
des: en octubre de 1540 parte hacia Alemania como teólogo del
doctor Ortiz, consejero del emperador, acompañándole en los
coloquios de Worms y de Espira y en la Dieta de Ratisbona. Allí
le llega la orden de San Ignacio de encaminarse a España. Parte
el 21 de julio de 1541, y, atravesando Baviera, el Tirol, su tierra
saboyana, en la que se detiene diez días de intenso trabajo apos-
tólico, por Francia entra en España. Cuatro meses han sido ne-
<<&' Beato Pedro Fabro 21
Bibliografía
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hlo. Disponía ésta de diversas celdas, una de las cuales fue ocu-
pada exclusivamente p o r religiosos y sacerdotes. E n la cárcel los
religiosos amigonianos llevan prácticamente vida de comuni-
dad. Un testigo ocular de los hechos asegura que
«Los religiosos, durante el tiempo que estuvieron presos, se
comportaron como cuando estaban en el convento, realizando los
actos de piedad. El día 15 de septiembre, festividad de los Dolores
de la Santísima Virgen, cantaron los Dolores; y el 17, las Llagas de
San Francisco».
Bibliografía
Sibliotheca sanctorum. Appendice seconda (Roma 2000) 217-221.
GONZÁLEZ, A., Martirologio amigoniano (Valencia 2001).
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VIVES AGUH-KUA, j . A., Hombres recios y entrañables (Valencia 2000).
de que todos los detenidos iban a ser fusilados por los nazis.
Entonces las hermanas tomaron la decisión —todas juntas—
de ofrecer la propia vida a cambio de la vida de los arrestados.
La tarde de aquel terrible día, sor María Estrella, que hacía las
veces de superiora, en presencia del sacerdote Alejandro Zien-
kiewicz, capellán de las monjas y párroco de la citada «iglesia
blanca», pronunció estas palabras: «Dios mío, si es necesario el
sacrificio de la vida, es mejor que nos fusilen a nosotros que no
a los que tienen familia. Pedimos que Dios acepte nuestro ofre-
cimiento». En respuesta a la oración de las hermanas, se verificó
un suceso totalmente imprevisto: todos los presos fueron de-
portados a Alemania a campos de trabajo, menos algunos que
fueron dejados libres, pero ninguno fue fusilado. Todos sobre-
vivieron a la guerra. Pero la vida del citado padre Alejandro, el
único sacerdote de aquella zona por entonces, corría evidente
peligro. Las hermanas repitieron su ofrecimiento: «Dios mío,
Dios mío, si es necesario un nuevo sacrificio, puesto que usted,
Padre, es más necesario que nosotras, pedimos que el Señor nos
lleve a nosotras mejor que a usted».
En estas disposiciones estaban las hermanas y esta ofrenda
habían hecho al Señor cuando el día 31 de julio de 1943, es de-
cir, unos días más tarde de su ofrecimiento, un miembro de la
Gestapo llegó al convento y comunicó a las hermanas la orden
de presentarse aquella tarde a las 7'30 en el Gebietskomisariat.
Las once hermanas obedecieron la orden y a la hora indicada se
presentaron en el comisariato. Su suerte ya estaba echada. No
se les preguntó nada. Sencillamente se decidió fusilarlas. La or-
den era hacerlo esa misma noche. Fueron conducidas fuera de
la ciudad, pero al llegar al campo encontraron que por la carre-
tera pasaban muchos coches y que pasaba por allí mucha pobla-
ción campesina con sus animales. Entonces, los oficiales deci-
dieron volverse y las monjas pasaron toda aquella noche en la
cantina, no en la prisión, dándose cuenta de que su destino era
la muerte, pero firmes en la plegaria y con la esperanza puesta
en la voluntad de Dios. Al amanecer del día siguiente, domingo
1 de agosto, fueron llevadas a cinco kilómetros del pueblo, a un
bosque, y allí fueron las once fusiladas. El párroco salvó la vida
porque el Señor había aceptado el ofrecimiento de las hermanas.
Beatas María Estrella del Santísimo Sacramentoy compañeras 35
Bibliografía
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Nazareth, religiose e martiri». Piazza San Pietro, 5 de marzo de 2000.
C) BIOGRAFÍAS BREVES
SANETELVOLDO
Obispo (f 984)
2 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
SANEUSEBIO DE VERCELLI
Obispo (f 371)
VICENTE SERRANO
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cítt San Pedro de Osma 57
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Bibliografía
rernos a todos con la sotana puesta, para que ese trapo sea
efl terrado con los que lo lleváis»; «No odiamos a vuestras per-
sonas. Lo que odiamos es vuestra profesión, ese hábito negro,
j a sotana. Ese trapo repugnante»; «Quitaos ese trapo y seréis
como nosotros. Y os libraremos».
Los primeros misioneros claretianos muertos son: el supe-
rior, P. Felipe de Jesús Munárriz; el formador de seminaristas,
p. Juan Díaz; y el administrador, P. Leoncio Pérez, cuyas vidas
reseñamos a continuación:
FELIPE D E JESÚS MUNÁRRIZ. Nació en Alio (Navarra) el 4
de febrero de 1875. Era el superior de la comunidad. Durante
toda su vida había dado muestras de entrega total a la vida reli-
giosa, con gran sentido de la responsabilidad para organizar la
vida de los jóvenes estudiantes y de talento práctico para solu-
cionar los problemas de una familia de 51 personas.
Con 11 años solicitó la entrada en el postulantado de Bar-
bastro, donde luego murió. Con Felipe Munárriz profesaron
otros 60 novicios más el año 1891. Fue ordenado sacerdote en
1898, en Santo Domingo de la Calzada. En la ordenación sacer-
dotal tomaron parte 95 ordenandos.
Desempeñó su apostolado ocupando cargos de responsabi-
lidad: coadjutor de novicios en Cervera (1898-1900), prefecto
de postulantes en Barbastro (1900-1905), prefecto de semina-
ristas de filosofía (1905-1910) y prefecto de seminaristas de teo-
logía (1910-1915) en Cervera, y prefecto de seminaristas de mo-
ral en Alagón (1915-1919). En 1919 es destinado a Italia, pero
al final se queda en la casa generalicia de Barcelona como con-
sultor primero. Más tarde será superior en las siguientes casas:
Gracia, en Barcelona (1922-1925), Cartagena (1925-1931), Za-
ragoza (1931-1934) y Barbastro (1934-1936).
El día 20 de julio de 1936, cuando los milicianos se empeña-
ban en encontrar armas en el convento, el P. Munárriz se en-
frentó a ellos vigorosamente: «¡En esta casa no hay armas, lo
crean ustedes o no lo crean! ¡Registren lo que quieran, que no
las encontrarán! ¡Nosotros no mentimos!».
En la noche del 1 al 2 de agosto, a la entrada del cementerio,
fue fusilado este santo varón, lleno de méritos y de trabajos. Te-
wa 61 años de edad. Con él cayeron Juan Díaz y Leoncio Pérez,
con otras 18 personas más.
68 A.ño cristiano. 2 de agosto
Bibliografía
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o:
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n .
•'•'*»$ í-">'~, '."•'•""
SAN ESTEBAN I
Papa (f 257)
3 de agosto
A) MARTIROLOGIO
Bibliografía
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Bibliografía
C) BIOGRAFÍAS BREVES
4 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
triunfar, y años después podía decirse con toda verdad que «Ars
ya no es Ars». Los peregrinos que iban a empezar a llegar, veni-
dos de todas partes, recogerían con edificación el ejemplo de
aquel pueblecillo donde florecían las vocaciones religiosas, se
practicaba la caridad, se habían desterrado los vicios, se hacía
oración en las casas y se santificaba el trabajo.
La lucha tuvo en algunas ocasiones un carácter más dramáti-
co aún. Conocemos episodios de la vida del santo en que su lu-
cha con el demonio llega a adquirir tales caracteres que no po-
demos atribuirlos a ilusión o a coincidencias. El anecdotario es
copioso y en algunas ocasiones sobrecogedor.
Ya hemos dicho que el santo solía ayudar, con fraternal cari-
dad, a sus compañeros en las misiones parroquiales que se or-
ganizaban en los pueblos de los alrededores. En todos ellos de-
jaba el santo un gran renombre por su oración, su penitencia y
su ejemplaridad. Era lógico que aquellos buenos campesinos re-
currieran luego a él, al presentarse dificultades, o simplemente
para confesarse y volver a recibir los buenos consejos que de
sus labios habían escuchado. Éste fue el comienzo de la célebre
peregrinación a Ars. Lo que al principio sólo era un fenómeno
local, circunscrito casi a las diócesis de Lyón y Belley, luego fue
tomando un vuelo cada vez mayor, de tal manera que llegó a
hacerse célebre el cura de Ars en toda Francia y aun en Europa
entera. De todas partes empezaron a afluir peregrinos, se edita-
ron libros para servir de guía, y es conocido el hecho de que en
la estación de Lyón se llegó a establecer una taquilla especial
para despachar billetes de ida y vuelta a Ars. Aquel pobre sacer-
dote, que trabajosamente había hecho sus estudios, y a quien la
autoridad diocesana había relegado en uno de los peores pue-
blos de la diócesis, iba a convertirse en consejero buscadísimo
por millares y millares de almas. Y entre ellas se contarían gen-
tes de toda condición, desde prelados insignes e intelectuales
famosos, hasta humildísimos enfermos y pobres gentes atribu-
ladas que irían a buscar en él algún consuelo.
Aquella afluencia de gentes iba a alterar por completo su;
vida. Día llegará en que el Santo Cura desconocerá su propio
pueblo, encerrado como se pasará el día entre las míseras tablas:
de su confesonario. Entonces se producirá el milagro más im-
96 Año cristiano. 4 de agosto . B?,
LAMBERTO D E ECHEVERRÍA
Bibliografía
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TROCHU, F., El cura de Ars. El atractivo de un alma pura (Madrid 2003).
lo largo de una vida dilatada sino también por haber dictado sus
recuerdos personales del gran santo español y haber conserva-
do para la posteridad datos preciosos de tan ilustre hombre de
Dios.
Todo indica que era natural de la ciudad de Roma, donde
nace hacia el 1201, y que pertenecía a la familia de los Cesarini,
y debió ser muy precoz su vocación religiosa cuando consta que
con 16 o 17 años era ya religiosa profesa en el convento de
monjas de Santa María in Tempulo del Transtíber. Y es enton-
ces cuando entra en la historia porque toma contacto con Santo
Domingo de Guzmán, presente en la Ciudad Eterna. En efecto,
en 1217 el santo había vuelto a Roma, donde ya se había acredi-
tado anteriormente por su predicación y sus buenas obras y
donde había recibido diferentes pruebas de la confianza de la
Santa Sede. Ahora iba a ser encargado de poner orden y méto-
do en la vida de las monjas. Pues no pocas monjas vivían en
Roma sin guardar clausura y con poca regularidad, dispersas en
pequeños monasterios e incluso algunas conviviendo con sus
padres y familiares. Tal situación no le había gustado, por su-
puesto, al papa Inocencio III, tan amante de la disciplina de la
Iglesia, pero cuando intentó ponerle remedio se le alegó con
mucha fuerza que había ya una larga tradición que aprobaba tal
modo de vida y que debía de ser respetado. No bastó su autori-
dad y prestigio para solucionar el asunto. Había empezado por
orden suya la construcción de un monasterio junto a la basílica
de San Sixto, y confió el llevar a él a todas las monjas romanas a
la Orden de Sempringham, pero murió el papa sin que el edifi-
cio se completase y la citada Orden declinó además el encargo.
El sucesor de Inocencio, Honorio III, lo volvió a abordar pero
en vez de urgir el arreglo desde su simple autoridad, encomen-
dó a Santo Domingo que por métodos persuasivos procurase
regularizar aquel estado de cosas, procediendo en conformidad
con una comisión cardenalicia, formada por Hugolino, enton-
ces decano del sacro colegio y futuro papa, Nicolás, obispo tus-
culano, y Esteban de Fossa Nova, cardenal presbítero del título
de los Doce Apóstoles. Santo Domingo tomó el camino de la
persuasión, visitando a las monjas y hablando con ellas sobre lo
conveniente a su estado religioso, su dedicación a la divina con-
templación y la necesidad de apartarse del mundo. El citado de
Beata Cecilia Cesarini 101
Bibliografía
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fli..
*?,'
C) BIOGRAFÍAS BREVES r-H r-~>-> nMr,"in n«¿ OKW(»Í'> ;> .->a,
¿V4N.4RI5X4RCO
Discípulo de San Pablo
5 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) B I O G R A F Í A S EXTENSAS
Sobre el altar mayor hay una imagen de María del siglo XIII,
atribuida a Lucas el Santo, y en la nave se halla el monumento a
la Reina de la Paz, erigido por Benedicto XV al terminar la pri-
mera guerra mundial. Su cielo raso está dorado con el primer
oro que Colón trajo de América. En la plaza de Santa María la
Mayor se yergue una columna estriada de más de catorce me-
tros de altura. En la plaza del Esquilino se alza un obelisco pro-
cedente del mausoleo de Augusto.
Santa María de las Nieves. He aquí una de las advocaciones
más bellas de la Santísima Virgen. Ella, que es la Madre de
Dios, Inmaculada, Asunta al cielo, Virgen de la Salud y del Ro-
cío, es también Nuestra Señora de las Nieves.
La nieve es blancura y frescor. Pureza y alma recién estrena-
da, intacta. Espíritu sin gravedad. ¡Cuan hermosamente tene-
mos representada aquí la pureza sin mancha de María!
Nieve recién caída en el estío romano. La pureza al lado del
calor sofocante de la pasión. Sólo Ella, como aquel trozo mila-
grosamente marcado por la nieve en la leyenda de Juan Patricio,
es preservada del calor fuerte del agosto que es el pecado. Sólo
Ella es sin pecado entre todos los hombres. Ella es blancura y
candor. Ella refresca nuestros agostos llenos del fuego del peca-
do y la concupiscencia.
Ni el copo de nieve, ni el ala de cisne, ni la sonrisa de la
inocencia, ni la espuma de la ola es más limpia y hermosa que
María.
Verdaderamente es ésta una fiesta de leyenda y poesía. Ma-
ría es algo de leyenda y poesía. Es la obra de Dios.
MARCOS MARTÍNEZ D E VADILLO
Bibliografía
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122 Año cristiano. 5 de agosto
SANTA NONA
Esposa y madre de santos (f 374)
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w
ém SAN OSWALDO ! •>••• • •*»
Rey y mártir (f 642)
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
i
132 Año cristiano. 6 de agosto
6 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) B I O G R A F Í A S EXTENSAS
1 «Se puede afirmar de cada uno de los dos profetas que "habían
perdido su vida para recobrarla". Los dos se habían presentado va-
lientemente ante los tiranos del pueblo, uno ante el Faraón y
el otro ante Acab. Los dos, después de haber expuesto su vida
ante los príncipes de la tierra, habían tenido que tenérselas con
el mismo pueblo que habían liberado, que se les mostraba rebelde
y desobediente [...] Y lo más destacable es que los dos, Moisés y
Elias, eran amigos de la austeridad, aun en el Antiguo Testamento.
Y (Jesús) quiso que sus propios apóstoles imitasen a uno por su
gran amor al pueblo y al otro por el valor inflexible ante el poder
terreno, y llegasen a alcanzar, al mismo tiempo, la mansedumbre
de Moisés y el celo "apostólico" de Elias».
Bibliografía
BAUDOT, J. - CHAUSSIN, L., OSB, Vie des saints et des bienheureux... VIII: Aoüt (París
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
SAN HORMISDAS
Papa (f 523)
mando al clero y a los fieles a una más neta adhesión a los prin-
cipios del evangelio y defendiendo la libertad de la Iglesia. Se
encontró Savona dividida en varios bandos y trabajó cuanto
pudo por el logro de la paz civil. También influyó para que la
ordenación legal de la ciudad se ajustase a la justicia y a la razón,
mirando por el bien de todos. Murió el 6 de agosto de 1132, so-
breviviendo varios años a su hermano el papa, que había dado
un fuerte impulso a la reforma con el concilio lateranense de
1123. Pío VI concedió a Savona (6 de agosto de 1783) oficio y
misa del beato.
7 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) B I O G R A F Í A S EXTENSAS
FÉLIX N Ú Ñ E Z URIBE
Bibliografía
ta ver a todos los cristianos acudir al altar con hambre del Pan
de Vida». E s el apóstol de la caridad con los enfermos: «En la
iglesia adoramos a Cristo, en el hospital le servimos en sus
miembros doloridos», dice, mientras ayuda a erigir el hospital
de los incurables de Venecia. Fomenta la perfección entre los
seglares y se entristece al ver la atmósfera m u n d a n a que se res-
pira a su alrededor.
«¡Qué hermosa ciudad —escribe de Venecia—, pero qué ganas
siento de llorar sobre ella! No hay nadie que busque a Cristo cruci-
ficado, ningún noble que desprecie los honores del mundo. Las
; personas de buena voluntad están paralizadas por "temor a los ju-
díos", avergonzándose de aparecer confesando y comulgando».
D O M I N G O D E SANTA TERESA, CD
Bibliografía
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302-305, se publican las diversas recensiones del Catálogo de los Santos del Carmelo
y allí viene la historia de San Alberto.
YANGUAS, D. DE, OP, La viday milagros de elglorioso padre san Alberto, de la sagrada relig
de nuestra Señora del Carmen. Va esta obra dirigida a la muy religiosa señoray madr
tra Teresa de Iesus:fundadora de las descalcas Carmelitas: a cuya instancia se escribe:
nen muchas cosas fuera de la historia para más gloria de este glorioso sancto (Evora 158
fue muy querido por Edmundo cuando quedó, con pocos me-
ses de diferencia, huérfano de padre y madre. Teresa era culta y
amaba a sus hijos con pasión.
Edmundo resultó enfermizo desde niño. A los cinco años
tuvo una enfermedad seria, una infección pulmonar que le llevó
a las puertas de la muerte. Y su casi milagroso restablecimiento
fue atribuido a la ayuda especial de la Virgen de Gostyn, en
cuyo santuario, atendido por los Padres Oratorianos, se conser-
vó mucho tiempo una placa de agradecimiento ofrecida por sus
piadosos padres con motivo de su curación. La devoción a Ma-
ría, que su madre tenía en el alma, se la transmitió al niño desde
este acontecimiento.
Al no poder ir a la escuela de la localidad, porque apenas si
la había y el niño no podía ir lejos por su fragilidad, fue la madre
la que le transmitió su cultura, que era elevada, al mismo tiempo
que su piedad. Además le pusieron en casa dos preceptores ge-
nerosos y amigos del hogar: Don Casimiro Lerski y Don Juan
Santiago Siwicki, a quienes el muchacho recordaría toda la vida.
Ellos le enseñaron las letras humanas, pero sobre todo las virtu-
des cristianas. El recuerdo de estos insignes docentes lo mostró
Edmundo con las frecuentes cartas que a lo largo de la vida les
dirigió.
Le enseñaron también la prudencia y la habilidad. La pruden-
cia era necesaria para entender los efectos de la historia patria
que tanto irritaba a los jóvenes intelectuales, sobre todo si eran
románticos como a él le acontecía. Sin la prudencia, las aventuras
militares eran una estéril tentación. Luego tuvo que aplicar esa
virtud a los jóvenes con los que trató en su vida y a quienes ense-
ñó que patria se hace cultivando cultura y no derramando sangre,
amando lo propio y no odiando al extranjero. Y le enseñaron
también habilidad para buscar soluciones a los problemas de la
vida y no quedarse en meros lamentos ineficaces.
Con todo, algo se le quedó en el recuerdo cuando, en la re-
volución de 1830, su padre y su hermano tomaron parte activa
en las idas y venidas de aquellos días aciagos y él se quedó en
casa sin poder salir, escuchando a sus 16 años voces de armas,
gritos de guerra, cantos de libertad, de una libertad que tardaría
todavía un siglo en conseguirse.
Beato Edmundo Bojanomki 173
tables, pues los medios que se tenían y las limosnas no eran su-
ficientes en tiempos de carestía y pobreza. Los asilos rurales
para abandonados se fueron multiplicando. Dios bendijo a las
fíermanas y nuevas jóvenes generosas se iban añadiendo a;
los grupos iniciales. Era la belleza moral de la obra y el espíritu
ardiente de Edmundo lo que hacía el milagro de atraer nuevas
vocaciones.
Las primeras hermanas que salieron del Gran Ducado de
poznan se instalaron en la Galitzia, donde el jesuíta P. Teófi-
lo Baczynski, expulsado por los prusianos, demandó a su ami-
go Bojanowski algunas Hermanas para un asilo. Fue en 1861.
Así comenzó la expansión enorme que las hermanas tuvie-
ron. Acompañadas de la superiora Matilde Jasinska, las tres co-
menzaron una labor apostólica distante y pronto aumentaron
en número.
Con todo, una pena le vino y se consolidó, como efecto de
las circunstancias. La división impuesta por las potencias ocu-
pantes de Polonia fue la causa de que, ya desde los primeros
años, el Instituto de las Hermanas hubo de organizarse en for-
mas independientes, como distintos Institutos, para poder ins-
talarse en otras regiones. En 1846 la revolución de Cracovia
contra los rusos había dado ocasión a Rusia para anexionarse la
República, declarada provincia suya. Las otras potencias, Pru-
sia y Austria, hicieron lo mismo en la revolución de 1863. En
ambas zonas de influencia trabajaban ya algunas hermanas. Sus '
casas quedaron desgajadas e independientes para poder sobre- •
vivir, por imposición de las autoridades. Era cuestión de aco-
modarse o desaparecer. Las hermanas que abrían un asilo o una '
obra en una zona tenían obligación de declarar su independen-
cia con respecto al lugar de donde procedieran.
Edmundo entendió que era un mal; pero su celo le decía
que lo primero era hacer el bien a tantos indigentes como nece-
sitaban la ayuda de las hermanas. Lo otro era secundario y tal'
vez con el tiempo se arreglara. Cuatro fueron los grupos inde-'
pendientes, con sus Superioras autónomas y con su red de casas '
organizadas. Es decir, se formaron cuatro Institutos y un único
corazón, que era el fundador mientras vivió y su recuerdo y es- '
piritualidad cuando le llegó la hora de la partida. Con todo, una '•
184 Año cristiano. 7 de agosto
obra sana y fuerte que seguía creciendo y era cada vez más ad-
mirada y apreciada. Dejaba dos noviciados en marcha, 197 her-
manas y 40 centros. Con el tiempo la obra siguió creciendo y el
siglo XXI amaneció con unas 3.500 hermanas en cuatro Institu-
tos federados, desde 1991, en una unidad de acción y espíritu.
Su cuerpo fue enterrado en Zabikowo, cerca de Poznan. Su
recuerdo fue especialmente venerado entre sus Hermanas de la
Inmaculada. Su contemporáneo, el padre Antonio Brzezinski,
escribió a su muerte:
«Desde la admiración por las buenas obras que hizo en el se-
creto de su corazón, bien se puede decir que es el San Vicente de
Paúl de estos tiempos. Su misericordia para con los pobres y las
muchas limosnas que daba le hacían admirable. Sólo Dios sabe de
dónde sacaba todo lo que lograba recoger para los necesitados».
Bibliografía
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San Victricio de Ruán 187
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8 de agosto '--v>
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ses, la reina intenta por todos los medios impedir que la bula
sea conocida.
Se produce entonces un gesto de audacia. El 25 de mayo de
aquel año alguien, antes de que amanezca, se atreve a clavar la
bula en la puerta del obispo de Londres. El audaz católico que
tal gesto de valentía tuvo se llamaba Juan Felton.
No estaba solo. Le había ayudado en su empresa un tal Lo-
renzo Webb, doctor en ambos Derechos. Pero Webb supo de-
saparecer a tiempo. En cambio, a Felton le esperaba el tremen-
do castigo por su atrevimiento.
En efecto, los policías dirigieron sus pasos hacia la casa de
un hombre de leyes, bien conocido como católico, que habitaba
en Lincoln's Inn, un barrio del Londres de entonces. Un regis-
tro a fondo les permitió encontrar una copia de la bula. Puesto
en interrogatorio el dueño de la casa, consiguen arrancarle el
nombre de quien se la proporcionó: Juan Felton. Rápidamente
vuelan a su casa de Bermondsey y le detienen.
Desde el primer momento se intentó dar al asunto un giro
político. Querían a toda costa que Juan confesara que había ac-
tuado bajo la influencia política de España, pues bien sabido es
que el protestantismo inglés tuvo en su nacimiento una verda-
dera obsesión antiespañola. Por tres veces fue interrogado, y
por tres veces contestó Juan con heroica firmeza que en manera
alguna había actuado por otro móvil que no fuera el estricta-
mente religioso.
Por fin, el 8 de agosto fue entregado al verdugo. Mientras
caminaba hacia el lugar de la ejecución, iba recitando los salmos
penitenciales. Pronto dieron vista al patíbulo, que había sido le-
vantado precisamente en la misma puerta en la que él había
puesto la bula el 25 de mayo. El mártir no pudo contener un es-
tremecimiento al contemplar el patíbulo, pero inmediatamente
se rehizo y declaró rotundamente:
«Sí, he sido yo quien puso ahí la carta del Papa contra la preten-
dida reina. Y ahora estoy dispuesto a morir por la fe católica».
Tuvo un gesto verdaderamente magnífico. Frente al empe-
ño que tenían sus verdugos de hacer de aquel asunto algo pura-
mente político, él quiso separar rotundamente los dos aspectos:
moría por la fe católica, y nada tenía contra la reina, fuera de su
Beato Juan Felton 213
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la Congregación de Siervas de San José (Salamanca 1981).
218 'T#, Año cristiano. 8 de agosto
Las fotos de María Elena nos dicen que era una mujer her-
mosa. E n su cara se reflejan dos grandes virtudes: una paciencia
constante en la adversidad y una autoridad respetada siempre
por todos. E r a toda una señora. Se conservan hoy unas 1.000
cartas de esta activa mujer, que, c o m o Santa Teresa, iba escri-
biendo a medida que recorría su patria explicando el evangelio
de Jesús. Activa también en eso: en dejar p o r escrito el ideal de
su congregación.
Las religiosas de María de la Cruz están en Nueva Zelanda y
en Perú; y en Australia son las mayores educadoras de la juven-
tud. Católicos y protestantes alabaron siempre el trabajo cons-
tante y resignado de las Hermanas de San José. Y de ella decían
que era ejemplar en vivir la pobreza, en atender a los más p o -
bres y en estar al lado de los aborígenes, emigrantes y desgracia-
dos de su tierra.
«La beatificación de madre Mary MacKillop quiere ser una es-
pecie de "consagración" del pueblo de Dios en Australia. A través
de su testimonio, la verdad del amor de Dios y los valores de su1
Reino se han hecho visibles en este continente, valores que consti-
tuyen la verdadera base de la sociedad australiana.
¡Ojalá que vuestra nación pueda permanecer fiel a su herencia
cristiana! ¡Ojalá que la Iglesia peregrina en Australia pueda conti-
nuar llevando hacia adelante su misión, proclamando el reino de
Dios y su justicia!».
Bibliografía
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i.
\
«:: BEATA MARÍA MARGARITA (MARÍA ANA
ROSA) CAIANI
Virgen y fundadora (f 1921)
_/,•,;**, «Nosotras que somos las más pequeñas en esta tierra, vivamos
de tal m o d o que seamos muy grandes en el paraíso. Y lo obtendre-
mos si amamos mucho y hacemos conocer y amar el amoroso Co-
-'' razón de Jesús procurando imitarlo con humildad y mansedumbre.
'.i:: ¡Oh Amor mío Crucificado, ten piedad de tus Mínimas!».
J O S É A N T O N I O CARRO CELADA
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JESÚS GIRÓN ROMERA, CARMEN DE SAN FELIPE
NERI (NAZARIA) GÓMEZ LEZAUN, CLEMENCIA DE
SAN JUAN BAUTISTA (ANTONIA) RIBA MESTRES
Vírgenes y mártires (f 1936)
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LABARTA, M." L., Educadoras y mártires escolapias, 1936 (Zaragoza 2001).
Q BIOGRAFÍAS BREVES
SANFAMIAN
Ermitaño (f 1150)
9 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
i Segunda cosa:
«Otra vez lo que más me impresionó fue algo distinto de esta
k maravilla del mundo [el castillo, el Neckar y los manuscritos del
Caballero Cantor en la universidad]: una iglesia compartida, que
partida en la mitad por una pared, se utilizaba una parte para el ofi-
cio protestante y la otra para el católico».
que día a día se machaca por radio a las masas, acaso no es una pa-
tente herejía? ¿No es la guerra de exterminio contra la sangre judía
un insulto a la Sacratísima Humanidad de Nuestro Redentor, a la
Santísima Virgen y a los apóstoles? ¿No está todo esto en absoluta
contradicción con el comportamiento de Nuestro Señor y Salva-
dor, quien aún en la Cruz rogó por sus perseguidores? ¿Y no es
eso una negra mancha en la crónica de este Año Santo que debería
ser un año de paz y de reconciliación?
Todos los que somos fieles hijos de la Iglesia y que considera-
mos con ojos despiertos la situación en Alemania nos tememos lo
peor para la imagen de la Iglesia si se mantiene el silencio por más
tiempo. Somos también de la convicción de que a la larga ese silen-
cio de ninguna manera podrá obtener la paz con el actual régimen
alemán. La lucha contra el catolicismo se llevará por un tiempo en
silencio, y por ahora con formas menos brutales que contra el ju-
daismo, pero no será menos sistemática. No falta mucho para que
pronto, en Alemania, ningún católico pueda tener cargo alguno si
antes no se entrega incondicionalmente al nuevo rumbo.
Bibliografía
AAS 80 (1988) 297-305 [homilía de la beatificación en Colonia]; más textos sobre
ella: 289-297, 307, 321, 334-335.
AAS 89 (1997) 808-809 [milagro para la canonización],
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AAS 92 (2000) 220-229 [Motu proprio: nombramiento de compatrona de Europa],
Cuadernos de Pensamiento (1999) n.3. Especial dedicado a Edith Stein.
«Homilía de Juan Pablo II en la misa de beatificación»: Ecclesia (1987) n.2327,
p.25-27.
EDITH STEIN, Obras completas. I: Escritos autobiográficosy Cartas (Burgos 2002), bib
grafía, p.102-117; escritos en español, p.100-102. El proyecto comprende cinco
volúmenes, de los que sólo se han publicado el 1 y el IV.
GARCÍA FERNÁNDEZ, C, Edith Stein o la búsqueda de la verdad (Burgos 1998).
— Edith Stein. Una espiritualidad de frontera (Burgos 1998).
GARCÍA ROJO, E., Una mujer ante la verdad (Aproximación a la filosofía de Edith
Stein) (Madrid 2002).
GARCÍA ROJO, J., «Itinerario espiritual de Edith Stein a través de sus cartas»: Revista
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HERBSTRITH, W., El verdadero rostro de Edith Stein (Madrid 1990).
MIRIBEL, E., Edith Stein hija de Israely mártir de Cristo, 1891-1942 (Madrid 1956).
POSSELT, T. R., Edith Stein. Una gran mujer de nuestro siglo. Nueva ed. corregida y ano-
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SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA - CASTRO, G., «Carta sellada de Edith Stein (A Su
Santidad Pío XI sobre la persecución de los judíos en Alemania: 12 de abril de
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284 A.ño cristiano. 9 de agosto
clamar pero le dijeron que sólo al día siguiente podría ver a los
hermanos.
Al día siguiente, 9 de agosto, muy temprano, el cónsul vol-
vió a la calle Balmes y reclamó ver a los hermanos pero le dije-
ron que estaban en el Hospital Clínico. El cónsul lo com-
prendió en el acto: aquella noche habían asesinado a los siete
hermanos. Y en efecto, como declararía luego el portero del
Comité Popular de la calle Balmes, los hermanos colombianos
habían pasado el tiempo de su detención con calma admira-
ble, habían confortado a los otros detenidos que encontraron
allí y habían dedicado su tiempo a la oración, poniéndose en
las manos de Dios con entera confianza. Y en la madrugada
fueron sacados y fusilados, llevando sus cadáveres al Hospital
Clínico.
El cónsul llegó al hospital y exigió se le condujera a donde
estaban los cadáveres. Lo llevaron al sótano y allí encontró más
de cien cadáveres, unos sobre otros, algunos completamente
desnudos. Pese a la fetidez, y con ayuda de uno de los emplea-
dos, el cónsul por los documentos logró reconocer los siete ca-
dáveres de los hermanos más el del empleado de la Legación
que igualmente había sido asesinado. El cónsul posteriormente
redactó protesta oficial al consejero de Gobernación de la Ge-
neralitat de Cataluña. Los restos mortales fueron luego enterra-
dos en fosa común con otros muchos, habiendo sido halladas
fotografías de los mártires ya asesinados.
Estos mártires son las primicias del santoral colombiano.
Con ellos se ha abierto el Martirologio de una tan querida y cató-
Eca nación. La tierra de España recibió su sangre y sus cuerpos,
mientras que Cristo Redentor en el cielo recibía sus almas. Ellos
hacen un nuevo y magnífico lazo de unión entre Colombia y
España.
Éstos son sus datos personales:
RUBÉN D E JESÚS LÓPEZ AGUILAR había nacido en Concep-
ción, departamento de Antioquia, el 12 de abril de 1908. Edu-
cado cristianamente, el 2 de diciembre de 1930 ingresó en la
Orden Hospitalaria, y profesó en ella el 27 de marzo de 1932.
Durante la guerra del Chaco trabajó como hospitalario en Pas-
to, en el hospital de la Orden convertido en hospital militar, y
288 Año cristiano. 9 de agosto . S «ftu»8
J O S É LUIS R E P E T T O BETES
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N o u n n ú m e r o más.
U n acto singular en el apretado p r o g r a m a de celebracio-
nes jubilares a lo largo del año 2000. Me refiero a la históri-
ca «conmemoración ecuménica de los testigos de la fe del si-
glo XX» que dio cita en Roma, en la tarde del tercer d o m i n g o
de Pascua — 7 de m a y o — a católicos, ortodoxos, anglicanos y
protestantes.
Habló Juan Pablo II:
«La experiencia de los mártires y de los testigos de la fe no es
característica sólo de la Iglesia de los primeros tiempos, sino que
también marca todas las épocas de la historia. En el siglo xx, tal
vez más que en el primer período del cristianismo, son muchos los
que dieron testimonio de la fe con sufrimientos a menudo heroi-
cos. Muchos países de antigua tradición cristiana volvieron a ser
tierras donde la fidelidad al Evangelio se pagó con un precio muy
alto».
Bibliografía
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
10 de agosto f
A) MARTIROLOGIO tv
B) B I O G R A F Í A S EXTENSAS
SAN LORENZO
Diácono y mártir (f 258)
Illic inenarrabili
adiectus Urbi municeps
quem Roma coelestis sibi
legit perennem Consulem.
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314 Año cristiano. 10 de agosto
C) B I O G R A F Í A S BREVES >-.••
11 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
JUAN M E S E G U E R F E R N Á N D E Z , OFM
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
SAN GAUGERICO ,,
Obispo (f 625) ,
de Lledó para ver a unos tíos suyos. Allí fue reconocido y dete-
nido y llevado a su pueblo natal, a casa de sus padres. Su madre
lo recibió muy asustada, y con toda razón, porque ese mismo
día, 11 de agosto de 1936, lo llevaron a Prat de C o m p t e y allí lo
mataron.
El 11 de marzo de 2001 Miguel D o m i n g o y 232 márti-
res más de la persecución religiosa en Valencia de los años
1936-1939 fueron beatificados por el papa Juan Pablo II.
• i
1
a
12 de agosto e
A) MARTIROLOGIO
B) B I O G R A F Í A S EXTENSAS
c-
SANTA JUANA FRANCISCA (FRÉMIOT)
o DE CHANTAL
f, : Religiosa y fundadora (f 1641)
bido es que San Vicente de Paúl, con quien tanto había tratado
en París, y a quien habían sido confiadas las religiosas de «la Vi-
sitación» de aquella ciudad, vio subir su alma en forma de globo
luminoso al cielo. Y vio también otro globo, en el que se repre-
sentaba a San Francisco de Sales salir al encuentro y fundirse
entrambos con un tercero, más luminoso y más bello, que re-
presentaba la esencia divina.
Dejaba, según hemos dicho, a su marcha de este mundo,
ochenta y tres monasterios fundados. De esta manera, como
Santa Teresa, continuará viviendo en sus hijas y en sus libros.
Porque todos aquellos monasterios se constituyeron en focos
de irradiación de la más preciosa espiritualidad. «Sólo en el cielo
sabremos —ha escrito Henry Bremond— el bien que los mo-
nasterios de "la Visitación" hicieron en Francia».
Y lo continuaron haciendo. Reunidas después de la tormen-
ta de la Revolución Francesa las religiosas de la Orden, más co-
nocidas con el nombre de «Salesas», volvieron de nuevo a conti-
nuar sin la más mínima modificación el género de vida que de
sus santos fundadores habían recibido.
Cuando en 1950 la Iglesia, por medio de la constitución
apostólica Sponsa Christi mostró el deseo de dar una nueva es-
tructura a las órdenes religiosas de mujeres, fue «la Visitación»
la primera en secundar tal deseo, y desde entonces la superiora
de Annecy, sucesora de Santa Juana de Chantal, ha pasado a te-
ner, en lugar de un simple primado de honor, el gobierno como
general del Instituto entero.
Un error muy extendido entre los canonistas impidió que el
proceso de beatificación de Santa Juana fuera con la rapidez
que cabía esperar de su gran fama de santidad. Sólo el 21 de no-
viembre de 1751 fue beatificada por el papa Benedicto XIV, y
en 1767 Clemente XIII la canonizaba.
LAMBERTO DE ECHEVERRÍA
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Dei Innocentii Papa XI»: A4S 48 (1956) 804-806.
pero nos dice que tendremos que ir para que nos presente en la
primera Junta de Gobierno que haya y, hasta que no pasen unos
meses de prueba, no nos la pueden impone»).
jtwui dio y alcanzó del Señor la gracia del martirio, pues pudimos verla
realmente transportada, con un fervor inusitado que nos llenó de
admiración».
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
•m
386 Año cristiano. 12 de agosto ' V"S «teifl
mano, Luis, les llevaba de comer por las noches. A los diez días
volvieron a la casa. El día 12 de agosto a las ocho de la mañana,
unos milicianos llegaron a la casa y conminaron a los sacerdotes
a que no se movieran de allí. Al anochecer volvieron y pregun-
taron por Antonio, el cual pidió a su hermano la absolución, y
con mucha serenidad y recogimiento se despidió de su familia y
se fue con los milicianos. Lo condujeron hasta la casa del sacer-
dote José Estávill, párroco de La Figuera y natural de Mola, y a
los dos los hicieron subir a un coche y los llevaron a unos doce
kilómetros, en el término de Marsá, donde los fusilaron. Anto-
nio Perulles, viendo que iban a matarlo, cruzó las manos sobre
el pecho y se mostró dispuesto al martirio y perdonó a sus ver-
dugos, siendo enterrado en el lugar del martirio, de donde luego
sus restos fueron llevados al Templo de la Reparación de Torto-
sa con los demás operarios mártires.
Fue beatificado por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995
en el grupo de 9 sacerdotes operarios diocesanos martiriza-
dos en diversos días del año 1936.
i
i
Año cristiano. 13 de ageüto SU
13 de agosto ' ! r * sr
A) MARTIROLOGIO
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
14 de agosto «0
f);r i'ti
A) MARTIROLOGIO . " , , ', •
.•'.••Mí*: i.ÉUMnV'.
1. En el campo de concentración de Auschwitz (Polonia), San Ma-
ximiliano María (Raimundo) Kolbe (f 1941), presbítero, religioso francis-
cano conventual, y mártir **.
2. En el Ilírico, San Ursicino (f s. iv), mártir.
3. En Apamea de Siria, San Marcelo (f 390), obispo y mártir.
4. En Roma, San Eusebio, fundador de su título en el Esquilino
(f s. iv-v).
5. En Ross (Irlanda), San Fachanan (f s. vi), obispo y abad.
6. En Oudenbourg (Flandes), San Arnulfo (f 1087), obispo de
Soissons.
7. En Montebarocchio, Beato Santos de Urbino Brancorsini
(f 1390), religioso de la Orden de Menores *.
8. En Otranto (Apulia), beatos Antonio Primaldo y cerca de ocho-
cientos compañeros (f 1480), martirizados por los otomanos *.
9. En Nagasaki (Japón), santos Domingo Ibáñez de Erquicia, pres-
bítero, y Francisco Shoyemon, novicio (f 1633), ambos de la Orden de
Predicadores y mártires **.
10. En Coriano (Emilia), Beata Isabel Renzi (f 1859), virgen, funda-
dora de las Maestras Pías de la Virgen Dolorosa **.
11. En Picassent (Valencia), Beato Vicente Rubiols Castelló (f 1936),
presbítero y mártir *.
12. En El Saler (Valencia), Beato Félix Yuste Cava (f 1936), presbí-
tero y mártir *.
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
Desde que el primer mártir dio la vida por los que amaba,
por la humanidad entera, revelando así el amor más grande (Jn
15,3), los discípulos del Crucificado, a lo largo de todas las ge-
neraciones, a imitación de su Señor y Maestro, han dado la vida
también: en el martirio cruento, con la efusión de la propia san-
gre como testimonio supremo de su fidelidad al Amor más
grande, o en el martirio blanco, de la entrega constante al ideal
de la santidad, personalizado en el Santo de Dios, y del servicio
a los hermanos en el holocausto que conlleva la caridad frater-
San Maximiliano María (Raimundo) Kolbe 453
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tián 1981).
Beata Isabel Ken^i
Y les decía:
«En una época de profundos cambios, la divina Providencia
hizo que la madre Isabel Renzi percibiera, con intuición profética,
algunas de las necesidades más profundas de la sociedad de su
tiempo. Así, se dio cuenta de que el Señor le dirigía una nueva lla-
mada. "Dios mismo la había trasplantado junto a los problemas dé
la juventud femenina de su tierra. Su regla de vida fue justamente
la de abandonarse a Dios, para que Él dispusiese los pasos y los
tiempos para el desarrollo de la obra como a él le agradara" (Homi-
lía en la beatificación).
Vuestra fundadora sintió intensamente la llamada a testimoniar
el amor de predilección de Dios a sus criaturas más humildes y ne-
cesitadas; y respondió con inteligencia profética, haciéndose ma-
dre, educadora y asistente.
Deseo dejaros, como última palabra, el eco del lema de vuestra
beata fundadora: Arderé et lucere».
Bibliografía ¡'
L'Osservatore Romano (18-6-1989); (19/20-6-1989).
L'Osservatore Romano (ed. en español) (23-6-1989).
C) BIOGRAFÍAS BREVES
15 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
•ifi sería el último suspiro de su casto corazón; así brillarían sus ojos
purísimos en la hora postrera».
;r
Esto nos dirían los poetas, tratando primero de adivinar y
después de traducir a su lenguaje h u m a n o las realidades inena-
rrables del alma de María al despedirse de la tierra.
Pero los teólogos nos han dicho más. Remontándose p o r
encima de las realidades de este m u n d o visible, han querido pe-
netrar en las raíces mismas de esa muerte única que fue la muer-
te de María, encontrando dichas raíces en la llama inextinguible
de amor a su Dios, que consumió y redujo a pavesas su existen-
cia terrena.
San Andrés Cretense habla de un sueño dulcísimo, de un ímpetu
de amor, expresiones que se repiten con frecuencia en otros Pa-
dres orientales, c o m o Teodoro de Abucara, Epifanio el Monje,
Isidoro de Tesalónica, Nicéforo Calixto, Cosme Vestitor y otros
autores.
Ra2onamientos similares afloran aquí y allí en los escritores
ascéticos y en los más profundos teólogos, c o m o Santo Tomás
de Villanueva, Suárez, Cristóbal de Vega, Bossuet, San Francis-
co de Sales, San Alfonso María de Ligorio. Por ser ambos doc-
tores de la Iglesia, citaremos unos textos bellísimos de los dos
últimos autores.
San Francisco de Sales escribe emocionado:
«Y pues consta ciertamente que el Hijo murió de amor y que
María tuvo que asemejarse a su Hijo en el morir, no puede poner-
A • se en duda que la Madre murió de amor [...] Este amor le dio tan-
' ' tas acometidas y tantos asaltos, esta llaga recibió tantas inflama-
ba ciones, que no fue posible resistirlas, y, como consecuencia, tuvo
..-. que morir...
< Después de tantos vuelos espirituales, tantas suspensiones y
tantos éxtasis, este santo castillo de pureza, este fuerte de la humil-
"•• dad, habiendo resistido milagrosamente mil y mil veces los asaltos
• • ¡ del amor, fue tomado por un último y general asalto; y el amor,
- _. que fue el triunfador, se llevó esta hermosa paloma como su pri-
sionera, dejando en su cuerpo sacrosanto la fría y pálida muerte».
Bibliografía
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SAN TARSICIO
Mártir (f 257)
'•> Alguien que sabía poco latín hace años puso los versos,
poco literalmente traducidos, en lengua castellana:
que está viendo hacer todos los días a los mayores en aquellos
tiempos de persecución y muerte. Tarsicio, consciente del teso-
ro que lleva confiado, ha salido de las catacumbas y avanza si-
lencioso y a paso rápido. Le interceptan por la Via Apia donde
están jugando, como era frecuente en los alrededores de la urbe.
Le interpelan: «Hola, Tarsicio, juega con nosotros: necesita-
mos un compañero». Sus manos se aferran al pecho con cierto
temor: «No, no puedo. Más adelante será». Uno de ellos se vuel-
ve insolente y violento: «A ver, a ver qué llevas ahí escondido».
Y otro, que tal vez le conoce, completa: «Es eso que los cristia-
nos llaman "misterios". ¡Entrégalo!». Forcejean para arrebatar-
le lo que oculta. Se resiste. Aprieta las manos. Una fuerza
sobrehumana puede más que la turba violenta que le acorra-
la: «Es un cristiano, es un cristiano... Vamos a arrancarle sus
misterios!».
Intentan verlos. Lo derriban, le dan golpes, le machacan con
piedras. Brota la sangre. El martirio se prolonga hasta que apa-
rece un soldado, de nombre Cuadro, cristiano secreto, de aspec-
to valiente. Ahuyenta a la turba de jóvenes asesinos, pero ya es
tarde. Tarsicio está herido de muerte. Le toma en brazos y re-
gresa con el cuerpo palpitante a la catacumba. Allí expira entre
las lágrimas de los suyos y el sentido piadoso que irradia la
muerte de un niño, sobre todo si ha sido por la fe y por su amor
a lo que le ha sido confiado.
Su cuerpo quedó en las mismas catacumbas. En un lugar
preferente, cerca de Santa Cecilia, la virgen mártir, y de San
Urbano, el papa mártir. Y también de San Calixto y sus cuatro
diáconos, que en la misma persecución de Valeriano fueron eje-
cutados en el mismo lugar en que fueron detenidos, según im-
ponía el decreto imperial.
El hecho del martirio de San Tarsicio es histórico sin lugar a
duda. Los detalles —que no importan demasiado en un hecho
tan impresionante—, se confunden y se diversifican. Pero no
consta que fuese niño de once años y menos acólito, como di-
cen las tradiciones. Normalmente eran los sacerdotes o diáco-
nos los que llevaban la Eucaristía a los que no podían ir a la san-
ta misa. Y la referencia de las Actas de San Esteban hace pensar
que Tarsicio era ya diácono y por lo tanto más joven que niño.
492 Año cristiano. 15 de agosto
Bibliografía
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muy pronto podría hacer que el nivel religioso de sus fieles al-
canzase un alto grado. Acercándose, pues, a Santo Domingo, le
pidió que tuviera a bien acompañarle a predicar en su diócesis,
o que, al menos, enviase allí a alguno de sus frailes.
Por entonces no había dominicos que hablaran polaco, pero
muy pronto hubo cuatro: precisamente los dos sobrinos del
cardenal y sus jóvenes amigos.
Domingo certeramente predijo: «Dejádmelos y yo os los de-
volveré apóstoles». Un diálogo de miradas había sido suficiente
para entenderse, y los cuatro jóvenes, postrados ante Santo Do-
mingo, recibieron el hábito de su nueva Orden.
Santo Domingo reclutaba así sus primeros frailes. Con toda
sencillez y con perfecta conciencia de lo que hacía. Lo mismo
que Jesús cuando decía a algunos: «Tú, sigúeme». Cierto que
todo es desconcertante. Podría atribuirse a leyendas del Medie-
vo, pero cuando la historia lo confirma, como en este caso, nos
vemos obligados a admitir simplemente que los santos tienen
en todos los tiempos cosas desconcertantes; pero, a fin de
cuentas, son ellos los que llevan la razón.
Los cuatro novicios eran ya sacerdotes; por eso su novicia-
do fue bien corto. Bastaron unos meses para que el maestro de
la Orden les enseñara cuanto precisaban. Él les transmitió su
espíritu y sus deseos, y, en seguida, los envió otra vez a sus tie-
rras «a predicar y hacer conventos».
Las normas eran muy sencillas. Se trataba sólo de alabar a
Dios, de repartir sus bendiciones entre los hombres y de predi-
carles la verdad cristiana. ¡Ah! Y si fuera necesario, debían estar
dispuestos a rubricar la doctrina con su propia sangre.
Podríamos seguir su marcha sin dejar de oír el eco del rezo
coral de los conventos que van fundando. En su marcha, cada
vez que llegan a una ciudad, predican. Frecuentemente Dios
confirma su palabra con algunos milagros. La reacción espontá-
nea de la gente es invitarles a quedarse con ellos; pero no pue-
den detenerse, el mundo es bastante grande y hay mucho por
andar. Sin embargo, suele quedarse uno del grupo en la ciudad
evangelizada; a él acuden nuevas vocaciones de seglares y sacer-
dotes, fascinados por este nuevo método de vida apostólica; así
se forma un convento. Los restantes del grupo continúan, para
hacer lo mismo en otra ciudad.
506 Año cristiano. 15 de agosto
Bibliografía
«No he nacido para las cosas de este mundo, sino para las
eternas», dirá en más de una ocasión; y hará objeto de su unión
con Dios lo mismo la tarea más insignificante, «más vale hacer
cosas pequeñas p o r obediencia que grandes p o r propia vo-
luntad», c o m o las más heroicas, p o r ejemplo las misiones en-
tre infieles, a las que anhelaba ir «sin más bagaje que u n som-
brero de paciencia, un manteo de caridad y unos zapatos de
mortificación».
Pero la nota característica de su santidad es la devoción fi-
lial, entrañable, dulcísima, a la Madre de Dios, «la G r a n Señora»,
como la llaman los polacos. Al fin Estanislao era todavía un
niño, y el calórenlo de la madre lo encuentra en María en toda
su plenitud. «La Madre de Dios es mi madre». Esta máxima,
convertida en n o r m a práctica de vida espiritual, lo lleva vertigi-
nosamente a las cumbres más altas del amor de Dios.
«¿No la he de amar, si es mi Madre?». El padre Manuel Sa,
portugués, ya muy anciano, recordaba todavía con verdadera
fruición la impresión hondísima que produjera en su alma el
metal de voz con que Estanislao, clavando en él sus inmensos
ojos claros y radiantes, le respondía entre extrañado y extático a
la pregunta que le hizo u n día de si amaba a Nuestra Señora.
San Estanislao de Kostka 513
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pero con sólo una de ellas solía ejercitar sus soledades anacoré-
ticas (a las que era muy aficionada). Solían, una vez en el campo,
separarse las dos, para cada una en su soledad pasar los ratos
que podían, dadas a la oración». En estos años se diría que
apuntaba en Elvira la vocación al matrimonio; llegó a tener dos
novios pero, por diversas circunstancias e incompatibilidades,
las relaciones no prosperarían.
Don Ricardo sentía verdadera adoración por su hija y decía
todo contento: «¡Cuando Elvirita acabe la carrera le pongo una
farmacia en la Puerta del Sol!». Después de licenciarse Elvira
ayudaba a su padre en la farmacia; y al morir éste en 1909 ella fi-
gura como regente. El 22 de agosto de 1911 murió su madre y
Elvira se pone ya al frente de la farmacia, como titular.
La formalidad y honradez de la joven farmacéutica comen-
zó a ser bien conocida. Quien lo supo y lo vio muy de cerca
declara:
«Procedía siempre con entera justicia hasta el punto de que a
;'• los sirvientes de la farmacia, entonces estudiantes a los que se fa-
vorecía para poder continuar sus estudios, se les trataba de manera
más generosa que lo que era costumbre en las demás farmacias, fa-
cilitándoles no sólo los medios de vida sino también la posibilidad
de continuar sus estudios».
Su hermano Ricardo dice de ella: «Era de carácter amable;
era extremosa: quiero decir delicada y justa en la farmacia, en el
precio, en el peso, en todo».
A Elvira «le gustaba mucho el campo, visitar suburbios para
hacer obras de caridad y de apostolado y a eso dedicaba todo su
tiempo libre». Llevaba medicinas y alimentos a los pobres de los
suburbios y, más de una vez, también, las mantas de casa, y dio
también entera la que había sido su capa de colegiala —no
como San Martín que entregó sólo la mitad de su capa a un
mendigo—. Por lo que se refiere a las mantas se las quitaba de
la cama de su hermano, que eran mejores, y se las llevaba a los
pobres, de modo que quien se quedaba sin mantas por el mo-
mento era ella, pues ponía las suyas en la cama de su hermano.
Así lo cuenta su propio hermano. Su sobrina Ana María Mora-
gas Luque, que recuerda también lo del reparto de las mantas,
certifica:
Beata María Sagrario de San ÍMÍS Gon^aga 529
religiosa; 27 (81 por 100) de sus virtudes; 16 (48 por 100) de su de-
tención a arresto; 23 (69 por 100) del martirio de la Sierva de Dios;
*'CÍ 19 (57 por 100) de su fama de martirio, y 5 (15 por 100) de gracias
•' X y curaciones después de haberla invocado. En conjunto han decla-
rado acerca de las siete principales preguntas de la Tabella-índex
-4j una media de 18 testigos (54 por 100), lo que significa un nivel de
conocimiento muy alto de los declarantes».
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
16 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) B I O G R A F Í A S EXTENSAS
de virtud era lo que más influjo ejercía sobre todos los que en-
traban en contacto con él.
Sobre esta base de la más profunda religiosidad, San Este-
ban dio una nueva legislación y organizó definitivamente a su
pueblo. Con el objeto de obtener la más perfecta unidad, abolió
las divisiones de tribus y dividió el reino en treinta y nueve con-
dados, correspondientes a las divisiones eclesiásticas. Además,
introduciendo con algunas limitaciones el sistema feudal, unió
fuertemente a su causa a la nobleza. Por esto, San Esteban debe
ser considerado como el fundador de la verdadera unidad de
Hungría.
Ciertamente tuvo opositores y descontentos dentro y fuera
de su territorio. Por eso, aunque tan decidido amigo de la paz,
tuvo que echar mano de sus extraordinarias dotes de guerrero
para mantener la unidad y defender sus derechos. Así, venció a
Gyula de Transilvania, y cuando en 1030 el emperador Conra-
do II de Alemania invadió Hungría, San Esteban ordenó peni-
tencias y oraciones en todo el reino y con tanto valor se opuso
con su ejército a las fuerzas invasoras, que Conrado II tuvo que
abandonar todo el territorio con incalculables pérdidas. Por
otro lado, tuvo que mantener sus derechos frente a Polonia,
ayudó en los Balcanes a los bizantinos y realizó constantemente
una política de defensa de los intereses de su territorio.
Los últimos años de su vida fueron enturbiados por desgra-
cias domésticas y dificultades intestinas. Su hijo y sucesor, San
Emerico, a quien Esteban trataba ya de entregar parte del go-
bierno, murió inesperadamente en 1031 en una cacería. Las cró-
nicas refieren que, al tener noticia de esta tragedia, el santo rey
exclamó: «Dios lo amaba mucho, y por esto se lo llevó consi-
go», pero, de hecho, quedó sumido en el mayor desaliento. Pero
las consecuencias de esta tragedia fueron sumamente lamenta-
bles. Los últimos años de la vida de San Esteban fueron un ver-
dadero tejido de intrigas en orden a la sucesión, que fueron
constantemente en aumento a medida que empeoraba la salud
de Esteban.
Entre los cuatro pretendientes que se presentaron el que
más disturbios ocasionó fue el hijo de Gisela, hermana del rey,
mujer ambiciosa y cruel, que vivía en la corte húngara y se pro-
San Esteban de Hungría 561
BERNARDINO LLORCA, SI
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Año cristiano. 16 de agosto
I66
s, BEATA PETRA DE SAN JOSÉ (ANA JOSEFA)
PÉREZ FLORIDO
Virgen y fundadora (f 1906)
Apóstol josefino del siglo XIX, puso los cimientos de una de-
voción muy singular, y nos dejó en herencia el Santuario de San
José de la Montaña, al que hoy, igual que hace cien años, siguen
acercándose miles de personas para implorar y visitar al santo.
El 11 de marzo de 1908, Alfonso XIII, mediante Real Or-
den, concedió al santuario el título de «Real», considerando la
fama mundial de que gozaba y los privilegios que la Santa Sede
le había otorgado. El 15 de enero de 1920, Benedicto X V de-
cretó la coronación canónica de la imagen, que se celebró el 17
de abril de 1921. Fue la primera coronación de una imagen de
San José en España, en u n acto conmovedor. Se recibieron car-
tas, telegramas y adhesiones por todas partes, c o m o demostra-
ción del amor del pueblo hacia el santo. Asistió c o m o Delegado
pontificio el obispo de la diócesis; fueron presidentes de h o n o r
los reyes, D Alfonso y Dña. Victoria Eugenia, representados
por los Condes de Güell. Estuvieron todas las autoridades loca-
les, varios prelados, el cuerpo de la nobleza, representantes de
las órdenes religiosas, del ejército, del comercio, de las artes, de
la banca, e infinidad de fieles. Las coronas del N i ñ o y San José,
del más puro estilo bizantino, realizadas con finísimos esmaltes
y más de 3.000 piedras preciosas, fueron sufragadas p o r millares
de devotos de España y América. Habían pasado ya quince
años desde que había muerto madre Petra. Pero la devoción ha-
cia San José de la Montaña, por la que ella tanto luchó, crecía
día a día.
i SanArsaáo 583
Bibliografía
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
SANARSACIO
Recluso (f 358)
Rosa Fan Hui (o Wang Hoei) era una mujer soltera de la co-
munidad cristiana de Fanjiazhuang, en la provincia de Hebei,
China, que ejercía de catequista en su pueblo y en otros varios,
dedicada con gran ímpetu a la labor evangelizadora. Cuando en
julio de 1900 se entera de que los boxers andan matando a los
cristianos, se esconde en un sitio y en otro, pero el día 15 de
agosto decidió cesar en su huida, y se pasó el día de la Virgen
preparándose en la oración al martirio. Cuando a la mañana si-
guiente llegan los boxers, unos vecinos del pueblo les indican
dónde está Rosa escondida. Descubierta, es invitada a renegar
del cristianismo, y al negarse, empieza a recibir malos tratos y
golpes, sin que ella reniegue. Le hicieron varias heridas con es-
pada y la llevaron a la orilla del canal donde la tiraron. Ella pudo
nadar hasta la otra orilla, pero allí la esperaban otros boxers que
588 Año cristiano. 16 de agosto
17 de agosto
A) MARTIROLOGIO
A'
Santa Clara deía^^kM^fé» 591
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Santa Beatri^ de Silva «HWr
cofre para cierta cosa necesaria, y, no sin mucha maravilla, halló allí
la dicha bula encima de todo».
«Siendo viva esta señora doña Beatriz y yendo una vez a maiti-
nes, según acostumbraba, halló la lámpara del Santísimo Sacra-
i mentó muerta, y poniéndose en oración, viola manifiestamente
encender, no viendo quién la encendía; tras esto oyó una voz, se-
gún ella después lo descubrió, que bajamente le dijo: "Tu Orden
ha de ser como esto que has visto, que toda ha de ser deshecha por
tu muerte, mas como la Iglesia de Dios fue perseguida al principio,
1 >' pero después floreció y fue muy ensalzada, así ella florecerá y será
Santa Beatriz de Silva 609
multiplicada por todas las partes del mundo, tanto que en su tiem-
po no se edificará casa alguna de otra Orden"».
Bibliografía
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el 30 de abril de 1489. Decreto ejecutorío de dicha bula, firmado por el vicario
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
SAN MAMES
Mártir (f 273)
SAN EUSENO
Papa y mártir (f 310)
dos bandos, y hubo por ello discordias muy graves. Pero el fla-
mante papa tuvo poco tiempo de ocuparse del gobierno de la
Iglesia porque, arrestado por orden del emperador Majencio,
fue condenado por los jueces a destierro en la costa de Sicilia,
donde murió al poco tiempo. Su cuerpo fue llevado a Roma y
depositado en el cementerio de Calixto.
A) MARTIROLOGIO
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622 Año cristiano. 18 de agosto
SANTA ELENA
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
SAN MACARIO
t Hegúmeno (f 850)
19 de agosto
A) MARTIROLOGIO
lecho. A sus hijos, que ansiosos le rodeaban, les habló de las ale-
grías del paraíso y de la eternidad, y de su gran indignidad. Les
exhortó a la paz, les consoló de su muerte, les recomendó a
Dios y les puso en manos de la Santísima Virgen.
El 19 de agosto entregó su alma a Dios. Eran las tres de la
tarde. Se consumaba el sacrificio de un hombre cuya vida entera
fue un ascender a la cumbre del Calvario.
Fue beatificado por San Pío X en 1909 y canonizado por
Pío XI el 31 de mayo de 1925.
ANDRÉS ELÍSEO D E MAÑARICÚA
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<i
Hno. Espí, muy anciano, el Hno. Valer, ciego desde hacía años,
y los hermanos Vicente Sales y José Tarrats, que los atendían.
El Hno. Tarrats era muy conocido y admirado por sus innume-
rables favores, pero al abandonar el asilo encontró cerradas to-
das las puertas en donde llamó. Era demasiado conocido. El día
15 de agosto lo encontró el Hno. Martínez Tarín, y lo invitó a ir
a casa de sus padres, aunque regresó al asilo de ancianos.
El P. Bori celebró la misa hasta el 24 de agosto, siendo eM
consuelo de todos aquellos días de angustia. Este día, un nume-
roso grupo de milicianos se adueñan del asilo, marginando a las
religiosas. El 28 de septiembre una patrulla armada detuvo al
Hno. Tarrats, al Hno. Celso Alonso, redentorista, al Dr. Fermín
Alegret, y a un asilado, Miguel Esteve. Qué les hicieron, no se
sabe, pero sus cadáveres se recogieron en la Rambleta, frente al
mismo cementerio. Al día siguiente, 29 de septiembre, alrede-
dor de las 6 de la tarde, los milicianos detienen al P. Bori y al
Hno. Sales, encontrándolos muertos a la mañana siguiente. El
primero, en el tránsito de Benimaclet; el segundo, en el Picade-
ro de Paterna. Uno de los milicianos que detuvo al P. Bori con-
tó a una hermanita del asilo que, cuando iba a ser asesinado,
el jesuíta preguntó: «"¿Quiénes me vais a matar?". —¡Noso-
tros!, le responden. "Pues por aquel Dios por quien me vais a
matar y en quien vosotros no creéis, yo os perdono", y nos ben-
dijo a todos».
En la Cárcel Modelo de Valencia se reunió una comunidad de
jesuítas. Desde el 22 de julio estaba preso el Hno. Simeón Martí,
a quien siguieron los padres Puche, León, Tort, Parres, Moret e
Iñesta. Del 23 al 27 de julio estuvo también allí el P. Mario Sau-
ras, antes de su huida a Alicante, y pasó unos días el prepósito
Darío Hernández. El 4 de septiembre ingresó en la prisión el
P. José Antonio Puche, que había llevado hasta ese momento una
extraordinaria labor apostólica, dando la comunión privadamen-
te, y confesando a cuantos le requirieron, pasando de un refugio
a otros. Cuando fue detenido junto con una hermana suya reli-
giosa, les llevaron al Gobierno Civil, de donde pasaron, él, a la
Modelo, y su hermana, a la cárcel de mujeres.
A los pocos días —10 de septiembre— se les unía el
P. Antonio de León, a quien se le había brindado salir para el
Beato Tomás Sitjar Fortiá 611
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
SAN BERTULFO
Abad (f 640)
BEATO GUEKRICO
Abad (f 1157)
20 d e a g o s t o
A) MARTIROLOGIO
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
seo, declarado hoy día nacional por las joyas pictóricas que en-
cierra, principalmente debidas al pincel del famoso Goya. Entre
ellas se encuentra una que representa a San Bernardo acogiendo
a un pobre con una dulzura y bondad tal que sin querer hay que
decir: «Realmente éste es el Doctor Melifluo de la Iglesia».
Sin embargo, ¡qué equivocado estaría quien conociera a San
Bernardo sólo bajo ese aspecto de dulzura casi femenina y em-
palagosa como la miel que destila su título «Melifluo»! Difícil
cosa es hacer un retrato de cuerpo entero o una semblanza psi-
cológica de este santo, llamado con razón el Santo de los con-
trastes. No parece sino que Dios, que sabe armonizar tan per-
fectamente elementos tan dispares como el cuerpo y el alma del
hombre, se goza en lo mismo al formar a los santos, obra maes-
tra de sus manos, y así brotará una Teresa de Jesús, en la que lo
humano y lo divino se dan un abrazo ciertamente prodigioso;
un Ignacio de Loyola, en quien la humana prudencia le hace tra-
bajar como si todo dependiera de él y la confianza divina por la
que todo lo espera de Dios; un Tomás de Aquino, que será la
armonía entre la fe y la razón, o un San Luis Gonzaga, que, se-
gún dice la Iglesia, supo unir admirablemente la más angelical
inocencia con la penitencia más austera.
Así es San Bernardo, el santo donde se aunan Marta y Ma-
ría, la vida activa más agitada con la contemplación más encum-
brada de la mística. Es un soldado, un guerrero, un político y a
la vez un asceta rígido, un director espiritual de conciencias y un
formador y fundador de monasterios con las vocaciones que
sus «capturas», como llamaban a sus excursiones apostólicas to-
dos sus biógrafos, suscitaban. Es el arbitro de su siglo, buscado
y solicitado por papas, reyes y prelados de todas las clases, para
intervenir y dirimir las frecuentes contiendas que en aquella tan
agitada época sin cesar existían, y el monje tan recogido y silen-
cioso que después de muchos años no sabrá cómo es la te-
chumbre de la iglesia del Císter. Asiste a concilios, aconseja a
los pontífices, disputa con los herejes, predica una Cruzada, y
aún tiene tiempo y tranquilidad suficiente para escribir un libro
De consideratione, verdadero tratado de psicología, o el de profun-
da teología sobre ÍMgraciay el libre albedrío, o el de ascética eleva-
da Los doce grados de la humildad y del orgullo, o de mística sublim
San Bernardo de Claraval
711
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718 Año cristiano. 20 de agosto
Saúl es un rey pedido por el pueblo para él. David será un rey
para el Señor. El contraste está a la vista. Los ojos del profeta se
posan espontáneamente sobre aquellos hijos de Jesé que, por su
porte y estatura, se parecen más a Saúl. Pero el Señor le impone
al vidente un significativo cambio de mirada: «No mires su apa-
riencia ni su gran estatura, pues yo lo he descartado. N o es como
ve el hombre, las apariencias. Yahvé mira al corazón» (16,6-7).
El elegido es el más pequeño. Nadie lo habría podido imagi-
nar. Nada tan contrario a Saúl como este niño «rubio, de bellos
ojos y de buena presencia», de este pastorcillo, todo lo contrario
de un guerrero.
«Dijo Yahvé: "Levántate y úngelo, porque éste es". Tomó Samuel
el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir
de entonces vino sobre David el espíritu de Yahvé» (16,12-13).
128 Año cristiano. 20 de agosto
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SANFIUBERTO
Abad (f 685)
21 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
SAN PÍO X
Papa (f 1914)
que recibiría a Jesús Eucaristía aquel niño que un día Papa iba a
abrir de par en par las puertas del sagrario a los pequeños.
El cura de Riese, que se llamaba don Tito Fusarini, conocía
muy bien a Beppi y decía de él: «Es el alma noble de este país».
Todos los niños saben que para ser sacerdote hay que saber
latín. También lo sabía el pequeño Beppi. Para ello tuvo que ir a
Castelfranco, a siete kilómetros de Riese. Y después, al semina-
rio de Padua. Antes hay que conseguir una beca. De esto se en-
carga el cura de Riese, quien un día llama con bastante misterio
al muchacho y le dice: «De rodillas, Beppi, y da gracias a Dios,
que, seguramente, tiene algún designio para ti: pronto entrarás
en el seminario, y, como yo, tú también serás sacerdote».
José Sarto fue siempre un estudiante aventajado. Junto a las
notas de los archivos del seminario de Padua se ha conservado
este juicio: «Discípulo irreprochable; inteligencia superior; me-
moria excelente; ofrece toda esperanza».
Fue ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1858 en la
catedral de Castelfranco. Al día siguiente canta su primera misa
en Riese, ante las lágrimas y gozo de su madre y sus hermanas.
Don José era un sacerdote de buena estatura, muy delgado,
pero de fuerte osamenta, y estaba dotado de un rostro encanta-
dor. La frente, alta; los cabellos, abundantes y echados hacia
atrás; los labios, finos; las mejillas y el mentón sólidamente mo-
delados. Pero, sobre todo, un alma que iluminaba todos sus ras-
gos del cuerpo con una mirada de pureza, de suavidad, que se
transparentaba en sus ojos. Alguien dirá más tarde de Pío X:
«Todo corazón recto vuela hacia él».
Y después de la primera audiencia que como Papa concedió
al cuerpo diplomático, preguntaban éstos al cardenal Merry del
Val: «Monseñor, ¿qué tiene este hombre que atrae tanto?».
La vida sacerdotal de don José Sarto empieza como coadju-
tor de Tómbolo y termina en la cátedra de Pedro. Se puede de-
cir que pasó por la mayoría de los cargos por que puede pasar
un eclesiástico. Un estupendo aprendizaje brindado por la Pro-
videncia al hijo del humilde alguacil de Riese.
Hay una hermosa anécdota de sus tiempos de cardenal de
Venecia. Nos la cuenta don José María Javierre en su estupenda
vida de San Pío X. Al patriarca de Venecia, la ciudad más bella
750 Año cristiano. 21 de agosto
del mundo, le gustaba jugar alguna que otra vez una partidita a
los naipes. Esta tarde son cinco amigos en torno a la mesa. Una
niebla espesa cubre los canales y apenas se divisan las luces mo-
vedizas de las góndolas. Dentro se está bien al calorcillo de la
estufa. Se acaba la partida y Rosa, la hermana del cardenal, ha
traído unas tacitas de café. Brota la charla festiva.
«De todos modos —bromea el cardenal—, me dará mu-
cha pena dejar Venecia. Sí, porque pronto se cumplirá mi fecha.
Cada nueve años cae una hoja de mi calendario. Fui nueve
años coadjutor de Tómbolo. Nueve años párroco de Salzano, y
otros nueve, canónigo de Treviso. Nueve años goberné Mantua
como obispo. ¿Qué me harán al terminar mis nueve años de pa-
triarca en Venecia? ¿Papa? Porque otra solución no veo».
Ríen todos. El patriarca está firmemente convencido de que
sus días terminarán en Venecia. Pero Dios ha dispuesto otra
cosa. A los nueve años es elegido Papa y tiene que dejar su ama-
da Venecia.
El Papa ha muerto. León XIII, el anciano y sabio pontífice,
acaba de morir. Los cardenales de todo el mundo se han reuni-
do en Roma para elegir al nuevo Papa. Al lado del cardenal Sar-
to está el cardenal Lecot, arzobispo de Burdeos, quien le pre-
gunta en francés:
—Vuestra eminencia es, sin duda, arzobispo en Italia. ¿De
qué diócesis?
—No hablo francés —responde Sarto en italiano.
—¿De qué diócesis sois arzobispo? —pregunta, ahora en la-
tín, el cardenal francés.
—Soy patriarca de Venecia.
—¿Y no habláis francés? Por tanto no sois papable, pues el
Papa debe hablar francés.
—Cierto, eminencia, no soy papable. Gracias a Dios.
A pesar de no saber francés fue elegido Papa. Se resistió
cuanto pudo, pero finalmente tuvo que rendirse a lo que clara-
mente era la voluntad de Dios.
El cardenal Oreglia, decano del Sacro Colegio y camarlen-
go de la Santa Romana Iglesia, se acerca al trono del patriarca
de Venecia para recibir su aceptación del Sumo Pontificado:
«tat^a'-; San Pío X 751
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770 Año cristiano. 21 de agosto
C) BIOGRAFÍAS BREVES
SAN PRIVATO
Obispo y mártir (f 407)
•'•>•• 22 d e a g o s t o
!¿»lí
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San Felipe heñido 781
ciéndoles que tener bajo el celemín tan gran lumbrera era daño
que hacían a su propia Orden y aun a la misma Iglesia, dieron
cuenta a sus superiores de las extraordinarias cualidades de Feli-
pe, persuadiéndoles a que tratasen de elevarle al sacerdocio. Fá-
cilmente descubrieron ellos mismos este tesoro después de exa-
minarle, y, sin dar oídos a la resistencia del santo, ni a sus
lágrimas, ni a los ruegos, consiguieron dispensa de Roma y
el Sábado Santo 12 de abril de 1260 fue ordenado sacerdote. A
fin de prepararse tranquilamente, hasta Pentecostés no dijo la
primera misa.
A partir de entonces la carrera del santo conoció todos los
ascensos. En 1262 fue nombrado maestro de novicios y defini-
dor general. Al año siguiente llegó a socius o asistente del padre
general y, por fin, el 5 de junio de 1267 fue elegido general de la
Orden. Ninguno mereció mejor tales nombramientos y ningu-
no se tuvo por menos digno de ellos. Trató por todos los me-
dios de eximirse de tales cargos, pero no fue oído. Conoció en-
tonces que había otra voluntad superior a la suya, y se rindió a
la disposición de la divina Providencia, a la que no era lícito
oponerse.
Cuando el santo llegó a general de los servitas, la congre-
gación sólo llevaba treinta y cuatro años de existencia. El pa-
norama político, por la lucha entre güelfos y gibeünos, era
embrollado y la competencia entre las órdenes mendicantes
exacerbábase cada día, por todo lo cual la situación de los servi-
tas era muy comprometida. Aunque ya en 1267 contaban con
15 casas en Italia y con fundaciones en Francia y Alemania. Los
papas, impresionados con la floración de tantas órdenes nuevas,
mostrábanse indecisos respecto de ellos. Inocencio IV les retiró
sus privilegios. Alejandro IV se mostró más benévolo. En mayo
de 1268 las constituciones de la Orden tomaron por base la re-
gla agustiniana. En agosto del mismo año, en el capítulo general
de Pistoya, San Felipe intentó dimitir del generalato; pero le hi-
cieron comprender el daño que causaría su dimisión. Y tan cier-
to es esto que, aun siendo el quinto de los generales, es conside-
rado fundador de la Orden, por el impulso que le dio.
Con sus portentos crecía la fama de santidad de Felipe, y no
es extraño que cuando el largo cónclave de Viterbo, después de
San Felipe Benicio 785
CASIMIRO S Á N C H E Z A L I S E D A
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El aspirante a mártir:
«Ciertamente el Señor no le permitirá salir de este mundo sin
haber sufrido mucho. Con todo, preveo que su vida será respetada,
a fin de que usted pueda propagar todavía más la dulce devoción
en muchos corazones».
«No tenía nada contra el juez, contra el jurado, contra los testi-
gos. Es más; les recuerdo apreciándolos como los mejores amigos
de mi vida. Mientras el juez dictaba la sentencia yo ofrecía mi san-
gre y mi vida a Dios. Y a cuantos se me acercaron con sentimien-
tos de compasión les decía que no sufrieran por mí, ya que estaba
contentísimo de poder ofrecer la vida en defensa de la fe que siem-
pre había profesado y tenía por verdadera [...] Les decía también
que estaba tan dispuesto, por la gracia de Dios, a morir mañana
como lo estuve hoy a recibir la sentencia, aceptada como si me hu-
bieran obsequiado con el mayor tesoro del mundo».
; t;
en consecuencia, morir por ella, o bien de salvar la vida renegando
K
de la primera, ellos, sin un átomo de duda y con una fuerza verda-
deramente sobrenatural, se inclinaron a la parte de Dios y gozosa-
-' mente afrontaron el martirio. Pero tan grande era su espíritu, tan
-"U. nobles eran sus sentimientos, tan cristiana era la inspiración de su
,t¡ s existencia, que muchos de ellos murieron rezando por su patria tan
.. i amada, por el Rey o por la Reina, e incluso por aquellos que habían
sido responsables directos de su captura, de sus tormentos y de las
circunstancias ignominiosas de su muerte cruel».
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23 de agosto
A) MARTIROLOGIO
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ello de ayudar a su padre en las labores del campo. Por eso, du-
rante su juventud, Rosario supo de vacas, cuadras y piensos, de
campos de heno y de pastoreo, de ordeño, leche y queso, de culti-
vo de hortalizas y de recolección y desgrane de maíz.
Ella, con otras jóvenes de Soano, deposita su confianza en
los capuchinos de Montehano. Por aquel entonces conoce al ca-
puchino Luis de Massamagrell, y muy pronto, como algo natu-
ral, siente la vocación a la vida consagrada.
Su padre contrae segundas nupcias, por lo que Petra María
Victoria tiene que salir del hogar a servir. Experimenta la po-
breza y la dureza de la vida. A los 23 años, aún no cumplidos,
emprende viaje para su ingreso en la Congregación de Tercia-
rias Capuchinas de la Sagrada Familia. Es el 8 de mayo del año
1889. El 14 de mayo de 1890 viste el santo hábito religioso,
cambiando su nombre civil por el de «Rosario de Soano». Y,
terminado el noviciado, el 14 de mayo de 1891 emite sus prime-
ros votos religiosos. Transcurrido el quinquenio de votos tem-
porales, el 14 de mayo de 1896 emite sus votos perpetuos.
Con el pasar de los años es elegida superiora local de las ca-
sas de Segorbe, Altura, Massamagrell, Meliana y Ollería, todas
ellas en la Comunidad Valenciana. Maestra de novicias. Y supe-
riora general de 1914 a 1926, dos sexenios seguidos, en cuyo
período gira la visita canónica a las hermanas de Colombia. Su
último ministerio es el de vicaria general de la congregación. Al
partir la superiora general en visita canónica a Venezuela y Co-
lombia, la madre Rosario de Soano queda como responsable del
gobierno de la Congregación de Terciarias Capuchinas de la Sa-
grada Familia en España. Así es como le toca afrontar la terrible
situación creada por la persecución religiosa de 1936.
El 18 de julio se produce el Alzamiento Nacional. Y dos
días más tarde el señor alcalde de Massamagrell da ya a las her-
manas terciarias capuchinas la orden de desalojar el convento.
La fraternidad se compone de 43 hermanas, entre profesas,
novicias y postulantes. La última en abandonar la casa religiosa
es Rosario de Soano.
SERAFINA FERNÁNDEZ IBERO. En Ochovi, pueblecillo nava-
rro de la cuenca de Pamplona, nace Manuela Justa —que éste es
el nombre civil de la hermana Serafina María de Ochovi— el 6
818 «nAlrMWtrt- Año cristiano. 23 de agosto
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* 24 de agosto
A) MARTIROLOGIO
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—¿Vive la superiora?
—Sí, señor. Vive aún.
—Pues dígale usted de mi parte que como ella se ha querido
todo esto, y lo hace por su gusto, que lo sufra.
No es más que una anécdota. Pero como ésta, podrían con-
tarse a centenares. El estampido que en la buena sociedad ma-
drileña causó la decisión de Micaela Desmasiéres López de
Dicastillo y Olmedo, vizcondesa de Jorbalán, de ponerse al
servicio de las pobres mujeres caídas y consagrarse a la tarea de
redimirlas, era tal que, usando frase ignaciana, podríamos decir
que «el mundo no tenía oídos para escucharlo». Su familia, ho-
rrorizada, deja de tratarla; sus antiguas amistades, le vuelven la
cara. Personas que le debían favores, le niegan la más mínima
ayuda, porque aquello no tiene ni pies ni cabeza y se va a desha-
cer de un momento a otro. Por encima de todo esto, Micaela del
Santísimo Sacramento se mantiene firme con una grandeza de
ánimo, con un espíritu de fe tan colosal, que su figura, nos atre-
vemos a afirmarlo rotundamente, es una de las más colosales de
todo el santoral cristiano.
En la flor de la edad, a sus cuarenta y tres años, muere ines-
peradamente el padre, teniendo Micaela que interrumpir la edu-
cación que venía recibiendo en las ursulinas de Pau. Poco des-
pués es su hermano Luis el que en un accidente, una caída de
caballo, muere en Toulouse. Su hermana Engracia, a la que una
niñera imprudente llevó a presenciar la ejecución de un reo, em-
pieza a dar muestras de perturbación mental, y termina trastor-
nándose por completo. Su hermana Manuela, que sobreviviría a
tantas desgracias, hubo de marchar al destierro, a causa de las
ideas legitimistas de su esposo.
En medio de todas estas tribulaciones, María Micaela recibe
una educación excepcional. Se le enseña no sólo lo que es cos-
tumbre que aprendan las señoritas de buena sociedad en aquel
tiempo, sino otras muchas cosas que le han de ser excepcional-
mente útiles en su futura vida de fundadora. Aprende también a
familiarizarse con el dolor y la humillación. Después de tres
años de limpio noviazgo, pues ella «no entendía muy bien de
bodas», con un joven piadosísimo, hijo de los marqueses de Vi-
lladarias, cuando iba a celebrarse la boda se rompe el compro-
852 •wttfl.vívwCl dw Año cristiano. 24 de agosto w»t!", v
nos de pensar que había que hacer algo. En este o aquel caso
concreto las dos amigas consiguieron hallar un remedio. Pero
hacía falta más: una casa en la que poder acoger a aquellas
pobres mujeres, prevenir en lo posible las caídas, remediarlas
cuando ya habían ocurrido.
Y así se hizo. En una insignificante casita inició María Mi-
caela su maravillosa obra de caridad. La Comisaría de Cruzada
le ofreció alguna ayuda. Se formó una junta y se preparó un
sencillísimo reglamento. Pero claramente se veía que aquello no
podía seguir en manos mercenarias, y que únicamente quien lo
hiciera por Dios podría soportar las dificultades, las humillacio-
nes, los desprecios que el trato con aquellas mujeres aparejaba.
Se produjo entonces uno de los episodios más dolorosos de
su vida: se hicieron cargo de la casa unas religiosas francesas.
Pero, desgraciadamente, pronto se vio que no habían sido leales
ni en los ofrecimientos, ni en las obligaciones que habían asu-
mido. Contra lo que habían afirmado, no tenían práctica ningu-
na de aquella clase de apostolado. Por otra parte, en la vida eco-
nómica de la casa había muchos aspectos oscuros, obedeciendo,
al parecer, a compromisos con la casa central. Lo cierto es que
la situación se hizo insostenible; Micaela, apoyada por la autori-
dad eclesiástica que le daba plena razón, hubo de recurrir a me-
dios extremos, y mientras, en medio de un griterío espantoso,
con la casa rodeada por la fuerza pública, salían las religiosas,
Micaela se hacía cargo de nuevo de las muchachas allí acogidas.
Con sobrecogedora grandeza de ánimo hizo frente a la si-
tuación. Pensando seriamente las cosas vio que Dios la llamaba
a aquella tarea. Dejó su casa, se quedó a vivir con ellas, e inició
ya de lleno su espléndido apostolado.
Y empieza una vida en la que, sin paradoja alguna, sino con
toda verdad, se puede decir que lo sobrenatural es enteramente
natural. No hay una peseta en casa, y ni siquiera carbón para en-
cender la lumbre. A media mañana llega un religioso filipino, visi-
ta el colegio, y, entusiasmado, regala tres onzas de oro. La comida
de aquel día es espléndida, y las colegialas piensan que el encen-
der tan tarde la cocina ha sido... una broma de la superiora.
Cuando la calumnia llega hasta el mismo arzobispo de Tole-
do, se presenta el cura de la parroquia para quitar el Santísimo
Santa María Micaela del Santísimo Sacramento Desmasieres 855
aquella vida. Pero cuando las obras son de Dios se hace posible
lo imposible, pues él nos dijo que había venido a confundir la
sabiduría de este mundo con la locura que él traía del cielo. En
efecto, con vacilaciones, con deserciones dolorosísimas, pero
con seguridad absoluta, el minúsculo grupo de personas que la
ayudaban se fue ensanchando más y más, y quien nunca pensó
en ser fundadora, se encontró un buen día al frente de una
naciente congregación religiosa: las Adoratrices del Santísimo
Sacramento y de la Caridad.
Durante mucho tiempo estuvieron viviendo sin regla escrita
ni normas, pero con una observancia tal y un fervor tan grande
que se traslucía al exterior y atraía las vocaciones. El 6 de enero
de 1859, festividad de los Santos Reyes, hicieron los votos sim-
ples Micaela y sus siete primeras compañeras. El 15 de junio de
1860 emitió Micaela sus votos perpetuos. Poco a poco se fue-
ron ordenando todas las cosas y se inició la expansión del insti-
tuto. Primero, a Zaragoza. Después a otras muchas poblaciones
españolas que las llamaban con interés: Valencia, Barcelona,
Burgos, etc.
También en estas fundaciones le esperaban episodios pare-
cidos a los de Madrid. Hubo defecciones dolorosísimas, como
la de la superiora de Valencia. Y embrollos humanamente inso-
lubles. En cierta ocasión escribía a sus hijas de Madrid desde
Zaragoza: «Dudo yo que haya superiora ni más acusada, ni más
calumniada, ni más reconvenida. ¡Te aseguro que desmenuzan
mis acciones!».
Pero entre tantas dificultades el instituto se había consolida-
do y la madre Sacramento podía entonar el Nunc dimittis. Por
tres veces, en 1834,1854 y 1855, había hecho frente a las epide-
mias, que la habían respetado.
Ahora, en 1865, el cólera había estallado en Valencia. Ella
sabía que le esperaba la muerte, y mil indicios lo demostraron:
su empeño en recorrer todas las casas, lo solemne y triste de las
despedidas, el estilo de algunas cartas... y otros mil indicios no
dejaban lugar a dudas. Y, en efecto, ella marchó serenamente
hacia la muerte.
La casa de Valencia estaba en necesidad extrema. Pero al ver
llegar a la madre todas se alegraron inmensamente. Una pena,
858 ..wi <¡jv Año cristiano. 24 de agosto i\ «ft»WL iA»al
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Y luego el exhorto:
«En el nombre de este Dios y de su Hijo Jesús, os exhortamos
a ensanchar vuestros corazones a las dimensiones del mundo, a es-
cuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner ardorosamente
a su servicio vuestras energías. Luchad contra todo egoísmo. Ne-
gaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que en-
gendran las guerras y su cortejo de males. Sed generosos, puros,
respetuosos, sinceros. Y edificad con entusiasmo un mundo mejor
que el de vuestros mayores» (ibid.).
P E D R O L A N G A , OSA
Bibliografía
SANAUDOENO
Obispo (f 684)
25 de agosto
A) MARTIROLOGIO
g) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
San Luis, rey de Francia, es, ante todo, un santo cuya figura
angélica impresionaba a todos con sólo su presencia. Vive en
una época de grandes heroísmos cristianos, que él supo aprove-
char en medio de los esplendores de la corte para ser un decha-
do perfecto de todas las virtudes. Nace en Poissy el 25 de abril
de 1214, y a los doce años, a la muerte de su padre, Luis VIII, es
coronado rey de los franceses bajo la regencia de su madre, la
española Doña Blanca de Castilla. Ejemplo raro de dos herma-
nas, Doña Blanca y Doña Berenguela, que supieron dar sus hi-
jos más que para reyes de la tierra, para santos y fieles discí-
pulos del Señor. Las madres, las dos princesas hijas del rey
Alfonso VIII de Castilla, y los hijos, los santos reyes San Luis y
San Fernando.
En medio de las dificultades de la regencia supo Doña Blan-
ca infundir en el tierno infante los ideales de una vida pura e in-
maculada. No olvida el inculcarle los deberes propios del oficio
que había de desempeñar más tarde, pero ante todo va hacien-
do crecer en su alma un anhelo constante de servicio divino, de
una sensible piedad cristiana y de un profundo desprecio a todo
aquello que pudiera suponer en él el menor atisbo de peca-
do. «Hijo —le venía diciendo constantemente—, prefiero verte
muerto antes que en desgracia de Dios por el pecado mortal».
Es fácil entender la vida que llevaría aquel santo joven ante
los ejemplos de tan buena y delicada madre. Tanto más si consi-
deramos la época difícil en que a ambos les tocaba vivir, en me-
dio de una nobleza y de unas cortes que venían a convertirse no
pocas veces en hervideros de los mayores desenfrenos, rebo-
santes de turbulencias y de tropelías. Contra éstas tuvo que lu-
char denodadamente Doña Blanca, y, cuando el reino había al-
canzado ya un poco de tranquilidad, hace que declaren mayor
de edad a su hijo, el futuro Luis IX, el 5 de abril de 1234. Ya rey,
no se separa San Luis de la sabia mirada de su madre, a la que
tiene siempre a su lado para tomar las decisiones más importan-
tes. En este mismo año, y por su consejo, se une en matrimonio
882 Año cristiano. 25 de agosto
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con los renacidos a una vida nueva por el agua y el Espíritu San-
to. Nunca la Iglesia de Jesucristo, viva y operante en cada una
de las Iglesias particulares, ha dejado de sentirse enviada más
allá de la frontera de las tierras ya cristianizadas.
Con el Evangelio, los misioneros de todos los tiempos han
aportado cultura y civilización a nuevos pueblos. En la base de
la Europa de hoy, tuvo un relieve especial la labor misionera
que, en los siglos VII y VIII, llevaron a cabo monjes ingleses en
las tierras del norte del continente europeo.
En el año 716 el Espíritu suscitó la vocación misionera en
un monje de Nursling (Gran Bretaña), de nombre Winfrido,
que salió de su tierra hacia el continente europeo. Arribó a los
Países Bajos, al país de los frisones, donde el benedictino inglés
Wilibrordo había establecido, después de su predicación misio-
nera, la sede de Utrecht, con la bendición del papa Sergio I que,
en el 695, lo ordenó obispo en Roma y le concedió el palio ar-
zobispal cambiándole el nombre original por el de Clemente.
En la consolidación de esta misión entre los frisones, quiso co-
laborar también el monje Winfrido, pero circunstancias adver-
sas se lo impidieron en el primer momento de su salida de
Inglaterra. Regresó a su país y en el 718 salió de nuevo hacia el
continente. Acudió primero a Roma para entrevistarse con el
papa Gregorio II, con el cual planeó la evangelización de los sa-
jones. Entonces el Papa le impuso el nombre de Bonifacio.
Después se dirigió nuevamente a Utrecht para ayudar a san Wi-
librordo en la tarea de convertir a los frisones; permaneció dos
años con él. Luego entró en el país de los sajones, a quienes
convirtió por miles. Enterado de los progresos de esta misión,
Gregorio II lo llamó nuevamente a Roma. En su peregrinación
hacia la ciudad de los mártires, Bonifacio encontró en un mo-
nasterio al que sería uno de sus más fieles discípulos y continua-
dores de su misión evangelizadora y de la de Wilibrordo, el jo-
ven Gregorio, al que llegó a amar como a un hijo.
Gregorio había nacido en el año 707, de la estirpe de los re-
yes francos. Era hijo del noble Alberico, que tuvo por madre a
Santa Adela, la cual, después de enviudar, se había recluido en el'
monasterio de Pfalzel, junto a Tréveris, del cual era abadesa.
Para cuidar de su educación e instrucción, la abuela cobijaba a
900 Año cristiano. 25 de agosto
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SAN ASEDIO
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SAN MELQUISEDEC
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Beato Santiago Retouret 945
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27 de agosto
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Hay santos de ayer que aún hoy siguen proyectando una luz
maravillosa, deslumbrante, válida para nuestro tiempo. Es el
caso de San Cesáreo, una de las mayores lumbreras de la Iglesia
galicana.
Nació hacia el año 470 en el territorio de Chalon-sur-Saóne
de padres distinguidos por su rancia nobleza galorromana y
más por su ejemplar virtud. Lógicamente desde niño Cesáreo
respira una atmósfera de piedad y virtud ejemplares. Se dice que
cuando tenía solamente siete años volvió un día a casa medio
desnudo, y ante la extrañeza de sus padres les contestó que ha-
bía dado parte de su ropa a un mendigo que no llevaba nada.
Algo que repetiría en más ocasiones.
Algunos años después, en el 488, sin que lo supieran sus pa-
dres, se marchó a casa del obispo de Chalons, Silvestre, para po-
nerse a su servicio y que le concediese el hábito clerical. Cuan-
do el obispo se enteró del tipo de joven de que se trataba, sin
tener en cuenta la oposición de los padres, lo agregó al número
de clérigos de su Iglesia.
A pesar de todo, Cesáreo no se sentía satisfecho y, deseoso
de una vida más perfecta, dos años más tarde tomó la resolu-
ción de ingresar en el monasterio de Lerins, famoso desde su
fundación por San Honorato setenta años atrás y donde mora-
ban varones esclarecidos por su ciencia y virtud. A pesar de sus
pocos años el abad Porcario le nombró cillerero o mayordomo,
pero la austeridad que quiso imponer a los demás y su rigidez
económica, le llevó a enfrentarse con los demás monjes, que lo-
graron su destitución. Él mismo, por las ásperas penitencias, se
hallaba muy mermado en su salud. Por consejo entonces de los
superiores abandonó Lerins y fue a reponerse a Arles.
962 Año cristiano. 27 de agosto
valor para toda la Iglesia, a pesar de que los obispos allí reuni-
dos fueron solamente trece.
Podría parecer que en medio de tantas agitaciones y com-
promisos apenas le hubiera quedado otro tiempo más que para
poder superarlas. Todo lo contrario. Al lado de una vida de pas-
tor ejemplar que supo recorrer todos los extremos de la tierra a
él encomendada, dejó una abundante y meritoria producción de
obras de diversos tipos. Gran parte de ellas avalan su compro-
miso pastoral porque nacieron directamente derivadas de su
compromiso de pastor.
Otro de sus graves compromisos, acorde con su primera
vocación, son las reglas monásticas. El P. Bernardino Llorca, en
la Historia de la Iglesia, resume elogiosamente esta dimensión:
«El primero que escribió en las Galias, no una sino dos Reglas
monásticas, fue San Cesáreo de Arles, una de las glorias más puras
de la iglesia gala en el siglo v...
Siendo abad del monasterio de Arles, escribió Regula monacho-
rum, destinada a sus monjes, que se caracteriza por cierto rigor en
la pobreza y caridad mutua, rezo del oficio y espíritu de penitencia.
Más importante, sin embargo, es la Regula sanctarum virginum, que
compuso siendo ya obispo, para un convento de religiosas fun-
dado por él mismo. Comprende 47 capítulos y desciende en ellos
a muchos pormenores que exigen una perfección muy elevada.
Como síntesis de la experiencia de toda su vida escribió la llamada
Recapitulatio, documento preciso, que nos da una idea del estado a
que había llegado la organización de la vida religiosa a principios
del siglo vi. Conservamos también de San Cesáreo un Ordo, que es
una especie de ritual religioso, con instrucciones sobre el oficio di-
vino, los ayunos y la refección corporal.
No puede dudarse de que San Cesáreo utilizó en su trabajo de
legislación la obra de San Agustín y los documentos de Casiano;
pero conserva su originalidad propia, marca un avance en la legis-
lación monástica y tuvo la aprobación explícita del papa Hormis-
das» (Historia de la Iglesia católica, I, p.515).
Otra de las facetas cultivadas con éxito por San Cesáreo fue-,
ron los sermones, fruto de sus compromisos de pastor y que tra-
ducen junto a su celo pastoral, la grandeza espiritual de su alma.
Van dirigidos a sus fieles en momentos de difíciles convulsiones
morales y políticas. Están escritos en estrecha colaboración o
utilizando lo dicho por otros autores, de manera especial San
Agustín. Por eso han servido de arsenal de predicación durante
966 Año cristiano. 27 de agosto
siglos. Son unos doscientos, de los cuales ciento dos son incues-'
tionablemente suyos. Con todo, no tenemos aún una colección
definitiva y crítica de este feliz apartado de San Cesáreo. Su te-
mática es muy variada y amplísima. De ahí su utilidad. Versan
sobre residuos paganos, herejías, leyes de Dios y de la Iglesia.
Ahora se encuentran dispersos en diversas colecciones. De ellos
nos dice el mismo P. Llorca: «Por su solidez doctrinal, nervio
oratorio y unción cristiana se pueden parangonar con los mejo-
res de la patrología latina» (ibid., p.581).
En el aspecto directamente doctrinal nos ofrece también
una serie de obras. N o en vano San Cesáreo fue uno de los más
eficaces defensores de la doctrina de la Iglesia frente al semi-
pelagianismo. Vamos a citar Opusculum de gratia, tratado sobre la
gracia y el libre albedrío, antipelagiano sobre la predestinación.
Su obra ha sido muy estudiada, traducida y publicada sobre
todo en los siglos XVI y XVH. Su vida fue ya escrita por los pro-
pios discípulos.
J O S É SENDÍN BLÁZQUEZ
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
SAN UCERIO
Obispo (f 540)
28 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) BIOGRAFÍAS EXTENSAS
SAN AGUSTÍN
Obispo y Doctor de la Iglesia (f 430)
entre Dios y las cosas creadas; que creó una literatura nueva
enriquecida de expresiones nunca oídas, para hablar de la ver-
dad, de Dios y del alma y para loar las excelencias del amor, pn\.
mer motor del universo, el pondus animae, que le inspiró tantas
armonías.
Así se explica su perenne actualidad, el retorno continuo ha-
cia él, su presencia constante en la historia del pensamiento y ¿ e
la conciencia.
Pocas veces se habrá dado mayor unanimidad en el elogio
que al tratar de San Agustín. Vir sane magnus et ingenii stupendi, le
llamaba Leibniz.
«¡Cuan santo varón, cuan docto escritor, ¡Dios eterno!, es
San Agustín, gloria y sostén de la República cristiana!», exclama-
ba Vives.
«Chaqué fois —dice el padre Portalié— que la pensée
chrétienne est éloignée de lui, elle a decliné et langui; chaqué
fois qu'elle est revenue á lui, elle a repris flamme et vigueur
nouvelles».
«Nadie —escribía San Buenaventura— ha dado más satis-
factorias respuestas a los problemas de Dios y del alma que San
Agustín».
Harnack le compara a un «árbol plantado a las márgenes de
las aguas vivas, cuyas hojas jamás se marchitan y en cuyo ramaje
anidan las aves del cielo».
W Dilthey le llama «el más profundo pensador entre todos
los escritores del mundo antiguo».
Gatry le caracterizaba como «el Platón de la filosofía del
mundo moderno y quizá el genio metafísico más portentoso
que han visto los tiempos».
Indudablemente, vivimos de su herencia.
FÉLIX GARCÍA MARTÍNEZ, OSA
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Beato Junípero (Miguel) Serra 1029
labranza para los indios que se les uniesen para aprender y acos-
tumbrarse a cultivar la tierra y a vivir en poblados permanentes
Pronto consiguió que enviaran treinta misioneros más para re-
forzar los puestos existentes y fundar los otros nuevos. Como
los monjes benedictinos que con la cruz y el arado fecundaron
Europa, fray Junípero se lanzó con sus franciscanos a fecundar
California.
Además de los centros misionales de San Diego y San Car-
los —este último lo trasladó en 1771 junto al río Carmelo, a
corta distancia de Monterrey— fray Junípero fundó otros siete:
el de San Antonio de Padua, puesto en marcha en 1771. El mis-
mo año fundó San Gabriel Arcángel y cerca el poblado de la
Virgen de los Angeles, origen de la ciudad de los Ángeles. En
1772 San Luis de Tolosa. En 1777 San Francisco de Asís, mi-
sión que dio origen a la ciudad actual. En 1776 San Juan Capis-
trano. En 1777 Santa Clara. Y en 1782 San Buenaventura, en el
Canal de Santa Bárbara.
Aunque fray Junípero sea considerado por la historia padre
de California y de su nueva cristiandad, toda la obra fue de un
conjunto de personas. Citemos las más destacadas: fray Francis-
co Palou en la Baja California, actuando como Presidente hasta
que en 1771 la tomaron los dominicos por su cuenta, y fray
Juan Crespí, el compañero inseparable de fray Junípero. Hay
otro pequeño grupo de frailes que después fue creciendo: fray
Francisco Dumet, fray Luis Jaume, fray Ángel Somera, fray Be-
nito Gambón, fray Miguel Piqueras, fray José Cavaller, fray Do-
mingo Juncosa, fray Buenaventura Sitjar, fray Antonio Paterna
y fray Antonio Cruzado. No olvidemos al primer gobernador y
jefe militar de la expedición, Gaspar de Potóla y los soldados,
aunque fueran en ocasiones una remora en la evangelización de
los indios. Pero resultaban imprescindibles colaboradores para
dar seguridad a las misiones. También pusieron sus manos y sa-
ber en la construcción de edificios y tareas de asentamiento de
poblaciones a la manera europea. Pero el cerebro organizador
fue fray Junípero.
El plan de evangelización y colonización —viene a decir
Ángel Santos— era el propio de las reducciones del Paraguay.
Con los medios, claro es, que tenía a su alcance, los centros de
Beato Junípero (Miguel) Sena 1037
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ella estaba, y se cita a las hermanitas como las hijas de Juana Ju-
ea n. Ella no moverá un dedo ni por variar su situación ni por
reclamar el título de fundadora que tan justamente le corres-
ponde. Todo este apartamiento será obra del abate Le Pailleur, y
jytaría Jamet le seguirá el juego hasta que, desaparecida ya Juana
y lo mismo el abate, María Jamet hablará con claridad y dirá que
se le había mandado guardar silencio sobre el tema. Juana, ocu-
pada toda en Dios, vivía en paz y serenidad espiritual, ofrecien-
do al Señor su apartamiento por el bien de su comunidad.
Cuando cumplió los ochenta años empezó a venir a menos
la salud de sor María de la Cruz. Le daban frecuentes taquicar-
dias y sofocos. Pero la cabeza seguía sólida y ella seguía siempre
tranquila y sonriente. Durante el último año de su vida, muchas
veces y acompañada por una novicia acudía a visitar la sala de
trabajo del noviciado, yendo de una mesa a otra y diciendo una
frase amable y edificante a cada una. Insistía mucho en que lo
hicieran todo por amor de Dios. Tuvo el consuelo de saber que
el 19 de marzo de 1879 el papa León XIII había dado la apro-
bación de las constituciones. El viernes 29 de agosto de aquel
año se levantó como de costumbre a la hora de misa. Un grupo
de novicias que el día antes habían hecho sus votos pasaron
ante su ventana para saludarla y ella salió a corresponder agitan-
do su pañuelo. Iba camino de la capilla acompañada de una no-
vicia cuando se sintió muy mal. Y pidió la extremaunción. La
tendieron en la cama y acudió el P. Derlet que se la dio, estando
la moribunda consciente. Sor María de la Cruz decía: «Oh Ma-
ría, mi buena Madre. Venid por mí. Vos sabéis que os amo.
También a vos tengo deseo de veros». Y expiró a los 86 años,
10 meses y 14 días.
Enterrada en el cementerio de la comunidad, sus restos
mortales serán sacados sesenta años más tarde, el 5 de marzo de
1936, y conducidos procesionalmente a la casa-madre. La labor
de reivindicación de Juana había sido sobre todo la obra de un
sacerdote auxiliar de la congregación, el abate Francisco Leroy,
el cual llegaba a unirse al cuerpo de sacerdotes auxiliares el 15
de junio de 1881. Tenía entonces 27 años y era originario de Bé-
cherel. Durante 22 años se entregó sin reservas a la obra hospi-
talaria y al bien de la congregación. Amante del estudio, escu-
1076 Año cristiano. 29 de agosto
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
ara luego llamarse de Santa Sabina. Parece, por ello, que Sabi-
% es la fundadora de esta iglesia que posteriormente recibió el
«rulo de santa y se la confundió con una mártir homónima, que
habría vivido en un pueblo de la Umbría, y de la que se conser-
vó una passio. Esta iglesia romana del Aventino fue restaurada
e 0 el siglo IX y donada por el papa Honorio III en el siglo XIII a
j a Orden de Santo Domingo. En esta iglesia tenía lugar la esta-
cón del Miércoles de Ceniza.
SAN SEBBI
Rey y monje (f 693)
SANMEDERICO
Abad (f 700)
BEATA BRONISLAVA
Virgen (f 1259)
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VIVES AGUILELLA, J. A., Hombres recios y entrañables (Valencia 2000) 19-28.
Otro:
«Me atrevo a afirmar que, en la vida espiritual del cristiano
todo lo que no sea poner nuestra mente, nuestra alma, nuestras
fuerzas y la vida en la adquisición de la máxima plenitud sobre-
natural; todo lo que no sea aspirar a la santificación, convirtiéndola
en el mayor de los ideales, es, amigos míos, tiempo perdido».
Pedro Tarrés había dicho: «Yo sólo podía dejar de ser médi-
co para ser sacerdote».
Reflexionó: «Ahora, con la clientela dispersa, es el m o m e n t o
oportuno».
Fue la decisión del día después. El siguiente — 2 7 de enero
de 1 9 3 9 — al final de la desbandada militar que le había reinte-
grado al hogar. Y en el mes de junio anunciaba: «Hacen falta
muchos sacerdotes dedicados al apostolado de la juventud. Yo
quiero ser u n o de ellos; p o r eso m e voy al seminario».
Y estalló la b o m b a de comentarios. C o n especial estruendo
en el ambiente profesional barcelonés. Eran referencias entre
compañeros, amistades y conocidos. El razonamiento de un fa-
cultativo del hospital de San Pablo:
«Se comprende que uno deje la propia carrera cuando fracasa;
es decir, cuando no tiene clientela. Pero ¡con la que tiene Ta-
rrés...! Sin embargo no nos ha sorprendido. ¡Ha sido siempre tan
ejemplar!».
1126 Año cristiano. 30 de agosto
J u a n P a b l o I I a c a b a d e sellar c a n ó n i c a m e n t e la h e r o i c i d a d d e
sus v i r t u d e s . C r i s t i a n a s y s a c e r d o t a l e s .
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PiQUKR, J., Pere Tarrés o la radicalidad de lafe (Barcelona 1983; nueva ed. rev. 1997).
Mas no todo iba a ser tan feliz como se prometía para am-
bos hermanos, pues la muerte de su padre, el 19 de septiembre
de 1889, vino a ensombrecer sus inocentes vidas, que con nue-
ve y cinco años quedaban únicamente al amparo materno. Aun-
que afortunadamente Ana, todavía joven, y con su tempera-
mento siempre fuerte, haría lo indecible a fin de sacar a sus dos
pequeños adelante, dados los escasos recursos económicos con
los que contaba. Para su suerte y la de sus retoños, la viuda de
Schuster pudo encontrar trabajo como empleada de hogar en la
casa del influyente barón Pfiffer d'Althishofen, coronel de la
Guardia Suiza, el cual junto al munificente marqués Clemente
Sacchetti le sería de gran ayuda para encauzar los pasos de sus
hijos. Y lo mismo las Hijas de la Caridad, cuyo hábito vestirá
Julia en plena juventud.
Habían transcurrido ya dos años desde la muerte de su pa-
dre cuando la vida de Alfredo iba a dar un giro copernicano,
pues gracias al primero de sus benefactores puede ingresar en la
escuela monástica de San Pablo Extramuros, con lo cual no
sólo se le daba al muchacho la oportunidad de recibir una sólida
y buena formación, sino que además era una boca menos que
alimentar en casa, pues la madre no tendría que desembolsar
por él ni una sola lira. Aunque no por ello, y pese a su aspecto
debilucho, el chico se sintió forzado a dejar el hogar, pues dota-
do de un profundo espíritu religioso, de una inteligencia muy
despierta y con gran afición por los estudios, terminaría encon-
trándose como pez en el agua, descubriendo que realmente el
Señor lo quería para la vida monástica.
Ya desde antiguo los monasterios acostumbraban a recibir
niños a los que se formaba y educaba lo mismo en la virtud que
en el saber, modelando su espíritu bajo la guía de escogidos
maestros, para hacer de ellos unos buenos monjes. A estos ni-
ños la tradición benedictina les ha dado comúnmente el nom-
bre de oblatos ya que eran ofrecidos al monasterio por sus pro-
pios padres, hecho del que nos queda precisa constancia a
través de la vida y obra de San Benito, el cual detalla los distin-
tos pormenores jurídico-litúrgicos de la oblación en el capítu-
lo LIX de su Regla: «De los hijos de nobles o de pobres que son
ofrecidos».
Beato Alfredo Ildefonso Schuster 1133
Bibliografía
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San PíWimaqtth «tfea mt'
Q BIOGRAFÍAS BREVES
SAN PAMMAQUIO
Senador (f 410)
SANFIACRE
Ermitaño (f 670)
31 de agosto
A) MARTIROLOGIO
B) B I O G R A F Í A S EXTENSAS
Mateo 27,57-60:
«Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José,
que se había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato
y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden de que se le
entregase. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y
lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca;
luego, hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y
se fue».
Bibliografía
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f 168 Año cristiano. 31 de agosto
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C) BIOGRAFÍAS BREVES
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Filósofo y apologista (f 150)
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Nuestra Señora de los Ojos Grandes 1189
15 de agosto
Madre. Casi con las mismas palabras el conde don Munio Pe-
láez, en documento fechado el año 1123, atestigua que en este
templo, dedicado a la Madre de Dios, se realizan frecuentes e
innumerables milagros.
Los prodigios obrados por la Virgen de Lugo tienen su pri-
mera proyección literaria en el libro de los ljoores et milagros de
Nuestra Señora, de Alfonso X. En la cantiga 77 el Rey Sabio na-
rra, con su sencillez y viveza características, una curación mila-
grosa, cuyo título traducido dice así: «Cómo Santa María sanó
en su iglesia de Santa María de Lugo a una mujer paralítica de
pies y manos».
El regio trovador de María nos ha dejado en el estribillo de
esta cantiga una feliz y breve descripción de la imagen de los
Ojos Grandes, que adopta la actitud de la Virgen de la Leche,
tema iconográfico muy extendido desde la segunda mitad del
siglo XIII: «Da que Deus mamou o leite do seu peito, non é maravilla d
saar, contreito».
El milagro se realiza dentro de la iglesia el 15 de agosto, fes-
tividad de la Virgen: «E no mes de agosto, no día escolleito, na
sa festa grande», como escribe el poeta. Estaban presentes el
obispo «e toda a gente», que no pudieron reprimir las lágrimas y
prorrumpieron en alabanzas a María.
El doctor Pallares recoge en el capítulo LIX de Argos divina:
Nuestra Señora de los Ojos Grandes una serie de hechos extraordi-
narios, principalmente curaciones de enfermos y desahuciados,
atribuidos a la intercesión de la Virgen de Lugo.
Todos ocurrieron en su tiempo, y, aunque tuvo por verdade-
ra y puntual historia las invenciones de los falsos cronicones, su
veracidad, en lo que pudo inquirir directa y personalmente, es
incuestionable. Gran parte de estas curaciones portentosas se
lograban con la aplicación del aceite de las lámparas que ardían
ante el altar de la Virgen, y su fama había llegado a los últimos
confines de la Península.
«De algunas partes vienen por él —escribe Pallares—, y hay
testigos de que a Cádiz lo llevó un indiano, pasando por esta ciu-
dad, de que soy testigo».
A rodear de mayor esplendor y grandeza el culto de la Vir-
gen contribuyó poderosamente la Cofradía de los Ojos Gran-
1194 Año cristiano. Apéndice, 15 de agosto
FRANCISCO V Á Z Q U E Z SACO
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CALENDARIO ESPAÑOL
Luis Flores, Bto. (f 1622), día 19, Margarita del Piceno, Sta. (f 1395),
703-707. día 5, 131.
Luis Francisco Le Brun, Bto. Margarita Ward, Sta. (f 1588), día
(f 1794), día 20, 742-744. 30, 1086-1089.
Luis Liado Teixidor, Bto. (f 1936), María (esposa de Gaspar Vaz), Bta.
día 15, 545-551. (f 1627), día 27, 1002-1007.
Luis Masferrer Vila, Bto. (f 1936), María (esposa del Bto. Tomás Gen-
día 15, 545-551. goro), Bta. (f 1620), día 16, 585-
Luis Matsuo Soyemon, Bto. 586.
(f 1627), día 27, 1002-1007. María (Zaida), Sta. (f 1180), día 21,
Luis IX de Francia, San (f 1270), 770-771.
día 25, 881-887. María Borromea (Verónica) Nar-
Luis Sasanda, Bto. (f 1624), día 25, montowicz, Bta. (f 1943), día 1,
914-918. 31-38.
Luis Urbano Lanaspa, Bto. (f 1936),
María Canisia (Eugenia) Mackie-
día 25, 920. wicz, Bta. (f 1943), día 1, 31-38.
Luis Vulfilacio Huppy, Bto. (f 1794),
María Canuta de Jesús en el Huerto
día 29, 1080.
de Getsemaní (Josefa) Chrobot,
Bta. (f 1943), día 1, 31-38.
Macario, San (f 850), día 18, 641- María Climent Mateu, Bta. (f 1936),
642. día 20, 745-746.
Magdalena (esposa del Bto. Simón María Corsini Beltrame Quatroc-
Bokusai), Bta. (f 1620), día 16, chi, Bta. (f 1965), día 26, 949.
585-586. María Daniela de Jesús y María In-
Magdalena Kiyota, Bta. (f 1627),
maculada (Leonor Árdela) Joz-
día 27, 1002-1007.
wik, Bta. (f 1943), día 1, 31-38.
Magín, San (fecha desconocida), día
María de Jesús Crucificado (María)
19, 700.
Mames, San (f 273), día 17, 616- Baouardy, Bta. (f 1878), día 26,
617. 930-939.
Manes de Guzmán, Bto. (f 1234), María de la Cruz (María Elena)
día 18, 628-635. MacKillop, Bta. (f 1909), día 8,
Manuel Buil Lalueza, Bto. (f 1936), 218-224.
día 13, 444-448. María de la Encarnación (Vicenta)
Manuel Martínez Jarauta, Bto. Rosal, Bta. (f 1886), día 24, 859-
(f 1936), día 15, 545-551. 868.
Manuel Medina Olmos, Bto. María de las Nieves de la Santísima
(f 1936), día 30, 1104-1112. Trinidad Crespo López, Bta.
Manuel Morales, San (f 1926), día (f 1936), día 19, 684-700.
15, 518-524. María de los Desamparados del
Manuel Torras Sais, Bto. (f 1936), Santísimo Sacramento Giner Lis-
día 13, 444-448. ter, Bta. (f 1936), día 19, 684-700.
Marcos de Aviano (Carlos Domin- María de los Dolores de San Fran-
go Cristofori), Bto. (f 1699), día cisco Javier Vidal Cervera, Bta.
13, 442-443. (f 1936), día 19, 684-700.
Marcos Takenoshima Shinyemon, María de Mattias, Sta. (f 1866), día
Bto. (f 1622), día 19, 703-707. 20, 736-740.
índice onomástico 1221
Pío X (papa), San (f 1914), día 2 1 , Ricardo Martín, Bto. (f 1588), día
747-754. 30, 1086-1089.
Plácido García Gilabert, Bto. Roberto Bickendike, Bto. (f 1586),
(f 1936), día 16, 588. día 8, 241-242.
Ponciano (papa), San (f 236), día Roberto Morton, Bto. (j-1588), día
13, 392-397. 28, 1042-1046.
Presentación de la Sagrada Familia Rogerio Cadwallador, Bto. (f 1610),
(Pascuala) Gallen Martí, Bta. día 27, 1001-1002.
(f 1936), día 8, 228-239. Roque, San (f 1379), día 16, 562-
Privato, San (f 407), día 21, 770. 565.
Rosa de Lima, Sta. (f 1617), día 23,
Radegunda, Sta. (f 587), día 13, 804-811.
406-410. Rosa de Nuestra Señora del Buen
Rafael A l o n s o G u t i é r r e z , Bto. Consejo P e d r e t Rull, Bta.
(f 1936), día 11, 327-331. (f 1936), día 19, 684-700.
Rafael Briega Morales, Bto. (f 1936), Rosa Fan Hui, Sta. (f 1900), día 16,
día 15, 545-551. 587-588.
R a i n a l d o de C o n c o r e g i o , B t o . Rosario (Petra María Victoria) Quin-
(f 1321), día 18, 642-643. tana Argos, Bta. (f 1936), día 23,
Rainiero de Espálate, San (f 1180), 815-821.
día 4, 111-112. Rubén de Jesús López Aguilar, Bto.
R a m ó n Grimaltós Monllor, Bto. (f 1936), día 9, 284-290.
(f 1936), día 23, 823-824.
Ramón Illa Salvia, Bto. (f 1936), Sabina de Roma, Sta. (f s. v), día
día 15, 545-551. 29, 1076-1077.
Ramón Martí Soriano, Bto. (f 1936), S a l v a d o r E s t r u g o Solves, B t o .
día 27, 1009-1010. (f 1936), día 2 1 , 772-773.
Ramón Nonato, San (f 1240), día Salvador F e r r a n d i s Seguí, Bto.
31,1163-1167. (f 1936), día 3, 84-87.
R a m ó n N o v i c h R a b i o n e t , Bto. Salvador Lara Puente, San (f 1926),
(f 1936), día 13, 444-448. día 15, 518-524.
Ramón Peiró Victorí, Bto. (f 1936), Salvador Pigem Serra, Bto. (f 1936),
día 21, 773. día 13, 444-448.
Recaredo de Torrente (José Ma- Samuel (profeta), San (Antiguo Tes-
ría López Mora), Bto. (f 1936), tamento), día 20, 718-728.
día 1, 24-31. Sancha (Janina) Szymkowyak, Bta.
Ricardo Bere, Bto. (f 1537), día 9, (f 1942), día 29, 1083-1084.
297-298. Santa María la Mayor, cf. Nuestra
Ricardo Herst, Bto. (f 1618), día Señora de las Nieves.
29, 1079-1080. Santiago (hijo del Bto. Tomás Gen-
Ricardo Kirkman, Bto. (f 1582), goro), Bto. (f 1620), día 16, 585-
día 22, 800-801. 586.
Ricardo Leigh, Bto. (f 1588), día Santiago Bianconi, Bto. (f 1301),
30, 1086-1089. día 22, 798.
Ricardo Lloyd, Bto. (f 1588), día Santiago Claxton, Bto. (f 1588), día
30, 1086-1089. 28, 1042-1046.
1224 Índice onomástico
Santiago Do Mai Nam, San (f 1838), Teresa Braceo, Bta. (f 1944), día
día 12, 384-385. 29, 1084.
Santiago Gapp, Bto. (f 1943), día Teresa de Jesús Jornet Ibars, Sta.
13, 426-435. (f 1897), día 26, 939-945.
Santiago Kyuhei Gorobioye Tomo- Teresa de la Madre del Divino Pas-
naga, San (f 1633), día 17, 618- tor Chambo Pales, Bta. (f 1936),
619.
día 19, 684-700.
Santiago Matsuo Denshi, Bto.
(f 1622), día 19, 703-707. Timoteo de Montecchio, Bto.
Santiago Retouret, Bto. (f 1794), fl-1504), día 22, 798-799.
día 26, 945-946. Timoteo Valero (Pérez), Bto.
Santos de Urbino Brancorsini, Bto. (f 1936), día 1,24-31.
(f 1390), día 14, 471-472. Tomás Capdevila Miró, Bto.
Sebastián Calvo Martínez, Bto. (f 1936), día 13, 444-448.
(f 1936), día 12, 386-388. Tomás de Cantelupe, Sto. (f 1282),
Sebastián Riera Coromina, Bto. día 25, 912-914.
(f 1936), día 15, 545-551. Tomás de Kempis, Bto. (f 1471),
Sebbi, San (f 693), día 29, 1077- día 24, 1196-1203.
1078. Tomás Felton, Bto. (f 1588), día
Secundino María Ortega García, 28, 1042-1046.
Bto. (f 1936), día 13, 444-448. Tomás Gengoro, Bto. (j- 1620), día
Serafina (Manuela Justa) Fernán-
dez Ibero, Bta. (f 1936), día 23, 16, 585-586.
815-821. Tomás Holford, Bto. (f 1588), día
Sidonio Apolinar, San (f 479), día 28, 1042-1046.
21, 754-757. Tomás Koyanagi, Bto. (•)-1622), día
Simeón Lukac, Bto. (f 1964), día 19, 703-707.
22, 802-803. Tomás Percy, Bto. (f 1572), día 22,
Simón Bokusai Kyota, Bto. 799.
(f 1620), día 16, 585-586. Tomás Sitjar Fortiá, Bto. (f 1936),
Sinforiano, San (f s. m/iv), día 22, día 19, 673-683.
797-798. Tomás Welbourne, Bto. (f 1605),
Sixto II (papa), San (f 258), día 7 día 1, 40-41.
(memoria), 153-158. Tomás Whitaker, Bto. (f 1646), día
Sixto III (papa), San (f 440), día 7, 192-194.
19, 701. Tomás Wo Jinyemon, Bto. (f 1627),
día 27, 1002-1007.
Tadeo Dulny, Bto. (f 1942), día 6, Transfiguración del Señor, día 6,
152. 133-141.
Tarsicio, San (f 257), día 15, 485-
492. Uldarico (Juan Bautista) Guillaume,
Teodoro Ruiz de Larrinaga García, Bto. (f 1794), día 27, 970-979.
Bto. (f 1936), día 13, 444-448. Urbano Gil (Sáez), Bto. (f 1936),
Teresa Benedicta de la Cruz (Edith día 1, 24-31.
Stein), Sta. (f 1942), día 9, 245- Urbano Gil Sáez, Bto. (f 1936), día
272. 23, 824-826.
Índice onomástico 1225