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Androcentrismo en filosofía
La filosofía es un producto de la humanidad y se asocia inmediatamente con el
uso puro de la razón. El problema central radica en que las mujeres, durante
muchísimos siglos, no hemos sido consideradas parte de la humanidad. Si bien se
nos consideraba seres humanos, no se nos concedían las características necesarias
para ser consideradas personas capaces de entrar en la dinámica del pensamiento.
A lo largo de la historia los filósofos han presentado a la mujer en general como
un ser irracional, dominado por sus emociones, propensa a la enfermedad, presa
de la vanidad y la coquetería y asociada con la naturaleza más que con la cultura.
Esto ha impedido efectivamente que la mujer sea validada como legítima
productora de conocimiento.
Si repasamos la historia de la filosofía, vemos que las filósofas mujeres son o
bien pocas o bien poco conocidas. Si observamos la historia de las ideas de la
mujer y la feminidad, notamos que las capacidades de racionalidad, abstracción y
universalización (propiedades claves del pensar filosófico dominante) no le
pertenecen «por naturaleza». Tradicionalmente se le ha negado agencia
epistémica a la mujer justamente por los esfuerzos que se hicieron para justificar
su inferioridad natural en relación al hombre. No es casual, entonces, que cuando
estudiamos filosofía casi no nos crucemos con filósofas mujeres. Aquellos que
producen el conocimiento son quienes dan forma a la selección de lo que leemos.
En el caso de la filosofía, como en todas las áreas de producción de
conocimiento, la figura del varón hegemónico (cisexual, heterosexual, blanco,
capacitado, propietario, etc.) ha sido la dominante y la única tradicionalmente
legítima.
El discurso filosófico es un discurso androcéntrico en tanto ha sido
tradicionalmente elaborado desde la perspectiva privilegiada del varón,
quien, distorsionadamente, se ha comprendido como el género neutro y
universal de la humanidad. La crítica más severa a los discursos
filosóficos tradicionales es, entonces, que de universales tienen muy
poco en tanto la porción de la humanidad que la produjo y a la cual está
destinada es más bien reducida; y las experiencias, preocupaciones y
pensamientos de esta porción reducida de la humanidad ha sido
extrapolada al carácter de lo genérico, lo neutral y lo universal (como si
fueran las experiencias, preocupaciones y pensamientos de todo ser
humano en general). Este fenómeno nos deja en la perplejidad de si
acaso las personas que no pertenecemos a ese grupo privilegiado
estamos o no incluidas en estos discursos sobre la humanidad.