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8M, TEORIA FEMINISTA

No hay Sócrates sin Diotima: sobre


androcentrismo y sexismo en filosofía

Por Danila Suárez Tomé [https://twitter.com/daniladebingen]  y Laura F.


Belli [https://twitter.com/LauraFBelli] * 

¿Qué es la filosofía? No es fácil ofrecer una sola definición, pero sí podemos


decir con certeza que la filosofía es una actividad humana. Si, por un lado,
la queremos definir como una disciplina, nos remontaremos muchos siglos
atrás a los primeros griegos que reflexionaron de modo filosófico y
presentaremos la historia de la filosofía según sus personajes destacados y
sistemas filosóficos. Si, por otro lado, la queremos definir como una actitud
existencial, diremos que todas/os tenemos preocupaciones y
cuestionamientos filosóficos (¿qué es lo bueno, lo justo, lo bello, lo
verdadero? ¿por qué estamos acá? ¿qué es la vida y qué es la muerte?) y
que algunas/os nos dedicamos a indagar más sobre estas cuestiones, las
conceptualizamos y armamos teorías para intentar responder a las grandes
preguntas de la humanidad. Cualquiera sea el camino que tome nuestra
búsqueda, nos encontramos con el mismo problema en el punto de partida:
la filosofía desde sus inicios se conformó como una práctica androcéntrica y
sexista.

Androcentrismo en filosofía

La filosofía es un producto de la humanidad y se asocia inmediatamente


con el uso puro de la razón. El problema central radica en que las mujeres,
durante muchísimos siglos, no hemos sido consideradas parte de la
humanidad. Si bien se nos consideraba seres humanos, no se nos concedían
las características necesarias para ser consideradas personas capaces de
entrar en la dinámica del pensamiento. A lo largo de la historia los filósofos
han presentado a la mujer en general como un ser irracional, dominado por
sus emociones, propensa a la enfermedad, presa de la vanidad y la
coquetería y asociada con la naturaleza más que con la cultura. Esto ha
impedido efectivamente que la mujer sea validada como legítima
productora de conocimiento.

Si repasamos la historia de la filosofía, vemos que las filósofas mujeres son


o bien pocas o bien poco conocidas. Si observamos la historia de las ideas
de la mujer y la feminidad, notamos que las capacidades de racionalidad,
abstracción y universalización (propiedades claves del pensar filosófico
dominante) no le pertenecen «por naturaleza». Tradicionalmente se le ha
negado agencia epistémica a la mujer justamente por los esfuerzos que se
hicieron para justificar su inferioridad natural en relación al hombre. No es
casual, entonces, que cuando estudiamos filosofía casi no nos crucemos
con filósofas mujeres. Aquellos que producen el conocimiento son quienes
dan forma a la selección de lo que leemos. En el caso de la filosofía, como
en todas las áreas de producción de conocimiento, la figura del varón
hegemónico (cisexual, heterosexual, blanco, capacitado, propietario, etc.)
ha sido la dominante y la única tradicionalmente legítima.

El discurso filosófico es un discurso androcéntrico en tanto ha sido


tradicionalmente elaborado desde la perspectiva privilegiada del varón,
quien, distorsionadamente, se ha comprendido como el género neutro y
universal de la humanidad. La crítica más severa a los discursos filosóficos
tradicionales es, entonces, que de universales tienen muy poco en tanto la
porción de la humanidad que la produjo y a la cual está destinada es más
bien reducida; y las experiencias, preocupaciones y pensamientos de esta
porción reducida de la humanidad ha sido extrapolada al carácter de lo
genérico, lo neutral y lo universal (como si fueran las experiencias,
preocupaciones y pensamientos de todo ser humano en general). Este
fenómeno nos deja en la perplejidad de si acaso las personas que no
pertenecemos a ese grupo privilegiado estamos o no incluidas en estos
discursos sobre la humanidad.

Sexismo en la práctica filosófica

El

pensamiento filosófico en Argentina y en América Latina también tiene


rostro de varón. La profesionalización de la práctica filosófica en nuestro
país en las primeras décadas del siglo XX estuvo en manos de un grupo de
hombres —los “patriarcas” responsables de la reestructuración de la
disciplina, como los llamó Francisco Romero (1891-1962)— que marcaron el
camino que las mujeres filósofas intentamos desandar hoy. Los primeros
cursos y conferencias, las primeras revistas especializadas y la creación de
cátedras especialmente dedicadas a esta disciplina, situaron el ejercicio
filosófico bajo la órbita del saber varonil. Los relatos sobre estos momentos
fundantes no recogen ningún nombre femenino. La ausencia de la mujer en
la filosofía argentina fue normalizada, ignorada e invisibilizada. Y en
muchos espacios aún sigue siéndolo.

El ingreso de las mujeres a los estudios superiores en Argentina se dio


mayoritariamente en carreras del ámbito de la salud (relacionadas con el
cuidado, tarea que tradicionalmente se asigna a las mujeres) y carreras
humanísticas, vistas como más “femeninas”. Sin embargo, cabe observar
que la cantidad de mujeres inscriptas (que en la actualidad en la mayoría de
los casos supera a la matrícula masculina) no se equipara necesariamente
con la posibilidad de participación en grupos de estudio, cátedras,
publicaciones y en la carrera académica luego de graduarse. La presencia
mayoritaria de mujeres no es condición suficiente para lograr la paridad: las
mujeres están menos representadas en los cargos jerárquicos que sus pares
hombres.

De acuerdo con un trabajo de análisis y relevamiento publicado en 2015


[http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/46552/Documento_completo.pdf
sequence=4] , de las 47 universidades nacionales el plantel docente se
encontraba compuesto en total por un 48.27% de mujeres y un 51.73% de
hombres. Sin embargo, los puestos más altos eran ocupados por varones:
62% de varones titulares de cátedra contra 38% de mujeres y 61% contra
39% en el cargo de asociado. En cuanto a las/os ayudantes de 1era (primer
escalafón en muchas instituciones) los varones (46%) son superados por las
mujeres (54%). Es aún más notorio en el caso de las/os rectoras/es: 42
varones y sólo 5 mujeres. Este hecho no es particular a nuestro país. En
todo el mundo las mujeres son una parte muy importante del cuerpo de
estudiantes de pregrado, pero a medida que avanza en la carrera, su
presencia se reduce. Especialmente en los puestos de decisión.

Elaboración propia sobre informe de la UNLP

Ahora bien, ¿a qué se debe esta desalentadora tendencia? Al carácter


androcéntrico del sistema que da preferencia a los varones frente a las
mujeres; a la decisión de tener hijos que —por falta de repartición equitativa
de tareas— obliga a las mujeres a disminuir su producción académica
quedando en desventaja frente a sus colegas varones; y, por supuesto, al
siempre presente factor del “techo de cristal y suelo pegajoso”
[https://elgatoylacaja.com.ar/escaleras-y-serpientes/] en la academia.

En relación con la carrera de filosofía, las mujeres estamos


subrepresentadas a nivel mundial, especialmente en el cuerpo docente y los
estudios de posgrado. Tomemos el caso de los Estados Unidos
[http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1527-2001.2012.01306.x/full] :
los datos más recientes muestran un fuerte declive en la cantidad de
mujeres inscritas a medida que se pasa de los niveles iniciales de la carrera
hacia los estudios de posgrado. Este declive puede ser explicado en parte
por la falta de mujeres en el cuerpo docente que oficien de “mentoras” a las
estudiantes y cuya ausencia también desmotiva a las jóvenes, mostrándoles
que no tienen lugar en ese campo de trabajo. En el Reino Unido la situación
es similar [http://www.swipuk.org/notices/2011-09-
08/Women%20in%20Philosophy%20in%20the%20UK%20(BPA-
SWIPUK%20Report).pdf] : la cantidad de mujeres disminuye a medida que
se avanza hacia estudios de maestría y doctorado. Y al momento de realizar
el estudio, eran sólo el 24% del cuerpo docente. En Australia
[http://aap.org.au/Resources/Documents/publications/IPWPP/IPWPP_ExecutiveSum
se replica la tendencia: las mujeres no superan el 23% en los cargos
docentes en la carrera de filosofía, siendo menos en los cargos más altos.

Lamentablemente no hay datos sistematizados a nivel nacional, pero


podemos suponer que el panorama en las universidades argentinas no es
mucho más alentador. Es por ello que uno de los objetivos que nos llevó a
crear la Red Argentina de Mujeres en Filosofía (RedAMEF
[http://redamef.org/] ) fue poder llevar adelante este tipo de análisis que
permite poner de manifiesto un orden que muchas veces se toma como
natural y que no hace más que sostener la desigualdad entre varones y
mujeres, para así poder lograr la visibilización de nuestra labor en diferentes
espacios de intervención filosófica.

Finalmente, nos resta aclarar que la propuesta de la crítica y revisión del


androcentrismo y el sexismo en la filosofía en tanto corpus bibliográfico y
práctica busca visibilizar la gran porción de la experiencia humana que ha
quedado por fuera de los discursos filosóficos y legitimar su estatuto como
sujetas/os epistémicas/os. La crítica no apunta a una destrucción del pensar
filosófico, a una desacreditación de las corrientes y pensadores
tradicionales, sino a aprovechar el espacio de apertura que nos provee
pensar esas experiencias que han quedado por fuera, reapropiarnos de la
filosofía desde nuestra experiencia y generar un conocimiento más rico en
voces y perspectivas. Sin dudas, las mujeres tenemos mucho para decir
dado que hasta ahora se nos ha permitido decir muy poco.

Imagen: «Sócrates y Diotima con un discípulo» de Fraz Caucig.

* Danila Suárez Tomé es doctoranda en Filosofía y Laura Belli es doctora en


Filosofía. Ambas son  co-fundadoras de la Red Argentina de Mujeres en
Filosofía  [https://twitter.com/RedAMEF]

25 FEBRERO, 2017

ETIQUETAS: 8M, ANDROCENTRISMO, CIENCIA, CIENTÍFICO, CONOCIMIENTO, DANILA SUAREZ TOME,


FILOSOFÍA, LAURA BELLI, SEXISMO

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