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Pueblo de Caballería y Ganado

Los llanos orientales de Colombia son el resultado de un proceso de mestizaje


entre las culturas indígena y española, sin descartar los aportes que pudo hacer la cultura
afro al territorio. Fue, por mucho tiempo, fiel a su propia historia, realzando su cultura y
protegiéndola con valentía de la intervención foránea. En este escrito, centralizando el
campo de estudio, voy a hablar del Casanare, departamento que muestra el papel
histórico de la cultura llanera en el proceso de independencia de Colombia.

Para comenzar hay que hablar un poco de la historia previa a la colonización. En


este territorio se asentaban los grupos Achagua, Sáliva y Guahibo (Reyes, 2003: 9),
entre estos existía una visión económica similar, carente de propiedad privada y dotada
de un componente “ecológico”, que producía una cercanía entre estas comunidades,
facilitando así el comercio entre ellos. Eran grupos agricultores y pescadores, tenían una
división de trabajo desarrollada entre grupos y podían llegar a hacer intercambios con
comunidades andinas que les dotaban de sal y minerales carentes en los llanos.

Pero el proceso que constituyó el cambio de indígena a llanero fue la


colonización. La población indígena previa a la llegada del español era abundante, pero
con la llegada del europeo se provocó un proceso de exterminio indigena. Este
exterminio se dio por la vía de la expulsión, la enfermedad y el mestizaje, tanto cultural
como biológico. Las redes de comercio previamente señaladas desaparecieron y solo
quedó un amplio territorio sin ningún tipo de riqueza. Se llevó un proceso de
alejamiento del indígena y acercamiento al español, pero el proceso que definió la
cultura llanera sobre cualquier otra cultura colombiana fue la llegada del ganado y el
caballo.

El caballo aparece en los llanos como un bien exclusivo del español, pero
posteriormente, tiempo después, cuando el uso del caballo se flexibilizó, el indígena
aprendió a domesticar este animal, volviéndose en “Un hombre a caballo”, dejándonos
los primeros retazos del mestizaje cultural. “el indio jinete no fue ya tan indio, ni para
sí mismo, ni para otros, ni para los blancos” (Ortegón, 2002: 12).

El otro componente en la formación del llanero fue el ganado, que al llegar al


llano se dejó en libertad, provocando una sobre reproducción de estos animales y
formando en el llano un atractivo económico que hizo de este territorio un lugar al que
mirar, desde la perspectiva española. Lo anterior trajo al territorio las reducciones de
misiones eclesiásticas, donde finalmente se le daría al indígena la posibilidad de trabajar
con el ganado, volviéndolo finalmente el Llanero que ahora conocemos.

Ahora tenemos un indígena a caballo y ganadero, que rápidamente se volvería


en un grandísimo jinete, similar o incluso superior al mismo español, y que, con la
expulsión de los jesuitas de América, se le dejaría la misión del cuidado del ganado. Ya
no tenemos a un indígena, ahora es un llanero, que veía en sus tierras extensas ganado y
caballos, y en sus aguas abundantes el sustento de estos. Simplemente, el llanero veía en
su territorio un paisaje del que enamorarse.

Con la formación final del llanero, y contextualizo al 1816, aún con los cambios
culturales que pudieron haberse producido en los Llanos, las raíces llaneras ya estaban
configuradas. En este año teniamos un pueblo pobre, que se le atribuía su falta de
progreso a sus afinidades religiosas y falta de producción de suelos (Vanegas, 2019),
pero al mismo tiempo tenemos un pueblo independentista, tanto del bando español
como del patriota, un pueblo que buscaba su propia nación en base al desarrollo
histórico de su cultura, que al igual que este, la nación se fundara bajo los pilares del
caballo y el ganado.

Con esto vemos un Llanero que por muchos años ha permanecido con las
mismas raíces culturales, que al parecer se ha apoderado de parte de la fuerza del
caballo, que según ellos surge de la carne de la vaca, su ferocidad, sus ganas de lucha
por lo que es suyo, su cultura e historia que, en el momento, se materializaba con la
recuperación de su territorio, pues que es el territorio sino un gran baúl con la historia
de sus habitantes. Esto fue justamente lo que buscaban los independentistas al visitar
Casanare, “instruir las fuerzas que debían servir de base para la recuperación del Nuevo
Reino” (Vanegas, 2019), pues, así como en gran parte de la historia, los
independentistas vieron en el Llano la chispa de ferocidad que les ha identificado.

Si bien, tiempo después, la cultura del Llanero se ha sincretizado nuevamente


con la llegada de las petroleras al territorio, aún es vigente la figura del Llanero
ganadero y amante de los caballos, porque después de todo, un proceso de casi 400 años
no se borra ni con todo el dinero del mundo. Finalmente, Colombia es nación en parte
por el Llanero, ese hombre a caballo que cuida del ganado y su tierra, que resguarda su
historia en su cultura. Ese hombre tiene una deuda por cobrar con la nación.
Bibliografía:

-Ortegón, Cachi; (2002); Guion museográfico: Museo del hombre Llanero. Yopal-
Casanare-Colombia,
-Reyes, Francisca; (2003); “Eso si es Llano, Cuñao”- Etnografía de un hato en
Casanare; Universidad de los Andes, Departamento de Antropología; Tesis de
Grado.
-Vanegas, Isidro (2019); Las Batallas de Boyacá. Hombres, Mujeres, Experiencias;
Colección Historias; Tomado en PDF.

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