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ARTÍCULO

HACIA EL ORIENTE DE LA REGIÓN VALLISERRANA:


HISTORIA DIAGUITA DE TAFÍ DEL VALLE, TUCUMÁN
TOWARDS THE EAST OF THE VALLISERRANA REGION: DIAGUITA HISTORY IN
TAFÍ DEL VALLE, TUCUMÁN
I
MANASSE, BÁRBARA

O riginal Recibido el 15 de Noviembre de 2013 • O riginal Aceptado el 28 de Noviembre de 2014

RESUMEN

Abordamos el estudio del pasado indígena inmediatamente anterior a la conquista española de Tafí del
Valle, en el oeste tucumano, período escasamente conocido y, en ciertos espacios sociales, expresamente
ignorado y negado. Presentamos resultados de investigaciones realizadas en distintos puntos del valle con-
templando áreas residenciales, espacios productivos y de sentido ritual y simbólico. Discutimos propuestas
sobre el lugar que este valle habría tenido en el marco del Tardío regional. En ese marco nos detenemos,
en particular, en analizar la problemática –de alta relevancia social y política actual– sobre la continuidad o
discontinuidad poblacional. Desde la arqueología procuramos aportar herramientas que, hoy en Tafí son
utilizadas para la construcción de versiones del pasado alternativas a la de la historia oficial. En aquellas, los
pobladores actuales se reconocen originarios de esta región.
PALABRAS CLAVE: Pasado indígena reciente; Tafí del Valle; Continuidad poblacional; Territorio.

ABSTRACT

We approach the study of the indigenous past immediately prior to the Spanish conquest of Tafí del
Valle, western Tucumán, a barely known period and, in certain social spaces, specifically ignored and de-
nied. We present the results of several researches conducted at different parts of the valley contemplating
residential areas, productive spaces with both ritual and symbolic meaning. We discuss proposals on the role
this valley could have had under the regional Late Period. We pause to analyze this problem -of high social
and political relevance- in this light of population continuities or discontinuities. Using archeology we seek
to provide tools that present Tafí communities can use to build alternatives versions of their past, in relation
to the official story, in which current inhabitants can recognize themselves as natives to this region.
KEYWORDS: Recent indigenous past; Tafí del Valle; Population continuity; Territory.

I
Escuela de Arqueología, UNCa • Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias Naturales e IML, UNT. J. Chaile
s/n (CP 4137), Los Cuartos, Tafí del Valle, Tucumán, Argentina • E-Mail: bamanasse@gmail.com

ARQUEOLOGÍA 20 Dossier: 217-239 • 2014 • Instituto


­­ de Arqueología • FFyL. UBA
ISSN 0327-5159 (Versión impresa) • ISSN 1853-8126 (Versión en línea)
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INTRODUCCIÓN cuestión, por marcar uno de los aspectos


centrales, el origen y carácter de los pueblos
“Emplearse en lo estéril cuando se puede hacer lo útil, indígenas locales que se han conformado en
ocuparse en lo fácil cuando se tiene bríos para inten- Comunidades, de acuerdo a lo que estipula la
tar lo difícil, legislación nacional3. Ese tiempo que se inicia
es despojar de su dignidad al talento.” en el segundo milenio de la EC es, por ende,
José Martí relevante para la historia local, tanto desde el
punto de vista cultural e histórico, como del
En este artículo nos vamos a referir a un político. Es un pedazo de historia nativa muy
pasado indígena relativamente próximo en poco conocido, cuyo interés científico se fue
Tafí del Valle, al oeste de la provincia de entrelazando con preguntas, cuestionamien-
Tucumán; cercano, por no haber sucedido tos y silencios que fuimos descubriendo en
hace tanto tiempo atrás, pero también por- los relatos que circulan entre la gente del valle
que así lo percibe la población nativa actual. (Manasse 2012a). Habíamos visto (en los tex-
Vamos a focalizar en la primera mitad del se- tos) y habíamos escuchado (en los discursos
gundo milenio de la Era Cristiana (EC), tiem- en las escuelas, en los relatos de los museos
pos que son caracterizados en la arqueología o de los operadores turísticos) historias que
argentina por evidencias de sociedades con omitían historias; y otras, poco coinciden-
un creciente dominio y control territorial y tes con los resultados de nuestros primeros
político (período “Tardío” o de “Desarrollos estudios científicos en la zona y, por cierto,
Regionales”)1, y que la gente de este valle, el muy útiles a los intereses de los sectores so-
de Tafí, y de regiones aledañas está recono- ciales hegemónicos de la región. Trabajar e
ciendo como “historia diaguita”. investigar sobre los tiempos inmediatamente
anteriores a la conquista española, y aún los
A diferencia de lo que sucede en el valle previos a la época del dominio inca, signifi-
de Yocavil, la información sobre los pueblos ca un desafío científico, pero para nosotros,
pastores y agricultores que habitaron Tafí a antes que nada, un desafío histórico, político
comienzos de la EC es muy abundante2; se y social. En el presente artículo procuramos
trata de aquellos, a los que se suele identifi- brindar un primer panorama de los resulta-
car como hacedores y cultores de los mono- dos de nuestros estudios.
litos (“menhires”) y del montículo ceremo-
nial de El Mollar. Desde las investigaciones
de Ambrosetti en adelante –a fines del siglo AL ORIENTE DE LA REGIÓN
XIX– este período ha cobrado una gran rele- VALLISERRANA…
vancia en la historia de Tafí, llegando a dejar
a un lado otros fragmentos temporales del “Soy nacida en el campo, en los cerros de Tafí,
pasado indígena prehispánico, como los que donde abunda el ganado y los quesos con ají.
abordamos en este artículo. agüita de anís, agüita de anís,
yo soy de Tafí, yo soy de Tafí”.
Las narrativas sobre el pasado local cons- Isidora Guanco –coplera.
tituyen un eje de análisis importante en el
presente de la región por su potencial articu- Tafí del Valle forma parte de la orilla orien-
lación con otras problemáticas, tales como su tal de los valles calchaquíes o, también, si se
implicancia en la generación de condiciones lo mira desde el llano tucumano, de las pri-
de producción de subjetividad o, también, meras estribaciones serranas que coronan las
en los procesos de etnización que, prota- selvas y los bosques de las yungas. Una y otra
gonizados por los sectores lugareños histó- de las miradas lo caracteriza ambiental e his-
ricos están cobrando consistencia en las úl- tóricamente; la primera, desde la arqueología
timas tres décadas. En este marco, entra en y la segunda desde la historia, distinguiendo,

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antes bien, el lugar que se le atribuye en dis- nan las yungas orientales es permanente por
tintas épocas de su pasado; un pasado que se parte de la gente de Tafí, así como también lo
sigue narrando (investigando) desde los pre- son las vegas de altura de los cerros del oeste.
ceptos y percepciones urbanas, modernas y De hecho, si atendemos al modo de percibir
occidentales. y vivir los espacios de los habitantes nativos,
es imposible separar al valle de Tafí –nombre
El oriente de la región valliserrana –estos con que se identifica esta cuenca tectónica–
espacios, como el de Tafí, de mayor humedad del área de bosques montanos orientales, de
y más proximidad a la región de bosques y los pequeños valles de altura septentrionales,
selvas pedemontanas– fue incorporado a la así como del área occidental vinculada a la
historia indígena prehispánica más reciente sierra de Aconquija (Manasse 2012a)5. Los
como área periférica, como una de las tan- territorios no coinciden espacialmente con la
tas áreas de explotación complementaria a cuenca tectónica; su presente y su pasado los
aquellas, más urbanizadas (¿desarrolladas?), configuran en mosaicos que se entrecruzan
del oeste. Vinculado4 al área Calchaquí por en una compleja trama que requiere ser anali-
las sierras del Aconquija, las narrativas sobre zada más allá de las identificaciones y aprecia-
su pasado prehispánico y colonial frecuen- ciones de la geografía, así como también, de
temente lo desprendían de esas regiones. otras disciplinas científicas6.
Enclavado al este de esa cadena montañosa
conforma un espacio interserrano, aún recep- CONSTRUYENDO HISTORIA’S
tor de algunos vientos húmedos del Atlántico
que sobrepasan las serranías de las Cumbres Desde diferentes enfoques teóricos arqueo-
de Tafí y Mala-Mala y al Ñuñorco. Se tra- lógicos, el valle de Tafí se constituyó, para el
ta de una cuenca tectónica de hundimiento período en consideración, en un lugar con
que presenta una densa red de drenaje cuyo historia dependiente de lo que se infiere para
eje principal es el río Tafí, con numerosos los valles occidentales. El incremento demo-
afluentes a lo largo de su trayecto. En su por- gráfico, el desarrollo especialmente centrado
ción superior estos ríos suelen ser torrento- en la agricultura, la conformación de centros
sos, ensanchando sus cauces en la parte más urbanos con poblaciones definidas desde su
baja del valle conformando amplios abanicos jerarquía política (jefaturas o señoríos) que
aluviales. De clima semiárido con lluvias esti- confrontan y compiten por los recursos, ca-
vales, Tafí se caracteriza por inviernos fríos y racterizarían el proceso en el cual Tafí se in-
mayormente secos hasta el punto de perderse serta en la primera mitad del segundo milenio
casi toda la vegetación y endurecerse notable- de la EC como espacio complementario y
mente los suelos, que reverdecen en veranos como frontera; es objeto de usufructo, es un
cálidos moderados. A partir de fines de no- área explotada por parte de poblaciones del
viembre comienza la época de lluvias, hasta oeste (Manasse 2012a).
marzo aproximadamente, y de mayo a sep-
tiembre hay importantes heladas con algunas Sin embargo, se hace necesario evaluar el
nevadas en pleno invierno. soporte empírico para realizar ese tipo de ase-
veraciones, dado que en ningún caso se trató
Se trata de un ámbito propicio para la prác- de resultados de investigaciones sistemáticas
tica agrícola y pastoril, contando, a su vez, sobre este período, quedando reducido a una
con fauna silvestre diversa. Su altura (2000 serie de datos aprovechados de modo hete-
msnm aproximadamente) solo permite la rogéneo por estudios posteriores. Un caso
formación de pastizales y bosquecillos de ali- paradigmático es el del Pucará de las Lomas
sos y queñoas en lugares resguardados y con Verdes, localizado en el norte del valle, des-
buena insolación, sin embargo, hay que des- crito por primera vez a mediados del siglo
tacar que el acceso a los bosques que coro- XX por la geógrafa del Instituto de Estudios

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Geográficos de la UNT, Selva Santillán de tos de la parte baja que habría sido coronado
Andrés (1951). El sitio –una gran aldea en por el Pucará de las Lomas Verdes. Se trata de
términos de la investigadora– está emplaza- un conjunto de al menos cinco depresiones
do en un morro de las Cumbres Calchaquíes de morfología rectangular y circular, que solo
con excelente vista al valle, articulándose es- excepcionalmente manifiestan la presencia de
pacialmente con estructuras de cultivo y de piedras en sus contornos (González y Núñez
asentamiento permanente de la parte baja. Regueiro 1960). La alfarería hallada da cuenta
Toda clase de interpretaciones históricas se de varias centurias de ocupación9. Este tipo
ha planteado a partir de las evidencias presen- de alfarerías también fueron halladas más al
tadas por esa autora. El hallazgo en superficie norte, en Carapunco, en el sitio conocido
de “…gran cantidad de fragmentos de alfare- como La Bolsa10. Al sur del valle, las únicas
ría, algunos de los cuales pertenecen al tipo de referencias con las que se cuenta, son las de
urnas santamarianas, otras al tipo Belén y al- unas depresiones cuadrangulares en proximi-
gunas alfarerías toscas sin caracteres especia- dades del cerro Pelao a poco más de 1 km
les” (Santillán de Andrés 1951: 23), dio lugar de distancia del montículo de Casas Viejas (cf.
a inferencias que variaron desde la discusión Núñez Regueiro y García Azcárate 1996).
sobre su pertenencia diaguita, la introducción
de mitimaes en tiempos del imperio inca, la Las inferencias que se venían elaborando
explotación multiétnica de estas regiones o sobre el pasado prehispánico más reciente de
la existencia de tensiones y conflictos en el Tafí estaban apoyadas, de este modo, sobre
segundo milenio de la EC y el carácter defen- información que podemos evaluar como aún
sivo del asentamiento, por ejemplo7. Todas insuficiente. Ello podría ser justificado, desde
ellas coinciden en interpretar el valle de Tafí un punto de vista científico, por los intereses
como parte del espacio de incumbencia y propios de la disciplina arqueológica. Pero
explotación por parte de “sociedades santa- desde uno histórico y social se hace necesa-
marianas”8, generando un constructo que ha rio abordar nuevos estudios con premura. La
llevado a toda serie de interpretaciones his- idea de que Tafí fue un espacio aprovechado
tóricas erradas o, al menos, cuestionables; la por sus condiciones ecológicamente comple-
existencia de alfarería con rasgos estilísticos mentarias por sociedades de otras regiones
reconocidos como típicos de piezas halladas más desarrolladas o relevantes desde el punto
en el valle de Yocavil ha sido explicada en tér- de vista político y económico, implica su ca-
minos de presencia de gente proveniente de rácter periférico per se. De allí, el peso de este
esa región (cf. Barbieri de Santamarina 1945; tipo de interpretaciones arqueológicas.
Bregante 1926; Bruch 1911; Quiroga 1899,
por ejemplo). Los modos y sentidos de pre- Así, según los investigadores que trabajan
sentación y representación son interpretados en los Valles Calchaquíes, el de Tafí habría
en términos de “culturas” en su concepción estado integrado social, cultural y/o econó-
normativa y evolucionista (cf. González y micamente a la región de Yocavil (cf. Lorandi
Núñez Regueiro 1960; Sempé 1999). 1985; Palamarczuk 2009; Tarragó 1974, 1999;
Tarragó y González 2005). Para Tarragó
Alberto R. González también se respaldaba (1995: 232), en “…Yocavil se dio una dinámi-
en la existencia de aquel “pucará” para atribuir ca estructurada tanto por colonización efec-
al período tardío las estructuras rectangula- tiva como por intercambio. La primera se ha-
res observadas en distintos sectores del valle bría operado hacia el oriente a fin de controlar
de Tafí en un vuelo a baja altura (González las ‘yungas tucumanas’ a través del paso del
1956). Su hipótesis fue contrastada pocos Infiernillo”11. Siguiendo el modelo de la com-
años después con las excavaciones que diri- plementariedad ecológica trazado por John
gió en la zona de La Quebradita (sitio del Km Murra (1976), con anclaje en los estudios de
64-65), posiblemente uno de los asentamien- los ambientes andinos que venía realizando

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Carl Troll (1958), Tafí habría sido un espacio de Tafí –es decir, la distancia que hay entre
aprovechado por las sociedades del Yocavil Cerro Mendocino y Rincón Chico, dos de
para el cultivo de papa y el pastoreo de camé- los poblados de primer orden, según Nastri
lidos (ideal de autosuficiencia andino). En el (1999)–13; y si a ello le agregamos evidencias
año 2000 Tarragó sostuvo que se trataría de de menor densidad poblacional –como las
puestos de altura de colonos que la sociedad que se están encontrando en la Quebrada de
Santamariana habría instalado en esta región Los Corrales (Oliszewski 2011) o La Bolsa–
–así como en el bosque tropical tucumano– desaparecen esos territorios intermedios,
con el objetivo específicamente económico aquellos que se caracterizarían por un menor
de acceder y tener el control de sus potencia- control por parte de los núcleos vallistos.
lidades productivas. Los define como encla-
ves de colonos dependientes de los núcleos En el valle de Yocavil, así como en el
vallistos (Tarragó 2000). Podríamos inferir Calchaquí, se establecieron centros poblados
que Tafí estaría más estrechamente vincula- de gran tamaño y alta densidad poblacional.
do con alguno de los centros definidos por Allí habrían habitado diversos sectores de la
Tarragó: el de Loma Rica de Shiquimil, por población diaguita y posiblemente recibie-
su proximidad geográfica, o también Rincón ron la frecuente visita de gente de lugares
Chico del lado occidental del río Santa María vecinos, así como otros de mayor distancia.
o con el de Quilmes si atendemos a los circui- Desde estos centros urbanos o semi-urbanos
tos de traslado y comunicación aún vigentes se habrán diseñado estrategias y tomado de-
en la actualidad12. cisiones de diverso orden: político, económi-
co, estratégico militar y/o religioso. ¿De que
Bajo el dominio inca ese tipo de articula- modo se inserta el valle de Tafí en esta estruc-
ciones se verían alteradas de acuerdo a los in- tura? Su población, ¿habría estado conforma-
tereses imperiales y a la particular historia de da por colonos provenientes del occidente,
cada región como ya lo señalara Murra (1976) con derechos sobre aquellos territorios? De
en su análisis de los límites y limitaciones de ser así, ¿qué tipos de colonización se estaba
estos archipiélagos verticales. Para este sector desarrollado en esta región? Volveremos so-
del Collasuyu los administradores imperiales bre ello unas páginas más adelante pero, por
habrían aprovechado su particular configura- lo pronto, es necesario abordar esta proble-
ción territorial para fortalecer el control –mi- mática superando una interpretación esencia-
litar y ritual– de su frontera oriental (Tarragó lista, atendiendo a estos espacios “otros” en
y González 2005). su propia historia y su articulación con las de
otros lugares (Grüner 2010).
El valle de Tafí habría constituido, enton-
ces, parte del territorio de las sociedades de
tradición alfarera Santamariana del área del HISTORIA DIAGUITA DE TAFÍ DEL
Yocavil. Sin embargo, aún falta discutir el o VALLE14
los sentidos que podría tener el compartir ese
estilo alfarero. Por lo pronto, si atendemos a la LA LOCALIDAD DE LOS CUARTOS
cada vez más manifiesta continuidad espacial
con las poblaciones de la región del Yocavil Nuestras investigaciones sobre este segun-
no es fácil imaginarlo en términos de un “ar- do milenio de la EC se han concentrado en el
chipiélago vertical” o “isla” de los núcleos norte de la cuenca tectónica –particularmente
santamarianos de Yocavil. Asentamientos en Los Cuartos–, y es desde allí que partimos
importantes como el de Los Cardones (fal- para pensar las problemáticas enunciadas
deo occidental de las Cumbres Calchaquíes) (Figura 1). Este espacio comprende el fon-
distan apenas unos 30 km de los aquellos de do del valle, las cuencas de importantes ríos
La Quebradita y de Los Cuartos en el valle y todo el sector de faldeos serranos hasta las

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Figura 1 • Foto aérea de Tafí del


Valle (1:10.000) con los sitios arqueológicos y áreas de referencia
mencionados en el texto: 1.-
La Mesada de los Teros (LC ZVII, Los Cuartos); 2.- Loteo Km. 61,5 (LCZVI,
Los Cuartos); 3.- Barrio Malvinas (La Costa 1); 4.- La Quebradita; 5.- La Costa; 6.- La Bolsa (Cara-
punco); 7.- El Rinconcito (Casas Viejas); 8.- La Ovejería (El Linde y Zanja Cancha de los Cuervos);
9.- El Lambedero (Las Tacanas); 10.- Quebrada del Cementerio; 11.- Fuerte Viejo (Cerro Muñoz).

cumbres que rodean a Tafí por el N y el NE. estacional y causante de importantes aluvio-
El sector de lo que hoy se conoce como Los nes que hace sólo unos quince años pudieron
Cuartos está contenido por el noroeste por ser controlados. Por el S, tomamos al río de
un río que nace en las Cumbres Calchaquíes La Puerta, que nace en las Cumbres de Tafí
y recorre una profunda quebrada hasta regar o Mala Mala, en la quebrada que comunica
los campos que colindan por el sur a la actual directamente con el valle de La Ciénega. Su
villa de Tafí –centro político y administrativo trayectoria sólo se encajona en su tramo ini-
de la región– para integrarse al colector río cial, dando lugar luego a un enorme abanico
Tafí. Se trata del Blanquito, un río de régimen aluvial, sirviendo como fuente para riego de

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uno de los sectores de cultivo más importan- caven). Crecen algunas cactáceas, en particu-
tes de los tiempos prehispánicos. lar los cactus redondos (Soehrensia bruchii,
Austrocylindropuntia verschafeldtii sp.), pencas y
Los cerros por el N alcanzan alturas supe- tunas (Opuntias). Se encuentra hoy también en
riores a los 3.000 msnm en su divisoria de forma muy abundante el Crataegus sp., planta
aguas con la Ciénega; por el E, un poco me- espinosa introducida inicialmente para cer-
nos. Con superficies cumbrales degradadas, car, pero que luego se fue extendiendo por
más allá de las pendientes propias de un área los campos y laderas. Entre las arbóreas nati-
montañosa, se puede caracterizar esta zona vas, de baja densidad, se destacan el algarrobo
por laderas denudacionales con mesadas re- (Propopis sp.) y la tusca (Acacia aromo). Hoy
lativamente amplias, pero también otras de predominan las especies introducidas entre
superficie muy restringida y delgadas cuchi- las que se destacan variedades del sauce, ála-
llas, y quebradas más o menos profundas. mos y frutales plantados. Por el O, finalmen-
Tanto al N como al E, presentan una flora te, el límite de nuestra área de investigación
arbustiva muy escasa, con pastizales de altu- está definido por la actual villa de Tafí y la
ra interrumpidos por algunos remanentes de Ruta provincial Nº 307, o directamente el fal-
bosquecillos de queñoa (Polylepis australis) y deo oriental del Cerro Pelao.
uno de los más importantes bosques de ali-
so (Alnus acuminata) del valle. Su distribución Los resultados de nuestros estudios –reuni-
depende fuertemente de los vientos más hú- dos y referidos en detalle en Manasse 2012a–
medos provenientes del SE, alcanzando una dan cuenta de la existencia de una ocupación
altura aproximada de 2.600 msnm. El empla- prácticamente ininterrumpida en el espacio,
zamiento de este tipo de bosques es dinámi- integrando áreas con potencialidad de apro-
co, extendiendo o contrayendo la superficie vechamiento diverso (base de cono aluvial,
de cobertura en función de las condiciones piedemonte, faldeo, mesadas de media altu-
ambientales y características del suelo (cf. ra y las cercanas a las cumbres, etc.). Todo el
Grau 1985). En las quebradas y faldeos se- valle y aledaños presentan evidencias de ocu-
rranos, se encuentran pajonales (Stipa sp. y paciones previas a la conquista española. La
Festuca sp.) muy apreciados para los techos gente que habitaba –y habita– este fondo de
de las viviendas nativas de hasta hace unos valle también vivía –y vive– en los cerros; las
pocos años atrás. En el piedemonte de estas evidencias dan cuenta de que éstos, así como
Cumbres Calchaquíes, se observa un glacis las quebradas y el valle en sí, conformaban
cubierto desarrollado a partir de la coalescen- / conforman un sólo espacio de vida de los
cia de conos, cuyos materiales fueron trans- pobladores de la región (Manasse 2003). Su
portados pendiente abajo por flujos de detri- gente las conoce en su mayoría, salvo, quizás,
tos, provenientes de las partes más altas de las que están bajo tierra.
la ladera, dando origen a la cubierta clástica.
Con forma ondulada, presenta una pendiente Lo que nos interesó particularmente en
moderada. los comienzos de la década del noventa, es
que parte de aquellas materialidades eran, sin
El área de fondo de este sector del valle dudas, del segundo milenio EC. La literatura
presenta suelos de pendiente relativamente científica, por entonces, enfatizaba en las ocu-
moderada, con una capa fértil suficiente para paciones humanas del primer milenio y no
soportar cultivos en toda su extensión. Está daba relevancia a la historia prehispánica más
cubierta por la pradera de altura que carac- reciente (cf. Berberián 1988; Núñez Regueiro
teriza a Tafí, en la cual se alternan una serie y García Azcárate 1996). El hallazgo de frag-
de arbustivas, entre las cuales la tola (Fabiana mentos de urnas santamarianas y otros frag-
densa) es absolutamente predominante como mentos cerámicos del Tardío regional en las
nativa, y en algunas zonas, el churqui (Acacia barrancas del río La Puerta (que fueron acer-

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cados a nuestro equipo por pobladores de la Hay unos fechados de La Bolsa, al NO del
zona), en los zanjones cavados por crecientes valle (Franco Salvi 2012; Salazar 2010)17. En
en la Costa 1, frente a la Escuela Nº 390; en cambio, hay más datos pertenecientes a esta
las orillas de la avenida Lola Mora, luego de época del cambio de milenio en Yocavil,
haber pasado la máquina para componer el precisamente hacia la falda occidental del
camino… –informado por los transeúntes; y, Aconquija en El Remate, cerca de Los Zazos,
más al oeste, el hallazgo de entierros en ur- y en Quebrada de Los Cardones, ambos ya
nas en el barrio Malvinas –vendidas primero, en los faldeos que colindan con Amaicha por
y luego guardadas por pobladores vecinos–; el E (Aschero y Ribotta 2007; Rivolta 2007).
o, también, fragmentos Santamarianos y Varios kilómetros más al sur en este mismo
Famabalasto Negro Grabado o Belén en el faldeo, se registraron fechas correspondien-
Loteo del Km 61,5 de Los Cuartos refería a tes a esta época en Loma Alta y Tesoro 1
tiempos poco conocidos por entonces, a his- (Scattolin 2007). En todos estos casos, los
torias relegadas. contextos presentan características propias
del primer milenio, en las modalidades de
Ello también se manifestaba en nuevas de- asentamiento, la tecnología y los estilos alfa-
presiones rectangulares de características su- reros. Son Rincón Chico y El Pichao, en la
perficiales semejantes a las que fueran descri- otra orilla del río Santa María, los sitios que
tas por González y Núñez Regueiro (1960); ya en los siglos IX y X manifiestan elementos
estructuras que fundamentalmente se hacen que son más cercanos a lo considerado típico
evidentes por el contraste cromático. Son rec- para el Tardío regional, con alfarería de esti-
tángulos de una superficie que puede alcanzar lo Santamariano (Cornell y Johansson 1993;
los 500 m2, aunque ciertamente su visibilidad Tarragó y Nastri 1999).
es mucho menor que la de los clásicos “corra-
litos” que representan la edificación típica del Nuestras fechas más tempranas en el área
Tafí prehispánico. de Los Cuartos se registran a finales del siglo
XIII y comienzos del siglo XIV (Tabla 1). De
La arquitectura en piedra con patrones que acuerdo a ello, habría unos 200 a 300 años de
se basan en la morfología circular es conspi- distancia temporal con las más recientes de La
cua en el valle; y, también la más conocida y Bolsa. Aunque ciertamente ello puede ser un
“típica”, lo que en algunos casos presta a con- argumento que respalde hipótesis de despo-
fusiones en cuanto a su asignación temporal15. blamiento y reemplazo poblacional con este
Nuestras investigaciones permiten aseverar la cambio de milenio (cf. Caria et al. 2001; Núñez
continuidad de uso y ocupación de este tipo Regueiro y García Azcárate 1996), también
de estructuras arquitectónicas incluso hasta puede deberse a un sesgo en el muestreo re-
la época de la expansión del imperio inca y, gional. Aún son escasos los fechados para este
aún, de la conquista y colonización española valle y son pocas las excavaciones sistemáticas
(Manasse 2012a y 2012b)16. Se abre, de este realizadas. Una parte importante de las inter-
modo, un panorama mucho más complejo, pretaciones sobre el pasado de la región se
que obliga a evaluar con cuidado indicadores apoya en la morfología de las unidades resi-
clásicamente utilizados para interpretar las denciales, cuya asignación temporal más preci-
evidencias arqueológicas del pasado de estas sa está, como también lo señala Salazar (2010)
regiones. para la secuencia propuesta por Berberián y
Nielsen (1988), lejos de resolverse. En este
EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE LA PRIMERA sentido, debemos tener en consideración la
MITAD DEL SEGUNDO MILENIO EN TAFÍ perduración de rasgos arquitectónicos regis-
trados para el primer milenio –alternativa ya
Por el momento hay escasos datos de los señalada con anterioridad– que dificultaría la
primeros siglos del segundo milenio en Tafí. visibilidad de los sitios de este nuevo milenio.

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calDC
Sitio Código Fecha AP
95,4% de probab.
Mesada de los Teros Depresión 3 U6 AA85872 656 ± 39 1294 - 1404
Mesada de los Teros Depresión 3 U6 AA85871 644 ± 39 1297 - 1410
Mesada de los Teros Depresión 3 U6 AA85874 585 ± 39 1318 - 1444
Mesada de los Teros Depresión 3 U9 AA92848 569 ± 44 1320 - 1451
Mesada de los Teros Depresión 3 U6 AA85870 539 ± 39 1393 - 1456
Zanja Cancha de Los Cuervos LP-2222 480 + 60 1397 - 1626
Mesada de los Teros Manzana B Lote 4 AA92849 490 ± 33 1410 - 1490
Mesada de los Teros Manzana B Lote 4 AA92847 405 ± 44 1450 - 1630
Mesada de los Teros Manzana B Lote 4 LP- 2868 390 ± 40 1456 - 1630
Mesada de los Teros Manzana B Lote 4 LP - 2247 240 ± 50 1512 - ….

Tabla 1 • Fechados de muestras obtenidas en el marco de nuestras investigaciones, correspondientes al segundo


milenio de la Era Cristiana. Para la calibración utilizamos el software OxCal v4.2 (Bronk Ramsey 2009), y la
curva de calibración para el hemisferio sur SHCal13 (Hogg et al. 2013).

Las evidencias de los asentamientos tardíos sus esquinas o a uno de sus costados. Estas
preincaicos se encuentran principalmente estructuras complejas suelen hallarse agrupa-
en la parte baja del valle, ocupando terrenos das en conjuntos de dos a cinco unidades y
amplios con condiciones favorables para las en ocasiones se asocian a grandes estructuras
prácticas productivas (por ejemplo, los sitios cuadrangulares en piedra, así como a otras de
1 a 7 y 9 de la Figura 1). No hemos ubica- morfología circular de menor tamaño. En las
do asentamientos de gran tamaño o de cierta localidades de Los Cuartos (La Mesada de Los
densidad poblacional en las zonas altas y fá- Teros y Loteo Km 61,5), El Lambedero (Las
cilmente defendibles como lo definido para Tacanas), La Quebradita y La Costa (Barrio
este período en el área valliserrana. La excep- Malvinas y río la Puerta) aparecen ordenadas
ción estaría dada por LCZVIII S1 (pucará de de a pares y muchas veces vinculadas a es-
las Lomas Verdes), de inferirse una ocupa- tructuras agrícolas por medio de alineamien-
ción previa al dominio incaico, cosa que aún tos de piedra. En la zona de Casas Viejas, en
no estamos en condiciones de aseverar. Salvo El Rinconcito, no se observa una relación es-
el Fuerte Viejo del Cerro Muñoz (Montini pacial tan clara, y es mayor la ocurrencia de
2008), tampoco hemos podido encontrar muros de piedra en distintos sectores de este
otros asentamientos con carácter defensivo o tipo de unidades. La asociación con estructu-
estratégicos. La organización espacial en es- ras en piedra de morfología circular y/o cua-
tos primeros siglos parece haber priorizado drangular es más visible en la Mesada de los
otros factores para definir sus instalaciones. Teros y en El Rinconcito.

Los asentamientos muestran cierta hete- Asimismo, hay una cierta frecuencia de
rogeneidad, pero tampoco hemos registra- asociación con estructuras monticulares de
do concentraciones urbanas como las que tamaño y volúmenes diversos. En La Costa
se observan para el valle de Yocavil. Por el se vinculan directamente a las estructuras
momento, se puede referir como estructura rectangulares, al igual que en Barrio Malvinas.
doméstica diagnóstica de este período a las En la Mesada de los Teros su asociación no
grandes estructuras rectangulares con pare- es tan clara: hay espacios elevados claramen-
des de tierra y ocasionalmente con algunos te distinguibles en el espacio, de origen na-
tramos con muros de piedra. Algunas de tural, y con algunas estructuras en su parte
ellas presentan unidades cuadrangulares o más alta. En un caso se asocia espacialmente
circulares de menor tamaño adosadas hacia a un canal de riego que corre en proximidad

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Arqueología 20 Dossier: 217-239 | 2014

de unas estructuras rectangulares deprimidas. envergadura y complejidad. Algunas de ellos


En Los Cuartos (Loteo Km. 61,5) su asocia- se conforman con varios recintos, accesos al
ción es claramente manifiesta y se destaca por interior desde un muro perimetral y espacios
una expresa articulación por medio de alinea- de circulación interna. No hemos realizado
mientos de piedra. En dos de los tres casos excavaciones, pero su relativa proximidad con
registrados, la parte alta de los mismos está el Pucará de las Lomas Verdes permite suge-
aplanada. El tercer caso es de una estructu- rir su uso en el segundo milenio EC y tal vez,
ra monticular similar en su configuración a hacia el siglo XV y XVI, fechas que nuestras
la excavada desde mediados del siglo pasa- investigaciones asignan a este sitio (Manasse
do en Casas Viejas, aunque de menor altu- 2012a; Patané Aráoz 2009)19. Lo que interesa
ra (unos 2 m). Es notorio como en ambos destacar, es que aún en estos contextos más
casos, desde estas unidades arquitectónicas recientes, es claramente predominante una
salen sendos alineamientos de piedra que vin- ergología con estilo santamariano, más allá
culan estructuras próximas. El montículo de de la presencia de alfarería y objetos de metal
Los Cuartos fue recientemente afectado por que se vinculan con el inca.
una obra de vivienda de veraneo. El estudio
de impacto arqueológico permitió establecer Para culminar con una caracterización muy
que la estructura fue construida y/o usada en somera de las evidencias arqueológicas de
este segundo milenio de la EC, habiéndose esta primera mitad del segundo milenio en
depositado dentro de la misma una vasija con Tafí, cabe destacar las áreas con entierros
aplicaciones de pastillaje sugiriendo dos ojos humanos. Tal como lo señalan Castellanos
enmarcados por cejas y las lágrimas represen- (2010) e Ibáñez (2011) la funebria de este
tadas con incisiones; dentro de esta pieza se período en Tafí es compleja y heterogénea.
halló un puco Famabalasto negro inciso boca Hemos encontrado depósitos directos de
abajo. Posiblemente, de acuerdo a nuestras cuerpos en tierra con alguna alfarería asocia-
observaciones en campo, haya habido estruc- da (El Lambedero, Mesada de Los Teros) e
turas en piedra en el interior del montículo18. inhumaciones en urnas (de estilo santamaria-
no) y ollas (cepilladas con apliques que sugie-
Estos conjuntos arquitectónicos se hallan ren el rostro humano, en un caso con pintura
relacionados espacialmente con estructuras negra sobre crema) (Mesada de Los Teros,
agrícolas. Tanto en la Mesada de Los Teros en Los Cuartos, y El Linde, en La Ovejería).
(Los Cuartos) así como en La Costa 1 iden- En las urnas solo hemos podido rescatar
tificamos canales de riego de complejidad unos molares, dejando lugar a la duda sobre
tecnológica importante, con derivadores y si se habría depositado un cuerpo completo
rompe-cargas. (Ibáñez 2011). Las ollas, por el contrario, pre-
sentaban una, un cráneo de adulto y la otra
El manejo de camélidos se vería manifiesto uno de niño, además de cuatro vértebras,
en una serie de estructuras mayormente cua- fragmentos de costilla y tres falanges (Leiva
drangulares, simples o, a veces adosadas entre y Binda 2011). El espacio de la Mesada de los
sí, emplazadas tanto en el fondo de valle –de Teros puede ser comprendido como un ce-
algún modo vinculadas con las unidades re- menterio, dada la cantidad de depósitos reali-
sidenciales– pero, particularmente, en el área zados, con la probabilidad de que en algunos
serrana. Desde allí se podía controlar a los casos se hayan reabierto a lo largo del tiem-
animales, a las aguadas y los accesos. po (Castellanos 2010). También en El Linde,
podemos hablar de un cementerio, con una
Observamos estructuras de tamaño y mor- importante cantidad de entierros en urnas
fología mayormente adecuadas al relieve, y en santamarianas. En proximidades al mismo
las zonas cumbrales, conjuntos arquitectóni- hay otro lugar de entierros, pero en cistas de
cos que dan cuenta de instalaciones de mayor piedra (Zanja Cancha de Los Cuervos). La

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Manasse | Hacia el oriente de la región valliserrana: historia diaguita de Tafí del Valle...

variedad se completa con un depósito de un zos de la EC (cf. Ambrosetti 1896 y 1897;


cráneo debajo de una gran roca en la zona de Berberián y Nielsen 1988; González y Pérez
Ojo de Agua sobre el faldeo oriental del ce- 1972; Quiroga 1899, por ejemplo). La edu-
rro Pelao (Quebrada del Cementerio)20 y con cación impartida en las escuelas locales solo
un entierro en el Barrio Malvinas, en donde recientemente reconoce la existencia de una
las urnas fueron depositadas dentro de un importante población con historia indígena,
gran círculo de piedras que emula la morfo- comenzando a trabajar en la deconstrucción
logía clásica asignada al Formativo local, con de más de un siglo de enseñanzas que car-
recintos circulares menores adosados en su gaban con un fuerte tono peyorativo todo lo
exterior. En un sector del interior del recinto autóctono, aborigen y remarcaban, con fun-
circular central también se elaboró una cis- damentos “históricos”21, los derechos de los
ta de gran tamaño que inicialmente contenía terratenientes (Racedo et al. 1994). En este
un esqueleto de un adulto en posición genu- contexto se han configurado en la población
pectoral, y que luego fuera alterado con una tafinista saberes constituidos por discursos
cista de menor tamaño en la cual no hallamos que niegan la pertenencia étnica a los pueblos
restos humanos, pero sí una pieza de mor- originarios (Manasse 2006, 2012a).
fología incaica (aribaloide) y decoración local
(Manasse 2012a). Solo contamos, al momen- Las evidencias arqueológicas descritas en
to, con fechados para Zanja Cancha de los el acápite anterior nos sugirieron revisar el
Cuervos y Mesada de los Teros, sugiriendo modo en que este valle fue concebido por sus
una mayor antigüedad para el primero, locali- pobladores casi mil años atrás. En términos
zado hacia el oeste de Tafí (vide supra). generales, el uso de los recursos naturales in-
dica un aprovechamiento general del mismo
POBLACIONES DE LA PRIMERA MITAD DEL y sus áreas aledañas, hasta el monte y la selva
SEGUNDO MILENIO DE LA EC EN TAFÍ DEL VALLE orientales. Interesa analizar con mayor dete-
nimiento esas propuestas que colocan a Tafí
La continuidad poblacional es un tema re- como un espacio de la periferia en el segundo
levante en las discusiones relacionadas a las milenio de la EC.
comunidades indígenas actuales. Muchos de
los argumentos esgrimidos para desacreditar Ciertamente, el área es hasta la fecha un
reclamos y desestimar derechos exigidos por centro de producción papera por excelencia;
los representantes de los pueblos originarios el pastoreo, sin embargo, se lleva a cabo más
se apoyan en presupuestos de discontinui- bien en las zonas serranas de mayor altura,
dad y falta de relación genealógica y cultural como el propio Cerro Muñoz. El cultivo de la
con los pueblos prehispánicos de la época papa y los otros tubérculos es de extrema im-
de la conquista y anteriores (cf. García 2002; portancia en la economía andina. Se trata de
Turbay 1983). La misma documentación co- alimentos básicos que no han contado con el
lonial sobre esta región requiere revisiones, prestigio del maíz pero que, seguramente, re-
dado que implican directamente identidades quirieron especial atención en el diseño de la
y territorios (cf. Cruz 1992 y 2007; Manasse producción de los recursos (Korstanje 2005).
2006; Noli 2007). Desde ella se pone en cues- En ese marco se puede plantear que los valles
tión el/los vínculos históricos y ancestrales occidentales dedicaran una mayor superficie
de los tafíes con el mundo diaguita o calchaquí al cultivo del maíz, dejando lo grueso de la
y/o lule (Barbieri de Santamarina 1945; Bixio producción de tubérculos para regiones como
y Berberián 1988; Borda 1938; Reyes Gajardo Tafí. Pero, en Tafí también se ha cosechado
1966). También desde la interpretación ar- maíz, práctica de la cual hay registros muy
queológica se discuten esas relaciones, así tempranos, que se remontan a las primeras
como aquella que pudiera haber existido con ocupaciones humanas en esta región (Carrizo
las poblaciones que habitaban Tafí a comien- et al. 1999; Franco Salvi 2012). Hasta la fecha

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Arqueología 20 Dossier: 217-239 | 2014

es uno de los cultivos tradicionales; es la clá- (2003: 7) –quien trabaja sobre esta misma
sica “chacra”, que combina el maíz con cu- problemática para el valle Calchaquí– una
curbitáceas y leguminosas. Varias de las áreas “colonia” se define como una comunidad de
agrícolas irrigadas con canales, aterrazamien- emigrantes (extranjeros) que viven en una re-
tos o andenería halladas en Los Cuartos o en gión distante bajo el control de un sistema de
La Costa podrían haber sido destinadas a este gobierno de su patria o nación. Colonizar es,
tipo de cultivos. Sin embargo, al momento, según Gifford, establecer colonias en un área
consideramos que las superficies implicadas despoblada con los miembros de una nación,
no sugieren una producción intensiva ni ex- o un grupo de terceros colonos, la mayoría
cedentaria22, tomando en cuenta la infor- de los cuales siguen siendo leales al ideal de
mación existente para este período en otras su lugar de origen, de la nación colonial. Por
regiones de los valles calchaquíes (Baldini y otro lado, en la geografía política se distingue
De Feo 2000; Tarragó 2000; Williams et al. de esta noción, la del “enclave”. Ésta parte
2010). No hemos registrado conjuntos de co- de la idea de la diferencia (social, política y
llcas u otros medios de almacenamiento (ollas, posiblemente étnica) entre la región recepto-
por ejemplo) en número considerable como ra –necesaria – y la que realiza el enclave. De
para inferir el depósito de una producción hecho, este último configura una parte de te-
que pudiera garantizar la disponibilidad de rritorio que está completamente rodeado por
tubérculos para su distribución en los valles un territorio de población extranjera.
occidentales. La relación entre espacios culti-
vados y residenciales parece coherente a una Entonces, cabe plantearse ¿cómo se ha-
producción campesina, cuyos excedentes, de bría insertado el valle de Tafí en esta región?
haberlos, pudieron haber circulado junto con ¿Habría constituido una colonia?, de ser así,
otros productos dentro del territorio vallisto. ¿una biétnica o multiétnica?, ¿realmente ha-
bría estado despoblado el valle en esas pri-
Se trataría de un espacio rural con menor meras centurias del segundo milenio? La in-
densidad poblacional que el valle de Yocavil; formación que disponemos no sugiere que la
desconocemos si habrían sostenido –o algu- región hubiere estado realmente deshabitada.
na vez siquiera tenido– derechos sobre aque- De ser el caso de la existencia de distintas po-
llos territorios. Consideramos que –atendien- blaciones, ¿cómo habrían recibido los locales
do en particular a la documentación colonial a estos nuevos interesados en los recursos de
(cf. Cruz 1992; Noli 2007)– es más clara su la región? Aunque aún no contamos con da-
incidencia en otras regiones próximas como tos fehacientes para avanzar en la respuesta a
el valle de La Ciénega, el de Anfama, por estas preguntas, nos parece necesario intentar
el N, y el piedemonte de yungas, por el E. algunos caminos en esa dirección.
Es decir, aún en el marco de esta ruralidad,
se habrían trazado redes propias de interac- En primer lugar, cabe preguntarnos si la po-
ción, delineando las gestiones de los recur- blación local nativa del valle de Tafí durante el
sos; afrontando, así, las tensiones propias de primer milenio habría sido diferente a las de
negociaciones que excederían el vínculo con los Valles Calchaquíes. Según Scattolin (2010)
Yocavil. Mismas que, en tiempos más recien- la variabilidad de asentamientos en toda la
tes, ejercerían con incas y aún los españoles. región refleja una naturaleza multicultural
e imbricada de esas primeras aldeas. En un
Retomando la discusión sobre el rol del trabajo anterior (Scattolin 2006), planteaba la
valle de Tafí en la estructura socio-política y necesidad de revisar la distinción que se viene
económica de esta primera mitad del segun- sosteniendo entre la cultura Candelaria y la
do milenio de la EC, es necesario atender en Tafí, siendo que sus semejanzas son tales que
primer lugar a los conceptos que han servi- permiten hablar de una esfera de interacción
do para caracterizarlo. Siguiendo a Gifford diferente a la de Aguada más al sur23.

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Manasse | Hacia el oriente de la región valliserrana: historia diaguita de Tafí del Valle...

Para Tafí identificamos la persistencia, al aún a la fecha sostiene cierto impacto visual
menos hasta finales del primer milenio de la (Gosden 2001). Si en algún momento fueron
EC, de sociedades que lo habitaron desde los “otros”, es decir –desde un concepto posi-
comienzos del mismo. ¿Qué tanta distancia blemente peculiar del término– gente sin
cultural, social e idiosincrática podían tener ningún tipo de vínculos con las sociedades
los pobladores de tiempos más recientes de del segundo milenio, estas últimas procura-
los Valles Calchaquíes respecto a éstos? En ron integrar, de algún modo, esos pasados
el primer milenio habrían conformado una a su presente. En Manasse (2012a y 2012b)
cierta unidad; en el segundo, según la in- nos explayamos sobre otros indicadores que
formación con la que contamos al presente, sugieren una expresa vinculación entre las
aparentemente también. En este sentido, es sociedades del segundo milenio de la EC y
notoria la reutilización de espacios ocupa- las del primero. Es el caso, por ejemplo, de la
dos en el primer milenio (por ejemplo, La persistencia de patrones arquitectónicos de
Quebradita, Mesada de los Teros, Loteo Km morfología circular, que replican un estilo
61,5, La Costa, Casas Viejas). Podemos aven- típico de las sociedades agropastoriles más
turar explicaciones funcionales, en donde las tempranas. Por otro lado, tanto en el Barrio
características favorables de los mismos ha- Malvinas, así como en la Mesada de Los
yan incidido en su “reelección”; pero en un Teros o El Rinconcito, el paisaje prehispá-
valle de tanta amplitud y condiciones relativa- nico más reciente incluye, a través de distin-
mente homogéneas, no deja de llamar la aten- tos rasgos arquitectónicos, al más antiguo,
ción el uso de lugares previamente habitados de los comienzos de la EC. Si bien en al-
y mayormente construidos. Se levantaron las gunos casos registramos la posible destruc-
casas, en donde todavía se conservaban aque- ción de unidades domésticas antiguas para
llas de los que moraron con anterioridad24. la construcción de aquellas más recientes25,
Son espacios con arquitectura que, en su per- en muchos otros, se nota su apropiación e
duración, se integran y conforman parte de integración.
este nuevo/viejo paisaje: un paisaje dotado de
historia (Manasse 2012b). En esta evaluación de una cierta construc-
ción de vínculos con el pasado (que se haría
La priorización tal vez semejante de ciertos presente por medio de mecanismos como los
recursos, como podrían ser los bosques de que venimos comentando), también se notan
aliso de las Cumbres Calchaquíes meridiona- diferencias y peculiaridades. Los patrones ar-
les, la vertiente de la Zona de Intervención quitectónicos generales, en particular aque-
Arqueológica VII o los extraordinarios cam- llos vinculados a lo residencial, se manifiestan
pos para cultivos en la zona de La Costa; en contraste en lo que respecta a morfología
o, quizás también la accesibilidad a regiones y técnicas constructivas. La morfología cua-
próximas como La Ciénega o las yungas del drangular caracteriza al segundo milenio,
piedemonte oriental, pueden haber incidido aunque ya se lo observa en algunas aldeas del
en la reiteración del uso de ciertos espacios. Formativo. El uso de arquitectura en tierra
Ahora, interesa señalar que esta reinciden- para gran parte de las paredes, marca la dife-
cia fue además simbólicamente señalada y rencia con lo que habría sido la modalidad del
remarcada. Por caso, hemos referido a la ar- primer milenio, pero a su vez, la distingue de
ticulación espacial realizada con estrategias los patrones más corrientes del lado occiden-
arquitectónicas como alineamientos de pie- tal del Aconquija. Es uno de los elementos
dra que vinculan distinto tipo de estructuras que lleva a Tartusi y Núñez Regueiro (2003)
entre sí (Manasse 2012b). Esas “ataduras” a proponer la vinculación entre Tafí y la zona
parecen ligar, amarrar funciones, espacios y de Trancas en el N tucumano. Ciertamente su
tiempos a través de una escenografía crea- arquitectura es muy similar, así como el modo
da (al menos) desde lo arquitectónico, que de emplazamiento (Corbalán 2008).

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Arqueología 20 Dossier: 217-239 | 2014

Otra diferencia que fuera analizada por Viejas, en El Mollar y en la Mesada de los
Páez (2010), es la de la tecnología alfarera. Teros, representando incluso las lágrimas,
El predominio del uso de arenas como in- que en las urnas Santamarianas se suelen
clusión en la arcilla de las piezas es un rasgo presentar pintadas. En Tafí son conocidas
señalado reiteradamente para el primer mile- como las “lloronas” y hasta hace poco tiem-
nio (cf. Dlugosz y Piñero 1999; Srur 1998)26, po atrás fueron sistemáticamente asociadas
mientras que la presencia de tiesto molido a momentos muy tempranos de ocupación
es un rasgo conspicuo de las pastas tardías del valle, sino directamente a la cultura Tafí
preincaicas (Páez 2010). La investigadora no (Figura 2).
observa una continuidad en la tecnología al-
farera de los dos momentos, pero aún resta Aunque, sin dudas, estas expresiones estilís-
saber si compartieron conocimientos sobre ticas exceden el ámbito específico del Valle de
las fuentes de arcillas locales. Por lo pronto, la Tafí, consideramos que pueden ser testimonio
sociedad del segundo milenio denota un claro de lazos que se van tendiendo al pasado regio-
manejo de las mismas. nal y/o reflejan ciertas continuidades. Quizás
sean una evidencia de un territorio más laxo y
Por otro lado, en lo que respecta a lo esti- amplio, como el que viene señalando Scattolin
lístico, consideramos de interés referirnos a para el valle de Yocavil. Ahora, esas piezas de
ciertas ollas toscas cepilladas que son asigna- Tafí, al menos la de la Mesada de Los Teros,
das como Santamarianas, que también mani- corresponden a momentos bastante más re-
fiestan decoración antropomorfa. Esta fue lo- cientes (AA92847 405+44 AP; calibrado con
grada por medio del modelado y la adhesión un 95.4% entre 1450AD y 1629AD). Es decir,
de tiras al pastillaje y la incisión, configurando hablamos de una persistencia que trasciende,
el rostro humano. Interesa destacar algo ya tal vez, los momentos prehispánicos. La pieza
comentado por otros investigadores para este f de la Figura 2), pertenece al mismo contex-
sector de los valles, como lo es la continuidad to que es difícil remontar más allá de mediados
en esta iconografía que se centra en la figura del siglo XV. Este tipo de vasijas no se encuen-
antropomorfa (Ambrosetti 1896) –el “ídolo tran tan sólo en Tafí, siendo que fue registra-
de las largas cejas” de Quiroga (1896)–: do también en sitios como Quilmes, Rincón
Chico y Fuerte Quemado, por ejemplo, y vuel-
“Ciertamente, podría considerarse tam- ve a ubicarnos en la línea de las continuida-
bién como una tendencia histórica –al pa- des, al menos en algunos aspectos culturales y,
recer, un hábito– en Yocavil, debido a la tal vez, representando algunos de los sectores
afinidad manifiesta entre esta práctica pre- sociales, antes que en la intención de romper
santamariana de construir vasijas con forma cadenas y diferenciarse27.
humana y la confección de las tan conocidas
urnas funerarias santamarianas del Período
Tardío con rostros sobre el cuello y brazos CONSIDERACIONES FINALES
en arco sobre el pecho, muchas portando
una pequeña vasija entre sus manos; lo cual Habiendo cumplido con uno de los obje-
sugiere investigar la existencia de cierta con- tivos centrales de este trabajo, que ha sido el
tinuidad o fidelidad a determinadas fórmu- de brindar información sobre evidencias ar-
las de confección de piezas en la trayectoria queológicas del pasado indígena prehispánico
histórica del valle” (Scattolin 2006: 127). del segundo milenio EC, interesa evaluarlas
también, siquiera en forma breve y por cierto
Un hábito o tendencia histórica que ve- preliminar, en función de discursos alternati-
mos también posteriormente plasmado en vos sobre el pasado local y regional. Siendo
las ollas toscas cepilladas con base convexa que la información hasta aquí expuesta se
o en pie de compotera hallados en Casas presentaría como respaldo empírico que

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Manasse | Hacia el oriente de la región valliserrana: historia diaguita de Tafí del Valle...

Figura 2 • Vasijas referidas en Tafí como “lloronas”. A la Figura 3 de Scattolin (2006) (arriba) le agregamos, abajo, la olla
con su base (e) hallada en el cementerio de la Mesada de Los Teros (Los Cuartos) asociada al individuo adulto, la ollita, cuyo
cuerpo tiene 29 cm de altura aproximadamente, que contenía el cráneo infantil con deformación craneana (f), y la olla encon-
trada a comienzos del siglo XX en El Mollar que tiene una altura de 34 cm. (Gancedo 1912) (g). Hay que aclarar que en los
casos hallados en Tafí, las bases y los cuellos estaban deteriorados al momento de su hallazgo.

sugiere la necesidad de revisar ideas de des- taciones elocuentes en las evidencias que fui-
poblamiento o de la escasa relevancia de la mos exponiendo. Siguiendo a Segato (2006)
ocupación humana en la primera mitad del “territorio” es una noción plenamente his-
segundo milenio de la EC en Tafí –y con ello, tórica y política; nos refiere a la apropiación
poner en cuestionamiento relatos que niegan, política y cultural de un espacio. Se trata de
por omisión, este pedazo de historia indíge- un espacio trazado, recorrido y delimitado;
na– aún consideramos pertinente avanzar indisociable, como concepto, de las catego-
un poco más en el análisis de ese pasado, tal rías de dominio y poder. El territorio tiene
como lo estamos pudiendo inferir desde los que ver con la administración y, por lo tanto,
estudios realizados. con la delimitación, el uso, la residencia, la
defensa y, muy especialmente, con la identi-
La configuración de un territorio (o varios) ficación. Es una realidad estructurada por el
en tiempos preincaicos en Tafí tiene manifes- campo simbólico, un sentido del nosotros y,

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Arqueología 20 Dossier: 217-239 | 2014

por tanto, un significante de identidad. Tiene tión aspectos tan fundamentales como ¿quie-
un papel de soporte proyectivo para los pro- nes somos?, ¿qué aspectos de nuestra historia
cesos de reconocimiento. A medida que una nos ligan a estas tierras y cómo? Son pregun-
sociedad se expande y se apropia de nuevos tas, sin duda, que se fueron instalando en el
espacios, le instala (tal vez, impone) marcas marco de las tensiones generadas en su arti-
culturales, modos de uso, de circulación, y culación con el estado argentino y tucumano,
fija lugares para sus actividades, sus rituales. así como también con los sectores sociales
Tal vez le imponga nuevos sentidos a otros hegemónicos que por centurias han hecho de
preexistentes o sencillamente los ignore, ca- este valle un lugar muy pretendido… Desde
biendo la tercera posibilidad que es la de su la arqueología estamos aportando herramien-
inutilización o destrucción. tas, datos que hoy en Tafí son utilizados para
la construcción de versiones del pasado alter-
Podemos sostener, como un modo de ten- nativas a las de la historia oficial. En aquellas,
tar nuevas investigaciones, que el valle –en su los pobladores actuales se reconocen origi-
concepción más laxa– fue habitado en forma narios de esta región, del mismo modo en
aparentemente continua desde los primeros que lo hicieron los pobladores de Amaicha
dos o tres siglos del segundo milenio EC en o Quilmes al reclamarle a la Corona española
adelante. Su nexo o relación con los pueblos las tierras que hoy habitan. Más, como dice
del primer milenio EC –con una identidad Alejandro Isla (2002)
que, al menos por el momento, otorgamos
desde la arqueología– aún no son fáciles de “…aunque se demostrara fehacientemen-
desentrañar. No estamos en condiciones de te que esos Valles, vaciados por las masacres
evaluar posibles contemporaneidades como y destierros en las postrimerías del XVII,
para abordar las relaciones sociales y políticas fueron repoblados por otros grupos andi-
(¿interétnicas?) establecidas en los comienzos nos durante los siguientes siglos, los que
del segundo milenio. Sin embargo, hemos allí llegaron recrearon una historia avalados
podido trabajar sobre otros aspectos que se por una serie de documentos y restos de ar-
vinculan con esta construcción de territorios quitecturas desvastadas para nosotros, pero
en tierras tafinistas. que para ‘ellos’ se encuentran pobladas de
ancestros, duendes y deambuladores, sobre
Intentando construir historias con anclaje los que circulan cientos de narraciones que
en el pasado propio de Tafí, consideramos los corporizan.”
que durante la primera mitad del segundo mi-
lenio el área se fue trabajando de tal modo Discutir otredades, discutir discontinuida-
de constituirse en “territorio” de poblaciones des, se configuró en una empresa por demás
campesinas-rurales que vivieron en él por sugerente para nosotros, como investigado-
generaciones, conociéndolo desde sus ras- ras e investigadores, pero también como per-
gos ecológicos, su potencial productivo, así sonas que militan en este espacio no tan peri-
como también desde sus memorias. Se trata férico, pero ciertamente subalterno.
de poblaciones que proyectaron su futuro en
estas tierras –futuro nunca desprendido del
de las áreas vecinas–, pero forjando sus raíces AGRADECMIENTOS
en este particular espacio, en donde también
guarecieron a sus muertos. Los estudios que venimos realizando se fi-
nancian con el apoyo de la Universidad públi-
Hoy las Comunidades Indígenas locales, ha- ca Nacional; en particular las de Catamarca
blamos de más de un millar de familias en el y de Tucumán. Hemos recibido financia-
caso de Tafí, discuten las interpretaciones que miento, también de la Secretaría de Políticas
se ha hecho de su pasado, poniendo en cues- Universitarias. Pero nada de lo que hicimos

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Manasse | Hacia el oriente de la región valliserrana: historia diaguita de Tafí del Valle...

hubiera sido posible sin el constante apoyo también algunas bases en pie de compotera.
de la sociedad tafinista, tanto aquella repre- Estas asociaciones las evaluamos particular-
sentada en Comunidades Indígenas, como las mente en un trabajo aún inédito (Cf. Manasse
2013).
del Estado municipal, las instituciones esco- 10. Actualmente se encuentran expuestas en el
lares, centros vecinales, entre otros. Mi más Museo Jesuita de Tafí.
profundo agradecimiento a todas ellas y, en 11. Por el Infiernillo se accede desde el valle de
particular a la gente que a lo largo de los años Yocavil al de Tafí, y varios kilómetros más al
fue acompañando nuestra propuesta profe- Este, a las abras que permiten el acceso a las
sional y científica. Quiero agradecer Catriel yungas tucumanas. Cabe destacar que existen
varios otros corredores que permitirían estos
Greco y a Emilia Iucci por haber aceptado accesos, cfr. Corbalán 2008 o Montini 2008.
esta contribución al Simposio en el XVII 12. Esta articulación la observamos en los po-
Congreso Nacional de Arqueología y hacer bladores del área occidental del valle de Tafí,
que la publicación de la misma sea posible; como los de las localidades de Santa Cruz,
así también a las/os evaluadoras/es y editores El Rodeo y La Ovejería (Manasse y Montini
que con sus observaciones han enriquecido 2012; Montini 2008).
13. Otro poblado de relevancia, que aún requie-
sustancialmente este artículo. La responsabi- re ser profundamente investigado, es el de
lidad es exclusivamente mía. Masao (La Maravilla) al sur de Los Colorados
en Caspinchango, a menos de 15 km al sur de
Los Cardones (cf. Baldini y Scattolin 1993). Es
NOTAS un área que tiene una fluida interacción con el
Valle de Tafí; ahora desde El Infiernillo, pero
1. cf. González y Pérez 1972; Scattolin 2010; con mayor intensidad antes de la construcción
Tarragó 1999, 2000. de la ruta, también cruzando el Cerro Muñoz
2. Esta situación se revierte en tiempos recientes (com. pers. Cruz 2012, Greco 2014).
en aquel Valle; ver, por ejemplo, Scattolin 2010 14. La información que sigue es producto de in-
y los trabajos allí citados. vestigaciones que venimos realizando en el
3. En Tafí del Valle se han constituido cinco norte del valle, como producto de demandas
Comunidades Indígenas que, más allá de lle- de diversos sectores de la sociedad tafinista
var el apelativo “diaguita” como parte de su desde el año 1994, con financiamientos de la
identificación formal, conforman –cuatro de Universidad Nacional de Catamarca y, más re-
ellas– la Unión de Pueblos Diaguitas del Valle cientemente, de Tucumán. cf. Manasse 2012a.
de Tafí y la Unión de los Pueblos de la Nación 15. En algunas interpretaciones arqueológicas se
Diaguita del Noroeste Argentino. incluyeron unidades arquitectónicas usadas –y
4. O, también, según la visión, podría decirse, posiblemente construidas– en tiempos mucho
“separado”… más recientes, como propias del Formativo
5. Estas son condiciones que se repiten –siempre local (cf. Pierella 1999, Sampietro Vattuone
con algunas peculiaridades– en los valles inter- 2002).
montanos septentrionales. 16. Tanto en la zona de Los Cuartos como más
6. Es frecuente utilizar datos de la geografía con- al sudeste en el área del Barrio Malvinas –que
vencional y/o de la geología para caracterizar comentamos en el texto más abajo– hemos
esta cuenca como una unidad comprensible excavado estructuras circulares que dan cuenta
en sí misma (cf. Moreno Mochi 2012; Salazar de una construcción o una reutilización en el
2010, por ejemplo); es importante, sin embar- segundo milenio de la EC.
go, señalar que ésta no se configura como tal, 17. En particular, interesa el fechado de 990±30
si lo abordamos desde una perspectiva social e AP (LP1830), referido por Salazar (2010) para
histórica. una muestra de carbón procedente de una
7. En Patané (2009) se presentan y analizan estas cista en una unidad doméstica; así como tam-
distintas propuestas. bién, uno, de 861±34 AP (AA83802) tomado
8. Hablamos de “sociedades santamarianas” si- de un despedre en el sitio La Bolsa 1 (Franco
guiendo la identificación que hacen varios de Salvi 2012).
los autores aquí referidos. 18. El estudio de impacto estuvo a cargo de
9. Santamariana Bi y Tricolor, asociada a Sampietro Vattuone (2012). Se realizaron siete
Famabalasto Negro sobre Rojo y varios frag- cuadrículas sobre el montículo, excavando a
mentos toscos, entre los que se encuentran pala niveles artificiales de 0,20m, sin zarandeo

233
Arqueología 20 Dossier: 217-239 | 2014

del sedimento extraído. Según la investigado- REFERENCIAS CITADAS


ra, no se identificaron “niveles culturales” ni
estructuras internas. Esta unidad arquitectó- AMBROSETTI, J. B.
nica quedó completamente afectada por las
1896 Notas de arqueología calchaquí. Boletín del
excavaciones y la construcción de la vivienda.
Instituto Geográfico Argentino, Tomo XVII.
No conocemos que se hayan enviado mues-
tras a fechar. 1897 Los monumentos megalíticos del Valle
19. El hallazgo de fragmentos cerámicos en de Tafí (Tucumán). Boletín del Instituto
superficie que presentan las características Geográfico Argentino, Tomo XVIII.
propias de esta época (Santamariano Negro
sobre Crema, Famabalasto Negro Grabado y ASCHERO, C. A. y E. RIBOTTA
algunos toscos cepillados) sugieren su apro- 2007 Usos del espacio, tiempo y funebria en
vechamiento en esta época. A su vez, una El remate (Los Zazos, Amaicha del Valle,
morfología arquitectónica cuadrangular y Tucumán). En Paisajes y procesos sociales en
paramentos con tecnología constructiva dis- Tafí. Una mirada interdisciplinaria. Tafí del
tinta a la del Formativo, dan cierto sustento a Valle. Argentina, compilado por P. Arenas,
la hipótesis de un uso contemporáneo con el B. Manasse y E. Noli, pp. 79-94. Imprenta
pucará. de la Universidad Nacional de Tucumán,
20. El mismo recuerda a los “mochaderos” des-
San Miguel de Tucumán.
critos por González y Tarragó (2004) para
Rincón Chico 1, en el valle de Yocavil.
21. En este caso, hablo de fundamentos “histó- BALDINI, L. y C. DE FEO
ricos” con la intención de remarcar que se 2000 Hacia un modelo de ocupación del Valle
procura utilizar argumentos que tendrían una Calchaquí Central (Salta) durante los
validez incuestionable, por ser supuestamente Desarrollos Regionales. Relaciones de la
basados en eventos concretos, realmente acae- Sociedad Argentina de Antropología 25: 75-98.
cidos. Empleamos las comillas para destacar
ese tipo de propósitos, que la propia disciplina BARBIERI DE SANTAMARINA, E.
histórica se ha cuestionado hace ya varios años 1945 Antropogeografía del Valle de Tafí.
atrás (Chesnaux 1981; Grüner 2010; White Monografías del Instituto de Estudios Geográficos
1992). 7. Universidad Nacional de Tucumán.
22. Próximamente estamos abordando estudios
en un espacio en el sudeste del valle de Tafí, BERBERIÁN, E. (editor)
en la localidad de La Costa 2, con el fin de eva-
1988 Sistemas de asentamiento prehispánicos en el
luar la posibilidad de una producción agrícola
Valle de Tafí. Editorial Comechingonia,
de carácter más intensivo. Se trata de un área
que hemos descrito brevemente en Manasse y Córdoba.
Vaqué (2014).
23. Esta esfera comprendería las manifestaciones BERBERIÁN, E. y A. NIELSEN
estilísticas que se presentan en áreas como 1988 Sistemas de asentamiento prehispánicos
Yocavil, valle de Cajón, Laguna Blanca y Tafí. en la Etapa Formativa del Valle de Tafí.
24. Ello es visible en la Mesada de Los Teros y en En Sistemas de asentamiento prehispánicos en
el Loteo Km. 61,5, por ejemplo (cf. Manasse et el Valle de Tafí, editado por E. Berberián,
al. 2004). pp. 21-51. Editorial Comechingonia,
25. Caso que referimos en la Nota al Pie inmedia- Córdoba.
ta anterior.
26. En los estudios que realizáramos sobre mate- BIXIO, B. y E. BERBERIÁN
riales alfareros de Los Cuartos, distinguimos 1988 Modos de ocupación y explotación eco-
la relevancia de los litoclastos de origen vol-
nómica del Valle de Tafí en los siglos
cánico y metamórfico y, sólo en menor medi-
da, plutónico. También en menor proporción XVI y XVII. En Sistemas de asentamien-
aparecen litoclastos sedimentarios (Manasse et to prehispánicos en el Valle de Tafí, editado
al. 2007). por E. Berberián, pp. 111-144. Editorial
27. Palamarczuk (2009) también habla de posibles Comechingonia, Córdoba.
memorias históricas que permiten resurgir an-
tiguas consignas estéticas y valores sociales, en BORDA, L.
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