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SILVIO GAONA
Cura Rector de la Catedral de Asunción
SEGUNDA EDICION
Enriquecida con nuevos documentos
EL ARTE S.A.
Asunción - Paraguay
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N 1H 1L O 8 $ T· A T
Pbros.: SECUNDINO l\"'UÑEZ
y
DARlO CESPEDES
Censores Eclesiásticos
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INTRODUCCION
7-
de enfermeros, camilleros, y después de sepultureros. De esta ma.
nera, i9ualándose por completo a la miseria a que había sido
reducido el e¡ército paraguayo, iban sucumbiendo poco a poco los
sufridos capellanes, vídimas del fuego enemigo, de las enfermeda.
des, del a9otamiento, de la miseria, a veces de las intri~as y otras
veces de las iniusticias.
Si cumplieron una alta misión cristiana y patriótica, la historia
lo podrá constatar con una investi«Jación concienzuda y seria. Nues.
tró propósito es contribuir con esta modesta obra al conocimienío
de nuestro pasado, arrojando al9una luz· sobre este importante
sector de nuestra historia.
Además de los capellanes del eiército, algunos sacerdotes, pocos
naturalmente, se quedaron como párrocos en los pueblos para sal.
vaguardar la suerte del resto de la población civil, y contribuir, a
costa de ~rondes sacrificios, a la manutención del eiército. Les estaba
encomendada la tarea. cada vez más difícil de proporcionar víveres
y satisfacer las múltiples necesidades del eiército, a expensas de un
pueblo que iba palpando lentamente el fondo de la miseria.
Considerando las condiciones del momento, se podrá fácil.
mente comprender el heroísmo de que tenías que armarse, heroismo
acaso inferior a los que estaban empuñando la lanza y el fusil.
Sin ellos, a no dudarlo, la resistencia de nuestro pueblo hubiera si~o
menor, y los guerreros hubieran sucumbido mucho antes. Ellos, ya
que casi todos los capellanes se quedaron en los campos de batalla,
fueron los que infundieron nuevo aliento espiritual a la patria de.
sangrada. Había que solvar a toda costa la esperanza y anunciar
sobre ·el fondo del futuro alguna luz de ventura después de tanta
deso!ación. Era difícil la misión, pues se necesitaba nada menos que
sobreponerse a las ruinas materiales que se ofrecían a la vista, y
recurrir a las últimas energías restantes de la fe. Sobre el cumpli.
miento de esta misión, pueden responder el paulatino acrecenta.
miento del clero y el florecimiento aún más lozano del cristianismo
en nuestra patria, que, aunque se pretenda ne~arlo, se encuentra
$n el fondo de todas nuestras evoluciones.
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Esta tarea, después de la guerra del 70, en el penoso período
de la reconstrucción, la tuvieron a su car~o los sacerdotes sobrevi.
vientes de aquel clero de tan promisorias esperanzas. En el fondo
de la reconstrucción nacional palpita~a la fe inextinguible de nues.
tro !2Ueblo, C!Ue se nutría en la doctrina cristiana que proscribe la
desesperación como propia de los condenados. Y esta fe la sustentó
aquel puñado de sacerdotes, que sobrevivieron providencialmente
para alimentar de esperanzas y nuevas realizaciones los cimientos de
nuestra nacionalidad.
Aquf, en estas pá~inas, ofrecemos, con motivo del Año del
Sacerdocio del Paraguay, el conocimiento de la actuación del clero
paraguayo en la guerra del 70, actuación poco menos que d.esco.
nocida hasta nuestros días. Si con el esfuerzo realizado consegui.
mos llevar a conocimiento del público los acontecimientos consigna.
dos en este opúsculo, y llamar la atención de los historiadores para
una completa recopilación de nuestra historia, nos quedaremos con
la convicción de haber llenado nuestro cometido y con la inmensa
satisfacción de haber contribuido en algo para el seclarecimiento de
nuestro pasado, que al fin al cabo constituye el sustentáculo de
nuestro porvenir.
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CAPITULO 1
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como Cura Párroco de l:ncarnación o ltapúa,. y en 1861 como Cura
de ltá y Yaguarón. Pérez Acosta, en su obra titulada "Obrero
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Máximo se refiere a éstos últimos cargos ocupados por el Padre
ldoyaga.
Salió finalmente de la Asunción el 15 de diciembre de 1864
acompañando como capellém a la Expedición del Norte, de la q~e
no volvió. Dicha Expedición éstaba comandada por el general
Vicente Barrios, llevando como segundo al sargento mayor lufs A.
González, además un regimiento de caballería bajo las inmediatas
órdenes del coronel Isidoro Resquín, regimiento éste que partió por
tierra desde Concepción vía Bella Vista.
En Corumbá, como queda dicho, terminó gloriosamente sus
días el capellán ldoya,ga, que en todo momento se mostró digno
de su misión sacerdotal y del ejército paraguayo.
14 A.
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cito en campaña, pasando de inmediato a actuar como Secretario
del General Bruguez. Después del fusilamiento de este jefe en San
Fernando, el 26 de agosto de 1868, el Padre Moreno pasó a ser
Secretario del General Bernardino Caballero, a quien acompañó en
la memo;ab!e 'batalla de Ytororó, librado el 6 de diciembre de 1868.
Allí cayó heróicamente muerto por salvar la vida de su jefe.
En una de las alternativos de la lucha, el General Caballero
se vió sorpresivamente rodeado de las tropas del General Ozorio.
No quedaba otro recurso para tentar alguna salvación posible que
embestir temerariamente contra las filas enemigas. Con unos c.~antos
oficiales a caballo, acompañados del glorioso capellán, consiguieron
abrir brecha en las filas brasileñas paro dar escapada al General
Caballero. En este memorable episodio de la guerra contra la triple
alianza sucumbió con honra y valor el Padre Moreno.
Ya antes de. esta jornada gloriosa, el Padre José del Carmen
Moreno había sido distinguid~ por el Mariscal López con la Medalla
de Caballero de la Orden Nacional del Mérito. Esta distincién le
fué entregada en el Campamento de Paso Pucú el 24 de Julio de
1866, día de la festividad de San Francisco Solano.
Varios escritores recuerdan honrosamente al Padre Moren'o~.
El Padre Fidel Maíz lo cita en su "Etapas de mi vida"~ y en su
opúsculo "Centenario de nuestra independencia". Carlos R. Centurión
tiene honrosas palabras para él en el Tomo 1 pág. 280 de su "Historia
de las Letras Paraguayas". Juan Francisco Pérez Acosta, en su
obra titulada "Obrero Máximo", y Cecilio Báez, tienen asimismo
expresiones de alabanza para con el Padre José del Carmen Moreno.
Su firma auténtica puede verse en la pág. 41 del Libro VIl de
Bautismos de la Iglesia Catedral.
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Según aparece en "El Semanario" del 18 de Noviembre de 1865
y en el del 9 de Junio de 1866, el Padre Bonifacio Moreno ocupó
.
. ... luego los cargosde Cura Párroco de Altos y Excusador de Emboscada •
Antes de las fechas apuntadas, lo encontramos como Director de una
escuela en la Parroquia de San Roque, de acuerdo a un testimonio de
Pérez Acosta.
Mas tarde fue capellán del e!ército durante la guerra. Cayó
prisionero en la batalla ·de Avoy, 11 de diciembre de 1868, y,
conflmdiéndosele con el General Caballero, fue asesinado por los
brasileños. Este episodio puede leerse en la pág. 280, Tomo 1, de
''Historio de las Letras Paraguayas" pe Carlos R. Centurión.
Algunas partidos de bautismos de la Iglesia Catedral, Libro VIl
pág. 267, llevan al pié la firma auténtica de este sacerdote. Su
fotografía figura en el Album Gráfico de 1911.
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Párroco, P. Maiz, han podido encontrar un pequeño depósito de
azufre, y al hablar después sobre la batalla de Piribebuy, dice que
el Cu'ra de Valenzuela murió en las mismas trincheras.
L!l firma del Pa.dre F. l. Maíz figura en la nota felicitación, que
el clero asunceno dirigiera al Mariscal López el día 24 de julio de
18.65, con motivo de la festividad de Son Francisco Solano. Mientras
el Padre Fidel Maíz se hallaba en la cárcel por orden de López, su
hermano firmaba esta nota de felicitación.
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cañones. No pudiendo ordenarse por falta de edad canónica, según
apuntes inéditos del Padre Tcmás Aveiro, archivero de la Curia,
peticionaron al Mariscal López para obtener la dispensa del caso.
Transcribimos la co:1testación dada sobre el caso del Diácono
Estigarribia, documento que se conserva en el Archivo de la Curia
Vol. IV, NC? 40: "Cuartel General de Paso Pucú, julio 18 de 1867.
Como se pide, dispensándose las formas regulares semejantes en
razón a la distancia en que deberían llenarse esos requisitos y la
presencia en este campo de S. S. lima. el Revere:1dísimo Obispo Dio-
cesano, que se servirá estimar por suficiente rescripto esta providen-
cia. López. Silvestre Aveiro, Escribano de Gobierno y Hacienda".
Recibida esta providenCia, fue ordenado sacerdote el Diácono Estiga-
rribia con otros varios seminaristas. El regalismo estaba en pleno
auge.
El Padre Estigarribia, siendo aún estudiante, ordenado sola-
mente de órdenes menores, había firmado aquella nota de felicitación
a López, con motivo de su día natalicio. Se refiere que el Mariscal
le había encomendado durante la guerra la educación de sus hijos.
Se sabe también que el Padre Estigarribia, al mes siguiente de su
ordenación sacerdotal, pronunció un sermón de circunstancia en la
procesión de la Virgen de la Asunción. "El Semanario" de aqueila
fecha se refiere a este hecho. La misma referencia lo hace Ricardo
de Lafuente Machaín en su obra "La Virgen de la Asunción y su
Oratorio". '
En Areguá y Villarrica ·sobrevivieron a la guerra algunas tías
de este sacerdote, quienes proporcionaron a Monseñor Juan Sinforia-
no Bogarín el siguiente dato: que el P. Eustaquio Estigarribia murió
en la batalla de Caaguy-yurú, hoy Isla Pucú, jurisdicción entonces
de Caraguatay, el 18 de agosto de 1869, y que las tropos paragua-
yas estaban comandadas en aquella ocasión por el Coronel Pedro
Hermosa.
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Siendo aún clérigo de órdenes menores, había firmado la nota
de felicitación al Mariscal lópez, como asimismo la nota de protesta
por el Tratado de la Triple Alianza. Ordenado ya sacerdote, lo en·
centramos al Padre J. F. Gonzólez como capellán del eiército en la
Fortaleza de Angostura cuando sobrevino la rendición de aquel fuer-
te por lo traición de su Comandante, el Coronel Thompson. Había
protestado enérgicamente como su compañero el Padre Flores contra
lo traición allr perpetrada, y, para no caer prisionero de los aliados,
se marchó en compañía del Teniente Bias Fleitas y otros muchos a
presentarse al Mariscal lópez, que estaba entonces en Cerro León.
Por esta valiente actitud mereció una distinción de parte del
Mariscal López. El periódico "La Estrella", que salía a la luz en
Piribebuy, en el número de fecho 17 de marzo de 1869 dice: "Por
decreto supremo del 14 de corriente ha sido nombrado Caballero de
la Orden Nocional del Mérito al Capellán del Ejército, ciudadano
Félix Gonzólez". En el mismo número del citado periódico figuro
el dec:-eto de ascenso a Capitón del Teniente Bias Fleitas.
Consta en "la Estrella" del 27 de marzo de 1869 que el Padre
Félix González ayudó al Padre Justo Romón y al Cura Párroco de
Piribebuy, Pbro. Hilario Haedo, en todas las ceremonias de lo Se-
mano Santa, que fue celebrada con mucha piedad y recogimiento
en aquella tercera capital de la República durante la guerra.
El Coronel Ce;'lturión, en sus "Memorias", Tomo IV, pág. 141,
dice que en el lugar denominado Plácido, del Departamento de Villa
del Rosario, actualmente de Villa San Pedro, fueron tcmados pri-
sioneros por la caballería enemiga· el Padre Félix Gonzólez, el Te-
niente Cóceres, el Sargento Aquino y varios soldados, y que todos
ellos fueron degollados. E;'l la imposibilidad de oponer resistencia,
se habían rendido sin ninguna clase de pelea. De esta manera los
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"Redentores" del Paraguay liberaban al país de la opresión, dego-
llando a sus redimidos. · ·
La caballería brasilera que martirizó al P. Gonzólez y compa-
ñeros, estaba comandada por el capitón Mariano Rodrigues Ramos
y el Tte. 19 José Joaquí:l de Andrade Neves. Del bolsillo del P.
González sacaron los brasileros una carta del Cnel. Ignacio Génes
dirigida al Mcal. lópez, y en donde le da noticia del desastre de
lomas- Rugué. la carta está fecha el 25 de enero de 1870 en Potrero
Rojas, según lo Historia de la Guerra entre la Triple Alianza y el
Paraguay, por el general Augusto Tasso Fragoso. Dicha carta se
conserva en el Archivo de Río de Janeiro y cuyo texto es el siguien.te: ·,
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El Obispo Diocesano había accedido a una invitación que le
fuera formulada por el Presidente de la República, don Carlos An-
tonio López, y su hijo, el General Francisco Solano López, entonces
Comandante de la fortaleza de Humaitá, para trasladarse a aquel
lugar para la bendición e inauguración del nuevo templo. A la
ceremonia asistió también el Gobernador de Corrientes. Para dar
mayor solemnidad al acto, Monseñor Urbieta confirió órdenes sagra-
das en esta oportunidad a los sacerdotes nombrados.
Entre otras cosas, el Padre Espinoza fue catedrático de latinidad
en el Colegio - Seminario y redactor del periódico "Cacique Lambaré".
e'Historia de las Letras Paraguayas" por Carlos R. Centurión). Consta
que el 16 de septiembre de 1862 cobró su sueldo· por tres trimestres
como Cura de Tacuatí, y que desde 1865 fue Cura de Lima. Según los
"Documentos Históricos" de Juan Silvano Goeloy, el Padre Espinoza,
siendo Cura de Tacuatí y Excusador de Lima, bajó a la capital para
prestar declaraciones. Estas declaraciones las prestó el 27 de febrero
de 1863 ante un tribunal civil, que había sido especialmente consti-
tuido por López para juzgar al Padre Fidel Maíz. Este tribunal estaba
presidido p'or el General Wenceslao Robles, e integrado por José
Falcón, Carlos Riveros y Silvestre Aveiro.
El 24 de julio de 1866, el P. Espinoza m~reció ser nombrado
por decreto supremo, Caballero de la Orden Nacional del Mérito.
A esta distinción se refiere "El Semanario" del 2-8 de julio del mismo
año. Fue uno de los comisionados, con Saturnino Bedoya, Carmelo
Talavera, José del Carmen Urbieta y Policarpo Gorro, para la en-
trega de la famosa espada de oro y un album al Mariscal López,
obsequio del pueblo paraguayo. Este obsequio le fue entregado el ·
25 de Diciembre de 1867 en el Campamento de Paso Pucú, en cuya
oportunidad el Padre Espinoza pronunció el siguiente discurso:
"Excmo. Señor: El pueblo paraguayo, que con admiración y
asombro no menos que con orgullo y satisfacción, ha estado presen-
ciando la· heroica defensa que V. E. está haciendo de su libertad y
soberanía nacional, como también vuestras extraordinarias proezas y
las innumerables ·e inmarcesibles glorias que V. E. ha conquistado
ya para la Patria, no puede menos que reconocer a V. E. comó a su
verdadero y amoroso padre, su defensor acérrimo y garantía la más
segura de su porvenir: y movido de suma gratitud y agradecimiento
hacia V. E. por tantos y tan grandes como señalados beneficios, ha
tenido a bien hacer a V. E. un presente de esta espada de honor, ..~
obra original de los hijos del país que, nosotros, comisionados por
él mis~o pueblo, tenemos el alto honor de presentar a su nombre a
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V. E. como expresión fiel del reconocimiento y afectuoso carino de
este pueblo dichoso que cuenta a V. E. al frente de sus destinos; y
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como símbolo de la indómita bravura y sublime heroísmo con que
V. E. est6 haciendo pedazos la cadena de la ~sélavitud con que han
pretendido acollarar al pueblo paraguayo esos infames brasileños y
sus pérfidos aliados.
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Dignaos, pues, Excmo. Señor, aceptar esta pequeña ofrenda
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f. del pueblo agradecido, y contar con su decidida cooperación en ef
desempeño de la defensa de nuestra santa causa: pues el pueblo
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paraguayo, que ve afianzada su libertad en lo invencible espado de
V. E. est6 decidido a sucumbir bajo lo benéfica sombra de su pabe-
,.~J llón nacional al lodo de V. E. antes que consentir en la ignominia
de arrastrar lo cadena de la esclavitud.
"Aceptad igualmente, Señor, las cordiales felicitaciones que
1
este pueblo os dirige por medio de nuestro débil órgano por este
grande día de la Patria, día del aniversario del solem:1e juramento
que hizo el año 42, de conservar bajo cualquier sacrificio su ll"de-
pendencia y Soberanía Nacional, y que nosotros reconocemos en su
nombre ante Dios, la Patria y V. E. en esto solemne ocasión, prome~
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tiendo muy de veros de no apartarnos jam6s de vuestro lado flOra
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secundar eficazmente a los hercicos esfuerzos de V. ·E. en la defensa
de nuestra amada libertad ... ".
El Mariscal López ag·radeciendo la espada de oro brindada por
la Nación, contestó con el siguiente discurso: "Señores: El Pueblo me
colma de honores, y sus manifestaciones de confianza son m6s la-
tentes, cuanto m6s prolongada y cruenta se presenta la lucho en que
nos hallamos.
Ciñendo la espada ~ue me ofrecéis en nombre· de los virtuosos
hijos de la Patria en uno de sus m6s grandiosos días, nada puedo
deciros que traduzca mi agradecimiento al Pueblo, sino que el lema
de "Independencia o Muerte" que se lee en este acero, ser6 siempre
el norte de mi guía.
Confío que mediante Dios, la perseverancia del Pueblo y lo bra-
vura y decision de las intrépidos legiones de la Patria, bien pronto
ser6 salvada, y sus hijos reposar6:1 con orgullo bajo el frondoso
laurel con que habr6n conquistado una paz segura.
Los manes de los valientes soldados, que como nosotros juraron
Independencia en este dio, y nos han precedido en el glorioso sacri-.
ficio de la Patrio, militan tambié:1 con nosotros en la santo cruzado,
en cuyas filas cayeron.
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Este 'sacerdote era natural de Capiatá, y Cura Párroco de .su
pueblo natal desde 1846, como con~ta en el archivo parroquial de
Capiatá y en el Archivo de la Curia Vol. 11 N9 7 ..y Vol. 55. En 1-857.
el historiador Pérez Acosta lo pone al frente de la parroquia de Villa
Franca. Según el libro de defunciones de V. Oliva, que obra en. el
Archivo de la Cu~ia, el P. Adorno fue Párroco de aquella Villa de~d~
1849 a 1858.
"El Semanario" del 4 y 25 de Agosto de 1866 habla del Cura
Párroco de Capiatá, Pbro. Manuel Antonio Adorno, con motivo de
haber remitido importantes donaciones para los heridos de guerra y
soldados de nuestro ejército. Fue· nombrado luego capellán del ejér-
cito desde· fines de 1868, y desde entonces siguió al ejército para-
guayo hasta llegar a Cerro Corá, donde murió asesinado por los
brasileños. Su fotografía figura en la página 204 del Album· Gráfico.
El Padre Fidel Maíz menciona al Padre Adorno en su discurso pro-
nunciado en ocasió:1 del Centenario de nuestra Independencia. ·
En el pueblo de Areguá, en el lugar denominado Cocué-Gucizú,
existe hasta ahora un Oratorio de San Francisco de Asís, en el que
se venera la imagen de este santo esculpida por el Padre· Adorno,
imagen que perteneció a este sacerdote que era escultor. El Oratorio
pertenece a la familia Estigarribia.
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hasta 1863. En el archivo de la Curia se conservo una nota 'de Mons.
l Basilio López al Teniente Cura de Luque, Pbro. José Ramón Gonzólez,
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nota ·que lleva la fecha del 17 de octubre de 1849.
De Luque fue probablemente llamado poro servir en el ejército.
Consta solamente su gloriosa muerte en Cerro Coró con sus compa-
& ñeros sacerdotes: Francisco Solano Espinoza, José del Rosario Medina
y Manuel Antonio Adorno.
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(1) Tayí ·era un pequeño puerto situado sobre el río Paraguay, entre
Pilar y Humaitá.
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Jaime Antonio Corvolán, Santiago Esteban Norváez, José León
~ovilán, Pedro león Caballero, Carlos Ant!'nio Vázquez, Juan de
Mata Ortellado, José Ramón Ferriol, Basiliano Landini, Antonino
Medina, Gaspar Jacquet, Pedro José Acosta, un tal Padre Benítez, el
capuchino Angel Maramico (Padre Angelo), y el clérigo Juan Bautista
Zolduondo. ' .
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''E\ estado valetudinario y decadente de la salud de este Ve-
nerable Pastor de la Iglesia P~raguaya, infunde vehementes temo-
res de que sus días 110 sean ya tan· dilatados como necesita esta
parte del rebaño del Señor, que aún no ha podido dotarse de un
considerable número de pastores.
"Vuestra Santidad conoce las calamitosas circunstancias que
han pasado sobre esta Iglesia, y la consiguiente poca facilidad que
después se ha encontrado para la creación de Ministros dignos de
la Religión de Jesucristo.
"El abajo firmado ruega a Vuestra Santidad, que como Padre
común de los fieles quiera mirar ccn ojos benignos tan importante
grey del Señor, y confirmo!' la elección del recomendable Presbítero
Palacios, que tiene la ho;ua de presentar a Vue3tra Santidad, para
Obispo Coadjutor de este Obispado, con derecho a suceder al Dio-
cesano, dignándose subsanar lo que de subsanar hubiere en el pro-
ceso informativo, a ·fin de que la Iglesia de la República del Para-
guay no tenga que deplorar una nueva viudedad.
"Aceptad, Santrsimo Padre, los sinceros votos que el abajo
firmado dirige por el Po:1tificado de Vuestra Santidad, y la expre-
sión de profunda veneración y respeto con que le pide su bendición
apostólica.
"Dado en el Palacio Presidencial de la Asunción a los veinte
días del mes de Noviembre del año del Señor de mil ochocientos
sesenta y dos. Firmado Francisco S. lópez - El Ministro de Gobier-
no - Firmado Francisco Sánchez".
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Obtenido el nombramiento de parte de Su Santidad Pío IX,
fue consagrado Obispo por Monseñor Urbieta en la Iglesia Catedral
de la Asunción el 30 de agosto de 1863. Una vez fallecido Monseñor
f
· Urhieta, le sucedió en el gobierno de la Diócesis el 29 de enero de
1865. En el Archivo de la Curia se conserva el acta de coasagra-
,, . ción que dice así:
"En la Ciudad de la Asunción Capital de la República del
Paraguay, y a los treinta días del mes de Agosto del año de Nues-
tro Señor.Jesucristo mil ochocientos sesenta y tres, día en que ocurre
la fiesta de primera clase de Santa Rosa Virgen de lima, Patrona
de toda la América Meridional, en la Domínica décima cuarta des-
pués de Pentecostés, y primera de Septiembre, habiéndonos reunido
con los miembros del Senado Eclesiástico Curas de la Capital y
de campaña, en la Santa Iglesia Catedral por lo mañana en hora
competente, estando lo Iglesia llena de numeroso concurso del cuerpo
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Consta que en la iglesia castrense de Humaitá, y en las capi-
llas de Paso de Patria y Paso Pucú confirió órdenes sagradas durante
la guerra. Asistió al general Díaz en su último momento. Después
lo encontramos· en San Fernando, donde fue apresado por orden
de lópez con otros varios personajes como traidores a la Patria y
su Gobierno. los Presbíteros Fidel Parz y Justo Román instruyeron
el 19 de diciembre de 1868, en Lomas Valentinas ( 1), obedeciendo
órdenes del Mariscal, un sumario en el que condenaron al Obispo
Palacios a la pena capital. Este importante documento cayó luego
en manos de los argentinos, y fue publicado por primera vez en l872
en el periódico correntino "El Argos". Una copia se conserva en
nuestro Archivo Nacional Vol. 355, año 1868.
Según varios sacerdotes sobrevivientes a la guerra del 70, entre
los cuales pueden ser citados los Padres José del Carmen Arzamendia,
Pedro Pablo Benítez e Isidro lnsaurralde, la conspiración de San
Fernando no existió. El mismo P. Fidel Maíz, tristemente famoso
como Fiscal en este proceso, cQiificó posteriormente de "supuesta" la
conspiraciÓn de San Fernando. Por otra parte consta que estos 11 reos
traidores a la Patria y su Gobierno" fueron ajusticiados de la ma-
nera más arbitraria y antijurídica. los reos carecían de defensores.
A ninguno de ellos se le permiti'ó nombrar o tener defensores de sus
causas, y ni siquiera a ellos mismos se les permitió defenderse. los
procesos desde luego eran secretos, y las declaraciones eran arran-
cadas por medio de azotes, el cepo uruguayana y el aplastamiento
de los dedos con el martillo.
Instruido el sumario, fué elevado por los citados fiscales al
Consejo de Guerra, que le condenó al Obispo Palacios y once reos
más a "ser pasados por las armas". Habiendo fallecido el Mayor
Manuel José Espinela en el combate de Ytororó; heridos el Coronel
Valois Rivarola, el Teniente Coronel José Duarte y el Mayor Silvestre
Benítez en el combate de Avay; y en comisión, el Mayor Melitón
Díaz, quienes formaban ~1 Consejo de Guerra juntamente con el
Teniente Coronel Hilario Marcó, y bajo la presidencia del Coronel
Felipe Toledo, el 17 de Diciembre de 1868 fue integrado un nuevo
. Consejo de Guerra, para juzgar la causa del Obispo Palacios y
demás compañeros. El nuevo Consejo de Guerra estuvo integrado
en la siguiente forma: Coroneles Felipe Toledo, Francisco Roa y Pedro
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en llevar el anillo que fuera del Prelado paraguayo. Después de la
muerte de Monseñor Terrero, sus familiares donaron el histórico
anillo al Museo de Luján, donde también se conservan una fotografía
y un bastón 'del Obispo Palacios.
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"Bien conocidas son las dotes personales del Señor Deán Bogado,
sus virtudes, su patriotismo, su vida e¡emplar, consagrada al servicio
de fa Religión y de la Patria.
"Sacerdote virtuoso y austero ciudadano, el Señor Deán Bogado
ha acreditado siempre su celo religioso y su amor a la Patria.
"Des'pués de Jos importantes servicios que ha prestado antes de
la guerra actual, posteriormente ha ensanchado esos mismos servicios
encontrando una ocasión propicia de emplear sus esfuerzos patrióticos
en bien de la causa nacional.
11
Aplaudimos sobremanera la disposición suprema que acuerda
el honroso título de que nos ocupamos, pues no. hallándose presente
en la Asunción más que un Ministro de Estado, se hace sentir más la
conveniencia de este nombramiento en las presentes circunstancias,
cuando por otra parte el patriotismo y luces del Señor Deán Bogado
son bien notorios •.. "
Antes de merecer esta importante designación, el Deán Bogado,
por los servicios prestados a la nación, fué condecorado el 5 de Mayo
de 1866 como Comendador de la Orden Nacional del Mérito. "El
Semanario" de esta fecha hace mención a la 'distinción conferida al
Deán Bogado.
Después de la resonante victoria de Curupayty, los principales
vecinos de la Capital enviaron una nota d~ felicitación al Mariscal
lópez, nota que también lleva la firma del Deán Eugenio Bogado.
"El Semanario" del· 27 de Octubre de 1866 habla de esta nota, y el
del 2 de Marzo del siguiente año trae un hermoso discurso
pronunciado por este sacerdote en la gran Asamblea del Sexo Bello,
realizada en la Capital.
En repetidas oportunidades el citado periódico se refiere a este
sacerdote y sus importantes actividades, ya que, además de alto
exponente del clero, llegó a tener una innegable figuración política.
El del 24 de Julio de 1867 habla de una Misa Solemne celebrada por
el Deán Bogado en la Catedral, en honor de San Francisco Solano.
El mismo periódico, de fecha 18 de Febrero de 1868, se refiere a una
Misa celebrada en la gruta Santo Tomás de Paraguarí en cuya
oportunidad el Deán Bogado pronunció un elocuente sermón. Consta
que Madama Linch asistió a este oficio religioso, como asimismo a
los oficios litúrgicos celebrados el 3 de Febrero del mismo año en la
Catedral, con motivo de la festividad de San Bias, Patrono del
Paraguay. La Misa Solemne de este año como la del año anterior
estuvieron a ·cargo del Deán Bogado.
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Urbie1a se había trasiadado a Humaitá en companra del Presidente
de la República, don Carlos Antonio López, y para dar mayor
realce a las ceremonias de inauguración y bendición de esa iglesia
castrense, confirió en ella la orden sagrada a los nombrados sacer-
dotes, que entonces eran Diáconos. En los actos realizados tuvo
destacada figuración el entonces General Francisco Solano lópez,
que era Comandante de la fortaleza de Humaitá ( 1).
Entre los ordenados en aquel histórico templo estuvo cierta-
mente el P. Elíseo Patiño, según consta en el Archivo de la Curia
Vol. IV y Vol. 55. Fue bautizado en la Catedral por el P. Casimiro
Ramírez, el 11 de Septiembre de 1835, sien'do su padrino el Pbro.
Rafael Antonio Bazán. Después de algún tiempo, en el año de
1866, le encontramos al P. Patiño como Cura Párroco de Lambaré.
Estando al frente de esta parroquia había subscrito el acta de con-
sagración episcopal de Monseñor Manuel Antonio Palacios el 3-0 de
agosto de 1863. 11 EI Semanario" del 2 de septiembre de 1865 se
refiere brevemente a este sacerdote, diciendo que habló en la
Catedral.
Consta que prestó declaración ante el Tribunal Civil, consti -.
tuído a principios de 1863 para juzgar al P. Fidel Maíz. En el
juicio seguido a este sacerdote dice: "El Teniente Cura de Lambaré,
Presbítero Elíseo Patiño, declaró ante este Tribunal el 28 de febrero
de 1863", y siguen las declaraciones, que se conservan en el Archivo
Nacional, .y se encuentran reproducidas en "Documentos Históricos"
de Juan Silvano Godoy.
El P. Eliseo Patiño fue fusilado, según declaraciones formuladas
ante la Fiscalía Mixta pqr el Capitán Metías Goiburú, quien en
Lomas Valentinas se pas.ó a las fi 1as enemigas. No constan el
lugar ni la fecha de la ejecución. Este mismo Capitán Matías
Goiburú, juntamente con el Coronel Hilario Marcó, fue el que man-
dó el fusilamiento det Obispo Palacios y sus ~ompañeros, cumpliendo
órdenes de lópez. En lomas Valentinas, no pudiendo ya soportar
la ingrata tarea que le encomen_dara el Mariscal, abandonó su
puesto, y pronto se encontró entre los aliados, quienes conocedores
del papel que había desempeñado, le exigieron una serie de
de~laraciones.
. La firma auténfica del P. Elíseo Patiño se encuentra en eJ Libro
VIl de bautismo, folio 17, de la Iglesia Catedral.
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1;
1
José Joaquín· Talavera, quien pronunció un elocuente y persuasivo
discurso. Estuvo el Vice Presidente de la República. Por la tarde
hubo otro brillante acto religioso en el que habló el Presbítero Rafael
Ríos". El del 3 de agosto del mismo año dice: "El Diácono José
Joaquín Talavera habló en la fiesta de San Francisco Solano, cele-
brada en Paraguarí el 24 de julio de 1867". ·
Siendo aún Sub-Diácono fue distinguido con la Condecoración
de la Orden Nacional del Mérito, juntamente con el Coronel Paulino
Alen. La transcripción del decreto correspondiente se encuentra en
"El Semanario 11 , de fecha 12 de agosto de 1866.
Poco después de su ordenación sacerdotal en Paso Pucú, estan-
do todavía en la plena lozanía de la juventud, fue envuelto en la
famosa conspiración de San Fernando, y reducido a prisión. De
San Fernando fue conducido con los demás reos a Lomas Valentinas
el 27 de agosto de 1868, y en este histórico lugar fue fusilado el 11
de· noviembre del mismo año, algunos días antes de la ejecución del
Obispo Palacios y demás compañeros. De esta manera terminó
sus días este sacerdote joven, que fue condenado a la pena capital
sin que se haya podido saber exactamente el motivo.
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.
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río" de 1<? de agosto del mismo año dice: "La misa fue celebrada
l
por el Señor Cura Párroco de Villarrica, Padre Juan N. Arza; y el
sermón estuvo a cargo del Cura de Piribebuy, Padre Hilario Haedo".
Con los sacerdotes anteriores, el P. Juan Nepomuceno Arza,
1
envuelto en la conspiración de San Fernando, fue fusilado el 11 de
noviembre de 1868 en Lomas Valentinas, conforme constan en la
Tabla de Sangre del General Resquín, y en las declaraciones del
Capitán Matfas Goiburú y Bartolomé Quintanilla.
La firma de este sacerdote se halla registrada en el Libro VIII
folio 19, de la Catedral, en el Libro 1 de bautismos, folio 48, de la
Iglesia de San Roque, y en el archivo parroquial de Villarrica.
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da a este sacerdote co~o Cura Párroco de Caapucú. En 1853 sus-
cribe en Quyquyhó un certificado (legajo del P. F. Valdovin.os).
En 1862 fue nombrado Canónigo de la Iglesia Catedral por
Monseñor Mariano Marini, Arzobispo de Palmira, Nuncio Apostólico
y Enviado Exfraordinario de la Santa Sede cerca de las Repúblicas
del Plata, del Uruguay, Paraguay y Argentina. Con él fueron tam-
bién nombrados Canónigos de la Catedral los Presbíteros Teodoro
Escobar y Pedro Pablo Caballero. (Breve Res. Hist. pág. 32).
Por última vez encontramos a este sacerdote en la prisión de
Lomas Valentinas, donde murió el 21 de noviembre de 1868 de en-
fermedad o inanición, según las referencias más probables que se
han podido recoger al respecto. El P. Corbalán se encontraba entre los
condenados a muerte, C!Ue poco después fueron fusilados. El Ca pi-
tán Metías Goiburú lo mencionó luego en sus declaraciones entre los
ajusticiados. Algo referente a este punto puede verse en "Siete años
de aventuras en el Paraguay" de Masterman.
La fotografía del P. Corbalán figura en el Albun c:;ráfico~
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Solano, y pronunciar un a alocución patriótica. Pero llegada la
hora del oficio religioso, este sacerdote se negó a celebrar la Santa
Misa, porque las autoridades de la localidad, en su afán de adular a
López, habían colocado en el centro del altar instalado en la plazo-
leta de la Iglesia una fotografía del Mariscal en vez de la imagen
de San Francisco Solano.
Las autoridades locales insistieron una y otra vez a que se
celebrara el oficio religioso, pero el P. Ferriol les enfrentó con una
valie:1te negativa, diciéndoles que su conciencia sacerdotal no le
permitía celebrar el santo sacrificio de la Miso en estos condiciones,
y que primero mcriría antes que ceder o una sugestión de esta natu-
raleza. las autoridades de luque pasaron. de lo insistencia a la
amenaza, y finalmente a la violencia. lo apresaron, lo engrillaron,
y de esta manera lo enviaron hasta Ascurra, en cuyo prisión impro-
visado mu'rió de hambre a fines de enero de 1869, según decla-
raciones del P. Pedro Pablo Benítez.
En. la capital vive:1 todavía algunos familiares de este ilustre
sacerdote, que supo ~onrar su misión sacerdotal, como lo familia
de Pozzoli y la educocionista Obdulia Ferriol.
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Este distinguido ci~dadano boliviano llegó acompañado de su
esposa, doña Mercedes Rivero de Roca, los doctores Elizardo Vaca
y Benigno Gutiérrez, también bolivian~s, y el P. Basiliano landini.
Unos artículos de fondo publicados en la Capital por el Dr. Roca
le valieron el nombramiento de director de "Centinela", periódico
que se editaba en la Asunción y luego ~n luque, cuando fue tras-
ladada a esta ciudad la Capital de la República.
Una parte de esta carta dice que el 13 de julio de 1868 la
policía detuvo en luque ''al doctor Gutiérrez, al Padre Basiliano,
a Juan Padilla y Tristá:1 (Roca), los meten a bordo y los ponen
en cepo de lazo, que consiste en atarles las manos por detrás y
estirarle las piernas con dos lazos hasta medio rasgarlas, teniéndolos
sentados en el suelo". Todos ellos fueron fusilados el día anterior,
es decir, el 22 de agosto,. con el mayor argentino Julio Carra:ua, los
paraguayos: . Andrés Urdapilleta, Felipe Milleres, Pío Pozzoli. Total
40. Otro grupo de 37 personajes fueron fusilados ese mismo día,
y en el que estaba el Padre Rodríguez.
Terminada la guerra, en 1871, el Padre Superior del Convento
Franciscano de La Paz (Bolivia) se dirigió a la Curia de Asunción
solicitando i:,formes sobre el Padre Basiliano.
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de diciembre de 1S56, y designado luego Cura Pórroco de ltacurubí
de la Cordillera, en donde lo e:1contramos hasta 1868. (Archivo de
la Curia, Vol.· 111 N9 24 y Vol. 55). El historiador Pérez Acosta
menciona a este sacerdote como Cura de lambaré.
Su firma aparece entre los felicitantes a lópez en 1865, y su
nombre se lee en el libro VIII de bautismos, pág. 268, de la Iglesia
Catedral.
El otro sacerdote de este mismo apellido, que pereció durante
la guerra, es el P. José Aniceto Benítez, nacido en Paraguarí y orde-
nado por Monseñor Urbieta el 26 de 11oviembre de 1860. Era hijo
legrtimo de luces Benítez y Leonardo Ramírez. (Archivo de lo Curia,
. Vol. 111, N9 41 y Vol. 55). Consta que este sacerdote fue Cura Auxiliar
de Son Roque en 1861, conforme puede verse en el archivo de esta
parroquia. Juan Silvano Godoy lo nombra en sus "Documentos His-
tóricos".
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CAPITULO m
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2) PBRO. JOSE MARIA VELAZQUEZ
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Nació en Caraguatay, siendo hijo legítimo de Juan Donato
Velázquez y María Petrona Ramírez. Fue ordenado sacerdote por
Monseñor Basilio López en 1850, y desi'gnado luegó Cura Párroco
de Tobatí, en donde se le encuentra hasta que fue comisionado por
lópez a Villa Concepción a principios de 1869. Sus datos persona-
les se conservan en el Archivo de la Curia, Vol. 11, NC? 21 y Vol. 55.
El historiador Pérez Acosta en su obra "Obrero Máximo 11 lo menciona
también como Cura de Tobatí.
Como queda dicho, fue comisionado por lópez desde Azcurra
para Villa Concepción juntamente con el Padre Borja. De allí de-
saparecieron ambos en la forma ya indicada. La fotografía de este
sacerdote está en el Album Gráfico.
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4) PBRO. ADONIAS AURELIO URBIETA
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7) PBRO. ANGEL TORRES
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causas de desgracias d.e la Santa Sede. •
Consta que el Padre Escobar desde 1856 cobraba su sueldo de
~· cincuenta pesos oro trimestrales como Cura de la Encarnación, y que
desde 1862 recibía una suma doble como Deán del Senado Ecle-
siástico, cargo que ocupó hasta .su muerte, acaecida en la Asunción
el 22 de enero de 1866. "El Semanario" del ,27 del mismo mes y
año se refiere a la desaparición de este sacerdote. ·
En el Libro VI de defunciones de la Iglesia de la Recoleta,
pág. 7 4, de fecha 23 de enero de 1866, puede verse el acta de inhu-
mación del Arcediano José Teodoro Escobar~
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EI Semanario", en repetidas oportunidades, se ocupó de este
sacerdote, que en su tiempo llegó a acreditar sh1gulares prendas de
orador sagrado. Fue elogiado por un sermón pronunciado en febre-
ro de 1863 comentando la festividad de San Bias, como por el que
pronunció en 1865 en la fiesta de Corpus. Christi en la Iglesia de
la Encarnació11. Pronunció también en la Catedral el 15 de agosto.
del mismo año un celebrado sermón con motivo de la fiesta de la
Virgen de la Asunción. El Padre Téllez tiene la honra de haber
pronunciado la oración fúnbre sobre los restos mortales de Monseñor
Juan Gregorio Urbieta, Obispo Diocesano de! Paraguay, según lo
atestigua el historiador Pérez Acosta.
El 24 de julio de 1866, refiriéndose también a este sacerdote,
dice: "Celebró en la Catedral la fiesta de San Francisco Solano el
Vicario General, Deán Fugenio Bogado, y ocupó la Tribuna Sagrada
el Pbro. José Gaspar Téllez" Y el del 8 de diciembre del mismo
año dice: Celebró la fiesta de la Inmaculada el Cura Rector de la
Catedral, Padre José Gaspar Téllez, y ocupó la Cátedra Sagrada el
Cura de limpio, Pbro. Ramón Ferriol".
El 25 de diciembre de 1866, el Padre Téllez, en un banquete
ofrecido en la capital a los heridos en los campos de batalla, pronu-
ció un elocuente discurso, que apareció en "El Semanario" del 29 del
mismo mes y año. Transcribimos a continuación algunos párrafos
de este discurso:
"la coincidencia de dos solemnidades sagradas, que hoy la
Religión y la Patria conmemoran con ardoroso entusiasmo, hace
soberanamente augusto y grandioso este dfa en los fastos de la
República, y realza los motivos muy justificados de nuestro general
regocijo y gratitud a Dios y a la Patria: porque la Religión nos
recuerda la venida del Libertador de la humanidad entera, el Mesías
esperando por más de cuatro mil años, objeto constante de ardientes
deseos de tantos hijos, y qué nos ha traído la paz, caridad y gloria;
y la Patria, llena de un santo orgullo, levantando erguida su frent'e
airo~a, nos recuerda y nos muestra, en Acta de nuestra Independen-
cia, en ese código sagrado, el juramento más solemne, que ante
Dios y el mundo entero, hemos hecho sobre las aras de la Patria,
de conservar y sostener bajo cualquier sacrificio esa misma Inde-
pendencia y Soberanía Nacional. .. ". ·
Después de la gloriosa batalla de Curupayty, como puede verse
en "El Semanario" del 27 de octubre de 1866, los vecinos más
caracterizados de la Capital dirigieron una nota de felicitación al
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19) PBRO. JOSE DONATO AVAHA Y
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del Mariscal. la Misa fué celebrada por el Cura de Villarrica .
P. Juc;m N. Arza, y el sermón estuvo a cargo del Cura de Piribebuy,
P. Hilario Haedo".
Abandonó algún tiempo después el P. Haedo su parroquia de
Piribebuy, respondiendo a un llamado de lópez, según parece. lo
cierto es que se le encuentra por última vez en Curuguaty, donde
falleció. Cuando el Mariscal lópez, que parece lo tenra en estima
a este sacerdote, se enteró de su estado de gravedad, lo mandó
recoger de los montes con su propia carroza, y una vez muerto le
le mandó rendir honores militares en su sepelio.
Algunos familiares de este sacerdote, especialmente la señora
doña Josefina Abente Haedo de Escobar, Mayordoma de la Virgen
de la Asunción, Patrona del Paraguay, conserva en su poder la fo-
tografra del Padre Haedo y algunas cartas particulares.
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Villa del Pilar en 1820, donde fue apresado por orden del dictador
Francia (El Supremo Dictador, por Julio C. Cháves).
lo
f. Pérez Acosta, en su obra "Obrero Máximo",. dice que el Padre-
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lii .
Ortigoza e¡ercía el Curato de Piribebuy en 1856, y que desde el oño ,¡
1861 al 67 era Cura y Vicario foráneo de Barrero Grande, hoy Eu-
sebio Aya la. Suscribe el P. Pedro B. Ortigoza la partida de bau- · ._'·
tismo del Padre Bonifacio Moreno, en Piribebuy 6 - XIII - 1861.' ..
11
EI Semanario" del 19 de octubre de 1867 hace referencia a las
contribuciones enviadas para el mantenimiento del ejército en cam-
paña por el Cura de Piribebuy, Pbro. Baltazar Ortigoza. Cabe des-
tacar (!Ue en esta fecha atendía sólo i:1terinamente esta, parroquia
des.de Barrero Grande, por aus&ncia del titular de Piribebuy, que
era el Padre Hilario Haedo.
Otros datos no se han podido recoger de este sacerdote, que
d:esa pa re.ci ó durante la Residente, probablemente hacia fines
de 1869.
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....
Desde el 4 de julio de 1865 hasta el 15 de setiembre de 1868
"1
aparece como Cura Párroco de San José de los Arroyos, conforme
consta en el archivo paroquial de este pueblo. Pérez Acosta, en
su obra tantas veces citada, dice oue el Padre Fermín Valdovinos
fue Párroco de Belén y Horqueta h~cia fines del 1861. Según de-
claraciones del P. Ignacio Acosta, el P. Fermín Valdovinos participó
en la fiesta de San Francisco Solano, celebrada en Azcurra el 24 de
julio de 1869. Su padre, José Aniceto Valdovinos, fue fusilado
juntamente con Fulgencio Yegros. Sus tíos, José Mariano Valdovinos,
Marcos Ignacio Valdovinos, y José Joaqurn Valdovinos, todos ellos
Próceres de Nuestra Independencia, fueron fusilados también por
orden del dictador Francia, y su tío, el sabio sacerdote y canónico
del Cabildo Eclesiástico, Pbro. Juan Bto. Valdovinos, encarcelado.
Fuera de estos escasos datos ya nado se sobe de este sacerdote,
que también de&apareció durante la guerra. Su firmo se registra
en el libro 1, folio 16, de lo Iglesia de San Roque, en donde habra
administrado algunos bautismos.
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Refiriéndose a la fiesta de San Bl~s, ·Patrono.,del Paraguay, del
año 1867 "El Semanario" del 3 de Febrero dice: "Celebró la Misa
de San Bias el Deán y Vicario Bogad"o, y ocupó la tribuna sagrada
el Pbro. Rafael Rí.os, y la procesión fué presidida por el Arcediano
Juan Evangelista Barrios". También fué el Padre Ríos quien tuvo a su
cargo el sermón de circunstancia el 16 de Octubre de 1867,
aniversario d~ la ascención al mando presidencial del Mariscal López,
como puede verse en "El Semanario" del día 19 del mismo mes año. ·
Estando lo guerra en pleno auge, el Padre Ríos falleció en lo -·
Capital, y fué sepultado en el Cementerio de la Recoleta ~1 25 de
Noviémbre de 1867. El acta de su inhumación se conservo en el
Libro JI de Defunciones, pág. 312, de lo Recoleto.
La señora Angela De los Ríos Ortúzar de Villalbo, con domicilio
en la calle 15 de Agosto y Estrella, sobrino segundo de este sacerdote, ~
nos ha proporcionado los siguientes datos: que el apellido original a
fué "De los Ríos", pero que por un decreto del dicta~or Francia se ·1
.'!
quitó lo "De 11 de todos los apellidos que la llevaban; que tres
hermanos de este sacerdote sobrevivieron a la guerra, y ellos son:
j1•
Guillermo De los Ríos, casado con Josefina Vierci; Félix De los Ríos, ...l
~
casado con Natividad López; y Basilio De los Ríos, casado con Manuela
Rojas de Arando. Todos ellos ocuparon cargos de importancia en las
·reparticiones públicas, en· la post guerra.
La señora de referencia conserva en su poder una hermoso
fotografío de su tro sacerdote.
•. 87 -
e ,···dwwv +;w; •·é L « d'iHWh4 ·> •¡;¿ n:z.:: · · ... · .....,. ·....o:..,.:_ •
El Padre Azuaga, que estaba ocupando el Curato de Ybytymí
con la Excusaduría de lt'=lpé y Valenzuela, fue reducido a prisión
en junio de 1866 y conducido engrillado a la capital, en donde
parece haber recuperado su libertad, porque figura su firma en
algunos documentos posteriores. (Archivo de la Curia, casilla 191,
'·
vol. 18).
El Padre Pedro P. Azuaga desapareció durante la guerra, sin
que ningún 'aato se haya podido recoger de sus últimos días y su
suerte final.
38) PBRO. ANDRES ARANDA
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CAPITULO IV
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- 91 -
- 92
Poco tiempo después de su nombrami'ªnto:, el Administr-ador
Moreno enfermó de gravedad, y hallándose i-mposibilitado p(:lra
ejercer su cargo, lo delegó o favor de su Secretorio, Pbro. Fidel Maíz,
el 11 de moyo de 1 87 .4. El acto de la delegación del cargo llevo
los firmas de: Moreno, Duorte, Arrúa y Pedro Pablo Benítez. Algu-
nos días después, 30 de mayo de 187.4, foll~ció el Podre Manuel
Vicente Moreno.
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1
......
como Escribano, Silvestre Aveiro. El Tribunal Eclesiástico estaba
integrado por el Obispo Palacios, por el Deán Eugenio Bogado, y
el Cura Rector de la Catedral, Pbro. José Gaspar Téllez, y como
Secretario actuaba el seminarista Ortigoza. Ante ambos tribunales
declararon varios sacerdotes como: Pedro Nolasco Aquino, Cura de
Pirayú; Francisco Solano Espinoza, Cura de Tacuatí y de lima;
Elíseo Patiño, Teniente Cura de Lambaré; Fermín Valdovinos, Cura
de Belén; y Policarpo Páez, Cura de Concepción.
El P. Fidel Maíz estuvo en la cárcel desde el 4 de diciembre
de 1862 hasta el 8 de septiembre de 1866, principalme:1te por ha-
berse opuesto con Benigno López y otros varios diputados en el
Congreso del 16 de octubre de 1862 a la exaltación de Francisco
Solano lópez al poder absoluto como queda dicho. Su encarcela-
miento hubiera seguido indefinidamente de no haberse presentado
un caso inesperado.· En medio de la tremenda lucha, a sc¡mgre y
fuego, de la guerra contra la Triple Alianza aparecieron en las
líneas paraguayas, en Paso Pucú, algunos r.úmeros del diario bo-
naerense 11 La Tribuna 11 , que traía publicada en grandes letras la
Bula del Papa Pío IX, que instituía Arzobispado la Iglesia de Buenos
Aires, haciendo sufragánea de ella la del Paraguay.
Como es de imaginarse, y dados los momentos circunstanciales
de la guerra, este hecho vino a herir profundamente los sentimien-
tos patrióticos del Mariscal López, del Clero Nacional y de todo el
pueblo paraguayo, que no querían ni podían reconocer autoridad de
ninguna índole sobre el Paraguay de parte de Buenos Aires. El
artículo que comentaba la bula pontificia decía además en una parte:
"que en celebración de tan magno acontecimiento se ordenaba un
repiqueteo general en todas las iglesias de la nueva Provincia
Eclesiástica".
lópez, que consideraba este hecho como insólito, quería hacer
refutar la bula de referencia como una expresión de protesta de
parte del Clero Nacional y de todo el pueblo paraguayo, que se
estaba batiendo en guerra con la Argentina. Recurrió a las personas
a quienes consideraba capaces de escribirle una refutación contun-
dente; pero nadie pudo escribirle un artículo conforme a su deseo.
Entonces fue cuando el poeta Natalicio Talavera, que conocía la
sólida preparación intelectual y la elegante pluma del P. Fidel Maíz,
le recomendó a lópez que le confiara la redacción de dicho artículo.
El Mariscal se dejó persuadir, y ordenó telegráficamente que el
P. Fidel Maíz fuera sacado de la cárcel y conducido de inmediato
- 94-
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En repetidas oportunidades ha confesado que las circunstancias le -,1
han colocado en la angustiosa alternativa de ser el yunque o el
martillo, y que por excesivo apego a la vida ha preferido siempre
ser el martillo. La misma Santa Sede, en consideración a esta sencilla
humildad, al arrepentimiento demostrado, y teniendo en cuenta los
difíciles momentos que tuvo que afrontar, le había absuelto de todos
los graves cargos que pesaban sobre él.
Escribió él mismo su auto defensa en estos términos: "La poste-
ridad que ha de juzgarme sin pasión, ha de mirarme en el cuadro
de mi tiempo y de acuerdo con las leyes del medio y del momento
ha de buscar la clave de mis actos para ser justiciera. Y yo des-
canso tranquilo en ese veredicto del porvenir. Serví a mi patria
en medio de la tormenta de la muerte y caí con los últimos en el
último campo de batalla.
Si la ley era rígida, cruel, bárbara, si se quiere, yo no podía
apartarme de su letra y de su espíritu, ni puedo ser responsable
ante la historia de lo que no fue obra de mi voluntad, ni estaba en
mis manos modificar. Obré con Las Partidas en .la mano, en medio
de las batallas, frente al enemigo que nos empujaba en trágicas
retiradas ... La verdad_ brilla y brillará porque es grande y luminosa
c:omo Dios".
- 97-
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del 1O de Noviembre de 1S66 habla de las contribuciones enviadas
por el Cura de Yhacá-Guazú, Pbro. Pedro Juan Aponte. Terminada
la guerra fué diputado por este pueblo al Congt·eso Constituyente
de 1870.
Cabe destacar que el P. Aponte fué el primer Obispo Diocesano
del Paraguay en el período de la post-guerra. Para formar la terna,
que luego fué enviada a Roma, se llevó a cabo una reunión del
clero en la Curia Episcopal. Esta reunión, a la que asistió el Ministro
José Segundo Decoud, fué convocada por el Administrador de la
Diócesis, Mons. Dionisia Riveras, a 'pedido del Superior Gobierno.
Se conserva en el Archivo de la Curia el acta de esta reunión, en la
que la terna quedó integrada por los Presbíteros Arrúa, Riveros y
Aponte, resultando elegido este último.
La ceremonia de la consagración episcopal tuvo lugar el 19 de
Octubre de 1879 en la Iglesia Catedral de la Asunción. Esta
consagración la recibió de manos de Mons. Angelo di Pietro, Delegado
Apostólico de Roma, quien al cabo de algún tiempo llegó a ser
Cardenal. Mons. Aponte inauguró el 4 de Abril de 1880 el Seminario
Consiliar, confiando su dirección a los Padres Lazaristas.
f Luego de regir la Iglesia del Paraguay por espacio de 12 años,
~. falleció Monseñor Aponte en la Capital el 14 de Setiembre de 1891.
Sus restos mortales descansan en la nove central del presbítero de
la Catedral de la Asunción. Su fotografía está en el Albun Gráfico,
en 16 sala del Arzobispado, y en el Seminario Metropolitano,
., institución ésta que fué fundada durante su obispado, 4 de Abril
de 1880, como queda dicho.
Producido su fallecimiento, el Secretorio de la Curia
Metropolitana remitió al Ministro de Culto la siguiente nota:
"Señor Ministro de Culto e l. Pública: Don Facundo lnsfrán.
Excmo. Señor: Acaba de pasar a mejor vida el Jefe de la Iglesia
Paraguaya, el de feliz memoria don Pedro Juan Aponte. Suplico
o V. E. se digne secundar la voz pública así como los ardientes votos
del pueblo paraguayo, tributando al finado Prelado todos los honores
que como· a digno jefe de la Diócesis le son debidos. Dígnese pues
tomar todas las medidas requeridas al efecto.
"Con sumo pesar de mi alma participo a V. E. el fallecimiento
de nuestro di g n í si m o obispo del Paraguay. Narciso Palacios,
Secretario''.
El Ministro de Cult_o respondió a esta nota en los siguientes
términos:
- 100-
11
Asunción, Setiembre 15 de 1891. Señor Secretario de la Curia
Eclesiástica, Pbro. don Narciso Palacios. Acuso a Ud. recibo de la
nota con fecha de hov, en. la aue sirve comunicar a este Ministerio la
infausta nueva del f~llecimie~to de S. S. Ilma. el Obispo Diocesano
don Pedro Juan Aponte, cuya pérdida, no cabe duda, deja un gran
vacío y llena de luto y sentimiento a la población entera; pero por
otro lado trae consigo la resignación este irreparable acontecimiento,
sabido como es que aquella digna alma se hallará gozando de los
justos.
11
Al dejar así contestada su atenta nota, cábeme la satisfac-
' 1
- 101
'(Varón probo y honrado, poseía al mismo tiempo la difícil
cualidad de ser de un carácter firme, condición tan rara de unir
con la modestia y tan altamente necesaria para el elevado puesto
que ocupaba.
"Durante el tiempo que ha estado al frente de la Iglesia del
país, ha sabido sin ostentación. ni ruido ir conciliando las volunta-
des y predisponiendo los ánimos, para que siempre dejaran un buen
resultado en beneficio de su Diócesis.
"La misión que le estaba encomendada era harto escabrosa, y
sin embargo realizaba su cumplimi·ento con humildad y firmeza tal
como convenía, como representante en la Nación, del Poder
Espiritual.
"Su vida ha sido e!empJo de virtudes dignas de imitar y la
noticia de su muerte ha producido un general sentimiento de pesar.
"Consagrado siempre a sus deberes se le veía con harta fre-
cuencia en la campaña a pesar de su edad avanzada preocupado
del bien general, viviendo con la mayor modestia y sencillez y pro-
curando con evangélica pacie:1cia no solamente llenar, sino exce-
derse en el cumt=flimlento de su cometido. Como comprendemos el
interés que despierta esta sen3ible pérdida damos una ligera bio-
grafía del extinto.
"Mons. Aponte era hijo legítimo de don Juan Tomás Aponte
y doña Josefa Vargas lsea. Nació en el partido de Quyquyhó el 26
de junio de 1820, donde hizo sus estudios de primeras letras. A
la edad de 24 años ingresó en el Seminario de esta Capital, reci-
biendo las órdenes del Presbiterado en el año 1853.
11
Cantó la primera misa en el pueblo de su nacimiento luego
de hacerse .cargo de los curatos de los pueblos de San torenzo de la
Frontera y del Campo Grande, desempeñando dichos cargos por
espacio de 1O años.
"En octubre de 1863 fue nombrado Cura Colado de Yhacan-
guazú donde permaneció 15 años. En 1878 pasó a Villarrica desem-
peñando el cargo de Vicario Foráneo, habiendo recibido en este
punto su nombramiento de Jefe de la Iglesia, y bajó a esta capital
el 24 de septiembre de 1879 para recibir la consagración de Obispo
Diocesano el 19 de octubre de 1879.
¡, "Como puede observarse por estos datos, su vida harto conocí-
da, ha estado siempre dedicada y ceñida a los deberes del sacerdo-
cio. Paz en su tumba".
- 102 -
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Párroco de San Roque, la· Encarnación, lambaré, San José de los .~,
Arroyos, Valenzuela, ltapé, Ybytymí, etc.... como puede verse en
los archivos de estas parroquias. Su nombre se registra en los
libros de las citadas parroquias, y en las crónicas del Seminario
Conciliar, año 1888.
- 105-
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1:1 Padre Sandoval fue también Cura Párroco de Atyrá y Tobat(
en 1879, y de Capiatá en 1885. (Archivo de la Curia, Libro 1 de
nombramientos después de la guerra del 70). ·
- 108-
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del ejército del Norte. Sirvió en el regimiento del Cmdte. Cañete,
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18) PBRO. JOSE DEL CARMEN ARZAMENDIA
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- 114-
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tiempo Excusador de YaguarÓ!l; en 1885 a 1889 nuevamente en
Pirayú, donde falleció.
La firma del Padre Díaz Cantero está registrada en el Libro
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IX de Bautismos, folio 1O, de la Iglesia Catedral.
- 115-
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patria mártir, como lo hizo efectivamente, antes que perder injus-
atmente la vida, y con nota de traidor •
Después de la guerra fue Cura Párroco de Villa del Pilar, y
convencional por este pueblo al Congreso Constituyente de 1870.
Su fotografía está en "La Convención Nacional Constituyente" de
Héctor Francisco Decoud.
- 116 -
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El primero que administró ctra vez el sacramento del bautismo
en la parroquia de Villa del Pilar, después de la guerra, fué el Padre
lnsaurralde eJ 6 de Diciembre de 1869. Fué después muchos años
Cura de los pueblos de Misiones :Laureles, Yabebyry, Desmochados,
Cerrito, Santa Rosa, Santa María, etc ...
Falleció en Laureles el 31 de Diciembre de 1912. Su tumba está
actualmente en Carrito, sobre el río Paraná, jurisdicción que
perteneció a Laureles. Cuando el P. Fidel Maíz se e'nteró de su
fallecimiento, le dedicó desde Arroyos y Esteros un hermoso artículo.
La fotografía del Padre lnsaurralde está en el Album Gráfico.
- 118 -
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sacerdote, que falleció en el año 1925, atendida por el entonces Cura
Párroco de ltá, Pbro. Manuel Gamarra, y quien ha recogido algunos
datos respecto del Padre Aguilera.
- 120-
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pues se le encuentra al lado del Mariscal en Cerro Corá, donde cayó
prisionero. El Padre Rufino Jara es precisamente uno de los ocho
sacerdotes caídos prisioneros en Cerro Corá, último episodio de la
Guerra contra la Triple Alianza.
Conforme se registra en el libro de nombramientos de la Curia,
el P. Jara después de la guerra fué nombrado Cura de Villarrica en
1871; de Barrero Grande y Caraguatay en 1873; de Acahay en 187 4;
de Villarrica nuevamente en 1880; y por tercera vez fué designado
en 1885 Cura Parroco de Acahay, donde falleció.
- 122-
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.... .
Todo ello figura en una obra inédita del Capitán Romualdo
Núñez, que obra en poder de Ale¡andro Núñez, hijo del citado
Capitán, con domicilio en el pueblo de Limpio, y a quien hemos
tenido la dicha de bendecir su enlace matrimonial con doña
Magdalena Ro.jas en la Iglesia Metropolitana.
En el período de la post-guerra, fué Cura Párroco de Capiató
y Excusador de Areguá en 1872, y después quedó solamente con el
Curato de Areguá. Asistió como Cura de Areguá a la reunión del
Clero, efectuada en la Curia de Asunción el 30 de Abril de 1879.
(Archivo de la Curia). La fotografía del P. José María Núñez está en
el Album Gráfico. ·
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APENO ICE
- 125-
DICTAMEN ~ORMULADO POR LOS PRESBITEROS FIDEL· MAIZ Y JUSTO
ROMAN EN El PROCESO INSTRUIDO Al OBISPO DIOCESANO DEL
PARAGUAY, MONSEÑOR MANUEL ANTONIO PALACIOS
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- 127-
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"A nadie antes que el Gobierno, y mucho menos en contra
suya, nos someteremos ni por un solo instante: neque ad horam
cessimus sujectioni, que haciéndonos sacerdotes no hemos dejado
de ser ciudadanos.
"Sí, Excmo. Señor; y tenemos la satisfacción de decir en este
sentido lo que el Apóstol en pro de la verdad de su aserto: "Si
un ángel del cielo bajase a evangelizar lo contrario, sea anatema".
"Por cierto, Dios mismo ha hecho nacer en su Iglesia en la
República y no ésta en aquélla enseñando así diviname11te que sus
minis.tros deben siempre seguir, y no rebelarse jamás contra la mar-
cha de las naciones, bajo las autoridades legítimamente constituidas.
11
EI Obispo Palacios se no desviado de ese principio funda-
mental del orde:1 establecido para la salud y edificación de los
pueblos, faltando a la vez al solemne juramento que ha prestado en
aras de la Patria, de no atentar abierta ni indirectamente contra
ella y el Jefe Supremo ~ue la preside.
"Sin fe, ni religiosa ni política, y arrastrado de interés y
ambición se ha hecho doblemente prevaricador: como Obispo ha
prostituido su ministerio, y como ciudadano se ha rebelado contra
su Gobierno.
"El Obispo Palacios había podido hasta aquí sostenerse en su
falsa y violenta posición, mercedd a una sistemada y única hipocre-
sía, deparando de este modo para la Religión y el Estado males,
cuyos deplorables efectos aún no es posible calcularse.
11
Tanto más resalto:1te y crimin'll es todo esto, cuanto que el
Obispo Palacios se ha pronunciado contra la vital causa de la
Patria y su ilustre Defensor precisamente en los momentos más
supremos, en que, más que nadie, el Prelado de la Iglesia debió
concurrir religiosamente con su leal y decidida adhesión a los heroi-
cos esfuerzos del Gobierno y del Pueblo entero e:1 sostén de nuestra
sagrada y preciosísima libertad.
"Debió infiltrar con su palabra de Pastor de la grey en el
espíritu público la confianza cristiana en la dirección de la Patria
y en el feliz resultado del' más santo empeño, que jamás Pueblo
alguno, como el Paraguayo, ha sostenido hasta aquí.
"Si el Obispo Palacios ha hablado en este sentido, su voz ha
sido desautorizada, no ha podido tener la unión conmovedora de la
verdad; y, fuerza es decirlo, él ha mentido onte Dios y los hombres;
y hoy llegado es el caso de recordarle que todo árbol que no da
buen fruto será cortado,·y que lo sal de la tierra que no sirve para
condimentar será arrojada afuera.
- 128
,. '·:-: ·.. !.~""· • . •
'·
•
"Desde el momento C!Ue V. E. se dignó depositar en nosotros
-~
la confianza del conocimiento y substanciación de esta causa, que
en su origen ha estado muy lejos de hacer esperar lo que última-
mente ha resultado, nos habíamos requerido sobre la importancia
de pulsar y penetrarse de la verdad por el examen y apreciación
personal de los reos y testigos en toda su fisonomía.
"Cuando en el curso de la causa dimos con la hebra del negro
plan de la conspiración, redoblamos nuestro interés y aguzamos
nuestro criterio cuanto nos ha sido posible, para dar con la intrín-
seca realidad del hecho envuelto en el más intrincado elaboratorio
de las más astuta perversidad.
"Nos hemos hecho cargo en todo sentido de la gravedad de. la
causa y de las circunstancias todas de los comprometidos en ella;
y si el tiempo material nos ha faltado para haber consignado minu-
ciosamente todo el resultado de nuestro trabajo, no por eso se dirá
jamás que hemos descuidado nada.
"Al contrario, tenemos la convicción de no haber desatendido
ni el carácter, y hasta las mismas pasiones de los enjuiciados; ':
aún las afecciones del.alma, que en los casos dados y en momentos
irreproducibles, bien como difíciles de pintarse en el papel, se dejan
sentir y percibir, arrojando a la vez toda la luz del convencimiento
en la conciencia del juzgador; hemos recogido también en ocasiones.
"Con este fondo, pues, de ciencia y conciencia propia, y con
los procesos en las manos, y vivos aún los testigos o acusadores del
Obispo Palacios, instruimos a V. E. la presente relación de sus cri- '·
minalidades, tanto más atendibles cuanto que implican consecuen-
cias de inmediata trascendencia, no sólo por el carácter mismo de
ellas, como por la elevada posición del reo.
"Y antes que apareciesen en los procesos citas expresas contra
el Obispo Palacios, no faltaron datos de pronunciaciones más o
menos vehementes contra él; y los Tribunales no han podido menos
que apercibirse en este respecto.
"El Obispo Palacios, débil por el testimonio íntimo de su
misma conciencia, adelantó más de una especie contra sí, manifes-
tando inquietudes y sobresaltos conforme iba la causa ratificándose
y tocando ya a él.
"La prudencia, incompatible con el crimen que remuerde Y. en
vísperas de cernirse en la tela del juicio, desapareció enteramente
del Obispo Palacios.
- -129 -
"Este hcmbre, sin dominio ya d~ los misterios de su culpabi-
lidad, veía descorrerse el velo, buscaba en vano algunos puntales
con C"!Ue sostenerse: , todo esto el celo de la justicia ha tenido que.
tomar en consideración.
'· "Preguntas reservadas, pero por lo mismo indiscretas, sobre
tales o cuales reos de los comprometidos en la revolución: Aten-
ciones inusitadas, y a la vez muy r.~jenas de su carácter personal,
poro con algunos de los Fiscales de la causa: ofertas aún de favores
no pedidos y nunca prestados por el Obispo Palacios, en momentos
de no poderse ya sustraer a los antecede:1tes que lo complicaban
en el asunto: expresiones, en fin, de dobles sentidos en el orden de
los revolucionarios y hasta de manifiesta convivencia con éllos ...
todo esto ha venido después a tener su explicación natural con las
acusaciones que vamos siguiendo.
"El Deán Bogado, una vez puesto en términos de un sincero
reconocimiento de sus delitos y criminalidades había dado sus
declaraciones con la espontaneidad y precisi6:1, que desde luego no
dejara lugar alguno de dudar de la veracidad.
"los antecedentes del Deán Bogado son bien conocidos y no
había cómo presumir lo contrario cuando aseveró que llamado del
campo a emplearse en los servicios públicos que le confiara S. E.
el <ir. Mariscal, bajó a la Capital con el corazón puro y con la
más grande adhesión que había profesado también a su benemérita
persona. (f. 413).
"De este modo, dice, que se encontraba cuando comenzó sus
relaciones con el Obispo Pa.lacios, y deplora hoy con todo el peso
del arrepentimiento la funesta intimidad que ha contraído con su
Prelado, a quien exclusivamente atribuye sus extravíos hasta encon-
trarse culpable de alta traición a la Patria y su Gobierno.
"Después que confiesa este crimen capital, y seguro ya de
que no habla sino contra sí, a la vez que obligado a satisfacer a la
justicia, ha comenzado por referirse al Obispo Palacios. 11 Lo que
1
1
más ha i:1fluído en mi eo;píritu, dice, para haber decaído en mi fe
1
y lealtad para con mi patria y gobierno, ha sido precisamente la
1 relación íntima que he tenido con el Sr. Obispo, único hombre con
quien tenía conversaciones de carácter contrario al sistema y actua-
lidades de mi país11 • (f. 411 vuelta).
"Y conviene notar aquí, que ·si el Deán ~ogado se mantuvo a
los principios negativos, fue ciertamente por las sugestiones todavía
del Obispo Palacios, quien en los primeros días del arresto de
1·
1· ... 130
1
1
1
Bogado, no cesó de instigorle a no descubrir sus criminalidades, y
"que sufriera lo que sufriere para sostenerse hasta el último, recha-
zando con energía los cargos que resulten contra él; pues que en-
tonces, (explicó después Bogado)· descubriría también miserable-
mente al Obispo". (f. 411 vuelta).
"Con este sólo hecho de inteligencia con el Deán Bogado, que-
brantando un arresto legal, y predisponiendo su, ánimo de contra-
rrestar la verdad y la acción de la justicia, el Obispo Palacios
adelantaba por sí mismo una confesión propia de su complicidad
con Bogado y revelaba de prueba en lo sustancial de la causa,
según principios del Derecho.
"No dejaremos tampoco de consignar lo que el mismo Obispo
Palacios había dicho de anterior al Deán Bogado, que si llegase
a resultar confeso, sería un puñal para su corazón; "expresándose
en el mismo sentido con su sobrino y familiar, el Clérigo Zalduondo,
a quien dedo "que se avergozaba de que el Deán Bogado resultase
culpable, pues que era un hombre en quie:1 había depositado todo
su secreto y confianza". (f. 358).
11
Este fondo, pues, de los secretos y confianzas del Obispo
Palacios ha revelado el Deán Bogado, a quien conforme iba descar-
gándose de ese negro depósito de gravísimas culpabilidades, hemos
tenido que escuchar algunas espansiones de su alma: "Ah! cuán
aliviado siento mi corazón! . . . Me creo feliz al salir de mis errores,
por más desgraciado que he sido al caer en éllos! . . . Yo no fuera
jamás desleal e ingrato a mi Patria y Gobierno si no fuera la intimi-
dad con el Sr. Obispo y las miserables relaciones con su familiar!" ...
"Estas exclamaciones del Deán Bogado no eran forzadas.
"Cuando de las "declaraciones del Deán Bogado y de otros,
apareció más que sobradamente culp~ble el Obispo Palacios,· pedi-
mos a éste su confesión judicial en nombre de la Ley: él la dió y
ha reconocido su criminalidad sin discrepar con el Deán Bogado en
los puntos que pasamos a estractar.
"El Obispo Palacios es opuesto al sistema fu:1damental de la
República, como que no conviene el Gobierno de un solo hombre
porque siempre tiende al absolutismo, atribuyendo de aquí esta
calificación al Gobierno de V. E. (f. 347).
"El solo hecho, dice un autor, de desacreditar al Gobierno
Nacic·nal, vituperar sus leyes y costumbres, y alabar con preferencia ·~
a los extran¡eros, es ya la prueba patente del desamor a la Patria, 1
la respiración evidente de un pecho desleal y peligroso.
- 131 -
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132 -
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.- 133 -
"La causa unica y verdadera del desprestigio del Clero Na-
cional es ahora el Obispo Palacios, que sin fe y sin conciencia, ha
venido a reproducir uno de los mós funestos escóndalos, que la
Historia va rec'lger, y que ocasiona tantos males a la Religión y al
Estado: él es responsable de éllos, y la sociedad civil y cristiana
derecho tienen de exigirle a más justa satisfacción por la m6s con.
digna expiación de sus crímenes.
"El Obispo Palacics atribuye a V. E. la causa de la duración
de la guerra "por la tenacidad de sostenerse, haciendo, dice, matar
a toda la gente antes que ceder nada, y también por lo mucho que
se halla en el mando; el c.ual, agrega, debía deiar para evitar la
completa ruina de lo Patria". (f. 408 vta. 41 O vta.).
"Estas aserciones del Obispo Palacios son tanto más malignas
cuanto que las expresó con. motivo de la negociación de paz pro-
puesta por Mr. Gould, en la que se traía como preliminar indecli-
noble la separación de V. E. del mando supremo y consiguiente sa-
lida del país para entrar en arreglo con el enemigo, cosas que el
Obispo Palacios aprobó en privado como único medio de terminar
la guerra, mientras que en público "se expresaba a los términos
más expresivos de que tal cosa causaría la pérdida completa del
país y lo esclavisaría perpétuamente". (f. 443 vta.).
1
"Consta de los procesos "que generalmente así sucedía", es
l. decir, que (el Obispo Palacios) aquello que más calurosamente apo-
yaba y aprobaba delante de S. E. el Sr. Mariscal, en su ausencia
era el que con más desprecio miraba sus propias expresiones. (f.
443 vta.).
"Esta conducta doble y pérfida del Obispo Palacios no ha lle-
vado a tocar en la Historia un car6cter igual v notablemente crimi-
nal en la misma esfera. . .
"Ebben, Arzobispo de Reims, hombre indefinible por -las opues-
tas cualidades que reunía, susceptibles de todas las formas sin
conservar ninguna, pareció por algún tiempo que merecía una for-
tuna antes de mostrarse indigno en ella: fué sucesivamente cortesano
rendido y cumplimentero; tea de la discordia y de la rebelión; pero
siempre espíritu inquieto, enredador, corazón ingrato, Prelado San-
guinario y de costumbres perdidas.
"El emperador Luís el Hermoso, aquel príncipe sin nervio ni
consistencia que no supo valerse de la espada que Dios le había
puesto en las manos para corrección de los malos, los cuales son más
funestos al Estado que los azotes naturales o los enemigos extran-
- 134-
jeros, cuando no era más que Rey de Aquitania, había sacado a
Ebbon de la servidumbre, le proveyó de abadías, y por último le
elevó a la gran silla de Reims.
"En efecto el malvado Ebbon, mostrándose digno ministro del
desnaturalizado Lotario, a quien vendió sus servicios por el sacrílego
precio de la rica abadía de San Bast de Arrás, siguió a este príncipe
y se rebeló contra su bienhechor Luís, a quien depuso del trono con
las ignominiosas ceremonias de una ?ública degradación.
''Más, entretanto que Luís soportaba el hábito de penitente
en una celda, ':! de allí recorría !as naciones como prisionero, los
tiempos y los ánimos ·se había ido cambiando ... Y los sentimientos
de la naturaleza sostenidos co nlos motivos de interés vencieron en
·el corazón de los príncipes Luís y Pepino, y se coa ligaron los dos
contra Lotario, el cual huyó de la Germanio y fue a París con el
emperador, su prisionero.
"Allí, por fin, obligado por la fuerza, ~e resolvió por segunda
vez a arrojarse a los piés de su padre, el cual se contentó con
desterrarlo a su reino de Italia.
"Ebbon, que con la caída de Lotario había sido arrastrado,
fue sometido al juicio de un concilio que el emperador convocó para
anular canónicamente cuanto se había hecho contra él, y se vió pre-
cisado a condenarse así mismo para evitar la v~.rguenza de ser
depuesto con mayor abatimiento. Presentó él mismo al concilio una
acta de dimisión concebida en estos términos: "Yo Ebbon, indigno
obispo, penetrado de la grandeza de mis pecados, y queriendo sal-
var mi alma con la penitencia, renunció a las santas funciones de
Obispo, la que profané, y para que se pueda dar mi plaza a otro
pastor que gobierne mejor que yo la. Iglesia, firmo de mi mano
esta acta".
"El concilio pronunció enseguida la sentenda en estos térmi-
nos: "Dejad el ministerio, según vuestra propia confesión", y en
su virtud se escribió la diligencia de deposición, que también firmó
Ebbon.
"La aplicación· de este trozo histórico al Obispo Palacios cae
de su propio peso; que si este indigno ministro, elevado también de
la oscuridad de su cuna a la alta ·dignidad del episcopado, hubiera
encontrado la misma debilidad de Luís el Hermoso en el esforzado
ánimo del Jefe Supremo que hoy rige !os destinos de la Patria, tan
cierto que mucho más que el Ebbon hubiera tenido que ejecutar con
él, pues los planes de su traición y perfidia iban aún más allá de
la conspiración contra Luís.
- 135-
r••. 3
+m"it$.#. .49.4Di4&!44.W4!111ij41U@Qil!jl4!%#d#IA,+-I*fflllllf;
t
1 ''Felizmente V. E. ha sabido desenvainar con tiempo la espada
de justicia que Dios os confiara para castigar a los malos, a cuyo
frente habíase colocado el desnaturalizado Obispo Palacios; y si
éste antes de su enjuiciamiento, aprovechando el tiempo que tuvo,
se hubiera hecho cargo en conciencia de la horrible gravedad de
sus crímenes, o al menos se apercibiese por alguna gota de sudor
del amargo abatimiento que ocasionan los estrados de la justicia,
sin duda debía atemperarse de una vez a la medida de Ebbon
haciendo una e~pontánea y libre dimisión de su dignidad y oficio
para reparar los daños ocasionados a lo Religión con las sacrílegas
profanaciones de su sagrado ministerio, y prepararse de este modo
a satisfacer al Estado recibiendo el condigno castigo de su alta
traición a la Patria y su Gobierno.
"Debemos, sin embargo, en obsequio de la verdad, constatar
aquí que el Obispo Palacios, co:1feso ya de sus crímenes y durante
la actuación de algunas de las diligencias de su proceso, había
tenido que manifestar como en soliloquio bajo la misma convicción
del Obispo Ebbon, diciendo: ''Soy muy indigno, ya no puedo ya
gobernar mi Iglesia, otro sabrá dirigirla mejor; Dios por mis peca-
dos me hace ver en este estado".
"Volvam.os ahora al hilo de sus acusaciones.
"Ocasión hubo en que la preciosa vida de V. E. fue objeto de
tristes cuidados por una grave enfermedad que le atacó, y entonces
el Obispo Palacios manifestó que se "alegraría que tal cosa suce-
diera (aue V. S. hubiese fallecido) a trueque de terminarse inme-
diatam~nte la guerra, porque ninguno q~errá continuar si no es
V. E." (f. 41 0).
"Semejante manifestación en el Obispo Palacios equivale a la
consumación ~e su criminalidad sin límites, puesto que se alegraba
nada menos que de la muerte del Jefe de la Nación, en quien
est6n justamente depositadas sus esperanzas para verse libre de las
garras de su infame agresor: muerte realizada ya por él,. según su
sacrílego deseo! El odio, esa pasió:1 desordenada que en el fondo
proviene de la impotencia del mismo que se deja dominar de élla,
eruptado el Obispo Palacios contra la inestimable existencia del
Padre y Salvador de la Patria con el negro e indispensable humo
de la blasfemia.
1,
"La intención es por la que se juzga principalmente al hombre;
y ~a del Obispo Palacios no puede ser ni m6s explícita ni m6s
1· mortal: élla nos autoriza para decir no en sentido meramente espi-
ritual, todo aquél que odia a su ·hermano es un homicida.
- 136-
r. .
• lau:.lll
''No, • • • El Mariscal lópe~ es el padre y lo vida de lo Patria,
es el legftimo y Supremo Jefe de la Nación, es el Cdsto del Pueblo
Paraguayo!, y pues el Obispo Palacios ha levantado en su corazón
el tenebroso calvario de la más odiosa traición para sacrificarle! reus
ets mortis, clamaba en sus adentros con !a misma satánica algazara
que los infames regicidas de Judea contra el Ungido de su gente!. ..
Obtupescite coeli super hoc!
"El Obispo Palacios más de una vez ha dicho que· deseaba
sobrevivir a esta guerra para escribir todos los defestos del HOM-
BRE, aludiendo a V. E. (f. 402). Y ha confesado también que a
este desleal propósito y calumniosa apreciación de V. E., había
estado llevando un minucioso diario, el cual según su propia con-
fesión, es su más acabado proceso.
"Nos reservamos estractar de este famoso diario los puntos
que tengan relación a la causa, y agregar a los sumarios para su
ajuste ¡udicial. Entre tanto nos toca informar sobre él, que es un
documento auténtico escrito expresamente bajo las miras e intención
directo del Obispo Palacios, en gran parte de su propia letra; y su
.slasificación no puede ser más exacta que la que él mismo le ha
dado.
"Un abismo clama a otro abismo! Tocamos aquf, Excmo. Señor,
un punto de culpabilidad del Obispo Palacios, tal que nos cubre
de mucho rubor, y no alcanzamos ciertamente a descubrir el abismo
inconmensurable de prevaricación y completa perversión a que ha
llegado este indigno ministro de la Religión, que mal cristiano, peor
Obispo y pésimo ciudadano ha jugado con las cosCís más sacro-
santos, ha profanado lo santidad misma!
"El Obispo Palacios decía "que las funciones eclesiásticos
celebradas en los dras patrios, u otros solemnes por la felicidad de
V. E. no llevaban el verdadero espíritu de la Religión de tributar
culto a Dios e implorar sus auxilios; sino que eran con el deseo de
·agradar a un hombre, que es V. E., y que en este sentido se quejaba
el Obispo manifestando la tortura de su voluntad para estos actos,
a los que se prestaba únicomen,te por respeto mundado". {f. 412 vta.).
"Horror! Repugnante hipocresía, que hace aparecer al Obispo
Palacios con algo menos que los sentimientos de ve:1eración, reco-
nocimiento, sumisión y confianza en Dios~ en los que consiste el
Culto interior; pues las señales ostensibles con que la Religión tiaca
atestiguar estos sentimientos del corazón para que resulte el culto
exterior en espíritu y verdad, como son los actos sacramentales y
- 137 _; .
• ., : / • , .. - - , -1 •
santas ceremonias de la Iglesia, dice el Obispo Palacios .que no
llevaban por ob¡eto a Dios sino al hombre por un respet9 pura-
mente mundano".
11
Hay en esto una impía profanación con cierta mezcla de
abominable sacrilegio y de supersticiosa idolatría. ¿Qué más pu-
diera decirse de la conducta de un Calvino, que habiendo negado
·con Zuinglio los sacramentos, los redujo a pura ceremonia? Ni qué
diferencia diéramos entre los maquiavelistas, que miraban a. la i
deberes? ~
11
EI Obispo Palacios subía al altar de la Religión, consagraba
la hostia del sacrificio católico, ':! sin embargo no tenía 'intención
de tributar a Dios ni implorar sus auxilios sobre los destinos de
la Patria! . . . Hablaba revestido con las insignias de Sumo Sacerdote
al· pueblo reunido en torno de la verdad, le inculcaba sus deberes
para con Dios, para con el Gobierno, y no obstante él no creía su
palabra, quebrantaba sacrílega y traidoramente esos mismos
deberes! ...
"El culto exterior es una lección moral que recuerda sin cesar
al hombre sus deberes pera con Dios, para· con sus semejantes y
para consigo mismo: deberes que naturalmente se desprenden de
los dogmas éatólicos, de que el culto . es a la vez una esplícita
confesión.
"En efecto, si sólo Dios es el único árbitro de la vida y de
la muerte ¿cómo abrigar en el corazón la criminal idea de atentar
contra la vida de nadie, trastornar el orden establecido y rebelarse
contra la autoridad que Dios ha establecido, si no es renegando de
.J'· la fe, que nos hace reconocer y venerar esos atributos del Ser
•
Soberano?
"Todavía más: el culto ~xterior es un lazo social que reúne
~ a los hombres al pie de los altares, les inspira sentimientos de fra-
ternidad, conserva entre éllos el orden y la paz, y contribuye a la
.: moralidad y civilización de los pueblos.
.. "Pero el Obispo Pa!acios ha perdido la idea de todas estas
1randes lecc!ones del culto público; y ¿cuál entonces el alimento
'"'ctrinal que pudiera dar a su grey? Antes de ahora tuviéramos
'lr de decir con un profeta: Dios sabe adónde va el pastor con
s! Pero hoy no nos queda lugar para concluir sino que
-·138
el Obispo Jlalacios conducía a su grey por la pendiente de su eterna
perdición, desde que en el desempeño de las funciones de la Reli-
gión se desviaba del verdadero espíritu de la· Iglesia.
"No es nuestro deber en el momento apreciar en el sentido
teológico toda la extensión de estas monstruosas observaciones del
Obispo .Palacios; pero tampoco podemos prescindir de dar las
primeras pinceladas bajo este aspecto en el interés de que como
sacerdotes que somos, no seamos jamás considerados en oprobio de
la Religión, y en vituperi9 de nuestro santo ministerio como partí-
cipes de semejante conducta del Obispo Palacios, mil veces peor y
criminal que la de los antiguos escribas y fariseos, que al menos
no creían .en Jesu-Cristo, y pudieron merecer la escusa de haberlo
crucificado por ignorancia.
"El Obispo Palacios no tiene, ni merece disculpa por título ni
razón alguna: él es culpable en todo sentido con sobrada malicia_
y refinada malevolencia.
"En política lo mismo que en religión no hay lugar a la liber-
tad de pensar sobre los principios fundamentales de uno y .otro
credo, y sobre las decisiones y aclaraciones de ambas autoridades.
Para el cristiano en las verdades de la fe, lo mismo que para el
ciudadano en las verdades de la Patria no hay más que una voz,
un sentir, una misma conformidad.
"lo contrario es rebelión, es cisma, es escándalo, equivale ne-
cesariamente a la impiedad, y acarrea consiguientemente la ruina
de ambas sociedades.
"En presencia de la unidad de los dogmas y de la Suprema
Autoridad de los Gobiernos, al católico como al patriota no le queda
el derecho de la imaginación, sino el deber de la voluntad: no
pensar con orgullo, obedecer con amor.
"El Obispo Palacios no sólo ha pensado, más también ha
obrado en contra del orden público, en contra de la santa causa
nacional; ha atentado directamente contra la augusta persona del
Jefe, a quien juramos obediencia y sumisión, amor y fidelidad!
"Con efecto, entraba en sus infames planes el derrocamiento
de V. E. del mando presidencial por convenio espl ícito con algunos
de los principales de la revolución, con quienes trató de inteligen-
ciarse previamente con los atroces enemigos para imponer a V. E.
con fuerza armada a resignar el poder y salir precisamente del país
(f. 440 vta. y 442 vta.), siendo el Obispo Palacios el encargado per-
sonal de tal intimación a V. E. (f. 444 vta.).
- 139-
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E.
~.
"la Iglesia altamente persuadida de que la unión y la armo-
•~' nía entre las dos potestades hace la. felicidad de la Nación ha en
sus sagrados cánones "que los Obispos vecinos de los enemigos del
Estado, no den ni reciban de éllos sin facultad del Rey orden olgu-
na, y el que fuere convencido de este crimen sea denunciado al
Príncipe y el sínodo le castigará según la brevedad de su delito".
(Conc. Toled. 49 C. XXX).
11
0el espíritu de alta disposición canónica se desprende la
grave obligación que tienen los Obispos de mirar como buenos ciu-
dadanos por el bien de la Patria, y de ser fieles al Gobierno: élla
intenta seriamente exterminar todo género de infidelidad al Gobier-
no y de inteligencia con los enemigos del Estado; porque si éste es
crimen horrendo en cualquier súbdito, lo es de mayor gravedad en
¡.
un Obispo que por su carócter y dignidad debe dar ejemplo de amor
'
y adhesión a la Patria y de sumisión y fidelidad al Jefe Supremo
del Estado.
"El Obispo Palacios no sólo se ha dispuesto a recibir una
simple orden de los enemigos, sino que ''trató de inteligenciarse
previamente con ellos para derrocar con la fuerza armada al Go-
bierno de la Nación"; haciéndose de consiguiente en este horrible
intento mucho más criminal que lo que la Iglesia misma ha podido
prever en sus cánones en asunto de deslealtad y traición polrtica.
"Diríamos que la pena de deposición y privación de todo oficio
y beneficio, en que ha incurrido ipso facto no alcanza a llenar la
medida de tanta culpabilidad. Cirilo de lucar, Patriarca de Ale-
jandría, y después de Constantinopla, hombre versátil que poseía
en sumo grado el arte del enredo y de la cábala, por sólo perturbar
la tranquilidad del Estado enseñando doctrinas contrarias a la fe
del pueblo, incurrió en la indignación de la Puerta, y ésta mandó
que le llevasen a una fortaleza del Mar Negro, donde fue ahorcado.
El sucesor de lucar celebró un concilio en que fue anatemati-
zado éste.
"Y lejos de atenuarse esta acusación del Obispo Palacios en
los términos de la denuncia, élla ha tocado a su colmo por su
propia confesión.
"En efecto, requerido jurídicamente e.l Obispo Palacios sobre
este punto capital de sus acusaciones, y que formaba desde luego
la conclusión natural y lógica de su constante y traidora tendencia
de concluir la guerra "de cualquier modo, y hasta perdiendo el
- 140-
~·.¡·:,
: • j ~."' ,, '
•
último calzón 11, según propia expresión (f. 453 vta.) ha contestado
que "reconoce y confiesa este grave crimen de alta traición a la
Patria y su Gobierno, en que ha incurrido, dice, por un desvarío
del. pensamiento y llevado de un interés egoísta de propia conser-
vación, como pensaban entonces olvidados de lo que es la Patria,
por quien debían sacrificarse siguiendo la dirección del Jefe Su-
premo de la Nación". (f. 437 vta.).
"Si ahora reunimos 106 determinados rasgos de un cuadro ·tan
espantoso de crímenes tan horribles, y consideramos este vasto con-
junto de causas tan destructoras, el alarmante trastorno de los
principios religiosos y sociales, la fe debilitada y el patriotismo
extinguido en el corazón de una máxima parte del pueblo, la
rebelión autorizada por el pastor mismo de la Iglesia, ¿qué nos
resta que hacer?
"Ah! nos fortificamos en el Señor, y bendecimos las miseri-
cordias de su divina providencia, que previniendo la absol.uta ruina
de la sociedad, rio abandonó al Paraguay a todos los excesos, males
y horrores de la iniquidad.
"Bendecimos a V. E.· con infinitas acciones de gracias, porque
merced a V. E. hemos podido salvar la más grande catástrofe que
amenazaba tragar a la Nación, y élla de hoy más será eternamente
a salvo de una tal monstruosa maquinación.
"Después de esta confesión del Obispo Palacios no nos que-
dará·ya cómo adelantar la instrucción de su causa: debiéramos aquí
concluir, diciendo: consumatum est! Sin embargo, daremos aún ,1
- ·141 -
tuyo olido es interponerse entre Dios y los hombres para atraer la
paz con los auxilios de la gracia, y no con la tumultuosa rebelión
de los amotinados, 'tenían deberes más altos que llenar en tan luc-
tuosa emergencia, a la vez que como ciudadano había recibido de
la Patria y su Gobierno más distinciones y más beneficios que nadie
otr:>.
"El fiel Pontífice Aarón, sobrecogido al ver la actitud tumul-
tuosa del Pueblo Hebreo en otro tiempo, y al oir tantas murmura.-
ciones y blasfemias contra Moisés, se había prosternado ante el
Arca con el rostro en el suelo para hablar con Dios y aplacarlo con
humildad.
"El' Obispo Palacios al contrario, se mancomuna con los revol-
tosos y se hace el alma del infame núcleo de rebelión en el seno
mismo del Ejército, y allí dejara el golpe mortal de la más detesta-
ble traición, que jamás pudiera atribuirse en grado ton criminal y
repugnante si no es a un Judas que partiendo el pan con Jesu-Cristo,
y partícipe de los misterios de su amor divino, ajustó el precio de
sangre con los impíos para dar la muerte a Dios; y a un Aqui-
tofrel que comiendo de la misma mesa de David, y depositario de
los secretos de su amor patrio, se pasó al partido de la negra in-
surrección del perverso Absalón, para derrocar del mando y exter-
minar del pueblo a su padre y legítimo príncipe.
"Por cierto, merced a la elevada posición que ocupaba, y al
favor inmerecido de haber estado siempre al lado de V. E., el Obispo
Palacios ha podido recoger datos muy positivos del personal y ma-
terial del Ejército, y conocimientos muy minuciosos del interior de
toda la República por medio de los Curas, "todo lo cual transmitía
luego a una de las primeras cabezas de la revolución y se utili-
zaban para los fines que se habían propuesto". (f. 443 vta.).
"Nos permitimos aquí una pintura teatral del Obispo Palacios
por boca de uno de sus mismos cómFikes, y que más a fondo ha
podido penetrarle. • . "La conducta del Obispo Palacios, dice, era
doble, pues a la vez tratar siempre· de estar bien y gozar de la
confianza del Supremo Gobierno, por otra parte no descuidaba bus-
car los medios de figurar en una escala más culminante, porque no
se comprende cómo de otro modo se hubiese mezclado en el infame
propósito de derrocar la misma autoridad que le había levantado,
y a quien falsamente juraba fidelidad; y mientras más deseaba y
buscaba el término de la guerra, por otra parte cuando se trataba
- 142-
sobre esta materia con V. E., era el que más atizaba por la prolon-
gación, y nunca podía encontrar un medio de arribcr a un arreglo
honorable". (f. 444 vta.).
11
Síguese a éste un testimonio de otro no menos conocedor del
carácter y conducta personal del Obispo Palacios. En ocasión que
este vislumbraba el conodmiento que tenía del mismo plan de la
revolución que habían adoptado, dice el otro, "que no teniendo
suficiente confianza en su interlocutor, no se aventuró a hacerle
ninguna pregunta .sobre el casi), y aún trató de cortarle la conver-
sación, creyendo que pudiera ser una simbra del Obispo, de quien
no podía tampoco esperar ningún bien, siendo un hombre pública-
mente conocido por atizador del señor Presidente, sin haber alar-
gado la m~no a ninguno que hubiese caído en desgracia, ni apun-
talar con su protección y consejo a quien se encontrase en peligro;
que así el Obispo debiendo por su cará~ter, posición e influencia
contribuir al bien público colmando la .¡usta indignación de V. E. en
los casos dados, al contrario no ha h~cho sino recriminar para hacer
correr lágrimas en vez de enjugarlas" (f. 44?).
11
EI Obispo Palacios, apercibido de sí mismo, quería en el seno
de la confianza aparentar sentimientos de humanidad deplorando
la prolongación de la guerra, y diciendo 11que no tenía corazón para
sufrir sin condolerse de la humanidad, viendo tantas víctimas y tanta
sangre derramada de nuestros conciudadancs11 (f. 422 vta.).
"Entre tanto, la conclusión de la guerra desea, más no en el
sentido precisamente de ser la guerra en sí un mal; sino en cuanto
que ésta se sostenía contra todo probabilidad de un éxito feliz, y
sólo por el capricho e inflexible tenacidad del Mariscal" (f. 422 vta.).
"De manera que no era sino para asestar mejor contra 'el
corazón mismo de la humanidad, dirigiendo sus trabajos a alimen-
tar por un lado el espíritu de la guerra, y por otro a eliminar con
un torrente de sangre, en rebelión armada y bajo los auspicios del
irppío. enemigo, a la cabeza de la Nación, a C!Uien miraba como
la única causa de la ruina del Pueblo por la guerra actual"
(f. 412 vta.).
"Fariseos hipócritas, decí~ Jesu-Cristo, a los Doctores de la
Ley sacerdotes de la antigua Sinagoga. Vosotros sois "los que per-
déis al Pueblo! Paredes blanqueadas, sepulcros adornados, que
143
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celo de V. E.
"Miramos ciertamente en V. E. a otro David, arreglando desde
yo el orden y ministerio de los Sacerdotes y levitas en el Templo:
a un Jo:;ofat, enviando a todos partes Sacerdotes y levitas poro
instruir al pueblo: o un Josías restableciendo por todos partes el
culto del verdadero Dios, y la disciplino eclesiástica: a un Constan-
tino, en fin, nombrando jueces para juzg:tr la causa de los extra-
~iados; promulgando ordenanzas par:J mC?ntener el orden y la dis-
ciplina, y de consiguiente con el mismo derecho q!Je él- paro decir:
Dios me ha establecido a mí como Obispo Exterior de la Iglesia.
"Al considerar de este modo a V. E., y con las pruebas más
patentes de su corazón eminentemente cristiano, el Clero Nacional
descansa tranquilo en monos de V. E., y espero y ruego encareci-
damente o V. E. el remedio de la Iglesia paraguayo, dándole un
Provisor. y Vicario general que en Sede vacante la rija y
gobierne
en las actuales extraordinarias circunstancias, cuyo nombramiento
conforme al espíritu de los sagrados cánones depende especialmente
de lo Suprema determinación de V. -E. como· Patrono de nuestro
Iglesia.
"Así lo imploramos poro honra y glorio de Dios, y bien de la
amado Patrio.
"Campamento de Pikysyry, Diciembre 19 de 1868."
- 147 -·
- 149-
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J:-.
en 1á62 para tmpedir su eÍecdón de presidente, lo cual me acarreó
una prisión de cuatro años menos dos meses, de incomunicación, tuve
que .sacrificar mis principios, y seguirle a precio de obtener mi liber-
tad; no pudiendo yo sustraerme después a su influencia, y teniendo
que cumplir ciegamente órdenes, fanatizado a la wz por la idea
de que así. servía y defendía a mi patria, tan preciosa y amable
para todo hombre.
"¡Pero cuánta aberración! ¡Qué funesta desgracia! Hoy ha
desaparecido aquel vampiro, después de haber chupado gota o gota
lo sangre que a torrentes hi:;.:o verter en esta tierra y que en la calma
de estos hermosos dícs de libertad y regeneración para la patria,
he tenido que contemplar bajo el prisma de la fría razón, la ver-
dadera faz de los hechos no puedo_ menos que deplorar profunda-
mente la triste suerte de no haber· empleado el pequeño continge:1te
de mis esfuerzos e intereses en pro de los sagrados derechos de mi
patria, sino en sostener los odiosos caprichos de' un déspota cruel,
cuyo negro corazón jamás palpitará de sentimiento alguno de
humanidad.
"¡Maldición a su execrable memoria!
"¡Perezca para siempre su nombre funesto!. ..
"Pero no es, Señor, por haber trabajado en el sentido general
de sostener la guerra, conforme a los principios y órdenes de López,
que calculo tener contra mí los espíritus mal prevenidos. Debo
hablar la verdad tal como la comprendo; es precisamente porque
me confió el oficio de formar como fiscal, a la par de otros, la causa
de la conspiraciÓn denominada de alta traición a la patria y al
gobierno.
"Esta horrible causa que dió tantas víctimas cuantas quiso
López y que esquilmó la población en su más noble y delicada
porción, abrazando también a extranjeros de varias nacionalidades,
ha abierto naturalmente muy profundos resentimientos en los des-
graciados deudos o familias de los ajusticiados, no sólo contra el
tirano, sino igualmente, tal vez más contra los inmediatos mane-
jadores de la causa, atribuyendo a éstos el fallo irremisible de la
pena capital y que eran arbitrarios en los tormentos dados a los reos.
"López tenía habilidad suficiente para inspirar sus ideas y
hacer comprender a los fiscales aquel lado por donde quería que se
llevase la causa y luego dejarlos obrar para decir después que él
no coartaba la libertad de los tribunales siendo así que nada se
hacía sin él, ni con nadie se podía ha_blar sino con él sobre el
p~rticular.
1
1
- 150-
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.. ·,;,oL'•"Mi~ ~.·.'
·:'- . .. fl .J~ ., ·' , ....
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- 151 -
vez el despotismo de su voluntad con el que reinaba; basado sobre
el fanatismo religioso en virtud del cual invocando a Dios, era preciso
p~rseguir con furor a los que eran considerados traidores a· la Patria
y su gobierno.
11 1
Yo confieso ingenuamente que no estuve exento de tal
fanatismo, y llevado de la idea opoderada generalmente de cuantos
permanecieron adictos a López, de que sin la vida de este déspota
11
- 152-
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puestos contra mí, sin saber tener en cuenta las vicisitudes del :~
corazón humano en las variadas y misteriosas transiciones de la
vida social. ~
"Antes de terminar, debo retraerme a la referencia hecha de
Benigno, por cuya causa López me había reprendido con tan serio
apercibimiento. Era Benigno con quien habíamos acordado para
combatir la elección de López en el Congreso de 1862 en que fué
diputado Benigno; pero éste tuvo la imprudencia· de no llamarme
en silencio, viendo que las bayonetas sostenían a López.
"A este antecedente pues, aludía López lo que decía, esto es,
que parecía no olvidarme de mis pasadas ideas con Benigno. Esta ·~
fué también la verdadera causa de aquel desgraciado y malogrado '2 1
- 153-
~ . . - .......
~PJII~B~~~·~'""I'-·I''P•'_...'~.
,- - .. ~
- 154-
....... ·.
11
Así m ir~ en aquel hombre la patria personificada, lo mismo
que cuantos le siguieron hasta el fin, siendo imposible separar la
idea de sostener a López y a sus caprichos.
"Dedr lo contrario es una quimera en la práctica; y no distin-
guir los tiempos para juzgar de los hechos y personas es sobrado
espuesto a errarse. La generalidad que jamás pasa de la certeza
de los sucesos, juzga de ordinario por las impresiones del momento
y se de!a llevar de lá oleada de las pasiones dominantes.
"Temo fatigar a V. A. llevando adelante estas observacioneli y
sobre todo robaría el tiempo precioso que V. A. necesita para tan
árduas. como importantes atenciones que le rodean entre las que
espero dirigirá una mirada de compasión a' un pobre prisionero
que humilde y rendidamente besa a los piés de V. Alteza.
"Abril 12 de 1870
FIDEL MAIZ"
- 155-
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' ... ,
~ ~-r:
- 156-
...·. t
,.,:;: .
. ·
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rliego en referencia, y obligó al padre a cambia.r de idea, dejando
desde ya la vice-presidencia provisorio al mismo general.
' "Tal ha sido el "segundo testamento", Que digamos de Don
Carlos, sin nada ya de aparato o cláusula de ~lguna formnlidad, y
sr. únicamente quedando el general nombrado, para que por sí y ··J
<;Jnte sí obráse en la transmisión del poder, de que, de este modo, ~
él mismo, por sus propias manos, quedó investido. ·
"No sé si antes o desoués de ese cambio de forma v nombra-
miento, pero sí es indudable, que el primer pliego fue ;oto por el
general. Este hecho influyó en mucho para agravarse la enferme-
dad de Don Carlos, ni podía menes que suceder así. Desde ese
momento no pensó ya sino en disponerse a afrontar la eternidad
con los auxilios de su fe y religión. Pocos días después, el 1O de
setiembre, falleció.
"Verdad es que yo asistí en sus últimos días a Don Carlos;
pero, ni entonces, ni antes, me había hablado. nada en el sentido de
sus miras y disposiciones en política. Cuando más he sido testigo
de aquel encargo que hiciera al general, próximo a expirar - de
no querer "solucionar las cuestiones que quedaban pendientes con
la espada, sino con la pluma, principalmente con el Brasil".
"las versiones que consigno a Ud., en su máxima parte, debo
a las confidencias íntimas que me ·dispensaba Don Benigno López
- aquel joven superior en preparaciones, y de ideas ampliamente
liberales, que jamás pudo inspirar confianza al general. De tal
suerte estaba éste prevenido contra él, que no permitió fuese nom-
brado diputado al Co:1greso ele-ctoral, y parece que no faltaron
quienes quisiesen también llevarme a aquella representación, tro-
pezando igualment9 con la negativa del general. Al ver tan mar-
cada animadversión contra nosotros, Do:1 Benig~o me dijo, con
acento fatalmente profético: estamcs perdidos! ...
"Un mes y días después de la muerte de Don Carlos, el 16 de
octubre, ai general subió al mando supremo de la Nación; y de
allí, otro mes y días, el 2 de diciembre, ya comenzó en las prisiones
y torturas de cuantos no habían sido afectos o su elección, o que
simplemente fueron notados de frialdad con él. Me cupo a mí
ser el primero de los caídos, ~ tras de mís más de cuatrodentos
desgraciados! ..•
~:· ·"Don Benigno pu¿o por entonces salvarse de caer preso; pero
no tardó en venir la guerra con la Triple Alianza, y en el curso
de ella, cuando las corazas enemigas forzaron las baterías de ......
- 157
Humait6, subiendo hasta Asun~ión, entonces el Mariscal lópez en-
volvió a Don Benigno, entre otros muchos, en la Supuesta Gran
1
Conspiración, y después de infinito padecer lo mandó fusilar en
Pikysyry!... ·
"Encontrándose el ejército paraguayo acampado en San fet- 1
~
que otra palabra. En una de esas ocasiones. me dijo: 11 Padre Maíz,
he aquí el resultado de haber;e apoderado del poder supremo el
Mariscal! .. /' pudiera haber sucedido si Don Benigno hubiese que-
dado con la Vice-presidencia de la República, siquiera fuese provi-
soriamente a la muerte de Don ~arios. • . Aquel joven conocfa pro-
fundamente a su hermano Franciso Solano, y horror tenía a que
subiese al mando presidencial del país con la suma de todos los
poderes,_ sin co.ntrol alguno, abriéndose anchuroso e ,ilimitado hori-
zonte a su orgullo y sentimientos de amor propio, de odio y de
venganza contra los que una vez cayeran en su desagrado.
"Mi querido O'Leary, toda vez que Ud. me retrotrae a hechos.
de nuestros pasados -de ese nuestro pasado que envuelve un fondo
inefable de misterios para la historia, luctuosa y heroica a la vez-
me encuentro como enmarañado entre tantas sombras y despeñade-
ros, sin atinar a salvarme, temiendo por un lado lastimar la verdad,
y por otro caer en la falsedad, al tomar tal o cual rumbo; es decir
al emitir un juicio, o referir simplemente datos sin más fundamentos
que referencias también de otros, que pudieran ser influenciados
por pasiones, más o menos ofuscadas, y no ser fieles. a la ~ealidad.
"Y le digo esto, amigo mío, esperando que Ud:, con ~Ú exqui-
sito criterio y fecundo fondo histórico, sabrá discernir lo ·que ·sea
o no aceptable en estas versiones, recogidas sobre la fe, esto es en
... la penumbra de esa vaguedad impersonal que viene flotando como
leyenda entre nosotros.
"Si no he llenado, cuai debiera, su deseo, at menos habréle
dado nueva prueba de no esquivarme, en toda ocasión, de estar a
sus órdenes.
"De Ud. siempre afecmo. atto. S. S.
FIDEL MAIZ"
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INTERESANTE CARTA DEL P. MAIZ AL SEÑOR MARCELINO PEREZ
MARTINEZ, SOBRE PANCHA GARMENDIA
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* * *
Así las cosas, sobrevino la guerra con la Triple Alianza. Dos
años hacía ya que yo estaba preso con una barra de grillos e inco-
municable; al par mío se encontraban centenares otros gimiendo
también en las mazmorras de la opresión. El General López inau-
guró su gobierno llenando los calabozos.
La guerra seguía cada vez más encarnizada y sin tregua. El
ejército nacional se encontraba ya en Paso-Pucú, y fuí allr conducido.
Debido al espléndido triunfo de Curupayty, obtuve mi libertad, y
pude seguir adelante el curso de la guerra hasta su terminación
en Cerro-Corá, donde caí prisionero apenas salvando la vida.
No hay duda que estas reminisc9ncias están por demás para el
fin que usted persigue; pero, ellas medicunte, voy dándote los datos
referentes a la Poncha.
Desde Diciembre del 62 en que caí preso, no la había visto más,
hasta que en Diciembre otra vez del 69 la he vuelto a ver.
Entramos a este período.
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Jamás había oído que la Pancho fuese alguna vez, censurada
al menos de falta alguna; su fama de honestilad y recato, el buen
olor de su costa integridad trascendían en el concepto público; era
intachable bajo todo punto de visto.
Y .supuesto la animadversión que contra ello abriga López como
proveniente de no haber correspondido o sus pretensiones amoro-
sos ¿respondería a esto esa prisión en la triste decadencia de la vida
de la que fuera su festejada en los risueñas alboradas de la juventud?
Bajo tal suposición, resalta lo más horrible y brutal venganza!
* * *
"Sobretodo, me dice usted, desearía si la linch no tuvo 'partí-
cipación en este drama". Tocamos este punto, en que difícil es des-
lindar, la responsabilidad de los actores.
Se ha atribuído ciertamente a la linch lo muerte de la Pancho;
pero yo, suspendiendo el juicio, he hecho y sigo haciendo estos re-
flexiones.
"Dado qua la linch hubiese abrigado, y mantuviese todavía per-
sistente y vivo su odio, su celo, o no se qué pasión más contra lo
Pancho -¿qué peligro habría en aquellas alturas para temer que
ésta pudiese atraer hacia sí los mirados de amor del Mariscal?
Pobre Pancho! ¿.Qué era ya? Flor de lo tarde, mústia, caída y
marchita bajo la acción destructora de las penurias e infinitos sufri-
mientas de una larga peregrinación y penoso confinamiento en los
caldeados desiertos del Espadín ... !
Admitido también que existiese en lo Linch el espíritu y pro-
pósito de una venganza, y su ilimitada influencia sobre la voluntad
del hombre, cuyo corazón tenía paro siempre conquistado, sin rival
posible -¿había conseguido de éste que arrostrase a la inocente e
inofe:1sivo Poncha de· la manera que lo hizo, sin más móvil que
de;ar!a a merced da esa querida, y que ésta, convertida en mons-
truo de perversidad cometiese fría y calculadamente aquel crimen
de la más detestable y horripilante venganza, que caber pudiera en
entrañas de mujer? ...
Dado, pues, que semejante maldad sea obra de la U."ch,
valiéndose de su amcm~e -¿quién en tal caso, él o élla, resulta el
verd~dero y único culpable? ¿Quién, el que pudiera haber evitado
aquello muerte, o !a que solo se habrá solazado por ello? ¿Quién
el. que lejos de evitarla la preparó, y en seguida la mandó ejecutar,
o .la .que acaso no la supo sino.de ejecutada ya? •••
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...
%ados quedaron insepultos en aquel dgsierto, sin otra cruz siquiera
de tosca madera, que guardase su sepulcro! ...
He aquí el otro polo de la vida de la Pancho, su salida del
mundo entre lágrimas y sangre. Estaba ciertamente en manos del
otro de aquellos dos tiranos, los más crueles del Paraguay!
Inclinémonos desde la distancia ante la tumba de aquella he-
reina de la castidad, víctima inocente, mártir de la pureza. Ella,
ángel del desierto, batió sus alas de púrpura, y se remontó a incor-· ·
pararse en las etéreas regiones con el grupo de los ciento c~r~arenta
mil _vírgenes que rodean al cordero de Apocalypsis, cantando cán-
ticos nuevos.
a< Pancho Garmendia, hermoso e infortunada mujer, es la honro
y gloria de su sexo; es la doncella del Paraguay, como Juana de
Arco, es la doncella de Orleans.
Cábeme reproducir ahora esta piadosa aspiración de mi alma:
"Piegue al cielo, y merezca también Poncha Gormendia, como Juana
de Arco, la canónica consagración de esa heroica castidad, radiante
sureofa que abrillanta su sien de mártir por la virginidad".
Ella, en verdad, murió por conservar intacta la virtud eminen-
temente cristiana, a la que aparejada está la corona más gloriosa
en la mansión feliz de los escogidos.
Con todo agrado saludo a usted, repitiéndome su atto.
S. S.
FIDEL MAIZ
P. D.: Espero prudenl~ reserva y disimulo sobre los datos, en la parte que
acaso lleve referencias inoportunas y detalles menos convenientes,
-Vale.
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JUAN CASSANElLO S. D. B.
(1) En la carta del P~ Fidel .Maíz, Fiscal que condenó al Obispo Palacios,
al Sr. O'Leary, el-10 de junio de 1906, le dice textualmente: "LA SU·
PUESTA conspiración'' ...
' - 167-
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INTRODUCCION
El Clero en la Guerra del 70
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CAPITULO
1
1
Sacerdotes Muertos en los Campos de Batalla
·'
CAP.ITULÓ 11
Sacerdotes Ajustklados Durante la Guerra . . . . . . . . . . . . • . . . . . • • • • 32
CAPITULO III
, Sacerdotes Desaparecidos Durante la Guerra 62
. CAPITULO IV
SacerdQtes Sobrevivientes a la Guerra contra la Triple Alianza 90 ~ '
APENDICE
Documentos 125
168 ;....
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