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Ubicación:
Según la tradición romana, Rómulo (c. 771 a. C.-c. 716 a. C.) y su hermano
gemelo Remo (c. 771 a. C.-c. 753 a. C.) fueron los fundadores de Roma y
del Senado romano. Parte sustancial de la investigación sigue siendo escéptica
frente a esta tradición, fijando el origen de la ciudad a finales del siglo VIII a. C.2
Las posibles bases históricas para la narración mitológica en su conjunto
permanecen confusas y a debate.
Numitor era el rey de una ciudad de Lacio llamada Alba Longa. Fue destronado
por su hermano Amulio, quien lo expulsó de la ciudad y procedió a matar a
todos sus hijos varones excepto a su única hija Rea Silvia. Como no quería que
Rea Silvia tuviera hijos, la obligó a dedicarse al culto de Vesta, asegurándose de
esta forma de que iba a permanecer virgen.
Rea Silvia se encontraba durmiendo a la orilla de un río y el dios Marte se
quedó prendado de ella, la poseyó y la dejó embarazada. Como resultado tuvo
dos gemelos a los que llamó Rómulo y Remo. Antes de que el rey Amulio se
enterara del suceso, colocó a sus hijos en una cesta en el río Tíber para que no
sufrieran el mismo destino que sus tíos. La cesta embarrancó y los pequeños
fueron amamantados por una loba, Luperca, y más tarde recogidos por el
pastor Fáustulo y cuidados por su mujer, Aca Larentia. Se decía que habían sido
educados en Gabio, localidad del Lacio; más tarde estos decidieron fundar
Roma.
La fundación según la historiografía:
La ciudad de Roma surgió de los asentamientos de
tribus latinas, sabinas y etruscas, situándose los primeros habitantes de Roma
en las siete colinas (Celio, Campidoglio, Esquilino, Viminale, Quirinale, Palatina y
Aventina) en la confluencia entre el río Tíber y la Vía Salaria, a 28 km del mar
Tirreno. En este lugar el Tíber tiene una isla donde el río puede ser atravesado.
Debido a la proximidad del río y del vado, Roma estaba en una encrucijada de
tráfico y comercio. Los historiadores romanos dataron la fundación en
753 a. C., y desde esa fecha contaron su edad o calendario particular. Sin
embargo, también existe una teoría crítica de la fundación de Roma aparte de
la teoría legendaria. La teoría crítica, sostenida por muchos autores viene a
decir que Roma surge a partir del forum romanum
Monarquía electiva (753-509 a. C.):
Reyes de Roma
Rómulo
Rómulo no solo fue el primer rey romano, sino también su fundador, junto a su
gemelo Remo. En el año 753 a. C., ambos comenzaron a construir la ciudad
junto al Monte Palatino, cuando, según la leyenda, Rómulo mató a Remo por
haber atravesado sacrílegamente el pomerium. Tras la fundación de la urbe,
Rómulo invitó a criminales, esclavos huidos y exiliados para darles asilo en la
nueva ciudad, llegando así a poblar cinco de las siete colinas de Roma. Para
conseguir esposas a sus ciudadanos, Rómulo invitó a los sabinos a un festival,
donde raptó a las mujeres sabinas y las llevó a Roma. Luego de la consiguiente
guerra con los sabinos, Rómulo unió a los sabinos y a los romanos bajo el
gobierno de una diarquía junto con el líder sabino Tito Tacio.
Rómulo dividió a la población de Roma entre hombres fuertes y aquellos no
aptos para combatir. Los combatientes constituyeron las primeras legiones
romanas, mientras que el resto se convirtieron en los plebeyos de Roma, y de
todos ellos, Rómulo seleccionó a 100 de los hombres de más alto linaje como
senadores. Estos hombres fueron llamados Patres, y sus descendientes serían
los patricios, la nobleza romana. Tras la unión entre romanos y sabinos, Rómulo
agregó otros 100 hombres al Senado.
También, bajo el reinado de Rómulo, se estableció la institución de los augures
como parte de la religión romana, así como la Comitia Curiata. Rómulo dividió a
la gente de Roma en tres tribus: romanos (ramnes), sabinos (titios) y el resto
(luceres). Cada tribu elegía a diez coviriae (curias, comunidad de varones),
aportando además 100 caballeros y 10 centurias de infantes cada una,
conformando así la primera legión de 300 jinetes y 3000 infantes.
Ocasionalmente podía convocarse una segunda legión en caso de urgencia.
Después de 37 años de reinado, Rómulo había librado numerosas guerras,
extendiendo la influencia de Roma por todo el Lacio y otras áreas circundantes.
Pronto sería recordado como el primer gran conquistador, así como uno de los
hombres más devotos, de la historia de Roma. Tras su muerte a los 54 años de
edad, fue divinizado como el dios de la guerra Quirino, honrado no solo como
uno de los tres dioses principales de Roma, sino también como la propia ciudad
de Roma divinizada.
Numa Pompilio
Tras la muerte de Rómulo, el reinado de la ciudad recayó sobre el sabino Numa
Pompilio. Si bien en un principio no deseaba aceptar la dignidad real, su padre
lo convenció para que aceptara el cargo, para servir así a los dioses. Recordado
por su sabiduría, su reinado estuvo marcado por la paz y la prosperidad.
Numa reformó el calendario romano, ajustándolo para el año solar y lunar,
añadiendo además los meses de enero y febrero hasta completar los doce
meses del nuevo calendario. Instituyó numerosos rituales religiosos romanos,
como el de los salii, designando además un flamen maioris como sacerdote
supremo de Quirino, el flamen Quirinalis. Organizó el territorio circundante de
Roma en distritos, para una mejor administración, y repartió las tierras
conquistadas por Rómulo entre los ciudadanos, a la vez que se le atribuye la
primera organización de la ciudad en gremios u oficios.
Numa fue recordado como el más religioso de todos los reyes, por encima
incluso del propio Rómulo. Bajo su reinado se erigieron templos a Vesta y Jano,
se consagró un altar en el Capitolio al dios de las fronteras Terminus, y se
organizaron los flamines, las vírgenes vestales de Roma y los pontífices, así
como el Collegium Pontificum. La tradición cuenta que durante el gobierno de
Numa un escudo de Júpiter cayó desde el cielo, con el destino de Roma escrito
en él. El rey ordenó hacer once copias del mismo, que fueron reverenciadas
como sagradas por los romanos.
Como hombre bondadoso y amante de la paz, Numa sembró ideas de piedad y
de justicia en la mentalidad romana. Durante su reinado, las puertas del templo
de Jano estuvieron siempre cerradas, como muestra de que no había
emprendido ninguna guerra a lo largo de su mandato. Tras 43 años de reinado,
la muerte de Numa ocurrió de forma pacífica y natural.
Tulo Hostilio
Hijo de Hersilia (que llegó a ser esposa de Rómulo) y Hostio Hostilio, Tulo
Hostilio fue muy parecido a Rómulo en cuanto a su carácter guerrero,24 y
completamente opuesto a Numa debido a su falta de atención hacia los dioses.
Tulio fomentó varias guerras contra Alba Longa, Fidenas y Veyes, de forma que
Roma obtuvo así nuevos territorios y mayor poder. Fue durante el reinado de
Tulio cuando Alba Longa fue completamente destruida, siendo toda su
población esclavizada y enviada a Roma. De esta forma, Roma se impuso a su
ciudad materna como el poder hegemónico del Lacio.25
Tanto deseaba Tulio nuevas guerras que incluso fomentó otro conflicto contra
los sabinos, de forma que puede decirse que fue durante su reinado cuando el
pueblo romano adquirió los deseos de nuevas conquistas a costa de la paz. El
rey sostuvo tantas guerras que descuidó la atención a las divinidades, por lo
cual, según sostiene la leyenda, una plaga se abatió sobre Roma, hallándose el
propio rey entre los afectados. Cuando Tulio solicitó la ayuda de Júpiter, el dios
respondió con un rayo que redujo a cenizas tanto al monarca como a su
residencia.
A pesar de su naturaleza beligerante, Tulio Hostilio seleccionó a un tercer grupo
de individuos que llegaron a pertenecer a la clase patricial de Roma, elegidos
de entre todos aquellos que habían llegado a Roma buscando asilo y una nueva
vida. También erigió un nuevo edificio para albergar al Senado, la Curia, que
existió durante cinco siglos tras la muerte del rey, cuyo reinado llegó a su fin
tras 32 años de duración.
Anco Marcio
Tras la misteriosa muerte de Tulo, los romanos eligieron al sabino Anco Marcio,
un personaje pacífico y religioso, para que los gobernase como nuevo rey. Era
nieto de Numa Pompilio y, como su abuelo, apenas extendió los límites de
Roma, luchando tan solo en defensa de los territorios romanos cuando fue
preciso. Fue quien construyó la primera prisión romana en la colina del
Capitolio.
Durante su reinado se fortificó el Janículo, en la ribera occidental del Tíber, para
así brindar mayor protección a la ciudad por ese flanco, construyéndose
asimismo el primer puente sobre el río. Otras de las obras del rey fue la
construcción del puerto romano de Ostia en la costa del Tirreno, así como las
primeras factorías de salazón, aprovechando la ruta tradicional del comercio de
sal (la Vía Salaria) que abastecía a los ganaderos sabinos. El tamaño de la
ciudad se incrementó gracias a la diplomacia ejercida por Anco, que permitió la
unión pacífica de varias aldeas menores en alianza con Roma. Gracias a este
método, consiguió el control de los latinos, realojándolos en el Aventino, y
consolidando así la clase plebeya de Roma.
Tras 24 años de reinado murió posiblemente de muerte natural, como su
abuelo antes que él, siendo recordado como uno de los grandes pontífices de
Roma. Fue el último de los reyes latino-sabinos de Roma.
Tarquinio Prisco
Tarquinio Prisco fue el quinto rey de Roma, y el primero de origen etrusco,
presumiblemente de ascendencia corintia. Tras emigrar a Roma, obtuvo el favor
de Anco, quien lo adoptó como su hijo. Al ascender al trono, libró varias
guerras victoriosas contra sabinos y etruscos, doblando así el tamaño de Roma
y obteniendo grandes tesoros para la ciudad.
Una de sus primeras reformas fue añadir 100 nuevos miembros
al Senado procedentes de las tribus etruscas conquistadas, por lo que el
número de senadores ascendió a un total de 300. También amplió el ejército,
duplicando el número de efectivos hasta 6000 infantes y 600 jinetes. Utilizó el
gran botín obtenido en sus campañas militares para construir grandes
monumentos en Roma. Entre estas obras destaca el gran sistema
de alcantarillado de la ciudad, la Cloaca Máxima, cuyo fin fue drenar las aguas
de un pequeño arroyo del Tíber que solían estancarse en los valles situados
entre las colinas de Roma. En el lugar de las antiguas marismas, Prisco inició la
construcción del Foro Romano. Otra de las innovaciones del rey fue la creación
de los Juegos Romanos.
El más célebre de sus proyectos de construcción fue el Circo Máximo, un gran
estadio que albergaba carreras de caballos, que es hasta la fecha el mayor de
todos los erigidos en el mundo. Prisco continuó el Circo Máximo con la
construcción de un templo-fortaleza sobre la colina del Capitolio, consagrado al
dios Júpiter. Desgraciadamente, fue asesinado tras 38 años de reinado por los
hijos de su predecesor, Anco Marcio, antes incluso de que el templo estuviera
acabado. Su reinado es recordado además por haber introducido los símbolos
militares romanos y los cargos civiles, así como por la celebración del
primer triunfo.
Servio Tulio
La segunda guerra samnita, que ocurrió entre 327-304 a. C., fue motivada por
la fundación de la colonia romana de Fregellae en 328 a. C. Los romanos
tuvieron un éxito inicial en el 326 a. C., cuando el gobernante de Nápoles les
pidió ayuda para repeler a los samnitas que habían capturado la ciudad.
Después de una lucha inconclusa, los romanos se vieron obligados a rendirse
en la batalla de las Horcas Caudinas en el 321 a. C. Se firmó una tregua en la
que se concedió Fregelas y se interrumpieron las hostilidades hasta el 316 a. C.
En el 316 a. C., el conflicto se reanudó con una invasión samnita a Lacio, y los
romanos fueron derrotados en la batalla de Lautulae en 315 a. C. El año
siguiente, después de saquear el territorio latino de Ardea, los samnitas fueron
derrotados y recuperaron Fregelas en 313 a. C. En 305 a. C., los samnitas
fueron derrotados en la batalla de Boviano, lo que provocó el fin del conflicto.
Durante la segunda guerra samnita, los romanos se vieron obligados a librar la
guerra en dos frentes. En el 311 a. C., una invasión liderada por las ciudades
de Etruria y Umbría fue repelida, con una expedición punitiva en marcha. En el
306 a. C., se reprimió una revuelta de parte de los hérnicos y su
capital, Anagni, fue incorporada como ciudad sin sufragio. Posteriormente, los
romanos lograron someter a los marrucinos, frentanos, marsos y vestinos, que
se convirtieron en aliados.
En el 304 a. C. se realizó un asedio en los territorios de los ecuos, que fueron
conquistados y dejaron de existir como pueblo independiente. En el 302 a. C.
se llevó a cabo una campaña en territorio etrusco. En 298 a. C., los samnitas se
levantaron de nuevo y derrotaron a los romanos en la batalla de Camerino,
iniciando la tercera guerra samnita. En 295 a. C., se envió un ejército samnita
al norte donde unieron fuerzas con los etruscos, Umbría y las tropas galas y se
enfrentaron a los romanos en la batalla de Sentino, sin embargo, la coalición
fue definitivamente derrotada. Como resultado de la derrota, los romanos
invadieron Samnio y lograron la paz en 290 a. C. Los samnitas fueron
sometidos como aliados y perdieron su independencia. Ese mismo año, el
cónsul Manio Curio Dentato subyugó a los latinos, que se hicieron ciudadanos
sin sufragio. Durante la siguiente década, los romanos lograron victorias contra
los galos y sometieron a etruscos y umbros como aliados.
Guerra pírrica (280-275 a. C.)
Grecia c. 200 a. C.
En el 229 a. C., debido a la piratería practicada por los ilirios en el Adriático, los
romanos lanzaron una expedición a Iliria contra la reina Teuta. A esto le
siguieron dos guerras, la primera guerra ilírica entre 229-228 a. C. y
la segunda entre 220-219 a. C., que resultaron en la humillación de los ilirios y
la conquista romana de varias ciudades griegas en la costa. Estos hechos
afectaron a Filipo V de Macedonia, quien en el 215 a. C. se alió con Aníbal. En
respuesta, los romanos se aliaron con la Liga Etolia y comenzaron la primera
guerra macedónica (215-205 a. C.). Debido a que todavía estaban ocupados
con Aníbal en Italia, hicieron poco en este conflicto, que estuvo marcado por
operaciones limitadas, esencialmente dirigidas por los griegos. Temiendo ser
derrotados por el reducido número de tropas disponibles, optaron por la paz en
el 205 a. C.
Macedonia comenzó a invadir el territorio reclamado por las ciudades-estado
griegas en el 200 a. C. y estas pidieron ayuda a Roma. Le dio a Filipo un
ultimátum para que presentara varias partes de la Gran Macedonia y
abandonara sus proyectos en Grecia. Él se negó y los romanos declararon la
guerra, comenzando la segunda guerra macedónica. Finalmente, en 197 a. C.,
Filipo fue derrotado decisivamente en la batalla de Cinoscéfalas y se vio
obligado a aceptar un tratado favorable. En los años siguientes, los romanos
irían a la guerra contra Esparta, la Liga Etolia, los istrios, los iliros y la Liga
Aquea. Roma luego centró su atención en uno de los reinos griegos, el Imperio
seléucida, en Oriente. Una fuerza romana derrotó a los seléucidas en la batalla
de las Termópilas y los obligó a evacuar Grecia. Los romanos luego los
persiguieron más allá de Grecia, derrotándolos decisivamente en la batalla de
Magnesia.
En 179 a. C., Filipo murió y su hijo, Perseo, tomó el trono y mostró un
renovado interés por Grecia, por lo que Roma volvió a declarar la guerra a
Macedonia, iniciando la tercera guerra macedónica. Perseo inicialmente tuvo
algunos éxitos, sin embargo, los romanos respondieron enviando otro ejército
más fuerte. El segundo ejército consular derrotó decisivamente a los
macedonios en la batalla de Pidna en 168 a. C., haciéndolos capitular, lo que
puso fin a la guerra. El Reino de Macedonia se dividió en cuatro repúblicas
clientelistas. La cuarta guerra macedónica, librada entre 150-148 a. C., tuvo
como justificación la lucha contra el pretendiente al trono macedonio y el
intento de restaurar el antiguo reino. Los macedonios fueron rápidamente
derrotados en la segunda batalla de Pidna. La Liga Aquea eligió este momento
para rebelarse contra el dominio romano, pero fue derrotada. Corinto fue
sitiada y destruida en 146 a. C., el mismo año que la destrucción de Cartago, lo
que llevó a la rendición de la liga.
Expansión en Galia e Hispania (204-133 a. C.)
Mitrídates VI fue el gobernante del Reino del Ponto, un gran estado en Asia
Menor, entre 120-63 a. C. Este antagonizó a Roma en la búsqueda de la
expansión de su reino, y los romanos parecían igualmente ansiosos por la
guerra y el botín y el prestigio que podían traer. Después de conquistar
Anatolia occidental, según fuentes romanas, Mitrídates ordenó la ejecución
de c. 80 000 romanos que vivían en su reino. La masacre habría sido la razón
oficial aducida para el inicio de las hostilidades en la primera guerra mitridática.
Hacia el 86 a. C., el general romano Sila obligó a Mitrídates a dejar Grecia tras
una victoria en Queronea. Como resultado de los disturbios políticos en Italia y
la necesidad de dejar el frente, Sila entró en negociaciones y logró la paz en el
85 a. C. La segunda guerra mitridática comenzó cuando Roma intentó anexar
el Reino de Bitinia como provincia. En la tercera guerra mitridática,
primero Lucio Licinio Lúculo y luego Pompeyo fueron enviados contra
Mitrídates. Finalmente fue derrotado por Pompeyo en la batalla del río Lico, y
después de derrotarlo, Pompeyo conquistó la mayor parte de Anatolia y toda
Siria, tomó Jerusalén e invadió el Cáucaso, sometiendo al Reino de Iberia y
estableciendo el control romano sobre Cólquida. Además, rodeó el territorio de
las provincias recién conquistadas con estados vasallos, entre ellos el Reino de
Capadocia.
El Mediterráneo había caído en este momento en manos de piratas,
principalmente de Cilicia. Los piratas no solo estrangularon las rutas marítimas,
sino que también saquearon muchas ciudades de la costa de Grecia y Asia.186
Pompeyo fue nombrado comandante de una fuerza naval para hacer campaña
contra ellos y en tres meses logró acabar con los piratas.
Las primeras campañas de César (59-50 a. C.)
Desde finales del siglo II a. C., Roma sufrió una serie de conflictos sociales,
conspiraciones y guerras civiles, al mismo tiempo que consolidaba su influencia
más allá de la península itálica. El siglo I a. C. estuvo marcado por un periodo
de inestabilidad formado por una serie de revueltas tanto militares como
políticas que abrieron camino a la implementación de un régimen imperial. En el
año 44 a. C., Julio César fue proclamado dictador perpetuo antes de
ser asesinado. Un año después, Octavio, sobrino-nieto e hijo adoptivo de
César, y uno de los generales republicanos más destacados, se convirtió en uno
de los miembros del Segundo Triunvirato —una alianza política junto
a Lépido y Marco Antonio—.Después de la batalla de Filipos en 42 a. C., la
relación entre Octavio y Marco Antonio empezó a deteriorarse, lo que condujo a
la disolución del triunvirato y a una guerra entre ambos. Esta finalizó con
la batalla de Accio, en la que Marco Antonio y su amada Cleopatra resultaron
derrotados. El posterior enfrentamiento en Alejandría en 30 a. C. supuso la
anexión del Egipto Ptolemaico por parte de Octavio.
Principado
En el 27 a. C, el Senado y el pueblo romano proclamaron a
Octavio princeps (primer ciudadano) y le otorgaron el poder
de imperium proconsular y el título de Augusto. Este evento inició el periodo
conocido como Principado, la primera época del periodo imperial, que duró
entre el 27 a. C. y el 284. El gobierno de Augusto puso fin a un siglo repleto de
guerras civiles y dio inicio a una época de estabilidad social y económica
denominada como la Pax Romana (paz romana), que se promulgó durante los
dos siglos siguientes. Las revueltas en las provincias eran poco frecuentes y
eran cesadas rápidamente. Al ser el único gobernante de Roma, Augusto pudo
llevar a cabo una serie de reformas militares, políticas y económicas en gran
escala. El Senado le atribuyó la facultad de nombrar a sus propios senadores y
la autoridad sobre los gobernadores provinciales, creando de facto el cargo que
más tarde sería denominado como emperador.
Augusto implementó los principios de la sucesión dinástica, por lo que fue
sucedido en la dinastía Julio-Claudia por Tiberio (r. 14-37), Calígula (r. 37-
41), Claudio (r. 41-54) y Nerón (r. 54-68). El suicidio de este último llevó a un
breve periodo de guerra civil conocido como el año de los cuatro emperadores,
que concluyó con la victoria de Vespasiano (r. 69-79) y la fundación de la
efímera dinastía Flavia, recordada por ser la responsable de la construcción
del Coliseo de Roma. Esta fue sucedida por la dinastía Antonina, en la que
figuraron los emperadores Nerva (r. 96-98), Trajano (r. 98-117), Adriano (r.
117-138), Antonino Pío (r. 138-161) y Marco Aurelio (r. 161-180), los llamados
«cinco buenos emperadores». En el 212, mediante el Edicto de
Caracalla promulgado por el emperador homónimo (r. 211-217), fue concedida
la ciudadanía romana a todos los ciudadanos libres del Imperio. Sin embargo, y
a pesar de este gesto universal, la dinastía Severa estuvo marcada por varias
revueltas y desastres a lo largo de la crisis del siglo III, una época de
invasiones, desestabilidad social, dificultades económicas y peste. En
la periodización, esta crisis es generalmente considerada el momento de la
transición de la Antigüedad clásica a la Antigüedad tardía.
Dominado
Geografía y demografía
El Imperio romano fue uno de los más grandes de la historia. Dominó una
extensión territorial continua a lo largo de Europa, África del Norte y Oriente
Próximo, desde el Muro de Adriano en la lluviosa Inglaterra hasta las soleadas
costas del río Éufrates en Siria, desde las fértiles planicies de Europa Central
hasta los exuberantes márgenes del valle del Nilo en Egipto. La noción
de imperium sine fine (imperio sin fin) manifestaba la ideología romana de que
su imperio no estaba limitado en el espacio y el tiempo. La mayor parte de la
expansión romana se llevó a cabo durante la república, aunque algunos
territorios del norte y centro de Europa no fueron conquistados hasta el
siglo I d. C., periodo que correspondió a la consolidación del poder romano en
las provincias. Res gestae, un relato en primera persona del emperador
Augusto que narra su vida y, sobre todo, sus obras, destaca el número de
pueblos de las regiones del imperio. La administración imperial
realizaba censos con frecuencia y mantenía registros geográficos meticulosos.33
Idioma
La religión en Roma Antigua engloba no solo las prácticas y creencias que los
romanos veían como suyas, pero también los diversos cultos importados para
Roma y los cultos practicados en las provincias. Los romanos se veían a sí
mismos como profundamente religiosos, atribuyendo su prosperidad económica
y militar a la buena relación con los dioses (pax deorum). La religión arcaica
que se cree haber sido instituida por los primeros reyes de Roma ofertó los
fundamentos del me los maiorum, o «tradición», el código social basilar en la
identidad romana. No existía la separación Iglesia-Estado, por lo que los
puestos religiones en el Estado eran llenados por las mismas personas que
ocupaban lugares en la administración pública. Durante el periodo imperial,
el pontífice máximo era el propio emperador.
La religión romana era práctica y contractual, basada en el principio del do ut
des («te doy aquello que puedas ofertar»). La religión tenía como principios el
conocimiento y la práctica correcta de la oración, de los rituales y del sacrificio,
y no la de la fe o el dogma. Para el ciudadano común, la religión era parte del
cotidiano. La mayoría de las residencias poseía un altar doméstico en el cual se
realizaba la oración y la libación. Las ciudades eran decoradas por altares de
barrio y locales considerados sagrados, como manantiales de agua y cuevas, y
era común que la gente hiciera un voto u ofreciera alguna fruta cuando
pasaban por un lugar de culto. El calendario romano era organizado en función
de las conmemoraciones religiosas. Durante el periodo imperial, había 135 días
del año dedicados la festividades religiosas y juegos (ludi).
Una de las principales características de la religión romana fue el gran número
de divinidades adoradasy la reverencia paralela de las deidades romanas con
las deidades locales. La política de conquista romana consistió en la asimilación
de divinidades y cultos de los pueblos conquistados, y no en su erradicación.
Roma promovió la estabilidad entre diferentes pueblos apoyando diferentes
herencias religiosas, construyendo templos para deidades locales que
enmarcaban las prácticas indígenas en la jerarquía de la religión romana. En el
apogeo del imperio, las deidades internacionales eran adoradas en Roma, cuyo
culto se había extendido a las provincias más remotas, entre
ellas Cibeles, Isis, Epona y los dioses del monismo solar, como Mitra y Sol
invicto.
Las religiones mistéricas, que ofrecían a los iniciados la salvación después de la
muerte, se practicaban de manera complementaria a los rituales familiares y la
participación en la religión pública. Sin embargo, los misterios involucraban el
secreto y los juramentos exclusivos, que los conservadores romanos veían con
sospecha y como elementos característicos de la magia, la conspiración y la
actividad subversiva. Se hicieron varios intentos para reprimir sectas que
parecían amenazar la unidad y la moral tradicionales, algunas de ellas de
manera violenta.
Cristianización:
Esta estela funeraria del siglo III se encuentra entre las inscripciones cristianas
más antiguas, escritas simultáneamente en griego y latín. La abreviatura «DM»
en la parte superior se refiere a los Di Manes, los tradicionales espíritus
romanos de la muerte, pero va también acompañada del símbolo cristiano.
El rigor monoteísta del judaísmo planteó dificultades a la política de tolerancia
religiosa romana. Cuando los conflictos políticos y religiosos se volvieron
irreconciliables, surgieron varias revueltas entre judíos y romanos. El sitio de
Jerusalén en el año 70 fue la causa del saqueo del templo de la ciudad y de
la dispersión del poder político judío. El cristianismo surgió en la provincia de
Judea en el siglo II como una secta religiosa judía, con el papa Lino en el año
76 jugando un papel importante en ese período. La religión se expandió
gradualmente a Jerusalén, inicialmente estableciendo importantes centros
en Antioquía y Alejandría, y desde allí por todo el imperio. Las persecuciones
oficiales fueron escasas y esporádicas y la mayoría de los martirios se
produjeron por iniciativa de las autoridades locales.
A principios del siglo IV, Constantino I con el edicto de Milán legalizó el
cristianismo, bautizándose poco antes de morir, convirtiéndose en el primer
emperador cristiano, marcando el comienzo de una era de hegemonía cristiana.
El emperador Juliano hizo un breve intento de revivir la religión tradicional a su
manera, pero esto fue efímero. En el año 391, Teodosio I el Grande convirtió al
cristianismo en la religión estatal del Imperio romano, excluyendo
permanentemente a todas las demás. A partir del siglo II en adelante,
los Padres de la Iglesia comenzaron a condenar las prácticas religiosas
restantes, llamándolas colectivamente «paganas».
Cultura:
La red de ciudades a lo largo del territorio imperial (colonias, municipios,
o polis) fue un elemento de cohesión que fomentó la Pax Romana. Los romanos
del Imperio temprano fueron alentados por la propaganda imperial a respetar y
disfrutar de los valores del tiempo de paz. Incluso el
polemista Tertuliano declaró que el sigloII fue más ordenado y culto que en
épocas anteriores: «En todas partes hay casas, en todas partes hay gente, en
todas partes hay res publica, causa del pueblo, hay vida en todas
partes».Muchas de las características asociadas a la cultura imperial, como el
culto público, los juegos y festividades, los concursos de artistas, oradores y
deportistas, así como la gran mayoría de obras de arte y edificios públicos,
fueron financiados por particulares, cuyos gastos del beneficio de la comunidad
ayudó a justificar su poder económico y privilegios legales y provinciales. El
declive de las ciudades y la vida cívica en el siglo IV, cuando las clases
pudientes ya no podían financiar la obra pública, fue uno de los signos de la
inminente disolución del imperio.
Educación:
Una maestra con dos alumnos y un tercero, de pie, sosteniendo una flor de
loto, una maleta en la que se guardaban los bolígrafos, un tintero y una
esponja para corregir errores.
Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio, intentó conquistar sin éxito
el Imperio durante la Tercera cruzada, pero fue la cuarta la que tuvo el efecto
más devastador sobre el Imperio bizantino. La intención expresa de la Cruzada
era conquistar Egipto, aunque los cruzados terminaron haciendo de
mercenarios para la República de Venecia, que les prometió riquezas a cambio
de tomar Zara (Hungría). La ciudad fue sitiada y cayó en 1202. Fue entonces
que intervino Alejo IV Ángelo, quien estaba involucrado en una guerra civil en
contra del incompetente Alejo III Ángelo. Sin tomar en cuenta el precario
estado del tesoro imperial, Alejo IV prometió soldados y dinero a cambio de
instaurarlo en el trono, y así lo hicieron. Cruzados y venecianos tomaron la
ciudad sin muchas dificultades, puesto que el emperador había huido y los
ciudadanos habían liberado al ex-emperador Isaac II, restaurado junto a su
hijo Alejo IV. Sin embargo, estos fueron incapaces de pagarle a los cruzados,
quienes en respuesta volvieron a atacar la ciudad.
Constantinopla cayó a los cruzados en 1204. Le siguieron tres días de pillaje y
destrucción de importantes obras de arte; por primera vez desde su fundación
por Constantino I, más de ochocientos años antes, la ciudad había sido tomada
por un ejército extranjero. Los cruzados y venecianos firmaron el Partitio
terrarum imperii Romaniae ("Partición del Imperio romano"), con el cual
Imperio dejó de existir para dar lugar a una serie de estados cruzados. El más
importante de estos fue el Imperio latino (1204-1261).
El Imperio hacia el año 1265, terminó siendo casi una representación
geográfica de la Grecia Clásica del siglo V a. C.
Legado:
El Imperio bizantino fue un Imperio multicultural, que nació como cristiano y
heredero de la tradición romana, comprendiendo la zona de Oriente y que
desapareció en 1453 como un reino griego ortodoxo. El escritor británico Robert
Byron lo describió como el resultado de una triple fusión: un cuerpo romano,
una mente griega y un alma oriental.
Bizancio fue la única potencia estable en la Edad Media. Su influencia sirvió de
factor estabilizador en Europa, sirviendo de barrera contra la presión de las
conquistas de los ejércitos musulmanes y actuando como enlace hacia el
pasado clásico y su antigua legitimidad.
La caída del Imperio fue traumática, tanto que durante mucho tiempo se
consideró 1453 como la división entre la Edad Media y la Edad Moderna. El
conquistador otomano, Mehmet II, y sus sucesores se consideraron a sí mismos
herederos legítimos de los emperadores bizantinos hasta el derrumbamiento del
Imperio otomano, a principios del siglo XX. Sin embargo, el papel del emperador
bizantino como cabeza de la ortodoxia oriental fue reclamado por los grandes
duques de Moscú empezando por Iván III. Su nieto Iván IV el Terrible se
convertiría en el primer zar de Rusia (el título de zar proviene del latín caesar,
'césar'). Sus sucesores apoyaron la idea que Moscú era la heredera legítima de
Roma y Constantinopla, la Tercera Roma —una idea mantenida por el Imperio
ruso hasta su propio fin a principios del siglo XX—.
Desde el punto de vista comercial, Bizancio era el punto de partida de la Ruta
de la Seda, el eje económico que unía Europa con Oriente, importando materias
de lujo como seda y especias. La interrupción de esta ruta con motivo de la
desaparición del Imperio bizantino provocó la búsqueda de nuevas rutas
comerciales, llegando españoles y portugueses a América y África en busca de
rutas alternativas. Los portugueses, que acabaron la Reconquista antes y
dispusieron de los recursos necesarios con antelación crearon un Imperio
atlántico que permitía alcanzar la India al circunnavegar África. Los españoles,
posteriormente, patrocinarían a Cristóbal Colón y a los conquistadores, que
supondrían la creación de un imperio que transformaría a España en la primera
potencia mundial.
Bizancio desempeñó un papel inestimable para la conservación de los textos
clásicos, tanto en el mundo islámico como en la Europa occidental, donde sería
clave para el Renacimiento. Su tradición historiográfica fue una fuente de
información sobre los logros del mundo clásico. Hasta tal punto fue así, que se
cree que el resurgir cultural, económico y científico del siglo XV no hubiera sido
posible sin las bases establecidas en la Grecia bizantina.
La influencia de Bizancio en asuntos como la teología sería vital para
pensadores europeos como Santo Tomás de Aquino. Asimismo se ha de
mencionar que el Imperio fue clave en la extensión del cristianismo, que
definiría Europa durante siglos. De los cuatro mayores focos de esta religión,
tres (Jerusalén, Antioquía y Constantinopla) se hallaban en su territorio y hasta
que no aconteció el cisma de Oriente fue su mayor foco espiritual. También fue
responsable de la evangelización de los pueblos eslavos, gracias a misioneros
tan célebres como Cirilo y Metodio, que evangelizaron a los pueblos eslavos y
desarrollaron un sistema de escritura que aún hoy en día se sigue utilizando en
muchos países, el alfabeto cirílico. Por último es notable su influencia en las
Iglesias copta, etíope, y la de armenia.