Está en la página 1de 3

LOS ESPEJOS DICEN LA VERDAD

En 1987 una familia pobre se muda a Asturias tras haber escapado de su antigua casa
por problemas familiares. Los cuatro hermanos, Daniel, el mayor; Hugo y Emma los
gemelos; Lucas el pequeño de todos, junto con su madre comienzan una nueva vida
lejos de su asesino y saqueador padre. Tras pasar varias semanas alojados en una granja
a las afueras de Comillas, su madre, María, era la única que salía y entraba de la casa
para los recados. Era una familia muy discreta ya que se les veía poco por el pueblo y
apenas salían. Como no estaban escolarizados, el más pequeño de todos Lucas, recibía
clases en casa con una profesora que vivía casi al lado de ellos.
Era joven y muy alta, tenía los ojos negros como el tizón y lo que más llamaba la
atención era su pelo corto como la vida misma y ondulado como aquel precioso mar
cantábrico. Aquella mujer tan resplandeciente se llamaba Alicia, en la cual se fijó
Daniel nada más entrar por la pequeña puerta de su humilde casa, y un poco más
adelante estarían juntos.
Pasaban los días, los atardeceres y lo único que podían hacer era divertirse como niños
pequeños que un día fueron. Por las noches observan las estrellas los cinco tumbados en
la fresca hierba, aunque algunas noches de aquel verano, Daniel y Lucas subían a la
habitación y desde la ventana que daba justamente a la finca de Alicia, hablaban con
ella con ayuda de un foco, un boli, una libreta y el preciado código morse.
Tras pasar varios meses, María su madre, cayó enferma de gripe y en aquellos tiempos
era muy difícil de recuperarse. Al estar postrada en la cama y no poder ni moverse ahora
el que tenía que hacer los recados era Daniel mientras que sus hermanos se repartían las
tareas domésticas. Daniel bajaba al pueblo en su simple bicicleta con ayuda de una cesta
para recoger las cosas necesarias.
Al no llegar ingresos a la casa porque su madre estaba enferma, el arrendador de la casa
se empezó a preocupar, pero como sabía la situación de la familia decidió esperar.
Después de varias semanas de incertidumbre por lo que podía pasar con su madre.
María finalmente falleció, pero antes de que esto ocurriese les dijo a sus hijos que
cogieran la caja que estaba encima de los muebles de la cocina. Al encontrar dicha caja,
la abrieron y en ella había dentro una carta escrita a mano por su querida madre en la
que ponía: “Queridos hijos, si algún día llego a faltar no se lo digáis a nadie ya que os
pueden separar porque todavía no sois mayores de edad, tendréis que sobrevivir hasta
que Daniel tenga dieciocho y pueda tener la tutela de vosotros. Os quiero mucho.
Mama.”
Al cabo de un tiempo aprendieron a sobrevivir encubriendo la muerte de su madre a la
gente del pueblo, diciéndola que seguía enferma, y por esa razón Daniel iba a hacer los
recados en lugar de ella.
Un día, Hugo fue a por leña para calentar la casa porque ya llegaban los días fríos de
otoño, en ese justo instante se oyó a lo lejos un disparo de escopeta, la cual pertenecía a
su fugitivo padre, esta atravesó el cristal donde estaban Emma y Lucas jugando.
Daniel rápidamente al escuchar el disparo y ver a su padre protegió a sus hermanos
pequeños en el ático de la casa y salió fuera para arreglar las cosas con él, ya que fue
quien le delató en el juicio por asesinato y robo. El padre le golpeó varias veces en la
cabeza provocándole que se desmayara. El padre rápidamente salió corriendo hacia la
casa en busca de los demás hijos. Al llegar a la casa subió al ático, intentó entrar, pero
como anteriormente Daniel había cerrado la puerta, se las ingenió para entrar por la
chimenea en vez de por la puerta y así sorprenderles. Daniel cuando consiguió recuperar
la consciencia cogió la escopeta de su padre y gravemente herido se dirigió a la casa
para terminar con todo aquel sufrimiento. Nada más entrar oyó los gritos de su padre en
el ático y subió corriendo, pero pensó que ya era demasiado tarde, porque su padre
habría matado a sus hermanos. Daniel muy desolado por la muerte de sus hermanos
pequeños se intentó suicidar, pero antes oyó una música que provenía del salón; corrió y
fue en busca de ella. Cuando llegó al salón vio a sus tres hermanos echados todos en el
sofá dormidos. Juntos subieron las escaleras para tapiar el ático, para que su padre no
pudiera salir; y Daniel vio que en el reflejo del cristal no podía verlos, él no lo aceptaba,
y desde ese momento fue a tapar todos los espejos con sábanas para que no le reflejaran
la realidad.
Así vivió durante meses ocultando a la gente todo lo que había pasado, y mientras,
“ellos” hacían una vida normal. Hacían las tareas domésticas, los recados, pero siempre
y lo más importante eran que los espejos nunca se destaparan y la humedad que salía en
el techo, había que pintarla.
Seis meses después, cuando Daniel no se encontraba en casa, el arrendador entró y
subió directamente al ático por el fuerte olor que desprendía. Derribó los ladrillos que la
protegían y abrió la puerta, descubrió los cuerpos tapados de Hugo, Emma y Lucas que
ya se encontraban en descomposición; los cuales había matado su padre. Mientras tanto
Daniel llegaba a casa y se puso en el banco que tenían en el patio, sin darse cuenta de
que el arrendador estaba ya allí; en ese mismo momento Alicia llegaba para darles una
sorpresa, pero lo primero q hizo fue oír a Daniel hablar solo, lo que observó era que
estaba tomando el rol de sus distintos hermanos. Alicia un poco desconcertada lo calmó
y oyó ruidos en el ático por lo que decidió subir. Encontró a los tres hermanos muertos
destapados, pero decidió volverlos a tapar para que no causase tanta impresión, y al
arrendador gravemente herido; se da cuenta de que no está sola en la habitación y q hay
alguien más con ella, el padre aún vivo. Este la empuja y la intenta matar, pero Daniel al
oír sus gritos sube rápidamente en su ayuda y enfrentándose a su padre le dispara con la
misma escopeta que aquel día atormentó aquella casa. Tras matar a su padre descubre la
manta que tapaba los cuerpos de sus difuntos hermanos, que estos provocaban la
humedad en el techo que Daniel siempre pintaba, para no evadirse de la realidad.
Varios meses después, Alicia consulta al doctor que Daniel ya casi no tiene episodios de
personalidad múltiple, por lo que Hugo, Emma y Lucas ya solo están en los recuerdos
de Daniel. El doctor la recuerda que no debe de dejarle de dar su medicación.
Al final sentados los dos en aquel banco del jardín Alicia le regala una foto de sus
hermanos y él, el mismo día que se mudaron allí, él a lo lejos ve a sus hermanos y
sonríe recordando aquellos momentos en los que todavía eran felices.

VICTORIA ANTÓN BÁSCONES 3ªA

También podría gustarte